Bolivia: Si eso es estrategia del litio…
Juan Carlos Zuleta Calderón
hidrocarburosbolivia
En un artículo publicado en La Razón en fecha 12 de julio del año en curso bajo el título “Estrategia del litio”, el Señor Oscar Vargas-Villazón, responsable de comercialización y finanzas del proyecto piloto del litio (por lo menos hasta diciembre de 2009), pretende hacernos creer que el citado proyecto sí cuenta con una estrategia de industrialización de los recursos evaporíticos del Salar de Uyuni.
Sin embargo, tal como se argumenta más adelante, la explicación que brinda el citado señor dista mucho de constituir siquiera las bases de una estrategia, siendo apenas - en el mejor de los casos - una descripción muy pobre de temas dispersos y -lo que es peor- plagada de errores y distorsiones.El artículo empieza nombrando a los principales competidores potenciales a los que Bolivia tendrá que enfrentar cuando ingrese al mercado del cotizado metal. Luego establece que la Sociedad Química de Minerales (SQM) de Chile constituye el principal productor de litio del mundo con 40,000 TM/año de carbonato de litio con el 37% de cuota parte en el mercado. A continuación, y por su afán de explicar una “estrategia” de benchmarking, pasa a justificar la adquisición de carbonato de litio de Chile “para determinar su composición química y compararla con la que producirá Bolivia”. Los siguientes párrafos son dedicados a un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (FODA) que contiene apreciaciones no sustentadas técnicamente. Finalmente, concluye con el discurso de siempre de que la estrategia consiste en una primera fase de producción químico-industrial de carbonato de litio y potasio controlada por el Estado y una segunda fase o posteriores para la fabricación de baterías y otras aplicaciones industriales, abierta(s) a la participación privada.
En primer lugar, conviene anotar que cuando el autor de la desafortunada nota habla de la SQM confunde capacidad productiva con producción. En efecto, según la información para 2009 obtenida en la segunda conferencia mundial de oferta y mercados de litio, celebrada en Las Vegas en enero de este año, a la que asistí como expositor invitado, la SQM de Chile habría producido sólo alrededor de 24,000 TM de carbonato de litio equivalente (CLE), cantidad que correspondería al 25% del mercado mundial y no 40,000 TM, cantidad que significaría una cuota parte de 42%; las 40,000 TM de CLE que menciona el señor Vargas constituirían en realidad la capacidad de producción de la SQM. Sería bueno saber si esta inflación de datos se debe a una falta de información actualizada o a un interés especial por distorsionar la realidad.
En segundo lugar, me pregunto si el “benchmarking” que propone el señor Vargas significa también sobreprecio, pues de acuerdo con el documento publicado por El Potosí el mismo día, en fecha 21 de diciembre de 2009, la Dirección Nacional de Evaporíticos de la COMIBOL habría emitido una orden de compra de, entre otras cosas, 350 kg de carbonato de litio (grado técnico), a un precio unitario de Bs 577,11 por kg, es decir a un precio superior en cerca de 14 veces la cotización internacional de ese momento. De comprobarse la veracidad de ese documento, esto constituiría un claro indicio de corrupción en la planta piloto del litio. Al parecer, suman y siguen los problemas en el proyecto más estratégico del país sin que el Gobierno nacional y, en particular, la Contraloría General del Estado, tome cartas sobre el asunto.
