Diciembre de 2021
LA UNIDAD DEL MUNDO OBSERVABLEWalter Ritter Ortiz
Sección de Bioclimatología, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. Circuito interior s/n, Ciudad Universitaria, Deleg. Coyoacan, México, D. F. email:
walter@atmosfera.unam.mx
INTRODUCCIÓN
El Todo es lo contrario de la Nada. La Nada, nos dice Janne Teller, es un lugar aterrador. Un lugar sin sentido, sin conexión con el verdadero ser humano, sin vida auténtica, sin amor real. Un lugar del que sólo es posible huir. El Todo es un lugar donde todas las cosas tienen consistencia, un espacio de paz y armonía donde no existe el miedo, porque todo es parte de uno y del mismo Todo. El Todo es la existencia común a todos nosotros, es nuestra voz interior, es lo escrito entre líneas. El Todo es lo que oímos cuando nos olvidamos de nosotros mismos y escuchamos de verdad.
La mejor herramienta que hemos desarrollado para conocer el mundo físico es la ciencia y, a través de ella hemos ido entendiendo más y más cómo funciona este complicado y hermoso universo, donde sus leyes según Anand Dilvar, le llamamos a los patrones que encontramos y que podemos replicar una y otra vez en un laboratorio. Una ley es un decreto que se tiene que obedecer. Los científicos llegaron a la conclusión de que no era necesario ningún diseñador del universo para entender su existencia, donde los más variados y precisos métodos de observación y medición, nos han llevado a reconocer patrones observables que trabajan de una forma tan armónica y sutil, que podemos deducir qué fue lo que sucedió y, predecir con una exactitud sorprendente lo que sucederá.
El conocimiento del mundo se ha apoyado desde hace 200 años en los datos epistemológicos del positivismo y el estructuralismo. Y según Michel Jouvet, en las ciencias humanas, el positivismo fue sobre todo descriptivo; pero sus descripciones no fueron seguidas por teorías capaces de comprender al ser humano. El Estructuralismo admite que existe un conocimiento innato de la mente, que no deriva de la experiencia.
La perfección está en todas partes, si solo decidimos reconocerla. Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado. Se funda en nuestros pensamientos y está hecho con nuestros pensamientos. Somos los autores de cada momento que nos llega, según Okakura Kakuzu. Y es William Shakespeare que nos dice que: “No hay nada bueno o malo, pero el pensamiento hace que las cosas, sean buenas o malas”. Y es tu filosofía personal quien determina como responder a los acontecimientos que se presentan en tu vida.
Es Fred Alan Wolf, quien agrega que: “Afuera no existe un “allá afuera”, distinto de lo que pasa en nuestra mente”. Lo único que nos produce angustia y causa dificultades que experimentamos en nuestra percepción de estas dificultades. Y no sólo eso, sino que cuando etiquetamos los acontecimientos como “Malos”, no percibimos el beneficio que nos está esperando. No sabemos que somos nosotros los que creamos nuestra propia realidad, ya que incluso lo que creemos, pensamos y sentimos determina la composición de nuestro cuerpo a nivel celular, como señala Dhammapada.
La esencia de la vida es la información, pero la información no es sinónimo de vida, ya que para estar vivo, un sistema no sólo ha de contener información, sino procesarla y usarla y, es el uso activo de la información y no su almacenamiento pasivo, lo que constituye la vida. Y las dos maneras de procesar información son la analógica y la digital y, en un humano la mayoría de la información se encuentra en nuestros genes y en nuestro cerebro y la pregunta es: ¿Somos analógicos o digitales? O bien, pudiera resultar que nuestro cerebro sea en parte digital y en parte analógico. También existe una tercera opción, la posibilidad de que nuestro cerebro sea un ordenador cuántico, que en principio son más poderosos que los ordenadores digitales.
