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Geografía del "Trabajo Informal"

Noticias Obreras: noticiasobreras@hoac.es

La última Conferencia Internacional de la Organización Internacional del Trabajo ha debatido, entre otros puntos, cómo hacer frente al trabajo informal, una realidad que escapa a la acción legislativa de los Gobiernos y que representa para las personas durísimas condiciones de trabajo, carencia de protección social y sanitaria, de Seguridad Social, de pensión en la vejez, de derechos en el trabajo y que en muchos casos encubre nuevas formas de semiesclavitud.

Este Tema de la Quincena realizado por Noticias Obreras Nº 1315 es un extracto del "Informe VI: El trabajo decente y la economía informal" Conferencia Internacional del Trabajo, 90ª reunión, junio de 2002. Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra. En el cual se ofrece un repaso a los principales datos mundiales de una situación que cada vez afecta a más trabajadores.

Africa

Durante los últimos diez años aproximadamente, se estima que el trabajo informal en Africa alcanzó casi el 80% del empleo no agrícola, más del 60% del empleo urbano y más del 90% de los nuevos puestos de trabajo. En el Africa Subsahariana, el sector informal alcanza las tres cuartas partes del empleo no agrícola, habiendo aumentado extraordinariamente durante la pasada década en la cual representó dos tercios del total. En cuanto a la mujer en el Africa Subsahariana, el sector informal representa el 92% del total de las oportunidades de empleo fuera de la agricultura (frente al 71% de los hombres); y casi el 95% de estos puestos de trabajo son realizados por trabajadores independientes o trabajadores por cuenta propia, y tan sólo el 5% por trabajadores remunerados.

En el Africa Subsahariana, en particular, la venta callejera predomina considerablemente en la economía informal, donde las mujeres comerciantes son mayoría en un buen número de países. En Angola, Nigeria, Sudáfrica y Uganda se estima que más de la mitad de los trabajadores informales está ocupada en el comercio minorista. Considerando el gran tamaño de la economía informal, los establecimientos minoristas, distribuidores y fabricantes formales a menudo recurren a empleados informales a fin de expandir sus mercados a grupos de baja capacidad adquisitiva y a los de zonas rurales, a las que se llega más fácilmente por medio de comerciantes itinerantes y vendedores callejeros.

Todos los principales medios de subsistencia de las mujeres en actividades informales, como el procesamiento de alimentos, la artesanía, la distribución y la venta ambulante, se han visto afectados por la liberación del comercio. Las mujeres fabricantes de cestas, por ejemplo, han sido desplazadas por importaciones baratas procedentes de Asia. En Sudáfrica, los vendedores callejeros y ambulantes han sido reemplazados por comerciantes extranjeros de otras partes del continente. Para hacer frente a la competencia, muchas mujeres vendedoras acaban trabajando para estos recién llegados (predominantemente hombres), lo que les supone una pérdida de ingresos e independencia. Incluso estos comerciantes empiezan a vincularse a cadenas de empresas multinacionales, como Unilever, que vende su jabón a través de ellos, Coca-Cola, que alquila quioscos.

Las implicaciones de la epidemia del SIDA para la economía informal son graves. Los 20 países con mayor prevalencia del SIDA están en el Africa Subsahariana y se dice que la esperanza de vida ha bajado hasta los 47 años, lo que invierte las mejoras conseguidas durante los últimos treinta años. Más y más ancianos y niños -los dos grupos menos preparados y más vulnerables- se ven forzados a encontrar trabajo para asegurar su propia supervivencia, ya que los trabajadores caen enfermos en sus años más productivos, y los principales sostenes de la familia mueren. Ello se produce sobre todo en la economía informal rural y urbana.

La encuesta de 1990/1991 sobre la mano de obra en la República Unida de Tanzania reveló algunas de las características de las personas que trabajan en el sector informal. Suelen tener un nivel educativo bajo: el 46% no tenía estudios o no había terminado sus estudios primarios, y menos del 4% poseía educación secundaria o superior. En lo referente al rango de edades, el 75% estaba entre los 20 y los 49 años. La economía informal en este país se caracterizaba por un alto índice de empleo por cuenta propia (el 74% del total del empleo informal); el 14% eran trabajadores familiares no remunerados y únicamente el 12% eran trabajadores remunerados. Las empresas informales suelen ser empresas de pequeña escala: el 80% de todas las empresas informales eran empresas unipersonales, mientras que las empresas constituidas por más de una persona se dedicaban principalmente al transporte y a la construcción. La mayor parte no posee un establecimiento formal: más de la tercera parte de las actividades informales se desarrollaba dentro o cerca del hogar de la persona que dirigía la empresa, el 20% no tenía una dirección fija, un 10% realizaba su actividad en un mercado y otro 10% en un espacio abierto o en la calle.

