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LA CRISIS DEL CAPITALISMO AMERICANO y LA GUERRA CONTRA IRAK

David North

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21 DE MARZO 2003

La invasión ilegal y no provocada a Irak por Estados Unidos es un suceso que vivirá en la infamia. Los políticos criminales de Washington que han lanzado esta guerra y los villanos de los medios que gozan mostrando el baño de sangre, han cubierto de vergüenza a este país. Cientos de millones de personas en todo el mundo han experimentado la repulsión por el espectáculo de un poder militar brutal y descontrolado que pulveriza a un país pequeño e indefenso. La invasión a Irak es una guerra imperialista en el más claro sentido de la palabra: un acto vil de agresión que se realiza en el interés de los sectores más reaccionarios y predadores de la oligarquía corporativa y financiera de los Estados Unidos. Su propósito inmediato y abierto es establecer el control sobre los vastos recursos petroleros de Irak y reducir a ese país tanto tiempo oprimido a ser un protectorado colonial americano.

Ni siquiera en la década de los treinta, cuando los regímenes fascistas de Hitler y Mussolini estaban en la cima de su poder y demencia, había enfrentado el mundo tal despliegue de gangsterismo internacional como el que nos provee hoy la administración Bush. El precedente histórico más directo para la violencia que se ha desencadenado contra Irak es la invasión de Polonia en 1939. La intención anunciada de los militares norteamericanos de lanzar una andanada de miles de misiles y bombas sobre la ciudad de Bagdad es parte de una estrategia consciente para aterrorizar al pueblo Iraquí. A lo que se refiere el Pentágono como la estrategia "shockeo y asombro" saca su inspiración de los infames métodos de la BLITZKRIEG empleados por la Wehrmacht nazi a principios de la Segunda Guerra Mundial. Así es como describe un historiador la destrucción nazi de Polonia:

"La tormenta de fuego y acero que golpeó a los polacos durante los primeros días de septiembre dejó a ese pueblo infeliz asombrado y aplastado. Al cabo de diez días las puntas de lanza mecanizadas de los Alemanes habían cortado las defensas polacas abriéndose paso hasta Varsovia. La mayor parte de la inadecuada fuerza aérea polaca había sido destruida en tierra, antes de que hubiera podido entrar en acción; los aviones de combate y los bombarderos Stuka en picada de la Luftwaffe, actuando como soporte táctico de las tropas de tierra destruyeron las comunicaciones polacas y sembraron el terror y la destrucción desde los cielos. ‘Los Alemanes’, reportaba un periodista Norteamericano, ‘están aplastando a Polonia como un huevo’"(i)

Todas las justificaciones dadas por la administración Bush y sus cómplices en Londres, se basan en verdades a medias, falsificaciones y mentiras en directo. A esta altura, ya no es siquiera necesario contestar sus reclamos de que el propósito de esta guerra era destruir las llamadas "armas de destrucción masiva" de Irak. Después de semanas de las inspecciones más intrusivas que haya experimentado ningún país, nada que tuviera significado material se ha descubierto. Los últimos informes de los directivos de los equipos de Naciones Unidas, Hans Blix y Mohamed ElBaradei, específicamente refutan las declaraciones hechas por el secretario de estado Collin Powell durante su famoso discurso del 5 de febrero de 2003. ElBaradei señala que los alegatos cacareados por los Estados Unidos sobre los esfuerzos de Irak para importar uranio desde el Níger se basaban en documentos falsos provistos por el servicio de inteligencia del primer ministro inglés Tony Blair. Otros alegatos, como los relacionados con los tubos de aluminio con propósitos nucleares y la existencia de laboratorios móviles productores de armas bioquímicas, también se mostraron sin base alguna. Cada vez que se desenmascaraba una mentira, la administración Bush inventaba otra. Tan grande es su desagrado por la opinión pública, que poco le importaba la falta de consistencia de sus propios argumentos.

