La disminución de los bosques y la marginación social en los tuxtlas por falta de una vision sistémica
Alfredo Ramos Vázquez.
Introducción.
La región conocida como Los Tuxtlas presenta una enorme diversidad tanto biológica como cultural, la cual, ha sido producto de diversos eventos naturales como sociales. Dicha zona se ubica en la planicie costera del Golfo de México, al sur del estado de Veracruz, en la cual, convergen nueve tipos de vegetación que junto con la geomorfología del lugar y la cercanía al mar, le dan a la zona un paisaje diverso. Sin embargo, a lo largo del tiempo se han producido una serie de pésimas decisiones que en general han afectado negativamente tanto a los bosques como a la población de la región. En el primer caso, las políticas de desarrollo implementadas han originado la reducción de la cubierta vegetal y con ello la disminución de la biodiversidad; mientras que en el segundo, la marginación particularmente en la parte sur de ésta donde vive la población indígena ha generado una situación grave de pobreza. Por tanto, es necesario tratar de buscar soluciones tanto biológicas como socioeconómicas en la región, lo cual, solo se puede lograr a través del uso del enfoque sistémico, que no ha sido puesto en práctica. Si a esto le agregamos la escasa vinculación entre las instituciones existentes encontramos que no han desarrollado proyectos sostenibles, ni un uso y manejo eficiente de los recursos que existen para preservar los bosques y mejorar las condiciones de vida de los pobladores.
Descripción de la zona.
Localización y condiciones físico-biológicas de la región.
La región de Los Tuxtlas está en la planicie costera del Golfo de México, al sur del estado de Veracruz, entre 18° 05 y 18° 45 de latitud norte y 94° 35 y 95° 30 de longitud oeste (Guevara et al., 2004). Esta es de origen volcánico en cuyo paisaje se observan volcanes altos, cerros de mediana y baja altura, acantilados, planicies y lagos (Geissert, 1999 y 2004). Los suelos en la zona se derivan de la alteración del material volcánico, así como, de las condiciones ecogeográficas y geológicas existentes en el área, lo cual, ha dado como resultado 18 tipos de suelos (Campos, 2004).
El clima de la zona está determinado por el gradiente altitudinal (que va desde el nivel del mar hasta los 1,700 m. de altitud) y la cercanía al mar (Golfo de México). Dicha Sierra actúa como una barrera climática entre el mar y el interior del continente, lo que origina diferencias climáticas. Así, los vientos húmedos provenientes del Golfo durante el verano y otoño, al chocar con la Sierra provocan precipitaciones de 3,000 a 4,000 mm/año en la vertiente noreste, mientras que en la vertiente sureste se forma una sombra de lluvia con 1,500 a 3,500 mm/año (Soto, 2004).
A finales del otoño y durante todo el invierno Los Tuxtlas son afectados por el desplazamiento de masas de aire polar continental provenientes del norte que al pasar por el Golfo se cargan de humedad, provocando el aumento de la precipitación invernal y descensos rápidos en la temperatura. Los vientos húmedos y fríos pueden alcanzar velocidades de 80-100 km/h que localmente se conocen como nortes (Soto, 2004).
En la región se presenten ocho subtipos climáticos, seis subtipos de clima cálido, uno semicálido y uno templado (Soto y Gama 1997). Como ejemplos, podemos mencionar que la porción suroeste es muy cálida con una temperatura media anual mayor a 26°C, mientras que en dirección noroeste y en altitudes menores a 200 m se alcanzan valores entre 26 y 24°C que es la condición térmica que predomina en gran parte de la región. En altitudes aproximadas a 600 m en la vertiente del Golfo y de 1,000 en la continental la temperatura media anual es de 22°C. Y en la parte alta de la sierra, desde los 1,600 m hasta los 1,700 msnm la temperatura es menor a 18 °C (Soto y Gama 1997).
Así mismo, la sierra de Los Tuxtlas forma parte de las cuencas de los ríos Papaloapan y Coatzacoalcos y el área se caracteriza por presentar una gran cantidad de manantiales, arroyos, ríos y lagunas debido al efecto del clima y de las características topográficas de la región (Vázquez et al., 2004).
