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Abril 2011

Reseña: Chomsky, Noam. Estados fallidos. El abuso del poder y el ataque a la democracia.

Alicia Hernández de Gante

Universidad Autónoma de Puebla

Chomsky, Noam (2007) Estados fallidos. El abuso del poder y el ataque a la democracia, traducción de Gabriel Dols, Barcelona, Ediciones B, 365 pp.

Noam Chomsky nos presenta en una compleja cosmovisión de aspectos sociales, políticos y económicos un tema relevante y actual que acorde a los criterios de Washington D. C. (WA) "caracterizan" un Estado fallido. El libro que reseñamos fue escrito en 2006, pero los sucesos histórico-políticos analizados continúan hoy día dando muestras tanto de la política mundial estadounidense como de sus aliados (examinemos las razones del ataque a Libia en marzo del 2011). En el contexto de esta obra, las preguntas obligadas serian, en qué han cambiado las relaciones internacionales con el actual presidente Barak Obama, precozmente distinguido con el premio Nobel de la Paz en 2009 y cuál ha sido el impacto político de las muestras de "diplomacia" de Estados Unidos de América (EUA) salidas a la luz y dominio público por los cables de WikiLeaks.

El problema central que plantea el texto es la aplicación de la política exterior de EUA al resto del mundo. Chomsky, reconocido mundialmente por sus aportaciones al análisis de la política internacional, desarrollado amplia y críticamente en libros y artículos periodísticos –incluso desde la guerra de Vietnam- le permiten ser autoridad en la materia. Con certeza, ubica en la actualidad graves conflictos que pueden llevar a nuestro planeta a la destrucción total resultado de las acciones de los hombres sobre los hombres y de los hombres sobre la naturaleza, argumentos con los que coincidimos. El primero, es la constante amenaza de una guerra nuclear, advertencia que en el vaivén de los acontecimientos mundiales aparece y se esfuma con incertidumbre; el segundo, es el calentamiento global y el desastre medioambiental propiciado por la explotación de la mercancía en que se ha convertido nuestra naturaleza; de ambos deriva el tercero: si pudiere existir la posibilidad de aminorar las graves amenazas, ésta, no solo se diluye sino que se exacerba por la aplicación de la política exterior de EUA.

El hilo que conduce todo el texto, es el uso y abuso del poder en todas sus manifestaciones (especialmente la violencia militarizada), que a lo largo y ancho del mundo se han encargado de aplicar los diferentes presidentes estadounidenses. Chomsky menciona datos históricos, pero principalmente retoma las acciones de la política exterior de R. Reagan, G. H. W. Bush, B. Clinton y G. W. Bush (II). Propios y extraños reconocen las acciones bélicas de Bush (II), como lo ha señalado el que fuera secretario de Defensa del expresidente Kennedy: «la actual política de armas nucleares de Estados Unidos… [es] inmoral, ilegal, militarmente innecesaria y atrozmente peligrosa» (p. 15); y el propio D. Rumsfeld, quien afirma: su doctrina sobre la guerra preventiva radica en «la importancia de influir en acontecimientos antes de que los desafíos se vuelvan más peligrosos y menos manejables» (p. 18). Hacia fines del siglo pasado, el poderío de la política exterior había recrudecido esfuerzos de tal forma que «la asistencia militar y policial [estadounidense] en el hemisferio superaba la ayuda económica y social» (p. 128). A inicios de este siglo, el número de soldados latinoamericanos adiestrados por sus programas de seguridad nacional, había aumentado en más de un 50 por ciento. Actualmente, EUA de forma unilateral, ha ampliado la opción de primer ataque desvaneciendo en los tratados de derecho internacional la línea que separa el uso de armas convencionales y nucleares.

El libro está organizado en seis apartados, un corto prefacio y un epilogo. Los tres primeros los dedica al análisis de la creciente amenaza que representa EUA para la paz mundial; los tres últimos, a la paradójica lucha de EUA para instaurar la democracia en el orbe. En ellos, Chomsky va desnudando las "buenas" intenciones de WA (éste como símbolo del poder) para con el resto de los países del mundo –aliados o no- a fin de contribuir con sus medios a erradicar el "eje del mal" (léase terrorismo) y salvar al mundo; así como los designios del presidente estadounidense en turno, para instaurar –a costa de sangre y muerte- las "bondades de la democracia" en lo que denomina Estados fallidos.

