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EL CONTEXTO CAPITALISTA MUNDIAL EN TORNO AL FORO DE LA APEC

Cristián Gallegos Díaz

filosofiacritica@hotmail.com

Septiembre de 2004

"Hace diez años, en 1994, nos incorporamos como miembros plenos de ese foro cuya meta es impulsar el libre comercio como la gran oportunidad para crecer y llevar bienestar a su gente. Es una agrupación singular, donde se avanza por consenso, la cual reune a más de 2 mil 500 millones de personas y casi el 50% del comercio mundial. En sus primeros 10 años ha generado cerca del 70% del crecimiento económico global, lo cual la convierte en la región más dinámica económicamente en todo el planeta"

Ricardo Lagos Escobar, agosto de 2004, El Clarín de Buenos Aires

En vista de la disfrazada apología del sistema capitalista que hace un presidente de la república, "socialista", por lo tanto un presidente oxímoron, debemos preguntarnos: quiénes, para quiénes, por qué, para qué se reunen tan pocos para tan parafernálica cita de la APEC, en Chile. Es ineludible, entonces, presentar en una apretada síntesis, el contexto económico y político mundial del capitalismo contemporáneo. Algo que el presidente Lagos, como socialista, ha olvidado en sus habituales discursos retóricos. Y nunca lo dirá.

La tendencia global del capitalismo no se limita a considerar periodos ascendentes o de boom. La tendencia del capitalismo es a las crisis, a las guerras y a las revoluciones. Hoy nos encontramos en una fase depresiva 1 dentro de la etapa de competencia-cooperación interimperialista en el desarrollo del capitalismo tardío 2. Comenzó en la década del 70. Las consecuencias las vivimos todos. Aproximadamente mil millones de trabajadores están subempleados o desempleados. La tasa de plusvalía, la tasa de explotación han aumentado. La tasa de salarios relativa ha descendido respecto de la tasa de ganancias de las principales corporaciones multinacionales. El proceso de mundialización 3 de la economía capitalista se ha desarrollado en forma inseparable de una polarización, una asimetría cada vez más profunda entre los países centrales, imperialistas, dominantes y los países periféricos, dependientes, neocolonizados, recolonizados. Implica relaciones de dominación-explotación clásicas y nuevas de países imperialistas sobre los estados-naciones, asociadas a relaciones de dominación-explotación clásicas y nuevas de los capitalistas respecto de los trabajadores asalariados, dentro de una totalidad asimétrica, desigual y combinada, lo que configura el llamado relieve actual del desarrollo capitalista como formación social-económica. La centralidad del antagonismo capital-trabajo asalariado no se ha perdido, y su correlato, la lucha de clases, no ha desaparecido, sólo han tenido transformaciones históricas que son experienciables, y por lo tanto, dignas de ser rigurosamente estudiadas 4. Frente a estos hechos, nos preguntamos cómo un presidente "socialista" puede hablar de bienestar para todos, de tener presencia en el mundo, de crecer con equidad. En estos contextos económicos, políticos y sociales, los discursos presidenciales reflejan posiciones de consenso entre neoliberales, social-liberales reaccionarios y social-liberales "progresistas". Mientras los social-liberales reaccionarios actúan frente al marco de las condiciones estructurales determinantes del desarrollo del capitalismo actual, mediante políticas que llaman a falsas tranquilidades y esperanzas, y ocultan las causas de las crisis, los social-liberalistas "progresistas", emiten un discurso de poder que hace suponer la posibilidad de cambiar las estructuras aceptando el discurso neoclásico del mercado, sin ningún sentido crítico. Se hacen eco del neo-cepalismo, prometiendo crecimiento con equidad, es decir, de una ideología política, de una creencia básica de un grupo de poder que intenta solucionar las problemáticas sociales con criterios economicistas, sometiéndose a la lógica del capital y del mercado. Es lo que trasunta el discurso del presidente Lagos, frente a la invasión de los representantes del gran capital que ser reunen en la APEC 5

Absolutamente nada nuevo se dice cuando se habla de crecer. El modo de producción capitalista, como parte de las formaciones sociales -económicas 6 es el único en la historia de las sociedades humanas que, a pesar de las enormes crisis y secuelas, debe crecer. El estancacionismo es incompatible con el capitalismo 7. Pero, como lo estableciera Marx, el limite del capital es el capital mismo. Las contradicciones del capitalismo surgen de su forma de crecimiento: el desarrollo de las fuerzas productivas, dentro de un campo de competencia feroz, genera crisis de sobreproducción. ¿Por qué?.

