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Cartas a la revista

Estimados editores:

Me dirijo a ustedes como uno de los representantes del pensamiento joven que ha venido a promover en sus mentes una renovación de lo que llamamos convivencia en comunidad, a través de una reflexión con la que espero podamos crecer en mente y como persona. El tema que elijo para esta situación serán los derechos humanos que durante este último tiempo su importancia se ha visto diezmada por diferentes causas. Según creo, la única forma de continuar una convivencia en sociedad es a través de algo tan básico como las ideas planteadas en la declaración de los derechos humanos, y es por lo mismo que los invito a una pequeña mirada al mundo actual y a los distintos artículos de ésta.

Intentando ser lo más claro en mis palabras deseo comenzar a explicar mi visión a través del preámbulo de la declaración universal de los derechos humanos, el cual se basa en la familia como centro principal de la sociedad donde todos sus miembros incorporan el concepto de dignidad e igualdad de derechos. Este pequeño párrafo es suficiente para cuestionarnos nosotros mismos si la vida que llevamos en nuestros respectivos hogares, base de nuestro posterior desarrollo en sociedad, cumple con los requisitos, es decir, que debe haber un ambiente de respeto no sólo de los hijos a los padres, sino también de éstos a sus pupilos, donde se valore todo esfuerzo por más pequeño que sea y no dejar de incentivar el amor y el aprendizaje. Pues alguien sabio me dijo la siguiente frase: “uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde”.

El humano tiende a destruir lo que toca, y es por esto que se deben rechazar actos de barbarie como las guerras o cualquier hecho que atente contra la vida y la estabilidad social. Sin embargo, hechos así no deben ser olvidados sino conservados en la memoria de las personas para no volver a cometer los errores del pasado. Nada justifica el asesinato de personas y quien no se opone, o peor aún, lo apoya; no puede ser considerado persona.

Es necesario no sólo conocer los principios de ésta declaración sino que deben ser puestos en práctica. Por ejemplo Estados Unidos puede ser considerado de inconsecuente, pues por una parte se proclama que:

    “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”

Y sin embargo aún en 1964, en el estado de Alabama, se tuvo que enviar a la guardia nacional para que un estudiante negro pudiese ingresar por primera vez a la universidad del estado. ¿No parece un tanto absurda esta situación?

Compañeros yo les digo sinceramente, lo dicho en la proclamación de los derechos humanos no fue algo que se invento de un día a otro y que reside en una institución como lo es la ONU. Sino que es mucho más que eso, se tratan de valores que la sociedad no debe olvidar, presentes en cada persona. Les pongo como ejemplo a Alemania; país que se vio duramente involucrado en actos inhumanos durante la primera mitad del siglo XX cuando se efectuó el holocausto a lo que la gente respondió con un “nosotros no sabíamos” y hasta la fecha hay marchas, en ciudades como Dresden, donde se pide perdón por el exterminio de judíos. Sin embargo, poco se sabe de alguna disculpa hecha por la gran potencia norteamericana acerca de hechos como la prueba de bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Otra situación, no menos importante son los relativamente recientes ataques hacia el medio oriente provocados por Estados Unidos en un escondido intento por aumentar sus territorios y ganancias, costándole la vida a miles de personas.

Es tanta la falta de respeto hacia la vida que se produce que se ha llegado a escribir un libro denominado “La próxima guerra mundial: Ciclos y tendencias del sistema mundial.”

Con todo esto pareciese que los estados se están preocupando más de las ganancias y subir la economía del país más que la protección de la familia. Pongo así el caso de nuestro gobierno, para lo cual cito el tercer punto de artículo 23 de la declaración:

    “Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada por cualesquiera otros medios de protección social.”

Considerando el sueldo mínimo que se le otorga al chileno que equivale a la cantidad de ciento veinticinco mil pesos se hace evidente la incongruencia entre el deber ser y la práctica.

Además se le puede sumar fallas a sistemas como la educación que se ha visto duramente criticada durante este último tiempo, acusándosele de no seguir el principio que se implanta en la declaración que expresa que la persona que desee estudiar debe tener la misma posibilidad que el resto pues la educación es el mejor regalo que se le puede dar a una persona.

Como ya mencioné anteriormente las ideas planteadas en la declaración son valores que deben estar presentes a la hora de lograr acuerdos en temas como este, pues hay que considerar que “el saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan”, estas fueron las palabras del escritor y poeta italiano Arturo Graf que en lo cierto estaba pues sólo a través del respeto muto se puede llegar a soluciones que satisfagan a ambos bandos.

Para finalizar me gustaría citar el punto uno del artículo 29:

    “Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”

Lo nombro a fin de dar cuenta de la importancia de adherirse a una lucha por un mundo mejor, libre de temor y miseria, donde cada uno pueda libremente aportar algo para mantener la paz, así como yo he llegado a producir éste discurso. La declaración universal de los derechos humanos trabaja con el concepto de libertad individual y debemos tratar de alcanzarla (pausa) después si no se tiene libertad interior ¿Qué otra libertad se espera poder tener?

Muchas Gracias.

ÁLVARO CARVALLO GARCÍA

Santiago de Chile



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