Muy pronto se cumplirán
tres años de gobierno del MAS, a la cabeza de Evo Morales como
presidente. A las puertas, el 10 de agosto, tenemos un Referéndum
Revocatorio, fruto de los acuerdos establecidos en el parlamento
entre oficialismo y oposición. La campaña del MAS y sus
aliados a favor del sí al mandato de Evo Morales y no a los
prefectos de la “Media Luna”, ya hace tiempo que comenzó
y pisa ahora muy fuerte utilizando como estrategias fundamentales los
medios de comunicación (sobre todo televisivos y radiales –
Cadena Patria Nueva) , un inusitado plan de visitas del Presidente
que es esperado con los acostumbrados regalos (cheques
venezolanos, ambulancias donadas por los gobiernos extranjeros y el
uso discrecional de las arcas del estado) y un liderazgo amplificado
en los escenarios internacionales frente a problemas álgidos
como ser “la directiva de retorno” de los migrantes y una
posición crítica frente al TLC y a los acuerdos con la
Unión Europea al interior de la CAN. Eventuales noticias, como
el asilo otorgado por el gobierno de Estados Unidos, al ex ministro
de Gobierno, Sánchez Berzain, activan sunamis de mayor o menor
intensidad hacia la embajada de los gringos, desde donde
supuestamente vienen todos los impulsos desestabilizadores.
En la calle y en la
vida cuotidiana de los habitantes de este país los conflictos
y las penurias van subiendo de tono e intensidad, atizados por una
inflación incontenible en los productos de la canasta básica
y una incontrolable polarización política que ha
elevado a niveles alarmantes las manifestaciones de intolerancia y
racismo. Esta polarización se hace más visible en el
ámbito de los movimientos sociales, en particular la
confrontación entre movimientos sindicales y movimientos
cívicos, unos a favor del proyecto masista y otros a favor de
las autonomías departamentales. Los movimientos indígenas
al parecer se muestran satisfechos ante las promesas de
autodeterminación incorporadas en el Proyecto de Constitución
Política aprobado en Oruro y optan por el silencio,
aunque no dejan de escucharse algunas voces disidentes (Marcial
Fabricano, Jaime Apaza, Alejo Véliz entre otros).
En todo este
contexto, la derecha boliviana derrotada en las urnas en diciembre
2005, ha ido acumulando pequeñas y grandes victorias, sobre
todo a través de los referendums autonómicos y
últimamente el triunfo en la prefectura de Chuquisaca. Sin
embargo, el acuerdo parlamentario entre oficialismo y oposición
para viabilizar el Referéndum Revocatorio del 10 de agosto, ha
generado rupturas importantes en el bloque opositor, que ve tambalear
su proyecto estrella de autonomías departamentales.
El país sigue
navegando en un peligroso clima de ingobernabilidad y déficit
institucional, donde las leyes no valen nada (anomia) y todo
depende de la correlación de fuerzas del momento y del lugar.
El
panorama tiene ya muy poco parecido al que rodeó
las elecciones generales en que Evo Morales alcanzó el 54% de
los votos ciudadanos, ni tampoco las previsiones y deseos
dibujados por el Presidente en sus discursos inaugurales de
Tiwanaku
y en el Parlamento en La Paz. El clima de esperanza, alegría y
euforia que se respiraba en todos los ámbitos por parte de la
ciudadanía, ha dado paso un clima enrarecido y
desesperanzado. Los votos que la gente depositará en las urnas
el 10 de agosto, sean quienes sean los vencedores, ya no
tendrán la connotación de la esperanza, sino de la
revancha y de quién tendrá más capacidad de
aplastar al otro.
¿Cómo es
que hemos llegado a esta situación?
.Quisiera avanzar algunas
hipótesis explicativas, que de manera global se resumen en
este planteamiento central: la crisis de Bolivia es fundamentalmente
una lucha por el poder, en el que los movimientos sociales y
populares , sujetos fundamentales de los proceso de cambio, son
vanguardizados por una élite “iluminada”
que ha diseñado, basándose en el paradigma
emancipatorio tradicional de las izquierdas, un proyecto de
liberación de las clases oprimidas a través de la
derrota (y aniquilación) de las clases opresoras. Esta derrota
daría paso, automáticamente, a una sociedad nueva y a
un hombre nuevo.
Quisiera enfatizar que
este paradigma de emancipación, no sólo ha fracasado en
todos los países, sino que es la principal causa que
pone en riesgo el proyecto de liberación de los oprimidos
y permite el fortalecimiento del proyecto conservador en
nuestro país. Frente a ese paradigma, y desde una posición
de izquierda, es preciso plantear un paradigma de emancipación
alternativo identificado con la construcción de una
democracia participativa radical. Esto significa que los problemas
del poder y la democracia no se resolverán restringiendo las
libertades y recurriendo a la instrumentalización de los
movimientos sociales, que parece ser la situación actual,
sino con más democracia y ejercicio efectivo del poder
por parte de estos movimientos.
