Michael Klare
La guerra en Irak ha reconfigurado de muchas maneras el panorama geopolítico global, algunas no serán aparentes por muchos años, quizás por décadas. La guerra ciertamente ha alterado las relaciones de EEUU con Europa y el Medio Oriente. Pero su impacto va más allá. Más que nada, la guerra revela que el nuevo eje central de la competencia mundial es el área sur central de Eurasia.
El término “geopolítica” pareciera al principio venir de otra era, de fines del siglo XIX. Por geopolítica o competencia geopolítica quiero significar la contienda entre grandes poderes y aspirantes a ser grandes poderes por controlar territorios, recursos y posiciones geográficas importantes, tales como puertos, anales, sistemas de ríos, oasis, y otras fuentes de riqueza e influencia. Si usted mira hacia atrás, se encontrará con que tal tipo de enfrentamientos ha sido la fuerza dirigente en la política mundial y especialmente del conflicto mundial en gran parte de los siglos recientes.
La Geopolítica, como un modo de análisis, fue muy popular desde finales del siglo XIX y hasta la primera parte del siglo XX. Si usted estudiaba entonces lo que los académicos llaman hoy día relaciones internacionales, habría estado estudiando geopolítica.
La Geopolítica ,como un modo auto-consciente de análisis, se murió en el período de la Guerra Fría, parcialmente debido a los ecos de la aborrecida ideología hitleriana del Lebensraum pero también porque había una cantidad de paralelos entre el pensamiento geopolítico clásico (que provenía de la rama conservadora de la academia) y el pensamiento marxista-leninista, que chocaban con las pretensiones ideológicas de los estudiosos de la Guerra Fría. Por eso, no es una forma de análisis que usted vea enseñar hoy día en la universidades de EEUU.
La Geopolítica fue también una ideología a fines del siglo XIX y comienzos del XX-un conjunto auto-consciente de creencias que guiaban la acción de líderes y elites de las grandes potencias. Era el pensamiento detrás del imperialismo del período, la lógica para la adquisición de colonias con específicas localizaciones geográficas. Los incidentes que llevaron a la Primera Guerra provienen de este modo de pensar, tal como en el incidente de Fashoda (1898) sobre las fuentes del Nilo, que casi llevó a un conflicto entre la Tercera República francesa y la Inglaterra victoriana.
En el caso de los EEUU, llegó a ser la forma de pensamiento dominante en los tiempos de Teddy Roosevelt, y condujo muy conscientemente a la decisión de Roosevelt y sus asociados de hacer de EEUU un imperio. Este fue un proyecto consciente. No fue un accidente. La guerra con España fue un dispositivo intencional por el que EEUU adquiría un imperio. La guerra hispano-americana y la ocupación de las Filipinas fueron seguidas rápidamente por la toma de Panamá, abiertamente justificada por la ideología geopolítica. Para ver cuan auto-consciente era este proceso, recomiendo leer el libro de Warren Zimmermann,First Great Triumph (New York: Farrar, Straus and Giroux, 2002). Son sorprendentes los paralelos con el momento actual.
Después, la ideología geopolítica fue apropiada por Hitler y Mussolini y por los militaristas japoneses, para explicar y justificar su conducta expansionista. Y fue esta conducta expansionista -que amenazó a los intereses geopolíticos de potencias opuestas-lo que llevó a la Segunda Guerra Mundial, no las políticas internas de Alemania, Italia o Japón.
Durante la Guerra Fría esta ideología desapareció en algún grado, a favor de un modelo de competencia ideológica. Esto es, la ideología geopolítica aparecía como inconsistente con justificaciones elaboradas (en que figuraban ampliamente puntos como la “democracia” y “ libertad”) para intervenciones en el tercer mundo.