Debido a la variedad de condiciones existentes en la zona (clima, suelo y topografía), así como por su posición geográfica, en la cual, confluyen dos regiones biogeográficas (neartica y neotropical), encontramos que en ésta se desarrollan nueve tipos de vegetación que incluyen: selva alta perennifolia, selva mediana perennifolia, selva baja perennifolia inundada, bosque mesófilo de montaña, bosque de pino, bosque de encino, sabana, manglar y dunas costeras (Castillo-Campos y Laborde, 2004), en los cuales, se ha originado una enorme diversidad biológica. Por ejemplo, la composición florística es sumamente rica, por lo que se han reportado alrededor de 2,697 especies, subespecies y variedades de plantas (Ramírez, 1999). Así mismo, se estima que Los Tuxtlas es una de las cinco áreas con mayor endemismo de árboles en el país.
En relación con la fauna encontramos que en la región se reportan un total de 565 especies de aves, 139 especies de mamíferos (Martínez y Sánchez-Cordero, 1997), 45 especies de anfibios y 117 especies de reptiles (Vogt et al., 1997), los cuales, representan el 53.22, 30, 14.8 y 16.5% del total nacional respectivamente. Además, se han registrado aproximadamente 2,240 especies de insectos en la región (Favila, 2004).
Eventos históricos que han generado la degradación de la zona.
Sin embrago, a pesar de la enorme riqueza biológica que existe en la zona durante muchos años se ha producido la pérdida de la cubierta vegetal, siendo el desmonte con fines agropecuarios la principal causa de ésta, el cual, comenzó en la época de la Colonia cuando arribaron los primeros bovinos a Veracruz y se criaron grandes hatos ganaderos en los alrededores de Santiago Tuxtla (González-Sierra, 1991). En esta época las principales actividades agropecuarias fueron la cría de ganado bovino y el cultivo de caña de azúcar, sin embargo, el impacto sobre la vegetación fue mínimo debido a que el ganado se dejaba libre en la selva. Esta práctica cambio a mediados del siglo XIX cuando se establecieron cercas para separar el ganado de los cultivos y se introdujeron los primeros forrajes, lo que provocó la demanda de nuevas áreas para la cría de ganado y el cultivo de forrajes y granos.
Posteriormente en la década de 1960 a nivel nacional ocurrieron diversos acontecimientos que hicieron de Veracruz una fuente de alimentos. En esta misma década floreció la industria petrolera en Minatitlán y Coatzacoalcos creando nuevos centros de población que demandaron productos agropecuarios. Así mismo, ocurrieron grandes desplazamientos de población a Veracruz y grandes extensiones fueron convertidas en ejidos y propiedad privada, lo cual, originó nuevos asentamientos en la región de Los Tuxtlas. Esta población carecía de una cultura forestal y surgió un nuevo concepto agrario que prevaleció en los ejidos. Donde el ejidatario que pretendía conservar la vegetación existente, se le aplicaba la ley de la tierra ociosa provocando la pérdida de la tierra con la que había sido beneficiado a través del reparto agrario (Del Castillo-Cueva, 2001).
En la década de 1970 con el apoyo de la Comisión Nacional de Desmontes se cortaron extensas áreas de selva húmeda en todo el país (Toledo et al., 1985). En tanto que en 1975 se aprobó la Ley sobre Recursos Forestales y Silvícolas facilitando a las comunidades rurales la explotación de bosques y selvas poco accesibles. Además, en esta misma década el Plan Nacional Ganadero pretendió reactivar la agricultura a través de la canalización de recursos a los campesinos. Sin embargo, la selva húmeda y subhúmeda, las tierras de cultivo y la agricultura tradicional perdieron terreno ante la expansión de los potreros. Así mismo, 1970 y 1977 se incrementaron los créditos de bancos nacionales e internacionales (World Bank, Interamerican Development Bank, entre otros) para la actividad ganadera lo que originó que esta actividad se consolidará superando a otros países de América Latina (Toledo et al., 1989).