El domingo 16 de marzo, apreció en televisión el vicepresidente Richard Cheney para decir que Irak "en los hechos ha reconstituido sus armas nucleares". Cinco minutos más tarde afirmó "es solo cuestión de tiempo que Saddam Hussein adquiera armas nucleares". Esta contradicción flagrante entre dos declaraciones de Cheney se dejó pasar por los entrevistadores. Sin embargo, lodicho por Cheney ya fue refutado por Mohamed ElBaradei que informó al consejo de seguridad "no hay ninguna indicación de una reanudación de actividades nucleares".

La segunda justificación mayor para la guerra contra Irak –que el régimen Ba’athista de Saddam Hussein tiene ligas con los terroristas de Al Qaeda- es otra fabricación en la que la administración Bush se ha basado, así como en que la inspección de las Naciones Unidas encuentren ‘armas de destrucción masiva’. Pero estos intentos de ligar a Hussein con Al Qaeda no tienen fundamentos. Absolutamente ninguna evidencia creíble ha sido provista por la administración para apoyar estos argumentos.

Quizás la más absurda y cínica de todas las justificaciones dadas por Bush es que la guerra se realiza para traer democracia al pueblo Iraquí. Este tema puede jugar bien con las sanctimonius ignoramuses de Thomas Fiedman, columnista del New York Times, que escribió el 19 de marzo: "remover a Saddam y ayudar a reemplazar este régimen con un gobierno decente y responsable que pueda servir como modelo en el Medio Oriente, vale la pena –no porque Irak nos amenace con sus armas (que Friedman había reconocido previamente que no era el caso), sino porque estábamos amenazados por una colección de Estados Árabes Musulmanes fracasados, que impulsaban a mucha gente joven que se sentía humillada sin voz y pospuesta. Tenemos un interés real en asociarnos con ellos para el cambio".

¡Que habladuría más despreciable! ¡El asesinato de miles de Iraquíes en una tormenta de bombas y de fuego se presenta como una forma de "asociación"!

Algo debe decirse para replicar a esta "Guerra por la Democracia". Fuera del hecho de que la llegada al poder de la administración Bush a través de un fraude electoral representa una gran derrota de la democracia en Estados Unidos, no hay ninguna razón en absoluto para creer que la conquista americana del Irak traerá a este pueblo y a los de la región otra cosa que opresión y miseria. El rol histórico de los Estados Unidos en el Medio Oriente es un record sangriento de crímenes contra los pueblos de esta parte del mundo. Todo aliado importante de los Estados Unidos en el Medio Oriente y en el norte de África – Marruecos, Egipto, Arabia Saudita, Kuwait, Jordania y Turquía- han sido citados por el departamento de estado por sus grandes abusos a los derechos humanos. Israel, esa democracia ejemplar apoyada por los americanos, gobierna al pueblo palestino sobre la base del terror más crudo. Los métodos de gobierno empleados por los sionistas en los territorios ocupados cada vez se parecen más a los usados por los nazis contra los judíos en Varsovia. En Irán hubo una opresión de un cuarto de siglo bajo un dictador instalado por la CIA y después, ésta, organizó la caída de un gobierno popular nacionalista que dirigió la revolución de 1979. Este poder subsecuentemente cayó en manos de los fundamentalistas islámicos de derecha, lo que vino a ser una consecuencia de la destrucción supervisada por la CIA de los socialistas que se opusieron al régimen del Shah.

El régimen de Saddam Hussein es también un subproducto de los esfuerzos criminales de los Estados Unidos desde 1950 a los 70, por liquidar el movimiento obrero socialista que en algún momento representó una fuerza política significativa en el Medio Oriente. El golpe de estado del 8 de febrero de 1963 que derribó al régimen nacionalista de izquierda de Kasim y que llevó al poder a los Ba’athistas por primera vez, fue organizado con el apoyo de la CIA. Un periodista egipcio autorizado, Mohamed Haikal, nos informa lo que le dijo el rey de Jordania, Hussein:

