Sobre las elecciones presidenciales en México Pablo Gonzalez Casanova
julio de 2006
Si razonamos y hablamos con exactitud podemos decir que ésta no es democracia. A lo más es un camino en que si el pueblo se organiza y lucha pacíficamente en defensa del sufragio efectivo, puede lograr que se reconozcan las irregularidades de las elecciones del 2 de julio y que éstas se revisen e incluso que las elecciones se anulen.
Más difícil parece que se esclarezcan de tal modo que no haya lugar a dudas sobre López Obrador como el candidato triunfante, y que así lo acepten el PRI y el PAN, la Presidencia de la República, la patronal y las antiguas y nuevas metrópolis de Washington y Madrid, con poderosos aliados y subordinados, y con los "medios de masas" que ya proclamaron su gloriosa victoria.
Las elecciones de 2006 no son unas "elecciones de Estado" como las anteriores, sino el nuevo tipo de elecciones del Estado-Mundo, trasnacional y emergente que cuenta entre sus "nódulos" o colaboradores asociados y subordinados, a numerosos estados y regímenes políticos de las metrópolis y de las periferias.
Todos los estados y regímenes políticos del mundo se encuentran desde l972-80 (desde Pinochet, Reagan y la Thatcher) en proceso de desestructuración y restructuración funcional. El objetivo final del nuevo modo o modelo de dominación y acumulación es lograr algo que combina lo funcional con lo dialéctico y con lo práctico, y a lo que los nuevos "expertos" llaman "gobernanza". Por "gobernanza" entienden el arte de construir estados, gobiernos y elecciones funcionales al Estado Trasnacional emergente, el cual integra a los complejos empresariales-militares que lo crean para asegurar su dominación y acumulación. La "gobernanza" se hace efectiva con "estrategias de largo alcance" que se aplican entre luchas, enfrentamientos y negociaciones, escogiendo con un sentido práctico las medidas que se toman en un momento y lugar dados para alcanzar los objetivos de sus "valores e intereses" en forma inmediata, o en varias etapas, cuando sea necesario.
Así, es un error pensar que la elección de López Obrador sería la más funcional para los ricos y los poderosos, pues si éstos pueden, impondrán a Calderón, quien abierta y reiteradamente está ofreciendo darles todo lo que piden. Es más, López Obrador les preocupa por el tipo de ofrecimientos y apoyos populares que tiene y que no pocos de ellos consideran contrarios a sus intereses, pues "piensan que México -a decir de un analista del Financial Times- cumple una función vital para la maquinaria industrial de Estados Unidos como fuente de trabajo barato, esencial para mantener su competitividad, especialmente en los sectores de la agricultura". El mismo analista advierte que varias encuestas revelan el temor de que AMLO sea otro Chávez u otro Evo Morales, y sostiene que hasta han hecho cálculos de que los ahorros con que AMLO asegura que va a financiar su programa social no checan con sus propios cálculos, pues incluso un corte "drástico" de los salarios de los funcionarios medios y altos de 50 por ciento no daría los 9 billones de dólares que se necesitan. Esa es sólo una preocupación de que sí cumpla con su programa y por ello afecte sus intereses; pero hay muchas otras. (Ver: Financial Times, 30/6/2006)
Al mismo tiempo, la "izquierda" (en un sentido muy amplio) está dividida. Una parte importante considera que el proyecto de López Obrador es insuficiente y que la composición del frente que ha formado hace inviable que cumpla sus ofrecimientos, dada su política de alianzas con fuerzas que participaron en la contrarreforma al derecho agrario en regímenes anteriores, que rechazaron en el actual la ley sobre derechos de los pueblos indios y que aprobaron por unanimidad la ley Televisa, por la que entregaron el control de la comunicación a las grandes empresas de los medios, mientras miembros del PRD que gobiernan en los municipios donde hay pueblos indios emplean los mismos métodos represivos que el PRI.
