El nudo gordiano de la política exterior del PSOE G. Buster
Rebelión
Los atentados terroristas del 11 de Marzo han polarizado los tres días previos a las elecciones generales entre un tema de política interior como es la lucha contra ETA o uno de política exterior como eran las consecuencias de la guerra de Irak. Aunque es muy probable que el elemento que determinó el resultado final de las elecciones el 14 de marzo fueran la manipulación y las mentiras del Gobierno de Aznar en relación con los autores del atentado, el hecho es que la inmediata promesa de retirar las tropas españolas de Irak de Rodríguez Zapatero el 15 de marzo ha tenido un enorme efecto internacional.
La promesa de Zapatero al día siguiente de su victoria es en realidad una reiteración de su programa electoral /1. No podía ser de otra manera teniendo en cuenta que el ciclo de movilizaciones sociales de los dos últimos años contra las políticas del PP ha sido el elemento decisivo para la erosión de su hegemonía. Y que sin ella no se hubiera producido la polarización política brutal tras los atentados del 11-M. La enorme avalancha del "voto útil" anti-PP hacia el PSOE solo fue posible por las dimensiones que había alcanzado el movimiento contra la guerra de Irak en el Estado español. La credibilidad del nuevo gobierno del PSOE depende de que cumpla este compromiso electoral.
Pero las promesas de Zapatero y las posteriores declaraciones del probable ministro de asuntos exteriores, Miguel Angel Moratinos -tras su conversación telefónica con el Secretario de Estado Colin Powell el 19 de marzo-, incluían una serie de condiciones, que ya aparecen recogidas en su programa electoral: la retirada de las tropas se produciría antes del 30 de junio si Naciones Unidas, con el apoyo de toda la comunidad internacional, no se hacía responsable del tránsito hacia un nuevo gobierno iraqui elegido en unas elecciones libres. Moratinos añadió que el mando de las tropas podría recaer en Naciones Unidas o en la OTAN /2.
De salida, si: la situación en Irak e internacional
Para quienes recuerdan la promesa electoral "De entrada, no" del PSOE en 1982 y la posterior campaña gubernamental socialista -que volcó en el último momento la mayoría social contra el ingreso de España en la Alianza Atlántica con la pregunta de Felipe González "¿quién va a gestionar los votos del no?" /3-, la similitud con la situación actual no puede ser más inquietante. También en aquella ocasión el ciclo de manifestaciones y protestas, que duro cuatro años, no fue suficiente para evitar el abandono de las promesas electorales del PSOE una vez en el gobierno.
El efecto internacional de la promesa de Zapatero de la retirada de las tropas españolas de Irak ha sido enorme dado el contexto interno en Irak, la cercanía de las elecciones presidenciales en EE UU el próximo 2 de noviembre y la crisis que esta provocando el fracaso de la ocupación de Irak tanto en Oriente Medio como en las relaciones de EE UU con las otras potencias imperialistas, especialmente Francia y Alemania.
Antes de la victoria del PSOE el 14 de marzo, a punto de cumplirse un año de la guerra de Irak, su ocupación por las tropas de la coalición bajo la dirección de EE UU atravesaba ya un momento crítico. Más de 10.000 civiles iraquis han muerto durante la ocupación y unos 600 soldados de la coalición. EE UU quiere preparar las condiciones políticas para poder reducir su presencia militar directa, asegurando al mismo tiempo que su control político y económico del país permanece intacto: que la Administración provisional de Bremer es sustituida por un gobierno colaboracionista fantoche y que la gestión diaria de la seguridad pública –o si se prefiere de la inseguridad- queda en manos de las tropas de los países "amigos".
La Administración Bush no tiene más remedio que seguir esta nueva política porque la ocupación de Irak y el fracaso de la política de reconstrucción ("un modelo democrático para Oriente Medio" en palabras de Bush) pueden convertirse en el eje de la campaña presidencial en EE UU y hacerle perder las elecciones. El debate sobre la existencia o no de las armas de destrucción masivas ya ha provocado una grave crisis en el Gobierno Blair y ha obligado en Gran Bretaña y EE UU a la creación de comisiones de investigación independientes.
