Después de las elecciones, ¿qué?;
¿un nuevo camino en Nicaragua?
Víctor Tirado López *
La Jornada
En 1989 el mundo dejó de ser bipolar con la caída del Muro de Berlín. El campo socialista se derrumbó. Al mismo tiempo los países subdesarrollados, los pertenecientes a los No Alineados, entraron en crisis, dejaron de expresarse en su instrumento de lucha. Nicaragua no fue ajena a ese derrumbe, la revolución sandinista fue derrotada en las urnas en febrero de l990 en parte por las mismas causas. El proyecto sandinista se vino abajo. La Unión Nacional Opositora fue la alternativa democrática, compitió electoralmente y ganó la partida. Se puede decir que a la derrota contribuyó la guerra fría, especialmente por formar parte del paraguas de la extinta Unión Soviética. Desde esos días el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) no se ha repuesto ni ha podido rescatar ni ofrecer un nuevo proyecto.
A esa distancia, el FSLN ha participado en tres contiendas electorales (1999, 1996 y 2002) con un solo candidato para presidente de la república, Daniel Ortega, y ha cosechado tres derrotas consecutivas. El 5 de noviembre de este año entró a la cuarta contienda, y alcanzó por fin su meta ansiada, la presidencia, pero no para sostener o conquistar el poder revolucionario, como en 1979, sino para llegar al gobierno, oigase bien, para defender intereses de grupo, pero sin alcanzar el poder absoluto como en 1979, sino para echar a funcionar medidas neopopulistas con contenido neoliberal.
Rescatar un nuevo proyecto no es tarea fácil; pero tampoco el FSLN realizó esfuerzo alguno desde 1990. Han pasado 16 años desde la primera derrota electoral y el Frente Sandinista en la oposición no se comprometió a redactar algo novedoso capaz de hacerle frente a las nuevas condiciones que nos anunciaba el fin del sistema socialista mundial. Sin embargo, para rencontrarse con el poder, Daniel Ortega olvidó lo más sustancioso de la lucha, el programa económico, y se dedicó al practisismo desde el punto de vista político electoral, que vino preparando y planificando su propia existencia en un periodo que duró cerca de 10 años y medio hasta ver consumadas sus ambiciones de volver a la presidencia. La alcanzó, es cierto, a pesar de sus tres derrotas consecutivas; hace suya esta victoria electoral con las ideas de la "reconciliación y unida Nicaragua triunfa". El tiempo para Daniel no era de suma importancia y no fue sino este 5 de noviembre que logró el fruto de su estrategia electoral.
El FSLN bajo la dirección de Daniel Ortega creó un ambiente favorable. Nacional e internacionalmente trata de ganarse a los distintos estados de Europa y en primer lugar al gobierno de Estados Unidos, ahí está su debilidad, es decir, no recibe como frente el apoyo de la comunidad internacional, al contrario es el danielismo que le da forma a esta dirección dentro de la organización al obtener una victoria electoral pírrica. Esta corriente nunca se preocupó por aportar a la discusión y al debate económico, así lo demostró Daniel en su campaña electoral al rehuir la polémica. Su preocupación radica en consolidar la cuota de poder que se ha visto acrecentada a partir de la firma del pacto del 99.
Surge una pregunta: ¿la reconciliación es un criterio de unificación? Porque cuando se carece de un proyecto de programa y se aspira a un puesto público o político de alto nivel como la magistratura presidencial después de tres fracasos presidenciales, la forma conveniente de defender los intereses de grupo no son más que las reivindicaciones de un capital formado con la ayuda estatal, entonces la propiedad pública se trasforma en propiedad privada y en este caso el pacto aparece como desprendiéndose del Estado. Por ejemplo, te pregunto Daniel Ortega, ¿puedes escapar al capital tradicional en aras de defender a los votantes desocupados que te dieron el triunfo? Está por verse porque perteneces a un grupo social, el grupo económico sandinista que te apoyó y el bloque del gobierno que coincide con tus intereses como partido, producto del modelo económico estatal en donde se acentúan los intereses de grupo al calor de la piñata y de Arnoldo Alemán. Se han enriquecido como gobernantes del Estado, por eso es que se buscan a como dé lugar atentando contra las instituciones del Estado, como el Poder Judicial, el Consejo Supremo Electoral y otras de igual categoría, porque en el Estado amasaron su fortuna y, al no contar con los elementos necesarios de formación de capital legal, éste se fue formando al amparo del Estado. Una cosa es que el Estado defienda tus intereses por medio de acumular una fortuna por tu propia cuenta y otra distinta es hacer fortuna a costa de él.
Acuérdense los grupos económicos que hicieron su capital al calor del Estado que la riqueza la produce el trabajo y que para adueñarse de esa riqueza hay que hacer uso del trabajo, y si no existe esa forma de acumular bienes, quiere decir que se vive del trabajo ajeno o del erario público. Daniel, ninguna economía puede funcionar si están de por medio los grupos económicos productos del azar, porque esto conduce a la corrupción, al despilfarro y a la inestabilidad política, sin conseguir un crecimiento justo. Daniel Ortega, en tu presentación electoral no hablaste de las instituciones corruptas, y me da la impresión que no tratas de impedir su desenvolvimiento.