Según la encuesta que llevó a cabo la OIT en 1995 sobre el sector informal en Dar es Salam (Tanzania), el 41 % de los obreros trabajaba en la economía informal porque no podía encontrar otro trabajo o porque había sido afectado por reducciones de personal, llevadas a cabo incluso en el sector público, el 30% porque su familia necesitaba ingresos adicionales, el 10% por la libertad para determinar su lugar y horas de trabajo, y únicamente el 9% restante por la oportunidad de obtener buenos ingresos.

América Latina

En América Latina, los datos de la OIT muestran que el porcentaje de empleo informal urbano respecto del empleo total urbano creció del 50% en 1990 a un 58% en 1997. Este crecimiento de la economía informal se atribuyó, por una parte, al aumento de la mano de obra debido a factores demográficos, a un ascenso del índice de actividad, particularmente de la mujer, y a migraciones significativas del entorno rural al urbano y, por otra parte, a la reducción del empleo en la economía formal. En cuanto a la composición de la economía informal, se observó un incremento del empleo en microempresas y pequeñas empresas, seguido de un crecimiento del empleo por cuenta propia, junto a un aumento, más reducido, del trabajo doméstico.

La mayoría de los migrantes económicos llegados a las ciudades desde el campo no sólo buscaban mayores ganancias sino también un mejor acceso a la asistencia sanitaria y a educación. Estos migrantes internos encuentran trabajo principalmente en la economía informal urbana como trabajadores por cuenta propia o en el servicio doméstico. También se ha producido una migración internacional, con miles de personas trasladándose desde los países más pobres, y acuciados por los conflictos, a los más desarrollados de América Latina. Por ejemplo, la mayoría de los inmigrantes ilegales a Argentina procedentes de Bolivia, Paraguay y Perú trabaja en el sector informal o en trabajos temporales, ya sea como criados, trabajadores de la confección o en la construcción. Cierta migración es de tipo estacional, como es el caso de algunos nicaragüenses que emigran a Costa Rica para trabajar en la recolección de café y de caña de azúcar.

En Brasil, cuando se dice que una persona tiene un empleo formal significa que posee una cartilla (o tarjeta) de empleo debidamente acreditada. Cuando se trata de empleo informal esto implica que el trabajador no dispone de dicha tarjeta, lo que quiere decir que la relación de empleo no está registrada en el Ministerio de Trabajo y por tanto no está cubierta legalmente en el Código de Trabajo. Esto conduce al empleo precario y a la falta de protección social. Según la encuesta anual nacional de hogares (Pesquisa Nacional de Amostras a Domicilio, PNAD) del año 1999, el índice de evasión de las cotizaciones a la seguridad social en el sector privado supuso el 62% de los 64 millones de personas empleadas en este sector, en comparación con el 53% en 1985. El índice de trabajo informal es mayor entre las mujeres (66%) que entre los hombres (59%). El índice de crecimiento de la actividad informal durante este período fue también más elevado en el caso de las mujeres. Los más altos niveles de evasión de las cotizaciones a la seguridad social se encontraron en la agricultura (90%) y la construcción (72%).

Europa Central y países miembros de la CEI

En los países en transición de Europa Oriental y de la CEI la economía informal presenta diversas formas. Estas van desde las actividades de subsistencia (agricultura de subsistencia en pequeños terrenos privados, comercio ambulante, etc.), el trabajo no declarado -no registrado-, las empresas no reguladas o sin licencia, el comercio transfronterizo con países o regiones vecinas hasta actividades de evasión de impuestos (contratación de trabajadores por cuenta propia en vez de formalizar contratos laborales regularizados, empresas con doble contabilidad, pagos salariales no declarados en parte, etc.) y actividades ilegales y criminales.