La presión de los distintos movimientos políticos y sociales, además de la resistencia armada, no hace más que crecer en Irak. Bush pretende ceder la soberanía del país a una élite corrupta traída desde Washington porque la celebración de elecciones democráticas daría la victoria a los partidos islámicos chiítas. No es casualidad que el Gran Ayatolá Sistani -incluso antes de los atentados terroristas masivos contra las celebraciones del Ashura en Nayaf y Kerbala- haya defendido la convocatoria inmediata de elecciones democráticas para un Consejo Provisional que se haga cargo de la soberanía del país.
Mientras tanto, la nueva "Ley Provisional Transitoria" redactada por especialistas norteamericanos como base de una futura Constitución iraqui reconoce derechos fundamentales, una estructura federal y otras novedades pero no aclara que Gobierno será el responsable de garantizar estos encomiables principios. Los partidos kurdos han advertido que solo ellos ejercerán el gobierno en el norte del país, mientras continúan ocupando demográficamente Kirkuk para asegurarse las rentas del petróleo del norte.
En esta situación de fragmentación política y social de Irak, solo las fuerzas mayoritarias, con milicias armadas y movimientos de masas, son capaces de imponer en la calle su correlación de fuerzas, marginando al resto de las minorías, a la búsqueda desesperada de alguien que defienda sus derechos. Turquía amenaza con proteger los de la población turcomana y de paso invadir las zonas kurdas para asegurar su hegemonía y el control del petróleo del norte de Irak.
La intervención militar de EE UU destruyó un frágil equilibrio de poder en todo Oriente Medio, del que era un peón esencial la dictadura de Sadam Husein. Hoy el papel del régimen del Baath lo ocupan en términos geoestratégicos las fuerzas militares de ocupación de EE UU y sus aliados. Pero es muy difícil y muy caro mantener este equilibrio sobre las puntas de las bayonetas, sobre todo cuando vienen de tan lejos y la resistencia iraqui causa diariamente más bajas que durante la guerra.
En realidad Zapatero plantea la retirada de las tropas españolas como un elemento de presión para "abrir un debate internacional sobre como deben de hacerse las cosas". La mejor conclusión de este debate sería que Naciones Unidas se hiciera responsable de la ocupación de Irak con unas fuerza multinacional en la que participen los países de la Liga Arabe. Esta posición motivó inmediatamente un encuentro de Chirac y Schröder en Paris el martes 16 de marzo para apoyar a Zapatero frente a la contraofensiva de la Administración Bush. La victoria de Zapatero no solo despejaba el camino para una rápida aprobación del proyecto de Constitución de la Convención para la UE -un elemento estratégico en la construcción de la Europa-potencia-, sino que rompía la alianza pro-atlantista de la "nueva Europa" frente al eje franco-alemán en un momento en el que este buscaba una mayor implicación de la UE en Irak a través de la nueva política de "Medio Oriente Amplio". Chirac y Schröder consideraron las propuestas de debate internacional de Zapatero "interesantes".
Esta contradicciones inter-imperialistas se han agudizado a medida que se acercaban las celebraciones del primer aniversario de la ocupación de Irak. La Administración Bush lanzó una campaña internacional para mantener su hegemonía sobre la base de que el cambio de posición española era producto de un gigantesco "síndrome de Estocolmo" y supondría una victoria para Al Qaeda si se llegaba a materializarse/4. Polonia -el país más afectado por la retirada de las tropas españolas de su zona de control en Irak, a las que esperaban ceder el mando para iniciar su propia retirada- comenzó a protestar que habían ido a Irak engañados por la existencia de las armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Tampoco ayudaron a Bush las manifestaciones masivas a nivel mundial el 20 de marzo del movimiento por la paz. El presidente polaco Kwasniewski fue disciplinado con la advertencia de que "tengan la seguridad de que los débiles serán atacados". Pero el debate sobre el futuro de Irak y la hasta ahora indiscutible hegemonía de EE UU en Oriente Medio ya estaba servido, sobre todo en un terreno tan poco propicio para EE UU como el Consejo de Seguridad, donde hace poco más de un año Francia, Alemania, Rusia y China, para no hablar del propio Kofi Annan habían dado muestras de su resistencia y capacidad de bloqueo.
