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LA ORGANIZACIÓN SOCIAL ANTE LA EMERGENCIA AMBIENTAL

Federico García Morales

Resumen:

La situación actual de la Organización Social con sus inercias se demuestra tremendamente inefectiva ante las nuevas emergencias ambientales. La amenaza de calentamiento global no encuentra en ella resistencias ni capacidades de respuesta, sino más bien estímulos. La reversión de las tendencias en el ambiente global precisarían de una gigantesca recomposición de la Organización Social, que tuviera como principio rector la vida de las poblaciones y no las reglas del mercado.

Los antropólogos definen la Organización Social como todo ese conjunto de vinculaciones de los grupos sociales que hacen posible una vida social. Allí se incluye todo lo que pueda designarse como estructura social, relación social y hasta vida cultural. Sus componentes van desde familias y tribus hasta clases, empresas y estados, inserciones y manejos de espacios y ambientes, y sus interrelaciones están sujetas a pautas, reglas, que no siempre son ordenadas en el tráfico de tan diversas situaciones. La Organización Social tiende a ser sistemática, dominada por fuertes determinaciones.

Así, los sistemas sociales contienen demasiados dispositivos reproductivos que condicionan fuertes inercias y los hacen resistentes a la novedad.

Y hoy la novedad es el cambio ambiental. Se están dejando caer graves conflictos que enfrentan a las sociedades con una naturaleza en reajuste, y que inevitablemente, como van las cosas –con las formas de producción y de organización social , y en este bloque, la dinámica de grupos y clases y del propio estado—veremos cómo, dopados por sus inercias, más que ser una solución del problema, son parte del problema.

En este último año los ciclones del Caribe y el tsunami asiático son ejemplos paradigmáticos de todo lo que venimos diciendo: Para los ciclones la zona amagada se vio afectada por la configuración de clases y las inercias estatales. Hubo lugares, como Granada y Jamaica, en donde el Gobierno sólo llamó a rezar. Otros, como las Islas Caimán en donde los grandes negociantes emprendieron el vuelo en cuarenta charters horas antes de la llegada del ciclón, dejando al pueblo la posibilidad de amarrarse a los techos o esconderse en alguna cueva de murciélagos. En Miami primó lo dicho por el hermano Jeff: "el que pueda, que se salve"—es decir, los más ricos y las fuerzas armadas. Curiosamente el único lugar que no tuvo bajas, y eso debido a su difamada organización social, fue Cuba.

En el caso del tsunami asiático ya tenemos 300 mil muertos y millones de personas en la desesperación, debido a la imprevisión del sistema, a la insuficiencia o silencio a veces intencionado de las alarmas, y a la respuesta insuficiente, tardía y luego fundamentalmente militarista de las grandes potencias, con EEUU al frente. ¿Cómo puede ser posible que la Organización Social considerara que para rescatar a las víctimas tuviera que moverse portaaviones con armas nucleares , bombarderos de caza y fuerzas de desembarco? A todo ese disparate, cuando empezó a llegar alguna ayuda, pronto se sumó la corrupción, que anida tan naturalmente en todos los sistemas económicos y políticos que conocemos.

Las media también forma parte de la Organización, y luego de los reportajes espectaculares, doblaron la página, y el mundo –menos las víctimas- empieza a olvidar.

Estos ejemplos producen necesariamente algunas reflexiones:

  1. La emergencia ambiental no puede enfrentarse con los medios guerreros de que dispone la Organización. El discurso sobre la Seguridad aquí queda obsoleto, frente a fuerzas inimaginablemente superiores. Frente a estas situaciones el soldado huye o llega después.
  2. La falta de previsión, que se manifiesta en una falta de enlace entre la comunidad científica y los aparatos de gobierno o de decisión, pone a la gente común en serios riesgos.
  3. Los ordenes jerárquicos frente a la emergencia están más preocupados en sostener y extender su dominio que en proteger a las clases inferiores.
  4. La serialidad con que están dándose crecientes conflictos ambientales ponen en duda la estabilidad-ni que decir la sostenibilidad- de los sistemas económicos.
  5. La Organización que se ha estado dando la sociedad está inerte frente a sucesos de mayor magnitud que vengan a subvertir el ambiente.
  6. El ser humano no tiene por otro lado una fuerza más efectiva que su Organización Social y de conocimientos (involucrada allí su tecnología), y esta Organización se está demostrando inadecuada para los retos que vienen.

Pero esto, en relación a algunos ejemplos puntuales. Ahora vamos al grano, a lo que viene a ser estratégico, y no sólo para este artículo.

Tras algunos años de discusiones, descubrimientos parciales y externación de temores, surge a la luz en tres congresos científicos recientes, uno en Francia , otro en Inglaterra y otro en Alemania, que ya estamos en un proceso acelerado de calentamiento global, y que en poco menos de diez años, de no realizar acciones muy enérgicas para revertirlo, habremos llegado a un punto sin retorno.

