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Noviembre 2010

EDUCACION POPULAR, CONSTRUCCION  DEMOCRATICA  Y PARADIGMAS EMANCIPATORIOS. UNA REFLEXION DESDE EL PROCESO BOLIVIANO1


Benito Fernández
Praxisenamericalatina

Muy pronto se cumplirán tres años de gobierno del MAS, a la cabeza de Evo Morales como presidente. A las puertas, el 10 de agosto, tenemos un Referéndum Revocatorio, fruto de los acuerdos establecidos en el parlamento entre oficialismo y oposición. La campaña del MAS y sus aliados a favor del sí al mandato de Evo Morales y no a los prefectos de la “Media Luna”, ya hace tiempo que comenzó y pisa ahora muy fuerte utilizando como estrategias fundamentales los medios de comunicación (sobre todo televisivos y radiales – Cadena Patria Nueva) , un inusitado plan de visitas del Presidente que es esperado con los acostumbrados  regalos (cheques venezolanos, ambulancias donadas por los gobiernos extranjeros y el uso discrecional de las arcas del estado) y un liderazgo amplificado en los escenarios internacionales frente a problemas álgidos como ser “la directiva de retorno” de los migrantes y una posición crítica frente al TLC y a los acuerdos con la Unión Europea al interior de la CAN. Eventuales noticias, como el asilo otorgado por el gobierno de Estados Unidos, al ex ministro de Gobierno, Sánchez Berzain, activan sunamis de mayor o menor intensidad hacia la embajada de los gringos, desde donde supuestamente vienen todos los impulsos desestabilizadores.

 En la calle y en la vida cuotidiana de los habitantes de este país los conflictos y las penurias van subiendo de tono e intensidad, atizados por una inflación incontenible en los productos de la canasta básica y una incontrolable  polarización política que ha elevado a niveles alarmantes las manifestaciones de intolerancia y racismo. Esta polarización se hace más visible en el ámbito de los movimientos sociales, en particular la confrontación entre movimientos sindicales y movimientos cívicos, unos a favor del proyecto masista y otros a favor de las autonomías departamentales. Los movimientos indígenas  al parecer se muestran satisfechos ante las promesas de autodeterminación incorporadas en el Proyecto de Constitución Política aprobado en Oruro  y optan por el silencio, aunque no dejan de escucharse algunas  voces disidentes (Marcial Fabricano, Jaime Apaza, Alejo Véliz entre otros).

 En todo este contexto, la derecha boliviana derrotada en las urnas en diciembre 2005, ha ido acumulando pequeñas y grandes victorias, sobre todo a través de los referendums autonómicos y últimamente el triunfo en la prefectura de Chuquisaca. Sin embargo, el acuerdo parlamentario entre oficialismo y oposición para viabilizar el Referéndum Revocatorio del 10 de agosto, ha generado rupturas importantes en el bloque opositor, que ve tambalear su proyecto estrella de autonomías departamentales.

El país sigue navegando en  un peligroso clima de ingobernabilidad y déficit institucional, donde las leyes no valen nada (anomia)  y todo depende de la correlación de fuerzas del momento y del lugar.

El panorama tiene ya muy poco parecido  al  que rodeó las elecciones generales en que Evo Morales alcanzó el 54% de los votos ciudadanos, ni tampoco las previsiones y deseos  dibujados por el Presidente en sus discursos inaugurales  de Tiwanaku y en el Parlamento en La Paz. El clima de esperanza, alegría y euforia que se respiraba en todos los ámbitos por parte de la ciudadanía, ha dado paso  un clima enrarecido y desesperanzado. Los votos que la gente depositará en las urnas el 10 de agosto, sean quienes sean los vencedores,  ya no tendrán la connotación de la esperanza, sino de la revancha y de quién tendrá más capacidad de aplastar al otro. 

¿Cómo es que hemos llegado a esta situación?

.Quisiera avanzar algunas hipótesis explicativas, que de manera global se resumen en este planteamiento central: la crisis de Bolivia es fundamentalmente una lucha por el poder, en el que  los movimientos sociales y populares , sujetos fundamentales de los proceso de cambio, son vanguardizados  por una élite  “iluminada” que ha diseñado, basándose en el paradigma emancipatorio tradicional de las izquierdas, un proyecto de liberación de las clases oprimidas a través de la derrota (y aniquilación) de las clases opresoras. Esta derrota daría paso, automáticamente, a una sociedad nueva y a un hombre nuevo.