"Permítame decirle que sé con certeza que lo que ocurrió en Irak el 8 de febrero, tuvo el apoyo de la inteligencia americana. Algunos de los que gobiernan ahora en Bagdad, no saben de esto, pero yo estoy seguro de la verdad. Muchas reuniones se realizaron entre el partido Ba’ath y la inteligencia americana, las más importantes en Kuwait. Usted debe saber que... el 8 de febrero una radio secreta dirigida hacia Irak fue entregando a los hombres que harían el golpe los nombres y las direcciones de los comunistas de allí que debían ser detenidos y ejecutados".(ii)

Es entre tales operaciones sangrientas cuando emerge Saddam Hussein emerge por primera vez como una figura importante en el movimiento Ba’ath. Más tarde a lo largo de su carrera volverá a encontrar el favor de los Estados Unidos, quien apoyó su purga de los comunistas iraquíes en 1979 que jugó un papel tan crucial en su consolidación en el poder. La decisión de Hussein de ir a la guerra contra Irán en 1980 fue impulsada por los EEUU que le entregó material y apoyo logístico durante los siguientes 8 años. Gran parte de los agentes biológicos almacenados por Hussein en los 80s, fue proporcionado por una compañía norteamericana, la American Type Culture Collection , de Manassas, Virginia.

Esto se realiza con la aprobación explícita de la administración Reagan –Bush. "ATCC nunca habría podido embarcar estos especimenes a Irak sin la aprobación del Departamento de Comercio, de todos los pedidos", --dijo Nancy J. Wysocki, vicepresidenta de Recursos Humanos y relaciones públicas de la American Type Culture Collection, una organización sin fines de lucro, que es una de las principales firmas proveedoras de material biológico. "Todo fue enviado para propósitos de investigación legítimos". [ iii]

Aparte de éstos y otros importantes detalles de la larga y desagradable relaciones entre Estados Unidos y Saddam Hussein, el intento de invocar los ideales democráticos como una excusa para atacar Irak, ignora uno de los principios democráticos esenciales, a saber, la autodeterminación nacional. La invasión y conquista del país, y el establecimiento de un protectorado militar bajo las órdenes del posible Generalísimo Tommy Franks, constituye una completa violación a la soberanía nacional de Irak.

Ninguno de los argumentos presentados por la administración Bush y sus apologistas mediáticos –fuera de su básica falta de credibilidad—provee una justificación legal para la guerra. Debe subrayarse sin embargo, que antes del ataque a Irak, la administración Bush ya había proclamado una nueva doctrina estratégica que reconocía la legitimidad de la "guerra preventiva" –esto es, que Washington se reservaba el derecho a atacar a cualquier país que a su juicio fuera una amenaza potencial para los Estados Unidos. En su mensaje a la nación el 27 de marzo, Bush invocó formalmente esta doctrina como justificación final para atacar a Irak. "Actuamos ahora porque el riesgo de la inacción puede llegar a ser más grande. En un año o en 5 años, el poder de Irak para infligir daño a las naciones libres se habrá multiplicado muchas veces".

En otras palabras, los Estados Unidos atacará a Irak cuando aún está indefenso y no por acciones que haya adoptado, sino por acciones que pudiera ser capaz de adoptar en un tiempo futuro no especificado. Esta doctrina, que carece completamente de base en la ley internacional, incluye a la guerra y a la conquista como opciones legítimas. La invasión a Irak se ve como primera en una serie de guerras de "opción" que se iniciarán en persecución de la hegemonía global indisputable de los Estados Unidos. Los rivales potenciales han de ser destruidos antes de que puedan ser una amenaza mayor.