Este pronóstico contiene varios efectos que resultarían: en una variación primero errática del clima global y de la distribución de las lluvias y de las estaciones con altas temperaturas; un alza más sostenida de los niveles del mar; la desaparición de hielos permanentes; la posible detención de la faja de corriente salada del Atlántico que regula las temperaturas continentales, y la posible detención de las sucesiones estacionales como las conocíamos, con la llegada de un invierno que no terminaría. El desenlace sería una nueva Edad glacial. Estos fenómenos ya se han encajonado en desfile, constatándose en la "gran canícula" de hace un año en el verano europeo, en los ciclones de este año en el Caribe y en los actuales adelantos primaverales. No es difícil observar cómo este deslizamiento irá induciendo problemas a la vida en el planeta. Que decir a nuestra forma de civilización.

Los congresos no dicen nada sobre la capacidad de la Organización para enfrentar estas tareas que implicarían: abandono de la extracción y utilización de hidrocarburos como fuente principal de energía, desinstalación inmediata de establecimientos industriales contaminantes, aplicación de una versión más drástica del Pacto de Kyoto relativo a la no emisión de gases de invernadero. La economía mundial capitalista en recesión difícilmente toleraría estas recomendaciones. De hecho la maquinaria contaminante está trabajado a toda fuerza. Se están talando los bosques para reducirlos a una mínima expresión en pocos años, se aumenta la producción de coches, se extienden las infraestructuras urbanas, se acelera la contaminación de campos y de mares. Cuando se quejan algunos del desaparecimiento de los casquetes polares, los socios de la Organización celebran, ya que de allí se podrá extraer más fácilmente gas y petróleo. En los estados coloniales, se asfaltan aceleradamente las zonas agrarias, para crear carreteras que lleven a "ciudades industriales" a donde llega también el capital internacional "que trae trabajo".

Pero hay más: muy recientemente las sociedades científicas (para todos los fines un puñado insignificante de gente) han llegado a la conclusión de que tenemos problemas con el agua. Ya se contabiliza la débil disponibilidad de agua potable, cuestión que se puede ver agravada por el cambio climático y su novedosa distribución de las lluvias amén del desaparecimiento de los glaciares cordilleranos. No se excluyen severas alternancias de algunos años muy lluviosos seguidos de largas sequías. Los grandes ríos que han regado milenarias civilizaciones agrarias, están a punto de entrar en una severa crisis de alimentación.

Frente a las nuevas situaciones que plantea la escasez de agua, una falencia que puede llegar pronto a una fase crítica, ¿qué hace la Organización Social? ¿Cuál es la conducta de los grupos? ¿Y del Estado? La inercia los lleva, en general, a consumir más agua, o a utilizar sus recursos en otras tareas que las hidráulicas. En México los gobiernos estatales prefieren construir monstruosas carreteras que quizás nunca lleven a ninguna parte, a invertir en grandes obras que permitan retener y purificar el agua. Los ríos—el caso del Balsas, son vertederos de inmundicia. Por otra parte se habilitan espacios de inversión sedientos de agua, y como remate, las economías latinoamericanas se abren a la fea práctica de la privatización de los recursos acuíferos, que conduce indefectiblemente a la planeación por parte de "los sectores más sabios" y poderosos de la Organización, de la exportación del agua.

En su inercia, la Organización Social no percibe seriamente la crisis del agua, que pende como espada de Damocles. Claro, sectores hay en la Organización "más clarividentes", que en estos tiempos corruptos y neoliberales se aprovecharán circunstancialmente de eso.

Entonces, puede concluirse que la Organización Social, está mirando hacia atrás. No elabora sobre futuras emergencias, y en su inercia hasta contribuye a provocarlas.

¡Qué tarde llegan iniciativas al agro, a la industria o al terreno educativo, para dar con débiles balbuceos ecológicos!! ¿Sabe Ud. qué porcentaje del total agrícola de México es Agricultura Orgánica? No más del 6%, a pesar de que de esa agricultura orgánica, el 86% es producción de exportación. ¿Y qué porción de los programas escolares-en horas clase- están dedicados a generar una conciencia ambiental? Son más las horas que se dedican a aprender el inglés del colonizado.

Para decorarse con la "sustentabilidad", algunas universidades tienen maestrías o doctorados en ambiente, donde los candidatos deambulan entre las abstracciones de la teoría de sistemas y las teorías del riesgo. Pero casi no hay licenciaturas. De modo que estos intereses tocan cuanto más a algunas decenas de estudiantes y a un puñado de profesores. Cuando se inauguran Universidades, casi por lo regular, el énfasis se pone en profesiones como Contaduría, Administración y Derecho. Por razones de tradición todavía existe la tendencia a colgar los estudios ambientales en algún rincón de las Biologías.