En tercer lugar, se equivoca también el señor Vargas cuando indica que una de las fortalezas de Bolivia es su experiencia en minería, sin aclarar que el tipo de extracción minera requerido en este caso para una operación en salmuera es radicalmente diferente a la actividad extractiva de minerales en veta, en la que el país sí ha desarrollado un conocimiento técnico destacable desde hace más de cinco siglos y medio. Asimismo, dice mal el mencionado señor cuando se refiere a las oportunidades emergentes del “mercado incipiente del litio” y a las perspectivas de largo plazo en el precio del metal, ya que lo que se observa ahora en el concierto internacional es un mercado cada vez más consolidado con la aparición de nuevos competidores, principalmente en Argentina y China, que muy bien podrían estar encaminados a ocupar el puesto de Bolivia y tendencias al alza en los precios no sólo de largo sino también de corto y mediano plazos. ¿Por qué, otra vez, se falsea el estado real de las cosas? Adicionalmente, Vargas-Villazón confunde amenazas con desafíos en la metodología FODA, contándonos la historia de que la recesión económica demorará “el boom de las baterías para vehículos eléctricos”, dando a entender que el retraso de la planta piloto no es tan grave ni mucho menos. Aquí, el malintencionado autor no considera que la crisis económica es probablemente un factor débil en el proceso de adopción de baterías de iones de litio, el cual se puede explicar mejor hoy en día en términos del nivel y volatilidad de los precios del petróleo, el desarrollo tecnológico de tales sistemas avanzados de almacenaje energético y la resistencia al o la aceptación del cambio tecnológico, tal como lo he demostrado en mi presentación en la segunda conferencia sobre oferta y mercados de litio mencionada anteriormente.
Finalmente, respecto a la descripción de la estrategia con la que el citado señor cierra su lamentable contribución periodística, sólo puedo atinar a decir que la industrialización del litio, una genuina aspiración compartida por todos los bolivianos, ahora sí corre el serio riesgo de convertirse en un simple discurso político cada vez más fofo y carente de substancia. Y esa es precisamente la sensación que nos deja el osado “especialista en el tema del litio” cuando se atreve a sentenciar: “La estrategia responde a las preguntas de muchos bolivianos: ¿Dónde se va? ¿Qué se está haciendo?”. Tamaño cinismo no puede ser visto sino como una grave afrenta a la inteligencia del pueblo boliviano, que requiere una urgente enmienda por parte de las más altas autoridades del Estado. Para concluir, es lamentable que este señor siga tratando de justificar su inoperancia y falta absoluta de conocimientos sobre el tema. Para su información, estrategia no es simplemente un deseo de cómo hacer las cosas, sino un conjunto de pasos para alcanzar un objetivo específico. En este sentido, tal como he sostenido hasta el cansancio, desafortunadamente, hasta el presente, el Gobierno carece de una estrategia para la industrialización de los recursos evaporíticos del Salar de Uyuni. Si eso es estrategia del litio…
La estrategia del litio del Gobierno: una respuesta obligada
Juan Carlos Zuleta Calderón
Eldiario
Bolivia, 31 de diciembre de 2010
III.- EL PROYECTO NO AVANZA, TARDA MUCHO
Definitivamente, utilizar más de dos años y medio para obtener como único resultado un proceso básicamente emulado para la producción de carbonato de litio a nivel experimental me parece una gran pérdida de tiempo, máxime si se tiene que cuenta que la carrera del litio ya ha comenzado con el reciente lanzamiento al mercado de varios vehículos eléctricos producidos en serie, tales como el Leaf de Nissan (Japón), el Volt de General Motors (EEUU), el I-MIEV de Mitsubishi (Japón), el I-on de Peugout (Francia) y el Think City de Think (Noruega) con importantes seguidores seguros para los próximos 2 a 3 años (Toyota, Honda, Volkzwagen, Hyundai, Renault, Citroen, etc).
Al parecer, atrás, pero muy atrás, habrían quedado los comentarios irresponsables, carentes de rigor y posiblemente plagados de intereses particulares realizados hace poco más de un año por el actual Secretario del Comité Científico de Recursos Evaporíticos del proyecto piloto en sentido de que el boom del litio no era más una “invención mediática”. Si el responsable del proyecto más importante de Bolivia considera que una asociación estratégica con una o dos empresas extranjeras poseedoras de tecnologías de punta en la extracción de litio hubiera significado “la gestión encubierta para la penetración de las transnacionales para explotar nuestros recursos naturales” es su problema.
Lo cierto es que esta actitud solamente denota una gran incapacidad para negociar en términos satisfactorios para el país con tales empresas, tal como lo hacen otros países (China y Vietnam incluidos) todos los días sin necesidad de quejarse de la voracidad del capital extranjero. Para su información, a principios de este año en mi presentación en la Conferencia de Oferta y Mercados de Litio organizada por la prestigiosa revista londinense “Industrial Minerals” he planteado que luego de identificar las reservas del Salar de Uyuni, el país negocie contratos de servicios de explotación de litio con empresas extranjeras poseedoras de tecnología de punta similares a los que ha suscrito en hidrocarburos. Me pregunto si ésta será también para el ex ministro una propuesta neoliberal.