Colin Powell anunció que EE UU intentaría impulsar una nueva resolución del Consejo de Seguridad que permitiera la permanencia de las tropas españolas, sobre la base de un doble mando para las tropas de ocupación de EE UU y de la OTAN. John Kerry el candidato demócrata en las elecciones presidenciales hizo un llamamiento a Zapatero para que no retirara las tropas y "acabara el trabajo", poniendo de manifiesto el acuerdo bipartidista existente en EE UU. Tony Blair, aprovechando el funeral de estado en Madrid por las victimas del 11-M, se dispuso a discutir directamente con Zapatero las condiciones mínimas de la resolución por la que la tutela legal de la ocupación pasaría a Naciones Unidas tras el cese de la Administración Bremer el 30 de junio /5.
Era solamente la primera posición negociadora de EE UU, porque el debate propuesto por Zapatero y que tan "interesante" había parecido a Chirac y Schröder implicaba necesariamente quién mandaría en el futuro en Irak y en Oriente Medio, poniendo en cuestión la hegemonía absoluta de EE UU. Pero el planteamiento alternativo no pone en cuestión la ocupación de Irak, considerada imprescindible para asegurar una transición hacia un gobierno iraqui "amigo" de Occidente, sino la primacía de los intereses de EE UU a favor de un equilibrio inter-imperialista más amplio en la región de Oriente Medio y en el mercado mundial de petróleo. Es decir, volver al escenario de los debates en el Consejo de Seguridad anterior a la guerra de Irak.
Zapatero y sus colaboradores más cercanos en política exterior /6 son perfectamente conscientes de esta situación y de sus implicaciones. Supone de hecho una ruptura de la posición atlantista del Gobierno Aznar y de su política exterior y un alineamiento con el eje franco-alemán. Zapatero continuó reforzando su posición al afirmar que a pesar de su intención de plantear este debate internacional antes del 30 de junio, no era optimista en cuanto a sus resultados y ello implicaría la retirada de las tropas españolas.
La caja de Pandora y la búsqueda de una garantía europeísta
El programa electoral del PSOE insiste continuamente en una "recuperación" del consenso de estado en política exterior roto por el radicalismo atlantista de Aznar. Se trata de volver a recuperar los ejes de la política exterior del Gobierno de Felipe González y su equilibrio entre la prioridad de la construcción de la UE como una potencia internacional y el mantenimiento de la alianza estratégica con EE UU. Es decir, un programa de reequilibrio multilateral de los distintos intereses imperialistas frente al "nuevo orden mundial" unilateral de la Administración Bush.
En su parte europea, el programa electoral del PSOE y las primeras declaraciones de Zapatero defienden la firma del proyecto de Constitución europea elaborado por la Convención. La capacidad de bloqueo obtenida en Niza /7 por Aznar para la defensa de los intereses españoles en la UE, que ha motivado el bloqueo del proyecto constitucional, se considera un elemento de "egoísmo nacional" que debe ser subordinado al interés superior de la adopción de la Constitución neoliberal de la UE. El PSOE participó en los trabajos de la Convención e hizo suyas desde el primer momento sus conclusiones en la misma medida que el PP, manteniendo una ambigüedad calculada sobre la cuestión del número de votos hasta que Aznar bloqueó con Polonia la adopción del proyecto de la Convención.
La UE que el PSOE quiere es la Europa neoliberal de la estrategia de Lisboa, la Europa fortaleza de Tempere y una construcción federal de la Europa potencia, con un desarrollo de su peso diplomático y militar internacional. En este sentido, el PSOE se alinea completamente con el proyecto socio-liberal de la social-democracia europea y con una visión de la UE como elemento "moderador" de la hegemonía unilateral de EE UU: un neoliberalismo global regulado multilateralmente en el que se lograse un equilibrio de los distintos intereses y contradicciones imperialistas.