Quisiera enfatizar que este paradigma de emancipación, no sólo ha fracasado en todos los países, sino que es la principal causa  que pone en riesgo el proyecto de liberación de los oprimidos  y  permite el fortalecimiento del proyecto conservador en nuestro país. Frente a ese paradigma, y desde una posición de izquierda, es preciso plantear un  paradigma de emancipación alternativo identificado con la  construcción de una democracia participativa radical. Esto significa que los problemas del poder y la democracia no se resolverán restringiendo las libertades y recurriendo a la instrumentalización de los movimientos sociales, que parece ser la situación actual,  sino con más democracia y ejercicio efectivo del poder por parte de estos movimientos.

 Al mismo tiempo, y como segunda hipótesis, la educación popular, que siempre acompañó los procesos de cambio apuntalando los movimientos revolucionarios, se encuentra hoy en la disyuntiva de ser una educación transmisora/ facilitadora de lo que producen y elaboran estas élites, o ser animadora en la construcción de un poder popular, entendido éste no como destrucción del otro sino como hegemonía.


  1. La construcción del poder popular, objetivo estratégico de la Educación   

   Popular.

La opción ética de la educación popular por los oprimidos y excluidos, sujetos fundamentales de las educación popular, ha estado siempre acompañada /acompañando las luchas de estos sectores y su organización , es decir , acciones que son, a decir de P. Freire, sustantivamente políticas y adjetivamente pedagógicas. Reducir la EP a una pedagogía del aula o de implementación de programas educativos, sin negar la importancia de éstos, sería como quitarle su potencial transformador.

Los contenidos de las luchas populares han sido variados. La satisfacción de las necesidades básicas (comida, salud, educación, vivienda...) y el ejercicio pleno de los derechos individuales y colectivos han sido importantes objetivos de estas luchas. Sin embargo, en la mayoría de estas luchas, existe una intencionalidad estratégica: la afirmación de los grupos populares como sujetos transformadores, con vocación de poder. Lo que significa, que el objetivo profundo sea la lucha por el cambio de la relaciones de poder instalado en la sociedad. Se trata por tanto de un objetivo estratégico, por cuanto garantizaría el logro de los demás objetivos, que podemos sintetizar en la construcción de una sociedad más justa, libre y solidaria.

Desde esta óptica podemos hacer una lectura de la historia de Bolivia, donde el contrapunto, o los momentos de ascenso popular, sean precisamente aquellos donde los sujetos populares acumulan  mayor poder, condicionan y gestionan los cambios. La revolución del 52, la lucha contra las dictaduras y, más recientemente, la “guerra del agua”, el “octubre negro” o la “guerra del gas”  en el contexto de  contrarrestar hegemonía neoliberal, han sido momentos claves de acumulación de poder popular.

No cabe duda, tampoco, que los actores en estas luchas son los movimientos sociales, entendiendo éstos como  los sujetos populares organizados con vocación de poder. No podemos hablar de movimientos sociales  a los movimientos de masas sin una articulación ni objetivos claros de lucha, a merced de eventuales líderes que los manejan a su gusto y capricho, por apetitos personales. Al mismo tiempo, la historia nos ha enseñando que existe una gran variedad de movimientos sociales y que no existe un sujeto social  a priori privilegiado para hegemonizar y llevar a delante los cambios. Este papel  se define en la práctica de la lucha  y en la capacidad de articular en ella a los demás sectores de los explotados. La clase obrera se puso al frente de estas luchas por décadas , pero perdió capacidad de generar hegemonía en el movimiento popular  no sólo por los profundos cambios que impuso la economía neoliberal, reduciendo significativamente el contingente obrero, sino porque su visión y discurso no daba cuenta de la emergencia de los nuevos sujetos populares organizados en torno a problemas de identidad, género, cultura, desarrollo,…

 2. Los enfoques en las luchas de los movimientos sociales por el poder.

 

Las revoluciones sociales habidas a lo largo de la historia son testigos de estas luchas por el poder. Algunas de ellas triunfantes y otras fracasadas, situación determinada en última instancia por las estrategias de poder utilizadas. La revolución socialista triunfó en la Rusia de los zares, en la colonia francesa de Indochina, en los gobiernos dictatoriales proyanquis de Cuba y Nicaragua, pero fracasó en las guerrillas de San Salvador, Bolivia y  Perú. Incluso revoluciones triunfantes, como en Rusia o Nicaragua, con el tiempo fueron revertidas en sus procesos.