Con la transición a la economía de mercado, la economía informal se ha expandido rápidamente, partiendo, al menos en parte, de aquellos segmentos en los que ya existía anteriormente. La raíz del problema puede buscarse en los cambios económicos y sociales, entre ellos el cierre de muchas empresas estatales, la privatización de otras, las reducciones de plantilla y el colapso de los sistemas de seguros sociales y la disminución de los ingresos reales de una gran parte de la población. Como causas adicionales figuran los vacíos del sistema jurídico -las reformas jurídicas generalmente han ido quedando desfasadas ante la nueva realidad económica-, así como la fragilidad de las instituciones y los mecanismos para hacer cumplir la ley.

Según un estudio reciente llevado a cabo en Rumania, el 46% de todas las personas desempleadas realizaba alguna actividad informal, y el 28% de las mismas tenía más de dos ocupaciones en el "sector no oficial". Tan sólo un pequeño porcentaje de estas personas trabajaban como independientes con objeto de evadir impuestos; todos ellos trabajaban predominantemente sin contrato legal y en condiciones no permanentes. La mayoría de estos trabajos eran ocasionales y mal pagados, realizados por individuos más que por empresas. En Bucarest, donde había más oportunidades de trabajo y las prestaciones por desempleo eran razonables y pagadas con regularidad, existían menos incentivos para dedicarse a actividades informales.

En Polonia, sin embargo, según una encuesta especial sobre mano de obra en la "economía oculta" (trabajadores no registrarlos) llevada cabo en 1988, sólo el 5% de la población de 15 años o más era activa dentro de la economía oculta. La actividad no registrada era más común entre los hombres que entre las mujeres. En comparación con una encuesta similar realizada en 1995, año en el que el porcentaje de personas dedicadas a actividades informales fue del 8% de la mano de obra, se descubre que se produjo una disminución del trabajo no registrado. Esta disminución se atribuye principalmente a la mejora general del mercado laboral durante este período y a la aparición de más oportunidades de trabajo en la economía formal. Hubo una mejora de la legislación laboral y de otro tipo, así como de los mecanismos institucionales para asegurar el cumplimiento de las leyes.

En la Federación de Rusia, las estimaciones sobre las personas inmersas en la economía informal varían enormemente. Según una de ellas, un máximo de un 5% del total de trabajadores tienen como actividad principal un trabajo informal, mientras que un 10% realiza regularmente un segundo trabajo, tanto formal como informal, y alrededor de una tercera parte lo hace ocasionalmente. El Centro Ruso de Investigación de la Opinión Pública llevó a cabo una encuesta especial según la cual el 12% de población trabajadora se dedicaba a empleos informales como actividad principal. Según otras estimaciones rusas, el empleo secundario, no registrado y frecuentemente ocasional representaría del 35 al 90% de la población trabajadora. En general, puede decirse que el empleo no registrado es más elevado en los países de la Comunidad de Estados Independientes que en los países de Europa Central, y no hay muchos indicios de que vaya a disminuir.

Asia

En Asia, la proporción de trabajadores informales del sector no agrícola iba del 45 al 85% y la del empleo informal urbano del 40 al 60%. En ciertas partes del Asia Oriental, concretamente en el Japón, Corea, Hong Kong (China) y Singapur, la economía informal disminuyó al tiempo que la manufactura y la industria crecían y creaban empleos en la economía formal. Con un mayor énfasis en la educación y la formación se permitió a la mano de obra responder a la creciente demanda de trabajadores más especializados. Al mismo tiempo que crecía esta demanda, la protección social se ampliaba, los salarios subían y las condiciones de trabajo mejoraban.

Según las estimaciones de encuestas de población activa realizadas en Tailandia, la economía informal en Bangkok disminuyó del 60 al 57%, en el empleo total entre los años 1980 y 1994, año en que se produjo un auge económico, pero en 1999 se volvió de nuevo al 60% por efecto retardado de la recesión económica que comenzó en 1997. Es probable que también se produjeran fluctuaciones similares en otros países afectados del Sudeste asiático. También se han detectarlo cambios en la composición del sector informal. Durante el período de auge económico, hubo un incremento en el número de microempresas y pequeñas empresas, reflejo del crecimiento de los mercados y de la demanda de artículos y servicios. De hecho, un estudio llevado a cabo en Indonesia, descubrió que la economía informal crecía más rápido durante los períodos de prosperidad económica que durante los períodos de recesión, principalmente debido al aumento de oportunidades y a la capacidad de las empresas informales de responder a las nuevas oportunidades del mercado sin tener que hacer frente a los procedimientos burocráticos y prácticas comerciales que dificultan la respuesta de las empresas de la economía formal a los mensajes del mercado y la demanda creciente. Cuando una economía está en declive, hay sin embargo una expansión de las actividades económicas de "subsistencia", lo que pone de manifiesto el papel amortiguador de la economía informal en períodos de crisis económica; tal expansión implica una marginalización de la actividad, y una mano de obra caracterizada por una baja productividad, bajos ingresos y bajos niveles de vida.

