Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Diciembre de 2021

El espejo de la historia: golpes de Estado y resurrección democrática en Honduras y República Dominicana
Matías Bosch


“Pues América es múltiple y es, sin embargo, una… la historia no es sólo un relato de lo que ya pasó, sino también y sobre todo, un espejo de lo que va a pasar”

Juan Bosch (1)

Breve nota al 29 de noviembre de 2021: Este breve ensayo fue escrito originalmente en octubre de 2009, a menos de tres meses de ocurrido el golpe de Estado que derrocó al presidente Manuel Zelaya y abortó el proyecto democratizador que él representaba desde la primera magistratura de esa nación. En sus palabras de conclusión decíamos que Zelaya había:

“liderado la posibilidad de que en Honduras surja con vigor una fuerza democrática, de carácter ciudadano y popular; una alternativa histórica. Tiene las condiciones para aglutinarla y liderarla. En Honduras nada volverá a ser igual, el pueblo ya sabe que puede construir algo nuevo y no lo que designen los caudillos en sus feudos”.

Luego de aquellos hechos y Zelaya estar desterrado en Costa Rica junto a su esposa Xiomara Castro y su familia, se dio su desplazamiento a Nicaragua, luego su regreso clandestino a Honduras, su asilo en la embajada de Brasil, y su nuevo exilio-destierro en República Dominicana. Finalmente pudieron retornar a su patria, además de fundar el Partido LIBRE (Libertad y Refundación).

El pueblo dominicano tuvo la gallardía de levantar en 1965 el primer contragolpe cívico-militar de la historia latinoamericana y lograr vencer, a no ser por la intervención norteamericana, y luego tener que sobrevivir a la dictadura de los Doce Años de Joaquín Balaguer, establecida por la bota invasora yanqui y mantenida con fraudes electorales, corrupción, asesinatos, persecución, desapariciones y destierros. Lamentablemente el proyecto de liberación nacional, a 2021, sesenta años después del ajusticiamiento del tirano Rafael Leonidas Trujillo, no ha podido ver la luz ni por la vía pacífica ni por la vía armada. Quedaron como posibilidades en el camino el proyecto de Bloque de la Dignidad Nacional, en los años 70, y luego el Partido de la Liberación Dominicana, creado como instrumento político del pueblo para transformar la nación dominada por el frente oligárquico.

Por su lado en Honduras, en estos momentos, y luego de haber sido candidata en 2013 y 2017, de sobreponerse a fraudes electorales, masacres y sentencias judiciales retorcidas para imponer la reelección del narcopresidente Juan Orlando Hernández, Xiomara Castro de Zelaya, esposa del expresidente Manuel Zelaya, acaba de ser electa como presidenta de Honduras, por el Partido LIBRE, tras doce años de resistencia. No solo es la primera presidenta mujer electa en su país, sino la más votada en las elecciones más concurridas y con mayor participación de la juventud en la historia hondureña. Lo hace ofreciendo el fin de “los abusos de poder” y conseguir con “democracia participativa” una “patria diferente, una patria justa, una patria equitativa”.

No debe dejar de mencionarse que así como el golpe de Estado y la invasión en República Dominicana, más la dictadura de Balaguer, fueron medidas útiles para neutralizar la posibilidad de una revolución en expansión en el Caribe, el golpe de Estado en Honduras (2) y los gobiernos narcotraficantes, entreguistas y despóticos de Roberto Micheletti, Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández han sido claves para mantener el dominio sobre Honduras y su uso en operaciones geopolíticas como el fracasado “Grupo de Lima”, para articular a la derecha regional. Ese régimen despótico y su función en el ajedrez de la dominación imperial ha sido silenciado y validado sistemáticamente por la prensa y los gobiernos aliados, como ocurre con Colombia. Hoy, con la victoria de Xiomara Castro de Zelaya, ese proyecto sufre un nuevo y serio revés en Centroamérica.

Resumen: El estudio de la realidad latinoamericana cobra especial riqueza y capacidad de inferencia cuando se hace desde el prisma de la globalidad histórica. Mirar lo sucedido en Honduras en 2009 y en la República Dominicana en 1963, a partir de ciertos paralelismos existentes, puede ayudar a ver qué fuerzas se mueven bajo la superficie de hechos aparentemente específicos y aislados, en el tiempo como en el espacio. Asimismo, como ha dicho José Steinsleger, “los pueblos se miran con los ojos de su memoria” (3) y quitar la memoria es quitarnos los ojos. Examinar la riqueza y profunda ligazón de nuestra historia regional, nos ayuda a acercarnos a aquello que nos define e identifica como pueblos de una manera más lúcida, precisa y útil, superando la “desmemoria”, abriendo puertas para recuperar el valor del pasado y dotarnos de herramientas para la construcción de lo que viene.

Palabras clave: El Caribe, Capitalismo tardío, Golpes de Estado, Pentagonismo, Fuerzas Armadas, Asamblea Constituyente, Reformas y Revolución democrática, Bipartidismo, Construcción de alternativa, Poder ciudadano, Conciencia política.

1. Introducción

El Caribe es, según lo definió Juan Bosch, un área común desde el punto de vista geográfico pero también desde el punto de vista histórico. “La frontera imperial”, la denominó el prócer antillano. La historia hondureña comparte variables comunes con la historia de otras naciones de este Caribe polifacético y diverso. Así, podemos adentrarnos en el golpe de Estado ocurrido el 28 de junio de 2009 en Tegucigalpa contra el gobierno de José Manuel Zelaya Rosales, revisando sus paralelismos con el golpe de Estado ocurrido en Santo Domingo el 25 de septiembre de 1963 contra el gobierno de Juan Bosch.