Una interpretación correcta de los fenómenos económicos y extraeconómicos que son los condicionantes de la existencia de periodos largos de desarrollo del capital, con descensos y ascensos económicos, debe considerar: a) la ley del valor, b) la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (la ley más importante de la economía política), c) la ley del salario relativo. Todas estas leyes descritas por Marx, son del ámbito de la acumulación, es decir, están centradas en el ámbito de la producción, no en el ámbito financiero, por lo cual debemos considerar que: a) el capitalismo funciona enmarcado en leyes económicas tendenciales que se centran en lo productivo, no son leyes del ámbito financiero, b) es erróneo caracterizar al capitalismo como un sistema económico gobernado por el capital especulativo-financiero, c) las tesis de la centralidad del capital financiero y la tesis de la declinación histórica del capitalismo, no son tesis marxistas, ni tesis marxianas, d) Marx estudió y destacó la necesidad de estudiar el capitalismo en su centralidad productiva, no financiera, e) el eje del análisis debe ser la crisis de sobreproducción y no las crisis financieras que son manifestaciones de aquella, y no a la inversa, f) lo importante es estudiar los desequilibrios en la producción y en la acumulación capitalistas, g) en el plano financiero se manifiestan procesos que actúan a escala productiva, h) la tesis de la centralidad del capital financiero (tesis no marxista) lleva a tres problemas: 1) ideas catastrofistas (el capitalismo se desplomará solo), 2) contradicción no dialéctica entre el capital productivo y el especulativo o improductivo, lo que puede derivar en políticas impropias (neokeynesianas: apoyar al capital productivo; neoliberales: apoyar al capital financiero), 3) considerar al capital financiero como dominante, lo que conduce a descuidar el estudio de lo central del capitalismo: la tasa de explotación, la tasa de ganancia, la tasa de inversión, el nivel de los salarios, el nivel de acumulación, las expectativas de los capitalistas, las innovaciones tecnológicas y sus impactos sociales.

El sistema capitalista necesita de la acumulación, o si no deja de ser capitalista. Y esta acumulación se basa en la extracción de plusvalía a partir de la masa de trabajadores a nivel mundial, que es la base de todos los auges económicos y de la producción capitalista en general. El bienestar del capitalismo, se obtiene a costa de la explotación de los trabajadores asalariados 8. Son hechos absolutamente demostrables. Lo demás, retórica política que refleja cuán dependientes son, realmente, los presidentes, del dominio imperialista.

La crisis en la etapa actual 9 del capitalismo tardío, tiene características que están centradas en lo económico, pero con consecuencias políticas que sobredeterminan una diferenciación entre crisis económicas en los países desarrollados, imperialistas, y crisis económicas en los países atrasados, dependientes, periféricos: a) concentración del capital: unas compañías sobreviven, otras no; b) desempleo masivo: exclusión social, migraciones forzadas; c) destrucción de fuerza productiva: cierre de empresas, guerras planificadas para abaratar el costo de la fuerza de trabajo; d) incremento de la explotación: o se trabaja más o se queda sin trabajo, es la amenaza real para el mundo de los trabajadores; e) la competencia interimperialista: el dominio, más que la hegemonía, del imperialismo norteamericano; la cooperación interimperialista 10; f) aumento del capital especulativo, ocioso: competencia por los mercados, lo que implica mayor contracción de los mercados. Se prefiere invertir en el comercio más que en la actividad productiva. El inevitable desarrollo de las fuerzas productivas, con base en el aumento de la tasa de explotación, y la competencia intercapitalista-interimperialista, generan una sobreproducción, en el contexto de una tendencia a la caida de la tasa de ganancia. El capital financiero intenta revertir el proceso mediante ganancias fáciles de obtener, a través del auge del comercio y la hipertrofia del sector servicios, que en sí es improductivo. Esto condicionará, tarde o temprano a nuevas y mayores crisis. También las crisis implican que los propietarios de las grandes empresas multinacionales trasladan sus inversiones industriales desde donde la tasa de ganancia es baja a otras áreas de inversión, donde la tasa de ganancia sea más alta 11. Pero para ello requieren eliminar barreras en el mercado mundial y barreras a las inversiones que, en el contexto de la competencia desenfrenada a escala mundial, implique una tasa promedio de ganancias en común. Bajo el dominio norteamericano, dueño de las mayores empresas multinacionales, esto se consigue mediante diferentes tratados de libre comercio con países donde sea posible una mayor tasa de explotación, y mediante el intervencionismo militar. Por eso se reunen, y planifican el anexionismo económico, el neocolonialismo (mayor dependencia financiera, mayor drenaje de los recursos naturales, privatización de las áreas estratégicas), y la recolonización política de los países periféricos dependientes (creciente asociación entre las clases dominantes locales y las clases dominantes de los países imperialistas; mayor servilismo político de los gobernantes y funcionarios estatales a las grandes corporaciones y a los gobiernos imperialistas); g) guerras: los capitalistas intentan aumentar sus ganancias mediante esta estrategia de acumulación primitiva. De allí la razón de las guerras de Kosovo, Afganistán, Irak, etc. Ya no se trata de guerras interimperialistas, sino del intervencionismo militar directo del imperialismo norteamericano, bajo el pretexto de la lucha antiterrorista, para asegurar el dominio económico y la recolonización política de las dos áreas que le son vitales: el Medio Oriente y Latinoamérica.