Al mismo tiempo, y
como segunda hipótesis, la educación popular, que
siempre acompañó los procesos de cambio apuntalando los
movimientos revolucionarios, se encuentra hoy en la disyuntiva de ser
una educación transmisora/ facilitadora de lo que producen y
elaboran estas élites, o ser animadora en la construcción
de un poder popular, entendido éste no como destrucción
del otro sino como hegemonía.
La
opción ética de la educación popular
por los oprimidos y excluidos, sujetos fundamentales de las educación
popular, ha estado siempre acompañada /acompañando las
luchas de estos sectores y su organización , es decir ,
acciones que son, a decir de P. Freire, sustantivamente políticas
y adjetivamente pedagógicas. Reducir la EP a una pedagogía
del aula o de implementación de programas educativos, sin
negar la importancia de éstos, sería como quitarle su
potencial transformador.
Los
contenidos
de
las luchas populares han sido variados. La satisfacción de las
necesidades básicas (comida, salud, educación,
vivienda...) y el ejercicio pleno de los derechos individuales y
colectivos han sido importantes objetivos de estas luchas. Sin
embargo, en la mayoría de estas luchas, existe una
intencionalidad estratégica: la afirmación de los
grupos populares como sujetos transformadores, con vocación de
poder. Lo que significa, que el objetivo profundo sea la lucha por el
cambio de la relaciones de poder instalado en la sociedad. Se trata
por tanto de un objetivo estratégico, por cuanto garantizaría
el logro de los demás objetivos, que podemos sintetizar en la
construcción de una sociedad más justa, libre y
solidaria.
Desde
esta óptica podemos hacer una lectura de la historia de
Bolivia, donde el contrapunto, o los momentos de ascenso popular,
sean precisamente aquellos donde los sujetos populares acumulan
mayor poder, condicionan y gestionan los cambios. La revolución
del 52, la lucha contra las dictaduras y, más recientemente,
la “guerra del agua”, el “octubre negro” o la
“guerra del gas” en el contexto de contrarrestar
hegemonía neoliberal, han sido momentos claves de acumulación
de poder popular.
No
cabe duda, tampoco, que los actores en estas luchas son los
movimientos
sociales, entendiendo éstos como los sujetos populares
organizados con vocación de poder. No podemos hablar de
movimientos sociales a los movimientos de masas sin una
articulación ni objetivos claros de lucha, a merced de
eventuales líderes que los manejan a su gusto y capricho, por
apetitos personales. Al mismo tiempo, la historia nos ha enseñando
que existe una gran variedad de movimientos sociales y que no existe
un sujeto social a priori privilegiado para hegemonizar y
llevar a delante los cambios. Este papel se define en la
práctica de la lucha y en la capacidad de articular en
ella a los demás sectores de los explotados. La clase obrera
se puso al frente de estas luchas por décadas , pero perdió
capacidad de generar hegemonía en el movimiento popular
no sólo por los profundos cambios que impuso la economía
neoliberal, reduciendo significativamente el contingente obrero, sino
porque su visión y discurso no daba cuenta de la emergencia de
los nuevos sujetos populares organizados en torno a problemas de
identidad, género, cultura, desarrollo,…
2.
Los enfoques en las luchas de los movimientos sociales por el poder.
Las revoluciones sociales
habidas a lo largo de la historia son testigos de estas luchas por el
poder. Algunas de ellas triunfantes y otras fracasadas, situación
determinada en última instancia por las estrategias de poder
utilizadas. La revolución socialista triunfó en la
Rusia de los zares, en la colonia francesa de Indochina, en los
gobiernos dictatoriales proyanquis de Cuba y Nicaragua, pero fracasó
en las guerrillas de San Salvador, Bolivia y Perú.
Incluso revoluciones triunfantes, como en Rusia o Nicaragua, con el
tiempo fueron revertidas en sus procesos.
A la
hora de los análisis de por qué de estos fracasos,
existe en las izquierdas la tendencia a ver como causas principales,
e incluso como únicas causas, la arremetida del imperialismo
yanqui y la capacidad operativa de los enemigos internos, las
oligarquías nacionales aliadas de aquel. La globalización
neoliberal ha añadido y complejizado el entramado de causas,
con la transnacionalización de las empresas y el rol
conservador de los gobiernos y organismos internacionales
(FMI, BM, OMC, BID…)
Todo
esto nos lleva a pensar que el fracaso de los movimientos sociales en
la lucha por el poder no depende sólo de lo justo de sus
objetivos, de sus opciones éticas, sino de su estrategia de
poder, no sólo para acceder al mismo sino también para
mantenerlo y gestionarlo en la perspectiva de lograr los cambios
deseados . Por todo ello, y la historia de las revoluciones es
testigo, es importante no sólo mantener a raya al enemigo de
los cambios sino también gestionar el poder adquirido a
favor de los oprimidos, superando las contradicciones internas que se
pueden generar en esos procesos como la elitización
/burocratización del poder...