Este posicionamiento solo tiene en cuenta tangencialmente el importante cambio que se ha operado desde mediados de los años 90 en la posición económica internacional de España como efecto de la globalización. De hecho, el "atlantismo" de Aznar ha respondido a una interpretación de cuales eran los intereses de las clases dominantes españolas y en especial de grandes multinacionales como los bancos BBVA y BSCH, Telefónica, Repsol, Endesa, Gas Natural, Ibedrola, Iberia o Agbar.
El reforzamiento del mercado único europeo a mediados de los años 90 a través de las políticas de convergencia para el Euro situó al capitalismo español ante el dilema de su débil capacidad competitiva en la UE. Las diferencias en infraestructuras, productividad y tecnología con la UE obligaron a las empresas españolas, recapitalizadas gracias a la nueva oleada de privatizaciones del Gobierno del PP, a buscar un terreno privilegiado para su expansión en el mercado internacional en Latinoamérica como única forma de evitar su subordinación a las grandes multinacionales de la UE. A partir de 1995 y hasta el 2001, aprovechando la aplicación de las políticas neoliberales por los gobiernos latinoamericanos y sobre todo sus privatizaciones del sector público, la tendencia de la década anterior cambió: América Latina y no la UE se convirtió en el principal receptor de la inversión española, con un monto total cercano a los 90.000 millones de dólares. Cerca de un 30% del valor de la bolsa de Madrid depende de estas inversiones, que son determinantes para los beneficios de las grandes empresas españolas /8.
La crisis argentina del 2001 supuso una experiencia traumática para el Gobierno Aznar, que tuvo que responder a las presiones de las empresas y bancos españoles allí establecidos para defender sus intereses recurriendo como última solución a EE UU, ante la escasa capacidad de reacción de la UE. En otro plano totalmente distinto, pero no menos importante como son las relaciones con Marruecos, Aznar tuvo de nuevo que recurrir a la mediación de Colin Powell en la crisis de la isla de Perejil en julio del 2002 –nada más acabar la presidencia española de la UE- ante el bloqueo de Francia que impedía que la UE apoyase las pretensiones de su Gobierno.
La defensa de las inversiones españolas en América Latina y la paulatina marginación de España del centro de decisiones del proceso de construcción europea han ido acentuando ese "atlantismo" de Aznar hasta conducir al "triangulo de las Azores" y a una visión de la UE subordinada a la hegemonía global de EE UU. Pero la realidad objetiva de la importancia de las inversiones españolas en América Latina, y el alto nivel de riesgo que implican, seguirá actuando en la política exterior del nuevo Gobierno del PSOE. Desde el 2001 hay una tendencia a la desinversión que parece señalar el final del ciclo, sin que por ello disminuya el peso total de las inversiones españolas en América Latina en el conjunto de la economía española.
El programa electoral del PSOE hace además una referencia negativa a estas inversiones: "parece necesario desarrollar mecanismos de concertación para que los procesos inversores se desarrollen con seguridad jurídica y transparencia, sin olvidar la especial responsabilidad social que tienen las empresas españolas hacia los ciudadanos de aquellos países." Esta preocupación por la imagen negativa de las empresas españolas y sus efectos en las relaciones entre España y América Latina ha sido objeto de estudios recientes /9. Pero no por ello podrá modificar el hecho material en el que se asienta, que es por hoy un elemento constitutivo esencial del capitalismo español.
Frente a la alternativa "atlantista" de Aznar cabe un reforzamiento de la posición conjunta de la UE en América Latina a través de las negociaciones con MERCOSUR que obtenga garantías para las inversiones europeas a cambio de cuotas de mercado para los sectores exportadores latinoamericanos. Esta orientación esta en marcha, sobre todo después del fracaso de la ronda de Doha, pero exigirá importantes concesiones de la UE en materia de liberalización agrícola y acelerar la reforma de la política agrícola común.