La tendencia decreciente de la tasa de ganancia es un obstáculo cada vez más dificil de superar, para el proceso de revalorización del capital. Por esta razón, los capitalistas intentan superar las contradicciones económicas internas del proceso de revalorización del capital, recurriendo a procesos económicos y extraeconómicos. ¿Qué hacen los capitalistas para contrarrestar esta crisis de sobreacumulación de capital constante?. Elevar la tasa de plusvalía, es decir, aumentar el grado de explotación de los asalariados, reducción del salario aún por debajo de su valor (de aquí la urgencia mundial de la "flexibilización laboral"). Abaratar el capital constante que se vende de unos capitalistas a otros. Manipular el comercio exterior (es la razón de ser de la APEC, y de todos los tratados internacionales). Rotar el capital. Manipular el poder del Estado. Incentivar las privatizaciones, incentivar las inversiones privadas en áreas más productivas, disminuir el gasto público, recortar el presupuesto público, disminuir la deuda privada con financiamiento estatal, obtener créditos blandos, pero seguros para el que financia, pagar menos impuestos, obtener subsidios estatales especiales para los privados, obtener exenciones impositivas. Fabricar estratégicamente el endeudamiento creciente de los países dependientes, periféricos, atrasados. Aumentar la actividad comercial y financiera. Hacer crecer el capital ficticio. Sobreexplotar los recursos no renovables. Estimular las contrarrevoluciones. Estimular las guerras. A largo plazo, son medidas que agravan aún más las crisis capitalistas, a pesar de ciertos periodos de recuperaciones parciales. Estas medidas terminan por minar el papel de los estados-naciones en el propio salvataje de los capitalistas, contribuyendo aún más al agravamiento de la crisis capitalista en general. Todas estas medidas estratégicamente diseñadas implican una caracteristica propia del capitalismo contemporáneo: el proceso de neocolonización-recolonización, mediante anexiones ya no territoriales, sino zonas económicas, y dominio y subordinación político-militar, asociado a procesos de competencia y a la vez de cooperaciones interimperialistas, y una creciente asimetría entre países centrales, imperialistas, y países periféricos, dominados.

Lo importante es considerar que todas estas medidas contrarrestadoras a las cuales los capitalistas hechan mano, sólo operan como contratendencias, bajo límites histórico-sociales, son transitorias e insuficientes, y no logran invertir la tendencia dominante a la baja de la tasa de ganancia.

El desarrollo parasitario, el desarrollo que no crea valor, paradojalmente contrarresta a corto plazo la caida de la tasa de ganancia, pero, a su vez, a largo plazo, se convierte en el detonador de las crisis. El desarrollo parasitario consiste básicamente en el proceso de desarrollo del capital financiero y su inversión en el comercio y en ramas productivas transitoriamente más rentables, pero que se harán cada vez menos rentables, a largo plazo, porque este capital financiero se sobreacumula dentro de las determinaciones propias de la sobreacumulación productiva de capital constante o fijo, y se va haciendo incompatible con la masa de plusvalía que es cada vez relativamente menor, plusvalía arrancada u obtenida de la explotación de los trabajadores asalariados. Esta hipertrofia del capital financiero-especulativo, no productivo, entraba la reproducción del capital, de su revalorización.

Las medidas económicas y extraeconómicas para contrarrestar las crisis, terminan, finalmente, favoreciendo al sector privado internacionalizado, mundializado, en desmedro de la población en general, básicamente de los trabajadores, la inmensa mayoría. Pero también ha afectado sensiblemente a las cada vez más minoritarias burguesías nacionales.

Las crisis capitalistas terminan en colapsos sociales, cuyas formas pueden ir desde las situaciones contrarrevolucionarias hasta las guerras internacionales.

Las revoluciones tienen su razón de ser como la respuesta legítima a las crisis periódicas e irregulares, cada vez más graves y profundas, del desarrollo propio de la economía capitalista.

Nada, absolutamente nada de esto se le escucha decir a un presidente "socialista". Sin duda, es un buen anfitrión para la cumbre de la APEC, dada su tendencia y proclividad social-liberal "progresista".