A continuación,
deseo abordar algunos rasgos que caracterizan las estrategias
de poder, inspiradas y sostenidas por diferentes enfoques o
“paradigmas de emancipación “.
El paradigma del
“asalto al poder”.
Este
enfoque es el que ha inspirado la mayoría de los procesos
revolucionarios en el mundo, y tiene en la Revolución de
Octubre el ejemplo que después fue imitado en diferentes
países de Asia, África
y América Latina.
El
paradigma del “asalto al poder” se basa en que los
explotados, vanguardizados por una élite o partido político,
van acumulando fuerzas y organización hasta que se dan
las condiciones para la toma del aparato del estado por la vía
de
las armas. Una vez en el poder, se hacen los cambios estructurales
que suponen la instauración de un nuevo sistema, generalmente
llamado “socialista”.
Elementos
esenciales a este paradigma emancipatorio son:
El desplazamiento y/o
aniquilación del contrario, o sea las clases dominantes
derrocadas, por diferentes vías: la aniquilación
física, el destierro y la prisión. Lo que ha
venido en llamarse la “violencia revolucionaria”.
Una óptica
fundamentalmente economicista y macro estructural, y escasa atención
a los problemas de la vida cotidiana y a los procesos mediante los
cuales se construyen las subjetividades de los sujetos sociales.
Este modelo o paradigma
emancipatorio ha tenido importantes éxitos , sobre todo en el
mejoramiento de las condiciones materiales de la población :
salud, alimentación, vivienda, acceso a la educación,…
Sin embargo, los fracasos
que se han visto en la mayoría de los países que
adoptaron este paradigma revolucionario nos lleva a cuestionar la
capacidad transformadora de este modelo emancipatorio:
1)
Ya
no podemos pensar en un sujeto revolucionario, definido a priori, que
lleve adelante los procesos de cambio.
2)
Ya
no podemos pensar y garantizar que el socialismo sea una alternativa
por sí misma al capitalismo, al desarrollar las fuerzas
productivas y eliminar la explotación de una clase sobre otra.
De hecho el derrumbe de la Unión Soviética se
debió, entre otras causas, al atraso tecnológico y al
surgir de la burocracia como una nueva clase privilegiada,
concentradora del poder.
3)
Ya
no podemos pensar y garantizar que una vez en el poder, las clases
populares revolucionarias lleven adelante cambios profundos
como ser “una nueva sociedad y un hombre nuevo”, ni
tampoco una garantía del ejercicio pleno de los derechos
individuales y colectivos.
4)
Ya
no podemos pensar y garantizar que el modelo estatista de economía
sea la mejor forma de socializar los medios de producción, ni
que contribuya a mejorar la producción y productividad y
respete los “derechos de la naturaleza”.
5)
Ya
no podemos pensar y garantizar que un país socialista dé
cuenta de las diversidades de género, culturales y
generacionales
El paradigma de la
“construcción del poder”.
El fracaso del paradigma
del “asalto al poder” y del “socialismo real”
no significa que estén agotadas las posibilidades de generar
alternativas al modelo dominante, el capitalismo neoliberal. Pensamos
que esta alternativa existe y que además es necesaria, ya que
el capitalismo neoliberal tampoco ha solucionado los problemas de la
humanidad, e incluso los ha agudizado hasta límites hasta
ahora impensables. De hecho ha condenado al hambre y la miseria
a países y continentes enteros, y nunca como hoy nos estamos
encaminando a la destrucción del planeta tierra.
Este paradigma
emancipador que puede generar alternativas al modelo dominante lo
denominaremos “paradigma de la construcción del poder”,
y lo podemos caracterizar así:
Es un
paradigma vivo que está presente y anima las innumerables
experiencias contestatarias al capitalismo neoliberal a lo largo y
ancho del mundo2
Esta
democracia radical, este poder popular alternativo, se construye
cada día, en todos los espacios y en todos los niveles
(familiar,
comunitario, regional…).
En resumen, se trata de
un “socialismo democrático”, alternativo a un
“socialismo autoritario”, que busca distribuir
poder y no concentrarlo.
3. La “Revolución
Democrática Cultural”: ¿un nuevo paradigma?
Hay
que reconocer el Movimiento al Socialismo, actualmente en el
gobierno, elaboró un discurso que se acerca mucho a lo que
hemos llamado el paradigma de la “construcción del
poder”.
