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La elección norteamericana y el panorama estratégico mundial

Federico García Morales

“Hay dos consideraciones, que pueden motivar la inhabilidad para continuar la contienda. La primera es la improbabilidad de la victoria, y la segunda su precio demasiado alto.” (K.von Clausewitz. De la Guerra, lib.1, cap. II)

Durante el período preelectoral norteamericano se continuó desplegando con algunas variaciones el planteamiento unilateralista. No se cuestionaba los motivos de la guerra, apenas el candidato opositor criticaba los detalles en la ejecución de las operaciones. Quien buscaba su reelección se proponía como el buen perro guardián de la finca. Al escuchar las propuestas de los candidatos pareciera que EEUU podía tener una gran confianza en el futuro. De esta manera, no se cuestionaba la posición estratégica de EEUU en el mundo, y la conducción de la guerra en Irak contaba con el apoyo fervoroso del sector republicano e integrista, y con el algo vacilante sostén del sector demócrata y de su candidato.

Nunca Kerry planteó un No rotundo a esta guerra injusta, a pesar de haber contado durante el período preelectoral con el asombroso reconocimiento de que no había habido motivos para justificar el ataque al país árabe. El desahogo de las brutalidades del ejército norteamericano en los campos de prisioneros tampoco pareció afectar la conducta de los ciudadanos norteamericanos. No se indujo a través de la campaña vacilaciones en la continuación de un conflicto, un conflicto que poco a poco parece estar perdiendo todos sus objetivos. Aquí no había armas de destrucción masiva, aquí no se trataba de liberar a un país de un dictador, y los métodos de matanza en masa (ya van más de cien mil muertos), la tortura y la exclusión de derechos claramente no llevan a la instalación de ninguna democracia. Pero lo que es más grave para el cinismo corriente, es que esta guerra no está trayendo petróleo más barato, sino una sostenida alza del preciado recurso.

Los candidatos no entregaron nunca una explicación racional sobre este conflicto absurdo, y tampoco encontraron una propuesta para salir de él sin afectar duramente la situación estratégica de EEUU como potencia mundial incontrarrestable.

Esa situación estratégica se venía definiendo en campos de batalla que no podían controlar a pesar de los medios desplegados, hundidos en una guerra irregular y popular donde no han podido aplacar los latidos del corazón de esta rebelión. Pero también esa situación estratégica se define por el creciente aislamiento frente a otros bloques de poder mundial, la repulsa multitudinaria y la extensión de las dificultades económicas de la supuesta “única superpotencia global”.

EEUU llegó a esta campaña electoral en una agravada situación de aislamiento con respecto al resto del mundo, en un clima ideológico marcado por el ascenso de una forma de estado que se apartaba de lineamientos democráticos para prepararse para una lucha integrista por el dominio mundial en el ejercicio de la supremacía militar que había venido acumulando. Una situación que desgarraba todas las estructuras de alianzas, hegemonías y acuerdos multilaterales previos que hasta ahora había sostenido la coalición de países capitalistas. En esta crisis, que avanzó hasta el corazón de su sociedad y de su política, hoy EEUU se aparece como desarrapado filibustero, a la cabeza de “willings” de El Salvador y de las islas Fiji, y está haciendo un pobre papel. Como consecuencia, va quedando aparte. La Alianza Atlántica está rota - la Unión Europea va a la formación de su propio bloque, extendiéndose hacia el Este, y el propio Reino Unido husmea por otro tipo de compañías. En Asia se construyen otros pactos de gran dinamismo. En este ambiente, EEUU es el objeto de la desconfianza. Hay desconfianza en su manera de conducir los asuntos internacionales, hay desconfianza en su economía, hay desconfianza en su dirigencia, que muchos analistas serios califican como mafiosa. Vale la pena recordar que frente a esta elección las encuestas revelaron que la aplastante mayoría de la población europea y latinoamericana prefería a Kerry (asi fuera como mal menor) y temía a Bush . En cuanto a los propios EEUU, después de esta nueva elección dudosa, la población quedó partida.

El ascenso al poder de Bush y su grupo, dañó visiblemente la relación con Europa y con el señalamiento de una vocación de dominio global absoluto agudizó todos los conflictos a nivel mundial. La nueva Doctrina de Seguridad Nacional expresó muy claramente un anhelo de expansión y dominio demasiado engrandecida. El designio proclamado por corporativos y halcones de apoderarse de la energía del planeta “para agarrar del cuello” a Europa y a los países del Asia, no dejó de generar desafecciones. Cuando EEUU atacó a Irak, ya estaba literalmente solo. Claro, subsistía la confianza de sus líderes en el aparato tecnológico y militar que les hacía suponer que estaban en condiciones de librar “muchas guerras simultáneamente”. Y se despreocuparon de su propio aislamiento. En cuántos documentos estratégicos se repitió la frase: “después de la caída de la Unión Soviética somos la única superpotencia militar”...