Frente al argumento fuerte de Aznar de que la seguridad de España y de la UE están garantizadas por la relación estratégica con EE UU, el programa del PSOE hace una leve corrección de matiz: "Para el Partido Socialista, la extensión y la profundización de nuestra relación con los Estados Unidos no debe estar dominada por consideraciones exclusivamente militares y de seguridad. La seguridad de España está salvaguardada por su pertenencia a la Alianza Atlántica y por la cobertura que le proporciona el convenio de cooperación de 1988. Este convenio, enmendado en 2002, es un instrumento eficaz para la salvaguarda de los intereses comunes de seguridad, siempre que su aplicación se lleve a cabo con "respeto a los principios de la democracia, las libertades individuales y el imperio de la ley" y de conformidad con "los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas". La correcta aplicación de sus preceptos excluye cualesquiera actuaciones basadas en la "doctrina de la guerra preventiva"."
No se pone en cuestión la garantía de seguridad sino su subordinación a los intereses hegemónicos unilaterales de EE UU. En este tema la correlación de fuerzas real no permite mucho margen de maniobra y solo puede plasmarse en una posición más decidida a favor del desarrollo de las capacidades militares de la UE . Aunque, de acuerdo con la nueva doctrina Solana, siguen estando subordinadas a EE UU como el "pilar europeo de la OTAN".
Las negociaciones para el Convenio de cooperación para la defensa con EE UU de 1988 fueron uno de los elementos claves de la política exterior de Felipe González, que las consideró uno de sus más importantes éxitos. Pero fueron posibles gracias a la derrota del movimiento pacifista contra la integración española en la OTAN en el referéndum de marzo de 1986. De hecho, aunque la soberanía de las bases militares volvió a ser española, no por ello dejaron de ser de "utilización conjunta" y EE UU se vio otorgado una práctica "ambigüedad" sobre la existencia o no de armas de destrucción masiva en Rota, a pesar del articulado del Convenio. Durante estos quince años, revisión mediante del Convenio en el 2002, las "bases de utilización conjunta" en territorio español han sido una importante plataforma logística para la intervención militar de EE UU en el Norte de Africa, los Balcanes y Oriente Medio.
El nudo gordiano
El giro en política exterior de Zapatero implica no solo numerosas dificultades de gestión /10, sino importantes contradicciones internas. El marco de estas contradicciones viene definido por la competencia inter-imperialista entre EE UU y la UE, no solo en el actual escenario económico de una crisis de sobreproducción y beneficios en el mercado mundial –razón del programa neoliberal de Lisboa de la UE- sino también por el proyecto de construcción de una Europa potencia a través del proyecto de Constitución de la Convención, que pone en cuestión la hegemonía unilateral indiscutida de EE UU.
Frente a la "nueva Europa" atlantista de Aznar, Blair y Berlusconi, Zapatero quiere alinear a España de nuevo con la "vieja Europa" del eje franco-alemán. Ello permitirá sin duda acabar con el aislamiento español en el proceso de construcción europea de estos últimos años, obtener algunas concesiones económicas en las negociaciones sobre las perspectivas financieras de la UE para el 2007-2013 y quizás reforzar el interés por las negociaciones para un acuerdo de libre cambio entre la UE y MERCOSUR.
Se trata de un cambio importante a nivel internacional que implica una derrota simbólica y moral de la Administración Bush y de su política tras los atentados del 11 de Septiembre. Los atentados del 11 de Marzo en Madrid han demostrado no solo que la inseguridad internacional es mayor a pesar de las ocupaciones de Afganistán e Irak, sino que mantener la disciplina de los aliados y su subordinación a los intereses hegemónicos de EE UU comienza a ser cada vez más difícil para la Administración Bush. Las contradicciones inter-imperialistas sobre la gestión del sistema político internacional, que se manifestaron ya en los debates del Consejo de Seguridad antes de la II Guerra de Irak, se han hecho más importantes. No es que Bin Laden haya "ganado" las elecciones españolas, es que las han perdido Aznar y Bush por la guerra de Irak y la manipulación mentirosa de las razones que llevaron a ella, provocando decenas de miles de victimas inocentes.