Encierra dificultad pretender un resumen del contenido. La historia para Chomsky no es lineal. Su análisis, centrado en la premisa de la aplicación pragmática del abuso del poder lo despliega en un entramado de acontecimientos y sujetos. Para fundamentar sus tesis, echa mano de fuentes primarias. Observa el entorno y capta las problemáticas: diarios de varias partes del mundo, información de revistas especializadas, referencias a textos cuyos autores contribuyen a trazar su criterio. En todo el libro aparecen de viva voz, personajes político-militares que van delineando la política internacional. Indiscutiblemente, la figura presidencial es relevante, como también lo son algunas instancias internacionales que le han mandatado alinearse al derecho internacional para preservar la paz mundial. Las voces disidentes, que emergen de los países que se atreven a resistir, rebelarse, denunciar y acudir a tribunales internacionales, incluso el propio pueblo estadounidense, también recorren el texto.

Al inicio, Chomsky afirma: «El mundo no ha renunciado a la guerra… la potencia mundial hegemónica se arroga el derecho de librar la guerra a su voluntad, bajo la doctrina de legitima defensa anticipatoria sin límites declarados» (p. 9). Ante ello, dos hechos bélicos le sirven de argumentación para proyectar un horizonte de horror: los ataques terroristas del 11 de septiembre (11-S) y la invasión a Irak. La expresión autodefensa anticipatoria fue explicada públicamente por C. Rice en el sentido del «derecho de Estados Unidos de atacar un país que él crea que puede atacarle primero» (p. 100). Con relación al 11-S del 2001, investigaciones posteriores revelaron que meses antes de los ataques terroristas por el grupo extremista islámico Al-Qaeda en Nueva York y WA, Osama bin Laden (ex servidor de la Agencia Central de Inteligencia) y los talibanes recibieron amenazas de posibles ataques estadounidenses, aplicando paradójicamente los mismos criterios bélicos de EUA: «legitima defensa anticipatoria». Es del dominio público que a raíz del 11-S cambiaron las políticas de seguridad mundiales expandiendo otro tipo de terror que vigila y castiga bajo la máxima de la doctrina Bush (II): «quienes cobijan terroristas son tan culpables como los propios terroristas» (p. 13).

A la guerra contra Irak, Chomsky la toma desde diferentes ángulos. Gran Bretaña y WA, realizaron bombardeos en Irak desde 2002 para provocar acciones de casus belli, al no conseguirlo lo invadieron en 2003 con el pretexto –después ampliamente demostrado como argucia político-militar- de poseer armas nucleares. Después recurrieron al dogma de la urgente implantación de la democracia. Posterior a la masacre y destrucción de la mayor parte de tesoros arqueológicos de la civilización –incluidos los sumerios- humanitariamente dedicaron un ejército de ingenieros a reconstruir lo que el "conflicto" acababa de destruir. Son conocidas las "verdaderas intenciones" de la guerra contra Irak, país considerado como las segundas mayores reservas petrolíferas del mundo. El control del terrorismo pasa a segundo plano con relación a los objetivos geopolíticos y estratégicos de EUA, es decir, "la supervivencia humana no es de particular importancia comparada con el poder y la riqueza a corto plazo" (p. 47).

Desafortunadamente, las graves consecuencias de ambos hechos no se limitan a los Estados en pugna, sino a las implicaciones de violencia diseminadas. Dicho categóricamente por Chomsky: Apocalipsis pronto, es decir, destrucción por la intensificación del dominio militar de EUA y de países aliados sin parangón histórico, y las respuestas bélicas de otros Estados. Sí EUA ha sido protagonista, no es el único actor con intereses de dominio. Rusia y China no han sido precisamente sus aliados históricos, como tampoco algunos países de Oriente Medio, todos acrecentando de manera significativa el arsenal ofensivo. Para Chomsky, lo que han logrado los planificadores de WA es un impresionante aumento del radicalismo islámico, aunado a la aceleración del armamentismo más allá de las armas convencionales con la proliferación de armas nucleares y de destrucción masiva, han radicalizado posturas políticas exacerbando la violencia y el terror entre naciones orientales, pero también occidentales, además, de presentar el riesgo no lejano de que grupos terroristas hagan uso de esas armas o piratas informáticos terroristas ingresen al sistema dando órdenes de lanzamiento. Ha puesto al mundo en pie de guerra.