A la hora de los análisis de por qué de estos fracasos, existe en las izquierdas la tendencia a ver como causas principales, e incluso como únicas causas, la arremetida del imperialismo yanqui y la capacidad operativa de los enemigos internos, las oligarquías nacionales aliadas de aquel. La globalización neoliberal ha añadido y complejizado el entramado de causas, con la transnacionalización de las empresas y el rol conservador de los gobiernos y organismos internacionales (FMI, BM, OMC, BID…) 

Todo esto nos lleva a pensar que el fracaso de los movimientos sociales en la lucha por el poder no depende sólo de lo justo de sus objetivos, de sus opciones éticas, sino de su estrategia de poder, no sólo para acceder al mismo sino también para mantenerlo y gestionarlo en la perspectiva de lograr los cambios deseados . Por todo ello, y la historia de las revoluciones es testigo, es importante no sólo mantener a raya al enemigo de los cambios sino también gestionar el poder adquirido  a favor de los oprimidos, superando las contradicciones internas que se pueden generar en esos procesos como la elitización /burocratización del poder...

A continuación, deseo abordar algunos rasgos que caracterizan las  estrategias de poder, inspiradas y sostenidas por diferentes enfoques o “paradigmas   de emancipación “.

El paradigma del “asalto al poder”.

Este enfoque es el que ha inspirado la mayoría de los procesos revolucionarios en el mundo, y tiene en la Revolución de Octubre el ejemplo que después fue imitado en diferentes países de Asia, África y América Latina.

El paradigma del “asalto al poder” se basa en que los explotados, vanguardizados por una élite o partido político,  van acumulando fuerzas y organización hasta que se dan las condiciones para la toma del aparato del estado por la vía de las armas. Una vez en el poder, se hacen los cambios estructurales que suponen la instauración de un nuevo sistema, generalmente llamado “socialista”.

 Elementos esenciales a este paradigma emancipatorio son:

 

  • El desplazamiento y/o aniquilación del contrario, o sea las clases dominantes derrocadas, por diferentes vías: la aniquilación física, el destierro y  la prisión. Lo que ha venido en llamarse la “violencia revolucionaria”.


  • Trasferencia al sujeto revolucionario por excelencia, definido en la lucha previa, del poder conquistado. Dictadura del proletariado, dictadura del pueblo...

  • La gestión del poder popular conquistado en órganos altamente controlados por las élites del partido, conocido como “centralismo democrático”.

  • El estado como principal, y a veces exclusivo, agente económico y del desarrollo.

  • Eliminación de la propiedad privada, la cual es asumida por el estado centralista.

  • El ejército, no sólo como garante del ejercicio de este poder, sino como paradigma de las relaciones sociales y los símbolos patrios. Esta cultura militar se trasfiere y permea todas las manifestaciones, incluido el campo educativo: el “ejército” de alfabetizadores; la “batalla” contra el individualismo…

  • El “pensamiento único” revolucionario elaborado por la élites y difundido a través de manuales y medios de comunicación altamente controlados.
  • Una óptica fundamentalmente economicista y macro estructural, y escasa atención a los problemas de la vida cotidiana y a los procesos mediante los cuales se construyen las subjetividades de los sujetos sociales.

Este modelo o paradigma emancipatorio ha tenido importantes éxitos , sobre todo en el mejoramiento de las condiciones materiales de la población : salud, alimentación, vivienda, acceso a la educación,…

Sin embargo, los fracasos que se han visto en la mayoría de los países que adoptaron este paradigma revolucionario nos lleva a cuestionar la capacidad transformadora de este modelo emancipatorio: 

1)    Ya no podemos pensar en un sujeto revolucionario, definido a priori, que lleve adelante los procesos de cambio. 

2)    Ya no podemos pensar y garantizar que el socialismo sea una alternativa por sí misma al capitalismo, al desarrollar las fuerzas productivas y eliminar la explotación de una clase sobre otra. De hecho el derrumbe de la Unión Soviética  se debió, entre otras causas, al atraso tecnológico y al surgir de la burocracia como una nueva clase privilegiada, concentradora del poder. 

3)    Ya no podemos pensar y garantizar que una vez en el poder, las clases populares revolucionarias lleven adelante  cambios profundos como ser “una nueva sociedad y un hombre nuevo”, ni tampoco una garantía del ejercicio pleno de los derechos individuales y colectivos. 

4)    Ya no podemos pensar y garantizar que el modelo estatista de economía sea la mejor forma de socializar los medios de producción, ni que contribuya a  mejorar la producción y productividad y respete los “derechos de la naturaleza”. 

5)    Ya no podemos pensar y garantizar que un país socialista dé cuenta de las diversidades de género, culturales y generacionales

El paradigma de la “construcción del poder”.

El fracaso del paradigma del “asalto al poder” y del “socialismo real” no significa que estén agotadas las posibilidades de generar alternativas al modelo dominante, el capitalismo neoliberal. Pensamos que esta alternativa existe y que además es necesaria, ya que el capitalismo neoliberal tampoco ha solucionado los problemas de la humanidad, e incluso los ha agudizado hasta límites hasta ahora impensables. De hecho ha  condenado al hambre y la miseria a países y continentes enteros, y nunca como hoy nos estamos encaminando a la destrucción del planeta tierra.