En cuanto a los Gobiernos estatales, y tantos que se inauguraron hace poco en la cuenca del Golfo, ¿dónde está su predisposición para prever y aguardar con capacidad de resistencia la ocurrencia de un gran desastre climático en unos pocos años más?

Seguramente hay Secretarías de Ecología, y eso en algunos estados--¿Y de qué se preocupan? ¿Qué enlaces efectivos tienen con la sociedad y su desarrollo? ¿De qué financiamiento disponen? ¿Están respondiendo al reto que se empieza a alzar en el horizonte? ¿O dicen amén a las inercias? Temas que parecen dominar: el manejo de residuos sólidos, qué hacer con la basura de las ciudades, alguna recolección de información sobre el manejo acuífero y los inventarios forestales y de biodiversidad y tímidos avances naturalmente solidarios, a la eco-eficiencia de la industria privada. Pero no hay una proyección a futuro de las crecientes dificultades que plantea esta materia, ni menos una advertencia sobre lo que viene.

Frente a esta situación de tan alta gravedad, algunos ecólogos sugieren ciertas propuestas:

  1. Como principio general: en las actividades productivas, agrícolas, forestales, mineras, de pesca, industriales, debe ponerse como objetivo central el sostenimiento ambiental y la vida, no la ganancia. La inversión de esta ecuación abriría paso al desastre.
  2. Debe comenzar a planearse nuestro enfrentamiento con escenarios inéditos en la relación entre la sociedad y el medio.
  3. Debe disponerse para ello de la capacidad de planeación que da la experiencia actual del Estado y de las organizaciones científicas.
  4. A nivel de Estado habrá que alimentar con la reflexión y la decisión ambientalista las vinculaciones entre poderes (ej. Legislativo, ejecutivo) y en el interior de los Programas de Desarrollo y cuestiones importantes como el cambio climático y los recursos acuáticos deben entrar a ser considerados de manera sobresaliente y con efectos.

¿Qué las ideas de planeación afectan al modelo económico vigente? ¿Que limitan la acción de la iniciativa privada? Mala suerte. Y dicen: "estas son exigencias mínimas".

Pero la Organización Social muestra con agudeza entonces sus otras facetas: el poder del Estado al que se invoca, coincide en ser un sistema cerrado de defensa de quienes no tienen ningún interés en esta cuestión. Las economías de la Organización Social, globalmente están ahora articuladas en torno a los intereses de las Corporaciones Transnacionales que se constituyen con sus actividades en el principal acelerador de la decadencia ambiental, y que sin explotar los recursos del planeta y de cada lugar a destajo, se despeñarían en la depresión. Y Estado y Corporaciones concentran una enorme capacidad de decisión en el tiempo corto, justo este tiempo en que todo está en juego.

También en la inercia instalada está la propia estructura de mercado que domina demandas consumeristas ciegas al deterioro ambiental, que ponen energía a la creación de necesidades absurdas y a la explotación salvaje de todos los recursos. Es al servicio de ese tipo de estructuras que se pone la energía global y local. Para el consumidor compulsivo el desastre anunciado es sólo una noticia en la TV, no algo al que pueda dar respuesta con acciones racionales. Presa de la mercadotecnia de las cosas se somete también a la mercadotecnia electoral de los candidatos corporativos, que una vez en el poder son sólo practicantes de sus negocios, y frente al desastre, sólo agentes de decisiones irresponsables y equivocadas.

Pero la era de catástrofes que predicen los científicos puede tener otros agravantes, marcados esta vez por las tendencias demostradas por la Organización Social en el siglo que pasó, cuando grandes catástrofes, esa vez guerras mundiales y crisis económicas arrinconaron a diversas sociedades en los recodos de la jerarquización extrema, la disciplina de mando irracional y el exterminio de la diferencia o lo exorcizado como "peligroso". En nuestros días ya tenemos a la principal potencia mundial iniciando esos mismos caminos, esos que llevan a que frente a los maremotos haya movilizado su flota de combate. En vez de la razón humanista, para enfrentar calamidades, la Organización Social nos pone el desvarío. Frente a los signos evidentes de calentamiento terrestre, que todavía se podría revertir ¿tiene sentido el "Imperio"? ¿Tiene sentido "la economía de mercado"? ¿ Tiene sentido "la propiedad privada"? ¿Tiene sentido "la lucha contra el terrorismo"? Que se alzan como fetiches que nos impedirán sobrevivir. Sin embargo, esas son las posturas de la Organización real y todavía viviente, que viene así a ser parte del desastre.

De mantenernos en las inercias, y no alzamos frente a novedades tan inquietantes, capacidades de previsión debidamente estructuradas, fuerzas de resistencia y de protección de las poblaciones, la humanidad se estará rindiendo sin lucha. Y quizás se estará rindiendo traicionada.

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Más información sobre este tema:

The Final Proof

Consenso científico sobre cambio climático y calentamiento global

Global Warming is Real

Hotting Up

Global warming is 'twice as bad as previously thought'

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