Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Abril de 2022

La Dinámica de la Globalización. Signos de su realidad
Carlos Alberto Navarro Fuentes


betoballack@yahoo.com.mx

En este breve ensayo intentamos ofrecer una perspectiva sobre el funcionamiento y las consecuencias humanas que ha venido provocando el proceso globalizatorio en el “Sur global”, de modo que nos permita situar de manera más clara la relación entre el fenómeno de la globalización y el impacto que este tiene sobre la población, de modo que la pregunta sobre el desarrollo comienza a surgir como algo necesario para enfrentar el acuciante contexto que se viene produciendo, a pesar de la apoteosis que circula mediática y retóricamente por las instituciones oficiales nacionales e internacionales a propósito de la globalización. El neoliberalismo de la globalización ha venido ocasionando la demolición de las economías tradicionales que, cualesquiera fueran sus ineficiencias, eran muy intensivas en generación de empleos y por eso ayudaban a la supervivencia y desarrollo económicos de muchísima gente. Asimismo, ha creado más y más "puentes" a través del comercio y las telecomunicaciones, conectando a la población de muchos países alrededor del mundo. No obstante, paralelamente a través de las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), han contribuido a aumentar el grave endeudamiento de más y más naciones fuera del Primer Mundo. Entre las consecuencias más inmediatas se encuentra el hecho de que la lucha por la supervivencia ha conculcado en estrategias y formas más violentas, temerarias y rapaces para subsistir en esta aldea global: individuos enfrentados en las propias comunidades a las que pertenecen; individuos que teniendo que desplazarse de su lugar de origen se ven confrontados por grupos o sectores sociales en la comunidad de destino, muchas veces orillados y empujados cada vez con mayor fuerza y frecuencia a optar por sumarse a la dinámica de los tráficos ilegales: drogas, contrabando humano (tráfico ilegal de mujeres y niños para su comercio sexual ha crecido) y de animales en peligro de extinción, recursos naturales (extracción de minerales como oro, litio, plata, materias primas, maderas preciosas, etc.), entre otras formas criminales de ganarse el sustento diario. La dinámica, logística y ciclo vicioso de estas formas de intercambio comercial ocurren en parte como producto y resultado a la vez de la realidad e infraestructura que implica la globalización.

El tamaño de las urbes actuales, devoradoras de las anteriores ciudades en crecimiento viene asociado con diversos problemas sociales, económicos y políticos. En muchos sentidos, el término “globalización”, con sus efectos y costos sociales es visto generalmente como un fenómeno negativo para el Sur global. Aunado a lo anterior, la creciente privatización (neoliberal) sobre el espacio público y sobre el espacio rural pone a millones de seres humanos, en su mayoría campesinos, al borde de la muerte. Para muchos de ellos, el narcotráfico -entre otros tráficos- ha podido significar como hemos visto en los últimos años, una de las pocas oportunidades que les restan para sobrevivir; la otra, la migración hacia las urbes o hacia Estados Unidos. Empeorando en el primer caso muchas veces su situación propia y la de aquellos que habitan en el lugar de llegada, luego de aumentar la presión sobre la oferta laboral y los precios de los bienes, servicios e inmuebles, en particular; y, espacial en general, donde principios asociados a la identidad, pertenencia, lengua y otros aspectos de índole cultural entran en tensión. Este tipo de privatización ha creado con el tiempo una masa de migrantes empobrecidos que buscan en la ciudad el último lugar donde creen que pueden encontrar mejores oportunidades para subsistir y resistir.


Las formas de coacción pueden significar la continuidad de relaciones de subordinación de antigua data. Estas situaciones que estarían en vías de desaparición se refuerzan cuando crecen los índices de desocupación en aquellos sectores más vulnerables, como pueden ser los casos de las mujeres, inmigrantes ilegales y niños…El alejamiento de las formas clásicas de explotación capitalista ubica a estos sujetos marginales en situaciones caracterizadas por la “persistencia de formas de fijación”, determinadas, en algunos casos, por la coacción física y económica –utilización de indígenas y formas semiserviles en obrajes y plantaciones-, y en otros, por la imposibilidad de acumulación a los fines de obtener las condiciones de un trabajador estable. Al tiempo que crece la desocupación y se multiplica el trabajo precario e informal, este fenómeno es presentado cada vez más desligado de las relaciones capitalistas. Sin embargo, esto mostraría no un trabajo independiente sino la imposibilidad de intercambiar la propia fuerza de trabajo o de vender servicios a cambio del pago de jornadas de trabajo o de trabajos realizados. Si bien esto muchas veces es leído como un fenómeno de trabajadores flotantes sin inserción, desde esta perspectiva se trataría de sectores establecidos en la estructura y funcionales a ella, a pesar de que se insista en demostrar que la presencia de estos sectores es negativa para el sistema, ya que en primer lugar, representan una carga social a la que se debe proveer de salud, educación, etc.; en segundo lugar, no son sectores políticamente estables, y, en tercer lugar, supuestamente no aportan al crecimiento económico. Irradian marginalidad y se constituyen así en “los no absorbidos”, “los inarticulados”, “los innombrables”, “los excluidos”; una “masa marginal”, excedente, considerada como constitutiva de la superpoblación relativa de Marx (2004: 65).

