Noviembre de 2022
Algunas naciones latinoamericanas han asumido el reto de cambiar su matriz energética mediante utilización de energías renovables como el hidrógeno veCRONICON
¿Qué es hidrógeno verde (H2V) y para qué sirve? Es aquel elemento químico que se produce a partir de energías renovables. Se obtiene mediante electrólisis, que consiste en emplear una corriente eléctrica para romper la unión molecular de oxígeno e hidrógeno del agua, y así extraer el segundo con el fin de usarlo como energía. Al no emitir gases contaminantes en el proceso, el hidrógeno verde se ha vuelto un sustituto para los combustibles fósiles en sectores difíciles de descarbonizar, como la aviación o el transporte marítimo.
Se puede afirmar entonces que el hidrógeno verde se logra mediante el uso de energías renovables en su producción, bajas en emisiones, lo que lo convierte en un combustible limpio, sostenible y con un índice de contaminación cero que puede ser clave no solo como vector energético, sino como materia prima. Se distingue de otros métodos de producción, como la producción del hidrógeno gris, que se obtiene con la técnica de reformado por vapor de gas natural y que representa el 95 % del mercado comercial actual.
Industria prometedora
En América Latina, algunos países vienen dando los primeros pasos en aras de desarrollar la industria del hidrógeno verde, aprovechando su potencial para la producción de energías renovables, principalmente solar y eólica.
El H2V es utilizado como combustible para el transporte, la generación de energía, las actividades industriales y tiene la singular ventaja de que no emite gases de efecto invernadero cuando se quema, pero a menudo se ha obtenido como subproducto de procesos contaminantes. Sin embargo, su reciente giro “verde” ha sido objeto de un gran revuelo en la industria y los medios, y se refiere al gas hidrógeno que se produce utilizando fuentes de energía renovable sin emisiones.
Las emisiones del sector energético en América Latina y el Caribe representan 43 % del total, según datos del neoliberal Banco Mundial. Esto obliga a los países a impulsar un cambio en su matriz energética, de manera de limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 1,5°C, en línea con el Acuerdo de París del 2015.
Para los partidarios de la producción del hidrógeno verde, no se lograrán cumplir las metas del Acuerdo de París si se continúa el actual proceso de realizar pequeños movimientos. Se requiere, afirman, de hechos revolucionarios como la producción de H2V, que afecta a todas las cadenas de valor, para alcanzar esa meta climática.
Algunos analistas consideran que las naciones latinoamericanas tienen en el hidrógeno verde la oportunidad de exportar este combustible, mientras que para otras, lo primordial es utilizarlo para la producción local de productos secundarios; ya sea para el desarrollo de combustibles sintéticos, fertilizantes limpios, electromovilidad y otro sin fin de usos tanto industriales como domésticos.
En ese sentido, el hidrógeno verde constituye un mecanismo idóneo de mitigación ante los efectos del calentamiento global.
Actualmente Chile, es el país con el mayor índice de utilización de H2V en la región, aunque el 68 % de su matriz energética todavía se sustenta en combustibles fósiles, ha logrado diseñar una estrategia nacional con metas específicas, logrando producir el hidrógeno verde más barato del planeta (menor a los 1,5 dólares/Kg al año 2030).
Junto con Chile, Colombia es otro de los países de la región que avanza en el desarrollo de H2V. Además de publicar su hoja de ruta para el sector en 2021, estableció incentivos tributarios para proyectos de hidrógeno verde y azul (generado con energía fósil pero que contempla la captura de las emisiones), con el objetivo de atraer inversiones.
Colombia espera reducir 51 % sus emisiones para 2030 y el desarrollo de H2V es central en ese propósito, más aún cuando el Gobierno de Gustavo Petro está comprometido en impulsar el cambio de matriz energética. Para ello se cuenta con la denominada Ley de Transición Energética en la que se destaca la generación de hidrógeno verde.
Por su parte, Uruguay también incorporó la utilización del H2V en su Estrategia Climática de Largo Plazo y está impulsando una convocatoria para el desarrollo de proyectos pilotos que aún se encuentra en proceso.
La intención es que los países que han asumido el compromiso de producir H2V lo utilicen como una energía limpia, de transición, que no tenga colateralidad ambiental.
En el caso uruguayo su objetivo es comenzar a producir H2V en 2025, según consta en su hoja de ruta. Para ello el país cuenta con ciertas ventajas internas que le van a posibilitar posicionarse como proveedor de combustibles alternativos verdes ante los nuevos mercados, como su ya desarrollado sector de energías renovables. En la actual coyuntura el país genera 98 % de su electricidad de fuentes renovables.