La Conciencia es la única cosa importante en este mundo; sin embargo, ni es una cosa, ni es de este mundo, según Eckhart Tolle. De que nuestra mente separa y clasifica todo lo que conoce para poder entenderlo y, queremos una palabra para referirnos a lo que vemos y creemos que aprender el nombre es conocerle, por lo que esta tremenda necesidad de dividir y ordenar lo que vemos nos impide ver y tener la imagen completa de las cosas.
En la realidad, el universo no es una cosa que fue hecha por alguien, sino un evento que está sucediendo en este momento; que es un evento inseparable de todas las causas y todos los efectos y en esta realidad el sujeto y el objeto, el observador y lo observado son parte de un mismo fenómeno, pero que en la experiencia humana no podemos evitar dividirlo todo en opuestos, olvidando constantemente que todas estas características en la realidad son inseparables y que sólo son opuestos de un mismo fenómeno, como señala Anand Dilvar. Y tanto Buda como Jesucristo, dijeron que todo está conectado y, es Jesucristo quien dijo: Soy el principio y el fin, el Todo, soy Dios que trasciende la muerte no al resucitar en el cuerpo, sino al darse cuenta de que la persona es sólo una manifestación momentánea del Todo y el Todo no puede morir. Darte cuenta que lo Divino, no está separado de la belleza y magnificencia de lo que observas, que es parte intrínseca de todo lo que existe y, no hay forma de separarlo, ya que toda separación es una ilusión y nada existe en el universo, por sí mismo.
Todo existe siempre en relación con todo lo demás y, así tú también. Y más que algo o alguien, eres un conjunto de circunstancias, un evento, un conjunto de condiciones inseparables de todo lo que está sucediendo en este mismo momento. Y me parece lógico que soy uno con todo lo que existe. No YO como persona, sino como la existencia misma. ¿No soy acaso el conjunto completo de elementos y circunstancias que permiten que me manifieste? Y en ese caso, soy el aire que es respirado, el agua que me mantiene hidratadas las células, soy todo lo que me nutre. Somos, todos eventos relacionados y junto con ellos, los granos, el pasto y todo lo que les permitía manifestarse. ¿No quiere decir esto que soy uno con todos ellos?
Y mi existencia se extiende a la tierra completa, como otra circunstancia indispensable y así, a todo lo que en ella suceda, de todas sus energías que la componen y todas sus interacciones, y no sólo estoy conectado con todo lo que existe, sino que soy todo lo que existe. Soy la humanidad completa, que está sucediendo y, parte integral inseparable e indispensable de este milagro que se llama existencia.
La percepción, fue para Merleau-Ponty, un modo de conocer el mundo, por lo tanto había que investigar los distintos modos de percibir y cómo éstos afectaban la conciencia, considerando que las cosas que aparecían ante los sentidos, formaban parte del ser humano y, ante lo que no se debía permanecer pasivo. Lo que enlazó el universo de las ideas con los sentimientos, la afectividad y la motricidad, lo que convirtió la relación entre los hombres en un compromiso ético ligado al respeto tanto de sus cuerpos como de sus mentes, donde hay que resaltar el enlace entre esencia y existencia, al basar ambas en el campo perceptivo y así, crear el mundo antes que pensarlo, fue la esencia profunda de la actividad humana, en el que la razón y el experimento científico constituían el fundamento de toda la teoría del conocimiento, rechazando el racionalismo imperante, que había convertido la conciencia en contenidos alejados de la existencia real del ser humano.
El problema del conocimiento de la realidad, va cobrando una forma cada vez más compleja y adquiriendo una estructuración cada vez más rica. Este problema nos dice Cassirer, no sólo no puede ser resuelto, sino que no puede ni siquiera plantearse en su pleno y verdadero sentido, mientras sean los objetos físicos el único y la meta única de nuestras consideraciones. El Cosmos físico, el universo de la ciencia de la naturaleza, constituye solamente un caso aislado y el paradigma para un planteamiento mucho más general del problema.
