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REFLEXIONES ACERCA DEL PAPEL DE LA MUJER HOY EN UN MUNDO GLOBALIZADO

AUTORAS: Lic. RAIZA TRAPOTE FERNÁNDEZ
                    MsC. DONNA BAÑOS GUERRA
                    Lic. CARMEN TORRES GONZÁLEZ

EMAIL: raizat@fce.cug.co.cu

RESUMEN
El siguiente trabajo aborda temas referentes a la mujer en un mundo donde solo se analizan los aranceles y los perjuicios para la economía mundial. Donde no se tienen en cuenta la posición de la mujer y su futuro.

Se resaltan diferentes criterios emitidos a nivel mundial por estudiosos del tema “Mujer y Globalización” haciendo énfasis a la importancia de tenerlas en cuenta ante una discusión sobre temas neoliberales.

De manera sutil se reflexiona acerca de los tres grupos de mujeres miradas con ojos de críticos acerca de un tema tan polémico como lo es la Globalización y sus rostros; teniendo en cuenta que la globalización es un proceso donde se excluyen segmento de la población y precisamente es la mujer el segmento más débil de la misma.

Por último se concluye la investigación con las palabras de Olga Lucía Ramírez, pronunciadas el 10 de octubre del 2006 ante una entrevista en nota de prensa, donde decía: “…debemos ver el mundo con ojos de mujer, debemos para el mundo para cambiarlo”.

INTRODUCCIÓN

Hoy, cuando crece la economía mundial; la mujer desempeña un papel preponderante e indispensable para alcanzar el desarrollo pleno del hombre y de la sociedad en general. Entonces, ¿por qué privarlas de la libertad, de cosas que realmente necesita, del bienestar material y de tener la satisfacción de criar a sus hijos y no de regalarlos o venderlos en el mejor de los casos.

Georgina Alfonso González planteaba en una conferencia de prensa:
… una crítica a fondo del lugar asignado a la mujer en la lógica económica, cultural y simbólica de la globalización implica colocar en la agenda de debate temas como:
  1. Neoliberalismo y feminización de la pobreza.
  2. Dicotomía entre la esfera privada y pública: la politicidad del espacio privado como el estatuto teórico del feminismo.
  3. Las luchas femeninas por la ciudadanización: Vicisitudes del acceso a la historia del sujeto mujer.
  4. La violencia invisibilizada: control y expropiación de la sexualidad de la mujer.
  5. Movimiento de mujeres y feminismo político. La reconexión de lo social con lo político en la perspectiva del movimiento feminista.
  6. Los fundamentos valorativos del feminismo: ideales, símbolos y valores de la mujer.
Es precisamente eso lo que se quiere, que reflexionemos acerca del rol de la mujer en un mundo con ideología globalizadora acerca del neoliberalismo y en función de esto demostrar que tal vez la mujer consiga cosas que aún no se han resulto en debates y discusiones acerca de la globalización neoliberal.

DESARROLLO

Los proyectos globalizadores del capitalismo contemporáneo apuntan hacia la conformación de una estructura económica y cultural en el ámbito planetario altamente jerarquizada y excluyente, donde predominan de manera creciente los intereses y valores de las grandes empresas multinacionales. La descontextualización de los referentes valorativos y la desconstrucción de las identidades se ocultan en la ideología globalizadora del neoliberalismo bajo la máscara de una nueva construcción de símbolos y valores multicultural y diversa. Sin negar, claro está, que dicha diversidad cultural debe subordinarse totalmente al mandato soberano del mercado.

La globalización neoliberal se presenta como una forma moderna de relaciones patriarcales. Ahora a todo aquello que las mujeres se ven obligadas a hacer «gratis», ya sea relacionado con la existencia o la subsistencia humana, se le llama «reproducción», en oposición con la producción y no como su contraparte dialéctica. «Reproducir» connota en términos patriarcales, una actividad menor, secundaria, que no genera en sí valor económico alguno. De un modo «muy racional» se utiliza la «reproducción» cargada de significados y símbolos femeninos para ocultar, más aun, el trabajo de las mujeres que asegura gran parte de la acumulación de capital.