 Este paradigma emancipador que puede generar alternativas al modelo dominante lo denominaremos “paradigma de la construcción del poder”, y lo podemos caracterizar así:

  • Es un paradigma vivo que está presente y anima las innumerables experiencias contestatarias al capitalismo neoliberal a lo largo y ancho del mundo2


  • En este paradigma, el poder no se toma ni se concentra, sino que se construye y distribuye en el escenario de la “público”.

  • En la construcción y distribución del poder convergen como actores fundamentales el estado y las organizaciones de la sociedad civil, como actores diversos, relativamente autónomos y complementarios; así mismo, estos procesos se dan en la doble dirección: de arriba abajo, y de abajo a arriba; de lo micro a lo macro y de lo macro a lo micro.

  • La lucha de clases y de intereses no deriva principalmente en situaciones de “violencia revolucionaria”, sino en el ejercicio de la hegemonía, entendida como capacidad de “convencimiento”, sustituyendo la fuerza de la razón a la razón de la fuerza. La plena vigencia de los derechos individuales y colectivos es el horizonte ético irrenunciable que le da sentido a las luchas populares. Al mismo tiempo hay un respeto por la legalidad, siempre perfectible, evitando el uso pragmático de la misma.

  • La “fuerza de la razón” se aleja del “pensamiento único” y de los dogmas, incorporando el pensamiento complejo, donde intervienen múltiples causas  y las ideologías están sometidas al contraste con la práctica.

  • No promociona un sujeto del cambio privilegiado, sino que existe una pluralidad de sujetos del cambio, con identidades diferentes, pero que pueden converger estratégicamente a través de alianzas en la construcción de otro tipo de sociedad.

  • En este paradigma la “democracia” formal debe ser superada en una democracia participativa. Se trata, en última instancia, de “democratizar la democracia”, de  superar las limitaciones de la democracia formal, de construir una “democracia radical” (ir a las raíces de la democracia).

  • Requiere potenciar un liderazgo comprometido, ético y  abierto al diálogo y la negociación; crítico y propositivo
  • Esta democracia radical, este poder popular alternativo, se construye cada día, en todos los espacios y en todos los niveles (familiar, comunitario, regional…). 

En resumen, se trata de un “socialismo democrático”, alternativo a un “socialismo autoritario”, que busca  distribuir poder y no concentrarlo.

3. La “Revolución Democrática Cultural”: ¿un nuevo paradigma?

 Hay que reconocer el Movimiento al Socialismo, actualmente en el gobierno, elaboró un discurso que se acerca mucho a lo que hemos llamado el paradigma de la “construcción del poder”.

Este discurso, codificado como “revolución democrática cultural”(RDC)  lo podemos rastrear en las intervenciones del Presidente Evo Morales, y en  publicaciones y entrevistas al Vicepresidente y algunos de sus ministros. En todos ellos la RDC es presentada como “otra forma de hacer política”, superando las formas utilizadas por los “partidos tradicionales”.

Los discursos  del Presidente Evo Morales son ilustrativos y reiterativos de esta visión.

Para  cambiar el estado neoliberal y colonial, se apela   a la  “unidad en la diversidad”,  la necesidad de entendernos entre todos los bolivianos a través de espacios de “debate y diálogo”3 y dejar atrás las “confrontaciones”4, la articulación de los diferentes movimientos sociales5 y de las clases sociales6, diseñar un desarrollo económico propio ya que no se trata de “importar políticas económicas  o recetas económicas desde arriba y desde afuera”, “profundizar la democracia” a través del ejercicio de los poderes del Estado y la aprobación de leyes justas , acabar con los “gastos reservados” impropios de un gobierno democrático, y recuperar valores propios de las culturas indígenas como la “reciprocidad”, gobernar teniendo como norte la ley suprema “ama sua, ama llulla, ama quella” (no robar, no mentir, no ser flojo), el “mandar obedeciendo” y corregir los posibles errores y equivocaciones.