Esto permitió que a finales de la década de los setentas muchos ejidatarios y campesinos convirtieran parte de sus tierras agrícolas en potreros. Dicha actividad continuó aumentando en la década de los ochentas incrementándose la extensión de los potreros. Tal aumento fue del 40% convirtiéndose el estado de Veracruz en el principal productor de ganado (Guevara et al., 2004). En ese mismo periodo la Ley de Reforma Agraria bajo el Programa de Inversiones Públicas para el Desarrollo Rural (PIDER) repartió tierras de selva húmeda y subhúmeda. Como consecuencia de estas reformas agropecuarias y las tendencias existentes hicieron posible que en la década de los noventas casi 2.9 millones de hectáreas de selva húmeda, es decir, el 50% de la superficie de Veracruz estaba convertida en potreros que mantenían un hato de 4.5 millones de reces (Barrera-Bassols y Rodríguez, 1993).
Barrera-Bassols (1992, 1993 y 1995) mencionó que aunque en la sierra de Los Tuxtlas la ganadería cubría sólo el 30% de la superficie, el ritmo de crecimiento de esta actividad se fue acelerando en esos años. Durante la década de 1960 y 1970 se estimuló la dotación de terrenos ejidales a nuevos pobladores y se apoyó el desarrollo de la ganadería ejidal, trayendo campesinos de regiones vecinas, quienes colonizaron y eliminaron la vegetación de los bosques para primero producir granos básicos y después para el pastoreo. La deforestación y el cambio de uso del suelo en la región se incrementaron en la década de los ochentas, ya que por ejemplo, en la sierra de Santa Marta en 1990 se había perdido 39% de la superficie forestal registrada en 1980 (Barrera-Bassols y Rodríguez, 1993).
Guevara y colaboradores (2004) encontraron que la deforestación fue muy intensa en el periodo de 1990 a 1993 siendo la parte sur la más afectada, lo cual, puede explicarse por las altas tasas de crecimiento poblacional registradas en ese periodo en los municipios de la región, Por ejemplo, los municipios de Soteapan, Mecayapan y Pajapan crecieron 4.38, 4.28 y 2.68 respectivamente y dentro de éstos algunas comunidades pequeñas de la región crecieron del 3 hasta más del 20% (INEGI, 2006).
Posteriormente, en noviembre de 1998 se publicó en el Diario Oficial de la Federación (Tomo DXLII, Núm. 16) el decreto presidencial que establece la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, cuya superficie es de 155,122 hectáreas. Esta se divide en un área de amortiguamiento con una superficie de 125,403 ha; y tres áreas núcleo: 1) zona núcleo volcán San Martín Tuxtla, con 9,805 ha; 2) zona núcleo sierra de Santa Marta, con 18,031 ha y 3) zona núcleo San Martín Pajapan, con 1,883 ha (CONANP, 2006). En las zonas núcleo la vegetación se encuentra mejor conservada que en las zonas de amortiguamiento como producto de las restricciones que se establecen en éstas a la actividad humana.
El establecimiento de la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas redujo la pérdida de vegetación pero no la ha detenido completamente y aunque no existen datos confiables podemos decir que la vegetación disminuye anualmente. Por ejemplo, un estudio de deforestación que se realizo en la Reserva de la Biosfera entre noviembre de 2004 y abril de 2005 indica que la deforestación en ese periodo fue de 1.73%. Esto es grave debido a que se supone que no debe haber deforestación en la Reserva de la Biosfera, sin embargo, de acuerdo a las circunstancias económico-sociales de la región eso es inevitable.
Deforestación.
Como ya se mencionó las principales causas de la deforestación en la zona se deben a la explotación forestal y al cambio de uso de suelo como es el establecimiento de potreros y campos agrícolas entre otros de menor importancia.
En la región de Los Tuxtlas se estima que existían 250,000 hectáreas de selva hace 60 ó 70 años. Posteriormente ésta fue reducida entre 1960 y 1980 como producto de la colonización y al desmonte con fines agrícolas y ganaderos. Los primeros estudios de deforestación fueron realizados por Dirzo y García (1992) en la parte norte de la sierra de Los Tuxtlas en el volcán San Martín Tuxtla. Las tasas de deforestación fueron de 4.2% para el periodo de 1967 a 1976 y 4.3% para el periodo de 1976 a 1986. Durante el periodo considerado de 19 años la selva se redujo en el área de estudio 56% y de acuerdo con los autores la superficie de la vegetación podría reducirse a 7,360 hectáreas (8.7%) si la tasa de deforestación de 4.3% continuaba durante un periodo de 40 años.