A medida que el capital global se centraliza cada vez más por el control trasnacional, los estados nacionales pierden poder y los trabajadores son cada vez más marginados y excluidos, la situación de la mujer llega a un punto en que no pueden controlar sus medios de producción ni su fertilidad.

La «feminización laboral», tendencia que se manifestó en la economía mundial a partir de la postguerra y alcanzó auge en los años 60, adquiere ahora nuevos matices: las mujeres constituyen la fuerza principal de trabajo para el creciente sector de los servicios, donde realizan tareas de bajo estatus y poco salario. Según datos del PNUD, el 71% de las mujeres empleadas formalmente se concentran en cinco grupos ocupacionales, educación, enfermería, oficina, ventas y servicios, la mayoría en los puestos peor remunerados. El ingreso promedio de las mujeres todavía equivale a sólo el 70% del de los hombres, aunque en los últimos años, el ingreso de las mujeres ha tenido un continuo incremento respecto al de los hombres por la reducción constante de los ingresos y los puestos laborales tradicionales para los hombres.

Aun así, para las mujeres aumentan las listas de trabajos con jornada partida y de contratos temporales sin seguridad social, oportunidades de promoción o jubilación. Son raros los programas de trabajo que tengan en cuenta el cuidado de los niños y las bajas por maternidad. La mayor parte del trabajo de las mujeres está excluido del cálculo del Producto Nacional Bruto.

Las apologías de "lo posible y lo necesario" y la justificación de los males existentes es un elemento imprescindible en el discurso neoliberal y en su estrategia cultural. La justificación de la pobreza, de la baja moral pública, de la inseguridad social, de las violaciones de los derechos humanos es el reverso de la crítica al sistema. Con ella se quiebran las nociones sociales y colectivas en el plano simbólico y se instalan, en su lugar, la noción de paradigma hegemónico con sujetos individuales y fragmentados, con esto se pone freno a la creación de conceptos y realidades que promuevan alternativas de liberación.

La globalización neoliberal capitalista ha producido cambios tan vertiginosos, y tantas rupturas teóricas y cotidianas que no es de asombrar, como dice Noam Chomski, el estado de desesperación, ansiedad, falta de esperanza, enojo y temor que prevalece en el mundo fuera de los sectores opulentos y privilegiados y del sacerdocio comprado que cantan alabanzas a nuestra magnificiencia, una característica notable de nuestra cultura contemporánea, si se puede pronunciar esta frase sin vergüenza.

El feminismo como movimiento político, símbolo y valor de la mujer no ha escapado a este hecho. La institucionalización del feminismo, hecho que se presenta en el discurso político como un paso a favor de la mujer, ha sido la manera de encubrir las aun no resueltas contradicciones y relaciones de poder entre hombres y mujeres, que van más allá de las diferencias de género y sexo

Estos llamados "feminismos institucionales", por lo general, presentan un claro abandono a la búsqueda de soluciones revolucionarias para la emancipación de la mujer, y asumen la convicción de que desde dentro del sistema, con la presión que se ejerce sobre sectores del poder influyen de manera directa en las soluciones y toma de decisiones de esos grupos a favor de las necesidades e intereses de las mujeres.

La chilena Ximena Valdés, al referirse a este fenómeno y su impacto dentro de las luchas de las mujeres en América Latina plantea: “…los procesos de democratización contribuyeron a la baja de perfil del mundo no gubernamental, comparado con aquel logrado en los ochentas. Así comienza a experimentarse el traslado de los temas puestos en la agenda pública por parte de las mujeres, a las agendas institucionales. Los Estados firman convenciones, redactan informes sobre lo avanzado en materia de mujeres, instalan mecanismos, crean instrumentos de manera tal que asistimos al tránsito de la temática de la mujer desde la sociedad civil al los gobiernos”
Otra reflexión interesante sobre este aspecto la hace Amélia Valcárcel desde la experiencia de los paises desarrollados, según ella, se dan tres rasgos característicos en la manera en cómo las mujeres detentan poder:
  1. Las mujeres detentan el poder otorgado sin la completa vestidura que este supone.
  2. Las mujeres detentan el poder con los tres votos clásicos: pobreza, castidad y obediencia.
  3. A las mujeres les es permitido detentar este poder siempre que a él lleven las virtudes clásicamente reconocidas como aretario del sexo femenino, que son fundamentalmente: fidelidad y abnegación.
"¿Por qué ocurre todo esto?, ¿por qué no hay completa investidura?, ¿por qué podemos decir que se exigen los tres votos clásicos y probar que en efecto es así? Por qué no hay detentación del poder por parte de las mujeres en el nivel pertinente , en el nivel simbólico pertinente...