Con casi cinco décadas transcurridas entre un hecho y el otro, ambos golpes de Estado representan un descarrío en el proceso de construcción de la democracia política, social y económica en el escenario particular de cada una de estas patrias latinoamericanas. El camino de la democracia y el devenir político-social de ambos países se encuentran afectados por influencias y obstáculos comunes, como similares parecen ser sus desafíos fundamentales.

2. Revoluciones en marcha

Xiomara Hortensia Zelaya dijo en una entrevista (4) que su padre, el Presidente, “es revolucionario por identificarse con causas justas y luchar por el cambio y transformación”. Viendo la historia hondureña, esas actitudes pueden perfectamente constituir una posición revolucionaria, respecto a la tradicional conducción política del país.

El centro de ese proceso, con Zelaya a la cabeza, es la gestación del proceso constituyente (5). El propio Zelaya nos muestra los alcances de dicho proceso al decir: “tienen [los sectores de poder] que comprender que la pobreza no se acabará hasta que las leyes no las hagan los pobres” (6). O como dijo su hija Xiomara: “no es suficiente trabajar para el pueblo, sino que es necesario trabajar con el pueblo”.

Distintos analistas han considerado ésa una de las causas -sino la principal- para dar el golpe (7). El llamado a una Asamblea Constituyente tiene dos serias implicaciones: ir al meollo del cambio político, esto es, al cambio en el orden social, económico, institucional y militar dejado por la dictadura y las oligarquías; y movilizar lo que el propio Presidente Zelaya ha llamado el “Poder Ciudadano”. Muchas cosas podrían empezar a sufrir modificaciones a partir de ahí, afectando grandes intereses (8), pero lo más importante: aunque el proceso constituyente va más allá de su mandato, y su aprobación en el Congreso es prácticamente imposible, los ciudadanos y ciudadanas de Honduras han entrado a la escena política y han abierto un proceso que ya no tiene vuelta atrás.

En los límites estrechos de una democracia restringida y bajo el manto de una Constitución hecha a la medida de la dictadura que rigió en Honduras hasta los ochenta, Zelaya -quien viene de un partido tradicional y (como él mismo se define) de un sector social conservador- se situó alineándose con una democracia que tiene que dar cabida al pueblo: “Yo pensé hacer los cambios desde dentro del esquema neoliberal. Pero los ricos no ceden un penique. Los ricos no ceden nada de su plata. Todo lo quieren para ellos. Entonces, lógicamente, para hacer cambios hay que incorporar al pueblo”(9).

A inicio de los sesenta, en Santo Domingo, Juan Bosch previó que al término de la tiranía de Trujillo en la República Dominicana se daría una “alineación más social que política y que el Partido Revolucionario Dominicano (10) sería el partido de las grandes masas, especialmente de campesinos y de trabajadores (…) Sabíamos que de los tres millones de habitantes del pueblo dominicano, cien mil, si acaso, tendrían suficiente ambición política para que quisieran conquistar el poder a cualquier precio” (11). Bosch llegó al poder con el favor de casi el 60% de los votos emitidos.

En términos de políticas, ¿en qué han andado estos dos gobiernos que pueda servirnos para explicar su significación histórica y el similar embate sedicioso que han padecido? Por parte del gobierno de Zelaya, destacan: apertura de la banca a la competencia internacional; reorganización del negocio maderero; término del monopolio del almacenamiento y la distribución de combustibles y rebaja de su precio, aparejado con un conflicto con las trasnacionales de los combustibles; e incorporación de Honduras al ALBA y PetroCaribe (12). El Presidente Zelaya, asimismo, ha establecido medidas como la matriculación gratis de los estudiantes y el aumento del salario mínimo en un 60%. Para el propio Presidente este fue un elemento gatillador para que importantes grupos e individuos se volcaran a favorecer el golpe (13).

En la República Dominicana, al triunfar en las elecciones de diciembre de 1962, Bosch reclamó: “solicitamos del Congreso Nacional las leyes indispensables para afirmar en este país no sólo la democracia política, sino también la democracia económica y la justicia social. De ustedes, senadores y diputados elegidos por el pueblo —sean del partido que sean—, el Gobierno que se inicia hoy espera un trabajo continuo para darles a los dominicanos un puesto bajo el sol entre los países avanzados de América”. De igual manera había dicho: “El pueblo votó por la revolución democrática. El pueblo quiere la revolución democrática (…) esa nueva imagen del pueblo dominicano, tiene que estar grabada ahora en su Constitución” (14).

El gobierno de Juan Bosch ejecutó impactantes medidas, como la cancelación de la concesión que el Consejo de Estado había prácticamente regalado a un particular, a los fines de instalar una refinería de petróleo asociándose a una trasnacional de los combustibles (15). La ley de tope azucarero, otra de las medidas empleadas, afectaba la ganancia de los grandes centrales aplicando un tributo al sobreprecio del azúcar. Con ese impuesto, una medida anticíclica, se impulsarían obras públicas e importantes beneficios para los trabajadores. Bosch también enfrentó el conflicto con la “alta clase media” por mantener las empresas de Trujillo como propiedad del Estado -y así producir con beneficio para el pueblo- o permitir su reapropiación en manos privadas. A esto hay que sumar las acciones de Bosch en contra de la corrupción y el enriquecimiento ilícito, verdadero canal de alimentación de la élite política y social tradicional.

El carácter transformador de ese gobierno y de la nueva Constitución de 1963 (16) -que sí alcanzó a establecerse, aunque tan sólo durante 3 meses-, estaba orientados a una sola cosa, tal como expresó Bosch: “revolución quiere decir presencia de la masa dominicana en el escenario de la República como actora del drama colectivo y no como espectadora que lo ve a distancia”.