Pero en realidad, si se estudia la historia de la Guerra Fría, los conflictos abiertos que ocurrieron fueron conscientemente enmarcados por el punto de vista Americano en una orientación geopolítica . EEUU tenía que controlar el Medio Oriente y su petróleo. Esa fue la base de la Doctrina Truman, de la Doctrina Eisenhower y de la Doctrina Carter. Los EEUU tenía que controlar partes de África, por su riqueza minera en cobre, cobalto y platino. Es por eso que EEUU respaldó al régimen apartheid en Sud Africa. Y la razón para las guerras de Corea y de Vietnam fue entendida en los altos niveles en términos del interés de EEUU por el control de la cuenca del Pacífico.
En estos días estamos presenciando un resurgimiento desenfadado de la ideología geopolítica entre los cuadros dirigentes de las grandes potencias, sobre todo en los EEUU. De hecho, la mejor manera de ver lo que está pasando en Irak, y en cualquier otra parte, es bajo el prisma geopolítico. Los líderes americanos se han embarcado en el clásico proyecto geopolítico de asegurar el dominio de EEUU sobre las más importantes áreas de recursos, entendidas como fuentes de poder y de riqueza. Hay una consistencia ideológica en lo que están haciendo, y es proporcionada por este modo geopolítico de pensar.
Quizás pueda preguntarse cuán consciente es todo esto, pero se puede notar este modo de pensar en el discurso público de muchos líderes contemporáneos. Dick Cheney, y especialmente algunos prominentes neoconservadores, pero también Demócratas como Znigniew Brzezinski, hablan de esta manera. Ellos declaran abiertamente que EEUU está trabado en una lucha por mantener su poder frente a otras grandes potencias y que América debe prevalecer.
Ahora, usted puede preguntar--¿qué grandes potencias contendientes? Desde nuestro punto de vista es demasiado obvio que no existe ninguna. Pero si usted lee lo que estos tipos escriben y escucha lo que dicen, encontrará que están absolutamente obsesionados por la emergencia potencial de grandes poderes rivales: Rusia, China, una combinación europea, Japón y aún la India.
Esta es la esencia de la Doctrina Wolfowitz, articulada por primera vez en el Pentágono, en el documento Defense Planning Guidance documento para 1994-1999, filtrado a la prensa por primera vez en Febrero 1992.). Este documento llama a una intervención militar proactiva de los EEUU a fin de paralizar y prevenir el ascenso de un par (o un igual) competidor, y afirma que los EEUU debe hacer todo para impedir que esto ocurra. En su momento, esta declaración fue recibida con tales aullidos de ultraje por los aliados de EEUU, y el Presidente Bush de entonces debió retirar el documento, que fue revisado para sacar este lenguaje.
Pero la doctrina se colgó de los escritos del think-tank de los 90s, reemergiendo como la política militar global oficial de la administración de Bush II. Ahora ha sido incorporada como el principio central del documento conocido como National Security Strategy of the United States of America(September 2002), que se puede bajar del website de la Casa Blanca. Este documento declara explícitamente que el propósito final de la potencia americana es prevenir el ascenso de una gran potencia competitiva, y que los EEUU usará todos los medios necesarios para prevenir que eso ocurra, incluyendo la fuerza militar preventiva cuando sea necesario, pero también mediante aumentos en el gasto militar que ningún competidor pueda jamás sustentar.
Con estos antecedentes, escasamente podría dudarse que el propósito de la guerra de Irak es para redibujar el mapa geopolítico de Eurasia, de modo que asegure un poder americano embebido y dominante en la región frente a la Unión Europea-la competencia potencial.
Demos un paso atrás, por un momento, y regresemos al pensamiento geopolítico clásico de la primera parte del último siglo, particularmente los puntos de vista de Sir Laford Mackinder, de Gran Bretaña. En esta perspectiva se sostenía que Eurasia era la parte más importante -“the heartland”--- del mundo civilizado, y quien quiera que controlara esta “heartland”, por definición controlaba al resto del mundo, por la concentración que había allí de población, recursos, poder industrial. En el pensamiento geopolítico clásico, la política mundial es esencialmente una lucha por quién controla el corazón de Eurasia.