El poder denota masculinidad, esto es así, es un hecho innegable que no precisa mayores desquisiones... Dado el deber de sumisión, distinto del deber de obediencia, dada lo no completa investidura, dada las condiciones especiales de detentación del poder, este poder es necesariamente inestable: lo detenta alguien, pero ese poder no se hace extensivo como detentación al colectivo completo al que ese alguien pertenece significativamente. Del heho de que una, dos, tres mujeres detenten un poder, para el colectivo completo de las mujeres no se sigue que el colectivo detente poder. Y para esas mujeres que lo detentan no se sigue que eso las saque de los esquemas normativos a que su colectivo esta sujeto. Es por lo tanto vivido y percibido externamente como inestable, casual, accidental, moda incluso".

El patriarcado en su versión neoliberal y globalizado acentúa sus significados clasicos: el individualismo, el divorcio entre lo público y lo privado, la desigualdad natural de género. Como valores del orden, no están en discusión. «Se aceptan, si se quiere vivir y por esta razón se excluye a todo aquel que no los acepte o luche contra ellos».

Basta leer un pequeño fragmento de los textos para comprender la filosofía sobre la que descansa la dominación y la discriminación de la mujer.

"El hecho trascendental es que al hombre le es imposible abarcar un campo ilimitado, sentir la urgencia de un número ilimitado de necesidades. Se centre su atención sobre sus propias necesidades o tome con cálido interés el bienestar de cualquier ser humano que conozca, los fines de que se puede ocuparse serán tan sólo y siempre una fracción infinitésima de las necesidades de todos los hombres. Sobre este hecho fundamental descansa la filosofía entera del individualismo. Esto no supone... que el hombre es interesado o egoísta o que deba serlo. Se limita a partir del hecho indiscutible de que la limitación de nuestras facultades imaginativas sólo permite incluir en nuestra escala de valores un sector de las necesidades de la sociedad entera, y que, hablando estrictamente, como sólo en las mentes individuales pueden existir escalas de valores, no hay sino escalas que son diferentes y a menudo contradictorias entre si la transmutación de valores que provoca la aceptación inconsciente o no, de la ideología globalizadora neoliberal somete a las personas a vivir en el mundo del silencio, el miedo y la soledad impuesto en nombre del orden. Bajo el dominio de un tipo de cultura que enlata el ser, el hacer y el desear, pensar es, también, una rebeldía.

La crisis paradigmática que afrontamos hoy incluye la formalización de un tipo de paradigma a partir de un modelo y un esquema patriarcal determinado histórico y culturalmente y al cual la teoría y la práctica social no ha podido superar totalmente ni en las experiencias sociales más progresistas.

Reconstruir la imagen creíble y atractiva de una sociedad fraterna, solidaria y libre desde una perspectiva emancipadora de género precisa impulsar procesos permanentes de crítica y creación libres de actitudes o prejuicios que atentan contra una visión genérica cuyo sentido es la transformación de la sociedad. Estamos, pues, urgidos de tejer entre todos y todas la imagen atractiva de un bienestar sostenible.

Ahora bien:

Existen países como chile que la discriminación y los cambios en la economía por el sustento afectan indudablemente a la mujer.

A cuatro años del fin de siglo, la realidad de un mundo globalizado se ha instalado y Chile no está ajeno, sino que enfrenta el desafío de insertarse con éxito en el nuevo escenario mundial. La firma de tratados comerciales bilaterales y la participación en diversos conglomerados de países, con el fin de expandir sus fronteras comerciales, ha sido el camino escogido. La necesidad de participar en condiciones competitivas en esa economía global obliga a realizar importantes cambios tecnológicos y organizativos en los sectores productivos del país. Como es lógico, estas modificaciones y, en particular, el empuje empresarial hacia una mayor flexibilización del aparato productivo y del uso de la fuerza de trabajo afectan al empleo femenino. No obstante, con respecto a la forma en que le afecta hay diferentes visiones.