2. La descarada glorificación de la guerra como un instrumento legítimo de la realpolitik imperialista global, representa una terrorífica regresión moral y política. Una parte importante de la ley internacional se desarrolló sobre la base de experiencias sangrientas de la primera mitad del siglo XX. La carnicería de la Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918, que mató a decenas de millones de gentes, llevó a una furiosa controversia sobre la responsabilidad para el estallido de hostilidades –la cuestión de la "culpa de guerra". Subyacente a este debate estaba la idea esencial que la decisión de un gobierno para iniciar y utilizar a la guerra como un medio para cumplir ciertos objetivos políticos – cualesquiera que fueren—era un acto criminal. Si bien las razones subyacentes para el estallido de la guerra de 1914 fueron ciertamente complejas, surgía de allí, un cuerpo sustancial de evidencias de que el gobierno alemán era responsable principalmente. Ese gobierno decidió por razones de política, explotar las circunstancias creadas por el asesinato del Archiduque de Austria en Sarajevo, de manera que de modo calculado, condujera hacia la guerra.

El tema de la "culpa de Guerra" asumió aún mayor significación al finalizar la Segunda Guerra Mundial. La indudable responsabilidad del Tercer Reich en el estallido de la guerra de 1939, llevó a la decisión de los poderes aliados, entre los que Estados Unidos era el representante más poderoso, a llevar a juicio a los antiguos líderes del Estado alemán.

Al encuadrar los principios legales sobre los que se basaría la persecución de los líderes nazis en Nürenberg, el fiscal norteamericano Telford Taylor insistió en que el propósito del juicio no era determinar todas las diversas causas de la Segunda Guerra Mundial. Más bien se trataba de una cuestión específica. Como Taylor le escribió en un Memorando al principal fiscal norteamericano Robert Jackson: "La cuestión de la causación es importante y se discutirá por muchos años, pero no tiene lugar en este juicio que deberá apegarse rigurosamente a la doctrina de que planear y lanzar una guerra agresiva es ilegal cualesquiera que fueren los factores que impulsen a los acusados a planearla y a lanzarla. Las causas contribuyentes podrán ser alegadas por los acusados ante la historia, pero no ante el tribunal" [ iv] (énfasis agregado).

Se entendió bien en 1946, que el Juicio de Nürenberg, estableció un importante precedente legal. El propósito legal del juicio, era establecer como una cuestión importante del derecho internacional, que la planeación y el lanzamiento de una guerra agresiva era un acto criminal. Los representantes de los Estados Unidos insistieron en este principio y reconocieron que los Estados Unidos estaba obligado a él. Como escribió Jackson: "Si ciertos actos de violación a los tratados son crímenes, lo son así los realice Estados Unidos o Alemania, y no estamos preparados para dejar de lado una regla de conducta contra otros, que no estemos dispuestos a aceptar que se invoque contra nosotros." [v]

La "Guerra a elección" que ha lanzado la administración Bush no es en ningún sentido legal, fundamentalmente legal de las decisiones y acciónes por las que los líderes nazis fueron juzgados y ahorcados en octubre de 1946. El gobierno de los Estados Unidos sabe esto muy bien, y es por eso, que rehúsa aceptar la jurisdicción de la Corte de Justicia Internacional de La Haya.

3. Que los Estados Unidos es el instigador de esta guerra no merece dudas. El principal objetivo de la guerra es hacerse del control de los recursos petroleros de Irak. Todos los esfuerzos para negar el papel central del petróleo en los afanes norteamericanos por conquistar Irak, son sólo deshonestidad y cinismo. Ningún otro recurso natural ha jugado un papel tan central en los cálculos políticos y económicos del imperialismo norteamericano en el último siglo, como lo ha sido el petróleo y el gas natural. Envuelta en esta preocupación central, no están sólo las ganancias de los norteamericanos –de los conglomerados petroleros—aún cuando esto de ninguna manera deja de ser significativo. La industria norteamericana, la estabilidad de la estructura monetaria-financiera norteamericana y su posición mundial dominante, son todas dependientes del acceso absoluto y del control de los vastos recursos petroleros del Golfo Pérsico, y más recientemente, de la Cuenca del Caspio su estrategia militar en las últimas tres décadas, puede estudiarse desde un punto de vista económico.