La controversial defensa de la democracia por parte de EUA, constituye los últimos apartados del texto. Chomsky analiza la Guerra Fría y la lucha por la distribución geopolítica del mundo: «los virus y los contagios [ideológicos] que estos puedan extender» (p. 136). En su momento, las guerras de Indochina, las acciones bélicas en Centroamérica o en Afganistán, "inspiraron" a las grandes potencias a «asegurar la autodeterminación…mediante la instalación forzosa de los dirigentes que elijamos» (p. 137). Cuando cae la Unión Soviética y la Guerra Fría sale del escenario, el capitalismo se expande sin medida. Al paso de las décadas se abre significativamente la brecha entres naciones ricas y pobres, las insurgencias ponen en peligro la estabilidad regional, pero sobre todo el acceso a recursos económicos, de los que paradójicamente son dependientes los países primer mundistas para ser seguir acrecentando riquezas .

El nuevo escenario de la globalización neoliberal y de la preocupación por el fomento a la democracia aparece. Chomsky, le llama la reformulación de pretextos para la intervención y el capitalismo estatal militarizado de casa: subirse al «carro de la democratización», «intervenir sin contemplaciones» o el «disfraz humanitario» son parte de las actitudes mesiánicas que EUA aplica para «asegurar la autodeterminación» de las masas. Lo que sus voceros han llamado «una firme línea de continuidad» o el ideal democrático. La memoria histórica señala otra perspectiva. La democracia estrechamente identificada con empresas privadas y capitalistas, definida en tanto identidad política estadounidense, que con tal de fomentarla –incomprensiblemente, sacrifican sangre y vida de sus connacionales (un solo ejemplo: Irak), genera, como bien señala Chomsky: miedo. Es el terror al virus de la democracia y a la real autodeterminación de los pueblos. Las decisiones políticas deben ser "a modo", es decir, «las elecciones están bien, siempre que salgan como toca» (p. 201). Por otra parte, «un exceso de democracia» es preocupante para el poder concentrado. Incorporar a sectores que por lo general son pasivos y marginados, desdibuja las decisiones copulares de control. La «crisis de la democracia» estalla cuando las mayorías pretenden entrar en el terreno del juego político.

En el fomento a la democracia en casa (EUA), hay discrepancia en las decisiones de la cosa pública, al menos, en puntos claves del estudio de este libro: a) el gobierno debería recurrir a la "guerra preventiva", si «existen pruebas fehacientes de que el país se encuentra en peligro inminente de sufrir un ataque» (p. 264); b) la crítica al aumento del secretismo gubernamental, la información clasificada que protege al poder estatal con desconocimiento público, actuando en su nombre y poniendo en peligro la libertad del pueblo estadounidense.

En el epílogo realiza un análisis del virtual panorama mundial, desde Oriente Medio hasta América Latina. En la mira de posibles reacomodos y nuevas alianzas del control de las reservas energéticas, éstas surgirían en los países del sureste asiático. En América Latina, algunos gobiernos –Venezuela, Bolivia y Ecuador, todos con estrecha relación con Cuba- continuarán con acciones para una integración regional independiente. Ese posible escenario exigiría rechazo a las prácticas de la democracia impuesta a modo que señala: los países deben ser soberanos y democráticos hasta ciertos límites.

Ante la compleja problemática mundial, sin aparente salida –debido a los históricos intereses enquistados de la denominada superpotencia y países aliados, enfatizando que éstos a veces de forma silenciosa o evasiva se coluden o en abierto contubernio aceptan, toleran y avalan las acciones de poderío de EUA- Chomsky, en un horizonte amplio visualiza alternativas a problemas reales que ha generado la agresiva política exterior, estas serían: aceptación de la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional y del Tribunal Mundial que EUA ha rechazado sistemáticamente; firma y aplicación del Protocolo de Kioto rechazado por Bush (II) a pesar de las pruebas científicas de la seria amenaza medioambiental, del calentamiento global y de la emisión de gases de efecto invernadero y de ser EUA el país más contaminante del mundo que produce la cuarta parte del aire envenenado del planeta; la no intervención en la Organización de la Naciones Unidas (ONU) ante las crisis internacionales; priorizar en la lucha contra el terror las medidas diplomáticas antes que las económicas y militares; respeto a la Carta de la ONU; renuncia al veto en el Consejo de Seguridad de la ONU; y recorte del gasto militar y aumento del gasto social.

