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AFGANISTÁN: la aventura imperialista y sus consecuencias.

Federico García Morales

"Déjennos reordenar el mundo en torno nuestro"—nos dice—y nos revela—Tony Blair, portavoz oficioso de las fuerzas que están atacando a Afganistán, la aventura que no tiene una justificación convincente y que empuja hacia resultados inciertos.

El despliegue de fuerzas en una zona largamente señalada como del interés estratégico por parte de potencias que manejan desde hace varios años la geografía del conflicto pos-guerra fría, hace repensar esa frase de Tony Blair:"déjennos reordenar el mundo en torno nuestro". Si no se está perdiendo el tiempo en rodeos inútiles, se trata, como se ve, de ocupar la antigua posición clave, en el camino de todas las conquistas hacia el corazón de Asia. Y esa posición –esa entidad geográfica, como también lo pensaron los generales de Hitler—es Afganistán.

Afganistán junto al continente Indio y China, es un centro de importancia geopolítica y estratégica con Irán al sur, y al Norte las regiones del Caspio y el Centro de Asia. Territorios que vienen desgajándose de la experiencia soviética, ricos en petróleo y minerales. La tentación petrolera le proporciona una aura muy diferente a la pretendida acción de "castigo al terrorismo". Suficiente la tentación para no trepidar en genocidios mayores.

Pero hay más: en esta ocasión, la ocupación o conquista de Afganistán –pues de eso se trata, según los rasgos masivos que está tomando la operación militar-- , le resuelve a los dirigentes norteamericanos otros problemas bien alejados de sus declarados deseos de justicia y de venganza:

  1. Los que se sitúan en las diferencias, que se han ido acentuando, entre los intereses de los movimientos islámicos y los proyectos expansivos del imperialismo en la última fase de la globalización, ya que a través del integrismo islámico han tomado forma nuevos reclamos que podían dar por tierra con los proyectos de recuperación por parte de las potencias centrales de la fragmentada herencia de la URSS en las zonas del Caspio. La operación militar seria entonces, una de las tantas reacciones del "centro globalizado" contra aquellas zonas "grises" no funcionales y hasta rebeldes.
  2. En ese campo, bin Laden y su gente— hay que entenderlos más allá de una simplificación limitada al agente de la CIA "que se vuelve al frío", y si como sujetos de un proyecto político, que antagoniza el modelo colonial propuesto por las compañías petroleras y la Casa Blanca. La disociación entre EEUU y el talibán, conducía de suyo a un conflicto mayor por el control de Afganistán, y EEUU tenía una resolución tomada al respecto, mucho antes de los acontecimientos de septiembre.

  3. El "problema chino. La descomposición del socialismo no había alcanzado a destruir y a someter a China, y el debilitamiento de la economía capitalista había dado por tierra con los intentos de descomponerla y asimilarla en las economías de mercado. Todavía, al contrario, se ve asomar un período de fuerte crecimiento de la economía y el comercio chinos, que tiene la ventaja de la estabilidad frente a la crisis irreparable de las economías capitalistas de occidente. Últimamente el mercado chino, hasta comenzaba a ser visto como santuario para capitales que huían de la crisis occidental. Numerosos incidentes confirmaban el crecimiento de la desconfianza y de la agresividad, por parte de los EEUU, que comenzó a elaborar nuevos proyectos para establecer futuros escenarios económicos y militares adversos a China. Uno de esos proyectos es la recolonización del Asia Central por parte de las potencias de Occidente, que vendría a establecer un cerco sobre el patio trasero de la gran potencia Oriental. La posesión de Afganistán, con su estrecha frontera sobre las alturas de China, venía a ser entonces esencial.
  4. La resbalosa relación con la decadente Federación Rusa, a pesar de todo potencia nuclear global, que en su propia crisis puede perfectamente reinscribir situaciones riesgosas, hacía todavía más imperativa la redefinición de la pertenencia de los recursos energéticos del Caspio, de Asia Central y de Siberia, y la creación en esas regiones de una soberanía dependiente de Occidente, al modo de la exitosa experiencia con los gobiernos lacayos de América Latina. Una operación aliada, con relación a Afganistán podía también atraer a Rusia hacia la NATO y alejar del escenario un cuestionable pacto ruso-chino islamita, que ha estado rondando como fantasma en los últimos tiempos.

