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Chile: Bush impone el Tratado de Libre Comercio con la mirada puesta en el ALCA


Arnaldo Pérez Guerra

Un intenso lobby se ha desatado en EE.UU. para que el Senado norteamericano -con mayoría demócrata que manifiesta algún rechazo en varios aspectos del proyecto- apruebe el TPA (Trade Promotion Authority), que permitirá a George W. Bush negociar acuerdos de comercio con otros países sin tener que someterlos al proceso de enmiendas del Congreso. Finalmente, el comité de finanzas del Senado de EE.UU. aprobó (18 a 3. En la Cámara de representantes fue de 215 contra 214) el proyecto: las llamadas "cuestiones sensibles", es decir, aspectos medioambientales, laborales, y los que tiene que ver con la solución de controversias, quedaron postergados para la X Ronda, que se iniciará en Enero en nuestra capital. El antidumping de EE.UU., que afecta a nuestras exportaciones, aun no está en la agenda de negociaciones. La compra, por parte de Chile, de los F-16 y el envío al Parlamento del proyecto sobre patentes farmacéuticas, dieron el último empujón. El verdadero lobby se inició hace una década, con los gobiernos de la Concertación, y culmina una etapa con la aprobación del fast track. Para Hugo Fazio, "la firma de un tratado de libre comercio entre Chile y EE.UU., visto este último como un trampolín hacia el ALCA, en la óptica oficial norteamericana implica imponer en la región plenamente -y garantizar a futuro- el libre movimiento de capitales, sin ningún tipo de limitaciones. Esta es la implicancia central en el plano financiero". Fazio caracteriza esa politica como "el proyecto político-económico del gran capital transnacional de origen estadounidense".

Señala que "en el caso de Chile ya se dio un paso decisivo al culminar el Banco Central, el proceso de apertura de la cuenta de capitales y terminar con toda regulación cambiaria. De esta manera, se remachó aún más la libertad de los capitales de poder entrar o salir del país y la de los agentes económicos para efectuar cualquier tipo de operación cambiaria". Esa "apertura" y la eliminación del encaje eran exigencias de EE.UU para negociar el TLC con Chile: "en el documento en que EE.UU. acusó a nuestro país de mantener barreras en la relación mutua que impedirían, en su opinión, 'el normal desarrollo del intercambio bilateral' se exigió expresamente la eliminación del mecanismo de encaje".

La imagen metafórica del "tiburón devorando a las sardinas" se queda corta.

El doble estándar de EE.UU. es evidente: "EE.UU. prepotentemente insiste en mantener sus particulares normas antidumping, que constituyen un abierto mecanismo proteccionista. El resto del mundo no puede proteger determinadas actividades, pero los norteamericanos sí. En EE.UU., cada vez que un producto sobrepasa determinado nivel de ventas surge la posibilidad concreta de una acusación de dumping. Aquellos países que adoptaron medidas reguladoras - Chile y Colombia, con el mecanismo del encaje a capitales de corto plazo en el período del efecto 'tequila', o China y Taiwán en la crisis asiática- amortiguaron o no sufrieron los efectos desestabilizadores. Esta posibilidad se pierde absolutamente con el ALCA o un acuerdo de libre comercio con EE.UU., que consolidará la imposibilidad de aplicar mecanismos regulatorios. En consecuencia, la región se movería en un cuadro extremo de vulnerabilidad".

Para Bush, el TPA es una herramienta importante en la imposición del ALCA. Sin embargo, se debe recordar que las negociaciones no estaban sujetas a la "aprobación del TPA", que, en cierto modo las consuma. Los equipos negociadores continúan su agenda sin sobresaltos, la que incluye reuniones en enero de 2002, donde se retomará la X Ronda.

Lobby (o imposición) de Bush

Soledad Alvear (DC) -ministra de RR.EE.-, señaló inmediatamente después de conocida la aprobación de la "vía rápida" (TPA, sigla en inglés) que "el país está más cerca que nunca de alcanzar un acuerdo de libre comercio con EE.UU. Es una señal importante, un paso que da cuenta al mundo de la liberalización comercial, la importancia que EE.UU. le atribuye a este tema y lo más cerca que estamos de alcanzar un acuerdo de libre comercio".

Para Osvaldo Rosales, que se desempeña como director de Relaciones Económicas: "es sólo una batalla que se ha ganado". Según el funcionario, la aprobación del TPA es fruto del 'lobby emprendido por el propio Presidente Bush': "En una recepción en Florida, me comentaron que faltaban 12 adhesiones, y que el Presidente (Bush) se había involucrado de manera directa en la conquista de ellas con llamadas telefónicas directas y entrevistas con los más indecisos".

En el Senado, los demócratas han presionado por incluir en los tratados económicos, cláusulas referidas a temas medioambientales y laborales, por lo que el lobby de políticos y empresarios, tanto de EE.UU. como de Chile, seguirá su acción. En nuestro país, el gobierno y los empresarios han hecho llamados a "aumentar los esfuerzos". Varios analistas anunciaban que la votación se llevaría a cabo la primera quincena de enero 2002, sin embargo, se produjo el miércoles pasado.

El auspicioso lobby no es nuevo. Desde comienzos de 1990 que Chile ha insistido en lograr la "vía rápida" para concretar un TLC. Los dos presidentes demócrata cristianos se jugaron por conseguir la aprobación, principalmente Frei Ruiz-Tagle (1994-1998), pero desde 1994 el Presidente de EE.UU. no poseía el mecanismo de "vía rápida".

