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Mayo 2010

¿POR QUÉ SE COLAPSAN LOS IMPERIOS?

Walter Ritter Ortíz y Tahimi E. Perez Espino

Centro de Ciencias de la Atmósfera. UNAM,

Circuito Exterior. CU. 04510 México DF. México

INTRODUCCIÓN

                Recursos naturales

Deforestación, sobrepoblación, cambio climático y una inadecuada o inexistente gestión en la conservación de los recursos naturales, son la presencia común en el colapso de los imperios del pasado. En la actualidad agregado a todo lo anterior el elemento crítico es la economía depredadora en la que vivimos. Los límites rebasados por la especulación en la que sin ningún elemento de conciencia se manifiesta en el mundo, nos hace dar la voz de alarma de la proximidad del punto de no retorno, de la irreversibilidad hacia el desastre, en la que urge corregir el camino. La economía ecológica, la visión sistémica y una educación ambiental con un mayor nivel moral y de conciencia, son las posibilidades viables para evitar el colapso a que nos arrastra en su caída el actual imperio.

Muchos de nuestros actuales problemas son a grandes rasgos parecidos a los que acecharon a las grandes civilizaciones del pasado. El pasado histórico de estas antiguas civilizaciones, nos ofrece rica información de la que mucho podemos aprender, a fin de tener un exitoso desarrollo y un futuro libre de sobresaltos. Es necesario reconocer, que no es un tiempo perdido investigar y saber porque algunas de estas sociedades fracazaron y se dio su colapso total, mientras que otras lograron sobreponerse a las dificultades que se les presentaron.

Se ha sospechado que un gran número de estos misteriosos colapsos, estuvieron al menos en parte provocados por problemas ecológicos, la gente destruyo inadvertidamente los recursos naturales de los que dependían sus sociedades, debilitándose a sí mismas porque con el aumento de la población se obligaban a adoptar medios de producción agrícola intensiva y a extender su agricultura hacia tierras menos rentables, con el fin de alimentar al creciente número de personas hambrientas. Las prácticas no sostenibles desembocaban en el deterioro medioambiental, lo cual significaba que había que abandonar de nuevo las tierras poco rentables, con las consecuencias de hambre y escasez de alimentos, guerras por los recursos demasiado escasos y derrocamiento de las elites gobernantes.

La deforestación fue el principal factor, o uno de los principales en la desaparición de las sociedades del pasado. Los árboles nos proporcionan madera y otras materias primas, pero también porque nos prestan lo que denominamos “servicios” como proteger las cuencas fluviales, proteger el suelo de la erosión o mantener etapas esenciales del ciclo del agua. Nuestro bienestar, e incluso nuestra supervivencia, dependen de que seamos capaces de utilizar estos ecosistemas sin destruirlos. Los cambios en la estructura boscosa se traduce en la modificación del régimen de los incendios, el cual se expone a un riesgo más grave, de que los incendios sean menos frecuentes pero más catastróficos. En los peores casos todos los habitantes de la sociedad emigraron o murieron. No sin antes pasar por situaciones de infanticidios, canibalismo y suicidio.

¿RIESGO DE REPETIR EL PASADO?

Ecocidio

El riesgo de sufrir actualmente este tipo de derrumbe preocupa cada vez más, ya que hasta las sociedades más ricas y tecnológicamente avanzadas se enfrentan hoy día a problemas medioambientales y económicos que no debieran subestimarse. El cambio climático producido por el hombre, la concentración de productos químicos tóxicos en el medio ambiente, la escasez de agua y fuentes de energía y agotamiento de la capacidad fotosintética de la tierra, son parte de los nuevos elementos del ecocidio. ¿Por qué algunas sociedades del pasado no consiguieron percibir los desórdenes en que estaban incurriendo y que debieron de ser evidentes y cuáles fueron las soluciones que funcionaron? Con este conocimiento, seriamos capaces de identificar qué sociedades corren ahora un riesgo mayor y cuáles serían las mejores medidas para ayudarlas, sin esperar a más colapsos de sociedades.

¿Solucionará nuestros problemas la tecnología moderna o está creando nuevos problemas y más rápidamente de los que logra resolver?

Cualquier sociedad puede caer en la trampa de sobreexplotar los recursos medioambientales, ya que estos en un principio parecen ser inagotables, y los indicios de su agotamiento aparecen enmascarados durante mucho tiempo, bajo las fluctuaciones habituales y donde la complejidad de los ecosistemas a menudo serán prácticamente imposibles de predecir, incluso para los ecólogos profesionales.

