CRÓNICAS DE TRANSHISTORIA PARA UNA NUEVA INTROHISTORIA Cristián Gallegos Díaz
filosofiacritica@hotmail.comSi visitaran el depósito de la patria con el crimen esencial de los fervores, sus corazones se erguirían como aquel dios dudoso atrapado en su lengua fundamental.
Hubo un tiempo bramón en donde los abuelos testaban sus consejos a grandes multitudes de trabajadores. También vino el tiempo con las algas y su sal secando calles: gritaba el estandarte sindical y el párpado en la red. Por la puerta apareció el hoy anciano moribundo.
Pasaron las abejas, los timbales y los pechos verdes. Un cerro cargado de tarros viejos. Para poder revivir este pedazo de la historia me fui en un tren al sur lleno de ventanas para observar el propósito de este nuevo universo: hacer el pan dentro de un edificio, a gritos, donde los vidrios usen camisetas sudorosas y las puertas, calcetines de necesitados.
En aquel tiempo, nuestro tiempo, estaba un mercenario de sonrisas, y el "honor" del nuevo "presidente". Y desató su batalla de cuevas: la cabeza dirigiendo cárceles de humo, nuestro material de amigos y azufres, el trigo dudoso anudado a los alientos, en aquellos monasterios oficiales, catedrales de los fragmentos, desembocadura de hombres y mujeres reflejados en la cuenca de este tren nocturno. Llegarán sus muertes o la mía dando pitazos para soñar viviendo la ausencia lenta de ver la luz y el alma besarse en el suelo y engendrar rápidamente un cadáver Los intersticios del país astillados en los espejos, poetas antiguos con banderas apolilladas y patas quebradas de mitos de agua. Los poetas entraban a la muerte. Corrí para vivir y no bailar con la muerte
Al viejo le regalaron una quijada de Caín absuelta por la historia concertada Ellos, estos de hoy, perdieron las llaves del zumbo Nadie es inocente, pero los de hoy no caminan hacia la arcilla para devolver los párpados que no repararon en sus neoliberales manos, más bien se hunden con una copa en la mano izquierda, con un vaso ecuatorial arenoso y negro Son sus civiles predilectos llenos de fábulas que vuelan temblando hasta donde rompe el mar, la marea de los tímidos
Todo torturado pide, en el fondo, volver a ser un niño corriendo infinitamente entre todas las hojas que el viento perdió. Quiere llegar a ser un hombre que atraviese el bosque, su propio bosque, para mirar su único árbol desnudo que no encontró cuando los pájaros observaban la construcción de sus basuras "respetables"
Desde entonces vivir es volver a jugar con la alquimia, con nuestro pánico de pistolas y el pellejo como un naranjal no transado Desde entonces ellos fueron occidentales del prójimo y lo clavan de nuevo en la cruz Siguen viviendo, porque el sistema son ellos, y se han medido y se han calculado que pueden pasar por el ojo de la aguja
Cierto, estuvimos hermosos tomando la luna apoyados en murallas no autorizadas, complotando con el arco armónico de nuestra libertad, invisibles, pensando el mismo mundo que nos hundía. Reímos, como aquel filósofo que "reía con el objeto de no ahorcarse".
Cierto, en todo tiempo nos enamoramos del crepúsculo para mencionar la diferencia entre asaltar la creación y construir un amanecer. Seguimos siendo amigos de la revolución hasta que seamos árboles en el pecho de la tierra construyendo sobre tanta tumba de otros que se desplomaron fraternalmente (mientras el viejo cubre el espejo para no estar poblado de noticias que lo indican como ladrón universal y dictador desorientado ).