Sin embargo, la situación estratégica de los EEUU tenía otros elementos que no permitían sacar cuentas tan felices. Desde antes del episodio del 11/9 (tan a tiempo), ya la economía norteamericana había dejado atrás su edad dorada, y entraba en recesión. Los analistas oficiales dijeron después que la guerra había evitado la depresión, y hasta han saludado los débiles “crecimientos” que se desprendieron de las inyecciones al sistema militar-industrial. Y no se dan cuenta que esto sólo acentuó la velocidad de caída del sistema en una fase destructiva.

En medio del keynesianismo militar, las cuentas comerciales son negativas, y el momento de la temida devaluación del dólar ya está llegando desde hace un año.

Y ahora, la cuestión del estallido del déficit ya está en el horizonte. Y bajo este conjunto de condiciones, agravadas por la continuación en la dirección de los asuntos por el mismo equipo, el ensamble con un nuevo momento guerrerista cae de suyo, aunque con él amenaza caerse todo el sistema. El desbarajuste entre medios y objetivos no dejará de expresarse.

De hecho, el avance de los primeros pasos en el intento de expansión en el Medio Oriente y Asia Central, ya viene costando presupuestos de los 500 mil millones de dólares anuales a la Unión americana. La conducción de la vasta propaganda de terror y guerra hace sumar otros 500 mil millones más en el rearme de zonas que no necesitan de ese tipo de juguetes cuando deben enfrentarse a problemas más serios-como es el caso de América Latina, ¡cuarta potencia mundial en materia de compra de armamentos!! Todo eso ya induce un retroceso con todo lo que tenga que ver con inversiones para el desarrollo.

Un desgaste mayor a la situación estratégica de EEUU viene a originarse en la intencionada ruptura del manejo multilateral de los negocios, en donde EEUU aprovechó diversos foros para hacer orbitar en torno a sus intereses a otras potencias.

Había países, como China, por ejemplo, que recogían el menudeo de la plusvalía relativa proveyendo artículos de consumo masivo, y que utilizaban su gran reserva de dólares en comprar bonos del tesoro, apuntalando de esta manera a las tristes finanzas americanas. Esta situación hacía orbitar - en la confiada creencia de los evangelistas del Departamento de Estado-a esos países en torno a EEUU. En los dos últimos años se podía presenciar la apertura de los mercados del resto de la órbita norteamericana, de América Latina en particular, a la producción china. El próximo año ya, de acuerdo a los convenios, se acaba incluso la cuota textil, con lo que China tendrá mercado abierto en toda esta zona. El resultado de la operación, de acuerdo a la tradición observada, debía ser un acrecentamiento de las colocaciones asiáticas en el Tesoro norteamericano, que reclamaba una suma billonaria diaria para sobrevivir y no estallar.

Sin embargo, el estado de la economía mundial, con tasas de ganancia muy estresados y creciente contracción de mercados, generaba contradicciones en la continuación de estos rumbos. Existe por un lado el temor por el recalentamiento chino, y los reclamos consiguientes por frenar este impulso, mientras por otro lado ese mismo impulso es deseado, lo que se manifiesta en la concurrencia de grandes inversiones occidentales hacia las fuentes asiáticas de ganancias.

El debilitamiento manifiesto del dólar puso otras reglas, que han comenzado a actuar: los chinos comienzan a usar sus dólares aceleradamente de otra manera: compra de participaciones en empresas japonesas, compra de minas en América Latina, y por fin, el establecimiento del más grande convenio de la historia con Irán, esta vez para asegurarse el petróleo de una zona que estaba en el centro del interés y de los movimientos estratégicos de EEUU en la época reciente.

Y es aquí donde en un breve comunicado, China ha advertido muy suavemente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que no debe meterse en Irán, como era el deseo de EEUU, ansioso de repetir los procedimientos que utilizó con Irak.

Con esta actividad de China, al actuar como gran potencia y señalar claramente sus intereses en esta área -algo que habría que haber presumido que en algún momento tendría que ocurrir-bloquea de hecho y pone dificultades insuperables al principal movimiento estratégico norteamericano orientado a dar jaque mate a las potencias rivales o emergentes. Aquí termina el sueño del control petrolero absoluto. Y el castillo de naipes - Mubarak , los otros colaboradores del Medio Oriente o de Asia Central-todo entero puede derrumbarse. En el giro estratégico actual, habrá que ver qué ocurre con India y Pakistán.