    Como señalamos en otro artículo hace algunos años (http://www.rcci.net/globalizacion/fg077.htm ) en todos estos espacios ya se venía dando una penetración sustantiva de las empresas petroleras norteamericanas . La inteligencia tuvo también su lugar en las operaciones que siguieron a la fragmentación de las regiones de Asia Central, pero en cuanto a libertad o democracia se refiere, dejaron mucho que desear. Las expectativas reorganizadoras en esas movidas fueron desmesuradas, los resultados, más bien magros, cercados por una economía mundial que perdía empuje. Sin excepciones el poder quedó en manos de ex aparatchiks, mafiosos, narcotraficantes y dictadorzuelos, los mismos que hoy sirven al juego de la sedicente "lucha antiterrorista".

  5. Pero ha surgido otro problema que toca más directamente a la intimidad del sistema imperial: la recesión. Un nudo de situaciones sin clara salida, que se manifiesta en la contracción de la economía mundial a tales niveles que ya no es una exageración hablar del regreso de la Gran Depresión. Sobre todo cuando la contracción experimentada por la economía norteamericana, saludada con una baja brutal en la Bolsa neoyorquina, viene a arrinconar a las economías del mundo y las proyecta a un espacio nuevo, en donde ya no reconocen la efectividad de modelos que creían impuestos para la larga duración.

    En efecto, hay una crisis recesiva, y hasta podría decirse, la caída en una Gran Depresión, similar sino peor a la del año 1929. Y es cierto también, que el empujón belicista se ha dado persiguiendo dos objetivos: permitir a las corporaciones un mayor acceso a los recursos sociales , y frenar la caída mediante la economía de guerra.

Algunos analistas colocan esta situación económica en el primer lugar. Posiblemente todo lo que está pasando en el mundo, sobre todo esta aceleración y agudización de los conflictos, es consecuencia de la caída económica, Torres Gemelas incluidas. Y hay que repetirlo, la crisis, una crisis muy grande, venía de antes, y no fue consecuencia de la caída de las torres, como se ha querido hacer creer en la operación ideológica corriente.

Que el problema económico pesa, se nota en las propias afirmaciones del Presidente norteamericano, que no pierde oportunidad para anunciar que "la guerra va a ser larga", esto es, que los mercados deben adecuarse a ella, orientando las inversiones hacia la producción armamentista. Y como cuenta ahora con una ciudadanía aterrorizada hasta la paranoia, ya no le es difícil divertir importantes partidas del Tesoro público hacia la esfera empresarial y el sostenimiento de los stocks.

En este ambiente nació en algún momento una propuesta ignorante y peligrosa: que sólo la guerra era capaz de levantar los mercados. Para eso , se crearon símiles generalizadores sobre crisis anteriores. No repararon que, en el caso de la Gran Depresión anterior, que comienza en 1929, las guerras y las economías de guerra que la siguen sólo profundizaron la descomposición y la destrucción: sólo después de la Segunda Guerra vino a darse una recuperación del ciclo. Y eso fue después de casi dos decenios de tragedia.

El hecho es que se urdió un modelo muy particular de la crisis en curso, que permitía razonar con una salida para la depresión mediante la guerra. Una guerra sin objetivos claros, quizás pequeña, quizás grande, una guerra "acordeón" a la que se le colgaban ofertas económicas irracionales. Con ella, en algunos países de América Latina, se levantaron dos esperanzas: una, que como se decía "arriba", se precipitaría la recuperación de la economía de EEUU, y con ella la de todos los que se le colgaran. Y la otra, que con las nuevas condiciones, el capital fluiría hacia las ansiosas periferias y sus ofertas de trabajo barato.

Afganistán ya sirve para todo. Y una vez montado el escenario de los bombardeos, es posible que se nos ofrezcan nuevos escenarios de destrucción, como para asegurar el lema de que "el capital es destrucción creadora" (Marx),.