Los Iscariotes, como un terremoto de botas, llegaron pateando truenos. Nos subimos a caballo de un pan duro. Botaron las columnas de los hechos. Trajeron el revés del mundo en sus talones. Cayeron los inversos del poder. Otros tantos apoyaron esta pocilga de luz. Y otros tantos simplemente el candado intermediario, metales de no mileto y muertos tales Apoyaron el culatazo estepario
"Todo lo hizo la primavera" repiten los Iscariotes, pero ¿de dónde salieron esas botas que bajaron hasta el rostro y demolieron la casa del habla?. Este año, amigos, no es nuestro aniversario: aún recordamos cómo les pasaban a los desaparecidos para que se limpiaran las nalgas y las objeciones No hemos olvidado la avalancha del color vertiginoso del humo de las metrallas partiendo las alas del Chile asimétrico. No hemos olvidado el matrimonio del aire rastrero y la lluvia descorriendo al tacto el pecho de nuestros amigos- mundos "Todo lo hizo la primavera", dice el jefe de los Iscariotes y los iscariotitos lo repiten
Una mariposa con cierta memoria regresa en silencio desde un jardín de párpados todos los días ¿Dónde está ese jardín?. Al menos digan dónde está ese jardín. ¿Dónde están los dolores jóvenes, heliotropos de vidrios, degollados, fusilados, descorvados?. ¿Hubo algún hombre en la última soledad del penúltimo grito y la siguiente emoción de no ser?. ¿Quién sonreía?. ¿Un técnico en máscaras?. ¿Son infinitos los heliotropos o es inútil ganarle al moho, a los gobernadores de cadáveres que llevaban sombrero cuando no llovía?.
A los que compran por adelantado su tumba, son previsores, falsifican sus bolsillos, que argumentan que no pasó nada con un hombre desencadenado llamado Augusto, que los Sócrates populares resumieron en su propia cicuta la fastuosidad de la ilegalidad, que el heroico poeta de La Moneda, Salvador Allende, se disparó un tiro quebrando su globo terráqueo sin sentido, les respondemos:
"Esos uniformes sucesivos levantados con catástrofes bifurcaron las direcciones y el desarrollo. Dejamos de ser niños y a mansalva bajo la doctrina de la seguridad aseal. Después vinieron los nuevos vivos nosotros seguimos respetando las razones de los viejos muertos No nos gustan los dictámenes como banderolas meciéndose que persisten en seguir bailándonos esqueletos de septiembre, abejas y sus novios. Preferimos la luna erótica de Violeta Parra, ese jadeo torrencial, aurora en el útero de Nahuelbuta, puma agazapada en la guitarra, en una velada de antorchas riendo indomables entre botas de caballos amargos. Preferible demolerse como espiga inoxidable en una trilla. Ser movimiento, una dosis de sol en la montura y conversar a ladridos con el hilillo de sangre, el hilillo terrestre, desnudos de polvo y ventanas orgullosas. Ya llevamos largos lutos entre los pantalones bajo la lluvia, pero somos, todavía, poetas mordiéndole la cola al tigre. ¿Acaso se han olvidado de que ese grito bíblico de "Osama, Osama" ha sido el universal grito político de las masas populares reafirmando a todo hombre que ha sido considerado un objetivo militar?. Llevamos el honor de los pedazos con el gusto de reunirnos en las paredes de calle a calle con aquellos que vendrán de una jaula a invitarnos a reflexionar que la derrota no pasa por la ranura para siempre "
¿Qué es vivir después de aquellos impropios años ?.
Que nunca dejaremos de decir desde ese día que las jaulas las hicieron unos hombres en el día de su mínima semilla. Jaulas sin pájaros arrodillados Ese país murió bajo nuestros pies redondos. Las sillas volvieron a la tierra. El árbol de los pobres cubrió su tumba de hojas. Y reflexionamos: "Padre nuestro que estás en la tierra, no sirve la humedad dejada, lo hermoso es un problema vacío que lo llenarán insurrecciones de almas primordiales..". Ahora llueve. Oigo venir un nuevo ciclo: aprenderé a abrazar a nuevos maizales
¿Quiénes apoyaron el golpe militar?. Una jauría de borrachos onanistas, políticos demagogos, latifundistas plutócratas, camioneros proxenetas, cuncubinas proyanquis, plusvalistas famosos, teogonistas de la gran minería, degenerados a media jornada, misses horrorosas, los que recitaban al hombre comiendo arrollado de obispos terrenales, los cascos desequilibrados, el viejo que ya es un mito, amontonado de condecoraciones, planetario de escupos, reventado como huevo de cadáver.