Y es en este punto en donde viene a darse la increíble elección norteamericana que reinstala a Bush en una posición todavía más fuerte para ejercer sus debilidades, justo en un mundo en donde decae la posición general de EEUU .

Pareciera ser que las elecciones en donde triunfa este personaje tan inusitadamente mediocre, investido todavía de un malévolo manto de predestinado, estuvieran diseñadas para sostener dudas por mucho tiempo. Pero ahí está, firmemente en posición de la Casa Blanca y de sus tentáculos mundiales, por cuatro años más -eso se espera. Y con él una Cámara de Representantes y un Senado incondicionalmente solidarios con el Presidente y sus proyectos. Los que el tiempo se encargará en revelar.

Por ahora, sólo botones de muestra, con el cambio de Ashcroft-que parecía como un acompañante místico, por el tal González, en figura de Gran Inquisidor. La celebración triunfal se realiza al tiempo de la feroz matanza que se ha desencadenado sobre Falluyah. Y Mosul. Y en lo que pudiera señalar el reforzamiento de una tendencia, el crecimiento del presupuesto militar más allá de toda consideración por el tax payer norteamericano. En apariencia, todo seguiría igual: se estarían asestando golpes “estratégicos” a los reductos centrales de la resistencia iraquí, y después de eso vendría el establecimiento de la verdadera democracia, objetivo final de toda la operación. Aunque todos sabemos que nada de eso es cierto ni cierto. La guerra es el lugar de la incertidumbre-afirmaba Clausewitz. Sobre todo, bajo las actuales condiciones..

Esa incertidumbre parece planear sobre el juicio del gobierno norteamericano. De las discusiones del período electoral quedan pendientes muchas observaciones aisladas sobre la conveniencia de ir escapando del escenario medio oriental, que está representando un costo demasiado alto, con objetivos demasiado improbables de alcanzar. Y en un tiempo en donde se empiezan a fortalecer otras alianzas y a desarrollarse una extensa oposición global al conductor aparente del sistema.

Bush se encuentra a punto de cometer el mismo error de Hitler: echarse al mundo encima. Y en el camino de Hitler va manifestando, empujado por un signo paranoide, su tendencia a acabar con los restos de la institucionalidad democrática y de los derechos civiles en su país y donde quiera que monte presencias o alianzas. Si se comprobara que su propia elección fue un enorme fraude electrónico-como muchos ya aseguran-significaría que ya el resorte mismo interno del sistema democrático americano estaría irreversiblemenrte roto, sin apelación posible. Significaría eso también que quienes aseguran que el Gobierno norteamericano ha sido tomado por asaltos por una mafia, también estarían en lo cierto. Y entonces, el mundo podría echarse a temblar. Pero aún cuando no fuera así: la continuación de la política del primer periodo de Bush, si es que continuara torvamente despeñándose hacia e corazón de Asia, llevaría consigo inevitables conflictos globales. Ya se ve que muy claramente en ese camino está envuelto todo el mundo árabe, y más allá China.. Pero es aquí donde los juegos estratégicos a veces dominan a los jugadores.

Y en esto de alcanzar sus objetivos de dominio mundial de parte de este poder neonazi que nos viene a surgir comenzando el siglo XXI, es donde entra en su juego estratégico América Latina . Ya en estos días andan en gira por la región el Secretario Rumsfeld y el secretario Powell, como tomándose unas vacaciones del frío que se deja caer sobre sus oficinas en Washington o de la polvareda radioactiva y las manchas de sangre de sus campos de batalla en Fallujah o Mosul.. También parece Bush repentinamente más preocupado por sus colonias del sur que por Afganistán o los petróleos de Irán. En unos días más pondrá sus piececitos en el Palacio de la Moneda, el mismo lugar en donde hace ya más de treinta años, tuvo su triunfo tan señalado Nixon al asesinar al Presidente Allende.

Los encargados de las colonias del sur, se manifestaron muy inquietos durante la campaña electoral norteamericana, “porque la región no formaba parte de la trastienda mental de los candidatos”. Mentira más grande: en ese tiempo ya se organizaban las movidas que empiezan ahora a evidenciarse. Los gobiernos incondicionales de América Latina han sido bien servidos militarmente durante los años de Bush , muy dentro del proyecto de Bush. Hasta la preparación de la reunión del APEC en Santiago, con todos sus detalles y ponencias, y hasta sus cabarets de lujo. Todo esto se venía manejando desde hace tiempo, el propio tratado de Libre Comercio de Chile, se aventó, con el apoyo de los incondicionales de Washington en el seno de la Concertación, como un adelanto al APEC.