A pesar de que la vida nos demuestra una y otra vez que tiene la curiosa cualidad de ser impredecible, incierta e incontrolable y, nada hay más anti ecológico que un infeliz, llenando el mundo de amarguras, quejas y negatividad. En cambio una persona feliz influye de manera positiva, creativa y luminosa en la vida de otros. Por lo que cada acción por pequeña que sea y cada comunicación y cada decisión que tomamos, inevitablemente afecta a otros, por lo que las necesidades humanas son físicas, emocionales, afectivas y psicológicas.
Sin embargo a nivel mundial, la injusta distribución de la riqueza, la voracidad de corporaciones y países y el inminente fracaso del sistema socioeconómico y político, son evidencia de que hemos estado buscando la felicidad en todos los lugares equivocados, multiplicado por siete mil millones de seres humanos que viven en el mundo.
La mente, construye la realidad a partir de la experiencia gracias a unos conceptos innatos, ya que la observación sola no es suficiente, porque el comportamiento del hombre debe estar basado en las estructuras profundas del inconsciente, que no es posible descubrir objetivamente ni subjetivamente. Y es Kant quien considera que nuestras impresiones sensoriales se convierten en experiencias que adquieren significado solamente si son interpretadas a partir del “A priori”, como el espacio y el tiempo, donde la Inducción o la Causalidad, permiten que nuestra mente reconstruya la Realidad a partir de la experiencia.
La evolución de nuestro cerebro puede explicar no solamente el mundo sino también porqué tales conceptos se vuelven cada vez menos útiles cuando tratamos de explicar y comprender el mundo en sus aspectos científicos más ocultos y profundos. Y es Bohr, quien nos dice que puesto que el objetivo de la ciencia es poner en orden nuestras experiencias, todo análisis de las condiciones del conocimiento humano debe apoyarse en el carácter y el objetivo de nuestros medios de comunicación, porque la descripción de los fenómenos nuevos con el vocabulario usual, entraña contradicciones en la representación de la realidad que nos son incomprensibles.
Con el propósito de resolver esas contradicciones, el tiempo y el espacio deben ser desnaturalizados de conformidad con unos conceptos, cuyo significado no puede ser comprendido por la intuición, incluso que el concepto de Causalidad, ya no es útil en lo concerniente a los acontecimientos que tienen lugar a escala atómica.
Las investigaciones neurológicas han demostrado que la información exterior llega a la Mente no en forma de datos brutos, sino en la forma de estructuras, ya muy transformadas que provienen del sistema sensorial donde las transformaciones tienen lugar de acuerdo con un programa preexistentes en el cerebro. Pero ¿Cómo convierte el sistema nervioso los rayos de luz que penetran en el ojo cuando se percibe un objeto?
La paradoja del conocimiento, no está limitada a la diminuta escala atómica, sino que es igualmente convincente a escala del hombre e incluso a escala de las estrellas. Teníamos la esperanza de que los errores humanos desaparecieran y de que pudiéramos gozar de la visión de Dios, pero resulta que los errores no se pueden eliminar de las observaciones y, eso es cierto respecto a las estrellas o a los átomos. Es la paradoja del conocimiento que no está limitada y que Gauss, reconoció este hecho y que con esta sutil visión de lo que es el conocimiento humano, los filósofos proclamaban que ellos sí conocían un camino hacia el conocimiento, mucho más perfecto que el camino que aportaban las observaciones.
Todas las verdades evidentes, tienen el carácter que cuando por vez primera las descubrimos, nos parece que ya de antemano y de siempre las sabíamos, pero no habíamos caído ello, como nos dice Ortega y Gasset. Estaban ya ante nosotros, pero estaban veladas. Por eso, la verdad se descubre y tal vez la verdad no sea sino descubrimiento, quitar a lo que en rigor ya estaba ahí y con lo cual ya contábamos. Y vivir, es lo que hacemos y nos pasa, desde pensar, soñar o conmovernos. Pero bien entendido, nada de lo que hacemos sería nuestra vida si no nos diésemos cuenta de ello, ya que vivir según Ortega, es vivirse, sentirse, saberse existiendo, donde saber no implica conocimiento intelectual ni sabiduría especial ninguna, sino que es esa sorprendente presencia que su vida tiene para cada cual, sin ese saberse, sin ese darse cuenta.