Uno de los connotados lobbystas es hijo de Lagos y director de políticas económicas de la DIRECOM, Ricardo Lagos Weber. Para Lagos hijo, "la discusión del TPA, en el Senado de EE.UU., no estará exenta de conflicto pero no será tan dramática como en la Cámara de Representantes", afirmó de primera mano. Alejandro Foxley (DC) -quien viene haciendo lobby desde el gobierno de Aylwin y es actualmente presidente de la Comisión de Hacienda del Senado-, consideraba improbable que el TPA se votara en enero: "Creo que es importante que el gobierno concentre sus esfuerzos en hacer lobby con los 100 senadores estadounidenses, de aquí hasta marzo o abril. Llamo a los empresarios y trabajadores para que en conjunto vayan al Capitolio y digan que están a favor del TLC porque ayudará al crecimiento del país y a la generación de empleos". No fue necesario.

El gobierno decidió intensificar el lobby, enviando a Heraldo Muñoz, subsecretario de RR.EE., a Washington, donde sostuvo "reuniones al más alto nivel". El lobby es extremadamente importante para la Concertación, pues la pronta aprobación del TLC tendrá un efecto catalizador en las negociaciones del Area de Libre Comercio de Las Américas (ALCA), que debería estar funcionando el 2005.

Eyzaguirre y Lagos

El Departamento de Estado demandó al Senado norteamericano que aprobara la Autoridad de Promoción Comercial (TPA) para que EE.UU. acelerara la negociación de otros acuerdos de comercio exterior (con Singapur, por ejemplo), además de impulsar la economía global y la propia economía norteamericana. Phil Reeker, del Departamento de Estado, señaló que el voto favorable para otorgar ese poder al Presidente George W. Bush "ampliará el comercio para proporcionar un mayor impulso a la economía estadounidense y a la global. Instamos al Senado a que pase la TPA para permitir al presidente negociar más acuerdos de comercio. Será más fácil concluir el Acuerdo de Libre Comercio con Chile, por ejemplo". La señal no puede ser más clara: los intereses de EE.UU. están en juego. No por nada, los republicanos apelaron al "patriotismo" para ganar votos en la Cámara.

En Chile, el Presidente Lagos manifestó satisfacción: "es probable pensar que dentro del primer semestre podamos tener un Tratado de Libre Comercio con EE.UU. (...) La aprobación del TPA nos permite desarrollar las negociaciones con EE.UU. de una manera más efectiva. (...) Hemos tenido avances importantes en la ronda que hubo en diciembre y espero que esta autorización, le permitirá al Presidente Bush avanzar más rápido". Lo propio dijo Eyzaguirre, ministro de Hacienda: "Bush se jugó por completo por el libre comercio y esto es lo importante.

Más del 70% del PIB de Chile se transa en el extranjero y esta decisión de EE.UU. tendrá también efectos para fortalecer una actitud de libre comercio en el marco de la OMC. Más temprano que tarde, la administración Bush consiguió lo que no pudo conseguir Clinton, y esto demuestra que su compromiso con el comercio libre no son sólo palabras sino hechos".

También con Europa

Chile también avanza en la firma de un TLC con la Comunidad Económica Europea (CCE), que insiste en acceder a nuestros recursos marinos y a los puertos. El lunes 11 de diciembre se inauguró la VII Ronda de negociaciones. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con EE.UU., uno de los aspectos a considerar para la eventual firma será un análisis de las "implicaciones ambientales". Para el ecologista y presidente del IEP (Instituto de Ecología Política), Manuel Baquedano, este es un avance no menor, que contrasta claramente con el TLC con EE.UU.

Baquedano señaló a Primeralínea: "Europa someterá a Estudio de Impacto Ambiental (EIA) el tratado comercial con Chile, un avance para que lo ecológico sea una cláusula interna en los TLC. Por primera vez en el mundo, un tratado de libre comercio tendrá un EIA; anteriormente, esto sólo se aplicaba a proyectos específicos".

El EIA evaluará, en un año, los impactos en cada sector productivo, frutos de un futuro aumento comercial: "Esto permite que las conclusiones de este estudio sean discutidas y por tanto va a permitir una reflexión profunda sobre los nexos del comercio y el ambiente. (...) Nos permite en caso que aparezcan actividades productivas que destruyan el ambiente, iniciar políticas de corrección, mejoramiento o lisa y llanamente suprimirlas del comercio. Este aspecto es extremadamente importante porque nos va permitir seguir de cerca la evolución comercial de las distintas actividades productivas que están sujetas al tratado".

Para sectores sindicales y grupos ecologistas que se oponen al TLC con EE.UU., la actitud asumida por los empresarios y el gobierno en sus negociaciones con Washington los desenmascara completamente. Para ellos, ha sido mucho más importante la aprobación del fast track que las urgentes modificaciones o cláusulas laborales y medio ambientales para proteger nuestro país del desmantelamiento de la economía que se avecina. No es extraño: hasta ahora el gobierno ha aplicado una política de desregulación ambiental y flexibilización laboral. Allí están los ejemplos de aprobación del pet coke, Ralco y Alumysa, o la Reforma Laboral y la Reforma Tributaria, por nombrar algunos, con la excusa que "obstaculizan el crecimiento económico".

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