Desde luego esta campaña electoral no contenía el programa económico del nuevo sandinismo, es decir, la coyuntura se los comió. Ya no es el FSLN de los años 80. Lo entiendo. Pero sí se aventura a crear un nuevo proyecto tipo capitalismo salvaje, que incluso a pesar de sus intenciones es salvaje, como la forma de hacer capital.
A lo largo de estos últimos tres meses de campaña electoral para escoger presidente y diputados a la Asamblea Nacional y al Parlamento Centroamericano, se dieron cita para competir por esos puestos los partidos políticos de centro, centroderecha, centroizquierda, entre ellos la alianza MRS, en busca del paradigma perdido
En las elecciones de noviembre de 2006 el FSLN obtuvo una ganancia electoral por medio de alianzas individuales y de grupos políticos, que con el tiempo lleva a la gestación de una oligarquía política. Para Daniel, el cambio que ha originado no es más que convertirse de las ideas revolucionarias al dogma de la religión católica Si esta alianza se mantiene, por un buen tiempo Nicaragua seguirá siendo el país de los caudillos.
El programa de cada uno de ellos no se diferencia en lo fundamental. Todos hablan de reducir la pobreza, crear nuevos puestos de trabajo, viviendas, contra la corrupción; sin embargo, no impulsan la lucha por la reconstrucción de Nicaragua, contra la injusticia judicial que se mantiene con el pacto, el respeto a los poderes del Estado, es decir el estado de derecho; debemos enmendar, mejorar, reformar todo el Estado, en una palabra cambiar.
¿Cuál es el camino? La economía de mercado y la necesidad de democratizar este mercado, por tanto la izquierda debe proclamar y luchar por una distribución justa del ingreso y la riqueza. Ese es uno de los puntos esenciales de la nueva izquierda, o de centro, como se le quiera llamar. No trato de hacer del mercado el centro de la economía, pero comparto con algunos analistas humanizar el mercado, por lo menos, pues todos los sistemas económicos existentes hasta nuestros días no han sido humanos, desde la comunidad primitiva pasando por el capitalismo y el socialismo. Lo que hay que tratar de dar es un enfoque alternativo al proponer la democratización de la economía de mercado. No hay otro camino.
Candidato ganador, Daniel Ortega, no te hagas ilusiones en cuanto aplicar tus intenciones programáticas en favor de disminuir la pobreza, pues la realidad es una y a veces creemos que vamos por el camino correcto y nos equivocamos: así nos sucedió a nosotros con la revolución sandinista. Caminamos de error en error. El camino del sistema económico que pasa por nuestras cabezas se convierte en pura ilusión, y estoy seguro que para ti los encuentros que has sostenido con distintos sectores económicos del país, después de ser declarado oficialmente presidente electo, te lleva sin lugar alguna a continuar el capitalismo salvaje, que tanto criticaste en tu campaña. Mucho cuidado.
Por tanto el Estado debe garantizar el proyecto educativo, para evitar el capitalismo salvaje con un Estado enriquecido con el ahorro nacional, pero no enriqueciendo a los funcionarios del gobierno, un sistema fiscal justo, de igual manera la valorización de un salario y empleo dignos en un amplio mercado de trabajo, defendiendo un Estado fuerte para aplastar el neoliberalismo, no el Estado actual que tenemos; contar con una democracia capaz de enfrentar las desigualdades sociales, elevar el ahorro interno que nos liberará en parte del círculo vicioso de dependencia del capital extranjero por medio del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para destinarlo al aumento de la producción y de la productividad.
¿Qué sistema tratan de edificar los danielistas, el parlamentario o el presidencialista? Cualquiera de los dos lleva inconscientemente al capitalismo de Estado o lo que es lo mismo a la oligarquía política, por tanto hay que crear el estado de derecho. Bajo la dirección del caudillo Daniel Ortega es difícil. Ganó las elecciones, es cierto, pero por varias razones mantiene el Estado como redición del pasado, entre ellas la alianza con el ex presidente Alemán y con el cardenal Miguel Obando, además de haberse unido a los contras capitalistas, es decir, la derecha más liberal. Además, atrajo a fuerzas sociales de los bajos fondos, sectores que no tienen porvenir si no se les subsidia como fuerza económicamente informal, amén de controlar el Consejo Supremo Electoral, el sistema de fiscales y el padrón electoral, que dieron la ganancia, como en el sistema capitalista, a la mercancía más demandada y con más competencia; pagó un precio justo. Daniel manejó todos los hilos del gobierno desde años atrás hasta llegar a su culminación el 5 de noviembre. En consecuencia, controló todo el proceso electoral en el momento de la firma del pacto.
· (*) Ex miembro de la dirección del FSLN
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