 Las alusiones a la construcción de un poder popular también son permanentes:

 “Ahora estamos construyendo el poder del pueblo, que el soberano sea el pueblo y no un grupo de familias, que los pueblos tengamos el derecho a decidir sobre nuestro destino; esta es la mejor democracia que podemos implementar”.7

 “Quiero aclarar que todavía no tenemos el poder, sí tenemos el gobierno. Lo que sí estamos en un proceso cómo construir el poder del pueblo. Yo no creo en el poder de una persona o poder de un grupo de personas. No sería democrático (…)La Asamblea Constituyente es para construir el poder del pueblo (…) Llego a la conclusión de que en vez de una lucha armada  la propuesta es la Asamblea Constituyente, que es una transformación profunda, pacífica, cultural donde debaten todos “8

 “¿Por qué hablo tanto del poder del pueblo? Antes el poder era el rey, el virrey, por tanto la nobleza, se juntaron con el pueblo y después con las oligarquías. Estos eran los que mandaban. Ahora queremos acabar con este poder de grupos, de personas. Acá se trata de construir el poder del pueblo”.9

Así mismo, el vicepresidente Álvaro García Linera considera que el indianismo de los 90 es una estrategia de poder que disputa la dirección cultural y política de la sociedad a la ideología neoliberal, constituyéndose en el núcleo discursivo y organizativo de la “nueva izquierda”.10

Sin embargo, a contrapelo de este discurso, los hechos son al parecer más elocuentes, y nos obligan a verificar su alcance en  la gestión gubernamental de Evo Morales. De ahí la pregunta que nos hacemos ahora: ¿qué hechos y tendencias en el ejercicio del poder están obstaculizando un verdadero cambio que transforme  las relaciones sociales y nos encaminen  hacia una sociedad más justa, libre y solidaria? ¿Qué trabas se manifiestan en la  propuesta de RDC  para que signifique  un avance en la construcción  del Proyecto Popular de Liberación en Bolivia?

 Para responder a esta pregunta, haremos un ejercicio de “deconstrucción”11 que nos permita identificar y reflexionar en la actual gestión gubernamental  aquellos elementos disonantes con una perspectiva de cambio enmarcada en el paradigma emancipatorio de la “construcción del poder” o de la “democracia radical”.

 Vayamos entonces a identificar algunos de esos elementos: 

  1. El poder cada vez más concentrado en una élite política y un caudillo.

 A pesar de las reiteradas alusiones al “pueblo” como sujeto de poder, lo cierto es que el Presidente y su entorno son quienes toman las verdaderas decisiones. La figura de Evo Morales es considerada intocable e infalible, y las frecuentes equivocaciones tienen siempre un “traductor” que las convierte en deslices naturales o verdades ocultas. Ciertamente no se trata de un regreso al “virreinato” o la “monarquía”, aunque sí al caudillismo y al culto al líder.

Esta forma de ejercer el poder ha ido ganando cada vez mayores niveles de concentración para lo cual se echa mano de mecanismos como:

-        La fijación de un  nuevo sujeto revolucionario: los sindicatos y comunidades agrarias indígenas. Descalificación o subordinación de otros sujetos y  movimientos sociales no “alienados” al MAS.

-       Promoción de un liderazgo autoritario, capaz de movilizar a las masas allí donde se las necesite.

-          Uso de los espacios e instrumentos estatales (REPAC, Canal 7…) al servicio de un partido.

-          El prebendalismo como instrumento de adhesión  y compra del voto.

-          La eliminación del contrario, utilizando diferentes estrategias (confiscación del IDH, el propio referendum revocatorio, fiscalización de las ONGs no alineadas al MAS…).

 2. El pensamiento único reinstalado.

La concentración del poder va acompañada de un intento de imponer una visión de la realidad y de reprimir cualquier intento de disidencia. El “pensamiento único neoliberal” no da paso al deseado pluralismo de ideas y propuestas, sino a un  pensamiento único de otro signo. Veámoslo en algunos ejemplos por demás conocidos: 

-          Un dicho muy caro del partido en el poder: “O estás conmigo o estás contra mí”. Otra versión de lo mismo: “nosotros somos el pueblo, y quienes se opongan son oligarcas”.

-          Lo andino como punto de referencia en los cambios (“etnocentrismo andino”): El Programa Nacional de Alfabetización “Avelino Siñani y Elizardo Pérez”; la “saya es una danza afroaymara”; la cultura aymara y quechua dominante en la elaboración de los curricula de la educación formal y “alternativa”; la wiphala como símbolo universal de los pueblos indígenas.

Mencionar también que, en el contexto del actual referendum revocatorio,  el afiche de un aliado importante del MAS, el Movimiento Sin Miedo, fue rechazado  por altos personeros del Gobierno al  permitirse hacer críticas y pedir rectificaciones a la actual gestión gubernamental.

  1. La tendencia al estatismo  y a la burocratización del estado.

 El camino seguido por el actual gobierno para la recuperación  de nuestros recursos naturales y también recursos financieros (los ahorros de los trabajadores en el actual sistema de pensiones) es transferir al estado boliviano la propiedad de las empresas. Se sabe que en la mayoría de los casos (véase los muchos gerentes de YPFB) esto obedece más a un botín político que a criterios técnicos de eficiencia y transparencia administrativa.

