LA ECONOMIA DE LA TURBULENCIA GLOBAL

Sintesis

I.ESTRUCTURA DEL ARGUMENTO

La raíz de nuestros problemas económicos: Sobrecapacidad y sobreproducción manufacturera a escala internacional.

La tésis central de este texto es que una sobrecapacidad y sobreproducción en las manufacturas a escala mundial, que conducen a un a reducción secular de las tasas de ganancia, es la raíz del largo período de estancamiento económico que comenzó a principios de los años 1970s y de su persistencia y agravamiento en el presente. Los orígenes de la sobrecapacidad y de la sobreproducción se encuentran en la profunda intensificación de la competencia internacional que viene a ocurrir a finales de los 1960s, como consecuencia de la entrada acelerada de las manufacturas alemanas y japonesas en los mercados mundiales, que condujo a una reducción de las ganancias de las manufacturas americanas en más de un 4O% entre 1965 y 1973. El problema de las ganancias no quedó confinado sólo a los EEUU, sino que rápidamente afectó a Japón, Alemania y al resto del mundo capitalista, cuando el dólar se devaluó radicalmente hacia la época de la crisis mundial monetaria y del colapso de los acuerdos de Breton Woods a comienzos de los 70s. Sin embargo, paradójicamente, y contra las expectativas económicas en boga, la sobreproducción y la sobrecapacidad manufactureras no desembocaron en los procesos esperados de ajuste, sino que persistieron hasta el presente... con la parcial )y quizás temporal) recuperación de las ganancias en los EEUU en los 90s, contrabalanceada por profundas caídas de los beneficios en Alemania y Japón.

Entonces, hemos experimentado una "larga curva hacia abajo" ya que dada la aguda y secular reducción en los beneficios ha conducido a una reducción aguda y secular en el crecimiento de la inversión, especialmente en las manufacturas. La fuerte reducción en el crecimiento de la inversión ha significado una desaceleración radical del comportamiento económico de la economía mundial desde 1973 al presente, comparado con el boom de fines de los 40s hasta 1973. La dura reducción en el crecimiento de las inversiones ha provocado fuertes reducciones en el crecimiento de la productividad, tornando inevitable la reducción de los salarios y precipitando al mismo tiempo el aumento y la persistencia del desempleo a escala mundial...

La sobrecapacidad y la sobreproducción internacional en el terreno manufacturero, paradojalmente ha persistido hasta hoy porque: 1. ha habido salida insuficiente de medios de producción y de trabajo desde líneas manufactureras sobrecargadas y 2. ha habido demasiados ingresos hacia estas líneas.

Por qué tan poca salida? Con las ganancias reducidas en las líneas manufactureras, se esperaba que las firmas reubicarán los medios de producción y el trabajo en otras líneas. ¿Y por qué esto no ocurrió en una escala suficiente?

i. Los manufactureros habían realizado fuertes colocaciones de capital fijo en esas líneas. Este capital estaba fondeado, esto es ya se había pagado por él- eso conducía a que las empresas desearan usar este capital, "libre de cargos", por así decirlo, a pesar de su reducida capacidad para producir beneficios, ya que todavía podía asegurar retornos decentes al capital circulante adicional--trabajo, materia prima, productos semi-elaborados.

ii. En virtud de su larga experiencia en sus líneas, las corporaciones manufactureras que dominaban los mercados mundiales generalmente eran poseedoras de una manera masiva de "un capital intangible"-- conexiones con proveedores y clientes, y sobre todo de un conocimiento tecnológico sobre sus propias líneas. Dado que este "capital intangible" era aplicable sólo a sus propias líneas, tendían a encontrar irracional, aún frente a tasas reducidas de ganancia, cerrar el negocio y moverse hacia otras líneas. Por el contrario, generalmente les parecía más sensato luchar en vez cambiar de giro.

iii.Dado los "monopolios tecnológicos", aun cuando temporales, las firmas manufactureras tendieron durante el largo boom a obtener altas tasas de retornos de lo que obtenían otras firmas fuera de la manufactura, con lo que la alternativa de volverse hacia líneas de servicios, era poco atractivo

iv. Volverse hacia los servicios se tornó particularmente difícil, especialmente fuera de los EEUU, ya que los sindicatos y las normas estatales hacia difícil reducir los niveles salariales y el crecimiento salarial de acuerdo con la reducción de los niveles de productividad y el crecimiento de la productividad que prevalecía en los servicios, comparados con las manufacturas.