Una versión catastrofista percibe la globalización y los cambios en la estructura productiva y del empleo de la mujer sólo como una amenaza.

Otro enfoque visualiza que la inserción internacional de la economía chilena en marcha no perjudicará mayormente a las trabajadoras, puesto que un aumento del comercio y de la inversión incrementaría y mejoraría el empleo.

Una tercera postura, de la cual Argumentos se siente portavoz, es una llamada de alerta, basada en considerar que el difícil escenario de globalización y reestructuración competitiva de la economía nacional requiere del Estado y de los actores laborales políticas activas que valoren el trabajo femenino y busquen la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el campo laboral.

De no darse las condiciones anteriores, la globalización, portadora de grandes potencialidades para generar progreso económico, social y cultural, puede traducirse en un empeoramiento de las condiciones de trabajo de las mujeres y un aumento de las desigualdades entre los sexos.

Los datos sobre la generación de empleos en Chile muestran en los últimos años una clara tendencia de desaceleración. Si se compara el quinquenio 1985-89 y el de 1990-94, el descenso de la creación de nuevos puestos de trabajo queda de manifiesto. En el primer período hubo un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un 36,9 por ciento y se crearon, en promedio, 215 mil nuevos puestos de trabajo. En el segundo período, en cambio, el promedio de nuevos empleos fue de 115 mil, lo que representa una disminución cercana al 47 por ciento, en circunstancias en que el crecimiento de la economía fue muy similar. En lo relativo a la generación de empleo femenino, se puede constatar que en el período 1986-1990, el número de puestos de trabajo para mujeres aumentó en un 20 por ciento. En el período 1991-1995, sin embargo, el incremento fue de tan solo un 16 por ciento.

De este modo, si bien en los últimos años se ha dado una acelerada incorporación femenina al mercado laboral, los efectos de la mayor apertura económica que proporcionará el conjunto de los tratados de libre comercio en curso, pueden generar una tendencia de desaceleración de la generación de empleo femenino, más aun, si consideramos el probable aumento de la demanda de mano de obra calificada y los menores niveles de especialización técnica de la mayoría de las mujeres. Aunque el nivel educacional de la fuerza de trabajo femenina en Chile supera el de la masculina, las mujeres enfrentan la innovación tecnológica de los procesos de trabajo desde una posición de desventaja. Ni su formación escolar ni su formación posterior las prepara para situarse exitosamente en un mercado laboral que está caracterizado por una creciente demanda de calificaciones específicas, de un nuevo tipo de calificaciones con habilidades en materias tales como manejo de informática y organizacional, procesos de planificación y calidad total, mercadeo, etc.

La flexibilización de los procesos productivos y del empleo en respuesta a las exigencias de la competencia internacional, que tiende a expulsar a fuertes contingentes de trabajadores hacia empleos precarios, podría tener un mayor impacto en las mujeres que en los hombres, porque afecta a los trabajadores menos calificados y aquellos que tienen menos acceso a los programas de capacitación. Este es el caso de las mujeres.

De este modo, se podría decir que estamos frente a una situación que está bastante lejos de la equidad para la mujer en el mundo del trabajo. Al contrario, lo que se visualiza es una fragmentación de la clase trabajadora, en un núcleo cada vez más restringido de trabajadores calificados y bien remunerados con mayor estabilidad laboral y mejor acceso a los sistemas provisionales y de salud, que es mayoritariamente masculino, y una periferia, cada vez más extendida, de trabajadores en condiciones precarias de empleo, con una mayor proporción de mujeres. Se estima que es imprescindible una innovación en los tipos de protección jurídica y social de los empleos atípicos y una regulación y fiscalización adecuada para evitar los efectos negativos de estos procesos en las condiciones de trabajo, salud y vida de trabajadoras y de trabajadores.