La historia de la política exterior norteamericana y, como una respuesta al "shock del petróleo" de 1973, cuando el embargo declarado por los principales productores árabes en respuesta a la guerra Árabe-israelí del aquel año, llegó a cuadruplicar los precios del petróleo –un desarrollo que estancó a la economía capitalista mundial. El segundo "shock petrolero" tras la revolución iraní de 1979, llevó a la proclamación de la "Doctrina Carter" que reclamó el acceso libre al Golfo Pérsico por ser de importancia estratégica para los Estados Unidos. Esto estableció el escenario para la construcción masiva de fuerzas militares norteamericanas que ha continuado sin interrupción a lo largo de los últimos 23 años.

La posición mundial de los Estados Unidos como principal poder imperialista depende no solamente de su propio acceso indisputado al petróleo, sino también de su habilidad para determinar qué cantidad de este recurso natural en disminución estará al alcance de los demás países –especialmente de sus actuales rivales potenciales. La aproximación que ha realizado Estados Unidos a este aspecto geopolítico internacional del petróleo como un recurso crítico, se ha visto afectado por el suceso político más significativo de la última parte del siglo XX –la disolución de la URSS.

El colapso de la Unión Soviética fue interpretado por la elite dominante norteamericana como una oportunidad para lanzar una rápida agenda imperialista que había sido imposible tras la Segunda Guerra Mundial y durante el medio siglo de la Guerra Fría. Proclamando la llegada del "momento unipolar", los Estados >Unidos se prepara para prevenir y esto como principal objetivo estratégico—la emergencia de otro poder –sea una Europa reunificada, Japón o potencialmente China—que pudiera desafiar su posición internacional dominante. Conscientes de la declinación significativa de la posición de los Estados Unidos en la economía mundial, los estrategas del imperialismo norteamericano, llegaron a ver a su inmenso poderío militar como el principal medio del cual los Estados Unidos podían efectuar un reordenamiento fundamental del mundo en su provecho. En este contexto, el uso del poder militar para establecer el control efectivo de las regiones productoras de petróleo y de la distribución mundial de este producto, se transformó de una idea estratégica a un plan concreto de acción.

4. Reconocer la centralidad del petróleo en cálculos geopolíticos de los Estados Unidos, no significa sin embargo, que se esté dando una completa y plena explicación de la guerra contra Irak y para esta devoción por el militarismo. La manera en que los Estados Unidos u otro país capitalista, identifica y define sus intereses críticos y los medios por los que Bus busca asegurárselos, no es sólo el producto de cálculos económicos. Más bien, estos cálculos, por críticos que fueren, se ven influidos y conformados fundamentalmente por toda la estructura y dinámicas internas de una sociedad dada. Desde este punto de vista, la invasión a Irak es la manifestación de malignas y profundas contradicciones en el cuerpo político norteamericano.

No hay ninguna barrera impenetrable que separe la política extranjera de la doméstica. Ellas representan componentes interdependientes de la política de clase elaborado por el estrato dominante de la elite gobernante. Aunque sujeta a la continua presión de las fuerzas de la economía mundial, la política exterior que persigue la elite gobernante refleja, complementa y proyecta sus intereses domésticos esenciales.

Han pasado casi 60 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Un examen de este período, revela muy claramente la correlación ente la política externa y la doméstica. Estos 60 años pueden ser divididos en dos eras: durante los primeros 30 años, entre 1945 y 1975, la tendencia predominante en la política doméstica norteamericana era el de la reforma social liberal. En su política exterior, la burguesía norteamericana proclamaba una versión del internacionalismo liberal enraizado en varias instituciones multilaterales. Para estar seguros, estas instituciones servían lo que para la clase gobernante Norteamérica eran sus intereses de largo plazo. Más aún, la tendencia predominante hacia el acomodo y compromiso con la Unión Soviética, recibió siempre la oposición de sectores poderosos de la clase capitalista, y aún dentro de los marcos del compromiso, la burguesía norteamericana defendió ferozmente, a riesgo incluso de guerras, lo que percibía como sus intereses globales. Pero bajo las condiciones de la inmensa expansión de la economía mundial después de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo norteamericano consideraba al liberalismo social en casa ya al internacionalismo liberal (y anticomunista) como la fórmula más aconsejable.