El caso de China es particularmente interesante porque la economía informal fue considerada inexistente en la época de la economía planificada, cuando el Estado garantizaba un trabajo a cada trabajador. Sin embargo, con las reformas económicas de los años noventa, en particular la reestructuración de las empresas estatales que supuso reducciones de plantilla a gran escala, lo que aumentó la presión sobre el mercado laboral y el desempleo, el crecimiento de los excedentes de mano de obra rural y las migraciones masivas del entorno rural al urbano; el Estado desarrolló unas políticas para promover activamente el sector informal definido como unidades económicamente activas a pequeña escala que quedan fuera de la categoría de entidades legales.

En cuanto a la composición de la fuerza de trabajo del sector informal, ésta consiste principalmente de trabajadores despedidos de las zonas urbanas y desempleados, personas que abandonan sus estudios, trabajadores de empresas que han reducido o suspendido parcialmente sus actividades, jubilados, trabajadores migrantes del medio rural y personas que trabajan individualmente o con asociados, en la producción no agrícola en las zonas rurales. Por medio de los trabajos informales, muchas de estas personas consiguen mejorar su situación en términos de ingresos. Por ejemplo, de acuerdo con la encuesta llevada a cabo por la Federación de Sindicatos de China (ACFTU) en diez ciudades y un condado, el número de trabajadores despedidos que habían encontrado un nuevo empleo, alrededor del 65,7% tenía unos ingresos superiores a los que disfrutaba antes de ser despedido. Las estadísticas indican que entre 1996 y 1999, mientras en las empresas estatales y públicas el empleo caía hasta el 28% en las empresas privadas urbanas se incrementaba hasta el 70% y el empleo por cuenta propia y trabajaban para los trabajadores independientes aumentaba hasta un 41%. Estos cambios fueron particularmente significativos en el caso de las mujeres trabajadoras, cuyo empleo en empresas privadas y por trabajadores independientes se incrementó en un 71%. Según ciertas estimaciones, actualmente unos 70 millones de personas trabajan en el sector informal. El empleo en el sector informal ha crecido más rápidamente en Shangai, donde las "agencias de colocación o intermediarios del sector informal" han comenzado a proliferar.

En 1999, había unas 8.835 agencias de este tipo proporcionando servicios como los de enfermería a domicilio y reparto de mercancías. Alrededor de 7.820 han sobrevivido.

Un informe reciente proporciona una valiosa perspectiva de la economía informal en Mongolia. Por ejemplo, más de la tercera parte de los trabajadores informales entrevistados identificó el bajo poder adquisitivo de los consumidores como problema importante. Más de la tercera parte mencionó la falta de un entorno empresarial propicio y obstáculos jurídicos y reglamentarios, entre ellos la corrupción, la ausencia de una administración adecuada y la falta de transparencia a la hora de hacer cumplir la normativa. La queja más común se refería a la falta de capital financiero. Más del 80% confiaba en sus propios ahorros familiares, el 11% pedía prestado a otras personas y muy pocos recurrían a casas de empeño o préstamos bancarios. Otras fuentes de capital inicial son el "comercio de cartera" (traer artículos de otros países para venderlos en Mongolia), los créditos renovables y los giros monetarios desde el extranjero. Varios trabajadores informales destacaron la importancia de la sindicalización para proteger sus intereses y derechos.

Países industrializados avanzados

En 1998, la Comisión Europea adoptó una comunicación sobre trabajo no declarado, que queda definido como "cualquier actividad retribuida que es legal en cuanto a su naturaleza pero que no se declara a las autoridades públicas". Se estima que estas actividades representan entre el 7 y 16% del PIB de la Unión Europea -entre 10 y 28 millones de puestos de trabajo o entre el 7 y el 19% del empleo total declarado-. La Comisión identificó los factores que contribuían a la existencia de trabajo no declarado como los elevados impuestos y contribuciones a la seguridad social, una legislación mal adaptada a los nuevos tipos de trabajo, el peso de los procedimientos administrativos para registrar ciertos puestos de trabajo o las restricciones para acceder a ciertas ocupaciones, la presencia de un amplio número de pequeñas y medianas empresas en la industria, las empresas de sectores en declive que recurren al trabajo no declarado como un medio de supervivencia en un mercado competitivo, la aceptación cultural, ya que la participación en la economía informal es a menudo percibida como un intercambio de servicios que no es necesario declarar.