Si se juntan sólo estos cuatro aspectos, puede entenderse un poco mejor la nueva aventura de Afganistán, a que tan aguerridamente nos llaman Bush, Blair y el coro necio provisto por otros gobernantes interesados o temerosos.

Las consecuencias

Podemos enumerar varias consecuencias que se desprenden de las primeras operaciones del grupo imperialista en esta guerra:

a) En relación con Afganistán.

Pronto se diluirá la machacona prédica de la lucha contra el terrorismo y la persecución de bin Laden, en las necesidades de la ocupación de un territorio rebelde. Bush, empujado por presiones corporativas y delirios dejó de lado otras opciones en la lucha contra el talibán, como habrían sido las menos heroicas presiones políticas y económicas, y optó ("yo ordené") por la grande y aplastante operación militar, que tras el bombardeo –si es que éste ha de tener consecuencias—deberá lanzar el trabajo de tierra destinado a ocupar terreno y destruir los bolsones de resistencia. El modelo lo proporciona la blietzkrieg alemana. Y puesto en este plan, el aparato imperialista tiene confianza en hacer valer, el peso inconmensurable de la tecnología que tiene a su disposición.

Se da como un hecho, que tras algunas escaramuzas el ejército imperial ocupará las principales ciudades, pero que luego el enfrentamiento será menudo, en una extensa guerra de montaña. En un conflicto semejante, la URSS empleó 100 mil soldados y perdió una parte importante de ellos. Antes, en una operación parecida, en el siglo anterior, los ingleses salieron con poco más que la historia. Con el retorno de las primeras bolsas plásticas, es posible que los norteamericanos empiecen a pensar un poco en la lógica y la necesidad de esta guerra.

Pero una vez instalados en algo que pueda ser sede de gobierno, EEUU tendrá que dar participación en ese gobierno, aunque sea de manera decorativa—y el gobierno que salga de esta junta deberá por fuerza seguir siendo decorativo-- , a los socios de "La Alianza del Norte" esto es, al rey valetudinario, Zahed Sha, un viejo y odiado sátrapa, y a quienes ejercerán el poder por él, una suma de facciones y facciosos vinculados al narcotráfico. Una compañía que preocupa al New York Times. Pero, en fin—dice Bush—"así es la vida".

El establecimiento de la Satrapía de Afganistán demandará necesariamente, por razones de seguridad, del acantonamiento permanente de algunas bases militares norteamericanas, y las razones estratégicas, por supuesto, más bases. Cosa que no es problemática, porque así ha sido siempre.

Mientras, Bush cambia todos los días de discurso, algunos días amanece con ánimos de cruzado, otras con desánimos panameños –"sólo es una pequeña operación quirúrgica", otras veces está de guerra larga y hasta delira con atacar a 60 países. Por fin, "todo es mentira". Es de imaginar que en las reuniones de la Sala de Estrategia, lejos del escrutinio público, debe haber algún Norte y alguna coherencia.

  1. Consecuencias en las regiones vecinas:
  2. La entrada de EEUU en Afganistán y su permanencia, dependerá fuertemente de suministros y circulación libre de tropas, para lo cual entra a depender de los estados aledaños. Ya desde el montaje de la operación , fue necesario cabildear con Pakistán y los uzbecos. Debe notarse que en ambos casos, los gobernantes debieron recurrir al doble juego, dijeron que no al total de las exigencias norteamericanas, pero por debajo, concedieron. Pakistán deja pasar los misiles y los aviones, y Uzbekistán deja pasar las tropas..

    En poco tiempo se verá hasta donde esta situación continuará siendo favorable a la armada imperial. O si mejorará todavía más. La información que llega es más bien contraria. Se incrementa la resistencia en Pakistán, ya hay problemas en las repúblicas exsoviéticas.

    Al parecer, los bombardeos, lejos de debilitar la convocatoria del discurso integrista islámico, éste se ha visto favorecido y ha tenido una enorme difusión.

    El efecto a mediano plazo más probable será el incremento de acciones antinorteamericanas en todo el mundo árabe y un crecimiento de la influencia política de los sectores integristas y nacionalistas.