El fin de esta Guerra liberal fue ensombrecida en el debilitamiento del Nuevo orden económico que se estableciera en 1944 (el sistema Bretton Woods). Su colapso en 1971 con el fin de la convertibilidad del dólar y el oro, prohijó un período de creciente inestabilidad económica internacional –manifestada especialmente en una inflación de precios sin precedentes—y una lenta declinación dentro de los Estados Unidos, de la ganancia corporativa.

El deterioro en general del clima económico mundial, provocó un cambio fundamental en las políticas externas y domésticas de la clase dirigente norteamericana. Dentro de los Estados Unidos, las políticas sociales que se habían orientado hacia una redistribución limitada de la riqueza y hacia niveles algo reducidos en la desigualdad social, se lanzaron en reversa. La elección de Reagan a la presidencia en 1980, fue seguida por grandes reducciones de las tasas impositivas de los norteamericanos ricos, por cortes masivos en el gasto social que aliviaba a los norteamericanos pobres, y un asalto general a los sindicatos.

El componente internacional de esta política fue el repudio a la detente con la Unión Soviética y la intensificación general de la presión militar en contra de los movimientos nacionales en el "Tercer mundo" que fueron vistos como peligrosos para los intereses globales norteamericanos.

  1. Las políticas agresivas del imperialismo norteamericano produjeron la

consecuencias deseadas: dentro de los Estados Unidos, los estándares de vida de la clase trabajadora se estancaron o declinaron; en el llamado "Tercer mundo" hubo un horrible deterioro en las condiciones de cientos de millones de personas. Para la clase gobernante y para los sectores más ricos de las clases medias, estas políticas produjeron beneficios en los que antes ni siquiera habrían soñado. Los salarios deprimidos en los Estados Unidos, una inagotable provisión de trabajo barato proveniente del extranjero, y la disponibilidad de mercancías de bajo precio, produjeron el medio ideal para el boom bolsístico de los 90s (que se recordará, comenzó después de la primera guerra del Golfo de 1991).

La estabilidad económica del capitalismo norteamericano y, con él, las vastas fortunas acumuladas por su elite gobernante en el curso del boom especulativo en Wall Street, llegó a se dependiente, uno podría decir, adicta, a los niveles de salarios deprimidos en los Estados Unidos y al continuo aprovisionamiento desde ultramar, de materia prima barata, (especialmente petróleo) y trabajo de bajo costo.

El asombroso enriquecimiento de la elite gobernante norteamericana durante la última década y el horrible indigencia de América Latina, África, Asia y la antigua Unión Soviética, son fenómenos interdependientes. Si un matemático fuera a estudiar la relación entre la acumulación de riqueza en los Estados Unidos y las consecuencias locales de los bajos precios de las mercancías y la superexplotación del trabajo en ultramar, sería capaz de calcular cuántos millones de muertes prematuras inducidas por la pobreza se requerirían colectivamente en África, Asia, Eurasia y América Latina para cosechar un solo billonario de Wall Street.

La elite gobernante norteamericana es poco inconsciente de las relaciones entre su propia riqueza y la explotación y saqueo de la gran masa de la población mundial. Esta relación ha creado la base objetiva para la clientela social de la barbarie imperialista entre un medio estúpido, ruidoso y arrogante de los nuevos ricos que surgieron del boom especulativo de los 80 y 90s. Es este elemento social corrupto que domina a la mass media e imparte a través de las ondas y la prensa, sus características reaccionaras, distintivamente egoístas y autocentradas.

La bronceada glorificación del militarismo norteamericano en la mass media refleja la correspondencia de los intereses de este estrato con las ambiciones geopolíticas del imperialismo norteamericano. Y así, Thomas Friedman del New York Times¸ que epitomiza la visión del nouveau riche proimperialista, escribe sin el menor sentido de vergüenza: "no tengo ningún problema con una guerra por petróleo" .