Aunque es difícil valorar con precisión el alcance de la economía sumergida (especialmente debido a que la definición difiere entre los Estados miembros), la comunicación divide a los Estados miembros en los tres grupos principales siguientes. En el primer grupo, el nivel de actividad sumergida es relativamente bajo, y se sitúa en torno al 5% del PIB; en este grupo están los países escandinavos, Irlanda, Austria y Países Bajos. En el otro extremo, Italia y Grecia tienen niveles de economía sumergida que exceden el 20% del PIB. Otros Estados miembros se sitúan entre ambos extremos. En los países escandinavos, Países Bajos, Bélgica y Reino Unido, el trabajo no declarado tiende a ser realizado por hombres jóvenes cualificados, mientras que en Francia, Alemania y Austria, los inmigrantes ilegales se perciben como un gran problema (aunque los datos sugieren que no son el grupo dominante de la economía sumergida). En la Europa Meridional, los trabajadores no declarados tienden a ser jóvenes, mujeres que trabajan desde su domicilio e inmigrantes ilegales.

En los Estados Unidos, las diversas formas de empleo informal son cada vez más frecuentes en sectores como la electrónica y la fabricación de prendas de vestir, en los cuales, trabajadores provenientes de América Latina y Asia especialmente mujeres, son a menudo empleados en condiciones de explotación. Han ido creciendo también otras formas de trabajo flexible que han cambiado la naturaleza de los mercados de trabajo de los Estados Unidos y Canadá, así como de otros Estados miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), lo que plantea nuevos problemas en lo que se refiere a las relaciones de empleo y a la cobertura adecuada de la legislación laboral y de la protección social. Por ejemplo, además del crecimiento del empleo temporal y a tiempo parcial, las empresas han estado delegando a terceros sus actividades de contratación, recurriendo a agencias privadas de colocación, lo que ha conducido a un significativo aumento del número de trabajadores contratados por intermedio de dichas agencias (en el Canadá, el número de personas empleadas por agencias de trabajo temporal se triplicó en los años ochenta). El teletrabajo también ha aumentado rápidamente (según un estudio realizado en 1994 había 7 millones de teletrabajadores en los Estados Unidos, la cifra se incrementaría hasta 25 millones en el año 2000). Hay también un relativamente pequeño pero importante grupo de "consultores" que operan normalmente fuera del sistema de reglamentación general, de modo que sus empleos no se ven obstaculizados por éste, pero no puede considerarse como, o compararse con, otros trabajadores informales porque en realidad se tratan de trabajadores independientes con calificaciones especializadas, inclusive la consultoría de gestión, y habitualmente tienen contratos personalizados a medida de las necesidades de la empresa y de sus capacidades.

En el caso de Japón, el país desarrollado más avanzado de Asia, sería de esperar que tuviera una economía informal pequeña. Sin embargo, hay algunos signos que muestran que está más extendida de lo esperado. El Censo de Población de 1995, por ejemplo, descubrió que de los 64 millones de personas empleadas, el 8% eran trabajadores independientes sin personal a su cargo, el 7% eran trabajadores familiares y menos del 1% eran personas dedicadas a la artesanía casera. La gran mayoría dedicada al trabajo familiar (el 82% de los trabajadores familiares) y a la artesanía casera (94% del total de trabajadores a domicilio) eran mujeres. Los trabajadores familiares estaban concentrados principalmente en la agricultura, la venta mayorista y minorista y en servicios de comidas. Las encuestas anuales, sin embargo, indican que el trabajo a domicilio decreció de manera sostenida entre 1995 y 1999.