¿POR QUÉ NO LOGRAMOS DETECTAR LA PROXIMIDAD DEL COLAPSO?

Las sociedades que desaparecieron, se encontraban entre las más creativas, no eran ignorantes ni malos gestores. Eran gentes como nosotros, con tendencias a triunfar o a fracasar en función de circunstancias similares a las que nos hacen triunfar o fracasar a nosotros en la actualidad. La verdadera cuestión es saber qué diferenciaba a las que desaparecieron de aquellas otras que no lo hicieron. Consiguiendo resolver problemas medioambientales extremadamente difíciles, adoptando medidas rigurosas de protección medioambiental y gozando actualmente de rentas per cápita más altas del mundo.

Las razones por las que sólo determinadas sociedades sufrieron colapsos ecológicos podrían tener que ver en principio con una excepcional imprudencia de su pueblo, con la excepcional fragilidad de algunos rasgos de su entorno o con ambas a la vez. El grado y reversibilidad de los daños depende de condiciones que impone el mismo hombre, como cuántos árboles cortar por hectárea al año y condiciones del entorno, la fragilidad o propensión al deterioro o capacidad de recuperación, rasgos del entorno que determinan cuántos árboles germinan por hectárea y por año y a qué ritmo anual crecen. El clima tiende a variar no solo de un año a otro, sino también en una secuencia temporal de varios decenios, con lo cual existe la tendencia a incrementar la producción y la población durante las décadas de bonanza, olvidando que es poco probable que esos decenios perduren eternamente. Con la terminación del decenio de bonanza se descubría que albergaban más población de la que podía soportar la región o que la población había adquirido hábitos inadecuados para las nuevas condiciones climáticas.

ACTUALMENTE, ¿HACIA DONDE VAMOS?

La degradación ambiental

En el último siglo la población mundial se triplicó y el consumo de agua aumentó cerca de un 600%. Va en aumento la desertificación, invasión urbana de las tierras de cultivo, erosión de suelos y contaminación. El 35% del suelo del planeta ya está degradado y va en aumento de forma irreversible. La pérdida del suelo, superan las tasas de su formación, al menos en diez veces. Tal degradación es una señal de que hemos excedido la capacidad regenerativa de la tierra. El efecto más grave para la salud humana será la depresión inmunológica, aumentando la vulnerabilidad a una gran diversidad de tumores, parásitos y enfermedades infecciosas. La crisis global que aumenta a pasos agigantados, el deterioro moral y el descontento creciente que acompañan al aumento de riquezas materiales en las sociedades industriales dan testimonio de esta antigua verdad.

Una cantidad inimaginable de recursos está siendo despilfarrada en las luchas por el poder, en el armamentismo y en la persecución del crecimiento ilimitado, reorientando preocupaciones puramente económicas y políticas hacia las prioridades ecológicas, que son esenciales para la supervivencia de la vida, estaríamos resolviendo parte del problema. Síntomas desagradables de una de las fases del progreso humano, es considerar como un estado normal de los seres humanos el de trepar por la vida; que pisotearse, aplastarse, arremeter los unos contra los otros y ponerse mutuamente la zancadilla, constituyen el género de vida más deseable para la especie humana.

Es ingenuo creer que el actual gran capital sea capaz de tener la visión y moderación necesarias para resolver los problemas. La producción gobernada por el afán de lucro origina una producción de ingentes cantidades de objetos inútiles. Los economistas clásicos siguen apegados a sus supuestos de necesidades infinitas o el postulado de insaciabilidad ya que si las necesidades son infinitas, el crecimiento siempre se justifica y la falta de equidad se sigue dando para poder seguir acumulando, sin considerar que la pobreza estimula el crecimiento de la población y por lo mismo a más pobreza. En un mundo finito el crecimiento continuo es imposible y la inversión es al mismo tiempo remedio y causa de mayores males en el futuro. Es la ecología la que debe proporcionar los límites tolerables del ritmo de agotamiento de los recursos y de contaminación: si se traspasan los umbrales se deteriora el sistema. La manía por el crecimiento es una receta segura para el desastre.

DESORDEN Y LIBERTAD PARA ESPECULAR COMO SISTEMA DE VIDA

                  Soluciones éticas

La actual economía clásica es conceptualmente monolítica, respaldando las creencias en el progreso material ilimitado, donde observamos que los ricos consumen la mayor parte de los recursos y son responsables de nuestros principales problemas ambientales, y donde sin un acceso a largo plazo a los recursos adecuados, los pobres tienen poca elección que no sea la de usar los recursos naturales escasos a su disposición de una manera no sustentable.