Vivir, es por lo pronto una revelación, una revelación de no contentarse con ser, sino comprender o ver qué se es. Un enterarse. Es el descubrimiento incesante que hacemos de nosotros mismos y del mundo alrededor y, al percibirnos y sentirnos, tomamos posesión de nosotros. Y este hallarse siempre en posesión de sí mismo, este asistir perpetuo radical a cuanto hacemos y somos, diferencia el vivir de todo lo demás, donde las orgullosas ciencias y el conocimiento sabio no hacen más que aprovechar, particularizar y regimentar esta revelación primigenia en que la vida consiste.
Sabemos ahora, que la vida en la tierra empezó hace alrededor de cuatro mil millones de años, con seres unicelulares, que fueron haciéndose más y más complejos y más y más diversos y, todo esto se dio, según los científicos, de forma aleatoria y mecánica, que según Carl Sagan: “Dadas las condiciones, los elementos presentes y el tiempo, el que surgiera la vida en la Tierra, era algo destinado a suceder”. Donde la capacidad que tenemos de estar conscientes de lo que nos rodea y de nuestra propia existencia, es el resultado de mutaciones genéticas, que se han dado también de forma aleatoria y mecánica cuatro mil seis cientos millones de años. Y de acuerdo a esta cosmovisión, nuestra existencia es un mero accidente, un montón de coincidencias que derivaron en una tremenda variedad de fenómenos, siendo nosotros uno más de ellos. Y no existe ni hay una razón ni un propósito y si los hubiera, la ciencia no se ocuparía de ellos ya que son subjetivos.
Y para Dilvar, sin persona, no puede haber alguien ahí, que somos el vehículo a través del cual el Cosmos se conoce a sí mismo y a través de nosotros, el universo se maravilla de su propia magnificencia. Y entonces ¿Dónde empiezas tú y, donde empieza todo lo demás? El personaje asume su verdadera importancia, la de ser solamente una más de las múltiples manifestaciones de la vida y, gana la perspectiva de ser parte intrínseca de este maravilloso juego que es la vida.
Te das cuenta de que no eres eso que piensas, sino que eres la presencia, la conciencia que no es alguien ni siquiera algo; pero nuestro lenguaje no da para mucho y es por eso que hacemos circo, maroma y teatro para tratar de describir lo indescriptible. Recordando que lo divino no tiene forma de persona y sin embargo, el juicio y la descripción, sucede sólo en nuestra mente. Y es el lenguaje el que hace distinciones entre lo que observamos y, sin nuestra subjetividad, los sucesos son lo que son, parte del todo intrínseco a la existencia. Y, toda separación es una ilusión; y al hacer un esfuerzo y ver que el Alfa y el Omega incluyen el orden y el caos, el amor y el odio, miedo y paz, santidad y malicia. Las palabras distraen y limitan y ninguna de ellas expresa en verdad lo que es, pero todas apuntan hacia algo que lo incluye todo y, la conciencia es la única cosa importante en este mundo; sin embargo, ni es una cosa, ni es de este mundo, según Eikhart.
Según Heisenberg, la información que aporta un electrón, está limitada en su totalidad ya que su velocidad y su posición encajan de tal manera que están limitadas por la tolerancia de los Cuantos y, esa es considerada la más profunda idea científica en toda la historia científica. El Principio de Incertidumbre de Heisenberg, es un principio sólido de nuestro día a día, por el que sabemos que no podemos esperar que el mundo sea exacto. Y dice que no hay acontecimientos que puedan describirse con absoluta certeza, ya que todo conocimiento y toda información, sólo puede ser intercambiada dentro de un marco de tolerancia.Y si eso es cierto en cualquier forma de pensamiento que aspire a construirse en un dogma, y cuando la gente cree firmemente que es poseedora del conocimiento absoluto, sin ponerlo a prueba, a través de la Realidad, es lo que hacen los hombres cuando aspiran a tener un conocimiento propio de los dioses, nos dice Bronowski.