Este discurso, codificado
como “revolución democrática cultural”(RDC)
lo podemos rastrear en las intervenciones del Presidente Evo
Morales, y en publicaciones y entrevistas al Vicepresidente y
algunos de sus ministros. En todos ellos la RDC es presentada como
“otra forma de hacer política”, superando las
formas utilizadas por los “partidos tradicionales”.
Los discursos del
Presidente Evo Morales son ilustrativos y reiterativos de esta
visión.
Para
cambiar el estado neoliberal y colonial, se apela a
la “unidad en la diversidad”, la necesidad de
entendernos entre todos los bolivianos a través de espacios de
“debate y diálogo”3
y dejar atrás las “confrontaciones”4,
la articulación de los diferentes movimientos sociales5
y de las clases sociales6,
diseñar un desarrollo económico propio ya que no se
trata de “importar políticas económicas o
recetas económicas desde arriba y desde afuera”,
“profundizar la democracia” a través del ejercicio
de los poderes del Estado y la aprobación de leyes justas ,
acabar con los “gastos reservados” impropios de un
gobierno democrático, y recuperar valores propios de las
culturas indígenas como la “reciprocidad”,
gobernar teniendo como norte la ley suprema “ama sua, ama
llulla, ama quella” (no robar, no mentir, no ser flojo), el
“mandar obedeciendo” y corregir los posibles errores y
equivocaciones.
Las alusiones a
la construcción de un poder popular también son
permanentes:
“Ahora
estamos construyendo el poder del pueblo, que el soberano sea el
pueblo y no un grupo de familias, que los pueblos tengamos el derecho
a decidir sobre nuestro destino; esta es la mejor democracia que
podemos implementar”.7
“Quiero
aclarar que todavía no tenemos el poder, sí tenemos el
gobierno. Lo que sí estamos en un proceso cómo
construir el poder del pueblo. Yo no creo en el poder de una persona
o poder de un grupo de personas. No sería democrático
(…)La Asamblea Constituyente es para construir el poder del
pueblo (…) Llego a la conclusión de que en vez de una
lucha armada la propuesta es la Asamblea Constituyente, que es
una transformación profunda, pacífica, cultural donde
debaten todos “8
“¿Por
qué hablo tanto del poder del pueblo? Antes el poder era el
rey, el virrey, por tanto la nobleza, se juntaron con el pueblo y
después con las oligarquías. Estos eran los que
mandaban. Ahora queremos acabar con este poder de grupos, de
personas. Acá se trata de construir el poder del pueblo”.9
Así
mismo, el vicepresidente Álvaro
García Linera considera que el indianismo de los 90 es una
estrategia de poder que disputa la dirección cultural y
política de la sociedad a la ideología neoliberal,
constituyéndose en el núcleo discursivo y organizativo
de la “nueva izquierda”.10
Sin embargo, a contrapelo
de este discurso, los hechos son al parecer más elocuentes, y
nos obligan a verificar su alcance en la gestión
gubernamental de Evo Morales. De ahí la pregunta que nos
hacemos ahora: ¿qué hechos y tendencias en el ejercicio
del poder están obstaculizando un verdadero cambio que
transforme las relaciones sociales y nos encaminen hacia
una sociedad más justa, libre y solidaria? ¿Qué
trabas se manifiestan en la propuesta de RDC para que
signifique un avance en la construcción del
Proyecto Popular de Liberación en Bolivia?
Para
responder a esta pregunta, haremos un ejercicio de “deconstrucción”11
que nos permita identificar y reflexionar en la actual gestión
gubernamental aquellos elementos disonantes con una perspectiva
de cambio enmarcada en el paradigma emancipatorio de la “construcción
del poder” o de la “democracia radical”.
Vayamos entonces a
identificar algunos de esos elementos:
El poder cada vez
más concentrado en una élite política y un
caudillo.
A
pesar de las reiteradas alusiones al “pueblo” como sujeto
de poder, lo cierto es que el Presidente y su entorno son quienes
toman las verdaderas decisiones. La figura de Evo Morales es
considerada intocable e infalible, y las frecuentes equivocaciones
tienen siempre un “traductor” que las convierte en
deslices naturales o verdades ocultas. Ciertamente no se trata de un
regreso al “virreinato” o la “monarquía”,
aunque sí al caudillismo y al culto al líder.
Esta forma de ejercer el
poder ha ido ganando cada vez mayores niveles de concentración
para lo cual se echa mano de mecanismos como:
-
La
fijación de un nuevo sujeto revolucionario: los
sindicatos y comunidades agrarias indígenas. Descalificación
o subordinación de otros sujetos y movimientos sociales
no “alienados” al MAS.
-
Promoción
de un liderazgo autoritario, capaz de movilizar a las masas allí
donde se las necesite.
-
Uso
de los espacios e instrumentos estatales (REPAC, Canal 7…) al
servicio de un partido.
-
El
prebendalismo como instrumento de adhesión y compra del
voto.