Cuando rompieron la historia, cayó de su vuelo el pájaro orquesta, rompióse su música en la diaria mordida de los hombres-almácigos. Pero poco a poco la memoria vestida de lengua salió a las calles. Entonces, frente al mismo mundo de descausas y de descréditos, otra vez el pueblo y sus andamios de alegrías. Otra vez por donde la lluvia anduvo rondando los principios hasta el polvo. Otra vez la sangre meditando el vientre. Otra vez descifrando el movimiento, el volumen familiar del pueblo, versos rugidos, trabajadores elocuentes que crujen pero no se amasan. Todos contra los mismos vendedores de moscas vírgenes, sombreros de sauce, campanarios del espino, frondosos de electricidad, papagayos con nietos, transustanciados de Escribá de Balaguer, aquel que quiso ser un testículo de Jesús más que su corazón. La religión de los mismos La memoria es, afortunadamente, descalza, pues no cambia sus zapatos
Poco a poco se volvieron a cantar los himnos a petición de los herederos de los que tienen aún oculto su corazón de un desaparecido en algún patio desde donde vienen esas mariposas que tienen la clave de la muerte. Himnos con vestigios de muecas retorcidas al sol complicado. ¿Y los epitafios?. Aún esperan, mientras la muerte anda recogiendo cardos y huesos ceremoniales.
Los ejecutados políticos y los detenidos desaparecidos son nuestros ancestros, nuestra conexión a otras opciones, varias maneras de evitar nuestra ejecución futura. Sus huesos se presentan vestidos de tótem y el polvo seco de millones de instantes, a pesar del viento militarizado y desarticulador. Nos reencontramos en el vientre de los colaboradores de todos nuestros caminos: la memoria y el porvenir que no regresan porque siempre vienen.
¿Quiénes vinieron después del holocausto popular?.
Las ciudades se disputaron a posibles gobernantes, hábiles charlistas, gobernópatas de antiguas religiones y mascarones divinizados. Atractivos mimos. Chamanes ensimismados predicando el suicidio de la revolución y el derecho de la resurrección del vacío, el humo del Estado, barrabases sueltos predicando que el socialismo tiene gonorrea y que todos somos óvalos por practicar el vicio de la utopía, que no nos queda más recurso que tocar el pandero del vals del capital en este mundo abultado en una mísera galaxia. Instauraron el patrimonio oficial de los hombres-alfombras. Instauraron el dogma de que es insólito desnudarse y pretender respirar a empujones dentro de este simulacro de paraíso, época heredada de un dios con puñetes de cuento. Nos indicaron que debíamos refutar a Heráclito. Pero el efesiano tenía razón: la pobreza es el desperdicio de todos los sistemas. El pecado pasa siempre por el mismo río social
(Aún estoy viajando al sur en mi tren lleno de ventanas. A veces, veo fugaces calles, bosque de banderas y felices huelguistas y distintos ojos. Los trabajadores tienen multitud y derechos de voceríos. Son el mundo que predica el misterio de la necesidad. Son los de abajo, una pesadilla corriendo, huyendo de ese amor incestuoso entre capital y trabajo).
"Hay que volver a la inteligencia" dijo alguna vez el amigo Roberto Matta. Cierto. Por ello ya no converso con los que se coronan con sus excretas, bendicen su sombra, reorganizan sus fiestas a espaldas de las utopías.
La duda es el material básico del ser humano. Hombres de mar velorio que atraviesan con su sangre empecinada un sur nutriendo nortes. Mujeres de rocío político, armas en la oscuridad del hombre, gente de vientres anchos, techos de sol y maíz serrano, de pechos volcánicos, hormigueríos maternales, de pobreza casi feliz y visionaria, viejas piedras amigas que rompieron las ventanillas que desplegaban el olor de los perseguidos
Nuestros nombres fueron mordidos por colmillos de otros hombres. Cualquiera de ellos era y será tratado como un criminal "sobrio y decente".
Otros vinieron o volvieron de otras historias, de otras democracias (las europeas). Nos vendieron tinieblas y bacinicas.
Creí nacer de nuevo. Pero me insinuaron que un muerto es costra, es un nunca Entonces comprendí que pensar es peor que rezar y rezar es peor que leer. Pensé leer y rezar, cierto día, el fin del régimen de las bacinicas, pero hoy muchos hacen votos por lo contrario. No nos daremos por vencido de ver crecer naranjos ácidos en esas bacinicas donde han orinado sofistas que traficaron con el agua popular.