Se consagraron los poderes públicos al servicio de la dignidad humana, la eliminación de los obstáculos que limiten la libertad del pueblo y la participación efectiva de todos en la organización del país. Por si fuera poco, se fundamentaba la existencia de la nación en el trabajo, como deber y derecho todo ciudadano/a, declarando toda forma de parasitismo económico como vicio social. Estableció el derecho de los trabajadores a participar en las ganancias de las empresas, la libertad sindical, libertades cívicas, igualdad de todos los hijos. La soberanía nacional es inviolable, prohibiéndose como lesiva toda injerencia de extranjeros en asuntos internos.

El propio Bosch resalta que en la Asamblea Constituyente de 1963 “había obreros, estudiantes, mujeres de su casa, hombres cuyo apellido no se había oído nunca en un salón. Verdaderamente eso era imperdonable en una democracia representativa de un pueblo que de tres millones de habitantes, 2 millones 700 mil eran campesinos y obreros” (17).

3. “Republiquitas privadas”

Todo esto representa una ruptura con el pasado. Espoliación, intervencionismo y corrupción del sistema político, son elementos característicos del desarrollo histórico de estos dos países. Ignacio Ramonet recuerda cómo “la mayoría de sus gobiernos han sido tan corruptos y tan sumisos a los intereses de las empresas extranjeras que, para designar a Honduras, el humorista estadounidense O. Henry acuñó el término "República bananera". En 1929, queriendo explicar lo fácil que era comprar a un congresista, Samuel Zamurray, alias "Banana Sam", presidente de la Cuyamel Fruit, empresa rival de la United Fruit, afirmó: "Un diputado en Honduras cuesta menos que una mula" (18).

En la República Dominicana, a partir del siglo XX la industria del azúcar de caña se fundó sobre tierras a bajo costo, utilizando mano de obra dominicana y, cuando hizo falta, otras manos de obra antillanas, también de bajo costo, como fueron la haitiana y la de las Indias Británicas. La posesión de tierras por parte de inversionistas extranjeros, principalmente norteamericanos, exigió un gobierno cooperador que cediera tierras estatales a los ingenios, y una nueva Ley de Concesiones Agrícolas que terminó con la propiedad comunera o colectiva de la tierra. El poder, la tierra y las exenciones tributarias que se otorgaron a los concesionarios fueron de tal magnitud que, según Bosch, “con arrendarle mil seiscientas tareas por diez años a un dominicano, una empresa extranjera podía establecer en el país una republiquita privada…” (19).

La historia geopolítica es excepcionalmente ilustrativa. Cuando en 1935 el general Smedley D. Butler se presentó ante un comité del Senado de los EE.UU., resumió de manera magistral los últimos años en que había sido actor decisivo de las política norteamericana respecto a Centroamérica y el Caribe: “He servido durante treinta años y cuatro meses en las unidades más combativas de las fuerzas armadas norteamericanas, la infantería de marina. Pienso que durante ese tiempo actué como un bandido altamente calificado al servicio de los grandes negocios de Wall Street y de sus banqueros. En 1914 contribuí a darles seguridad a los intereses petroleros (de Estados Unidos) en México. Particularmente en Tampico. Ayudé a hacer de Cuba un país donde los señores del National City Bank podían acumular sus beneficios en paz. Entre 1909 y 1912 participé en la limpieza de Nicaragua para ayudar a la firma bancaria internacional de Brown Brothers. En 1916 llevé la civilización a la República Dominicana por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos. Fue a mí a quien correspondió ayudar a arreglar en 1923 los problemas de Honduras para darle seguridad a los intereses de las compañías fruteras norteamericanas” (20).

Socialmente éstos han sido países –cada cual en su momento- con una mayoría abrumadora de campesinos y trabajadores urbanos pobres (21). El desarrollo de la actividad agroindustrial estuvo basado en licencias leoninas a los capitales extranjeros y la cesión creciente de poderes del Estado, culminante en intervenciones político-militares. El capitalismo es tardío y dependiente, pues produce para completar el proceso industrial y financiero del capitalismo extranjero, particularmente norteamericano y europeo, ofreciendo mano de obra y factores de producción baratos, realidad que subsiste hoy en día en la expansión de las zonas francas o maquilas (origen de más de la mitad de las exportaciones hondureñas). La clase capitalista es dominante (ha ido desplazándose de la agricultura a los servicios, zonas francas, turismo), pero con una burguesía políticamente muy débil, supeditada al frente oligárquico que, a su vez, no se sostiene sin el apoyo del capital extranjero.

Esa debilidad burguesa le ha impedido la concentración del poder político y la consolidación del régimen democrático-representativo. El “escaso, limitado y pobre” desarrollo de clases trae consigo que el poder se reparte entre caudillos que se imponen y movilizan a los sectores sociales que encarnan, garantizándole las condiciones a la clase dominante que les apoya, y a la vez centralizando el poder entorno a sí. Las masas han estado presas en un sistema clientelar y supeditadas a los “caciques” partidistas (22).

La única posibilidad, hasta ahora, es que aparezca un sector avanzado con una perspectiva de reformas democráticas y que pueda impulsar una recomposición política integrando a las clases más afectadas, pudiendo evolucionar hacia un frente popular; lo lidere y se decida a modificar las reglas del juego.

No deja de merecer atención que mientras Bosch y la Asamblea Constituyente impulsaron la prohibición de la reelección presidencial en 1963, el golpe viniera igual que cuando a otros Presidentes, como Zelaya, se les acusa de ser “reeleccionistas”. En el caso de la República Dominicana, la reelección había sido el sistema de transmisión del régimen caudillista; en Honduras la sola mención de la reelección basta para asustar a los dirigentes políticos que basan un régimen similar en la “alternabilidad” entre dos organizaciones prácticamente duopólicas en lo que a sus élites se refiere. Nada quita que en una nueva Constitución hondureña el pueblo validara el derecho a la reelección, siguiendo lo que es hoy por hoy una tendencia regional. Lo importante es que, en ambos escenarios históricos, una y otra posición han apuntado a lo mismo: el fin del poder del caudillaje y hacer valer el poder soberano de los ciudadanos, lo cual ha de ser combatido radicalmente por el establishment.