Posteriormente Guevara y colaboradores (2004) realizaron un estudio en donde describieron la deforestación de la sierra de Los Tuxtlas. Dicho estudio abarcó el periodo de 1972 al 1993, el cual, fue dividido en tres intervalos que van de 1972 a 1986, de 1986 a 1990 y de 1990 a 1993. De este estudio, se parte que en 1972 Los Tuxtlas presentaban 97,015 ha de selva húmeda, bosque mesófilo, bosque de pino y de encino y que al final del periodo de estudio (1993) quedaban tan sólo 54,281 ha que equivalía al 56% de la cobertura forestal inicial.
La tasa de deforestación anual fue de 1.89 para el intervalo de 1972 a 1986, la cual, disminuyó a 1.10 para el intervalo de 1986 a 1990 y posteriormente aumentó a 9.42% en el último intervalo de 1990 a 1993. Así al finalizar el intervalo de 1972 a 1986 se reportó una deforestación de 21,429 ha permanecieron 75,585 ha y se cubrieron con vegetación 784 ha. Para el intervalo de 1986 a 1990 se deforestaron 6,411 ha permanecieron 69,957 ha y se cubrieron con vegetación 3,078 ha. Por último, en el intervalo de 1990 a 1993 se deforestaron 20,919 ha permanecieron 52,132 ha y se cubrieron con vegetación 2,149 ha.
Por último, durante 2004 y 2005 se estimó la tasa de deforestación en la Reserva de la Biosfera y se encontró que en ese periodo la deforestación fue de 1.73%, aunque el estudio en realidad es de seis meses debido a que las imágenes de satélite usadas fueron de noviembre de 2004 y de abril de 2005.
Aspecto social.
En la región coexisten diferentes grupos étnicos con mestizos de diferentes regiones dentro de los cuales, estos últimos arribaron a la zona por el reparto de tierras que se realizó en la zona durante diferentes periodos. Esto ha dado como resultado una compleja combinación socio-cultural de formas de producción, prácticas religiosas y tradiciones.
En esta zona hubo grandes asentamientos humanos pertenecientes a la cultura Olmeca. El legado de esta cultura está presente en la zona, tanto en los vestigios arqueológicos como en las técnicas de producción agrícola. A partir del año 700 A.C. y durante mil años hubo una preponderancia en la región de grupos Mixe-Zoques, de los cuales, descienden los Zoques-Popolucas, habitantes actuales de la región. Aunque también existen grupos que pertenecen a la cultura náhuatl. Estos grupos tienen un profundo conocimiento sobre el uso múltiple de los recursos naturales, así como, concepciones mágico-religiosas que rigen el aprovechamiento de dichos recursos. En tanto, que los mestizos que llegaron a la zona desconocían el uso múltiple de los recursos naturales y junto con las políticas de la época deforestaron la mayor parte de la región, donde se asentaron para establecer campos agrícolas y sobre todo la ganadería, lo cual, trajo como consecuencia la pérdida de grandes áreas con vegetación.
En relación a la distribución de los pobladores de la región encontramos que cerca de tres cuartas partes de la población vive en zonas rurales (74.32%) y que una cuarta parte en las ciudades de Catemaco, San Andrés Tuxtla y Santiago Tuxtla (25.68%) que pertenecen a los municipios con el mismo nombre (INEGI, 2006).
Así mismo, podemos decir que en la región existen dos núcleos, el primero, que se ubica en la zona occidental de la región y que abarca las tres ciudades principales (Catemaco, San Andrés Tuxtla y Santiago Tuxtla), las cuales, concentran el 40% de la población de los tres municipios con el mismo nombre y el otro 60% de la población se ubica en las zonas rurales de éstos. En tanto, el segundo núcleo poblacional se ubica en la parte sur de la región y cuenta con población rural en su totalidad siendo ésta en su mayoría indígena (INEGI, 2006).
Las instituciones en la región relacionadas con el estudio y conservación de los bosques.
En la región existen diferentes instituciones relacionadas con el estudio, investigación, manejo, protección y recuperación de los bosques y su biodiversidad. En relación con la investigación encontramos la denominada Estación de Biología Tropical Los Tuxtlas que pertenece a la Universidad Nacional Autónoma de México, de la cual, han surgido excelentes trabajos de investigación, así mismo, otras instituciones académicas como el Instituto de Ecología A. C. ubicado en Xalapa, Veracruz y la Universidad Veracruzana han realizado investigaciones de gran calidad.