La guerra contra Irak promete producir una bonanza para la clase gobernante. Como lo explica Stratfor, un sitio Internet que transmite a tono con los objetivos del gobierno norteamericano: "Los grandes ganadores del conflicto inminente serán los inversionistas que estén deseosos y sean capaces de adquirir activos baratos. Extranjeros familiarizados con la región y sus prácticas de negocios, que tienen contratos allí y una habilidad para tolerar riesgos, encontrarán un sinnúmero de oportunidades de inversión en cualquier cosa, desde las telecomunicaciones a las manufacturas... pues para inversionistas astutos que se toman un riesgo, las oportunidades serán sublimes".

Esto es, en pocas palabras, el objetivo de "Operation Iraqi Freedom!"

6. Que estas palabras puedan ponerse por escrito, testimonian los casi indescriptibles niveles de corrupción y de degradación moral que impregna a la elite dirigente de los Estados Unidos. En resumidas cuentas, la magnitud de la corrupción que tiene sus metástasis a través de toda la sociedad burguesa, es un fenómeno social con profundas raíces objetivas. La creciente crisis del sistema capitalista que encuentra sus más esenciales y críticas expresiones en la larga depresión de los niveles de ganancias en las industrias manufactureras, ha generado un ambiente que estimula toda clase de fraudes. Los ejecutivos faltos de confianza en un crecimiento a largo plazo en el valor real de los bienes de los que supuestamente son responsables, se dedican enteramente a su enriquecimiento a corto plazo. Donde las ganancias no pueden crearse legítimamente ellos las inventan alterando los libros. La ciencia de la administración corporativa, uno de los logros del negocio norteamericano en la primera mitad del siglo XX, ha degenerado en el arte del fraude y del defalco.

7. La administración Bush no es otra cosa que la quintaesencia de la expresión política de esta cresta social. Su vicepresidente Mr. Richard Cheney divide su tiempo entre presidir un gobierno secreto y trabajar como el hombre de las platas para Halliburton que le paga más de medio millón de dólares al año. El secretario del ejército, Mr.Tom White es un exejecutivo de ENRON. Mr. Richard Perle, que dio forma a la política de la administración en Irak, mantiene reuniones de negocios secretos con el mercader de armas Khashoggi. En cuanto al mismo presidente, la elevación de este don nadie –cuya más notable característica es su sadismo personal—será visto por los historiadores como la expresión de la degradación moral e intelectual de la clase gobernante norteamericana. Una clase que pudo elegir a Mr. Bush como su líder, es una que figurativa y literalmente ha perdido su cabeza.

8. Pero a pesar de todo, existe todavía un mundo real. Debajo de los espejismos y brillos, la crisis del capitalismo norteamericano está asumiendo proporciones gigantescas. De los 50 estados de la Unión, mucho más de la mayoría están al borde de la bancarrota. Los sistemas esenciales del Seguro social se están quebrando. El sistema escolar está en ruinas. Si el alfabetismo se definiera por la habilidad para escribir un párrafo sin un error gramatical, menos de un cuarto de los norteamericanos podrían calificarse como alfabetos. El sistema de salud está pobre de fondos y muchos servicios se ha recortado drásticamente. Industrias completas enfrentan el colapso. En menos de un año, la mayor parte de las líneas aéreas ya no existirán. La masiva distracción de recursos para financiar los cortes impositivos a las secciones ricas de la población, amenazan con la insolvencia nacional. Los niveles de desigualdad social exceden con mucho a cualquier otro gran país capitalista. Un sorprendente porcentaje de la riqueza de la nación está en manos del 2% más rico de la población. Un estudio de Kevin Phillips establece que el ingreso anual de las 14 mil familias más ricas es más alto que el ingreso anual de las 20 millones de familias más pobres.

