Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Febrero de 2025

Transformaciones en Medio Oriente: reconfiguración del poder
Sergio Skobalski. Reporte Asia


Medio Oriente ha sido históricamente una región de incesante transformación geopolítica, donde las potencias no árabes han ejercido una influencia determinante sobre su estabilidad y equilibrio de poder. Desde la caída del Imperio Otomano hasta la configuración del sistema de estados-nación en la segunda mitad del siglo XX, la región ha estado marcada por la competencia entre actores locales y extrarregionales. En el contexto actual, los acontecimientos recientes han reconfigurado significativamente la dinámica del poder, dando lugar a una renovada competencia estratégica entre Israel, Turquía e Irán, así como a la intervención de potencias externas como Estados Unidos y Rusia.

Las transformaciones estructurales en la geopolítica de Medio Oriente han intensificado la rivalidad entre los principales actores de la región, lo que ha generado un nuevo equilibrio estratégico en el que las potencias árabes han debido redefinir su posicionamiento. La declinante influencia de Irán, el ascenso progresivo de Turquía y la consolidación de Israel como actor dominante han dado lugar a un entorno de competencia en el que las alianzas y estrategias de poder se reconfiguran constantemente. En este escenario, los actores extrarregionales desempeñan un papel crucial, ya sea interviniendo de forma directa o a través del respaldo a gobiernos y grupos afines.

De Irán a Turquía: Reconfiguración del Poder en Medio Oriente

Históricamente, la región ha estado bajo el dominio de potencias no árabes, desde la hegemonía persa y turca en el siglo IX hasta la consolidación del dominio otomano, que perduró hasta su disolución en 1922. Posteriormente, la influencia de las potencias coloniales europeas, en particular Reino Unido y Francia, sentó las bases para la configuración de los estados-nación modernos, marcando un nuevo orden político y económico.

En las últimas décadas, Irán ha desempeñado un papel clave en la configuración del equilibrio regional tras la Revolución Islámica de 1979, expandiendo su esfera de influencia a través de alianzas con actores y grupos terroristas como Hezbolá en Líbano, el régimen sirio de Bashar al-Assad y diversas milicias chiitas en Irak y Yemen. No obstante, los acontecimientos recientes, incluidos los ataques israelíes contra posiciones de Hezbolá y la caída del gobierno sirio, han debilitado significativamente la posición de Teherán en la región.

El vacío de poder dejado por Irán ha permitido que Turquía emerja como un actor de creciente protagonismo. Bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdogan, Ankara ha impulsado una estrategia de proyección de poder regional, reforzando su presencia en el norte de Siria y el norte de Irak con el argumento de contener a los movimientos separatistas kurdos (International Crisis Group, 2024). Además, ha consolidado sus relaciones con actores suníes, proyectándose como una alternativa de liderazgo en el mundo islámico y posicionándose como un potencial contrapeso a la creciente influencia israelí

Israel y Turquía: Una Nueva Rivalidad Estratégica

El nuevo equilibrio geopolítico de Medio Oriente en 2025 está definido por una intensificación de la competencia entre Israel y Turquía. La ofensiva israelí en Gaza tras los ataques terroristas del 7 de octubre ha generado un entorno de mayor inestabilidad, favoreciendo la proyección de Turquía en la región. Mientras Israel ha logrado debilitar a sus enemigos tradicionales, como Irán y Hezbolá, Ankara ha capitalizado estos eventos para fortalecer su presencia en territorios estratégicos.

Según el Middle East Policy Council (2024), la rivalidad entre Israel y Turquía se verá amplificada debido a sus prioridades estratégicas divergentes. Israel ha desplazado su foco de preocupación desde las milicias chiitas respaldadas por Irán hacia los grupos radicales suníes, que han ganado protagonismo en el escenario post-iraní. Por su parte, Turquía busca consolidar su influencia en la frontera sirio-iraquí y contener el separatismo kurdo, lo que la lleva a mantener una política de expansión territorial y militar.

Transformaciones Políticas en Irán

El escenario político interno en Irán atraviesa una etapa de incertidumbre sin precedentes. La pérdida de influencia en Siria y Líbano, sumada a la presión económica derivada de las sanciones internacionales, ha generado un escenario de tensión dentro del régimen. La pugna entre facciones pragmáticas y sectores radicales dentro de la estructura de poder iraní marcará los próximos años, condicionando la capacidad del país para redefinir su estrategia regional.

En el corto plazo, se espera que los sectores más pragmáticos busquen un acuerdo con Estados Unidos para aliviar la crisis económica y política. Sin embargo, tanto Washington como Teherán enfrentan restricciones internas que dificultan una negociación efectiva. De manera simultánea, la militarización del régimen iraní se intensificará, con un mayor control del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) sobre las instituciones estatales (RAND Corporation, 2024).

Las Potencias Árabes en un Nuevo Escenario Geopolítico

Con la reducción de la influencia iraní, las monarquías del Golfo y otras potencias árabes han modificado su enfoque estratégico. En lugar de concentrarse exclusivamente en la contención de Irán, ahora enfrentan un doble desafío:

Prevenir la consolidación de Turquía como nueva potencia hegemónica en la región. Definir un marco de cooperación con Israel, especialmente en torno al conflicto palestino. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos han fortalecido sus relaciones con Israel en el ámbito económico y de seguridad, mientras que Egipto y Jordania intentan evitar que la crisis palestina afecte su estabilidad interna. En este contexto, la diplomacia árabe busca equilibrar sus relaciones con actores clave y evitar un desbordamiento de los conflictos regionales en sus propios territorios.


Rusia en la Competencia Geopolítica


Al igual que Irán, Rusia ha experimentado un declive en su influencia en Medio Oriente tras la caída del régimen sirio. Sin embargo, Moscú mantiene una estrategia de consolidación de su presencia en la región, utilizando su capacidad de negociación con Ankara y Teherán como herramienta de influencia (Chatham House, 2024).

Uno de los aspectos clave de la proyección rusa en Medio Oriente es su cooperación con Irán, particularmente en el Cáucaso. Azerbaiyán, debido a su estrecha relación con Israel, se ha convertido en un punto de fricción con Teherán. Según el Carnegie Endowment for International Peace (2024), esta dinámica no solo afecta la estabilidad en el Cáucaso Sur, sino que también condiciona el futuro de la estrategia rusa en Eurasia y su competencia con Occidente.

Consideraciones Finales sobre la Dinámica Regional

Medio Oriente enfrenta una reconfiguración del equilibrio de poder sin precedentes. La creciente rivalidad entre Israel y Turquía marcará el desarrollo de las dinámicas estratégicas en la región. Irán, debilitado, buscará reorganizar su estrategia interna mientras intenta mantener su influencia en áreas clave. Las potencias árabes, por su parte, redirigen su atención hacia la gestión del conflicto palestino y la contención de la influencia turca. Rusia, en tanto, maniobra en el complejo escenario regional con el objetivo de consolidar su presencia en el Cáucaso.

En este contexto, la estabilidad regional dependerá de la capacidad de los actores para negociar y establecer nuevos equilibrios de poder. Las dinámicas geopolíticas actuales sugieren que las alianzas serán más flexibles y transaccionales, en función de intereses estratégicos cambiantes.

https://reporteasia.com/opinion/2025/02/03/transformaciones-en-medio-oriente-reconfiguracion-del-poder/

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