DISCUSIÓN

La solución reformista 12, planteada dentro del contexto neoliberal actual, es pretender que los capitalistas suban los sueldos a los trabajadores, una vez que crezcamos con el auge del comercio para nuestros países latinoamericanos, o volver al capitalismo de bienestar, al keynesianismo. Pero no. Los capitalistas no están dispuestos a estas aventuras. No están dispuestos a subir los salarios para aumentar la capacidad de consumo de los trabajadores. Todo lo contrario. Privilegian mantener o subir su tasa de ganancias a costa de los trabajadores. Por eso se reunen. Y la solución estratégica, para los trabajadores, no está en pedir más trabajo. Eso es una necesidad inmediata, absolutamente comprensible, pero a la larga sólo subordina más el trabajo asalariado al capital. ¿Acaso es una solución estratégica para los trabajadores del mundo, pedir más trabajo acosta de que despidan a otros trabajadores en otra parte del mundo?. No. De modo que la solución a las contradicciones y antagonismos de la producción capitalista 13, a las crisis de sobreproducción y subconsumo aparejado o resultante, con desempleo masivo y estructural incluido, no es solucionar problemas locales, sino enfrentarlos en una escala mundial. Lo anterior conlleva implícitamente la necesidad de fortalecer la organización de los trabajadores asalariados a niveles internacionales, y el desarrollo, en las luchas mismas, de una conciencia socialista.

Todos los problemas de las minorías, la de los pueblos originarios, la de géneros, religiosos, culturales, etc., están obligadamente, se quiera o no, subordinados, ligados, al problema de la lucha de clases dentro de un contexto de crisis capitalista mundial. No se diluyen en él. Pero las soluciones están subordinadas a la solución de fondo: derrocar el capitalismo 14. Lo demás es asunto de buenas intenciones, desconocimiento o evadirse de la realidad, y utopizar aún más la emancipación de todos.

Entender la dinámica del capital contemporáneo es esencial para comprender el por qué de organizarse, el por qué de luchar. Cuestión de sobrevivencia planetaria, no sólo cuestión de problemáticas locales, por muy legítimas que sean. Por eso que si los procapitalistas se reunen para salvaguardar sus intereses, los trabajadores, independientemente de su condición étnica, religiosa, de género, o cultura, tienen el mismo derecho.

CONCLUSIONES

El desarrollo cada vez más elevado del poder productivo del capital mundial, asociado a la expansión de las áreas de depredación y a la desrevalorización del capital, al aumento de la tasa de explotación a nivel mundial de los trabajadores asalariados, y al agotamiento de los recursos no renovables, son contradicciones que repercuten en el ámbito financiero y comercial, y llevan a crisis económicas, políticas, culturales y sociales, sostenidas, irregulares, pero cada vez más profundas y extendidas. Los capitalistas luchan contra la corriente. Se reunen para planificar sobre el caos y la anarquía económica mundial, dispuestos a seguir dominando, y dispuestos a seguir extrayendo plusvalía mundial, en un intento de revertir estas crisis. Es su razón de ser. Es la razón de ser del sistema capitalista.

Las crisis económicas son consustanciales, son inevitables para el sistema capitalista en su conjunto. La competencia intercapitalista, sobredeterminada bajo la forma histórica de una competencia interimperialista tripolar (EEUU-Canadá, Unión Europea, Japón) se exacerba en el contexto de la caida tendencial de la tasa de ganancia. La crisis de sobreproducción con crecimiento es una característica propia del modo de producción capitalista. Ellos no la pueden evitar. Se reunen para intentar revertir el proceso, pero a costa de los pueblos, las naciones, de los estados, de la inmensa mayoría de los trabajadores asalariados. Son formas de expresión de la lucha de clases contemporánea. El colonialismo, el neocolonialismo, la recolonización política, la agresividad imperialista norteamericana, son fenómenos que se enmarcan dentro de este contexto. Las protestas masivas, los levantamientos populares, las acciones de resistencia, son las respuestas políticas frente a la invasión del capital que intenta seguir sobreviviendo.

Las crisis mundiales sucesivas, y la explotación creciente, no pueden reformarse, por más reuniones que se hagan a espaldas de los trabajadores. De allí la necesidad de una definición clara y precisa: o socialismo o barbarie, puesto que, como lo estableció Marx, las fuerzas productivas llegan a tal desarrollo degenerativo, que se transforman en fuerzas destructivas.