Según Bronowski, la ciencia es sólo una forma muy humana de conocimiento, donde siempre estamos en el umbral de lo conocido y cada juicio, está erigido en el límite del error y, es personal y es un tributo a lo que podemos saber, a pesar de que somos falibles.
Con la conocida Campana de Gauss, descubrimos que no existe esa tan ansiada visión perfecta y divina de las cosas, ya que los errores están indisolublemente unidos a la naturaleza del conocimiento humano. Por lo que es importante saber que los estudiantes no están aquí para venerar lo conocido, sino para cuestionarlo. Y los maestros en los laboratorios, sólo dan por finalizado su trabajo cuando encuentran una formulación matemática que los respalde. Y lo que el mismo Max Born decía: “Estoy ahora convencido de que la física teórica es realmente filosofía”. De que las nuevas leyes de la física tenían que ver con una visión diferente de la realidad, ya que el mundo no es una colección fija y concreta de objetos, porque no podemos separar del todo lo que son de la percepción que tenemos de ellos, que cambia ante nuestra mirada e interactúa con nosotros. Y el conocimiento que atesora es el que interpretamos y no existe forma posible de intercambiar información que no exija un enjuiciamiento, con lo que nace una nueva concepción a partir de las que se crea el mundo, que son más discretas, más fugaces, más sorprendentes que lo que atrapamos con nuestros sentidos.
Debemos aceptar que no somos maestros, abogados, gerente o comerciante; somos mucho más que eso y esas palabras, sólo describen a lo que te dedicas, ya que nuestra personalidad fue moldeada en los primeros años de nuestra vida, por los eventos y circunstancias que nos rodearon en esos momentos y, todo de manera aleatoria y fuera de nuestro control. Según Anand Dilvar, tú no eres tu forma de ser, ni tu forma de relacionarte, ni tu forma de comportarte ya que eres algo más y, el creer que somos lo que pensamos, nos trae por la calle de la amargura. Y podemos decir que lo que somos en realidad no puede ser descrito, ya que nuestra esencia pertenece al mundo de lo que no tiene forma.
Nuestra esencia no puede ser descrita ni está limitada por forma alguna, es independiente de eventos y circunstancias, apariencias y comportamientos. Somos en todo caso, la conciencia que le da espacio a nuestra experiencia y donde según Anand Dilvar, la vida es tu esencia, TÚ, en todo caso, eres la vida, donde la esencia de todo, es el aspecto de la dimensión de lo que no tiene forma y que permite que todo exista, el espacio donde todo sucede y no es “Algo” y mucho menos “Alguien”.
Aquello que no tiene explicación pero que está detrás de todas las cosas y si le llamamos la “Esencia de Todo”, tenemos que admitir que también es nuestra esencia. El espacio donde todo sucede y es el mismo espacio donde sucedes tú. Y como sólo conocemos la dimensión de la forma, no tenemos referencias para entender o hacer contacto con lo que no es del mundo de las formas. Sin embargo, según Dilvar, ideas, imágenes y creencias, son solo formas mentales y así vamos por la vida creyendo que sabemos, cuando en realidad, somos profundamente ignorantes al respecto.
El universo, parece poseer desde las épocas más remotas, todas las propiedades necesarias para permitir que la “materia” acceda a estados de complejidad cada vez más avanzada; donde los físicos y los astrónomos, están muy lejos de darnos respuestas claras sobre el origen y la razón de esta “organización primordial” completamente esencial, puesto que al fin y al cabo, ésta acaba formando parte de nosotros mismos. Lo que distingue a lo vivo de lo no vivo, no es aquello de que están hechos los organismos, sino el modo en que están compuestos, organizados y que funcionan como un todo.