El trabajo infantil en la economía informal

Cualquier esfuerzo de trazar un mapa de la economía informal no puede ignorar la existencia del trabajo infantil. La mayoría de los casos de trabajo infantil se encuentra en la economía informal, a menudo en las más "ocultas" y peligrosas formas de trabajo, entre ellas el trabajo forzoso y la esclavitud. Los niños son los más vulnerables a todos los aspectos negativos de la actividad informal. Se estima que de los 211 millones de niños en edades comprendidas entre 5 y 14 años que trabajan en el mundo, al menos 110 millones realizan trabajos peligrosos en los que son explotados. El Africa Subsahariana tiene el número relativo más alto de niños que trabajan: en torno a un 29% de los niños entre 5 y 14 años. Las cifras comparables de Asia y América Latina son un 19 y un 16%, respectivamente. En valores absolutos, Asia tiene el mayor número de niños trabajadores.

El trabajo infantil también existe en los países industrializados. En los países de la Europa Meridional, por ejemplo, se encuentran niños trabajadores en actividades de carácter estacional, comercio callejero, pequeños talleres y trabajo a domicilio. El trabajo infantil está también emergido en varios países de Europa Central y Oriental y en las economías centroasiáticas en transición. El número de niños trabajadores tiende a aumentar en períodos de crisis económica.

Si tomamos como ejemplo lo sucedido en Indonesia, las familias pobres trataron de hacer frente a la crisis financiera de la segunda mitad del decenio de 1990 utilizando más mano de obra infantil. En 1998 la proporción de niños y jóvenes que trabajaban en el sector agrícola fue mucho mayor que en los años procedentes, aunque descendió su empleo en los sectores no agrícolas de la construcción, el comercio y la industria manufacturera. Pero quizás el ejemplo más impactante de informalización del trabajo como consecuencia de la crisis económica fue el incremento del trabajo llevado a cabo en las calles, principalmente en los puntos más transitados de las grandes ciudades. Se calculó que el número de niños de la calle aumentó de unos 10.000-15.000, valor estimado previo a la crisis, a alrededor de 50.000 a mediados de 1998, y se creía que un tercio de todos ellos se encontraba en Yakarta y en los distritos de alrededor.

Entre los 211 millones de niños trabajadores, alrededor de 102 millones son niñas, que tienden a ser más vulnerables que los niños, empiezan a trabajar a edad más temprana, reciben menos salario por el mismo trabajo, trabajan más horas y en sectores ocultos y no regulados donde son particularmente vulnerables a la explotación y al abuso, incluida la prostitución infantil, la esclavitud, la venta y la trata de niños, la servidumbre por deudas y la condición de siervo. Aunque los datos disponibles muestran que hay más niños que niñas trabajando, el número de niñas trabajadoras pueden subestimarse en muchas encuestas estadísticas que no contabilizan las sustanciales actividades no económicas llevadas a cabo, con frecuencia, dentro y alrededor del entorno familiar. Las niñas tienen que abandonar con frecuencia la escuela para que sus padres puedan ir a trabajar o para cuidar a los niños más pequeños o los miembros de la familia enfermos o discapacitados. Si estos trabajos se tuviesen en cuenta, el número de niñas trabajadoras superaría incluso el de los niños.

Una de las formas más visibles de trabajo infantil en la economía informal se desarrolla en las calles, especialmente en las grandes ciudades. El número de niños de la calle ha aumentado durante la pasada década en lugares donde se han producido conflictos armados como FreeTown en Sierra Leona y Monrovia en Liberia, en el Africa Subsahariana, a consecuencia de la epidemia de SIDA, y en las ciudades del Sudeste asiático como resultado de la crisis económica de finales de los años noventa.

Muchos niños realizan actividades como la mendicidad, el robo y otros pequeños delitos, pero otros muchos lavan coches limpian zapatos, hacen ventas callejeras, reparten mercancías y desarrollan otros trabajos en la calle para conseguir el sustento diario para ellos mismos y en ocasiones para sus familias.

Otras formas de trabajo infantil en la economía informal son el trabajo familiar o en el hogar (tareas domésticas, trabajo a destajo subcontratado); la fabricación (desde fuegos artificiales hasta cerillas, ropa o muebles); la fabricación de ladrillos, la talla de piedra, la fabricación de tejidos; trabajos físicos duros como la recogida de basura, la construcción, la agricultura comercial, e incluso la prostitución y el tráfico de drogas.

Los datos existentes revelan que la incidencia de la mano de obra infantil es como media dos veces más alta en las zonas rurales que en las urbanas. La gran mayoría de los niños trabajadores se dedica a la agricultura y a actividades conexas, y los niños de las zonas rurales, especialmente las niñas, tienden a comenzar su actividad económica a una edad más temprana, a veces incluso antes de los 5 años

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