La experiencia negativa de la mayoría de los países que optaron por este camino, y la propia experiencia del “capitalismo de estado” ensayado en Bolivia con la revolución del 52 nos plantean por lo menos la duda de que este camino signifique un mejoramiento de nuestra economía.

  1. Tendencia a subordinar la ética a la política.

 No cabe duda que los valores que inspiran la RDC son genuinos y de alto valor ético. Se trata de reconocer y garantizar  a los sectores populares e indígenas derechos culturales, económicos y sociales tradicionalmente conculcados.

Sin embargo esta inspiración ética con frecuencia viene subordinada a la política, perdiendo con ello la centralidad que debería tener los valores y los derechos humanos, universales e indivisibles.

Se cae en el relativismo moral cuando, por ejemplo, un acto delincuencial y violador de los derechos humanos, es bueno si está al servicio de la política oficial (El atentado de Yacuiba, las muertes en los enfrentamientos de Sucre…) y es malo, en la lógica masista, si es gente de la oposición quien lo lleva a cabo.

Es relativismo moral, atentatorio contra la universalidad de los derechos humanos, denunciar la esclavitud en las haciendas cruceñas, particularmente en períodos electorales, y hacerse de la vista gorda de formas modernas de esclavitud como el trabajo en  la maquilas de El Alto, principal enclave masista.

 La guerra sucia, destinada a dañar la dignidad de las personas, es una de las principales estrategias del MAS en sus campañas electorales.

 El manejo sistemático  del “voto corporativo” exigido a las comunidades y organizaciones de base,  ligado a las dádivas presidenciales y bajo control de dirigentes corruptos. ¿Dónde queda la libertad de conciencia y los derechos individuales?

 La doble moral, por decir lo menos, cuando justamente se denuncia el racismo de lo acaecido con un grupo de campesinos en Sucre, pero se ocultan las verdaderas causas del resurgimiento del racismo en Bolivia, vinculadas a un discurso que enaltece lo indígena y estigmatiza lo mestizo.  Así mismo, el discurso ambiguo sobre la coca mostrando una imagen internacional que no corresponde con el aumento significativo de los cultivos de hoja de coca y la producción de cocaína. 

  1. El uso pragmático de las leyes.

Entendemos por uso pragmático de las leyes, cuando éstas son nombradas y aplicadas según conveniencias políticas. La legalidad se subordina a fines políticos, y es usada como un arma para desacreditar a los contrarios.

Algunos ejemplos, también de dominio público:

En la Plaza Murillo no se aceptan manifestaciones….salvo de las organizaciones masistas.

 Los planteamientos de la oposición parlamentaria son buenos cuando avalan la estrategia del gobierno, por ejemplo, en la aprobación de la Ley del Referéndum Revocatorio. No importa que ella sea inconstitucional e incluso injusta e inequitativa.

 La consulta al soberano (el pueblo) se la toma como un criterio de ejercicio democrático del poder….excepto si son los prefectos no masistas quienes hacen esas consultas. 

Savina Cuellar, elegida prefecta de Chuquisaca, no puede nombrar a los subprefectos del departamento por oposición de las organizaciones campesinas ligadas al MAS.

Esta conducta pragmática frente a la ley  es defendida públicamente por Evo Morales, según  puede verse en sus últimas intervenciones, como la tenida en Cochabamba en un acto proselitista12 y con intelectuales de izquierda llegados a Bolivia la última semana de julio.

Ciertamente la mayoría de estos hechos y comportamientos los hemos visto en los gobiernos llamados neoliberales. Pero la pregunta es: ¿Cuáles son los verdaderos cambios del MAS, lo original de que es portadora la RDC? ¿Cuáles los indicadores que nos permiten ver que avanzamos hacia una democracia participativa, cualitativamente diferente de la democracia formal  anterior?  ¿Cómo ir superando estos lastres identificados en el ejercicio de de-construcción? Pensamos que esa debe ser una de las tareas más importantes de la educación popular en el contexto actual de Bolivia.

 4. Educación popular y re-construcción del poder popular /democracia participativa hoy en Bolivia. 

La Educación Popular como enfoque ético, político y pedagógico, se nutre de los contextos en los que se dan las luchas populares por lograr mayores niveles de poder en la perspectiva de construir una sociedad donde se ejerzan plenamente los derechos individuales y colectivos. Este horizonte ético le da sentido a estas luchas. 