En alusión a la cita anterior, podeos ejemplificar con lo que podríamos denominar: “delincuencia organizada transnacional”, la cual, examinando cuidadosamente varios elementos fundamentales, nos lleva a la siguiente definición que se utilizó en el informe sobre los resultados del Cuarto Estudio de las Naciones Unidas sobre tendencias delictivas y funcionamiento de sistemas de justicia penal, y que podría aplicarse a una diversidad de casos, como: las infracciones cuyo inicio, consumación o efectos directos abarcan a más de una jurisdicción nacional. Sin embargo, “delincuencia transnacional” es un concepto amplio que abarca delitos distintos que corresponden, principalmente y a veces de modo simultáneo, a las categorías de delincuencia organizada, delincuencia de empresa, delincuencia profesional y delincuencia política. En términos analíticos parecería fácil distinguir entre estos tipos de delitos, por ejemplo, “puede sugerirse que los delitos de carácter organizado son perpetrados normalmente por empresas ilícitas, mientras que la delincuencia de empresa puede identificarse con la conducta ilícita de sociedades legítimas para reducir costos y aumentar al máximo las utilidades” (Fijnaut, Bovenkerk, Bruinsma & Bunt, Henk, 1998: 10).

Asimismo, citando a Howard Abadinsky, podría postularse también que, “mientras que los delincuentes profesionales se abstienen por lo general de intimidar a los funcionarios y organismos oficiales y ejercer violencia contra ellos, los miembros de los grupos delictivos organizados tienden a utilizar la intimidación y la violencia y están en condiciones de hacerlo” (Abandinsky, 1983: 25). También es cierto que los grupos terroristas que se dedican a la delincuencia organizada tienen características que los distinguen de las organizaciones delictivas más convencionales, y una de las principales diferencias es que persiguen objetivos distintos. “Sin embargo, estas distinciones no alteran el hecho de que es extremadamente difícil definir distinciones precisas entre delincuencia organizada y de empresa” (Ruggiero, 1996). Pueden suscitarse controversias si se centra la atención en el adjetivo “transnacional”, que implica que los tipos de delitos que se examinan se cometen invariable y exclusivamente en el plano transfronterizo. Ello no siempre es así. La mayoría de los mercados ilícitos proporcionan un ejemplo. Los bienes ilícitos se producen a nivel local y sólo su distribución es internacional. Otro ejemplo es la trata de personas, en que se engancha a los migrantes indocumentados en determinadas localidades y únicamente las operaciones de trata adquieren carácter internacional. Además, muchos grupos organizados convencionales deben su poderío internacional a los recursos que acumulan en su entorno local específico y a la utilización de dinero negro en su financiación mediante los paraísos fiscales y los mercados financieros globales.

La utilización masiva del “dinero negro” es un escándalo que debería movilizar a la opinión pública, ya que constituye una clara situación de alarma social, pero no lo hace. Es deprimente constatar que nos vamos acostumbrando a convivir con la delincuencia organizada que lucra del tráfico de drogas y de la venta de armas a países pobres, con las mafias que operan desde hace años en la inversión y construcción de infraestructura, y con todo el dinero del crimen organizado que se blanquea impunemente en nuestros bancos, los mal llamados “paraísos fiscales” y en contubernio con las elites locales incrustadas dentro y alrededor del estado-gobierno, sea en su disfraz de políticos y servidores públicas, sea en su rol como empresarios y hombres de negocios.