-
La
eliminación del contrario, utilizando diferentes estrategias
(confiscación del IDH, el propio referendum revocatorio,
fiscalización de las ONGs no alineadas al MAS…).
2.
El
pensamiento único reinstalado.
La
concentración del poder va acompañada de un intento de
imponer una visión de la realidad y de reprimir cualquier
intento de disidencia. El “pensamiento único neoliberal”
no da paso al deseado pluralismo de ideas y propuestas, sino a un
pensamiento único de otro signo. Veámoslo en algunos
ejemplos por demás conocidos:
-
Un
dicho muy caro del partido en el poder: “O estás conmigo
o estás contra mí”. Otra versión de lo
mismo: “nosotros somos el pueblo, y quienes se opongan son
oligarcas”.
-
Lo
andino como punto de referencia en los cambios (“etnocentrismo
andino”): El Programa Nacional de Alfabetización
“Avelino Siñani y Elizardo Pérez”; la “saya
es una danza afroaymara”; la cultura aymara y quechua dominante
en la elaboración de los curricula de la educación
formal y “alternativa”; la wiphala como símbolo
universal de los pueblos indígenas.
Mencionar también
que, en el contexto del actual referendum revocatorio, el
afiche de un aliado importante del MAS, el Movimiento Sin Miedo, fue
rechazado por altos personeros del Gobierno al permitirse
hacer críticas y pedir rectificaciones a la actual gestión
gubernamental.
La tendencia al
estatismo y a la burocratización del estado.
El
camino seguido por el actual gobierno para la recuperación
de nuestros recursos naturales y también recursos financieros
(los ahorros de los trabajadores en el actual sistema de pensiones)
es transferir al estado boliviano la propiedad de las empresas. Se
sabe que en la mayoría de los casos (véase los muchos
gerentes de YPFB) esto obedece más a un botín político
que a criterios técnicos de eficiencia y transparencia
administrativa.
La experiencia negativa
de la mayoría de los países que optaron por este
camino, y la propia experiencia del “capitalismo de estado”
ensayado en Bolivia con la revolución del 52 nos plantean por
lo menos la duda de que este camino signifique un mejoramiento de
nuestra economía.
Tendencia a
subordinar la ética a la política.
No
cabe duda que los valores que inspiran la RDC son genuinos y de alto
valor ético. Se trata de reconocer y garantizar a los
sectores populares e indígenas derechos culturales, económicos
y sociales tradicionalmente conculcados.
Sin embargo esta
inspiración ética con frecuencia viene subordinada a la
política, perdiendo con ello la centralidad que debería
tener los valores y los derechos humanos, universales e indivisibles.
Se cae
en el relativismo moral cuando, por ejemplo, un acto delincuencial
y violador de los derechos humanos, es bueno si está al
servicio de la política oficial (El atentado de Yacuiba, las
muertes en los enfrentamientos de Sucre…) y es malo, en la
lógica masista, si es gente de la oposición quien lo
lleva a cabo.
Es relativismo moral,
atentatorio contra la universalidad de los derechos humanos,
denunciar la esclavitud en las haciendas cruceñas,
particularmente en períodos electorales, y hacerse de la vista
gorda de formas modernas de esclavitud como el trabajo en la
maquilas de El Alto, principal enclave masista.
La guerra sucia,
destinada a dañar la dignidad de las personas, es una de las
principales estrategias del MAS en sus campañas electorales.
El manejo
sistemático del “voto corporativo” exigido a
las comunidades y organizaciones de base, ligado a las dádivas
presidenciales y bajo control de dirigentes corruptos. ¿Dónde
queda la libertad de conciencia y los derechos individuales?
La
doble moral, por decir lo menos, cuando justamente se denuncia el
racismo de lo acaecido con un grupo de campesinos en Sucre, pero se
ocultan las verdaderas causas del resurgimiento del racismo en
Bolivia, vinculadas a un discurso que enaltece lo indígena y
estigmatiza lo mestizo. Así mismo, el discurso ambiguo
sobre la coca mostrando una imagen internacional que no corresponde
con el aumento significativo de los cultivos de hoja de coca y la
producción de cocaína.
El uso pragmático
de las leyes.
Entendemos por uso
pragmático de las leyes, cuando éstas son nombradas y
aplicadas según conveniencias políticas. La legalidad
se subordina a fines políticos, y es usada como un arma para
desacreditar a los contrarios.
Algunos
ejemplos,
también de dominio público:
En la Plaza Murillo no se
aceptan manifestaciones….salvo de las organizaciones masistas.
Los planteamientos
de la oposición parlamentaria son buenos cuando avalan la
estrategia del gobierno, por ejemplo, en la aprobación de la
Ley del Referéndum Revocatorio. No importa que ella sea
inconstitucional e incluso injusta e inequitativa.