Pero Zapatero no podrá cortar este nudo gordiano, que cada vez se hará más intrincado. El cambio de alianzas en el marco de las contradicciones inter-imperialistas ni resuelve estas ni el carácter de los intereses españoles que tendrá que defender. La promesa de la retirada de las tropas españolas de Irak -si se llega finalmente a producir, si provoca el debate internacional buscado, o si finalmente consigue ser el catalizador de "nuevas soluciones"-, no pone en cuestión el marco internacional de la globalización neoliberal, aunque sea un éxito sin precedentes del movimiento contra la guerra de Irak. Solamente aspira a un reequilibrio interno de intereses que la haga más "sostenible".
Para cortar el nudo gordiano hace falta una crítica en profundidad que ponga en cuestión ese marco. El movimiento contra la guerra en el Estado español tiene ahora la enorme tarea de evitar su cooptación, de rechazar una lógica del mal menor en la que se le obligue a tomar partido por una Europa potencia como actor imperialista "moderador" frente al uní lateralismo de la Administración Bush. Su desafío es mantenerse activo no solo para seguir exigiendo, como en las manifestaciones del 20 de marzo, la retirada inmediata de las tropas españolas de Irak, sino también la completa retirada de las tropas de EE UU de las bases de "utilización conjunta", el cuestionamiento de la pertenencia de España a la OTAN, la regulación de las inversiones españolas en América Latina y la defensa de una alternativa social, democrática y de los pueblos a la Constitución neoliberal de la UE. En definitiva, dar un salto adelante en su compromiso por "otro mundo posible" y comenzar a plantear una alternativa en positivo a la globalización capitalista.
22 de marzo del 2004
NOTAS
1/ Para consultar el programa electoral del PSOE ver http://www.psoe.es/index.html En cuanto a Irak, el programa dice: "La participación de España en la guerra y en la ocupación de Irak ha supuesto la expresión mas clara de la ruptura de nuestro modelo de política exterior El transcurso del tiempo ha demostrado no solo que se trataba de una guerra ilegal sino que se fundamentó en una acumulación de falsedades y mentiras deliberadas respecto a los riesgos de unas armas de destrucción masiva que no existían y a las conexiones del régimen iraquí con Al Qaeda que se han demostrado también falsas.
La gestión de la posguerra se esta revelando como un gran fracaso diplomático y militar. El pretendido objetivo de remodelar el conjunto de la región de Oriente Próximo sobre un Irak liberado, prooccidental y fuera de su propio contexto cultural y religioso ha demostrado ser uno de los diseños estratégicos mas extravagantes que hayan producido jamás las relaciones internacionales.
La afirmación de que esta guerra nos llevaría a un mundo más sólido y más seguro y supondría la plataforma definitiva para alcanzar el definitivo acuerdo de paz entre palestinos e israelíes ha resultado dramáticamente inexacta. Terminada la guerra, el mundo es más inseguro; la inestabilidad en la región ha aumentado y el proceso de paz está al borde del colapso.
Las consecuencias políticas del conflicto han sido también devastadoras. Ha dividido a la Unión Europea, ha socavado la credibilidad de las Naciones Unidas, ha dañado la relación transatlántica; ha desestabilizado una región vital para la paz y la seguridad internacionales y, sobre todo, ha abierto una gran brecha en la opinión publica árabe que puede tener graves consecuencias en el futuro.
Recomponer tanto daño es tarea en la que debemos responsabilizarnos todos. A nadie interesa una desestabilización generalizada de la región de Oriente Próximo y la región del Golfo. Es necesario que el pueblo iraquí recupere cuanto antes el control sobre su propio país. Esta tarea solo la podrá conseguir Naciones Unidas con el apoyo de toda la comunidad internacional dotándola de la autoridad política necesaria para organizar el tránsito hacia un nuevo gobierno surgido de unas elecciones libres. La presencia de las tropas españolas desplegadas en Irak sólo se mantendrá sobre la base del cumplimiento de estos requisitos."