La repentina disminución en el crecimiento de la demanda--resultado de la lentificación en el crecimiento de las ganancias, y por ello de la demanda de inversión, y por eso, de salarios y de demanda del consumo-- hicieron que las cosas empeorasen, ya que se disminuyó el crecimiento de las nuevas líneas de productos hacia donde la inversión podía fluir. Este problema se exacerbó por la concentración de la depresión en las líneas manufactureras, que afectó negativamente las viejas pautas de la demanda, lo que reclamó la búsqueda desesperada de lugares de nuevas necesidades.

¿Por qué demasiadas entradas? El crecimiento de la sobrecapacidad y de la sobreproducción en las manufacturas vino a ocurrir originalmente entre los 60s y los 70s cuando los productores alemanes y sobre todo los japoneses pudieron asegurarse para si altas tasas de ganancia, aun a riesgo de precipitar la sobreproducción internacional sobre sus propias líneas, ya que podían asegurarse costos de producción incomparablemente más bajos combinando los medios de producción más avanzados con salarios relativamente bajos. Durante la época que sigue, particularmente entre los 80s y los 90s, los productores con bases en el Este y el Sud Este de Asia encontraron beneficioso exacerbar aún más la sobreproducción y la sobrecapacidad en la manufactura, apoderándose de grandes trozos del mercado sobre la base de las últimas técnicas y de salarios relativamente bajos.

Dado que la salida se realizaba demasiado lentamente y mientras la entrada ocurría a la inversa muy rápidamente, la sobrecapacidad y la sobreproducción tendió a reproducirse, impidiendo que las ganancias pudieran generarse en las manufacturas o en la economía en su conjunto.

El fracaso de la política

Los gobiernos trataron de combatir el estancamiento económico a través de sucesivos experimentos de tipo keynesiano de déficit en los gastos y de balanceo presupuestario monetarista y de contensión del crédito. Pero ninguno de estos esquemas políticos tuvo éxito.Y ello porque ambos se basaban en medidas que funcionan a través del cambio en el nivel de la demanda agregada que el keynesianismo hace crecer mientras el Monetarismo la disminuye-- cuando el problema no es de mucha o menor demanda agregada, sino de sobrecapacidad y de demanda insuficiente en sectores particulares, sobre todo en la manufactura. El problema se origina en una inversión equivocada, y se resuelve mediante la planeación de la inversión.

El Keynesianismo. El Keynesianismo fracasó porque al subsidiar la demanda, permitió la baja productividad, a firmas de bajas ganancias permanecer en el negocio- firmas que en ausencia de tales subsidios habrían ido a la bancarrota. El Keynesianismo previno esa eliminación de firmas con bajas ganancias y baja productividad, y su sucesión por firmas con altas ganancias y alta productividad que eran el requisito para la recuperación de los beneficios.

Más aún, dado que el aumento de la demanda posibilitada por el Keynesianismo vino a ocurrir en un medio económico dominado más que antes por firmas con bajas ganancias o al borde de la quiebra, se encontró con relativamente menos aprovisionamientos que con anterioridad, cuando la ganancia media o agregada era mayor. Las firmas tenían menos excedentes, de modo que, por término medio, invertían menos en respuesta a la creciente demanda, con el resultado de que "el dinero resonaba menos", y había menores ofertas ante cada crecimiento de la demanda,y con ello, los precios se alzaban, y venía la inflación en vez de la recuperación.

El Monetarismo. El Monetarismo fracasó por razones inversas. Al reducir los gastos del Gobierno, los presupuestos balanceados, y al reducir el flujo de créditos, el Monetarismo aceleró la destrucción de las firmas con altos costos y bajas ganancias y ayudó a reducir el crecimiento de los salarios, intentando de este modo aumentar los beneficios. Pero tuvo el defecto fundamental de que, al reducir la demanda en el agregado, tendió a operar indiscriminadamente, socavando muchas firmas de alta productividad y de altos ingresos junto con las que tenían baja productividad y bajas ganancias- consistentemente, el Monetarismo trae la depresión.