(Bajo el aguacero militar, mi padre cabalgó de bandolero, de profesor de profesías. No fue espiral. No tuvo estaciones, tuvo depósitos. Mi padre galopó con cántaros, se aproximó a recogerme, pero lo perdí en el agua. Cruzó burdos mundos. Sembró claveles rojos multiformes entre mis brazos. Mi padre me enseñó a distinguir entre mentiras y mentirosos, falsedades y falsos, ofensas y ofensores. Pero otros fueron condecorados en auditorios. La lluvia también mojó a los hipócritas. Mi padre, en su armadura, se desvaneció un enigmático día: sólo quedaron las flores a su paso, su caballo eléctrico pastando truenos, y un hijo para revivir la leyenda de los caballeros arrojados de las lluvias ).
Algún día convocarán a todos los hermanos para exhumar toda lluvia que se volvió muerte, muchedumbre sin cuerpo, esclava del polvo. Para recuperar el himno acuoso excluido mediante documentos apócrifos por soldados que secaron gota por gota a mártires que sólo pretendían llevar la fraternal lluvia a los pobres del mundo. Mi padre estará allí, con sus viejos emblemas, y cantará tranquilo, porque él estaba en mi futuro, y el futuro es este viejo escarabajo que está viviendo la fiesta invisible de los hombres hermanos.
Cuando se abran las puertas de las verdaderas alamedas y entre el hombre libre, el prójimo, imaginaremos que es la lluvia que una vez fue madre, y trataremos de formar una silueta desde el principio: reuniremos cada grano, todo grano, antes que la mazorca, y en todo el espacio acuático purificador, la puerta de las anchas alamedas se hará más sabia, y sólo entonces podremos salir de este mundo ya antiguo, con frutos y panes populares.
Allí no estarán los americanos de asamblea, los partidarios del abismo, los que se sienten poderosos porque están con el orden curvo impuesto desde Washington. Tampoco los que han jugado futbol con el cráneo de César Vallejo. No estarán los que pisan el ortejo de la gloria, los que cantan " el pueblo desunido, siempre será nuestro motivo". No estarán los llorones peinados eternamente hacia los espejismos, los que imponen las leyes que desechó Nerón, los que amenazan al mundo desde su yegua de palo. No. No estarán los que amenazaron con un dedo y fueron presidente. Tampoco las niñeras de Caín. Enséñenlo a sus hijos, descendientes de Galileo
Así encontramos libertad, incluso cargados de peces originarios y una neurótica salvación en el agua, incluso sucios y paralelos, adelantados. Encontramos la libertad en el viejo crimen de sentir semillas mayores, en el árbol inmenso de hombres que ya no extraviarán sus hojas. Encontramos libertad en honorables sueños que miramos, más viejos, menos ciegos, más hondos, menos muros, menos polvo.
Es preciso que vuelva la fragua donde se destruyan las cadenas de nuestros hermanos, hoy escombros, mañana carcajadas y la casa-país donde seamos marineros.
Es preciso construir el excusado y la cadena para expulsar a estos demonios y sus excretas. Nuestro padre estará en la mesa desenterrado y verdaderamente irónico diciéndonos " quien sabe "
Es preciso derogar el beso de Judas constituido en código civil.
Es preciso que nuestras madres de Santiago, de la Plaza de Mayo, de los países del continente, reconozcan sus vidas y no la muerte entre retratos.
Es preciso empezar de nuevo, escuchando la lluvia purificadora en voz alta, y seamos leñadores universales, en voz alta, saliendo del bosque, a la intemperie globalizada y neoliberal.
Los hijos del pasado, estranguladores de precipicios y laderas oxidadas, suburbanos de su propio universo, esqueletos poderosos unidos por decentes razones, nos hablan:
" Es necesario que pongan el cielo en sus pies, la tierra en sus cabezas, y caminen entre nubes para no verse ridículos. Piensen que sus cabezas no son mercancías aéreas. Dejen de ser arlequines, saltinbanquis, lanzadores de fuego No se pongan a llorar. Resuman sus piernas en una sola, escondan el actual mapa, mírense el centro de sí mismos, que no es la mitad de sus muertes, sino la totalidad del origen de sus vidas. Infórmense de un canto perpetuo. Dejen de ser animales septentrionales. Construyan su democracia yéndose derecho por el camino más curvo, porque la vida es curva y es lo inverso de lo hecho. No vivan en los cielos, ustedes que emborracharon al hermano invierno que se puso a llorar boca abajo cuando otros aplaudían sobre el cadáver de Allende. Abracen un mar inmenso, populoso, y demuestren que aún existe el agua, esa antigua utopía que puede lavar las distracciones y las mordeduras de los que ordenan. No vivan mareados bajo el arco de triunfo: no vale la pena ser parte del trasero de Caín y sentarse sobre los difíciles honrados. Recuerden: el murmullo de un poeta vale más que un discurso ya comprado".