Hay que destacar, por último, que tanto Juan Bosch, como Manuel Zelaya, han tenido que afrontar esta situación prácticamente “sin partido”. Bosch lo explicó así en 1977: “…el gobierno de 1963 fue derrocado porque no había un partido que lo apoyara. En esa ocasión, a sólo nueve meses de las elecciones en que había ganado el poder, el PRD era ya inexistente desde el punto de vista orgánico. Tenía un nombre, pero nada más” (23). Connotados dirigentes históricos del PRD como del gobierno de 1963 han hecho público, o han sido mencionados como fuentes para referir que existía inconformidad con la forma en que el Presidente Bosch conducía el gobierno o han responsabilizado a Bosch de posibilitar el golpe (24).

Claramente, los escenarios son muy diferentes. En el caso del PRD se trató de una inmovilidad orgánica, no de los militantes per se (25). En el caso del Partido Liberal, Zelaya la ha visto “más dura”, con las élites de su organización en una posición abiertamente golpista. Parecería increíble que sea el mismo Partido Liberal (fundado en octubre de 1891) víctima del golpe del 3 de octubre de 1963. Todo indica que en Honduras se ha conformado –o reconstituido- un bloque de derechas (26), con la élite del PL incluida, y Zelaya lo comprende muy bien: “Es que estamos hablando del Estado burgués –ha dicho-. El Estado burgués lo componen las élites económicas. Están en las cúpulas de los ejércitos, de los partidos, de los jueces, y ese Estado burgués se siente vulnerado cuando yo empiezo a proponer que el pueblo tenga voz y voto” (27).

4. Golpismo y pentagonismo

Sin matrices de opinión, no hay escenario para un golpe. Ya se intentó por primera vez en Guatemala en 1954, y tuvo su apogeo en Chile con varios medios de prensa infiltrados y financiados a favor de la “libertad” y la “soberanía nacional”, creando la atmósfera para el golpe fascista de 1973.

En Honduras han sido el “chavismo”, la campaña de presentar al Presidente como corrupto y permisivo, y su presunto interés de vulnerar la Constitución “sagrada” de 1982, los elementos clave de esa matriz de opinión. En la República Dominicana de 1963 a las “campañas de reafirmación cristiana” y el supuesto origen haitiano de Bosch (treta original del trujillato), hay que sumar lo que Bosch llamó “la gramática parda del golpismo”: una campaña destinada a presentarlo como líder complaciente e incluso temeroso de los comunistas en el país, odiado por los Estados Unidos y peligroso para la democracia (28).

Ya a la hora de asumir el gobierno, los golpistas dominicanos -al igual que los hondureños- trataron de legitimarse alegando que los cuerpos castrenses habían actuado para restituir la normalidad institucional frente al “desgobierno” imperante, “regresando a sus cuarteles” y dejando el mando en manos de civiles, lo que fue visto por los apologetas de la sedición como un “paso positivo y alentador”, como para no esperar otra “dictadura disfrazada”. Miembros de seis partidos opositores con “vasto caudal de votos” se repartieron las posiciones, mantuvieron en su puesto al ministro golpista de las FF.AA. “que por ser militar es apolítico”, mientras que las relaciones exteriores se las encargaron a un “ciudadano independiente” y “de relieve internacional”, miembro de una de las poderosas familias del país (29). Es prácticamente el mismo discurso de “los golpes militares ya no son lo que eran…”, implementado ahora en Honduras (30). La falacia de esto se denota en el rol central de las Fuerzas Armadas en la toma del poder y la mantención del orden, ejerciendo funciones policiales y de control de la información y difusión públicas, y erigidas en parte deliberante en el proceso de negociación.

En cuanto al sector militar, si Bosch encontró unas Fuerzas Armadas creadas bajo la primera intervención norteamericana de 1916, cuna del tirano Trujillo y formadas bajo su égida por 31 años, el panorama de Zelaya no es en absoluto más alentador. Cónsona con la historia compartida de “frontera imperial”, los institutos armados hondureños son formados casi en su totalidad en la Escuela de las Américas. Con aproximadamente 11.000 hombres, designados garantes del “imperio de la Constitución”(31), son las mismas que ejecutaron el golpe de Estado contra Villeda Morales, sostuvieron los regímenes dictatoriales bajo los cuales se dictó la actual Constitución y jugaron un rol fundamental en la guerra sucia en Centroamérica.

Una mención especial merece la relación que puede haber entre el golpe de Estado y los intereses geopolíticos en juego. Actualmente hay una gran tensión regional sobre las bases militares de uso norteamericano y Honduras (que aloja la de Palmerola o Soto Cano) ha sido tradicionalmente un territorio de gran importancia geográfica, por ser paso obligado para el intercambio entre varios países centroamericanos.

Su reciente vinculación al ALBA y Petrocaribe refuerza esa importancia. Hay que tomar en cuenta también que Honduras, con Zelaya al frente, es uno de los países impulsores del Sistema Unitario de Compensación Regional (SUCRE, recientemente adoptada en la VII cumbre del ALBA en Cochabamba) y junto a otros gobiernos ha promovido en el SICA la creación de una moneda centroamericana. ¿Cuánto han pesado estos factores en el golpe de Estado? ¿Qué rol les ha cabido a las distintas instancias de poder de Estados Unidos?