La consulta al
soberano (el pueblo) se la toma como un criterio de ejercicio
democrático del poder….excepto si son los prefectos no
masistas quienes hacen esas consultas.
Savina Cuellar, elegida
prefecta de Chuquisaca, no puede nombrar a los subprefectos del
departamento por oposición de las organizaciones campesinas
ligadas al MAS.
Esta
conducta pragmática frente a la ley es defendida
públicamente por Evo Morales, según puede verse
en sus últimas intervenciones, como la tenida en Cochabamba en
un acto proselitista12
y con intelectuales de izquierda llegados a Bolivia la última
semana de julio.
Ciertamente
la mayoría de estos hechos y comportamientos los hemos visto
en los gobiernos llamados neoliberales.
Pero la pregunta es: ¿Cuáles son los verdaderos cambios
del MAS, lo original de que es portadora la RDC? ¿Cuáles
los indicadores que nos permiten ver que avanzamos hacia una
democracia participativa, cualitativamente diferente de la democracia
formal anterior? ¿Cómo ir superando estos
lastres identificados en el ejercicio de de-construcción?
Pensamos que esa debe ser una de las tareas más importantes de
la educación popular en el contexto actual de Bolivia.
4.
Educación popular y re-construcción del poder popular
/democracia participativa hoy en Bolivia.
La Educación
Popular como enfoque ético, político y pedagógico,
se nutre de los contextos en los que se dan las luchas populares por
lograr mayores niveles de poder en la perspectiva de construir una
sociedad donde se ejerzan plenamente los derechos individuales y
colectivos. Este horizonte ético le da sentido a estas
luchas.
En los anteriores puntos
hemos tratado de recuperar, desde el punto de vista histórico,
las estrategias de poder que han estado presentes en estas luchas,
identificando y contrastando dos modelos o enfoques: el paradigma del
“asalto al poder” y el paradigma de la “construcción
del poder”. Así mismo hemos tratado de rastrear los
rasgos que caracterizan al proceso de cambios que vive actualmente
Bolivia, bajo el denominativo de “revolución democrática
cultural”. Nuestro análisis nos ha llevado a la
conclusión que si bien existe un discurso cercano al paradigma
de la “construcción del poder”, en la práctica
y en los hechos predomina una lógica de “asalto al
poder”, en la línea de la violencia revolucionaria y el
socialismo autoritario.
Nosotros creemos que la
educación popular, como instancia pedagógica que
acompaña las luchas populares, debe apostar hoy a un proceso
de cambio enmarcado en un principio del marxismo humanista y
dialéctico, que es también de la educación
popular: “Las alternativas de solución vendrán
del análisis concreto de situaciones concretas”. La
situación concreta de Bolivia no es la de las dictaduras
militares ni tampoco de procesos revolucionarios donde se llega al
poder mediante la lucha armada. Nuestra situación es todavía
la de una democracia formal, con grandes fallas sin
duda, pero que en definitiva hizo posible un apoyo mayoritario
a un presidente y un gobierno de esencia popular. La apuesta debe ser
la construcción del poder popular, como etapa superior de la
construcción democrática, es decir, la apuesta es
al socialismo democrático.
La
formación del sujeto político del cambio, objetivo
central de la EP hoy en Bolivia.
13
En este contexto, la
tarea política prioritaria sigue siendo la construcción
del sujeto político que liderice los cambios en el marco de un
proyecto popular de amplia y sustantiva participación social.
Lo que implica fortalecer los movimientos sociales para que ejerzan
una verdadera hegemonía moral e ideológica, y no
tanto liderazgos autoritarios que desconocen en la práctica la
capacidad ética e intelectual de los sectores populares. La
educación popular ha sido siempre crítica
de los vanguardismos por ignorar ese potencial del pueblo. Un sujeto
y una cultura política que se nutran de las tradiciones
solidarias, tolerantes y diversas de nuestras culturas. Ese capital
no lo estamos aprovechando, y hay una tendencia a imitar, tal vez
inconscientemente, las formas tradicionales de hacer política,
donde el poder se constituye en el objetivo supremo y no así
la vigencia plena de los derechos humanos.
El
sujeto político hoy día y en nuestro país, el
hombre nuevo revolucionario con el que soñó el Ché,
vine a identificarse con el “ciudadano
intercultural”.
El
ciudadano intercultural basa su accionar en sólidos
principios éticos de entrega
y compromiso con los excluidos, sin olvidar que los derechos son
universales e indivisibles. El recurso a la mentira,
violencia y la manipulación no deben estar por tanto entre
sus estrategias.
Participa
activamente y genera espacios para defender los
intereses populares, utilizando como principales armas la razón
y el convencimiento, basándose en los principios del diálogo
y la complementariedad
entre diferentes, desarrollando la “negociación
cultural”. Por eso vemos esencial lo “intercultural”.