(Una ventana de mi tren corriendo veloz hacia el sur del mundo dejó abierta esta casa a la lluvia y la decapitada del cielo penetró y mojó mi montura preferida, sobre mi equipaje, y como soy hijo del sueño perdido, esa lluvia ha sido mi sangre por un rato, hoy, que resumo parte de mis años, parte de mi vida que comenzó un once de septiembre. Quiero volver por esta ventana y abordar esa lluvia aun remota, y partir, que sólo queden los pájaros como testamento, cuando concluyan las tardes de ciertos hombres, ciertas sangres, ciertos sueños hermanos. Irme por esta ventana maravillosa y mojar el sol).
Queridos amigos:
Desde hace siglos, un viejo sabio de Tréveris, proscrito, iba al río a pescar, pero no llevaba carnadas, sino conciencias. Cada tarde, desde hace más de ciento cincuenta años, regresa colmado de hombres, mujeres y niños con peces y razones. ¿No se parece al profeta milenario que nos enseñaba a pescar hombres en el lago de la vieja Galilea?. Estos viejos enseñan, desde hace siglos, a pescar semillas en el agua
Compañeros:
Rompamos el habla de tantas bestias, los sacerdotes del ego.
Nos necesitarán en las cuevas y en los tejados de la especie.
Somos la humedad que oxida todos los sistemas.
Porque de todas las muertes, la muerte de este tiempo no será otra ilusión que haga perder el tiempo.
Nuevos manzanos para la humanidad y que la futura libertad sea con ustedes, y con sus espíritus, bajo la lluvia liberados
Entonces, tendrá total sentido esa nueva oración que un mártir llamado Victor Jara nos enseñara un día:
Levántate
y mira la montaña,
de donde viene
el viento, el sol y el agua.
Tú que manejas el curso de los ríos,
tú que sembraste el vuelo de tu alma.
Levántate
y mírate las manos,
para crecer,
estréchala a tu hermano,
juntos iremos
unidos en la sangre,
hoy es el tiempo
que puede ser mañana.
Líbranos de aquel que nos domina
en la miseria,
tráenos tu reino de justicia
e igualdad.
Sopla como el viento
la flor de la quebrada.
Limpia como el fuego
el cañón de mi fusil.
Hágase por fin tu voluntad
aquí en la tierra,
dános tu fuerza y tu valor
al combatir.
Sopla como el viento
la flor de la quebrada.
Limpia como el fuego
el cañón de mi fusil.
Levántate
y mírate las manos,
para crecer
estréchala a tu hermano,
juntos iremos
unidos en la sangre,
ahora y en la hora
de nuestra muerte, amén.
Amén.
Amén.Postdata:
En el principio fue creada la sonrisa tibia y no equivocada, carne de foto. Su astucia anunciaba el milagro terrícola: labios alfabetos por unas noches. Ella bloqueaba todo ademán de dentaduras con una vocación de diosa lunar, trabajando, y como borracha de carnaval, en una noche, con ruido de ron, puso la sonrisa en el punto cardinal más alto, como tango duro, entre el hipo y nuestra mirada Lo mejor es escribir a la sombra de esta diosa, para mirarla sonriente y deshacer lo increado, reirse hasta destruir la necesidad, y escribir, entonces, en una pared: "soy un alma en exceso", porque conmueve ser mortal en esta celda de universo "próspero".
Ahora vamos por una calle curva, casi perdida, rescatable, entre caras nuestras y la de ellos, sin descanso, dejando la flor roja del amor duro y puro, de la libertad dura y pura, de la esperanza dura y pura. Esta flor bien pudiera estar en vuestras manos.
Seguiremos como peregrinos, luchando en todos los lares y ya sabremos sembrar por sí mismos y algún día algún día Desde algún lugar del sur del mundo