La situación del mundo es crítica y es difícil imaginar acciones fáciles que la remedien y la corrijan. El panorama que nos queda es desolador, ya que en pleno siglo XXI, una de cada cinco personas no tiene acceso al agua potable, (necesitándose 50 litros diarios para nuestras necesidades básicas) y se prevé que en los próximos 50 años la población mundial incremente en un 50%, con lo cual en los próximos 25 años el agua será la primera causa de conflictos.

Entre los factores multiplicadores que afectan la degradación ambiental, el papel del materialismo y su relación con la conducta moral, rara vez se discute, pero es tan necesaria y clave esta idea que necesita un discurso científico y público más amplio y más serio. Las soluciones son éticas, no técnicas.

La ciencia ambiental disciplinaria y la economía han producido políticas y esquemas de administración inapropiadas, donde el aislamiento de las disciplinas académicas, contribuyen a la dificultad por resolver los problemas, ya que éstos tienden a ser globales, de largo plazo e involucran a muchas disciplinas académicas, especialmente las interconexiones entre ellas.

Hay que mantener la escala de la economía consistente con las capacidades regenerativas y asimilativas de los sistemas sustentadores de la vida.

El crecimiento material consume recursos y produce desperdicios, y sólo está dañando la capacidad de autoreparación del planeta. Necesitamos dirigir nuestra experiencia científica y esfuerzo educativo a aprender cómo trabajar con la naturaleza, desechando la idea popular de que el progreso científico conducirá inevitablemente al control de la naturaleza y la abundancia material.

El crecimiento en el bienestar ya no puede ser alimentada por el crecimiento en el consumo material. Las tecnologías nuevas no crean recursos nuevos, sencillamente nos permiten degradar la energía y la riqueza biológica más rápidamente.

LA ECONOMÍA ECOLÓGICA Y LA VISIÓN SISTÉMICA, POSIBLES SOLUCIONES

La ecología ha desarrollado una visión del mundo, adaptada para tratar con sistemas vivos y complejos, convirtiéndose en el paradigma científico dominante bajo perspectivas inherentemente interdisciplinarias, con el fin de tejer el entramado completo de la sustentabilidad. Ecología es el conjunto de conocimientos acerca de la economía de la naturaleza, donde todo está vinculado entre sí y nada puede entenderse sin comprender el sistema total. Donde solamente a través de la visión sistémica del análisis integrado y la búsqueda de raíz del origen de los problemas, como se observa en este libro, se puede aspirar a comprender y resolver nuestros problemas más urgentes y complejos.

La ecología y la economía deben actuar como un todo integrado, con dinámicas y estructuras diseñadas por los mismos flujos del uso efectivo de la energía y criterios de la visión de sistemas para impulsar su evolución. El problema de la visión de sistemas es el de las limitaciones del método científico y de los procedimientos analíticos en la ciencia, formando una visión del mundo más natural para la transdisciplina inherentemente integrante de la economía ecológica que lo que la misma ciencia clásica reduccionista podría realizar.

El estado estacionario de la economía ecológica, como solución no implica detener el adelanto humano, ya que incluso las artes industriales se cultivarían con más seriedad y éxito, con la diferencia de que el adelanto industrial produciría mayor bienestar social en vez de aumento de riqueza.

La administración ambiental adaptativa al integrar la ciencia y la administración se dio cuenta de que los experimentos de campo controlados, llevados a cabo sobre partes de los sistemas ecológicos, no se podían agregar para obtener una comprensión del todo; los ecosistemas no tienen un estado de equilibrio único que prefieran, sino numerosos equilibrios que también evolucionan con el paso del tiempo. Debemos estudiar la ecología como una ciencia de sistemas y a vincularla con la economía y otras disciplinas.

Ante este panorama se exigen soluciones. El camino para su solución no es fácil ya que exigirá nuevas tecnologías y reducción del consumo, pero sobre todo nuevas formas de pensar para reencausarnos a nuevos rumbos de solidaridad y bienestar compartido. Con la natural tendencia de los científicos a adherirse a un sistema de creencias y a ignorar, censurar o distorsionar todas las observaciones que entran en conflicto con dicho sistema, queda poca esperanza que la solución venga de ellos, no sin antes aceptar con humildad y bajo un estricto raciocinio la posibilidad de no tener el monopolio de la razón y la existencia de la posibilidad de que otros la pudieran tener, por ésta vez.