A estas alturas cabe preguntar, ¿cuál fue el objetivo del texto, qué fin persiguió? Chomsky, caracteriza fielmente al Estado forajido más que al Estado fallido. Acorde con algunas de las tesis desplegadas a lo largo del libro, como son: legitima defensa anticipatoria, armamentismo nuclear, violencia, doctrina de las guerras preventivas, déficits democrático, contravención del derecho internacional, calentamiento global, ilegal pero legítimo, vacíos de poder que estratégicamente hay que llenar, etcétera; EUA es un Estado forajido. Sus cúpulas se desentienden con desden del derecho y los tratados internacionales, realizan acciones de autoexención de las leyes de guerra y otras normas internacionales, se niegan a acatar el derecho de gentes observando tratados, hacen uso de la fuerza por motivos ajenos a la legitima defensa sin respetar los derechos humanos (revisar: Convenciones de Ginebra, Tribunal de Nuremberg, Human Rights Watch y Amnistía Internacional). Aplican en su política exterior la intervención humanitaria para salvaguardar los despojos del "conflicto", es decir, humanismo neoliberal. Aunado, a la agresiva política exterior de "retórica edificante y "rasero único", está sin duda alguna, la contravención al derecho internacional, y por ende las instituciones que lo regulan. La mayor controversia son acciones clasificadas de crímenes de lesa humanidad (exterminio y muerte en masa), de genocidio (muerte a grupo étnico y Guerra de agresión para alterar la paz y la seguridad interior de un Estado soberano) y crímenes de guerra (asesinatos, torturas y violaciones contrarios a las Leyes de Guerra). En un análisis riguroso y en cruento cálculo, habría que revisar acciones bélicas emprendidas por la potencia mundial a lo largo de la historia, versus la defensa y fomento a la democracia, arduamente pregonada.


No obstante, en una amplia mirada, para Chomsky EUA tiene rasgos de Estado fallido. Éstos caracterizados por potenciales amenazas para la seguridad local, regional o mundial y por su trasgresión al derecho internacional. Quizá un poco más controversial sea la necesidad de intervención internacional por graves amenazas internas o por la falta de capacidad o voluntad para proteger a su pueblo de la violencia o incluso la destrucción, sumado al déficit democrático (cruel paradoja para la democracia ejemplar mundial). Pero, en una caracterización mas especifica y siguiendo a Chomsky, los Estados fallidos son aquellos que poseen armas de destrucción masiva, que fomentan el terrorismo y que denotan vacíos de poder, última condición que no se cumple pero que se sustantiva por el grave peligro que expone a su población nacional.

Otro de los objetivos del texto de Chomsky fue la "caracterización" de los tipos de Estado, cuestión de origen polémica. En el Congreso de EUA de 1979 surge la lista de los Estados patrocinadores del terrorismo. En 1994 con Clinton se amplia la categoría incluyéndose los Estado canallas y años más tarde surge la denominación Estado fallido («…a los que debemos ayudar, a veces devastándolos», p. 129). Acorde al vaivén de los conflictos internacionales, la categoría (eminentemente política, más no jurídica) de Estado fallido comprende a todas las naciones que entran en franco conflicto con EUA, es decir, no solo a los países en "peligro" que le daba "derecho" al autoproclamado Estado ilustrado de recurrir a la fuerza con el objetivo de proteger a la población, sino a todas la naciones que le signifiquen "amenaza" real o posible. Ante el «frustrantemente impreciso» concepto de Estado fallido que abarca la incapacidad para dar seguridad a la población, garantizar sus derechos y el ejercicio institucional de la democracia, las acciones del Estado forajido se enlazan. Por ello, la aseveración de Chomsky que EUA tiene rasgos de Estado fallido. Tales clasificaciones, dejan claro que obedecen a la ideología de la aplicación pragmática del poder.

La lección que deja la lectura de este texto -muy recomendable- radica en una prudente reflexión sobre la expansión sin medida de la primera potencia del mundo y aliados, es decir, la creciente amenaza de destrucción masiva y el no perder de horizonte que la violencia engendra más violencia dejando una cultura de terror residual.

En Globalización: ALICIA Hernández de Gante

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