Pero lo más inadmisible socialmente de estos paraísos fiscales no es que faciliten la delincuencia criminal a gran escala, sino que constituyan el instrumento más importante para hacer posibles y legales los escandalosos beneficios de las grandes empresas transnacionales, la banca internacional y otras entidades financieras. Las economías ilícitas así, van convirtiéndose poco a poco en parte de la idea de “desarrollo” económico y social del programa de la globalización neoliberal a nivel local, regional y mundial. El grado de deshumanización y desmoralización que esta situación provoca no es fácilmente medible. Las grandes corporaciones transnacionales evaden a veces legalmente y otras de forma fraudulenta el pago de sus impuestos, lo cual sumado a la repatriación de capitales y la creación de empresas fantasma utilizadas para lavar dinero, empeoran el presente y el futuro de las poblaciones de los países en desarrollo, puesto que si ponemos en relación lo anterior con la también penuria dramática de los recursos públicos de sus respectivos gobiernos, el desarrollo continúa siendo apenas un discurso de promesas de campaña política.

Las empresas transnacionales escapan del pago de impuestos de múltiples formas, bien aprovechando lagunas legales, bien actuando directamente de manera ilegal. Lo más frecuente es utilizar mecanismos perfectamente conocidos como son las transferencias de precios, la liquidación de activos o el traslado de la propiedad intelectual. El último informe de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) reveló que Estados Unidos perdió millones de dólares de recaudación impositiva por el uso de las transferencias de precios. Grandes empresas como Boeing, Halliburton, Morgan Stanley, Pepsi, Citigroup y Xerox están constituidas en paraísos fiscales o tienen en ellos gran parte de sus filiales, lo que les permite declarar menos ganancias de las que tienen y pagar muchos menos impuestos, lo que no les impide seguir beneficiándose del dinero de los contribuyentes a través de contratos gubernamentales. El secretario general de la CIOSL declaró en la presentación pública de este revelador informe que la cantidad de dinero que se pierde anualmente debido a los paraísos fiscales equivale a seis veces lo requerido para financiar una educación primaria universal. En este momento en que las empresas están obteniendo mayor rentabilidad que nunca por productividad, cuando las empresas están declarando mayores ganancias que nunca y cuando se están erosionando las redes de seguridad social patrocinadas por los empleadores, ¿no sería justo que las grandes empresas devolvieran algo al fondo destinado a gastos públicos? Después de todo, dichas empresas pueden seguir siendo competitivas precisamente gracias a las inversiones que los gobiernos hacen en infraestructura y educación.

Algunos empresarios han dado un paso más y se encargan personalmente de conseguir los trabajadores ilegales, prescindiendo de agencias. Regularmente se descubre tanto a grandes empresas como a subcontratistas de menor envergadura empleando “inadvertidamente” a trabajadores indocumentados…En los países ricos preferidos por los emigrantes, la afluencia de indocumentados está causando estragos en unos mercados laborales que, por otra parte, ya han sufrido recesiones y cambios estructurales como la deslocalización. Y si se erosiona la protección laboral y decae la afiliación sindical, los indocumentados se convierten meramente en “ejército de reserva” en el sentido que daba Marx al término: una reserva de trabajadores dóciles y baratos cuya disponibilidad presiona a la baja sobre el precio del trabajo y la calidad de las condiciones laborales (Naím, 2006: 124-125).

Cada vez se justifica menos que los gobiernos sigan argumentando que tienen que bajar los impuestos porque necesitan atraer inversiones extranjeras directas, pues en el informe se demuestra claramente que no existe ninguna correlación entre las generosas exenciones de impuestos a las empresas en los distintos países y el aumento de las inversiones extranjeras en ellos. Incluso hay evidencias de que las empresas que más se han beneficiado de las exenciones fiscales, más han reducido sus inversiones marchándose a otros países o a los propios paraísos fiscales. La escandalosa injusticia que supone la evasión generalizada de impuestos y el fraude a la sociedad seguirá acrecentándose mientras continúe la promoción impune de los paraísos fiscales extraterritoriales.