Todavía más: el Monetarismo redujo la provisión de crédito al momento en que la demanda por préstamos crecía, aumentando el precios del dinero. La demanda de préstamos como resultado del masivo experimento de la administración Reagan en materia de Keynesianismo militar (muy probablemente una necesidad para mantener en movimiento a la economía norteamericana y mundial frente a las restricciones draconianas en materia de crédito dictadas por Volcker a principios de los 80s),

del alza de costos de los gobiernos europeos para el mantenimiento de los desempleados, de los intentos obreros por mantener sus standards de vida frente a los salarios congelados, y de las fusiones financieras... y , en relación a la reducción en la oferta de créditos, cuando vinieron a darse tasas de interés inmensamente altas. Todo esto contraatacó cualquier ahorro en costos que pudo realizar el Monetarismo a través de la reducción de salarios o la eliminación de medios ineficientes de producción.

¿Del estancamiento a la crisis? Por qué en los 90s se fracasa en producir un nuevo boom de largo plazo?

Dado que había salidas insuficientes y una excesiva entrada, la sobrecapacidad y la sobreproducción manufacturera tendió a persistir, y dado que las principales líneas con nuevas iniciativas políticas entre los 70s y los 80s fracasaron en resolver el problema real subyacente, las ganancias en las manufacturas en EEUU, Alemania, Japón y en las economías de los G7 consideradas en su conjunto, fracasaron en recuperarse hacia el tiempo de la recesión de 1990-91, con el resultado de que el estancamiento de largo plazo continuó.¿ha habido un vuelco en los 90s, como se ha sostenido universalmente?

Hay un importante elemento de verdad en el extendido alegato sobre la "economía de candados dorados" o de una "nueva era económica" en los EEUU, durante los 90s, las ganancias, en particular en el área manufacturera, aumentan significativamente, aunque en 1997, quedó corta en relación al boom de la posguerra. Es ese ascenso en las ganancias, especialmente en la manufactura, que provee la base real al boom del mercado de valores de esa época)aun cuando la bolsa subió más allá de los niveles justificados por el alza en las ganancias manufactureras). Sin embargo, hubo una escasa mejoría en el comportamiento que acompaña al ascenso en la tasa de ganancia: en verdad, en términos del crecimiento del ingreso agregado, de la inversión (stock de capital), de la productividad y de los salarios, el boom de los 90s fue el más débil de la época de posguerra.

Más directamente sobre este punto, las ganancias en los EEUU dudosamente se constituyen en la base de un nuevo y sostenido boom, y esto por las siguientes razones:

i. Se realizaron extensamente a expensas de los principales competidores de los EEUU, de modo que a escala global, trajo estancamiento y crisis afuera para contrarrestar y contrabalancear la rebalancear la recuperación de los EEUU. En grado importante, la recuperación de las ganancias resultó de procesos brutales y de largo plazo, de terremotos industriales (quiebras, reducciones) que entregaron al ya reducido sector manufacturero que sobrevivía ante nuevos costos de eficiencia. Sin embargo el renacimiento de las ganancias en la manufactura era inconcebible en ausencia de un mejoramiento masivo en la competitividad de los EEUU que no se fundaba en el aumento de la eficiencia sino en la devaluación del dólar entre el 4o y el 60% frente al yen y al marco, la congelación por diez anos de los salarios por hora reales y el final virtual del aumento en los gastos del gobierno, con el advenimiento de la administración Clinton en 1993. Finalmente con Clinton, el crecimiento de los gastos del gobierno virtualmente cesó y el presupuesto fue efectivamente balanceado hacia 1997.

El resultado fue que, que entanto los manufactureros se aseguraban, durante la primera mitad de los 90s, una reducción histórica de los costos relativos en términos internacionales, la combinación de la devaluación del dólar (y de la revaluación del yen y del marco), la represión de los salarios y la virtual congelación en el crecimiento de los gastos del gobierno, venían a profetizar el desastre a las economías exportadoras japonesas y alemanas. Ambas economías sufrían de la doble debilidad de la declinación de su competitividad frente a los productores norteamericanos y de la declinación en el crecimiento de su mayor mercado, los EEUU. No podían menos que experimentar su peor crisis de posguerra durante la primera mitad de los 90s, sufriendo tremendas bajas en las ganancias manufactureras y la masiva eliminación de medios de producción manufactureros, mientras los EEUU gozaban de su recuperación.