Y aquí se abre el primer interrogante: ¿qué capacidad tienen las mujeres para influir en las nuevas estructuras de realidad que se están creando y en qué medida podemos modificar los nuevos escenarios sociales que se están configurando en esta nueva época marcada por la globalización? Si en los procesos de cambio social y político se intenta asignar un nuevo espacio a las mujeres, desde el feminismo debemos reflexionar sobre el papel y el espacio social que este nuevo mundo globalizado ofrece a la mitad de la humanidad. En este momento histórico es crucial producir conocimiento y reflexiones feministas que iluminen los nuevos hechos sociales que se están gestando y que afectan las vidas de las mujeres. Este conocimiento tiene que tener la suficiente capacidad explicativa cómo para dar cuenta de la complejidad de las mujeres como colectivo social y, al tiempo, tiene que deslegitimar las configuraciones teóricas que eluden explicar los múltiples cruces de dominación en que están inscritas las mujeres y que tan excelentes beneficios están proporcionando a los varones y a la nueva economía capitalista.

No puede soslayarse que el rostro más relevante de la globalización hoy es el neoliberal. Y que éste proceso es el que ha introducido cambios significativos en las condiciones de vida de las mujeres.

Las mujeres, al ser uno de los sectores de población más pobres, son quienes más se han beneficiado con los programas sociales y por ello mismo son quienes más acusan las medidas de ajuste estructural, puesto que son estos servicios a los que se aplican los recortes en los presupuestos nacionales. Las mujeres, invisibles como productoras, ahora con las políticas neoliberales, vuelven a ser objetivo “del lápiz rojo del economista al ver numerosos servicios, por ejemplo, de salud reproductiva, tachados de los presupuestos nacionales”

¿Cuál es el resultado de la aplicación de las políticas de ajuste estructural sobre las mujeres? Lo primero que hay que subrayar es que influyen asimétricamente sobre las relaciones de género. Y es que el estado redefine y expande lo 'privado' para así invisibilizar los costes de desplazamiento de la economía remunerada a la no remunerada. La necesidad de alargar el salario para poder hacer frente a las necesidades básicas implica casi siempre un incremento del trabajo doméstico: más necesidad de cocinar, cambios en los hábitos de la compra, entre otros.

Los efectos de las políticas neoliberales son distintos para las mujeres de los países del Norte y de los del Sur. Las políticas neoliberales afectan más negativamente a las mujeres de los países en desarrollo que a las de los países del primer mundo. Y este hecho está relacionado con el grado de desarrollo de los derechos sociales, de las democracias y de la formación cultural de cada sociedad. De otro lado, no puede soslayarse el hecho de que en los países del norte se aplican en mayor o menor medida políticas de acción afirmativa como resultado de la movilización política de las mujeres en organizaciones feministas desde hace décadas.

De todas formas, hay que señalar que la globalización económica está haciendo crecer el empleo y el trabajo de las mujeres. En los países desarrollados, las mujeres se trasladan de la industria a los servicios y en los países en desarrollo, se trasladan del trabajo gratuito del hogar y de la agricultura de subsistencia a la economía monetaria. Los efectos de los programas de ajuste estructural no señalan una sola tendencia ni tampoco producen los mismos efectos para todas las mujeres. Los efectos varían en función de circunstancias diversas relacionadas con los distintos contextos económicos, políticos y culturales. Si bien la tendencia que se observa es que cada vez acceden más mujeres al mercado laboral mundial, también se identifican excepciones significativas que nos tienen que empujar a reflexionar sobre las características de esa tendencia.

Por ejemplo, la aplicación de las políticas neoliberales en los antiguos países socialistas del este de Europa ha tenido como efecto la expulsión de un gran segmento de mujeres del mercado laboral. Asimismo se ha reducido el empleo en Tailandia en la crisis económica del año 1997 o en Corea cuando se elevó el nivel tecnológico de la producción. Sin embargo, en Centroamérica ha aumentado la tasa de participación laboral de las mujeres, básicamente debido a su inserción masiva en la industria maquiladora.