Con respecto al manejo de los recursos naturales en la región están encargadas dos instituciones como la Secretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Por otro lado, con respecto a la protección del medio ambiente está la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y por último, con respecto a la recuperación de los bosques existe la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), CONANP y algunas dependencias del estado de Veracruz. Así mismo, algunas instituciones federales y estatales intervienen en algunos proyectos relacionados con el medio ambiente. Además, existen una serie de programas municipales, estatales y federales que apoyan al sector social. Pero aunque existen todas estas instituciones en la región hasta el momento no se ha realizado una vinculación adecuada entre ellas y por lo tanto no se ha desarrollado un modelo apropiado en el manejo eficiente de los recursos.
Situación actual.
Actualmente la región está fuertemente deforestada particularmente en algunos tipos de vegetación. Esto ha traído consigo un cambio en el paisaje de la zona y la disminución de las poblaciones silvestres tanto de plantas como de animales. Así mismo, la población humana ha sido y está siendo afectada por los problemas económicos del país, por lo que la falta de oportunidades tanto en las ciudades como en el área rural son graves.
En el primer caso, encontramos que cada tipo de vegetación se ha reducido drásticamente por lo que tenemos, que la superficie que ocupa cada tipo de vegetación es de: 11,013 ha para selva alta perennifolia, 19,959 ha para selva mediana perennifolia, 504 ha para selva baja perennifolia inundada, 10,770 ha para bosque mesófilo de montaña, 1,065 ha bosque encino, 2,034 ha para bosque de pino, 9,357 ha para sabana, 523 ha para manglar y 238 ha para dunas costeras (Castillo-Campos y Laborde, 2004). De estas comunidades encontramos que el bosque de encino es uno de los más amenazados debido a que existen solo fragmentos de éste con poblaciones de especies reducidas. En donde, existen nulos o pocos esfuerzos serios para recuperar dicho tipo de vegetación y por el contrario se sigue reduciendo en gran medida.
Así mismo, Castillo-Campos y Laborde (2004) mencionan que la superficie que ocupan los pastizales en la región es de 160,507 ha, la zona agrícola es de 81,571 ha y el área con vegetación secundaria es de 19,520 ha. Es decir, que la superficie con pastizales es casi del doble que la zona agrícola y casi tres veces que la zona con vegetación (incluidos los nueve tipos de vegetación). Pero esto, es aún más grave, ya que la zona agrícola junto con la de pastizales ocupan el 76.3%, los nueve tipos de vegetación 17.5% y la vegetación secundaria 6.2% del área con asociaciones vegetales existentes en la región, lo cual, nos indica que más de tres cuartas partes de la vegetación de la región se ha perdido.
En relación con el aspecto socioeconómico encontramos que la región ha sido afectada por muchos factores que han generado un mosaico de situaciones. En relación con el aspecto educativo en los últimos años se observa que el grado promedio de escolaridad en la parte norte es de 5.58 mientras que la parte sur (indígena) es de 4.2 años. Dichos valores son bajos al compararlos con la capital del estado de Veracruz cuyo nombre es Xalapa y tiene un grado promedio de escolaridad de 9.89. Así mismo, es necesario mencionar que existen poblados muy pequeños en la parte sur de la región de Los Tuxtlas que presentan un promedio de escolaridad bajísimo cuyos valores son 1 ó 2 años (INEGI, 2006).
En relación a la situación económica, en la región encontramos una gran variedad de situaciones pero las comunidades que se dedican al sector primario observamos que su situación es bastante precaria. Por ejemplo, en la zona indígena (parte sur) en el 2004 se realizó un estudio en el ejido conocido como Ocotal Chico, el cual, muestra que las familias vivían con 30 pesos al día, es decir con menos de tres dólares al día y esto no ha mejorado en los últimos años, porque actualmente ellos viven con 40 pesos al día y dada la devaluación del peso mexicano es aún peor la situación. La mayor parte de sus ingresos en el 2004 los obtuvieron de subsidios del gobierno (71%), a través de los programas como: Oportunidades (35%), Procampo (18%) y Covercafé (18%). El resto de sus ingresos (29%) los obtuvieron los agricultores de: la venta de café (19%), venta de madera (2%), jornaleo (2%), ganadería (1%) y otros (5%).