El problema es grave porque este universo paralelo y secreto plagado de testaferros y fideicomisos, donde resulta cada vez más difícil que las autoridades fiscales y judiciales investiguen lo que está realmente sucediendo y quién se está beneficiando, acaba socavando las bases de las sociedades democráticas y creando oportunidades para toda clase de actividades ilícitas. No sólo posibilita que la evasión y el fraude fiscal pasen desapercibidos a los ojos de los ciudadanos, sino que permite que no se detecten otros delitos igualmente graves como el blanqueo de capitales, el narcotráfico, el tráfico de personas, la financiación de grupos terroristas, y un largo etcétera. “Los economistas y sociólogos han llegado a la conclusión de que lo que impulsa la emigración no es la penuria, o la pobreza absoluta, sino la pobreza relativa, esto es, el sentimiento de que a uno le podría ir mucho mejor en algún otro lugar” (Naím, 2006: 140). Muchos pequeños estados con actividades extraterritoriales, y también otros países más grandes como Suiza, Reino Unido y Luxemburgo que ejercen igualmente como paraísos fiscales, son en gran parte responsables del problema de la injusticia fiscal en el planeta. Pero son las naciones más ricas las que tienen la mayor responsabilidad, porque se benefician de ellos y han contribuido de alguna manera a crear unos sistemas que contribuyen al desequilibrio en la distribución de la riqueza en el mundo, condenando a la pobreza a la gran mayoría de la población del planeta. ¿Qué se puede hacer? Existen muchos campos en los que una presión social bien canalizada puede ayudar a dar pasos sustantivos en la abolición de los “paraísos fiscales”, y sin duda uno de gran significación política sería conseguir el no reconocimiento jurídico en ningún país de las sucursales financieras y empresas pantalla creadas en los centros financieros extraterritoriales considerados paraísos locales. En el campo de la responsabilidad social corporativa, por ejemplo, hay que presionar socialmente para conseguir que exista un registro público de pagos fiscales de las empresas en el que figuren la totalidad de los países en que opera cada corporación transnacional, los nombres de las filiales en dichos países, las ventas de la empresa, tanto a empresas de su propio grupo como a otras compañías; y, los costes laborales y los impuestos pagados en cada país.

Igualmente, habría que lograr una nueva base para la tributación de las empresas transnacionales y decretar el término en términos absolutos del secreto bancario. Por un lado, al menos en el caso mexicano, si una persona física por el motivo que sea no paga a tiempo su cargo de telefonía celular es reportado y acusado de “impago” y deudor en el buró de crédito, incluso si el adeudo es de 20 centavos. Pero el secreto bancario permite -extraoficialmente- operaciones económicas y transferencias financieras de naturaleza ilícita, ilegítima y con cero transparencia: financiación de campañas políticas, lavado de dinero, depósitos y movimientos derivados del narcotráfico y otros tipos de tráfico, evasión de impuestos, compra-venta de armamento (lotes) o de expropiación de tierras bajo el régimen de expropiación disfrazada y/o propiedad de la nación para usufructo de particulares, entre muchos otros.

No tiene sentido seguir gravando a las empresas sobre bases nacionales cuando estas pueden operar simultáneamente en cien o más países. Cuando una compañía actúa globalmente es inevitable que surjan problemas fiscales, porque el impuesto se aplica localmente. Otra línea de presión sobre los gobiernos que han venido haciendo los críticos de la llamada globalización neoliberal alrededor del mundo, sería la de forzar el establecimiento de impuestos globales tipo Tasa Tobin o algo parecido sobre los flujos de capital especulativo, cuya recaudación sirviera para combatir las consecuencias más perversas de la globalización -hambre y pandemias-, así como para incrementar la ayuda a los países empobrecidos y resguardar los bienes públicos mundiales. Queda claro que para lograr lo anterior sería necesario contar con una Autoridad Fiscal Global, que empezando por el ámbito europeo sea capaz de promover una armonización justa de los sistemas fiscales nacionales que evite la competencia fiscal nociva entre estados, y de realizar el seguimiento del impacto de las nuevas políticas fiscales sobre los modelos actuales de comercio y de inversión. El neoliberalismo como dogma del capitalismo contemporáneo (global) hace aparecer a la globalización como insuperable, como paradigma del desarrollo sin otras alternativas posibles. La globalización neoliberal va haciendo realidad el capitalismo de estado, siendo el neoliberalismo la economía política de la globalización y el tejido social fragmentario y atomizado sobre el cual los ciudadanos intentan practicar su subjetividad en las facetas de votante, cliente, consumidor, espectador, usuario, entre otros, por un lado; y de ser humano, habitante, persona, trabajador, individuo perteneciente a una comunidad en la que se comparten lengua, historias, tradiciones y costumbres, entre otros, por otro lado.

