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Malasia y la crisis del capitalismo global

Martín Müller
Observatorio de Conflictos, Argentina

Repasar brevemente y de forma superficial la historia de un país como Malasia es sólo una forma de ver un caso testigo en la historia general de los países que, durante siglos, han sufrido una colonización de tipo antiguo (mediante asentamientos militares); y que, a pesar de haber conseguido la independencia política (como lo han hecho la mayoría de los países de los continentes "no dominantes"), continúan siendo explotados por países metropolitanos o empresas trasnacionales con sede originaria en esos países. La colonización ha pasado, de ser un control militar, a convertirse, a partir de la segunda revolución industrial, en una colonización económica, esto es lo que se denomina imperialismo.

Las últimas dos décadas del siglo XX, marcadas por los dictámenes que el "consenso de Washington" promulgó para dar nacimiento al neoliberalismo y al neoconservadurismo. Han visto nacer una nueva forma de imperialismo, a la cual los ideólogos del sistema han llamado globalización[1] pero que, en definitiva, no deja de reproducir una misma relación: la dependencia a los países centrales (la tríada Estados Unidos, Europa y Japón) del resto de los países del mundo. Lugar necesario para usar como receptor de los capitales golondrinas (por no llamarlos buitres como lo ha hecho un hijo mismo del neoliberalismo como el ex ministro argentino Domingo F. Cavallo).

El caso de Malasia es absolutamente ejemplificador ya que, desde la primera invasión, en 1511 por los portugueses, hasta la crisis de 1997 el factor externo (junto con los necesarios socios internos) ha sido clave en la estructuración y desestructuración de las relaciones económicas y sociales de la región.

Hindúes, chinos y musulmanes. De Malaya a Malasia.


La región de la península donde se encuentra actualmente Malasia es una región selvática, paradisíaca, donde hoy en día la mayor parte de la población (más del 50%) es de origen étnico malayo, lo que quiere decir que descienden directamente de la población originaria del lugar, tribus muy antiguas que aún hoy conservan su identidad dentro de una sociedad extremadamente cosmopolita y compleja y que representan el 5% de la población total[2].

La característica fundamental es el comercio, y así es como nace el puerto más importante de la región, Malaya, que tiene su época de oro en el siglo XV, antes de la conquista. Todo el gobierno, la sociedad y la economía giraban en torno a la organización del puerto y al intercambio, especialmente la producción de las minas de estaño y el caucho, que eran las principales exportaciones de la zona.

El desarrollo de Malaya como el puerto más importante del sudeste asiático en el siglo XV corresponde a su vez a una transformación en la sociedad, que pasa de ser un conjunto de reinos hindúes a convertirse fuertemente al Islam y a ser gobernada por sultanes. Todo esto es efecto del cosmopolitismo del puerto, lugar de encuentro de todos los reinos de Asia y Medio Oriente.

Es ese mismo cosmopolitismo lo que generó en Malasia una cultura mixta, donde la cultura malaya se mezcla con la cultura de los dos principales socios comerciales, la China y la India; y a su vez se mantienen fuertemente las estructuras comunitarias de los indígenas de la zona. Los malayos son en su mayoría musulmanes, aunque menos ortodoxos que los de Medio Oriente.

Los chinos, en su mayoría Tao-Budistas, son el 35% de la población.

La era colonial


El siglo XVI marca el comienzo de la disputa entre las grandes potencias marítimas europeas por los mercados donde ejercer su creciente comercio. Los reinos asiáticos no estaban interesados en el comercio intercontinental de la misma forma que los europeos[3]. Es por eso que deben recurrir a la conquista militar para constituir sus propios puertos de intercambio. En este contexto es que se da el bombardeo y conquista del puerto de Malaya, en 1511, realizado por una flota portuguesa conducida por Alfonso de Alburquerque. El dominio portugués dura hasta 1641, en que el puerto es conquistado por los holandeses, monopolizando éstos en comercio de las famosas especias de la región.

A finales del siglo XVIII, en 1785, aparece en escena en esta región (como en todo el mundo) Gran Bretaña y sus compañías de comercio, que empiezan a jugar un papel fundamental en la vida política y económica de los países productores de materias primas. Se instalan construyendo un puerto-fuerte (o lo que se denomina factoría) en la isla de Penang, en la que se radica la East India Company, que tenía como principal objetivo el de ser un paso seguro de los barcos británicos hacia Camboya.