Nuestras universidades e instituciones de investigación todavía están estructuradas en torno al pensamiento disciplinario, más que del pensamiento sistémico. La ciencia y la tecnología responden lentamente a los cambios en la conciencia social de los problemas ambientales, mientras tanto los pesticidas y sus productos secundarios se acumulan en la tierra y en los mantos acuíferos para contaminar la producción y la salud humana durante muchos años más.

Nuestros valores, conocimientos y organización social han coevolucionado en torno a los hidrocarburos fósiles y por lo mismo nuestra economía ha seleccionado valores individualistas y materiales que han favorecido el desarrollo de la comprensión reduccionista a costa de la comprensión sistémica. En nombre de la libertad se ha privilegiado la especulación sobre la productividad, por lo que la situación que estamos viviendo (70% del capital mundial es especulativo) era previsible y pronosticable bajo el enfoque de la visión sistémica, y las disculpas de los culpables, nos deben dar pautas para que en un mínimo de tiempo, cambiemos el rumbo, antes que el camino al colapso se manifieste como algo irreversible.

CONCLUSIONES

La ignorancia sobre la naturaleza de la realidad y nuestra propia naturaleza nos conducen al apego. La persecución de metas materiales en sí y por sí mismas no puede aportarnos satisfacción, alegría y paz interior.

La cualidad de nuestra vida y nuestra capacidad para enfrentarnos a los desafíos de la existencia dependen fundamentalmente del grado en que seamos capaces de eliminar o transformar el mundo de los seres vivos. La violencia mostrada por los seres humanos no tiene paralelismo alguno en el reino animal y atribuyen dicha agresión a una historia de frustaciones, abusos y falta de amor durante la infancia y niñez. La calidad de nuestra experiencia de vida tiene mucho más que ver con nuestro estado de conciencia que con las circunstancias externas. Sin una transformación radical interna de la humanidad y su ascenso a un nivel superior de madurez emocional y de conciencia, es difícil que pueda resolverse la actual crisis global.

No queda más tiempo ni recursos para seguir alimentando nuestros egos en la construcción de pequeños o grandes cotos de poder, aún y cuando el pretexto sea la de evitar el colapso global de la humanidad. La transición a las fuentes de energía renovable, es paralela a la transición a la sustentabilidad. El mejor interés de los países en desarrollo debe ser la de no seguir el modelo del combustible fósil, subsidiando las energías alternativas. Tanto el uso de recursos per cápita como la población deben disminuir, produciendo más con menos a través de la conservación, eficiencia, tecnología y reciclajes. La sustentabilidad solamente se lograra cuando el crecimiento en el gasto cuantitativo se estabilice y sea sustituido por el desarrollo cualitativo, manteniendo insumos constantes.

El crecimiento sólo está dañando la capacidad de autoreparación del planeta. Conforme las economías se orientan hacia los servicios, tenemos un crecimiento menos dañino. La ecología se está convirtiendo en el paradigma científico dominante bajo perspectivas inherentemente interdisciplinarias, con el fin de tener el entramado completo de la sustentabilidad, donde exista una densidad poblacional conveniente para obtener las ventajas que puede proporcionar la cooperación y las relaciones sociales.

El estudio integral de cuencas significa la resolución de problemas hidrológicos y ambientales utilizando tecnologías satelitales y sistemas de información geográfica de frontera, es decir usar tecnologías nobles en beneficio humano. Los estudios integrales no son en el sentido único de estudiar y administrar técnica y científicamente una región, sino también de utilizar los beneficios del enfoque sistémico en la solución de los problemas, ya sean éstos de tipo climático-ambiental o económico-sociales, es decir no más una ciencia y tecnología neutra sino una comprometida.

Es el propósito de difundir y dar a conocer experiencias y el conocimiento que nos dice el cómo podamos transitar de la problemática del desarrollo industrial y economía neoliberal, de la contaminación y el desperdicio, de una pobreza interna y externa a un estado estable y sustentable. Donde lo material se dé, pero como algo secundario y lo primordial sea la elevación del nivel de solidaridad, humanidad y conciencia ecológica, ética y moral de cada uno de nosotros.

Reconociendo derechos de existencia y respeto, aunque el precio sea la de tener que abatir y aniquilar nuestros egos y prepotencia para aprender a asumir el difícil acto de humildad y respeto. Honestidad para reconocer el valor de lo que hacen los demás y saber perdonar desterrando y superando el hecho de que todo lo podemos perdonar, menos el éxito de los demás. Fijarnos metas y proyectos de vida por difíciles que sean, siempre y cuando sean en el sentido de que todos nuestros actos vayan dirigidos al servicio de los demás.













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