Que un factor geopolítico sea determinante en un asunto como éste, y que un gobierno democrático y amigo sufra las consecuencias de los juegos de poder que se dan en el seno de las instancias de decisión estadounidenses, tiene evidentes antecedentes en la crisis de Santo Domingo. Bosch declaró en 1981 (32) que la causa decisiva del golpe en su contra fue la necesidad de ocultar que en la República Dominicana se habían instalado campamentos ilegales de guerrilleros haitianos opuestos a Duvalier (33) y que realizaban ataques en la frontera sin autorización ni conocimiento del gobierno dominicano.

El presidente haitiano había perdido la confianza de Washington, en un mapa geopolítico cada vez más agitado por las tensiones Estados Unidos-campo socialista. Ante los sucesos, y con la sospecha de que el jefe de esas guerrillas y sus tropas estaban siendo apoyados desde suelo dominicano, el 23 de septiembre (dos días antes del golpe) el Presidente Bosch instruyó solicitar a la OEA una investigación acuciosa sobre los incidentes fronterizos. El peligro de que fuera conocida la verdad sobre una operación que podía comprometer a Estados Unidos en un escándalo internacional, habría desencadenado su derrocamiento. Todo esto sucedía mientras la administración del Presidente Kennedy y la República Dominicana sostenían una relación bastante satisfactoria y armoniosa.

Bosch, en su tesis “El Pentagonismo, sustituto del imperialismo”, nos invita a ver los grandes peligros que pueden cernirse sobre América y el mundo si la política exterior y de defensa de una potencia como Estados Unidos es manejada al margen del poder civil y respondiendo a objetivos privados, la “economía de guerra”. Estados Unidos está en crisis, el ejército hondureño calza perfectamente con el arquetipo de “ejército pentagonizado” y recordemos que para Bosch la invasión de 1965 en Santo Domingo fue, a un tiempo, el “estreno en sociedad” del pentagonismo y el comienzo de la “pentagonización” del ejército dominicano (34).

Zelaya no organizó, ni antes ni después de sus reformas, una razzia dentro de las Fuerzas Armadas; simplemente convocó a los ciudadanos a defender pacíficamente el gobierno, cuestión en la que ha insistido aún cuatro meses después del golpe (35). La destitución de Romeo Vásquez, jefe del Estado Mayor Conjunto, negado a obedecer y queriendo pautarle líneas a su Jefe Supremo, se realiza en defensa de la democracia: “…nos costó tres décadas someter a las Fuerzas Armadas al Estado civil y, al desobedecerme, volvieron a convertirse en un Estado atrincherado en los cuarteles”, sentenció el Presidente. Su confianza ahora está ahora en la insubordinación pacífica de la ciudadanía, la firmeza del pueblo y lo que pueda hacer la joven oficialidad (36).

El gobierno de Bosch en los escasos nueve meses transcurridos desde la elección al derrocamiento, tuvo que sobrevivir, al menos, a cinco planes de golpe de Estado (37). Uno de ellos, el de julio, terminó con las cancelaciones del Mayor Haché y Capellán Marcial Silva (justamente por intentar señalar líneas políticas al Presidente). La noche del golpe Bosch dio instrucciones -lógicamente no atendidas- de cancelar al Coronel Wessin y Wessin, jefe del CEFA y actor clave en la sedición. Sin embargo, el acento de Bosch estuvo en hacer gestar en ese precario y a la vez influyente aparato militar dominicano, el germen de su regeneración, forjando una oficialidad nueva, patriótica y democrática.

Por eso su encuentro y diálogo amistoso con parte de la oficialidad en la sede de las FFAA en 1961 y su decisión de designar al frente de los cuerpos castrenses al general Miguel Rodríguez Reyes, muerto en Palma Sola en 1962 en extrañas circunstancias (38). Por eso su profunda relación con el Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, gestor de la revolución constitucionalista de Abril de 1965, y por eso su preocupación por preservar a los otros 11 valientes oficiales con quienes el Coronel intentaría un contragolpe. Por eso su interés en el perfil del Teniente Coronel Hernando Ramírez, identificado como líder descollante de la nueva milicia.

Tiempo después, Fernández Domínguez continuó la conspiración con Bosch en Puerto Rico, de cara a la revolución de Abril. El Coronel le escribiría al Presidente desde Chile: “…Si hay justicia divina, usted y todos los que luchan y piensan como usted verán crecido el árbol de la libertad”. Bosch escribe y publica en 1964 su “Crisis de la democracia de América…” llamada a ser el fundamento teórico de la acción iniciada por los militares constitucionalistas y ampliada después por decenas de organizaciones y numerosos luchadores, bajo el mando del Coronel Francisco A. Caamaño Deñó.

5. “Por primera vez el pueblo siente que alguien les está robando su derecho”

Hoy en Honduras se reportan graves acusaciones de violaciones de derechos humanos, muertes y toques de queda que son pan de cada día. Un decreto estableció el estado de sitio, cerró medios de comunicación y suspendió garantías constitucionales, y al poco tiempo apareció intentando resarcirse frente a la opinión pública mundial, cuando lo único que hizo ese decreto fue validar “legalmente” el estado de represión instalado en Honduras desde el mismo 28 de junio y que continua más allá del lamentable decreto (39).

El último fallecido que se reportaba al término de este ensayo fue Jairo Sánchez, presidente del Sindicato de Trabajadores del Instituto de Formación Profesional (Sitrainfop), víctima de un disparo en la cara del que imposible recuperarlo. El movimiento Vía Campesina de Honduras ha informado que, además de atentados perpetrados contra las organizaciones populares, asesinatos, secuestros y desapariciones, las personas detenidas en acciones de protesta están siendo acusadas de delitos graves como rebelión, terrorismo, y traición de la patria, entre otros (40).

Por igual en Santo Domingo, “antes del mediodía [del 25 de septiembre de 1963] habían más de 2000 detenidos, atropellos indescriptibles, disparos a granel, bombas lacrimógenas, registros de miles de casas…” (41). Las expresiones más viles de esa represión fueron el brutal asesinato de Manolo Tavarez Justo y algunos de sus hombres en diciembre de 1963, y la despiadada intervención militar norteamericana de 1965.