En los anteriores puntos hemos tratado de recuperar, desde el punto de vista histórico, las estrategias de poder que han estado presentes en estas luchas, identificando y contrastando dos modelos o enfoques: el paradigma del “asalto al poder” y el paradigma de la “construcción del poder”. Así mismo hemos tratado de rastrear los rasgos que caracterizan al proceso de cambios que vive actualmente Bolivia, bajo el denominativo de “revolución democrática cultural”. Nuestro análisis nos ha llevado a la conclusión que si bien existe un discurso cercano al paradigma de la “construcción del poder”, en la práctica y en los hechos predomina una lógica de “asalto al poder”, en la línea de la violencia revolucionaria y el socialismo autoritario.

Nosotros creemos que la educación popular, como instancia pedagógica que acompaña las luchas populares, debe apostar hoy a un proceso de cambio enmarcado en un principio del marxismo humanista y dialéctico, que es también de la educación popular: “Las alternativas de solución vendrán del análisis concreto de situaciones concretas”. La situación concreta de Bolivia no es la de las dictaduras militares ni tampoco de procesos revolucionarios donde se llega al poder mediante la lucha armada. Nuestra situación es todavía  la de una democracia   formal, con grandes fallas sin duda,  pero que en definitiva hizo posible un apoyo mayoritario a un presidente y un gobierno de esencia popular. La apuesta debe ser la construcción del poder popular, como etapa superior de la construcción democrática, es decir, la apuesta es  al socialismo democrático. 

La formación del sujeto político del cambio, objetivo central de la EP hoy en Bolivia. 13

En este contexto, la tarea política prioritaria sigue siendo la construcción del sujeto político que liderice los cambios en el marco de un proyecto popular de amplia y sustantiva participación social. Lo que implica fortalecer los movimientos sociales para que ejerzan una verdadera hegemonía moral e ideológica,  y no tanto liderazgos autoritarios que desconocen en la práctica la capacidad ética e intelectual de los sectores populares. La educación popular ha sido siempre  crítica  de los vanguardismos por ignorar ese potencial del pueblo. Un sujeto y una cultura política que se nutran de las tradiciones solidarias, tolerantes y diversas de nuestras culturas. Ese capital no lo estamos aprovechando, y hay una tendencia a imitar, tal vez inconscientemente, las formas tradicionales de hacer política, donde el poder se constituye en el objetivo supremo y no así la vigencia plena de los derechos humanos.

El sujeto político hoy día y en nuestro país, el hombre nuevo revolucionario con el que soñó el Ché, vine a identificarse con el  “ciudadano intercultural”.

    • El ciudadano intercultural basa su accionar en sólidos principios éticos de entrega y compromiso con los excluidos, sin olvidar que los derechos son universales e indivisibles. El recurso a la mentira,  violencia y la manipulación no deben estar por tanto entre sus estrategias.

    • Participa activamente y genera  espacios para  defender los intereses populares, utilizando como principales armas la razón y el convencimiento, basándose en los principios del diálogo y la complementariedad entre diferentes, desarrollando la “negociación cultural”. Por eso vemos esencial lo “intercultural”.

    • Ejerce un liderazgo democrático, desarrollando las capacidades intelectuales y morales de sus bases, su capacidad crítica en analizar las situaciones concretas para llegar a soluciones concretas.

    • Ello implica, desde situaciones de respuesta a necesidades inmediatas (alimentación, vestido, vivienda…) estimular la apertura a las necesidades estratégicas, que tienen que ver con la construcción del poder y la democracia.

    • Desarrolla la crítica y la autocrítica, asumiendo la autonomía personal e impulsando  la autonomía del movimiento social en sus relaciones con los  gobiernos.

    • Es coherente entre sus principios y su práctica tanto en espacios privados como públicos.

    • Construye poder popular desde los diferentes espacios, tanto familiares, grupales y comunitarios, y los niveles  local, regional y nacional.



Estrategias educativas.14

La EP pondrá al servicio de este objetivo y tareas  sus estrategias pedagógicas y metodológicas a ser aplicadas tanto en ámbitos formales, no formales como a través de los medios de comunicación.

Como estrategias pedagógicas y metodológicas  señalamos algunas en las que se inscriben ya muchas experiencias innovadoras de Educación Popular en América Latina y Bolivia, como ser:

         Pedagogía de la resistencia

         Pedagogía del poder local.

         Pedagogía de la diversidad

         Educación para la paz

         Pedagogía de la ternura.

Las cuales recurren con mayor frecuencia a estos  dispositivos metodológicos:

  • La Investigación Acción Participativa (IAP).

  • La negociación cultural y el diálogo de saberes.

  • La sistematización de experiencias.

  • La deconstrucción.