2/ Las declaraciones de Zapatero están recogidas en la entrevista publicada por el diario El País (www.elpais.es) en su edición del 16 de marzo del 2004. Una segunda entrevista más amplia aparece en la edición del mismo periódico del día domingo 21 de marzo, en la que se reiteran las declaraciones iniciales. Las declaraciones de Moratinos fueron recogidas por varias agencias de prensa, entre ellas EFE, el día 19 de marzo.
3/ En 1996, al cumplirse un año del referéndum, Viento Sur dedicó una parte de su número 25, marzo, a mantener la memoria viva sobre la campaña contra la OTAN y el referéndum del 12 de marzo de 1986, de donde surgieron los nuevos movimientos sociales tras el Franquismo. Los artículos de Enric Prat, Ramón Adell y Consuelo del Val merecen la pena de ser releídos.
4/ Colin Powell desarrolló un discurso mucho más sofisticado que el del propio Bush. Desde el martes 16 declaró que Aznar había perdido las elecciones por una gestión manipuladora y partidista de los atentados de Madrid el 11-M, no por una cesión de los votantes españoles ante Al Qaeda, comenzando a preparar una posterior negociación con el nuevo gobierno del PSOE. La posición oficial de la Administración Bush fue recogida en el discurso de este el 19 de marzo en la Casa Blanca ante los embajadores de los países aliados en Irak y Afganistán.
5/ Las declaraciones de John Kerry aparecen recogidas en la edición del New York Times del 17 de marzo. Norman Birnbaum publicaba un artículo ("¡Animo, Sr. Zapatero!") el día 22 de marzo en El País advirtiendo a Zapatero de que sería una "fantasia" esperar algo de Kerry. El Council of Foreign Relations había pedido el 9 de marzo un compromiso explícito bipartidista de continuar la ocupación de Iraq de los dos candidatos Bush y Kerry y del Senado de EE UU.
6/ Ver el articulo de Máximo Cajal, antiguo Subsecretario del MAE y uno de los principales asesores de Zapatero en política exterior, "Otra política exterior" en El País, 21 de marzo del 2004.
7/ G. Búster, "La crisis de la CIG es la crisis del método intergubernamental y de la UE neoliberal", Rebelión (www.rebelion.org/internacional/031216buster.htm)
8/ G. Búster, "La UE y América Latina: Inversiones, estrategias empresariales y partenariado trasatlántico", ponencia para el CADTM
(www.cadtm.org/IMG/rtf/BusterGUnionEuropeaY_AM_LAT_cadtm23-25mayo03.rtf). El Observatorio de las multinacionales en América Latina (OMAL) hace un seguimiento cuidadoso de las empresas españolas que puede consultarse en (www.omal.info)
9/ Ángel Alloza, Javier Noya "Capital disonante, la imagen de las inversiones españolas en América Latina" Real Instituto Elcano, (www.realinstitutoelcano.org/documentos/86.asp)
10/ Tanto el programa del PSOE como el articulo citado de Máximo Cajal subrayan el arcaísmo del servicio exterior español, que no ha sido reformado tras el fin del Franquismo. La evolución en los últimos cuatro años de la política exterior de Aznar ha ido acompañada de una subordinación ideológica acrítica y un clientelismo por parte de importantes sectores de funcionarios hasta alcanzar los ridículos sufridos por la aplicación de la última instrucción del MAE para que, contra las evidencias ya públicas, se persistiera en la autoría de ETA de los atentados. Las informaciones falsas así proporcionadas por la diplomacia y los servicios de seguridad españoles provocaron no solo fallos de seguridad de otros estados, sino una resolución del Consejo de Seguridad que menciona, en un hecho sin precedentes, la autoría equivocada de ETA.