NOTAS

  1. En realidad nos debiéramos referir a una situación más compleja: la de una crisis global-mundial conformada por periodos de recesiones desiguales y combinadas que afectan de manera distinta a los países imperialistas y a los países dependientes, orientados todos dentro de un contexto de desarrollo de una depresión global-mundial.
  2. Las periodizaciones del desarrollo del capital ha sido un tema controvertido. Van desde la más simple (capitalismo de libre competencia ,en el siglo XIX, hasta la etapa “superior” del capitalismo, el imperialismo clásico), hasta las más complejas, que distinguen entre periodos y fases dentro de distintas etapas. Una posición muy interesante, pero discutible, la encontramos en el prof. Diego Guerrero, de la Univ. Complutence de Madrid. Este autor sostiene que, apoyándose en Marx, puede argumentarse que el imperialismo no es una fase del capitalismo, en términos de que sea la fase monopólica del capital. Cierto. Del paso de la fase de capitalismo mercantilista a la fase de capitalismo productivo, siempre han coexistido monopolios y oligopolios, con pequeñas empresas. También es cierto de que la exportación de capitales cada vez ha dominado más sobre la exportación de mercancías, desde la época de Ricardo y la de Marx, fenómeno que fue estudiado por este último autor. Guerrero establece una diferenciación interesante: lo importante no es considerar que el peligro del capitalismo competitivo radica en que las empresas se concentran y se hagan más grandes, sino que el peligro real, de acuerdo con Marx, es la existencia del capitalismo, como relación social, y la existencia de la propia competencia, en términos de una actividad de rapiña.
  3. Parecen pertinentes las delimitaciones de términos que hace el economista marxista francés François Chesnais, respecto de referirse al conjunto de procesos de internacionalización del gran capital como mundialización, y al proceso de la internacionalización de las finanzas como globalización. Esto, claro está, desde una perspectiva de teoría económica. Recordemos que el término globalización se impuso desde los centros académicos norteamericanos (business schools de Harvard, Columbia, Standford, etc.) en la década de los 80, y forma parte central del discurso neoliberal. Desde una perspectiva filosófica, como la propuesta por Gustavo Bueno, emérito ex profesor de la Universidad de Asturias, globalización remite a la expansión de la actividad económica capitalista en general, y la mundialización remite a todos los procesos de expansión, subordinación, sincretismos, dominación y hegemonías culturales.
  4. El economista escocés, John Holloway, radicado en México, partidario de los nuevos movimientos sociales, planteó, en su oportunidad, que las crisis capitalistas son rupturas de un patrón de dominación de clase relativamente estable, pero que fracasa, y la solución, desde la perspectiva capitalista, es la búsqueda de nuevos patrones de dominación. Esto contrasta con sus nuevas propuestas teóricas: la preferencia por la potencialidad del poder -hacer socialmente negado por el poder-sobre que impone el capitalismo (vease la entrevista a este autor en ), un poder-hacer que pone énfasis en el grito de protesta basado en la cooperación, más que en la organización, por lo cual se plantea, más que el contra-poder, el anti-poder, es decir, cambiar el mundo sin tomar el poder-sobre, o sea, el poder del Estado (véase la entrevista en ). Holloway suele llamar a sus planteamientos como “marxismo abierto” o “marxismo autónomo”. Las críticas a las posiciones teórico-prácticas de Holloway son muchas. Nos parece que lo central de su equivocada propuesta es plantearse la transformación revolucionaria del mundo no poniendo el acento en el hecho de quién es el poder, sino en la existencia misma del poder. Las experiencias revolucionarias del siglo XIX y XX, (para Holloway, “fracasadas”), siempre se plantearon, organizadamente, la transformación de la sociedad capitalista (no del mundo), considerando, siempre, quiénes, qué clases sociales, concretamente, ostentaban el poder económico y político. Holloway no tiene respuestas, porque en la construcción de sus preguntas subyace el sempiterno grito autonomista anárquico, tantas veces desenmascarado por Karl Marx. Es de interés la tesis de Atilio Borón: las tesis de Hardt -Negri (el contra-poder), y las tesis de Holloway (el anti-poder), no se instalan en el pensamiento político contestatario, sino que se hacen compatibles con el discurso político neoliberal (véase el artículo “Poder, “contra-poder” y “antipoder”. Notas sobre un extravío teórico político en el pensamiento crítico contemporáneo”, en ).
  5. Para una información adecuada y pertinente respecto de estos temas, véase el excelente curso virtual de Economía Política Internacional, del prof. Dr. Andreas Novy, del departamento para el Desarrollo Urbano y Regional de la Universidad de Economía de Viena, en