El papel de las mujeres en la globalización económica es crucial por muchos motivos. Señalando dos aspectos de los que se ha hablado:

El primero de ellos hace referencia al aumento del trabajo invisible de las mujeres. En efecto, y tal como se señaló anteriormente, cada vez que el estado deja de asumir funciones relacionadas con las ayudas sociales (y este es uno de los puntos esenciales de los programas de ajuste estructural), las mujeres sustituyen al estado y asumen esas tareas, casi siempre relacionadas con salud, nutrición y cuidados. En un momento histórico como el que estamos viviendo en el que se recortan las ayudas sociales en casi todos los países en desarrollo y en algunos desarrollados -como EE.UU.- o bien no se incrementan, como sucede en una parte de los países del primer mundo, es obvio que las mujeres trabajan más pero en las mismas condiciones de invisibilidad de siempre. A todo esto hay que añadir que las aportaciones sociales del empresariado se están recortando directa o indirectamente en casi todos los países del mundo. Lo cierto es que el impuesto reproductivo que pagan las mujeres a los varones se está incrementando en la misma proporción en que se recortan las políticas sociales. Y estas políticas son esenciales para la supervivencia de grandes segmentos de población, sobre todo de aquellos que son más pobres.

El segundo aspecto hace referencia al trabajo visible de las mujeres. La entrada de considerables contingentes de mujeres al mercado global de trabajo en unas condiciones de sobreexplotación difíciles de imaginar en el mundo desarrollado es una de las condiciones de posibilidad de aplicación de las políticas neoliberales. La importancia numérica de mujeres en las maquilas o zonas francas vinculadas al vestido y al montaje electrónico significa que hay sectores económicos ocupados mayoritariamente por mujeres.

Hay que señalar además que la globalización de las políticas neoliberales lejos de dejar un saldo positivo para las mujeres, significa mucho más trabajo gratuito y mucho más trabajo mal pagado; además, la lógica excluyente implícita en el neoliberalismo ha empobrecidomás a los pobres, que en su mayoría son mujeres. Todos los datos avalan empíricamente la idea largamente sostenida por el feminismo de la feminización de la pobreza.

En esta "hoguera de las vanidades" en la que creemos que las mujeres hemos alcanzado nuestras metas reivindicativas y de emanciapación, resulta que el 98% de las riquezas de la tierra están en manos de los hombres y sólo el 2% pertenece a las mujeres. Que las 225 "personas" más ricas del mundo acumulan el mismo capital que los 2.500 millones más pobres, pero resulta que esas 225 personas más ricas son varones y de los 2.500 millones de entre los más pobres el 80% son mujeres. En armamento se gastan 780.000 millones de dólares frente a los 12.000 millones que se gastan en la salud reproductiva de las mujeres. En la prostitución infantil, el 90% son niñas y los beneficiarios en un 100%, hombres. En las guerras de la ex- Yugoslavia ha retornado el esclavismo sexual, de modo que en Kosovo las mujeres vendidas a sus proxenetas eran hacinadas en barracones inmundos y estaban obligadas a recibir una media de treinta clientes por noche, en su mayoría soldados y mandos de la OTAN, así como miembros de las ONGs, según denunciaron en su día James Petras y Mujeres de Negro. Y esto sin hablar de los campos de refugiados, ocupados por mujeres y niños, ancianos y enfermos, o de la situación desesperada de las mujeres en Afganistán. El empobrecimiento extremo y las guerras étnicas y de religión son también producto o táctica de la Globalización en relación a una población que interesa más que se maten entre sí o que se ocupen de sus paranoias internas de sangre, territorios, tradición, lengua y otras urgencias que distraen de la política económica internacional y confunden sobre quién sea el verdadero enemigo.

Se plantea por autores especializados en el tema que existen tres grupos de mujeres miradas con ojos de globalización:
Las mujeres que viven por debajo del límite de la pobreza y que no tienen acceso a la prensa, la televisión y el Internet. Su formación esta limitada, si acaso, a una educación escolar escasa y deficiente. Sus esperanzas de una vida más agradable son casi nulas, a pesar de que no son menos inteligentes que otras.