Pero cuando Francia toma Holanda, en 1795, los ingleses, con su habitual velocidad diplomática, se adelantan a que los franceses tomen el puerto de Malaya y piden el control temporal a los holandeses que estaban en el exilio. Es así como nacen, en esta región, las colonias británicas que conforman Penang, Malaya y Singapur.

Las formas coloniales se endurecen cuando, a finales de la década de 1860, un número de reinos malayos comienza una guerra civil por el control del trono de Perak, dando pie a los ingleses para intervenir. Éstos obligan a los malayos a firmar un tratado de paz (acuerdo de Pangkor), en 1874, que da a los británicos un rol mucho más importante en la región, monopolizando las minas de estaño de la península.

La segunda guerra mundial es la que marca el comienzo de los cambios en la región. Japón, aliado con el Rajá de Borneo, invade Malaya y expulsa a los ingleses en 1942. En este momento, un gran número de habitantes de origen chino se interna en la selva y comienza una resistencia que, después de finalizada la guerra, se convertirá en una guerrilla armada pro-comunista. Para este momento, en 1945, los británicos ya habían retomado la península, pero las condiciones estaban dadas para comenzar el camino hacia la independencia política.

Todo el período de gran explosión social había hecho madurar un movimiento autoorganizado en una alianza entre los reinos de la región, liderada por Tunku Abdul Rahman. En 1957, cuando se declara la independencia, Tunku es nombrado primer ministro de Malaya.

El nombre de Malasia surge recién en 1961, cuando Tunku convence a Singapur (que se va a retirar pacíficamente en 1965), Sabah y Sarawak a unirse en una confederación de estados. Malasia queda constituido como una unión entre 14 estados y de ahí el origen de su bandera, emulando a la norteamericana, con 14 barras. En lugar de las estrellas, la luna y el sol del Islam, para dejar en claro la representación de la inmensa mayoría musulmana en la región.

Hasta la actualidad: el neoliberalismo protagonista


Como en la mayoría de los países de gran heterogeneidad étnica, las diferencias de clase se ven ocultas en una diferenciación social entre un grupo cultural y otro. Éste era el caso de Malasia, donde la minoría china era quien dominaba los negocios y el comercio, mientras que los malayos, sufrían en su gran mayoría graves problemas económicos.

Con la independencia, y la toma del gobierno por parte de la Organización Nacional de Malayos Unidos, se intenta generar una nueva política económica que resulte más redistributiva hacia los malayos. Los chinos reaccionan a esto creando un partido de oposición y cuando, en 1969, ganan un número importante de bancas en el congreso comienza una virtual guerra civil entre ambos grupos. La inestabilidad dura hasta 1981, en que asume el actual primer ministro Mahatir Bin Mohammed y comienzan las dos décadas en las cuales, en el intento de posicionar a Malasia como un país fuertemente industrializado, se genera una relación muy problemática con los organismos internacionales, tales como el F.M.I. o el B.M. A la vez nace el papel protagónico del sudeste asiático en el nuevo orden mundial.

La etapa denominada guerra fría fue clave para desembocar en este proceso. Malasia, junto con países como Tailandia y Vietnam del Sur, jugaron un papel fundamental como aliados de los Estados Unidos en la zona, dentro del marco de la supuesta guerra al comunismo en pro de la "libertad" de los pueblos. En realidad, lo que buscaban los Estados Unidos lo resume muy bien en 1963 el mismo subsecretario de Estado del presidente John F. Kennedy, U. Alexis Jonson, que habló ante el club económico de Detroit con estas palabras:

"¿Cuál es el poder de atracción que ha ejercido durante siglos el sudeste de Asia en las grandes potencias que lo flanquean a ambos lados?... Los países del sudeste asiático producen valiosos excedentes exportables como el arroz, el caucho, la teca, el maíz, el estaño, las especias, el aceite, y muchos productos más[4]".

Antes, en 1952, un memorando secreto del Consejo Nacional de Seguridad norteamericano hacía referencia a la cadena de bases militares estadounidenses a lo largo de la costa de China, las Filipinas, Taiwán, Japón y Corea del Sur:

"El control comunista de todo el sudeste asiático dejaría la posición de los Estados Unidos en la cadena de las islas del Pacífico Central en una situación precaria y pondría en grave peligro los intereses de los Estados Unidos en el extremo Oriente... El sudeste asiático, especialmente Malasia e Indonesia, es la principal fuente mundial de caucho y estaño natural, y un productor de petróleo y otras comodidades estratégicamente importantes[5]".