Ante tal situación, los pobladores de la región buscan oportunidades para incrementar sus ingresos y ven a los bosques como una fuente de recursos por los beneficios que pueden obtener de forma inmediata como son la venta de madera, o el cambio de uso del suelo con fines agrícolas o pecuarios para incrementar sus insumos. Tal situación ha traído una enorme presión sobre la vegetación existente. Así, la selva mediana presente en el ejido ha sido eliminada casi por completo, existiendo sólo unos pocos relictos de ésta, los cuales, están muy perturbados. Algo similar sucede con los otros tipos de vegetación presentes en dicho ejido. Y esta situación se repite en muchos lugares de la región,
Por otro lado, en la parte norte de la zona encontramos una mayor diversidad en el aspecto socioeconómico debido a la presencia de una mayor variedad de actividades económicas. Sin embargo, los individuos que se dedican al sector primario están siendo fuertemente afectados en especial aquellos que tienen poca extensión de terreno. Tal situación ha generado en toda la región una fuerte emigración de los habitantes.
Buscando soluciones a la problemática ambiental y social de la región.
En la región es necesario encontrar soluciones a la disminución de la riqueza biológica y cultural, ya que de continuar con la tendencia actual se perderá paulatinamente a través del tiempo. Para esto es indispensable utilizar técnicas y metodologías que aborden los denominados sistemas complejos, que se caracterizan por presentar una gran cantidad de elementos, en los cuales, se pueden combinar aspectos biológicos, físicos, sociales y económicos. Esta visión debe de ser considerada y puesta en práctica, ya que los esfuerzos que se han realizado hasta el momento, por las instituciones académicas y gubernamentales en la región, han sido parciales sin considerar los elementos e interacciones posibles que solucionen los problemas presentes en ésta. Los intentos que se han realizado en la zona sólo han involucrado una parte del sistema, por un lado, tenemos aquellos que solo consideran aspectos biológicos, mientras que por otro lado, aquellos que solo consideran aspectos sociales. Sólo en pocas ocasiones han combinado ambos, pero éstos han sido de corto plazo y sin considerar completamente a los pobladores. A lo anterior debemos agregarle que las instituciones trabajan de forma aislada en la mayoría de los casos y cuando forman comités que involucran a los diferentes actores, generalmente éstos no representan cabalmente a los sectores o no tienen las capacidades para entender y resolver los problemas existentes. Además, de que en la mayoría de los casos no se les da el seguimiento en el tiempo a las acciones realizadas por lo que nunca se sabe si funcionan o no.
A la problemática señalada debemos agregarle la falta de estadísticas confiables, la simulación de acciones concretas y escases de recursos. Es por esto, que es necesario buscar una alternativa que involucre el conocimiento del sistema para identificar cuales acciones deben realizarse para solucionar los problemas. Así mismo, se deben coordinar todas las instituciones presentes en la región, de tal forma que programen una serie de objetivos y metas a través del tiempo, con el fin de conservar los ecosistemas existentes y rehabilitar aquellas áreas degradadas, además de aprovechar de forma más eficiente los recursos.
Es decir, no se debe continuar con el modelo actual donde cada institución tiene su propio rumbo sin coordinarse de forma efectiva con las otras instituciones. Por ejemplo, el área académica únicamente se dedica a la investigación sin involucrarse con los demás actores a través de proyectos de corto, mediano y largo plazo. Lo mismo ocurre con la Comisión Nacional Forestal donde solo ejecuta sus programas sin vincularse concretamente con las instituciones académicas que trabajan en el área. Y algo similar ocurre con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas que no se coordina de forma sustantiva con las otras instituciones. Esto ha dado como resultado que no se desarrollen proyectos adecuados para la región y con ello no existe un desarrollo sostenible de los recursos, por eso la deforestación ha persistido tanto en el pasado como en el presente, lo cual, es un gran problema como ya se mencionó.