  6. No es muy pertinente en este breve artículo plantear un debate en torno a los conceptos de modo de producción, el capitalista en particular, y la teoría de las formaciones sociales, en particular la teoría de las formaciones sociales -económicas. Sin embargo, es necesario hacer algunos comentarios. Recomendamos la interesantísima lectura del libro Ensayo sobre la Teoría marxista de la Historia, de Ariel Petruccelli, 1998, Buenos Aires: El cielo por asalto, donde se polemiza con el marxismo analítico anglosajón y su determinismo tecnológico. También la lectura del artículo de Roberto Ramirez, “La mundialización del capitalismo imperialista”, (www.socialismo-o-barbarie.org/imperialismo_s_xxi/roberto_mundializacion1.htm ), donde se postula que la economía y el mercado capitalista siempre han sido una totalidad mundial, con desarrollo desigual y combinado, cuya historia implica a diversas fases y etapas, por lo que sería pertinente hablar del capitalismo como “formación económico-social”. Respecto de este último aporte, es conveniente señalar que con la irrupción del periodo estaliniano, nos acostumbramos a estudiar sólo los aportes del marxismo occidental, desechando las contribuciones de investigadores rusos en el periodo postestaliniano, y que son extremadamente enriquecedores. Es el caso del cientista y economista ruso Vladislav Inozemtzev, que en su artículo “Concepción de Marx de la formación social económica” (www.marxismalive.org/vladislav6esp.html ), hace una rigurosa interpretación del concepto de formación social-económica en los fundadores del marxismo, apoyándose en el estudio de los textos originales. Este tipo de estudios permiten superar el mecanicismo interpretativo de tradición althusseriana , tan extendidos. Este autor concluye que el concepto de formación social-económica, amplio, incluye, en la periodización histórica, al modo de producción capitalista, y es mucho más gravitante para la periodización de la historia de la humanidad. Basándose en los estudios del investigador Porshnev, deberíamos sistematizar la historia humana en tres grandes periodos: la formación social primaria o arcaica, el de las sociedades primitivas (sin connotaciones ofensivas, pues no es cuestión de interpretaciones culturalistas); la formación social secundaria, basada en la explotación humana, es decir las formaciones sociales-económicas; la formación social terciaria o comunismo, donde no habrá explotación. Las formaciones sociales primarias y terciarias son denominadas sociales, a secas, a diferencia de la formación social secundaria, la llamada económica-social, basada en la lucha de clases antagónicas, la explotación, el predominio de la propiedad privada, y las relaciones mercantiles-monetarias. El modo de producción capitalista es un tipo o forma histórica de formación social-económica, pero no la única. El modo de producción capitalista, como forma histórica de una formación social-económica es denominada así por Marx, para resaltar el hecho económico, como actividad vital de la sociedad, no determinada en forma predominante por factores extraeconómicos, sino por factores económicos, por relaciones sociales que se desarrollan en el campo de la producción, distribución y consumo de mercancías. La hipótesis central es que cuando Marx se refiere a las sociedades basadas en la explotación, agrega el adjetivo”económica” al sintagma “formación social”. ¿Qué importancia tiene esto?. De que el comunismo no puede ser considerada una formación social-económica, y que el modo de producción capitalista no es la última fase de las formaciones sociales-económicas, pues el socialismo, como formación social, es una fase, la última, de transición, y es, también económica, cuya característica fundamental es la propiedad común que condiciona el proceso de producción. En todo caso, el sintagma utilizado por Roberto Ramirez, “formación económico-social”, no es el mismo que el utilizado por Marx, el de formación social-económica. Mientras Ramirez intenta resaltar el hecho de que la crisis de la totalidad mundial del sistema capitalista implica a las crisis extraeconómicas acompañantes, la categoría marxiana apunta a algo mucho más profundo, a la periodización de la historia humana, y a la centralidad de la actividad económica en este desarrollo.
  7. La teoría del estancacionismo mundial, en periodos largos del desarrollo capitalista actual, no tiene bases empíricas. El teólogo y economista Franz Hinkelammert en su artículo “Economía: Estancamiento dinámico y exclusión en la economía mundial” (otoño de 2003, publicado en la revista Herramientas Nº 22, ), sostiene, correctamente que, en Latinoamérica, se ha producido un decrecimiento dinámico, producido por las transformaciones industriales, las migraciones y la expansión del capitalismo en la agricultura, a causa de un crecimiento intensivo caracterizado por la expulsión de fuerza de trabajo, pues sólo se hace posible mediante la disminución del empleo. y a un crecimiento extensivo, un crecimiento del producto mayor que el crecimiento