Las mujeres que trabajan en su casa o en negocios. Tienen acceso a la prensa y a la televisión. Especialmente la Televisión les despierta deseos especiales. Cuando ven con cuantos lujos viven los otros hacen conciencia de su propia realidad.

Las mujeres que tienen libre acceso al mundo de los medios. Ellas han llegado, saben lo quo quieren, la mayoría han concluido estudios superiores y muchos hombres temen sus habilidades y se preocupan de que puedan hacerles competencia por sus puestos.
En todo el mundo, lo más fácil es comparar a las mujeres del grupo 3. Las diferencias que existen en este grupo están condicionadas, en primer lugar, por las distintas culturas en que viven. Así, por ejemplo, una intelectual iraní actúa de manera totalmente diferente a una europea o latinoamericana, por el papel que el Islam le asigna. Lo mismo vale para la china o la hindú, que debe respetar sus tradiciones.

En África, en donde las mujeres forman parte de más de la mitad de los pequeños agricultores, ellas producen alrededor del 80 por ciento del alimento y constituyen cerca de las tres cuartas partes de la fuerza laboral en la producción y procesamiento de los alimentos. Pero las mujeres todavía no tienen acceso a la tierra. Sin derechos seguros de propiedad, ellas no están en condiciones de obtener ni créditos ni apoyo para la producción.

Una mujer pierde la vida cada minuto en el mundo por problemas en el embarazo o en el parto, según afirmó el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) con motivo de la celebración del Día Mundial de la Población. La fecha coincide con el décimo aniversario de la celebración, en la ciudad de El Cairo, de Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, en la que los gobiernos de 179 naciones se comprometieron a "mejorar la calidad de la vida de las mujeres y las familias proporcionando acceso a servicios de salud y educación, además de un medio ambiente no contaminado y la vigencia de los derechos reproductivos".

CONCLUSIONES

En el mundo de hoy, la mujer desempeña un papel que se hace cada vez más indispensable tanto en la economía internacional, como en la nacional y la doméstica; pero su posición económica resulta todavía desfavorecida si se la compara con la del hombre.

Las mujeres y niñas de todo el mundo se enfrentan igualmente a riesgos de salud de otra índole, como la violencia sexual doméstica o laboral, los malos tratos, la mutilación genital en algunos países, las enfermedades de transmisión sexual y los trastornos psicológicos derivados del papel que se les impone en la sociedad.

Resumiendo, me atrevería a asegurar que nosotras podemos ocupar una mejor posición en el mundo globalizado. Los amplios canales de información ya disponibles permiten a las mujeres, aún a aquellas pertenecientes a los sectores marginados, conseguir una educación, lo cual era antes imposible.

Olga Lucía Ramírez, el 10 de octubre del 2006, en nota de prensa decía: “Debemos pensar el mundo con ojos de mujer”

¡Viva la mujer trabajadora del campo y la ciudad!

¡Viva la mujer trabajadora del mundo!

¡Abajo el machismo dominante!

¡Paremos el mundo para parar a las guerras!

¡Paremos el mundo para cambiarlo!

BIBLIOGRAFÍA
  1. Celia Amorós: «Hacia una crítica de la razón patriarcal» Ed. Antrhopos, España, 1985
  2. Noam Chomski: «Democracia y mercados en el nuevo orden mundial» Ed. Contrapunto. Mexico, 1996
  3. Ximena Valdés: «Rumbo al siglo XXI. Diversas miradas».Ponencia. Congreso REPEM, Rio de Janeiro, Octubre 1996.
  4. Amélia Valcarcel: «La política de las mujeres» Ed. Cátedra, Madrid, 1997, p. 126
  5. Hayek Friedrich, «Derecho, legislación libertad», Unión Editorial, Madrid,m España, 1985, p. 47
  6. Hayek Friedrich, «Derecho, legislación libertad», Unión Editorial, Madrid,m España, 1985, p. 89
  7. Hayek Friedrich, «La fatal arrogancia. Los errores del socialismo», Unión Editorial, Madrid, 1990, pp. 43-44 http://www.nodo50.org/
  8. La mujer y la globalización de la economía mundial
  9. Reunión del Buró Internacional Socialista de Mujeres, 18 y 19 de enero de 1997, Roma, Italia.


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