Para enfrentar un escenario como éste, superarlo e impedir que se extienda por América, los pueblos deben sacar cuentas claras.

Será difícil ahora -es una de las lecciones más importantes para la memoria histórica de los dominicanos- que se siga repitiendo alegremente el infundio de que Bosch no intentó o no quiso volver al país entre 1963 y la revolución de 1965 (pudo regresar en septiembre de ese año, cuando el mismísimo Caamaño lo recibió en el “obelisco hembra” y se fundieron en un abrazo para la posteridad). Por más solidaridad que le brindaran el pueblo y el gobierno de la patria de Hostos, Puerto Rico, es esencial recordar que la República Dominicana fue ocupada masivamente por militares extranjeros para neutralizar la revolución que buscaba reponerlo en la presidencia.

Qué útil para las nuevas generaciones de dominicanos y dominicanas, a quienes se les ha querido distorsionar la memoria histórica, es aprender ahora de lo que debe pasar un Presidente como Manuel Zelaya, en un momento menos hostil de la historia continental, sin la guerra fría de por medio y con muchos más apoyos, tratando de salir desde países amigos y soberanos, buscando frustradamente volver a su patria. Ni siquiera a su familia se le permite moverse libremente dentro de Honduras. A ambos, Zelaya y Bosch, les ha tocado sufrir la crueldad del destierro, al que Bosch salió preso, en manos de militares con rumbo desconocido y sin siquiera pasaportes o identificación. El retorno pacífico y presencia de Zelaya en la Embajada de Brasil, logrado al cabo de los meses, es calificado por él mismo como “la primera victoria” (42), denotando su escabrosa realización. Pese a toda la presión mundial, la Embajada está cercada militarmente, las llamadas intervenidas y se obstaculiza todo contacto con el pueblo y la comunidad internacional.

El sector golpista, por su lado, como han denunciado tanto Zelaya como el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado, han tratado de ganar tiempo dilatando la negociación, mientras intentan fortalecer las elecciones sin Zelaya como protagonista. Al mismo tiempo, demuestran que la preocupación no ha sido defender la constitucionalidad: han exigido a los negociadores por parte del Presidente Constitucional que declinen cualquier intento de convocar a una Asamblea Constituyente. Así las cosas, queda claro que la meta principal es neutralizar el proceso de cambios, ante lo cual Zelaya y el sector democrático deben mantener fija la vista en que este será un proceso de largo aliento. Como ha expresado el propio Presidente, “una lucha política de grandes dimensiones”.

Zelaya ha dicho que está dispuesto a discutir cualquier punto que permita un retorno al orden constitucional; uno sólo es innegociable: su regreso a la jefatura del Estado hasta que termine el mandato legal. Aunque quisieron engañar al mundo demostrando lo contrario, Zelaya actuó con dignidad sin rendirse ni renunciar. Zelaya tiene ahora en su obra como Presidente y en su coherencia de actos y principios -como Bosch en 1963- su principal arma de lucha. Su regreso -tal como la “vuelta del Presidente y la constitucionalidad sin elecciones” en la República Dominicana- es un asunto irrenunciable. Mantener esa posición es vital para preservar la fuerza y la autoridad moral entre los sectores democráticos y el pueblo.

Asimismo, queda más o menos claro que en el actual panorama latinoamericano la antinomia reforma-revolución puede ser incorrecta o irreal (43). En nuestra historia, procesos democratizadores han sido la antesala de eventos revolucionarios. Los pasos reformadores (que no es lo mismo que reformistas) están siendo de nuevo cauces válidos para aglutinar fuerzas populares en torno a un programa de transformaciones sustantivas. Es así en un entorno regional menos hostil como el actual; imaginémonos en la República Dominicana de 1963.

Ahora, lo importante es que ni Zelaya ni Bosch en su momento, han perseguido ser las “estrellas de la fiesta”. Hay que organizar al pueblo. El Presidente hondureño ha insistido que esto no se trata de una lucha personal, sino de reivindicar la soberanía popular. Bosch dijo en 1963: “Un hombre sólo puede organizar y dirigir una tiranía, pero no puede construir y mantener un régimen democrático”. En esa senda Bosch es un referente para entender el proceso actual, pues toda su crítica al “electoralismo” se basa en que la construcción de una democracia auténtica requiere del desarrollo de la conciencia política del pueblo, su participación protagónica en los cambios sociales y la unidad de sus fuerzas.

Bosch apostó a organizar un frente popular y luego a construir una alternativa política que lograra quebrar el status quo del bipartidismo fáctico y conservador. Coincidiendo con Sención Villalona (44), probablemente es eso lo que se dará en Honduras –ya que en la práctica Zelaya no tiene partido- para aglutinar la voluntad de las mayorías. Ahora en la resistencia y en lo que hay que construir después, que es más largo y complejo.

“Mel” (como le llama el pueblo) tiene el mérito de haberse jugado la opción por llevar este proceso a una salida distinta al estancamiento que ha impuesto el establishment hondureño, y ha liderado la posibilidad de que en Honduras surja con vigor una fuerza democrática, de carácter ciudadano y popular; una alternativa histórica. Tiene las condiciones para aglutinarla y liderarla. En Honduras nada volverá a ser igual, el pueblo ya sabe que puede construir algo nuevo y no lo que designen los caudillos en sus feudos. La historia latinoamericana indica esos pasos, y abre la posibilidad de que esta vez las cosas sean distintas.

(1) Bosch, Juan. Crisis de la democracia de América en la República Dominicana. Alfa&Omega, Santo Domingo, 1999.