9.Es imposible evitar la conclusión de que la evolución extremadamente militarista de la política exterior norteamericana es, en una extensión significativa, un intento de la elite dirigente para enfrentar los peligros planteados por los crecientes niveles de tensión social dentro de los Estados Unidos. El militarismo sirve a dos funciones críticas: primero, la conquista y el saqueo, puede proveer , al menos en el corto plazo, de recursos adicionales que pueden mejorar los problemas económicos; segundo, la guerra provee los medios para redirigir las presiones internas hacia fuera.

10.Pero los beneficios de corto plazo no pueden curar las enfermedades económicas y sociales que afectan a Estados Unidos. Aún si los Estados Unidos logran una rápida victoria militar sobre Irak (que ya no es el caso, Nota trad. F.G.), la crisis social y económica de Estados Unidos continuará enconándose e intensificándose. Ninguna de sus instituciones –económicas, sociales y políticas—está equipada para responder.

La misma guerra representa en sí misma un fracaso devastador de la democracia norteamericana. Una pequeña camarilla de conspiradores políticos –trabajando con una agenda secreta y que llegaron al poder sobre la base del fraude—han llevado al pueblo norteamericano a una guerra que no compre ni quiere, pero no existe absolutamente ningún mecanismo político establecido a través del cual, la oposición a las políticas de la administración Bush –en lo que se refiere a la guerra, al ataque a los derechos democráticos, a la destrucción de los servicios sociales, al incansable asalto a los niveles de vida de la clase trabajadora—puedan encontrar expresión. El partido Demócrata –el cadáver podrido del liberalismo burgués—está profundamente desacreditado. Las masas y el pueblo trabajador se encuentran completamente privados de sus derechos civiles.

11. El siglo XX no vivió en vano. Sus triunfos y tragedias entregaron a la clase obrera valiosas lecciones políticas a la clase obrera, entre las cuales, la más importante, es la comprensión del significado y de las implicaciones de la guerra imperialista. Ésta es sobre todo, la manifestación de las contradicciones nacionales e internacionales d que no encuentran solución dentro de "canales normales". Cualquiera que sea el resultado de las etapas iniciales del conflicto que ha comenzado, el imperialismo norteamericano tiene una cita con el desastre. No puede conquistar al mundo. No puede reimponer los grilletes coloniales a las masas del Medio Oriente. No podrá encontrar mediante la guerra una solución viable a sus enfermedades internas. Más bien, las dificultades todavía no percibidas y la creciente resistencia engendrada por la guerra, intensificarán todas las contradicciones internas de la sociedad norteamericana.

A pesar de las encuestas de opinión que no son más confiables que cualquier otro producto de la mass media, ya existe una substancial y creciente oposición hacia la guerra. Las manifestaciones en víspera de la guerra fueron más grandes que cualquiera que realizaran los movimientos contrarios a la guerra durante la era de Vietnam. Sobre todo, las manifestaciones en los Estados Unidos se desplegaron como parte de un amplio movimiento internacional contra la guerra. Esto expresaba la emergencia de una cualidad enteramente nueva en la conciencia social de creciente advertencia de que los grandes problemas sociales de nuestra época requieren más que soluciones nacionales, de soluciones internacionales. Esta capacidad debe desarrollarse a través de la construcción de un nuevo movimiento político de masas de la clase trabajadora.

En el fin de semana del 29 al 30 de marzo, el World Socialist Web Site y el Socialist Equality Party están patrocinando una conferencia pública. Su tarea será realizar un balance preliminar de las consecuencias de la guerra, y desarrollar el programa internacional y socialista en que deberá basarse la lucha contra el imperialismo y el militarismo.

Notas:
[i] Gordon Wright, The Ordeal of Total War 1939-1945 (New York, 1968), p. 17.
[ii] Hanna Batatu, The Old Social Classes and the Revolutionary Movements of Iraq (Princeton, 1978), pp. 985-86.
[iii] The New York Times, March 16, 2003.
[iv] Telford Taylor, The Anatomy of the Nuremberg Trials (New York, 1992), pp. 51-52.
[v] Ibid, p. 66

Publicado en ingles en
World Socialist Web Site
http://www.wsws.org

Traducción: F. García

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