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“LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO ARGENTINO EN UN CONTEXTO GLOBALIZADO Y UNA DE SUS CONSECUENCIAS: LA POBREZA URBANA”

Prof. Fernando Ariel Bonfanti
E-Mail: fernandobonfanti@yahoo.com.ar

Algunos sostienen que hoy aparecen rotas las ilusiones del Estado del Bienestar, ya que sus consecuencias no deseadas neutralizan cada vez más sus buenas intenciones. Es claro que en las últimas décadas se produjeron cambios que condicionaron la dinámica de los sistemas de protección social y establecieron límites sobre los objetivos y modos de funcionamiento del Estado de Bienestar.

Uno de los aspectos a tener en cuenta en la crisis del Estado del Bienestar es la crisis del fordismo como esquema de producción en masa y de ampliación creciente del radio de acción industrial. Esta crisis tiene que ver con factores tales como la tercera revolución industrial, con el avance en el campo de las comunicaciones, la introducción de la energía atómica, la producción genética, la biotecnología y la informática que producen una reorientación radical de las relaciones laborales, puesto que estas tecnologías son ahorrativas de fuerza de trabajo. (1)

Toda esa nueva producción de bienes y servicios se multiplicó hasta límites desconocidos provocando expectativas que no se vienen cumpliendo. La capacidad productiva y sus resultados no se transforman en mejoras en las difíciles condiciones de vida de amplios sectores de la población nacional, generando una brecha cada vez más profunda entre quienes tienen acceso a los avances científicos y tecnológicos y quienes están marginados de dichos avances.

Con el devenir de estos cambios durante los últimos años, los proyectos políticos en contextos de democracia fueron poco eficientes y trascendentes, ya que solo ejercieron el poder en un largo proceso que se ha caracterizado por el predominio de las principales figuras de los partidos políticos, escasa participación de la sociedad civil y ausencia de cualquier tipo o modalidad de compromisos políticos de largo plazo y viabilidad consensuada.

A pesar de la continuidad del régimen constitucional, el país revela una escasa institucionalidad a nivel del Estado, así como reglas de juego muy difusas y que poco se respetan, que impiden su cumplimiento cabal y la consolidación de un proyecto democrático de país, provocando inseguridad política y escaso incremento de la cultura ciudadana.

La conjugación de los problemas estructurales con la crisis cíclica del país provoca una situación de ingobernabilidad, que se traduce en una profundización del enfrentamiento político y en la inaplicabilidad de programas económicos gubernamentales, por la ausencia de liderazgo y de oportunas decisiones políticas del gobierno. En este contexto lo que se han acrecentado son la pobreza y la miseria, como la inequidad y la exclusión social, que se traducen en la vida cotidiana, generalmente, en violencia, inseguridad y delincuencia.

Esto se debe a que en los últimos tiempos, las condiciones sociales han empeorado, particularmente en términos de satisfacción de las necesidades básicas, la distribución del ingreso, la propiedad y el acceso a los bienes públicos como así también en lo que se refiere a la generación de empleos; tales condiciones se han agudizado desde fines del año 2001 provocando mayores situaciones de empobrecimiento y precariedad en un número cada vez mayor de habitantes. Por lo tanto no hay dudas de que el hambre y la pobreza que afectan a millones de argentinos se debe al desgobierno y al mal desempeño de los políticos.

Por eso es que actualmente ya no puede hablarse de Estado de Bienestar, aquel cuyo ideario se arraigaba en la idea de inclusión social. Ahora, ya no parece apropiado seguir hablando de crisis del Estado de Bienestar, sino de la imposición de un nuevo régimen que simboliza un ideario totalmente diferente: el de la exclusión social.

Causas de la pobreza urbana en argentina.

En América Latina y en nuestro país, la actual crisis económica y el impulso de los procesos de ajustes y estabilización, inscriptos en el marco de la globalización, han conllevado a una ampliación tanto cuantitativa como cualitativa de la pobreza, de impredecibles consecuencias económicas, políticas, sociales y ambientales.

Las causas de ésta problemática quizá sean muchas, pero entre las más importantes pueden nombrarse: los altos valores promedio de las tasas de inflación que subieron a más del 100 % durante los años ´80, lo que ha causado una erosión en los salarios reales y ha desestimulado la inversión. La producción per cápita cayó junto con los niveles de vida de gran parte de la población, que a su vez sintió el flagelo del desempleo. Esta situación, unida al estancamiento económico, a la caída de los salarios reales y a la reducción del gasto del Estado contribuyeron al aumento de la pobreza extrema, especialmente en las áreas urbanas de nuestro país.

Desde los inicios de la década del ´90, particularmente desde 1991, el país ha pasado por un período de ajuste que ha conducido a una disminución notablemente marcada en la tasa de inflación, la privatización de las empresas estatales y la apertura de la economía al comercio extranjero. Todos estos ajustes han afectado a los pobres, en particular mediante sus efectos sobre la demanda de la fuerza laboral. A estos acontecimientos, se ha agregado la reaparición de la crisis económica, en particular en 1995 y 1998, que también ha disminuido el ritmo del proceso de crecimiento.

Las tasas de pobreza descendieron de un 40 % en 1990 hasta un mínimo del 22 % en 1994. Sin embargo, desde 1995 la pobreza ha aumentado en términos de valores porcentuales, alcanzando en el año 2000 al 37 % de la población. Este alto porcentaje es consecuencia de una nueva crisis económica, que no afecta solo la cantidad sino también la calidad del empleo, ya que los jóvenes son quienes representan el mayor número de desempleados y quienes han sufrido la degradación de las ocupaciones existentes. En este sentido, miles de personas han quedado sin trabajo o pasaron al mundo del subempleo, el de la economía informal caracterizada por trabajos inestables, sin perspectivas claras, sin protección social, con bajos o rebajados ingresos y con niveles de productividad inferiores a los de la economía formal debido a las limitaciones de recursos, tecnologías y créditos.

Debido al aumento del desempleo en los sectores urbanos y al regreso de los altos valores inflacionarios de la economía nacional, la canasta básica de alimentos, que es el componente principal de la línea de pobreza ha aumentado en un 75 % hacia finales del año 2002, y constituye por lo tanto una de las causas de la estampida de la pobreza urbana, que a principios del año 2003 afectaba al 57 % de la población aproximadamente.

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1) Cfr. MIRES, Fernando. “El discurso de la miseria”. México: Fondo de Cultura Económica, 1993.

Fernando Ariel Bonfanti
Resistencia -CHACO- ARGENTINA , marzo de 2004.