(2) Según prominentes voceros de la globalización neoliberal y la “tercera vía” regional, los golpes de Estado, como la dicotomía izquierda-derecha, eran cosa “del pasado”, dejada atrás con el “cambio de siglo” y el “paso de los tiempos”. Pero los golpes de Estado, armados o “legales”, volvieron con fuerza en América Latina en Haití, Venezuela, Honduras, Ecuador, Paraguay, Brasil y Bolivia. Aquella tesis se desvaneció como castillo en el aire, revalidando el histórico conflicto de clases y geoestratégico que atraviesa la política latinoamericana.

(3) Steinsleger, José. “Con el sombrero de Sandino”. www.rebelion.org, 30-07-2009

(4) Entrevista a Xiomara Zelaya por Mario Casasús, El Clarín de Chile, publicada en www.rebelion.com, 23-07-09.

(5) Manuel Zelaya convocó a una consulta popular y luego a una encuesta de opinión sobre la aceptación o no de que en las próximas elecciones de noviembre 2009 se instalara una “cuarta urna” para que la ciudadanía aprobara o rechazara la convocatoria a una Asamblea Constituyente. La encuesta se haría el 28 de junio de 2009, día del golpe de Estado.

(6) Zelaya, Manuel en “Ruido de sables en Honduras”, entrevista de Pablo Ordaz publicada en El País.com, 28-07-2009.

(7) Se acusó a Zelaya de buscar la Constituyente por inestabilidad mental, por contubernios con el “chavismo”, por la “penetración de modelos extranjeros”, por ambiciones de “perpetuarse en el poder”. Ver “El Congreso hondureño inicia una investigación urgente al presidente”, reportaje de Joaquim Ibarz, La Vanguardia.es, 27-06-2009

(8) Entre otras, recuperar el control sobre Palmarola y convertir la base militar en aeropuerto civil; terminar con los privilegios políticos de la partidocracia, entre otros.

(9)Zelaya, Manuel en “Ruido de sables…”.

(10)Partido Revolucionario Dominicano (PRD) fundado en La Habana, en 1939, por un grupo de dirigentes que incluía a Juan Bosch. Se constituyó en la principal fuerza de oposición a la tiranía en el exilio y al llegar al país en 1961 se convirtió rápidamente en la fuerza política mayoritaria. Bosch, su líder y presidente histórico, renunció en diciembre de 1973 para fundar el Partido de la Liberación Dominicana, quedando como líder del PRD José Francisco Peña Gómez. El PRD sigue siendo uno de los dos partidos más importantes electoralmente hablando.

(11)Bosch, Juan. Discurso al ser proclamado candidato a la Presidente de la República por el PRD. Primera Convención Nacional del Partido Revolucionario Dominicano, Santo Domingo, 27 de octubre de 1962 in Bosch, Juan. Discursos y charlas políticas 1938-1965. En edición.

(12)Pavel Isa ha aportado datos muy interesantes al respecto en su comparencia en el panel sobre el golpe de Estado en Honduras y su columna en www.clavedigital.com.

(13)Entrevista de televisión a Manuel Zelaya en el programa Aristegui, CNN, agosto 2009.

(14)Bosch, Juan. Discursos y charlas políticas. En edición.

(15)La trasnacional a la que se hace referencia es la Esso Standard Oil. El Presidente Bosch vio la operación que favoreció al particular involucrado, como altamente lesiva para el país. Además, estaba en los planes estimular la generación hidroeléctrica e instalar una refinería y una petroquímica propiamente nacionales en la región del sur del país, con el objetivo de desarrollar esta industria. Todavía hoy, la llamada “Refinería Dominicana de Petróleos” es en realidad una destilería, durante muchos años prácticamente dominada por una trasnacional; no se ha desarrollado ninguna capacidad real de integrarla a un sistema de abastecimiento y distribución de combustibles, aprovechando las relaciones con países productores de petróleo.

(16)La Constitución de 1963 fue elaborada por diputados electos en 1962 para la función constituyente. Se conoce como la Constitución de Juan Bosch, por su impronta democrática, ética, patriótica y progresista. No obstante, el propio Bosch señaló: “No tengo contacto alguno con los Constituyentes porque creo que ellos forman un poder soberano, y además porque entiendo que crear la democracia es un deber de todos los dominicanos y por tanto cada uno debe cargar con su parte de responsabilidad” in Constitución de la nación dominicana de 1963, anotada e indizada por Aura Celeste Fernández R.

(17)Bosch, Juan. Crisis de la democracia…

(18) Ramonet, Ignacio. “Honduras”. www.rebelion.org, 05-08-2009.

(19) Bosch, Juan. Composición Social Dominicana: historia e interpretación. Alfa&Omega, Santo Domingo, 2005.

(20)Bosch, Juan. De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial. Alfa&Omega, Santo Domingo, 2005. Agradezco a Luis Medrano la investigación y sabias orientaciones para estas notas.

(21)Es el mundo de “Cristino” y “don Pío” (para quien recuerde el cuento “Los Amos” de Juan Bosch). En ese cuento, don Pío exige a Cristino, el campesino, dejarse someter y para ello alega que a eso Cristino “está acostumbrado”.

(22)Villarini, Angel. Notas para un curso sobre conciencia histórico-cívica y democracia en Juan Bosch / Cito también dos textos de Bosch: PLD; Colección de Estudios Sociales y Clases sociales en la República Dominicana, ambos editados por Alfa&Omega, Santo Domingo.

(23)“Conversación inédita con Juan Bosch”, por Víctor Grimaldi, noviembre 1977.