Los estrategos de mediados del siglo XX vieron dos maneras a través de las cuales podía alcanzarse el dominio global. Una era a través de la emergencia de un poder continental (o de una combinación de poderes continentales) que dominaran Eurasia, y con ella, al resto del mundo. Fue precisamente este temor -que una Europa continental controlada por Alemania y Rusia, junto con el Japón-que dominara China y el Sur Este de Asia, emergiera como una gran potencia continental y dominara el “heartland” de Eurasia, reduciendo entonces a EEUU a una situación marginal-lo que galvanizó a los líderes americanos en los comienzos de la Segunda Guerra. Franklin D. Roosevelt estaba hondamente empapado en esta forma de análisis, y es este punto de vista estratégico-ideológico el que gatilló la intervención de EEUU en la Segunda Guerra Mundial.
La otra estrategia de dominio global que perciben los estrategos geopolíticos de principios del siglo XX era el control del “rimland” (las cuencas, los bordes) de Eurasia -esto es, Europa Occidental, la Cuenca del Pacífico y el Medio Oriente-y con esto, contener cualquier emergencia de una potencia en la zona decisiva (la heartland). Después de la Segunda Guerra, los EEU determinó que de facto mantendría presencia militar permanente en todos los bordes de Eurasia. Esto es lo que se llamó “estrategia de contención”. Y fue este punto de vista el que llevó a la formación de la OTAN, del Plan Marshall, la ASEAN, el CENTO y las alianzas militares con Japón y Taiwán. En el transcurso de la mayor parte del tiempo desde la Segunda Guerra Mundial, el foco estuvo en los extremos este y oeste de Eurasia-Europa y el Lejano Oriente.
Lo que está pasando ahora, creo, es que las elites de EEUU han concluido que las “rimlands” de Eurasia. Las del del Asia del Este y la Europea, están bien aseguradas en manos americanas o que son menos importantes, o algo de las dos. El nuevo centro de competencia geopolítica, como lo ven, está en la zona Sur-Centro de Eurasia, comprendiendo el área del Golfo Pérsico, que posee los dos tercios de la riqueza mundial de petróleo, la cuenca del Mar Caspio, que posee una fuerte proporción de lo que sobra, y los países del Asia Central. Este es el nuevo centro de conflicto y lucha mundial, y la administración Bush está decidida a que los EEUU controle y domine esta área crítica.
Hasta ahora, las regiones periféricas de Eurasia eran la base del poder de EEUU, mientras en las regiones central-sur había sólo una modesta presencia de fuerzas norteamericanas. Sin embargo, desde el fin de la Guerra Fría, el realineamiento militar prioritario de EEUU ha causado el retiro de las fuerzas americanas en el Este de Asia y Europa y el reforzamiento de fuerzas en la región centro-sur. Las bases de EEUU en Europa se han estado cerrando, mientras se establecen nuevas bases militares en el área del Golfo Pérsico y en Asia Central.
Es importante anotar que este es un proceso que comenzó antes del 11/9. El 11 de Septiembre dio un empujón a este proceso y produjo un mandato popular, pero esto fue enteramente casual, desde el punto de vista de los estrategos norteamericanos. Fue el Presidente Clinton quien inició el establecimiento de lazos militares con Kazajstán, Uzbekistán, Georgia y Azerbaiyán, y quien construyó la capacidad de EEUU para intervenir en el Golfo Pérsico y el área del Mar Caspio. La victoria militar en Irak no fue la victoria de Wolfowitz y Rumsfeld, fue Clinton quien hizo esta victoria posible.
La Guerra contra Irak fue lanzada para proveer a los Estados Unidos con una posición dominante en la región del Golfo Pérsico, y servir como punta de lanza para futuras conquistas y afirmación de poder en la región. Fue apuntada tanto contra China, Rusia y Europa como contra Siria e Irán. Es parte de un largo proceso de afirmación del poder dominante de EEUU en la zona central-sur de Eurasia, en el área decisiva (heartland) de este mega-continente.
Pero,¿por qué específicamente ahora el área de Golfo Pérsico/Mar Caspio? En parte, esto es así porque aquí están localizadas las mayores reservas de petróleo-aproximadamente el 70 % de las reservas conocidas. Y usted tiene que pensar en el petróleo no justamente como fuente de energía -aunque esto es importante-sino como fuente de poder. Como lo ven los estrategos de EEUU, quien quiera que controle el petróleo del Golfo Pérsico, controla la economía del mundo y, con ello, tiene la última palabra frente a todos los poderes competidores.