Otra posición en la (amplia) izquierda, entre los "grandes intelectuales", numerosos obreros y cuadros de sindicatos y representantes genuinos de pueblos y ejidos, maestros y estudiantes, empleados, marginados urbanos y semiurbanos, pequeños propietarios, trabajadores de la cultura y de los medios (y es, sin duda, la mayoritaria cuando se ve y no se miente sobre su presencia en las calles y plazas de México) es la que apoya a López Obrador en el proceso electoral y considera que AMLO va a ser un gran gobernante, y que "sí le va a cumplir al pueblo."
Cuando se piensa en términos de una izquierda o fuerza ciudadana, obrera, campesina y popular amplia, se advierte que las organizaciones de los pueblos y los movimientos sociales autónomos de los partidos políticos no tienen todavía la fuerza necesaria para hacer una política a la vez funcional y flexible, práctica o de corto plazo y estratégica o de largo plazo. Su principal debilidad se muestra en ese punto. Aun así parece necesario llamar a que su madurez las lleve a unirse en la exigencia de respetar el voto, como lo hicieron en su exigencia de no tergiversar y manipular las leyes y las instituciones cuando el gobierno intentó desaforar a López Obrador.
Hoy claramente toda la izquierda debe tomar una medida de efectos prácticos e inmediatos, a reserva de que cada vez sean más gentes quienes construyan tanto una política de corto como de largo plazo, y que sin olvidar los principios ni negociar con ellos, muestren su firmeza y moral pública en la verdadera defensa de la lucha legal y pacífica de los pueblos, los ciudadanos y los trabajadores de México.
Es de vida o muerte lograr la flexibilidad en las posiciones que tomen las izquierdas y los movimientos más o menos progresistas o radicales, con decisiones y provisiones que muestren a la vez su firmeza y tenacidad en la lucha por respetar y hacer respetar su identidad para construir una alternativa de democracia con pluralismo ideológico y religioso, con autonomía de pueblos y de naciones, y con un proyecto anticapitalista que dé término al colonialismo cibernético excluyente y rapaz con que los complejos militares-empresariales pretenden fundar su "gobernanza" al tiempo que desatan la "política sucia" ("dirty politics") y el máximo terrorismo de Estado (de un Estado multinacional), mediante la guerra de varia intensidad, abierta y encubierta, formal e informal, cuyas acciones de destrucción de pueblos como Afganistán, Irak, Palestina son tan evidentes como cínica y autodestructiva es la forma en que plantean la lucha contra Cuba e Irán, que sólo para una mente insana no implica una situación mundial al filo de la "Destrucción Mutua Indudable" ("Mad" es la sigla en inglés de "mutual assured destruction" y sinónimo de "loco" en ese mismo idioma).
La necesidad de detener todas estas amenazas y muchas más se confirma cuando otro peligro de la nueva guerra se configura con el bloque inmenso de Corea del Norte, China, Rusia, Pakistán y muchos otros países que cuentan con armas nucleares y cientos y cientos de lanchas y naves atómicas, quienes sin duda se preparan a responder con toda su fuerza en un escenario de insensatez que haría de esta nueva guerra mundial del capitalismo corporativo el más miserable desenlace de la historia humana.
México tiene una posición geopolítica que le permite influir a nivel universal imponiendo las formas legales de lucha y el derecho a organizarse pacíficamente para alcanzar metas cada vez más profundas. Por eso las distintas posiciones de quienes luchamos por una verdadera democracia, libertad y justicia social -como la otra campaña y sus adherentes- debemos en este momento impedir que se viole el voto popular, y si creemos que López Obrador ganó, debemos decirlo públicamente, como lo hizo el delegado Zero de los zapatistas. Alcanzar esta primera victoria mientras conservamos la autonomía plena para seguir luchando, cada uno "a su modo" de pensar y sentir, no impedirá por supuesto el que cada uno espere contar con más y más movimientos sociales, de pueblos, ciudadanos, trabajadores intelectuales y manuales, de medianos y pequeños empresarios, e incluso con algunos no tan pequeños, que con la sobrevivencia de México defiendan la vida y la libertad, así como el derecho a disentir y discutir entre los propios partidarios de un mismo ideal.