El hegemonismo del capitalismo en expansión globalizadora dota a la democracia, a la libertad y a la ciudadanía, entre otras cosas, de matices y perfiles más concernientes a la economía de libre mercado, que a categorías antes más identificables con la esfera sociopolítica. Si el globalismo es facilitado por este status quo en una sociedad con poca o nula oposición, se habla de una sociedad liberal y democrática, moderna; si hay oposición, se alude al antiprogresismo, enemigos de la democracia o de “la sociedad abierta”: las libertades individuales y el progreso. Afirma Moisés Naím: “Además, puede resultar demasiado caro, mermar su competitividad nacional, estimular la fuga de capitales, constituir una amenaza para poderosos grupos de electores, y en algunos países incluso ir contra los intereses personales de destacados políticos, funcionarios y altos mandos militares. Y ahí radica, precisamente, otro de los problemas a los que he aludido (2006: 197). De esta manera, el capital financiero abiertamente acumulacionista y cada vez más alejado del capital productivo, se espera neoliberalmente que actúe como “mano invisible” tan inteligente como providencialmente, como si con estos atributos fuese capaz de realizar por sí sola la distribución del ingreso, la riqueza y las tareas que el desarrollo humano requiere, lo cual como se ha visto en México y en otras naciones pobres, no ha ocasionado sino una mayor injusticia social. “El fenómeno actual de globalización es resultado de una tendencia inherente al capitalismo, desde sus inicios y sus componentes tiene una raíz histórica que cubre buena parte de la historia moderna. En otras palabras: su significado presente incluidas las contradicciones que niegan el fenómeno tiene un pasado ineludible” (Flores & Flores, 1999: 14). Lo anterior, puede traducirse también en que, finalmente el neoliberalismo se da en el imaginario de la globalización.

La globalización neoliberal acaba por agudizar injusticias y desigualdades históricas existentes y crea otras nuevas, al entrar en contradicción con las necesidades sociales más importantes, como la educación, la salud, la vivienda, la posibilidad de alimentarse nutritivamente, con paz y bienestar, sin las cuales ningún desarrollo humano y democrático es posible. Continuar con esta lógica en donde todo queda sometido a los designios del mercado y el capitalismo financiero ocasionará que en todo momento la amenaza de la violencia, la barbarie y la guerra estén presentes, pues este operar es profundamente antidemocrático en esencia y formalmente.

Bibliografía
Abadinsky, Howard. The criminal elite: professional and organized crime, Contributions in Criminology and Penology, no. 1, Westport, Connecticut, Greenwood Press, 1983.
Fijnaut, Cyrille, Bovenkerk, Frank, Bruinsma, Gerben & Bunt, Henk. Organized Crime in the Netherlands, La Haya, Holanda, Kluwer, 1998.
Flores Olea, V. y Flores, María. Crítica de la globalidad, dominación y liberación en nuestro tiempo, México, FCE, 1999.
Naím, Moisés. Ilícito. Como traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo, México, Debate, 2006.
Redondo, Patricia. Escuelas y pobreza. Entre el desasosiego y la obstinación, Buenos Aires, Argentina, Paidós Editorial, 2004.
Ruggiero, Vincenzo. Organized and Corporate Crime in Europe: Offers that Cant Be Refused, Dartmouth, EUA, Aldershot, 1996.


Notas:

1 Attac lleva años denunciando en toda Europa este estado de cosas y tratando de movilizar a la sociedad contra los paraísos fiscales. En España, este movimiento internacional nacido al calor de los Foros Sociales Mundiales, se propone desarrollar una campaña estatal por la Justicia Fiscal Global, una de cuyas primeras acciones ha sido publicar y divulgar entre los ciudadanos de lengua española el trabajo realizado por la Red por la Justicia Fiscal (TJN) y titulado “Hacednos pagar impuestos si podéis”, que puede ser consultado en la web de Attac http://www.attacmadrid.org/d/6/051115192058_php/051115192058.php. Attac, es la asociación por la tasa Tobin de ayuda al ciudadano.

2 La tasa Tobin es un hipotético impuesto sobre el flujo de capitales en el mundo que fue sugerido por el economista James Tobin en 1971, que recibió el Premio Nobel de Economía en 1981, cuya instauración a nivel internacional ha sido propuesta e impulsada por el movimiento ATTAC e Ignacio Ramonet. La Tasa Tobin consiste en pagar un impuesto cada vez que se produce una operación de cambio entre divisas, para frenar el paso de una moneda a otra y para, en palabras de Tobin, "echar arena en los engranajes demasiado bien engrasados" de los mercados monetarios y financieros internacionales. La tasa debía ser baja, en torno al 0,1%, para penalizar solamente las operaciones puramente especulativas de ida y vuelta a muy corto plazo entre monedas, y no a las inversiones.




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