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LOS INSTRUMENTOS CONSTITUCIONALES DE LA GLOBALIZACIÓN

Federico García Morales

Han pasado décadas desde el fin de la guerra fría, y sin embargo los temas utilizados por EEUU en la operación ideológicva de aquélla época continúan siendo explotados de una manera bastante singular. En aquéllos años se repetía que las luchas obreras, que las demandas de tierras de los campesinos pobres, que las demandas de democratización y el combate en contra de los autoritarismos de derecha (bien metidos en la alianza con los EEUU), eran operaciones inventadas y realizadas bajo la inspirada dirección de Moscú. De lo que luego viene a darse un curioso corolario. "Puesto que fracasó el socialismo y se terminó con la inspiración moscovita, los obreros quedan automáticamente fuera de la discusión política, aplastados como sujetos, y deben aceptar boquiabiertos el fin de todos sus derechos—para ellos (que en algunos discursos no existen) será lo que decidan sus explotadores: flexibilización, jornadas de extenuación, destrucción de sus derechos sociales, de sus organizaciones sindicales, disolución de sus partidos de clase, desempleo. Ya los pobres del campo, "puesto que el socialismo se hundió", no pueden imaginar manera alguna para luchar por la tierra, y la que tengan deberán abandonarla a las grandes compañías explotadoras. La reconcentración de la tierra se pone en marcha sin obstáculos en el mundo colonial: cuanto más concentrada, mayores ventajas comparativas. Toda idea de igualdad queda pospuesta frente al triunfo del nuevo elitismo y el triunfo de los centros sobre las periferias.. Asi no es de extrañar que proyectos más viejos como "la democracia" se erncuentren de pronto ante una situación sin salida y ante la incapacidad de encontrar siquiera una definición adecuada. En esto conviene recordar al ateniense Pericles: " La constitución que nos rige ha recibido el nombre de democracia, porque su finalidad radica en realizar aquello que es útil al mayor número y no a una minoría de ciudadanos..." ¿ qué régimen de América Latina podría llamarse democrático sobre esos términos, si todos están hechos a la medida para ser útiles a abyectas minorías? Quizás será por eso que han inventado que son "regímenes de transición hacia la democracia". Curiosas transiciones en donde los ricos son cada vez más ricos, los imperialistas son cada vez más poderosos, mientras los pobres son cada vez más pobres y estos países viven la ruina de sus soberanías presenciando el saqueo de todas sus riquezas.

Es así como mientras con astucia se administran sedantes para prolongar la parálisis de "los de abajo", el trabajo político de las derechas viejas y nuevas, refundado sobre los corolarios de la guerra fría: ejércitos y policías perfeccionadas, medios de comunicación en el servicio empresarial, ideologías aplastantes y excluyentes, un crecimiento de la acumulación hacia fuera, sobre todo hacia el propio centro imperial hegemónico, y sistemas constitucionales y legales regresivos y autoritarios, tiene como único norte fortalecer el solilioquio acumulativo del nuevo elitismo

En los últimos años las cartas constitucionales de los países de América Latina han sido forzadas para dar más cómodos espacios a los intereses corporativos. A la vez que diluyen las reservas para la operación económica de los estados, enfatizan todavía más las garantías a los derechos propietarios y destruyen los derechos laborales y aquéllos que respondían a las condiciones impuestas por acuerdos sociales de un período anterior (por ejemplo, las transformaciones de la Carta Magna mexicana en relación con la reforma agraria y los derechos ejidales).

Aspectos que llaman la atención en la puesta en marcha de esta nueva legislación constitucional son las garantías con que se rodea al poder privatizador, que garantiza a su vez la continuidad y la legitimidad de la operación transnacionalizante. Por lo general, en estas constituciones el Ejecutivo queda muy bien parado, como así también las Fuerzas Armadas. Otro aspecto viene a ser quién asume el poder constituyente: es muy rara y excepcional la apelación a una Asamblea: de ordinario la redacción y aprobación de estas nuevas constituciones quedan en manos de comisiones muy estrechas, generalmente influídas por las cámaras patronales y otros "poderes fácticos" que canalizan su voluntad a través del Ejecutivo. La tendencia constitucional latinoamericana, en apariencia, continúa siendo fuertemente presidencialista, en apariencia, ya que ahora se introducen condiciones que hacen que el poder fáctico patronal o militar pueda fluir con más facilidad a través del poder fuertemente concentrado de los Ejecutivos y la vastedad de sus prerrogartivas e iniciativas. La idea de limitaciones camerales o de co-gobiernos con los legislativos nunca llega ser efectiva frente a la capacidad de maniobra de los intereses económicos.