(24)Una personalidad del PRD de la época que ha explicitado su inconformidad con los pasos del Presidente Bosch es Angel Miolán, nada menos que Secretario General en ese momento. Por otra parte el señor Fabio Herrera Cabral, a la sazón subsecretario de Estado de la Presidencia, ha sido señalado como supuesta fuente sobre las intensiones de Bosch de renunciar. Debemos decir que así mismo se han urdido farsas históricas como que Juan Bosch en efecto renunció al momento del golpe, mientras otras dicen que fue derrocado por su “terquedad” y “autoritarismo”, teorías obviamente contradictorias y sin base creíble alguna.

(25)Las conjeturas que se han expresado en República Dominicana sobre una supuesta imposibilidad de convencer a altos personeros partidarios de Bosch para participar en un plan destinado a restablecerlo en la Presidencia, recién ocurrido el golpe, abren líneas de investigación histórica que merecen atención. Cito, por ejemplo, a Marino Vinicio Castillo en su programa televisivo “La Respuesta”, Santo Domingo, 19 de julio de 2009.

(26)Sigo análisis, por ejemplo, de César Augusto Sención Villalona.

(27)Zelaya, Manuel en “Ruido de sables…”.

(28)Esos calificativos sectarios e intransigentes provinieron nada más y nada menos que de ¡emblemáticas personalidades del antitrujillismo! Mucho terreno ganado le deben a esas campañas –que, increíblemente, combinaron la fama de “pro-comunista”, “trujillista” y “balaguerista”- las posteriores operaciones de opinión destinadas a desacreditar a Bosch ante los ojos, justamente, de los sectores progresistas y revolucionarios del país.

(29) Se cita prensa dominicana de la época: El Caribe del 27 de septiembre de 1963, Listín Diario del 28 de septiembre de 1963.

(30)Palacios Romeo, Francisco en “Honduras: sobre la antinomia jurídica de los golpistas. Lecciones de democracia participativa sobre el artículo 5” citando a Moisés Naím. Publicado en www.rebelion.org, 10-07-2009.

(31)Ver artículo 272 de la Constitución de la República de Honduras.

(32)Artículos publicados en septiembre de 1981 en Listín Diario y publicados en las Obras Completas de Juan Bosch, primera edición, tomo X.

(33) Francois Duvalier. Presidente de Haití desde 1957, devenido en dictador desde 1964 a 1971. Le sucedió su hijo, Jean-Claude Duvalier, hasta 1986. Haití (oeste) comparte con República Dominicana (este) la isla La Española, en las Antillas Mayores, entre Cuba y Puerto Rico. El general Cantave, opuesto a Duvalier, era el jefe de los guerrilleros instalados ilegalmente en la zona de Dajabón, frontera domínico-haitiana.

(34)John Bartlow Martin, a la sazón Embajador en República Dominicana en 1963, escribe en sus memorias, en relación al golpe en Honduras ocurrido ese mismo año: “Cuando llegué al Departamento la mañana del jueves me enteré de que el gobierno de Honduras había sido derrocado por un golpe militar dirigido por el coronel Osvaldo López…Durante el fin de semana la reacción de la prensa de los Estados Unidos aumentó; reforzada ahora por el golpe de Honduras. Desde que empezó la Alianza para el Progreso, éste era el sexto golpe contra un gobierno que cooperaba con la Alianza y ponía en tela de juicio a toda nuestra política de Hispanoamérica” y antes dice: “es posible que (en reunión con funcionarios de inteligencia y Defensa) estuviesen presentes los relacionados con Honduras. Ciertamente la sombra de Honduras se cernía sobre todo lo que decíamos a partir de aquel momento”. In Bartlow Martin, John. El destino dominicano. Editora Santo Domingo S.A., 1975.

(35)Zelaya, Manuel in “Entrevista al Presidente Manuel Zelaya”, por Mario Casasús, El Clarín de Chile, 20 de octubre de 2009: “...un pueblo valiente, que está luchando y trabajando sin miedo, enfrentando a las bayonetas y en su vocación pacifista manifiesta su rechazo al militarismo”.

(36) “Que no le quepa la menor duda que en cualquier momento jóvenes oficiales militares afectados por el golpe amarrarán a Romeo Vázquez Velásquez (…) Yo quiero regresar a Tegucigalpa, es cierto, con un acuerdo político. Pero quiero regresar porque el pueblo ganó la batalla (…)" in “Zelaya forma Ejército Popular para ingresar a Honduras en los próximos días” por Gabriela Gurvich, www.radiomundial.com.ve/yvke/. Extraída de Telesur, 30 de julio 2009.

(37) Bosch, Juan. “La Gramática parda del golpismo” en Obras completas de Juan Bosch, primera edición, tomo X.

(38) Vinicio Castillo, Marino. “Juan Bosch ante la concertación con otras fuerzas políticas en República Dominicana”, inédito.

(39) Una misión de la ONU llegó a Tegucigalpa el 18 de octubre de 2009 para investigar las violaciones a los derechos humanos en Honduras. Al respecto, la CIDH aseguró en agosto que "la existencia de un patrón de uso desproporcionado de la fuerza pública, detenciones arbitrarias y control de la información dirigido a limitar la participación política de un sector de la ciudadanía". www.telesurtv.net, 18-10-2009.

(40)Llamada de Solidaridad de la Vía Campesina de Honduras. 12 Agosto 2009.

(41)Bosch, Juan. En “La gramática parda…”.

(42) Zelaya, Manuel en “Entrevista al Presidente Manuel Zelaya”, por Mario Casasús.

(43) Sigo análisis de José Steinsleger.

(44) Sención Villalona, Augusto. “Diez notas sobre el golpe en Honduras” en www.aporrea.org, 08 de julio de 2009, http://www.aporrea.org/internacionales/a81901.html.


https://www.telesurtv.net/opinion/El-espejo-de-la-historia-golpes-de-Estado-y-resurreccion-democratica-en-Honduras-y-Republica-Dominicana-20211129-0033.html

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