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OFENSIVA IMPERIAL Y ALTERNATIVAS DESDE AMÉRICA LATINA,

ENTREVISTA A JAMES PETRAS

Por Karina Moreno O. (1)

En día 12 de noviembre de 2002, en el marco del Seminario Internacional Siglo XXI: la Guerra y la Paz, organizado por el Programa de Investigación El Mundo actual: Situación y Alternativas, que coordina el Dr. John Saxe-Fernández (2), tuvimos oportunidad de entrevistar a James Petras. (3)

KM: Prof. Petras, ¿En qué consiste la crisis internacional actual?

JP: Desde mi punto de vista, existen básicamente dos crisis fundamentales que permiten entender la situación la primera, se expresa en un cuestionamiento a la legitimidad de los gobiernos imperialistas, que pone en duda la autenticidad de los regímenes árabes que están vinculados con Estados Unidos.

En principio, está en proceso una guerra que desencadenará un gran enfrentamiento, que pasará a involucrar tanto a las fuerzas bélicas de Estados Unidos como a las de Inglaterra contra Irak; en segundo lugar, se puede percibir el grado de conflictividad existente entre los gobiernos cipayos y las masas árabes; y, por último, observamos el resurgimiento de movimientos antibélicos en Estados Unidos y Europa, particularmente en Italia.

Por otra parte, una segunda crisis que ha afectado gran parte del capitalismo mundial, es la recesión. Ésta repercute tanto en Japón, como en Estados Unidos y Europa, aunque todavía no se han perjudicado países que representan una importante parte del mundo, como Corea del Sur, India y China. Pero los demás países están castigados por tendencias muy claras: la caída del consumo, la sobreproducción y la baja tasa de ganancia. Respecto de la caída en la tasa de ganancia, debemos mencionar que la misma está íntimamente relacionada con la guerra, la cual ha tenido un efecto nefasto tanto sobre los empresarios, como sobre los inversionistas, quienes temen que una subida del precio del petróleo, dispare los costos de la producción y se provoque un aumento de la tasa de interés, lo que podría hundir a la economía mundial en su conjunto. En mi opinión, en este momento, estas son las dos crisis principales que destacan en la esfera internacional.

KM: En relación con la situación crítica que en el ámbito mundial nos acaba de reseñar, ¿cuál es su percepción de la reacción y la actitud de la sociedad norteamericana?

JP: En principio, debemos aclarar que en Estados Unidos, la sociedad ha sufrido una enorme campaña de terrorismo propagandístico, lo que implicado, sin exagerar que: debajo de cada cama hay un terrorista con una bomba.

Por otra parte, tenemos un sector de fundamentalistas cristianos que están muy imbricados con el partido Republicano, y que cuentan con una cantidad de alrededor de dos millones de activistas, que están haciendo el trabajo de base. En segundo lugar, existe un importante sector de ideólogos judíos que están derechizados e influyen en la política guerrerista.

Se ha formado entonces una confluencia entre fundamentalistas cristianos e intelectuales pro israelíes, que forman parte de esta convergencia, frente a lo cual tenemos una mayoría pasiva frente a los problemas económicos y políticos que no saben dónde ir, porque tanto el partido demócrata como el republicano han apoyado la guerra y no han investigado las estafas. Hay que tener en cuenta que en Estados Unidos, más de cincuenta millones de personas han perdido todo su ahorro a partir de las estafas en Enron y los demás casos que han salido a la luz pública, lo cual equivale a un cincuenta por ciento de la población; sector éste que, compró acciones durante la burbuja y con el desplome se quedó sin parte importante de sus ahorros, mientras que otros llegaron a perder totalmente sus pensiones. Este sector ha quedado profundamente angustiado, pero completamente desorientado en lo que respecta a la política.

En líneas generales, podemos observar actualmente cómo están surgiendo dos tendencias: por un lado, encontramos a los sectores incondicionales de Bush, que son sectores de clase media alta y alta; y por otro, están los sectores de clase media, intelectuales, universitarios y empleados que comienzan a construir una nueva actividad extraparlamentaria, ya que el parlamento y las elecciones, han perdido sentido al no presentarse ningún partido como alternativa.

KM: ¿Qué viabilidad tiene entonces el proyecto de refundar un nuevo periodo de imperialismo con hegemonía norteamericana?

JP: Yo creo que van a intentarlo, para lo cual van a entrar directamente a destruir dichos países, y para hacerlo, tienen una capacidad militar enorme. El problema de la viabilidad del proyecto, es que no se puede basar sólo en el poder militar, menos aún sólo en la fuerza aérea. Es necesario poner tropas en el terreno y, en este punto, los países imperialistas tienen un gran temor, éste es el verdadero punto débil de su proyecto. ¿Por qué? Porque Estados Unidos sigue siendo un país que no tolera muchas bajas, y en el momento que empieza a conquistar territorios, si tiene muchas bajas, dentro del país comienza a crecer geométricamente la oposición interna. Este es el gran miedo de Bush y los guerreristas en el gobierno. Aunque estén presionando, con apoyo del sector militar, para tomar medidas aún más drásticas, que intensificarían el nivel de conflictividad, lo que implicaría pensar en un alto costo de vidas; por esto, están tratando de convencer al pueblo de que es condición sine qua non sufrir muchas bajas, porque es una lucha contra el terrorismo. En otras palabras, se intenta inculcar en la población el siguiente razonamiento: "si no los matamos afuera nos van a matar adentro". Pero este discurso no es muy convincente, por lo menos en la actualidad.