En la zona el aspecto agropecuario es el sector más importante que por décadas ha crecido, lo cual, ha eliminando los bosques nativos, sin que se hayan desarrollado modelos sustentables y sostenibles relacionados con ésta actividad. Es decir, casi no hay experiencias exitosas donde se hayan establecido sistemas agroforestales o silvopastoriles en la región, aún cuando hay un potencial enorme, debido a la gran diversidad de árboles que hay en ésta. Dentro de esta diversidad existen muchas especies de árboles maderables, frutales, forrajeros o multipropósitos que pueden utilizarse para desarrollar sistemas productivos sostenibles. El conocimiento y uso de muchas especies de árboles ha sido desarrollado por los sectores académicos pero esto no se ha traducido en la elaboración de proyectos que pongan en práctica dichos conocimientos, los cuales, muestren las ventajas de un manejo adecuado de los recursos. Sólo han existido pequeños intentos de corto plazo a este respecto, por lo que hasta el momento no hay modelos sustentables que se puedan establecerse en la región; a pesar de que en ésta ha habido 40 años de investigación que poco a servido para mantener los ecosistemas. Probablemente, el mejor uso del conocimiento es que a partir de éste se estableció la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, pero que no ha detenido la pérdida de los ecosistemas existentes y por lo tanto de la biodiversidad. En parte, porque cuando se estableció dicha Reserva no se crearon las condiciones para un nuevo desarrollo de la región y no consideraron las necesidades de los pobladores desplazados quienes en su mayoría no han visto ningún beneficio.
De los pocos beneficios que se han desarrollado es el ecoturismo, aunque éste no ha sido planificado de forma adecuada. Es decir, no existen estudios serios donde se indique la potencialidad que representa esta actividad y qué modelo de desarrollo se debe seguir. A pesar de esto, ha crecido por la enorme variedad de lugares que se pueden encontrar como son lagos, playas, cascadas, ríos, volcanes, tipos de vegetación, etc. Por lo tanto, se debe establecer una red ecoturística bien planeada en donde se desarrolle la infraestructura y se ofrezca la información y los servicios adecuados a los visitantes.
Por tanto, considero que se debe crear un grupo multidisciplinario de expertos que conozcan el área y en conjunto con las instituciones que operan en el lugar y los pobladores de la región, traten de desarrollar una serie de estrategias, proyectos y modelos para cada zona dependiendo de sus particularidades y necesidades de los pobladores. Es decir, no se puede tratar a toda la zona de la misma manera, ya que hay condiciones físico-biológicas y sociales distintas en ésta. Dichos proyectos deben aportarles a los pobladores beneficios a corto, mediano y largo plazo, donde éstos se vean reflejados en el uso y manejo de los recursos de una forma más eficiente y que al final incremente la calidad de vida de los pobladores. El fin último de dichos proyectos consistirá en mantener los ecosistemas y con ello la biodiversidad, así como, los grupos humanos que viven en el área mejorando sus condiciones de vida. De no lograrse lo anterior se continuará con la pérdida de los diferentes tipos de vegetación y con ello de la biodiversidad, así como se mantendrá la falta de oportunidades para los pobladores y la desolación y pobreza que existe sobre todo en la parte indígena de ésta.
Dentro de los proyectos y/o programas que deben desarrollarse encontramos:
|) La implementación de sistemas agroforestales ya que gran parte de la población se dedica al aspecto agrícola o pecuario, que en conjunto ocupan el 76.3% del territorio de la zona. Estos sistemas deben incluir árboles maderables, forrajeros, frutales o multipropósitos dependiendo de las necesidades de los pobladores.
2) La implementación de sistemas forestales debido a que en la región se desarrollan naturalmente diversas especies cuya madera es de excelente calidad.
3) Establecer programas de empleos verdes en zonas marginadas con fines de conservación. Esto mejorará las condiciones disminuyendo la pobreza de la zona, así como mantendrá y rehabilitará el ambiente. Atacando con ello, dos de los problemas más serios de la zona al mismo tiempo. Por ejemplo, se pueden incluir proyectos de reforestación en la zona con diferentes fines dentro ellos de captura de carbono, disminución de la erosión, etc.
4) Implementar proyectos ecoturísticos bien organizados donde se considere tanto a la infraestructura como la información necesaria para hacer crecer dicha actividad.
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