Si el razonamiento anterior parece mera retórica o mera "opinión", no lo es. Corresponde a un apremio práctico que podemos hacer efectivo. Afirmar nuestra identidad personal y de grupo y nuestra solidaridad entre diferencias, permitirá construir la alternativa de un mundo posible y necesario.
11 de julio de 2006
Pablo González Casanova:Solución pacífica, sólo si el tribunal respeta la verdad
El ejército no debe prestarse para la guerra contra el pueblo
En la conciencia pública existe la idea generalizada de fraude electoral, y por esta razón la exigencia de que se recuenten los votos es perfectamente razonable. Los magistrados tienen la labor de hacer respetar el derecho y la democracia
KARINA AVILES
Vivimos un momento de transición histórica muy fuerte, pero hay que tener confianza y optimismo, sostiene Pablo González Casanova
Foto Carlos CisnerosEl científico social Pablo González Casanova afirma: ante la idea generalizada de fraude en la conciencia pública, la solución contra este "atentado y usurpación" del país "sólo será pacífica" si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación respeta el derecho, la democracia y la verdad. Esto, frente a un proyecto consistente "en una democracia de los pocos, con los pocos y para los pocos, pero que pretende haber ganado el voto de los muchos".
El autor de La democracia en México, una de las obras clásicas de las ciencias sociales, advierte que no aceptar el recuento de los votos de la elección del 2 de julio significaría "una violencia muy grave en la que muchos de los que tomen cualquiera de esas decisiones, o que las han tomado, saben perfectamente bien que a esa violencia sucede la violencia que ahora le están pidiendo que ejerza al jefe de Gobierno" del Distrito Federal, Alejandro Encinas.
Represión en nombre del derecho
Aclara que son las fuerzas dominantes de ricos y poderosos las que exigen, "en nombre del derecho", reprimir el plantón en el Paseo de la Reforma y las calles aledañas al Zócalo de la ciudad de México, por lo que la responsabilidad de un pueblo maduro es darse cuenta de dicha pretensión para evitar cualquier violencia y analizar la forma de continuar la resistencia pacífica sin afectar su propia fuerza. Aunque desde ahora -destaca- se debe pedir al Ejército Mexicano que "por ningún motivo acepte ser utilizado para la guerra contra el pueblo".
Gónzalez Casanova recibe a La Jornada en su cubículo del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la que fue rector. Y reflexiona sobre el momento que vive el país en el contexto electoral y las implicaciones sociales y políticas de no respetar a la ciudadanía.
En principio, precisa que existe un proyecto basado en la cultura de la mentira que dice ser "democrático". Su propósito no sólo es persuadir, sino buscar cómplices y bases de apoyo que crean "las mentiras colosales que se lanzan en Televisa y en la prensa nacional e internacional", con enorme habilidad para ocultarse a sí mismos el mundo en que viven.
Y así como sacan fotografías o imágenes en los canales televisivos en los que parece como si fueran unos cuantos los que piden el recuento voto por voto, de igual forma saben reducir "el número de votos y el número de manifestantes", apunta.
Esto, agrega, forma parte de una "violencia contra la lógica" que desgraciadamente logra prender en algunas personas, aunque al mismo tiempo no todas creen lo que dichas fuerzas dominantes quieren. "Ahí están esos 2 millones de personas que son una muestra de la cantidad enorme de gente que se da cuenta de la gran mentira."
Hoy, lo que prevalece en la conciencia pública de manera muy seria es que "aquí hay un fraude muy grande. Por ello, la exigencia de que se haga un recuento de los votos es perfectamente razonable, aunque existan politólogos que sólo observen al mundo y a México a través de los canales televisivos y lleguen a la conclusión de que son unos pocos alborotadores, animados por un agitador -al que además le inventaron un programa de que iba a quitar a la gente su casa, sus hijos, las escuelas-, cuando el proyecto de ellos, abiertamente, sí es quitarnos el petróleo, la electricidad y parte del territorio nacional".
Sin embargo, estas fuerzas en las que "las últimas decisiones las toman los grandes empresarios" -al igual que el soberano en el siglo XXVII- no se dan cuenta de que "no se puede hacer una democracia contra el pueblo y sin el pueblo, por más que se quiera".