Ejerce
un liderazgo democrático, desarrollando las capacidades
intelectuales y morales de sus bases, su capacidad crítica
en analizar las situaciones concretas para llegar a soluciones
concretas.
Ello
implica, desde situaciones de respuesta a necesidades inmediatas
(alimentación, vestido, vivienda…) estimular la
apertura a las necesidades estratégicas, que tienen que ver
con la construcción del poder y la democracia.
Desarrolla
la crítica y la autocrítica, asumiendo la autonomía
personal e impulsando la autonomía del movimiento
social en sus relaciones con los gobiernos.
Es
coherente entre sus principios y su práctica tanto en
espacios privados como públicos.
Construye poder popular
desde los diferentes espacios, tanto familiares, grupales y
comunitarios, y los niveles local, regional y nacional.
Estrategias
educativas.14
La EP pondrá al
servicio de este objetivo y tareas sus estrategias pedagógicas
y metodológicas a ser aplicadas tanto en ámbitos
formales, no formales como a través de los medios de
comunicación.
Como
estrategias
pedagógicas y metodológicas señalamos
algunas en las que se inscriben ya muchas experiencias innovadoras de
Educación Popular en América Latina y Bolivia, como
ser:
Pedagogía
de la resistencia
Pedagogía
del poder local.
Pedagogía
de la diversidad
Educación
para la paz
Pedagogía
de la ternura.
Las
cuales recurren con mayor frecuencia a estos dispositivos
metodológicos:
La Investigación
Acción Participativa (IAP).
La
negociación cultural y el diálogo de saberes.
La
sistematización de experiencias.
La deconstrucción.
1
Ponencia presentada en el Seminario Taller: “La
democracia como ejercicio de redistribución del poder.
Reflexiones desde la Educación Popular”,
CENPROTAC/Wayna Tambo/ECC, La Paz 1 agosto 2008.
2
Este
paradigma también tiene sus intelectuales “orgánicos”
como el portugués Boaventura de Sousa Santos, catedrático
de sociología en la Universidad de Coimbra. En una de sus
últimas entrevistas llega a afirmar: “Para mí el
horizonte sigue siendo la democracia y el socialismo, pero un
socialismo nuevo. Afirmo que debemos cambiar las lógicas del
poder, y para ello las luchas democráticas son cruciales.
Estas luchas son radicales, porque están fuera de las lógicas
tradicionales de la democracia. Sostengo que debemos
profundizar la democracia en todas las dimensiones de la vida (…).
Nuestro objetivo es salir de la democracia tutelada, restringida, de
baja intensidad, para llegar a una democracia de alta intensidad
(…). El nuevo nombre del socialismo es, por lo tanto,
“democracia sin fin” (Entrevistador: Raphael Hoetmer).
3
“Hay
que acabar con el radicalismo neoliberal, hermanos y hermanas, pero
lo vamos a hacer sin expulsar al nadie, no somos vengativos (…)
Sólo deben mandar razones, razones por el pueblo, razones por
los pobres, razones por los pueblos indígenas que son la
mayoría nacional de nuestro país.(…) Tampoco va
a haber “rodillo parlamentario” (Evo Moral en el acto de
transmisión del mando presidencial, enero 2006).
4 “Los
aymaras y los quechuas no somos rencorosos, y si hemos ganado ahora,
no es para vengarnos de nadie, no es para someter a nadie, sólo
reclamamos unidad, igualdad” (Evo Morales en la ceremonia de
Investidura en Tiwanaku, enero 2006).
5
“Se
acabó el resistir por el resistir. Hemos visto que
organizados y unidos con los movimientos sociales de las ciudades,
del campo, combinando la conciencia social con la capacidad
intelectual es posible derrotar democráticamente a los
intereses externos” (Ibidem).
6
“Quiero
decirles que yo, de esa gente, de esos profesionales intelectuales
de la clase media me siento orgulloso como aymara, pero les pido a
los hermanos de la clase media , de la clase profesional,
intelectual y empresarial, que también se sientan orgullosos
de estos pueblos indígenas originarios” (Ibid.).
7
Evo
Morales ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Nueva York,
sep. 2007.
8
Entrevista
exclusiva con el Presidente. La Epoca 14 oct. 2007.
9
Ibid.
10
“Si bien la democracia es un escenario de despliegue de sus
reivindicaciones (del sujeto campesino e indígena), hay una
propuesta de ampliación y complejización de la
democracia a partir de lógicas organizativas no liberales y
la postulación de un proyecto de poder en torno a un tipo de
cogobierno de naciones y pueblos”, García Linera A.,
“Indianismo y marxismo: el desencuentro de dos razones
revolucionarias”, en Cuadernos de Pensamiento Crítico
Latinoamericano, CLACSO, junio 2008 (3).