El responsable del proyecto piloto confunde avance real en el proceso de extracción del litio y otros recursos evaporíticos del Salar de Uyuni con número de ensayos mineralógicos realizados y metros cuadrados construidos de infraestructura en la planta piloto; no alcanza a comprender que de lo que se trataba era de llevar adelante la cantidad de pruebas necesarias y suficientes para determinar el proceso de explotación más adecuado y competitivo para Bolivia para que en función de este hallazgo se procediera a construir una planta piloto que luego permitiera el escalamiento correspondiente a nivel industrial.
En Llipi Llipi, lamentablemente, se decidió avanzar de manera paralela en la fase de experimentación y la construcción de la llamada planta piloto que nadie sabe para qué servirá, pues su diseño no está respaldado en la identificación de las necesidades concretas y reales emergentes del proceso de experimentación. Ignora también que el proceso de experimentación piloto debe conducir a la fase de exploración, donde es clave la determinación estimada de reservas de recursos evaporíticos en el Salar de Uyuni, no precisamente para inscribirlas en alguna bolsa de valores -que es lo que más parece preocupar al ex Ministro- sino para dar al mundo una muestra de la entereza y seriedad con que se viene encarando un proyecto que podría cambiar tanto la suerte de Bolivia como la del mundo entero, por lo que éste podría significar principalmente para la consolidación del proceso de transición a la propulsión eléctrica en la industria automotriz global.
No termina de entender el ex Ministro que de Bolivia depende la masificación del vehículo eléctrico y, por tanto, el inicio del sexto paradigma tecno-económico con el litio como su factor clave en el mundo, razón por la cual el país está obligado a dar las señales correctas al mercado del metal más electropositivo del planeta. De una manera totalmente irresponsable, el gerente de la planta piloto sostiene que la “evaluación geológica seria del yacimiento” no se la considera como “condición previa” debido a que “el potencial es de tal magnitud, que permite diseñar un proyecto sin el peligro de que el yacimiento se agote, antes del retorno de la inversión y la generación de los beneficios esperados”.
Esto para nada es extraño si se tiene en cuenta que en una oportunidad anterior el mismo funcionario público habría manifestado que el Salar de Uyuni era demasiado grande como para hacer una prospección geológica detallada. Sin darse cuenta, la citada autoridad reconoce que la exorbitante cifra de reservas (100 MM TM suficientes para atender la demanda de la Tierra durante más de 5.000 años) proporcionada alrededor de 2 meses atrás, nada menos que por el propio Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia al mundo entero carece de todo rigor técnico-científico.
Finalmente, el citado señor cierra su desafortunado artículo con una justificación totalmente inapropiada del tiempo previsto para avanzar en el proyecto piloto. En primer lugar, sostiene que el proyecto requerirá entre 5,5 y 6,5 años para alcanzar la producción industrial, tiempo que él considera adecuado dado el hecho de que todas las propuestas presentadas por las empresas extranjeras plantean entre 7 y 8 años para similar cometido. Otra vez su análisis es meramente cuantitativo y no cualitativo por cuanto el proyecto piloto hasta ahora no ha publicado un solo reporte científico que demuestre los avances efectivos del proyecto, dando cuenta por ejemplo de porcentajes de pureza de los compuestos químicos a producir, tan importantes en una estrategia aparentemente dirigida a tomar una parte fundamental del mercado del carbonato de litio “grado batería”.
En un intento por explicar lo inexplicable, también cita el hecho de que las actuales empresas productoras de litio tardaron mucho más tiempo en desarrollar sus procesos de producción industrial, olvidando mencionar que el avance de esos proyectos se dio en circunstancias de mercado completamente diferentes. Hace tres lustros, por ejemplo, muy pocos sabían que en los siguientes años el mundo confrontaría un boom de litio. Por tanto, el ex Ministro estaría comparando, en este caso, manzanas con naranjas.
El autor es Analista de la Economía del Litio.
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