Estos intereses son los que triunfan a lo largo de las dos últimas décadas del siglo XX, con las particularidades de la idiosincrasia asiática que van a verse en la actualidad. Los famosos tigres del Pacífico del Sudeste Asiático convierten sus economías en altamente industrializadas, receptoras de gran parte del capital transnacional que se ve atraído a invertir en la zona debido a las ventajas con respecto a la mano de obra y a los impuestos. Esta es la nueva forma que toma el capitalismo a nivel mundial, en donde los países metropolitanos ya no están interesados en monopolizar la tecnología sino que la colocan allí donde son mayores los beneficios.

La exportación de productos manufacturados representa el 10% del comercio mundial, de ahí el papel fundamental en la economía mundo. Las empresas transnacionales están, en muchos casos, por encima de los gobiernos nacionales y de ahí que sea fundamental el plano político para frenar este accionar ultraliberal.

El Sudeste Asiático muestra acciones, promovidas por el imperialismo, que son fundamentales para los demás países que se encuentran en una condición semicolonial y son seducidos por nuevos planes colonizadores (como Latinoamérica en caso del A.L.C.A.). Malasia forma parte de la A.P.E.C. (Asian Pacific Economic Cooperation[6]), que promueve el libre comercio en la región Asia-Pacifico, y en la cual es notorio el papel subordinado al predominio de Estados Unidos o Japón. Pero también es buen ejemplo otra forma de asociación (que otra vez trae a Latinoamérica y el Mercosur) como es la A.S.E.A.N., Asociación de las Naciones del Sudeste de Asia. Elegir entre una u otra asociación llevará a determinar el camino del capitalismo mundial en los próximos años, adelantando o retrasando su crisis terminal.

La crisis económica asiática de 1997


La crisis del '97 demostró que el inmenso crecimiento económico[7] y el rotundo éxito de las políticas económicas del F.M.I. estaban basadas sobre la más absoluta fragilidad, y los únicos beneficiados fueron, una vez más, los grandes monopolios.

Las causas de la crisis fueron múltiples, mas allá del radicalismo del libre mercado occidental aplicado en regiones con una idiosincrasia económica muy diferente a la de Occidente.

Sobreproducción, déficit comercial (mas importaciones que exportaciones), endeudamiento tanto público como privado debido a un irrestricto e intencional préstamo externo. De ahí en más lo habitual: fuga de capitales, refugio del inversor en monedas extranjeras, pobreza, desocupación y algo que es muy frágil en Asia: desequilibrio en la relación cantidad de población / comida disponible.

La salida original que adoptó el gobierno de Mahatir Bin Mohammed en Malasia fue dictar, el 1 de septiembre de 1998, un conjunto de medidas de emergencia de corte proteccionista y nacionalista, rechazando las instrucciones del Banco Mundial y el F.M.I. y ejerciendo su legítima soberanía para proteger a su población y a su economía de depredadores privados.

Mahatir impuso un estricto control selectivo de capitales y un control de cambios, combatiendo así los capitales golondrina y el saqueo y fuga que realizan habitualmente[8]. Adoptó severos castigos a la bolsa de comercio y aumentó el crédito bancario para la industria y la agricultura.

Por supuesto, la respuesta fue obvia y la hemos escuchado muchas veces. Malasia se cayó del mundo, ha perdido la confianza de los inversionistas, se va a detener el crédito externo, etc. Nada de esto ha afectado seriamente la vida de los malayos que, hasta hoy, no han respondido a los reclamos de pago de los organismos internacionales y no han sufrido ninguna caída del mundo como lo predecían los profetas del neoliberalismo. Fueron medidas defensivas, pero absolutamente necesarias y ejemplificadoras para comenzar a cuestionar el rol de los países semicoloniales y del capitalismo actual. Es parte de una verdadera guerra económica.

Para el momento de la crisis, la economía de Malasia se encontraba seriamente dañada, y ni los más optimistas esperaban una recuperación que, sin embargo, realmente se dio. Entre junio de 1998 y junio de 1999, el ensamblaje y manufactura de vehículos de motor se disparó en un 112%, la producción de acero y hierro se elevó en 41% y la elaboración de alimentos aumentó en un 16%. De esta forma Malasia aseguró prácticamente su autosubsistencia, combinado amplios proyectos de infraestructura con programas de viviendas a bajo costo y provisión de abastos.