en la productividad del trabajo, obtenido mediante el empleo de la fuerza de trabajo, de los inmigrantes, por parte de algunos sectores productivos. En esta dialéctica, según este autor, se produce, inevitablemente, la exclusión social. Dos observaciones: 1) este decrecimiento dinámico no es absoluto, sino relativo a algunos sectores productivos, pues la actividad económica invariablemente crece, en términos globales; 2) los excluidos del sector productivo, de acuerdo con las premisas de Marx, no pierden su condición de trabajadores, siempre se mantiene latente, por lo cual, la exclusión global, no implica decrecimiento o estancamiento global, pero sí se mantiene un “ejército de reserva” (Marx) o un desempleo estructural, inherente al sistema capitalista actual, que no tiene solución, a causa del crecimiento de las fuerzas productivas mundiales (básicamente a costa del avance tecnológico). Siempre, en términos globales, el capitalismo crece y acumula, es su razón de ser. El día que no lo pueda hacer, deja de ser capitalismo.
  8. En su libro Imperio, la nueva biblia de los movimientos autonomistas, Hardt-Negri lanzan una tesis absolutamente temeraria: las clases fundamentales se han redefinido: el proletariado hacia la multitud y la burguesía hacia un poder cada vez más monárquico. ¡Qué tesis más precaria!. Como lo señala Atilio Borón, es claro que la composición, la estructura y la organización de los trabajadores asalariados se ha complejizado respecto de los tiempos en los cuales fueron estudiados y vividos por Marx, pero nada autoriza aseñalar que se han transformado en una multitud, sabiendo que sociológicamente “el concepto de multitud alude a un agrupamiento inestable, efímero, de intermitente presencia y constituido con prescindencia de las articulaciones estructurales de sus componentes” (Borón, 2004, en el artículo “El imperio y la teoría marxista del imperialismo”, ). Respecto de que la burguesía ha tendido cada vez más hacia un supuesto poder monárquico, Borón es muy claro: “En relación con la tesis de que la burguesía se redefinió como un poder monárquico diría que, en primer lugar, tal proceso no atañe a las determinaciones fundamentales de la burguesía como clase y que remiten a la forma como se apropia de los medios de producción y del producto del trabajo social. Que su poder político se ejerza "monárquicamente" -cualquiera sea la forma en que éste se defina- está lejos de ser una novedad de nuestro tiempo. Ya había sido señalado por Marx y Engels en la segunda mitad del siglo diecinueve. El problema es ver qué es lo que esto significa hoy, en el aquí y ahora del capitalismo. Y, más allá de la metáfora, es poco y nada lo que sobre este tema podemos sacar en limpio del escrito de Hardt y Negri”. Sobran comentarios, sobre todo sabiendo que hay estudios más rigurosos y serios que los aportados por Hardt y Negri…
  9. Debemos dejar en claro las diferencias entre el concepto de fase y la noción de etapa: “Mientras que las etapas definen patrones de funcionamiento del capitalismo, las fases indican el signo prevaleciente de crecimiento o estancamiento de períodos prolongados de este sistema. Las fases se diferencian de los ciclos corrientes porque ilustran el predominio de grandes tendencias a la prosperidad o las crisis y no el curso de las fluctuaciones de corto o mediano plazo. Las fases condicionan la tónica de los ciclos, que tienden hacia recesiones suaves y auges sostenidos durante los períodos de crecimiento y a depresiones agudas y reactivaciones débiles durante las fases de crisis” (Katz, C. 2002, en su artículo “Etapa, fase y crisis”, disponible en ).
  10. De acuerdo con los estudios de James Petras (véase el artículo “La base económica del poder imperial”, agosto de 2004, ), EEUU sigue siendo el poder dominante en términos absolutos y relativos: 45% de las 500 empresas multinacionales son norteamericanas, 28% pertenecen a Europa Occidental, el 18% a Asia. Pero EEUU no es una potencia global. Hay áreas donde Europa es un serio competidor (telecomunicaciones, petróleo y gas, seguros, productos farmacéuticos y manufacturas). Los datos sugieren que EEUU va perdiendo su dominancia en ciertas áreas respecto de Europa y Asia. Pero en otras áreas hay evidente cooperacion interimperialista: altos niveles de intercambio comercial y cruces de inversiones, sobre todo entre EEUU y Europa. Lo importante: ninguna política imperialista, sea norteamericana o europea, se hace sin considerar el peso económico decisivo de las grandes empresas multinacionales.