    En el mundo árabe también el Comando imperial ha encontrado asistencia... para conducir al fracaso y quizás a la tumba a quienes se le han acercado. Ahí tenemos a la dirigencia palestina, reprimiendo y matando a los estudiantes palestinos que protestan, y ahí tenemos al dictador de Pakistán, Pervez Musharrraf, ya enfrentado a la mayoría del pueblo y con fuertes resistencias en su propio ejército.

    El concurso de Turquía responde a una larga asociación con el proyecto petrolero del Cáucaso y promesas renovadas de restitución territorial a costas de regiones turcomanas y musulmanas. Turquía puede estar dando su apoyo inerte a este juego, pero hasta ahora parece ser que tiene más urgencias con su economía reventada.

    En adelante, los poderes excepcionales de Bush, pueden guardarnos muchas sorpresas en relación a la situación en el Medio Oriente, y eso lo intuyen en Irán, en Irak, en Israel y en Palestina. Sólo allí puede escrutarse la enormidad potencial del desastre a que empuja esta repentina y enloquecida vocación por crear "el nuevo orden" en el nuevo orden . Todo al calor de esperanzas acumulativas frustradas/desorbitadas. Hasta el mismo A. Sharon llegó a exclamar que "no aceptarían los israelitas ser tratados como Checoslovaquia"... en una clara referencia a los célebres acuerdos de Lord Chamberlain con Hitler, que abrieron paso a la Segunda Guerra Mundial.

    En cuanto a Rusia, el desarrollo de esta invasión y su establecimiento, a la larga va a separarla por un tiempo indeterminado de sus preocupaciones caucásicas. En lo inmediato, pareciera inclinarse a una colaboración suicida con el Pentágono, buscando los pequeños despojos para reenderezar su situación en Chechenia.

    Una posición semejante pareciera tener China, que suavemente apoya, manejando sólo reservas relacionadas con el trato a las poblaciones, mientras en la misma coyuntura acelera procesos represivos en las zonas vecinas correspondientes. Pero no tardará mucho en descubrir la muralla y las interdicciones que el intento expansivo del imperio le está tratando de construir, justo a sus espaldas, donde había un vacío.

    Pero los chinos no dejarán de ver con sobresalto, que se alza en el horizonte otro espectro, mucho más peligroso, el que contribuyó tan eficientemente al desplome de la URSS: la aceleración de la carrera armamentista. Amén de la tenebrosa emergencia de fuertes conflictos—esa larga guerra de la que habla Bush-- en Asia Central y en el continente Índico.

  3. Consecuencias de la guerra en zonas del hinterland occidental (centros y periferias)
  4. Pasada la ola de sensibilización a las ofertas simples pero débiles de la propaganda de guerra norteamericana, vendrá a darse inevitablemente el crecimiento de la crítica a la guerra. La presencia devastadora de la brutalidad , cansa como espectáculo. La tontería cansa cuando trata de apoltronarse en el lugar de la razón.. Las ambiciones imperiales no tardarán en aparecer más desembozadamente con la consecuente caída de su legitimidad y las crecientes acusaciones de genocidio contra la humanidad.

    La guerra no se da tampoco aparte del otro megaescenario provisto por la depresión económica, que está generando sus propias resistencias. La ilusión del imperio es recuperar músculo económico mediante fuertes inversiones en el área armamentista y resolver el desempleo mediante la conscripción. Pero es que la guerra de Afganistán es una guerra pequeña...¿o es que efectivamente hay algo más amplio entre manos? Una perspectiva macabra que generará un amplio rechazo. Para asegurar este traspaso, la reacción tiene confianza en la implantación de viejas y nuevas trampas ideológicas. Pero las ideologías no siempre pueden sostener indefinidamente lo insostenible. En algún momento son siempre el mundo patas arriba.

    El imperio, desde los inicios de este conflicto trató –y luego trastabilló- en hacer creíble una nueva polaridad entre civilización y barbarie, cristianismo e Islam. Nada excluye que persista en esta línea, fomentada por simplistas que creen el cuentito del enfrentamiento de civilizaciones. Entretanto, ese argumento se deja -dada su impopularidad- en reserva, y se adelanta solamente la lucha contra un "terrorismo" fantasmal, granular... y contra las regiones o naciones que lo apoyen. Y la primera que estuvo a mano fue la región que convenía a un largo proyecto estratégico que amarraba los intereses centrales del sistema. Y como se siente descubierto, el imperio se exhibe como poder desnudo y proclama otra diferencia armada de amenazas: "conmigo o contra mi". Hay ilusiones que matan.