ii. La recuperación de los EEUU dependía de condiciones que eran autodestructivas y que sólo podían prestarle cobertura transitoria. Hacia 1995 las cosas comenzaron a cambiar. Primero, tanto el marco como el yen experimentan grandes devaluaciones. Entonces, en tanto en los EEUU el boom atrajo una aceleración en el crecimiento, especialmente en 1997, los salarios finalmente comenzaron a crecer en los EEUU. Y ahora, la competitividad norteamericana comenzó a sufrir en algo. Pero aparece entonces al menos la posibilidad de que, como complemento al empuje postrero de la competitividad, que el boom en las inversiones norteamericanas pudiera llevar a todo lo largo y ancho del mundo una ola de ascenso de largo plazo, basada en el crecimiento benigno de la especialización mutuamente beneficiosa y de la división mundial del trabajo.

iii. La recuperación de las ganancias fue acompañada de una reducción en el crecimiento de la demanda, tanto en casa como a escala internacional, que no pudo menos que exacerbar el problema subyacente de sobrecapacidad y sobreproducción manufacturera a escala global. El anterior escenario optimista ya se vio imposible de realizar, siquiera por la razon fundamental de que lejos de resolverse el problema de largo plazo de la sobrecapacidad y soobreproducción de las manufacturas las recientes políticas gubernamentales a través de toda la economía mundial, tendía a acentuarla.

En el curso de los 90s, mientras los EEUU llevaban a su fin el Keynesianismo militarista de Reagan-Bush e instalaban una política permanente de presupuestos balanceados, los estados europeos perseguían políticas fiscales aun más rigurosas en la búsqueda de una unificación monetaria, mientras los salarios eran reducidos todavía más. El agotamiento tanto de la demanda gubernamental como la demanda del consumidor forzó virtualmente a todas las economías del mundo a volverse hacia las exportaciones en un grado sin precedentes a fin de encontrar sus renovadores cíclicos. Pero desde el momento en que los comerciables están compuestos en su mayor parte por bienes manufacturados, el resultado ha sido un acelerado crecimiento de la oferta manufacturera justo en el momento en que el mercado mundial se desaceleraba. Las economías asiáticas, incluido Japón, estuvieron entre las principales bajas. Pero es difícil de ver cómo el creciente flujo de exportaciones puede fracasar en forzar hacia abajo las ganancias en los EEUU, impidiendo el principal objetivo del boom, esto es ,el crecimiento dinámico del sector manufacturero de los EEUU: pero, si los precios de los stocks caen para reflejar las nuevas realidades de la ganancia, también lo hará la demanda doméstica, llevando a su fin el boom cíclico no sólo en los EEUU sino también internacionalmente, y una situación mucho peor.

II. De la Teoría a la Historia: El Desarrollo Desigual y la Gran Depresión: Las Economías Capitalistas Avanzadas desde el BOOM al Estancamiento, 1950-1998

La Economía de la Turbulencia Global se dedica a mostrar, por medio de una relación narrativa sostenida de la economía internacional de la posguerra, que los mecanismos delineados más arriba subyacen detrás de los procesos por los que se ha movido la economía de posguerra desde la larga expansión a la larga caída. Estos mecanismos, sostengo, efectivamente han trabajado durante el período de posguerra a través de una pauta de desarrollo desigual y de competencia internacional. En este proceso de evolución internacional desigual, lo que fue un desarrollo temprano, y bloques dominantes de la economía internacional, notablemente en los EEUU ( y en el Reino Unido), sufrió de las desventajas de haber tenido el liderato tecnológico, de haber evolucionado todavía más en términos socioeconómicos, y de haber mantenido un status hegemónico en la economía mundial. Mientras tanto, algunos de los bloques de "desarrollo tardío" de la economía internacional, notablemente Japón y(en alguna extensión) Alemania -y después, partes de Asia del Este--se beneficiaron al explotar ventajas potenciales al ser seguidores tecnológicos, menos desarrollados socioeconómicamente y hegemonizados internacionalmente. Fue la combinación y la interacción entre viejos y nuevos bloques en desarrollo lo que extensamente determinó tanto el carácter del gran boom como la naturaleza de la larga caída a que este dio origen.