  11. El modo de producción capitalista, desde un principio, se ha caracterizado por la concentración oligopólica de cada vez más grandes empresas multinacionales con capacidad de centralizar, concentrar capital a escala mundial, y realizar inversiones externas. Sin embargo, la característica de la etapa actual del desarrollo capitalista, imperialista, consiste en invertir en la capacidad instalada ya en los países periféricos, dependientes, generando más dependencia y procesos crecientes de desnacionalización (para el caso brasileño, léase el artículo de Cristiano Monteiro Da Silva, “Teoría del imperialismo y desnacionalización: el caso de la economía brasileña, 2002, publicado en Marxismo vivo Nº 6, www.marxismalive.org/cristiano6esp.html ). Por otro lado, otra característica del capitalismo contemporáneo es el de dirigir el mayor flujo de inversiones extranjeras hacia los propios países más desarrollados, concretamente, hacia los polos de los países imperialistas (USA-Canadá-Unión Europea-Japón). Esto último asegura el proceso de acumulación a gran escala concentrándolo en los países dominantes, con lo cual se refuerzas las situaciones de asimetrías respecto de los países dependientes, es decir, mayor desarrollo para ellos, mayor capacidad de extracción de plusvalía, y mayor atraso y dependencia para nosotros. Estos países más desarrollados son absolutamente renuentes a las transferencias tecnológicas hacia los países atrasados. Es la lógica del capitalismo imperialista.
  12. Precisemos. Las soluciones reformistas se oponen a las soluciones revolucionarias. Las conquistas históricas del reformismo progresista han sido todas, producto de actividades revolucionarias presionadoras, de las ambigüedades de los reformistas “buenos”, y de las luchas políticas en contra de los reaccionarios. Nada ha sido dado por obra y gracia de su santidad, el capital.
  13. Es preciso considerar, recalcar, de que el modo de producción capitalista es una forma histórica de relaciones sociales, caracterizada por una contradicción fundamental, entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, más precisamente los modos de apropiación de los excedentes, de las ganancias, que son cada vez concentradas en menos agentes sociales ultraprivilegiados y, simultáneamente, un modo de producción caracterizado por una relación social antagónica: entre el capital y el trabajo asalariado. Insistimos, para advertir los gruesos errores de los estudiosos que siguen las corrientes culturalistas de moda: el capitalismo es una relación social y no una relación cultural. Estas últimas coexisten, se superponen, se subordinan a las relaciones sociales, y hasta se fusionan con las relaciones sociales, pero no la suprimen ni menos la reemplazan en las determinancias históricas. No entender esto lleva a intelectuales como García Canclini a decir cosas absolutamente impropias, por ejemplo, de que la globalización no es una forma nueva de colonialismo, ni de imperialismo (véase www.hist.puc.cl/historia/iaspmla.html ).
  14. Los nuevos sujetos políticos contemporáneos, la mayoría hijos del “grito protestatario anárquico y/o autonomista”, son bienvenidos, pero hay que considerar tres hechos: 1) su falta de organización política avanzada a nivel mundial, que les haga superar la etapa de la mera protesta antiglobalizatoria; 2) no son fuerzas políticas estratégicas para derrocar al capital; 3) la solución definitiva de las crisis recae en el accionar de los trabajadores organizados con conciencia política de clase, capaces de acciones revolucionarias, en base de una cooperación y sinergia creciente a nivel mundial, que es preciso construir entre todos, y que incluya, por cierto, a todos los movimientos sociales, minorías, etc. No es del todo errático recordar esto frente a la centralidad de los elementos estructurales, objetivos, que configuran, históricamente, las causas y las consecuencias de las crisis de la formación social-económica mundial, capitalista. Por estos motivos, mantenemos una cordial y respetuosa diferencia con el filósofo marxista Adolfo Sánchez Vázquez, en lo que a este punto respecta: ”Finalmente entre las tesis o concepciones de Marx y del marxismo clásico que hay que abandonar, al ser desmentidas por el movimiento de la realidad, está la relativa al sujeto de la historia. Hoy no puede sostenerse que la clase obrera sea el sujeto central y exclusivo de la historia, cuando la realidad muestra y exige un sujeto plural, cuya composición no puede ser inalterable o establecerse a priori” (“Por qué ser marxista hoy”, discurso de agradecimiento al ser investido doctor honoris causa por la Universidad de La Habana, sep. De 2004, ). Hoy hablamos de la centralidad estratégica de los trabajadores asalariados. Por cierto no constituyen el sujeto exclusivo de la historia (los capitalistas también son sujetos de la historia). Un sujeto plural, diverso, protagonista de los cambios necesarios para superar el actual estado de cosas (proceso histórico), sin una teoría revolucionaria, no será capaz de un accionar revolucionario. Además, debe tener una estructura organizativa y jerárquica. De lo contrario, las acciones políticas se tornan en acciones de protestas masivas que no generan acumulación de fuerza estratégica. Éstas son circunscritas sin grandes problemas por los aparatos represivo-militares de los imperios, coludidos con sus colaboradores locales.

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