En septiembre de 1990, el entonces Secretario de la Defensa Dick Cheney, dijo en el Comité de Servicios Armados del Senado que Saddam Hussein podría adquirir una “capacidad de estrangulamiento” sobre los EEUU y la economía mundial si capturaba los campos petrolíferos de Arabia Saudita junto con los de Kuwait. Esta es la principal razón, testificó, de por qué los EEUU debía enviar tropas al área para repeler a las fuerzas de Huissein. Cheney usó casi el mismo lenguaje en un discurso en agosto del año pasado ante los Veterans of Foreign Wars. Yo creo que en su mente está claro que EEUU debe retener una capacidad de estrangulamiento de la economía mundial, controlando esta área. Esto es tan importante, en la visión de la administración, como retener las ventajas de América en tecnología militar.
En diez años más, se espera que China sea totalmente dependiente del petróleo de las áreas del Golfo Pérsico y del Mar Caspio. Ese es el petróleo que necesita para sostener su crecimiento. Europa, Japón y Corea del Sur estarán más o menos en la misma posición. El control sobre el grifo del petróleo pudiera parecer una caricatura, pero es la imagen que ha motivado a la política de EEUU desde el fin de la Guerra Fría, y ha ganado todavía más prominencia en la administración Bush-Cheney.
Esta región es también la única área del mundo en donde chocan los intereses de todos las grandes potencias putativas. En el área del Mar Caspio, fuertemente disputada, Rusia es una potencia en expansión, China es una potencia expansiva, y los EEUU, igual. No hay ningún otro lugar del mundo como este. Ellos están luchando unos contra otros consciente y activamente. La administración Bush está decidida a dominar esta área y a subordinar a estos dos rivales potenciales y prevenir que formen un frente común contra los EEUU. (Para más detalles sobre la lucha emergente por el poder en la cuenca del Mar Caspio, vea mi trabajo, Resource Wars: The New Landscape of Global Conflict [Henry Holt/Metropolitan, 2001].)
Entonces.¿cuáles son las implicaciones de este rediseño de la estrategia geo-política de EEUU hecha posible por la derrota en la URSS en la Guerra Fría?
Obviamente es demasiado temprano para extraer cualquier conclusión definitiva sobre esto, pero algo puede decirse. Primero, Irak es sólo el comienzo de una empuje de EEUU en esta área. Veremos más expresiones y extensiones del poder de EEUU en la región. Esto provocará resistencias y oposición auto-consciente a los EEUU de parte de regímenes y grupos insurgentes. Pero los EEUU también llegará a estar enredado en conflictos locales que comenzaron mucho antes de la entrada de América en la región. Por ejemplo, el conflicto entre Armenia y Azerbaján, y el de Abjazia y Georgia -ambos con una historia larga-vendrán a impactar en la seguridad de EEUU a medida que Estados Unidos llegue a ser dependiente de las cañerías trans Caucásicas recientemente construidas. Las guerras afganas y chechenias continúan y dan su clasificación a la región. En todas esas disputas es bien posible la ocurrencia de intervenciones directas o indirectas, abiertas o encubiertas de los EEUU y de otros poderes contendientes.
Creo que estamos en los comienzo de una nueva Guerra Fría en el Centro sur de Eurasia, con muchas posibilidades para crisis y explosiones, pues en ninguna otra parte del mundo están Rusia y China tan directamente comprometidas y apoyando grupos y regímenes que se oponen a EEUU. Aún en el climax de la Guerra Fría, nunca hubo algo comparable a esto. Las tropas americanas se quedarán ahí por largo tiempo, con un alto riesgo de violentos encuentros y el potencial de grandes sufrimientos humanos. ¡Pareciera entonces que el movimiento por la paz internacional y en EEUU tiene por delante bastante trabajo!
Trad.F.García para Globalización, Revista de Economía,Sociedad y Cultura