A través de la era inicial del desarrollo de posguerra-- propiamente el período del boom, que dura hasta mediados de los m60s-- el más viejo EEUU y los bloques europeo y japonés más recientes experimentaron con travesías de crecimiento que no sólo eran profundamente desiguales, sino que también, en un grado sorprendente, separados, especialmente en un aspecto crucial. El comercio creció rápidamente, pero en todo lugar comenzó desde niveles muy bajos. En particular, y eso hasta comienzo de los 60s, la economía de los EEUU permaneció encerrada en un grado extremo, ya que los productores domésticos se confinaban extensamente en el mercado doméstico y eran capaces, en su mayoría, y en virtud de sus altos niveles de productividad, así como por la protección provista por la distancia, de defender tal mercado contra sus rivales de ultramar )en tanto proveían creciente inversión externa al resto del mundo). Mientras tanto las economías de Europa y de Japón también iban asegurándose altos niveles de crecimiento y alcanzaban altas tasas de inversión y de crecimiento en su productividad, particularmente en la manufactura, donde lograban altas tasas de crecimiento en sus exportaciones. Las economías Alemana y Japonesa eran, y esto debe enfatizarse, capaces de convertir sus impresionantes trayectorias de crecimiento en espectaculares sólo por virtud de su habilidad para capturar, sobre todo de los productores de EEUU )y del Reino Unido), crecientes porciones del mercado internacional que crecía al menos a la mitad de rápido que la producción mundial.

En este sentido, los seguidores pudieron desarrollarse tan exitosamente como lo hicieron sólo en virtud de su relación con su líder, especialmente con sus mercados. Aun así, aunque los productores basados en los EEUU perdieron parte significativa de sus porciones de exportación )y sufrieron alguna importante penetración)durante este período tales pérdidas tuvieron un efecto limitado sobre el conjunto del comportamiento económico de los EEUU, esto como una consecuencia de la dependencia restringida de los productores norteamericanos en relación al comercio mundial y por su dominio sobre el mercado interno. De todos modos, las grandes ganancias del comercio para el sistema en su conjunto, con mucho superó las restricciones al crecimiento que experimentaban los líderes económicos como consecuencia de su declinación en la competitividad.

Pero el desarrollo desigual no permaneció por mucho tiempo favorable en sus efectos. Desde comienzos de los 60s, especialmente como consecuencia de la drásrica reducción de las barreras del comercio a fines de los 50s, el crecimiento del comercio se aceleró espectacularmente e inesperadamente. Los productores manufactureros de los EEUU repentinamente encontraron sus mercados, tanto adentro como afuera, sujetos a presiones radicales y crecientes de costos más bajos, de bajas en los precios de las exportaciones de parte de los nuevos bloques en desarrollo, especialmente de Japón. Como una consecuencia de la caída de los precios, fueron incapaces de realizar sus inversiones existentes a las anteriores tasas de ganancia, sufriendo bajas en los retornos de capital y una reducción en las tasas de ganancia. El resultado de esto fue efectivamente un proceso de sobreinversión que condujo a una sobrecapacidad y sobreproducción en las manufacturas a escala internacional --especialmente dado la enorme fracción del total de las economías capitalistas avanzadas representada por la producción de los EEUU-- que fue una caída importante en la ganancia agregada de las economías capitalistas avanzadas, localizada primordialmente en la manufactura, en los años 1965 a 1973.

La caída de la ganancia agregada trajo una extensa crisis, la larga caída, ya que falló en conducir un ajuste... y pronto fue experimentada a través de todo el mundo capitalista avanzado. Muchas firmas manufactureras americanas que mantenían una ganancia reducida sobre el total de sus inversiones, todavía se incorporaban una parte importante del mercado, tratando de asegurarse al menos la tasa de ganancia establecida para su capital circulante. Mientras tanto, entre 1969 y 1973, como parte y parcela del mismo proceso de intensificación de la competencia que bajó la tasa de ganancias en los EEUU, la explosión de la plus valía corriente en Japón y Alemania y el déficit de cuenta corriente de los EEUU--catalizado por el ascenso del índice del déficit fiscales--precipitó el colapso del sistema de Breton Woods y con él una mayor devaluación del dólar, lo que llevó a una dramática reestructuración de los costos internacionales relativos en favor de los productores norteamericanos. El marco y el yen experimentaron crecimientos de valor en contra del dólar, y, como resultado, algo de la carga en materia de declinación de ganancias vino a recaer en Alemania y Japón.