El colapso del sistema económico mundial


Malasia, con todas sus particularidades, no es un caso excepcional, sino un caso testigo de las diversas reacciones del mundo a esta forma de capitalismo. Tailandia, que cuando Malasia se despegaba del Fondo seguía atada a sus recetas, acaba de celebrar su independencia con el pago de 17.200 millones de dólares de deuda con el F.M.I. De esta forma, tal como lo dijo el primer ministro de ese país, Thaksin Shinawatra, "Tailandia nunca más será presa del capitalismo mundial".

Cada país asiático tomó su salida a la crisis, y todas coinciden en la crítica a la acción del Fondo. Corea del Sur se apresuró a cancelar anticipadamente sus deudas con el Fondo e Indonesia adelantó que no tiene la intención de continuar con su programa con el F.M.I. en el 2004. A pesar de la crisis el grupo de las diez economías del sudeste asiático crecerán en el 2003 un 4% promedio, mediante una estrategia común: la acumulación de reservas (aunque sea algo defensivo) para frenar los ataques del capital especulativo.

Como dice John Gray "el capitalismo global sufre de una inestabilidad inherente... A menos que sea reformada radicalmente, la economía mundial corre el riesgo de caerse en pedazos en medio de una repetición -con tintes a la vez de farsa y de tragedia- de las guerras de mercado, las devaluaciones competitivas, los colapsos económicos y las agitaciones políticas de los años treinta[9]".

Aunque parezca paradójico, el liberalismo de la globalización promueve las formas negativas del nacionalismo y los fundamentalismos, dificultando la coexistencia pacífica de los países y la gobernabilidad de los mismos. El termino "capitalismo democrático" oculta una relación profundamente problemática en la vida política de los países con inseguridad económica.

BIBLIOGRAFÍA

 GRAY, JOHN, Falso amanecer. En: Revista Nexos, agosto 1999.

 ZAIAT, ALFREDO, El tailandés. En: Diario Página 12, suplemento económico Cash, 24 de agosto de 2003.

 FREEMAN, RICHARD y BILLINGTON, GAIL, Malasia demuestra que el proteccionismo sí funciona. En: resumen ejecutivo-EIR, octubre 1999.

 ZINN, HOWARD, La otra historia de los Estados Unidos. Siglo XXI, México, 1999.

 Página oficial de la A.S.E.A.N. : www.asean.or.id

 Historia de Malasia: www.interknowledge.com/malaysia

 Información sobre Asia: library.thikquest.org

[1] El termino globalización es utilizado sistemáticamente para, por un lado, ocultar las diferencias entre países ricos y pobres detrás de un supuesto intercambio "igualitario" de culturas, tradiciones, lenguas, etc. Y por otro lado para ocultar la relación económica que esta globalización implica, la cual no se diferencia de los viejos métodos y formas de dependencia.

[2] Estas tribus aún existentes tienen una relación muy fuerte con la selva y son denominados "Orang Asli"(pueblos originarios).

[3] Y esto se ve en que hasta muy recientemente el comercio Europeo con Asia era deficitario, ya que Asia no se había constituido como un mercado fuerte para las mercancías manufacturadas europeas.

[4] En Zinn, Howard, La otra historia de los Estados Unidos, Siglo XXI, México, 1999. Pp. 354.

[5] Ibíd. Pp. 351.

[6] El A.P.E.C. está conformado por EE.UU., Canadá, Australia, nueva Zelanda, Japón, Corea del sur, China, Hong Kong, Tailandia, Malasia, Indonesia, Filipinas, Singapur, Brunei, México, Nueva Guinea y Chile.

[7] Los ingresos per capita de países como Corea o Malasia aumentaron diez veces en el período 80-90.

[8] Ante el ataque de los operadores fondos especulativos (como George Soros) contra las monedas de la región (el bath tailandés y el ringgit malayo) Malasia desliga el ringgit del dólar estadounidense. Es remarcable que los mayores ataques provinieron de los británicos, que por lo visto tienen aún una gran influencia en la región. Para la compra de dólares era necesario justificar el destino de los capitales, y los capitales que entraran al país debían permanecer un año dentro.

[9] Gray, John, Falso amanecer. En: revista Nexos, agosto 1999, pp. 35

 

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