La guerra justa
-¿Cómo se puede defender la ciudadanía frente a los poderes empresariales-mediáticos?
-Ya estamos viendo cómo lo hace. Y al hacerlo, debe tener mucho cuidado de no dar excusas para que le hagan la guerra justa, porque desde la Edad Media existe algo que se llama guerra justa y consiste en legitimar los actos de guerra. Tenemos que hacer todos los esfuerzos posibles para demostrar nuestra fuerza, sin legitimar una guerra contra el pueblo. Además, hay que pedir desde ahora al Ejército Mexicano que por ningún motivo acepte ser utilizado para la guerra contra el pueblo.
-Muchos medios de comunicación buscan llevar al límite esta situación con la finalidad de que se reprima el plantón en defensa del voto por voto.
-Y ahí viene la responsabilidad de un pueblo maduro, que estoy seguro que entenderá la necesidad de darse cuenta de estos problemas y analizar la forma de hacer la resistencia pacífica, sin afectar su propia fuerza.
"Yo no voy a decir cómo. Ellos tienen mucha más experiencia en este terreno, pero seguramente ya están pensando en las distintas formas para que siga viva la manifestación contra este atentado al país, de esta usurpación de la nación, procurando detener cualquier posición de violencia. Sería muy conveniente que esto ocurriera lo más pronto posible para facilitar a todos el camino a una solución que sólo será pacífica si el tribunal respeta el derecho, la democracia, la verdad."
-¿Qué significaría la impunidad del delito electoral en este momento?
-Una manifestación del carácter más antidemocrático que se pueda dar en un gobierno: burlarse del pueblo no sólo en el momento de las elecciones y después de éstas, sino en los planteamientos del futuro de la nación, porque a ninguno de ellos escapa que tendrá que hacer un gobierno fuerte, pero no en el sentido que dice Felipe Calderón, sino a la fuerza y por la fuerza.
"Lo que pretenden hacer es algo que está forzando la lógica, el derecho, la democracia, y que nos llevará a políticas altamente represivas, eso sí, en uso de la legalidad."
González Casanova señala que lo anterior implicaría una situación "muy parecida a las democracias coloniales, como la que se está implantando en Irak". Y explica que también forma parte de un proyecto mundial en el que se dice: "Ya impusimos la democracia, pero, ¿qué democracia es ésa en la que se llama terroristas a quienes desesperados toman las armas cuando llega un momento en que no logran obtener nada en sus negociaciones?"
Observa que hoy día inclusive los grupos que no están de acuerdo con las elecciones realizan declaraciones en todo el país para exigir el respeto al sufragio. Por esta razón, insiste en que cualquier ciudadano, independientemente de la posición que tenga, si de veras quiere ser fiel a los valores que dice respetar, como la verdad y el derecho, tiene que reconocer la necesidad de recontar los votos.
Recuerda que la democracia debe estar en las raíces de cualquier ejercicio de lo que se llame poder para que éste tenga un significado positivo y sea un poder del pueblo, con el pueblo y para el pueblo.
Actualmente, indica, este principio fundamental de la democracia se ha olvidado y ha llegado a extremos "muy graves con el neoliberalismo, en el que se parte de una mentira matriz fundamental, consistente en que el mercado resolverá por sí solo los problemas de la humanidad".
Bajo ese esquema en el que se hacen planes para cargar el pago de la deuda pública a los pobres y para que las fuerzas dominantes se queden con los energéticos, el agua, los territorios, también se busca hacer una nueva geografía de México y de América Central. El Plan Puebla-Panamá es parte de ese objetivo, alerta.
Al finalizar su reflexión, después de considerar "verdaderamente vergonzosas" las agresiones que han sufrido Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis, señala que vivimos un momento de transición histórica muy fuerte, pero "hay que tener esperanza y optimismo". Así que "no nos vengan a decir que las mentiras son verdad y que la violación del derecho es obrar de acuerdo con el derecho y que esto es una democracia".
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