En Argentina se han dado pasos tímidos. Si bien en 2006 el país aprobó la Ley Nacional de Promoción del Hidrógeno, la misma aún no ha sido reglamentada y es prioritario hacerlo para que se puedan promover inversiones en este renglón energético. Sin embargo, el país también se enfrenta al poderoso sector de los combustibles fósiles que abastece a casi 80% de su matriz energética y el cual no está dispuesto a perder privilegios.
Transnacionales ya disponen de proyectos en operación
El Banco Mundial sostiene que América Latina cuenta con la potencialidad para convertirse en una de las regiones más importantes del mundo en la producción de H2V para 2030. En ese sentido, el último informe regional señaló que si bien tienen diferentes grados de avance, ya existen en el continente unos 13 proyectos operacionales y más de 70 en desarrollo.
Chile, por ejemplo, cuenta con casi una treintena de iniciativas que van desde la aplicación de hidrógeno en el transporte público y de carga, hasta la producción de metanol o amoniaco verde para la industria de explosivos.
Ya varias transnacionales se aprovechan de la potencialidad de recursos energéticos en Latinoamérica para consolidar sus negocios. En efecto, Proyectos en desarrollo como el H2 Magallanes impulsado por la empresa francesa Total Eren, que incluirá instalaciones portuarias; el piloto Haru Oni, de la empresa chilena HIF, la italiana Enel Green Power y la multinacional Siemens Energy, que apostará a la creación de e-combustibles en la región de Magallanes; o el proyecto HyEx, de la energética francesa Engie y la chilena Enaex, en Antofagasta, son algunos de los más relevantes.
Colombia tiene más de 10 proyectos a estudio, y las áreas de aplicación van desde la construcción de un hub de H2V que abastezca la industria siderúrgica, hasta la producción del combustible a partir de excedentes de energías renovables, movilidad y uso industrial. Se destacan, por ejemplo, una iniciativa de hidrógeno verde ya operativa en la refinería de Cartagena de la empresa nacional Ecopetrol, alimentada por paneles solares, y otro proyecto de la proveedora de gas natural Promigas.
Uruguay, por su parte, trabaja en el piloto H2U, una estrategia que podrá ser aplicada tanto en el transporte pesado como en la producción de amoniaco y fertilizantes verdes. Y desde el sector privado, la compañía alemana Enertrag en cooperación con la uruguaya SEG Ingeniería, impulsan el proyecto Tambor Green Hydrogen Hub, una planta de producción de H2V y derivados como metanol en Tacuarembó.
Argentina, en tanto, ya tiene en funcionamiento una planta de producción de hidrógeno limpio en Comodoro Rivadavia gestionada por la empresa local Hychico. Y las autoridades anunciaron meses atrás el desembarco del proyecto Pampas en la provincia de Río Negro, una iniciativa millonaria enfocada en la producción de H2V a escala industrial liderada por la empresa australiana Fortescue Future Industries.
Entre la expectativa de acceder a un potencial mercado millonario y las dificultades que supone la puesta en marcha de una nueva tecnología, la carrera por ser el líder regional en hidrógeno verde ya comenzó y las transnacionales energéticas se frotan las manos. En el entretanto, América Latina se dispone a definir sus próximos movimientos de cara al futuro.
Uno de los puntos que aún genera cuestionamientos respecto a la sostenibilidad del hidrógeno verde es el consumo de agua necesario para su producción, en una región que ha sido afectada por sequía, desde Chile a Brasil.
Es que para obtener una tonelada de este combustible se requerirían alrededor de nueve toneladas de agua, lo que podría suponer dificultades para los lugares que no dispongan de este recurso en abundancia.
Otro de los desafíos será articular los avances tecnológicos con las políticas públicas, así como implementar las diferentes iniciativas de forma armónica con las comunidades urbanas e indígenas. Para ello se requerirá generar una sinergia entre el accionar público y privado, que permita un desarrollo sostenible de la industria a largo plazo.
Dado el actual contexto geopolítico actual, afectado por la guerra entre Rusia y Ucrania, en el que los países europeos tienen serias dificultades para comprar energía a su principal proveedor, hoy la seguridad energética constituye un factor de seguridad nacional y abre la puerta a nuevas oportunidades de mercado para América Latina.
El momento del mercado de combustibles, en consecuencia es favorable para el desarrollo de esta industria y un aspecto que los países latinoamericanos pueden aprovechar para avanzar en el afianzamiento de la producción de combustibles como el H2V que pueden contribuir además a aplacar los efectos del colapso climático a nivel planetario.
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