En años previos se había lanzado el Plan Puebla Panamá, el Plan Colombia, el Plan Dignidad, el Plan Amazonas-una red de proyectos para una red de dominación norteamericana y corporativa. Con ellos, podía decirse que América Latina había caído ya en la red. Pero una cosa era planear, y otra consolidar el proyecto. Y aquí se observaban vacíos , contradicciones y resistencias. Para la realización de esa visión del dominio y de la extorsión de todo un continente, era necesario una profunda remodelación institucional y encontrar agentes más apropiados en un mundo social que todavía manejaba ilusiones de cierta independencia. Algo mayor que la operación anterior con los Chicago Boys. Ahora no se trata sólo de abrir mercados, sino de canalizar más directamente la exportación de los recursos hacia el Norte. Están las contradicciones con otras potencias económicas, sobre todo con Europa, en los afanes de explotación del continente, y asumir también las contradicciones sociales del Sur, que conserva agrandada la figura de la pobreza masiva., Y están las resistencias de movimientos nuevos, de clases, de étnies y hasta de fondo nacional, como los bolivarianos, el castrismo o los simplemente antiimperialistas.

Pueden haber otras urgencias que comienzan a inscribirse en la estrategia de EEUU, si se considera un informe reciente del Pentágono, urgencias derivadas de la evaluación del cambio climático. América Latina es, al fin y al cabo una enorme fuente de agua dulce y in extremis, un territorio de refugio.

Con esas tentaciones y ufanados con el lema “el que no está conmigo está contra mí”, los busheanos se asoman al panorama latinoamericano buscando “rogue states” y “terrorists”. A veces, incluso hasta “muslims”. Sobre todo si están cerca de sus centros de interés estratégico. Y manifiestan su interés en acabar con Cuba, Venezuela, Bolivia, Uruguay y lo que venga.

¿De dónde este sorprendente y novedoso interés, de tanta urgencia, con respecto a América Latina? Si la Colonia acá marchaba a su paso, un tanto cansino, es cierto. Y todavía teniendo a la cabeza una administración barata, provista por las “elites políticas” locales. Ellas nada le habían negado a la corporación transnacional, verdadera alma del integrismo norteamericano. Les habían privatizado todo, y pagaban puntualmente la deuda...
De pronto, todo esto dejó de ser suficiente.

Y la respuesta puede encontrarse, parcialmente quizás, en el atascamiento de los proyectos en Oriente. Para seguir en su carril de Gran Potencia, EEUU se revuelve buscando una plenitud de recursos, y empieza a entender que en el sur, en su patio trasero, la tarea le puede resultar más expedita. También entiende que debe apresurarse antes que su derrota en Medio Oriente espante a sus clientelas del sur. Pero acá tiene que limpiar la casa, reorganizar todo, según el credo del costo menor y la ganancia infinita. Tenemos la impresión que EEUU busca recuperar su equilibrio roto por la heroica resistencia islámica, golpeando en otra parte.

Si empieza a perder la confianza en monopolizar la energía de Asia Central y del medio Oriente, al menos quiere disponer de los recursos del hemisferio Occidental, para volver luego a su desenfrenada búsqueda de control en esas otras áreas.

Se puede imaginar en qué consiste ese proyecto: en lo inmediato, y contando con la solidaridad de los gobiernos dóciles de turno, la organización del manotazo que de golpe les diera la destrucción de Cuba, la ocupación de Venezuela, Colombia y parte del Brasil. Se cumplirían así simultáneamente objetivos políticos y económicos.

Una tarea sencilla de concebir pero formidable en la manera que aventaría a una parte importante de la humanidad a un espacio trágico. Sabemos que en esa operación, cuyos preámbulos han venido siendo elaborados en el Plan Puebla Panamá y el Plan Colombia, haría desaparecer la actual vertebración de México, que quedaría parcialmente ocupado y fragmentado, y conduciría la regionalización militar y corporativa de toda América Central.

En América del Sur, estos hechos serían seguidos de episodios de ocupación y políticas de exterminio que sólo pueden implorar el recuerdo del intento hitleriano en su marcha hacia el Este. Pudiera ser que en este proceso la domesticación siguiera jugando algún papel-al fin y al cabo todavía se necesita de poblaciones trabajadoras y de carne de cañón. Ojalá nos equivoquemos en los pormenores. Pero sugiero retener la idea de que hay un giro en la situación estratégica mundial, que comienzan ejercicios de poder en América Latina, y que hay un agente carente de escrúpulos, que está actuando desde hace tiempo fuera de la ley internacional.

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