Febrero de 2024
Por qué América Latina es vital para resolver la crisis alimentaria mundial.Pablo Borquez Schwarzbeck
El mundo se enfrenta al importante reto de garantizar alimentos nutritivos y sostenibles para una población en crecimiento.
La malnutrición y las disrupciones de la cadena de suministro por el cambio climático han creado una necesidad urgente de suministro fiable de alimentos, acelerada por la inestabilidad geopolítica.
América Latina está estratégicamente situada para hacer frente a la escasez mundial de alimentos, ya que ofrece tres ingredientes vitales: un enorme potencial de producción, neutralidad geopolítica y una sólida oferta de mano de obra.
La humanidad se enfrenta a amenazas sin precedentes para la seguridad alimentaria. El cambio climático y las crecientes disrupciones de la cadena de suministro amenazan la capacidad del mundo para satisfacer la creciente demanda de alimentos ricos en nutrientes por parte de la población mundial.
Con un enorme potencial de producción, lazos comerciales establecidos con las mayores economías del mundo y una sólida fuente de mano de obra, América Latina está preparada para desempeñar un papel fundamental en la lucha contra la escasez mundial de alimentos.
Escasez y disrupciones de la cadena de suministro provocan turbulencias geopolíticas
Las estadísticas son alarmantes: casi 900 millones de personas se enfrentaban a una grave inseguridad alimentaria en 2022. Según las previsiones de la ONU, la población mundial alcanzará casi los 10 000 millones en 2050, por lo que se estima que necesitaremos un aumento del 60% en la producción de alimentos para satisfacer la demanda.
Además, hay que alimentar al mundo pero hacerlo de forma que se maximicen los efectos positivos para la salud. La desnutrición es un grave problema mundial. Lo que realmente necesitamos es combatir la escasez mundial de alimentos con alimentos que tengan el máximo valor nutritivo.
La desnutrición es un grave problema mundial.
Cultivar alimentos nutritivos en abundancia es cada vez más difícil como consecuencia de la disrupción del clima. Vivimos en un mundo que ya se enfrenta a la reducción de las tierras cultivables y a los efectos del cambio climático. Se prevé que la producción mundial de alimentos crezca un 8% menos con el cambio climático que sin él. Se espera que el rendimiento de frutas y verduras disminuya un 6% en un escenario de cambio climático.
Los retos que plantean tanto la disrupción de la cadena de suministro causada por el clima como la malnutrición se traducen en un aumento de las turbulencias e inestabilidad geopolíticas. Durante la pandemia vimos cómo los países acapararon alimentos para luchar contra la inflación de precios, ignorando acuerdos comerciales de larga data y amenazando alianzas geopolíticas. Desde la pandemia, las cadenas de suministro globales se han visto afectadas por la volatilidad como consecuencia de los cambios en las relaciones internacionales: la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la invasión rusa de Ucrania y ahora las renovadas hostilidades entre Israel y Hamás.
La combinación de estos factores -malnutrición y disrupción de la cadena de suministro por el empeoramiento del cambio climático- ha creado la necesidad urgente de un suministro de alimentos más fiable en el contexto de una situación política más inestable.
El papel y la oportunidad de América Latina
América Latina se encuentra en una posición privilegiada para consolidar su condición de principal proveedor mundial de frutas y hortalizas. La región es ya una superpotencia agroindustrial, con cerca de una cuarta parte de las exportaciones mundiales de productos agrícolas y pesqueros. A título de perspectiva, otra superpotencia agrícola, Asia, solo exporta el 6% de su producción.
América Latina posee la mayor superficie agrícola y disponibilidad de agua per cápita: con solo el 15% de la superficie terrestre mundial, recibe el 29% de las precipitaciones globales y dispone del 33% de los recursos renovables mundiales. Almacena el 40% del agua dulce del planeta.
Con una mano de obra total de más de 300 millones de personas, todo está dispuesto para que las naciones de América Latina catapulten la capacidad de crecimiento de la región. Para 2050, América Latina podría suministrar entre dos y tres de cada cinco frutas y hortalizas a nivel mundial (según datos de la producción histórica de América Latina y el mundo y el rendimiento de las exportaciones entre 2010 y 2020).
La capacidad de producción está ahí; también lo está la ventaja geopolítica. Gran parte de las frutas y hortalizas que produce la región se exportan a otros mercados geopolíticos críticos como Estados Unidos, la UE y China. De hecho, más del 60% de toda la producción mexicana se exporta a EE. UU. En otras palabras, en un mundo más poblado y con más inseguridad alimentaria, América Latina ya sirve de cesta de fruta a los socios comerciales más poderosos del mundo.
América Latina no mantiene lealtades exclusivas, tratados ni favores particulares con ninguna de las grandes economías que se disputan actualmente el dominio mundial. Citando a Mauricio Cárdenas, Investigador Principal Global del Center on Global Energy Policy de Columbia, América Latina es "un socio seguro y fiable que no tiene interés ni capacidad para iniciar guerras internacionales".
Si se gestiona bien, esta neutralidad crea poder de negociación y oportunidad para aprovechar la dependencia de las mayores economías del mundo de los productos agrícolas latinoamericanos en el contexto geopolítico más amplio. En un mundo que se enfrenta al reto de satisfacer las crecientes necesidades nutricionales de su población, América Latina está muy bien posicionada.
Además, muchas naciones latinoamericanas cuentan con una población con buen nivel de inglés, otro impulso que les permite acceder a los mercados internacionales con facilidad.
¿Cómo aprovecha América Latina su potencial?
Los próximos años son cruciales para que América Latina se consolide como proveedor mundial de alimentos.
La región debe seguir aumentando su capacidad de alimentar al mundo con alimentos nutritivos, invirtiendo en infraestructuras, incrementando el acceso a la tecnología y al conocimiento en toda su extensión territorial, mejorando la sostenibilidad financiera de las empresas productoras y sensibilizando a la opinión pública mundial sobre el potencial agrícola regional.
América Latina también debe seguir manteniendo relaciones comerciales sólidas pero neutrales con las mayores economías del mundo. Los gobiernos nacionales de toda la región pueden facilitar el crecimiento continuo del comercio implementando políticas que creen una mayor transparencia y eficiencia, sustituyendo la incertidumbre por previsibilidad y estabilidad de mercado.
Con su vasto potencial de producción agrícola, sus profundos lazos comerciales con las mayores potencias económicas del mundo y su emergente condición de proveedor global de alimentos nutritivos, América Latina está preparada para desempeñar un papel vital en la alimentación del mundo. Al hacerlo, tiene el potencial de aumentar su relevancia geopolítica, elevando a la región y a su gente.
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