Además, tenemos el gran problema de que en Europa, el pueblo no va a tolerar grandes compromisos militares mientras, como se sabe la prioridad es hoy día la lucha contra los recortes sociales; por ejemplo, Alemania no tiene espacio para compartir grandes gastos e intensificar los recortes sociales. Es decir, en Europa el margen para gastar militarmente es muy limitado, por lo que todo el peso recaerá sobre el Tesoro de Estados Unidos en un momento en el que han bajado la entrada de capitales por la incertidumbre y las estafas, cuando los inversionistas no confían en los informes de las empresas, sobre todo, en lo que respecta a ingresos y ganancias. Esta combinación de desconfianza e incertidumbre y el desplome de la burbuja especulativa han generado una gran ausencia de inversiones.

KM: Y cómo se articularían las luchas de clases y nacionales en América Latina con este panorama internacional

JP: Bueno, independientemente de lo que es la guerra y la agresión en el Medio Oriente, las luchas en América Latina está creciendo en dos formas. Una es la de clases, que ha surgido con los cortes de rutas tanto en Bolivia como en Paraguay, con la rebelión de diciembre en Argentina, observamos el gran levantamiento en Perú, y ahora acabamos de regresar de Ecuador, donde se organizó la marcha contra el ALCA.

Pienso que se ha avanzado por este camino, pero donde también se han cosechado beneficios ha sido desde los partidos electorales, como ejemplo el reciente caso de Brasil, y las perspectivas favorables que pareciera presentarse para el triunfo de Gutiérrez en Ecuador. Creo que esto indica que todavía hay importantes sectores del pueblo que confían en un resultado electoral, mientras que la centro izquierda electoral se está derechizando cada vez más; ejemplo de ello, es Lucio Gutiérrez, a quien yo no considero un hombre de izquierda, además de la derechización que últimamente está mostrando Chávez, quien ha creado, con esta conducta, él mismo las condiciones para que pueda darse otro golpe contra Venezuela, por sus propias vacilaciones. En resumen, tenemos un fenómeno de avance general del pueblo tanto en la lucha extra parlamentaria como electoral. Sin embargo, debemos cuestionar las formas en que se han planteado las problemáticas y los retos actuales las cúpulas electorales y creo que allí, es donde podemos vislumbrar una crisis en estos regímenes porque despiertan muchas expectativas que de no satisfacerse, desencadenarán crisis aún mayores. Si el pueblo queda frustrado, probablemente volviera a levantarse a través de los canales extraparlamentarios.

KM: En la conferencia usted mencionaba que un golpe militar podría acelerar el proceso revolucionario, pero también planteó después la existencia de rupturas históricas y grandes retrocesos en la población, provocados por las dictaduras militares de la década de los setenta. En este marco, ¿qué peso tendría la historia regional en el desarrollo de un proceso revolucionario hoy?

JP: Yo creo que hay un avance generalizado porque el hambre duele más que los recuerdos y entre la juventud desocupada el terror del hambre y la desocupación permanente es algo real. Debemos reflexionar que este sector está compuesto mayoritariamente por jóvenes, que eran chicos muy pequeños cuando ocurren las masacres de 1976 a 1982, que es hace 20 años o más; y esta juventud de 18, 19, 20 años nunca tuvo trabajo y para ellos la realidad es otra; quizás, para la gente de más de cuarenta años quede el conflicto, pero en un segundo plano, porque cuando pierdes el ahorro, no puedes pagar la hipoteca, tienes que sacar a tus hijos de la escuela, tus familiares se van exilados o emigran, y te quedas absolutamente solo con todos los problemas y sin solución, esto es mucho más fuerte, que el temor de pensar en lo que se puede repetir.

Por otra parte, como hoy todo el mundo sabe, los militares no tienen base social alguna. No es como antes, cuando contaban con un colchón de clase media para legitimizar los golpes en nombre del orden y de la prosperidad. Se acabaron las ilusiones del liberalismo que va a llevarnos al primer mundo. Yo creo que la posibilidad de un golpe, va a ser un golpe desnudo que no va a tener forma de sustentarse y en segundo lugar, hay que tener en cuenta que existe una desintegración en la disciplina del ejército: raptan personas, forman mafias, manejan taxis, se han reducido sus salarios; por todas estas razones, no existe la misma verticalidad de antaño. Esto no representa el caso de Argentina, pero en los otros países, por ejemplo en Bolivia, hay tradiciones nacionalistas y surgen divisiones, lo mismo sucede ahora mismo en Brasil, y tal vez en Ecuador. En estos países, las fuerzas armadas tienen temor a enfrentarse con el pueblo en el caso de un golpe militar, ya que existe la posibilidad de que el pueblo los derrote. En esas circunstancias, estarían perdidos, y se quedarían sin nada. Sin pensiones y sin ninguno de los demás privilegios de los que gozan actualmente. Para concluir, creo que un golpe no está excluido, sin embargo, ahora no contará con muchas posibilidades de consolidarse.

NOTAS

1) Karina Moreno Otero es Maestra en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, Licenciada en Ciencias Políticas (UBA) y actualmente realiza estudios de Doctorado en Estudios Latinoamericanos en la UNAM.

2) Que se desarrolló del 11 al 15 de noviembre de 2002, en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), de la Universidad Nacional Autónoma de México.

3) James Petras es Profesor en la Universidad Estatal de Nueva York, autor de numerosos libros y ensayos.

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