Sin embargo, esto sólo fue el comienzo en lo que habría de ser una caída extensa. No había una salida fácil a la crisis, ya que los procesos de ajuste que se requerían para llevarla a su fin fracasaron en llevarse a cabo siquiera en un cierto grado. En vez de abandonar sus líneas, las corporaciones manufactureras de EEUU, apoyaron una mayor devaluación del dólar, tratando de mejorar su competitividad y sus ganancias, y lanzaron una poderosa ola de inversiones durante los 70s y redujeron radicalmente el crecimiento de los costos salariales, directos o indirectos. Enfrentados con bienes de los EEUU o del mercado mundial más baratos, todavía más baratos con la devaluación de dólar, y el crecimiento más lento de la demanda internacional, los manufactureros de Alemania y Japón se enfrentaban ahora a una intensificación de la misma suerte de presiones de precios en alza que la que había experimentado su contraparte de EEUU en el período precedente, y empezaron a experimentar la misma presión hacia abajo en sus ganancias. Pero en vez de relocalizar sus recursos, ellos también aceptaron reducir tasas de retorno e intentaron, hasta donde les fue posible, continuar produciendo como antes, ayudándose para ello por la oportuna oferta de fondos de instituciones financieras altamente acomodaticias. No hubo, en otras palabras, ni el más tenue movimiento fuera de las líneas de ganancias reducidas que se fundaban en la sobrecapacidad/sobreproducción de las firmas cómodamente instaladas. Por el contrario, los productores trataron de mantenerse haciendo lo que siempre habían hecho, sólo que más efectivamente, de manera menos costosa. Y entonces intensificaron su bienestar competitivo, exacerbando su sobrecapacidad y sobreproducción, con consecuencias altamente destructivas.

El proceso de desarrollo desigual de donde había surgido la crisis, no llegó sin embargo a su fin, sino que continuó a su ritmo, reforzado por la dramática entrada en la manufactura internacional de nuevos productores con bases en el Este de Asia. Estos manufactureros de última onda usaban instituciones de estilo japonés que combinaban técnicas crecientemente avanzadas con salarios muy bajos, que posibilitaban una invasión también de estilo japonés a los mercados de exportación internacionales. El resultado fue la acentuación del problema de sobrecapacidad y sobreproducción en la manufactura, que ayuda a prevenir la recuperación de la ganancia y a perpetuar la depresión de los 80s hacia los 90s.

La reducción de la ganancia agregada histórica trajo un aumento de la inestabilidad, pero falló en liderear la depresión dado el masivo crecimiento de la deuda, que venía sobre todo del inmenso crecimiento de los préstamos públicos, para prevenir que la serie de grandes recesiones que golpearon la economía mundial en 1974-75,1979-82 y 1990-91, cayeran en una espiral fuera de control. Pero los mismos procesos que trataban que la economía internacional evitara la depresión provocada por una baja extensa, y tratando de prevenir esa sacudida a cualquier costo, se encontraron con las firmas de baja rentabilidad, especialmente en la manufactura, que para su recuperación debían agregar ganancias.

Desde fines de los 70s, del vuelco epocal de la creación de deudas keynesianas a la austeridad intensificada, debió acelerarse la destrucción de capital redundante, especialmente en la manufactura. Pero al arrastrar hacia arriba las tasas de interés real hacia niveles históricos, y reducir aún más el crecimiento de la demanda, se hizo simultáneamente más difícil la necesaria colocación de los medios de producción en nuevas líneas. Y dado que la sobrecapacidad y la sobreproducción permaneció sin aliviar, las ganancias fallaron en recuperarse; el crecimiento de la demanda de inversión continuó así languideciendo, en tanto el crecimiento de demanda de consumo y de gobierno declinaban, asegurando la continuación del estancamiento.

Mientras tanto, desde mediados de los 80s, sobre la base de otra ronda de devaluaciones masivas del dólar contra el yen y el marco, comenzó un nuevo giro, al nivel de las manufacturas más competitivas--en favor esta vez de EEUU y en contra de Alemania y de Japón. En los EEUU, aunque el crecimiento permanecía lento, la ganancia comenzó a crecer, especialmente hacia mediados de los 90s. extensamente porque el crecimiento de los salarios fue reprimido tan efectivamente y porque el dólar fue fuertemente devaluado frente a las monedas de Alemania y de Japón. Pero especialmente porque las economías capitalistas avanzadas sostenían una mayor limitación al crecimiento de la demanda doméstica--en la medida en que el crecimiento de los salarios se reducía todavía más y las políticas macroeconomicas restrictivas se ponían más duras y se aplicaban más universalmente, hasta extenderse a la política fiscal más acá de 1993-- no hubo trascendencia del problema subyacente, reduciendo la ganancia manufacturera en el sistema: pero la sobrecapacidad y la sobreproducción continuaron trabajando en una mayor extensión en las principales economías que se orientan todavía en una mayor extensión al crecimiento a través de la exportación manufacturera y frente a mercados domésticos con un crecimiento doméstico retardado.

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