En la puesta en marcha de la novísima estructura constitucional ha operado también un factor "revolucionario" que ha sido puesto por la capacidad arbitraria adquirida por gobiernos dictatoriales o semi-dictatoriales que se han enfocado fervientemente a favorecer los intereses corporativos o en consolidar a una nueva elite dirigente y propietaria. Por lo general, estos gobiernos se han demostrado tan fuertemente corruptos y opresivos, al punto de quedar en coyunturas decisivas, completamente fuera de equilibrio. El ocaso y fin de estos gobiernos, que a veces, como en los casos de Pinochet y Fujimori tienen una presencia bastante prolongada, no significa el desaparecimiento de sus pujos y partos constituyentes, y sus engendros o sistema "legal" que dajan tras si, vienen a ser reconocidos, a partir de la vigencia de los poderes fácticos, como "el Estado de Derecho". "Somos un Estado de Derecho" es una frase que se repite en Chile, en donde sigue vigente la Constitución de Pinochet.

Y es curiosa esta afirmación, porque a la par queda flotando –en el nivel de los discursos individuales-- , otra frase "aunque yo no estoy de acuerdo"...lo que lleva a manifestar la lista de los desacuerdos que pueden ser colectivos: no se está de acuerdo con el sistema binominal, no se está de acuerdo con los senadores designados, no se está de acuerdo con la existencia del Consejo de Seguridad Nacional, no se está de acuerdo con la independencia ganada por el sector militar, no se está de acuerdo con la legislación laboral, no se está de acuerdo con el soberbio estatuto propietario,etc. Para no decir que no se está de acuerdo con "el Estado de Derecho" construido para eternizar el poder plutocrático. Pero a cambio, se está de acuerdo en continuar apoyando la expansiónn del "modelo", se está de acuerdo con la "economía dura", se está de acuerdo con "la completa apertura" y en favorecer la entrega de los recursos al capital transnacional.

Para la continuación de esta operación, el nuevo "estado de derecho" ofrece sostener los candados constitucionales mediante el expedito sistema de reelección de todos "los representantes de la soberanía". Ha sido muy notable al respecto la serie de reelecciones de diversos presidentes, aunque es más invisible, permanente y artera la continua reelección de los legisladores profesionales. Pero también el "orden político" ofrece lo que está también de moda: "futuro". Que hay que entender como el futuro del sistema corporativo, el futuro esplendor de las nuevas elites transnacionals que incorporan a sus filas a los ex funcionarios que han sabido cumplir (como en el caso de Zedillo, ya desembozado miembro de directorios transnacionales), y la llegada de una futura administración bien negociada, que podrá al control el rostro rastrero de quienes se han propuesto servir al capital.

El escenario latinoamericano permite pues una reflexión desde la izquierda, es decir desde el deseo de igualdad, democracia y atenuación propietaria, en donde resalta el escándalo ante la continuidad que registran constituciones que surgieron bajo condiciones de escandalosa represión de la voluntad popular. Y que ahora, bajo condiciones más auspiciosas en el alza de los movimientos de masa, deben ser puestas en la mira. Los movimientos obreros y progresistas deberán enfocar las futuras reformas constitucionales y legales como espacios para promover la libertad ciudadana, los derechos humanos, los derechos sociales, los derechos de los trabajadores, los derechos de la mujer y del niño, los derechos de la naturaleza. En el continente la igualdad, la justicia, la dignidad, se construirán en el despliegue de una nueva visión, lo que se ha llamado "proyectos de nación o de país", que hasta ahora han quedado enajenados o vedados, y que sólo la lucha de los pueblos puede echar a andar. Esos proyectos de nación no van de la mano con los intereses corporativos. No van de la mano con la entrega de las riquezas al capital transnacional, que es lo mismo que la entrega del futuro. Son proyectos que se van construyendo en la crítica al sistema de explotación (y de opresión y destrucción). Y en el descubrimiento de nuevas formas de organización-y de necesidades- que van surgiendo en esa lucha.

Es por eso que en estos días tiene tanta importancia la lucha de los trabajadores chilenos y argentinos en contra de la flexibilización y por el derecho a la negociación colectiva y a la huelga, la lucha del EZLN y de los mapuches en torno a los derechos y la dignidad indígenas, la lucha por un camino alternativo y popular de los pueblos de Colombia,Venezuela, Ecuador y Bolivia. Un componente de esa lucha deriva hacia reformas constitucionales y legales. Pero hay que entender: ese orden político que los pueblos están reclamando de tantas maneras, no es el deseado por los testaferros de la globalización corporativa, que se sienten muy confortables en sus "estados de Derecho" carentes de legitimidad y ausentes de justicia.