    En los centros, EEUU, Europa y Japón, hay una visión dispersa sobre los motivos y los beneficios de esta guerra. Es en EEUU en donde más claramente asomó la visión dogmática , propalada desde los círculos del complejo industrial militar de que la guerra es el antídoto de la depresión. Pero también ha sido allí donde se han levantado las posturas más enérgicas en contra de esta falacia, dando a entender sobre todo la circunstancia en que asomaba la guerra, que posiblemente sólo podía venir a acentuar precisamente las características depresivas del ciclo, y que sobre todo, no traía una solución al corto plazo. El plazo en donde se han ido acumulando las olas recesivas. Por otra parte la guerra tan especial que se estaba lanzando, al principio sin siquiera tener un enemigo reconocible, y que después vino a ser Afganistán, con sus masas hambreadas, con 25 aviones viejos y 4 helicópteros, además internacionalmente aislado... que no podría soportar la presión de todas las potencias coligadas por más de dos semanas... No podía ser simplemente la base razonable de un nuevo despegue económico, la justificación para una economía de guerra poderosa y de largo aliento.

    Y esa reflexión muy extendida avanza como muestra, el bajón de las bolsas a la semana de haberse iniciado la retórica de la guerra, y la baja consecutiva y mundial después de los bombardeos. Es cierto que, mientras tanto, se sumaban algunos porcentajes a favor de las industrias de armamento.

    En Europa, las ofertas de la guerra podían entusiasmar más a algunas franjas del sistema de largo interesadas en el proyecto Centro Asiático, pero ha venido a ser deprimente en el frente social interno. No resolvía el agudo problema del desempleo, y traía consigo más serias discriminaciones. Por otra parte, una excesiva "unidad" de acción, de propósitos y de mando, quitaba espacios de maniobra a su propio establecimiento económico, un tanto distante y fuertemente competitivo con el establecimiento estadounidense. En estos días, muchas grandes empresas europeas, más que plegarse a la conversión armamentista, prefieren trasladar sus operaciones a Oriente.

    En Japón, como en todos los países del Asia, se entendió más claramente el mensaje de la operación norteamericana, y eso también violentó los mercados. La prensa, en general dijo cosas duras de un conflicto que inicia desestabilizaciones adicionales a un sistema de suyo inestable, en donde se podía notar ya la gravedad de lo que podría venir a ocurrir en el continente índico y en Indonesia.

    En América Latina, se ha hecho cantar al coro de los presidentes, que con voces desafinadas le han entonado el hosanna a la Cruzada, con los acentos y envolturas ideológicas del baratillo de CNN, en lo que parece ser un libreto aprobado y uniforme.

    Total, del éxito de esta guerra, se tratan de convencer, "dependerá el nuevo crecimiento económico". Pareciera ser que se toman al pie de la letra lo anunciado por su Presidente Bush, que "en esta guerra habrá de todo, sobre todo mentiras". Y nada les resulta más fácil que calcar lo que dice CNN.

  5. Las consecuencias políticas y culturales

La consecuencia más saliente, la que tiene más importancia en nuestra vida inmediata, es el rebajamiento moral que ha experimentado el mundo con el lanzamiento de esta guerra y sus justificaciones. De la noche a la mañana se ha convertido en valores positivos Auschwitz e Hiroshima, y la media se ha lanzado en una intensa campaña para hacer aceptable y entretenido el genocidio.

Lo grave es que estamos ante una estrategia global que utiliza todos los medios para establecer lo que a no dudar llegará a ser una profunda modificación en la cultura política . Al respecto, opinaba hace unos días Vargas Llosa –que no puede considerarse sospechoso de extremismos anti-capitalistas: "Se están creando fantasmas de desconfianza, de satanización entre culturas, de paranoias y miedos que pueden ser explotados por demagogos de todos los pelajes... para hacer que las sociedades acepten medidas que irán en desmedro de las libertades públicas..."