11
“La
deconstrucción como capacidad para develar los elementos que
ocultan el poder (en personas, grupos o instituciones) y evidenciar
aquellos que no aportan a la construcción de lo nuevo(…).La
deconstrucción es una alternativa de trabajo educativo
desde la óptica de la educación popular, que hace
posible someter cualquier conjunto de prácticas, a un
detalle, a un examen y a una contrastación crítica,
desde los mismos sujetos actores del proceso (…) Todo ello no
con el ánimo de buscar culpables, de enjuiciar o de destruir.
Por el contrario, se trata de entrar
en
las prácticas o vivencias personales, colectivas sociales e
institucionales, para desmontarlas y reconstruirlas desde nuevos
sentidos…”, M. R. Mejía y M. Awad: “Pedagogías
y metodologías en educación popular”, Ed Garza
Azul, CEBIAE, La Paz , 2000, pp. 140-141.
12
“Cuando
algún jurista me dice: “Evo, te estás
equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo es
ilegal”, bueno yo le meto por más que sea ilegal.
Después les digo a los abogados: “Si es ilegal,
legalicen Uds. para qué han estudiado”, LA PRENSA,
29/07/08, p. 10 A”.
13
Cfr.
B.F.: “EP, Derechos Humanos y Ciudadanía
Intercultural”, ponencia
presentada en el II Seminario Taller Internacional “Hacia la
construcción de una ciudadanía plena”,
organizado por CIFEDHOP (Centro internacional para la formación
y la enseñanza de los derechos del hombre y la paz) y el ECC
(Espacio Cultural Creativo), La Paz 26-29 mayo 2008, pp.8-9.
14
Cfr.
B.F.:
“La
educación popular en las luchas por los derechos humanos en
América Latina. Estrategias pedagógicas y
metodológicas”, La Paz 2006, pp. 12-22.
Noviembre 2010
EDUCACION
POPULAR, CONSTRUCCION DEMOCRATICA Y PARADIGMAS
EMANCIPATORIOS. UNA REFLEXION DESDE EL PROCESO BOLIVIANO1
Benito Fernández
Praxisenamericalatina
La construcción
del poder popular, objetivo estratégico de la Educación
Popular.
Trasferencia
al sujeto revolucionario por excelencia, definido en la lucha
previa, del poder conquistado. Dictadura del proletariado,
dictadura del pueblo...
La gestión del
poder popular conquistado en órganos altamente controlados
por las élites del partido, conocido como “centralismo
democrático”.
El estado como
principal, y a veces exclusivo, agente económico y del
desarrollo.
Eliminación de la
propiedad privada, la cual es asumida por el estado centralista.
El
ejército, no sólo como garante del ejercicio de este
poder, sino como paradigma de las relaciones sociales y los símbolos
patrios. Esta cultura militar se trasfiere y permea todas las
manifestaciones, incluido el campo educativo: el “ejército”
de alfabetizadores; la “batalla”
contra el individualismo…
El “pensamiento
único” revolucionario elaborado por la élites y
difundido a través de manuales y medios de comunicación
altamente controlados.
En este paradigma, el
poder no se toma ni se concentra, sino que se construye y distribuye
en el escenario de la “público”.
En la
construcción y distribución del poder convergen como
actores fundamentales el estado y las organizaciones de la sociedad
civil, como actores diversos, relativamente autónomos y
complementarios; así mismo, estos procesos se dan en la doble
dirección: de arriba abajo, y de abajo a arriba;
de lo micro a lo macro y de lo macro a lo micro.
La
lucha de clases y de intereses no deriva principalmente en
situaciones de “violencia revolucionaria”, sino en el
ejercicio de la hegemonía, entendida como
capacidad de “convencimiento”, sustituyendo la fuerza de
la razón a la razón de la fuerza. La plena vigencia de
los derechos individuales y colectivos es el horizonte ético
irrenunciable que le da sentido a las luchas populares. Al mismo
tiempo hay un respeto por la legalidad, siempre perfectible,
evitando el uso pragmático de la misma.
La
“fuerza de la razón” se aleja del “pensamiento
único” y de los dogmas, incorporando
el pensamiento complejo, donde intervienen múltiples causas
y las ideologías están sometidas al contraste con la
práctica.
No promociona un sujeto
del cambio privilegiado, sino que existe una pluralidad de sujetos
del cambio, con identidades diferentes, pero que pueden converger
estratégicamente a través de alianzas en la
construcción de otro tipo de sociedad.
En este paradigma la
“democracia” formal debe ser superada en una democracia
participativa. Se trata, en última instancia, de
“democratizar la democracia”, de superar las
limitaciones de la democracia formal, de construir una “democracia
radical” (ir a las raíces de la democracia).
Requiere potenciar un
liderazgo comprometido, ético y abierto al diálogo
y la negociación; crítico y propositivo