1 Ponencia presentada en el Seminario Taller: “La democracia como ejercicio de redistribución del poder. Reflexiones desde la Educación Popular”, CENPROTAC/Wayna Tambo/ECC, La Paz 1 agosto 2008.

2 Este paradigma también tiene sus intelectuales “orgánicos” como el portugués Boaventura de Sousa Santos, catedrático de sociología en la Universidad de Coimbra. En una de sus últimas entrevistas llega a afirmar: “Para mí el horizonte sigue siendo la democracia y el socialismo, pero un socialismo nuevo. Afirmo que debemos cambiar las lógicas del poder, y para ello las luchas democráticas son cruciales. Estas luchas son radicales, porque están fuera de las lógicas tradicionales de la democracia. Sostengo que debemos  profundizar la democracia en todas las dimensiones de la vida (…). Nuestro objetivo es salir de la democracia tutelada, restringida, de baja intensidad, para llegar a una democracia de alta intensidad (…). El nuevo nombre del socialismo es, por lo tanto, “democracia sin fin” (Entrevistador: Raphael Hoetmer).

3 “Hay que acabar con el radicalismo neoliberal, hermanos y hermanas, pero lo vamos a hacer sin expulsar al nadie, no somos vengativos (…) Sólo deben mandar razones, razones por el pueblo, razones por los pobres, razones por los pueblos indígenas que son la mayoría nacional de nuestro país.(…) Tampoco va a haber “rodillo parlamentario” (Evo Moral en el acto de transmisión del mando presidencial, enero 2006).

4 “Los aymaras y los quechuas no somos rencorosos, y si hemos ganado ahora, no es para vengarnos de nadie, no es para someter a nadie, sólo reclamamos unidad, igualdad” (Evo Morales en la ceremonia de Investidura en Tiwanaku, enero 2006).

4

5 “Se acabó el resistir por el resistir. Hemos visto que organizados y unidos con los movimientos sociales de las ciudades, del campo, combinando la conciencia social con la capacidad intelectual es posible derrotar democráticamente a los intereses externos” (Ibidem).

6 “Quiero decirles que yo, de esa gente, de esos profesionales intelectuales de la clase media me siento orgulloso como aymara, pero les pido a los hermanos de la clase media , de la clase profesional, intelectual y empresarial, que también se sientan orgullosos de estos pueblos indígenas originarios” (Ibid.).

7 Evo Morales ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Nueva York, sep. 2007.

8 Entrevista exclusiva con el Presidente. La Epoca 14 oct. 2007.


9 Ibid.


10 “Si bien la democracia es un escenario de despliegue de sus reivindicaciones (del sujeto campesino e indígena), hay una propuesta de ampliación y complejización de la democracia a partir de lógicas organizativas no liberales y la postulación de un proyecto de poder en torno a un tipo de cogobierno de naciones y pueblos”, García Linera A., “Indianismo y marxismo: el desencuentro de dos razones revolucionarias”, en Cuadernos de Pensamiento Crítico Latinoamericano, CLACSO, junio 2008 (3).

11 “La deconstrucción como capacidad para develar los elementos que ocultan el poder (en personas, grupos o instituciones) y evidenciar aquellos que no aportan a la construcción de lo nuevo(…).La deconstrucción  es una alternativa de trabajo educativo desde la óptica de la educación popular, que hace posible someter cualquier conjunto de prácticas, a un detalle, a un examen y a una contrastación crítica, desde los mismos sujetos actores del proceso (…) Todo ello no con el ánimo de buscar culpables, de enjuiciar o de destruir. Por el contrario, se trata de entrar en las prácticas o vivencias personales, colectivas sociales e institucionales, para desmontarlas y reconstruirlas desde nuevos sentidos…”, M. R. Mejía y M. Awad: “Pedagogías y metodologías en educación popular”, Ed Garza Azul, CEBIAE, La Paz , 2000, pp. 140-141.

12 “Cuando algún jurista me dice: “Evo, te estás equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo es ilegal”, bueno yo le meto por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados: “Si es ilegal, legalicen Uds. para qué han estudiado”, LA PRENSA, 29/07/08, p. 10 A”.

13 Cfr. B.F.: “EP, Derechos Humanos y Ciudadanía Intercultural”, ponencia presentada en el II Seminario Taller Internacional “Hacia la construcción de una ciudadanía plena”, organizado por CIFEDHOP (Centro internacional para la formación y la enseñanza de los derechos del hombre y la paz) y el ECC (Espacio Cultural Creativo), La Paz 26-29 mayo 2008, pp.8-9.

14 Cfr. B.F.: “La educación popular en las luchas por los derechos humanos en América Latina. Estrategias pedagógicas y metodológicas”, La Paz 2006, pp. 12-22.



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