En el terreno político es donde más duramente se está pegando las consecuencias inmediatas de este belicismo. Y de un modo extremadamente negativo y a partir de los propios EEUU.

Es en la forma de acciones legislativas que vienen a coartar las libertades públicas y los derechos civiles, los espacios de privacidad, etc. Y es en la extensión que vienen a tener las prerrogativas de la inteligencia y del espionaje. Los proyectos más antidemocráticos y reaccionarios ya tienen traducción. Hubo un momento en donde hasta se propuso en los EEUU que los extranjeros llevaran marcas visibles en sus trajes. La rápida traducción de estas iniciativas a conductas aceptadas y legisladas por decretos en la periferia colonial, dan al traste con las perspectivas democratizantes que pudieran haber con anterioridad. De hecho, el sistema está usando la guerra como pretexto, y va estableciendo las bases para dictaduras que lo defiendan de los reclamos sociales que se puedan derivar del deterioro generalizado de la situación económica.

Un paso, que va también en el sentido de la explotación del clima bélico y depresivo, se ha dado a través de la construcción de "regímenes de unidad nacional" que producen de hecho la abolición de la crítica y de la pluralidad en el interior de ensambles o pactos, donde de pronto el capitalismo se pone bueno a cambio de promesas del sector plebeyo de apoyar "la reducción del conflicto". En esos pactos casi siempre los sectores empresariales comienzan a señalar su interés en la abolición de la pobreza, tarea bien fácil de prometer ahora que llega la crisis.

En América Latina se induce astutamente el clima belicista, a través de las ofertas irresponsables que pueden ser trágicamente verdaderas, de envío de tropas a los frentes de degűello que defina la potencia imperial. Hay mucho “trabajo” por delante: debemos recordar que ya Bush anuncia intervenciones en 60 países ¡!

¿Qué ha pasado, mientras con el derecho internacional, que quiso ser un derecho de la Paz? ¿Qué pasó con el entramado proceso de formación de organismos internacionales que excluían la guerra en la solución de los conflictos? . Otra consecuencia de este movimiento lanzado por la potencia más poderosa del planeta, es haber puesto entre las cenizas de Kabul y Kandahar todo aquello. Hasta la OTAN ya hoy no es más que un instrumento. ¿La ONU? Una parroquia de pueblo chico. La conducción del proceso se lleva al estilo de los viejos imperios militares. Acompañado esta vez por los bombardeos de 24 horas sobre poblaciones que se acostumbra al televidente a ver desaparecer aburridamente como figuras en un juego de Nintendo. Los partes del Comando "Aliado" nos dicen todos, que para este capitalismo reventado, llevado a su extremo, el ser humano ya no cuenta.

Y casi sin resistencia, la aventura de Bush va viento en popa. Ya tiene casi asegurada una abundante extensión del conflicto. Pero habrá que ver cuán estable le podrá ser su instalación sobre las huellas de las falanges de Alejandro el Grande. En esa región de tráficos y rencores, en la magnífica compañía de aliados tan "seguros" como los mafiosos del opio y la heroína, bandoleros, y algunos laboristas británicos y renovados de diferentes pelajes y latitudes.¡ Y, vaya como ha destacado el "Tony" Blair, el proponente de "la tercera vía", en esta historia!

Pero no será la guerra la que en lo inmediato devastará al hinterland occidental y a su sedicente vocación imperial: será la Depresión. Esa enfermedad que se quiere ocultar, incluso, con los alardes y despliegues bélicos. Esa Depresión que se trata de esquivar mediante los mecanismos de la destrucción y de la barbarie, y que encuentra en ellos, en vez, su profundización.

Al caer la noche del 7 de octubre, EEUU y sus aliados atacaron Afganistán Como en otras guerras que perseguían la consolidación de los mismos intereses imperialistas, se pinta como lucha humanitaria, ha vacilado en proclamarse una lucha por la justicia, aduce como objetivo "destruir al terrorismo" , mientras se propone una extensa instalación en lugares de valor estratégico para el control del globo. Una guerra, que aunque se anunciaba como una ocurrencia siniestra enteramente nueva, era bien simplemente "la continuación de la política..."