Cuando un alma sensible y culta recuerda sus esfuerzos por trazar las grandes líneas de la razón y, cuando estudia la historia de su propia cultura, se da cuenta de que en la base de sus certidumbres, queda aún el recuerdo de una ignorancia esencial y, hay así una falla original de ser intemporal y la de no despertar siendo uno mismo para permanecer como uno mismo. ¿Qué pondrá orden suficiente en nuestro espíritu, para permitirnos comprender el orden supremo de las cosas, marcándonos con el signo de la Razón Pura? Nos pregunta Bachelard.
Peter Watson, demuestra cómo la convergencia entre diferentes ramas científicas juega un papel fundamental en la historia de la ciencia. En suma, se trata de una fascinante manera de descubrir qué sabemos sobre la ciencia y hacia dónde se dirige la investigación en el siglo XXI. Y es Albert Einstein, quien nos dice: “Que maravillosa sensación la de reconocer la unidad en un conjunto de fenómenos que a la observación directa se muestran como cosas distintas”. Hemos descubierto, nos dice Steven Weinberg, un fascinante “patrón de convergencia”, tal vez lo más profundo sobre el universo.
EL UNIVERSO, LA NADA Y LA CONCIENCIA
Todos hemos sentido alguna vez el descontento que provoca pensar en nuestro verdadero origen, de dónde venimos, qué había antes de nuestro universo, qué sentido tiene pensar en ir más allá de sus límites, si es que los hay. Y es fácil dudar de la lógica que seguimos y, la honesta verdad es que la ciencia actual no puede aportar respuestas satisfactorias a esas grandiosas preguntas.
Según Giambattista Vico, la verdadera meta de nuestro saber no es el conocimiento de la naturaleza, sino el autoconocimiento humano; el hombre sólo comprende en cuanto crea, condición que en rigor de verdad, sólo puede cumplirse en el mundo del espíritu, nunca en el de la naturaleza, razón por la cual sólo la naturaleza divina, que la ha creado, puede llegar a comprenderla por completo; y lo que el hombre puede llegar a comprender de verdad no es la esencia de las cosas, ya que nunca estará en condiciones de agotar por completo, sino solamente la estructura.
La pregunta importante para la ciencia, es el ¿Cómo? Y las preguntas: ¿Por qué? ¿Para qué? Y ¿Quién? pertenecen a otras disciplinas como la filosofía. Pero algunas veces sus caminos se acercan y se complementan. Buda dijo que la naturaleza de las cosas es el vacío, cosa que ahora la ciencia ha comprobado. Es decir, que todo lo que percatamos o percibimos es más vacío que “algo”; que un átomo es más una relación de diferentes polaridades de la energía que algo concreto. Y así, que todo está formado más por relaciones y eventos que por cosas. La ciencia junto con la filosofía, cuestionan todo y usan la lógica. En tanto que la religión,, está basada en dogmas que no pueden ser cuestionadas por más absurdas, ridículas y anticuadas que sean.
La Ciencia Nueva de Vico, trae al mundo algo nuevo y la novedad no consiste tanto en las soluciones que la obra ofrece, como en los problemas que en ella se plantean; donde lo que el hombre está llamado a realizar tiene que ser obra de la conexión y la unidad integral de todas sus fuerzas y, lo aislado es siempre desdeñable. Donde la verdadera unidad, según Cassirer, es la que presupone la separación y se restaura con base en ella. Y toda historia auténtica no es otra cosa que la imagen de este proceso constantemente renovado de separación y reunión. Es a través de los cambios algo eternamente presente y, su sentido no reside nunca en uno solo de sus momentos y reside sin embargo, total e íntegramente, en todos ellos. Es necesario que el problema histórico se combine siempre con un problema sistemático. No se intenta captar el eterno fluir de la historia en el ciclo del pensamiento.
Para los griegos, por naturaleza en el universo, solamente hay átomos sólidos, plenos, impenetrables, inmutables, eternos y, el vacío. Donde la mayoría de los seres humanos no se dan cuenta de cuál es la razón común de todas las cosas y, viven como si estuvieran dormidos. Pero para Heraclito, en el universo, todo fluye y nada permanece; y el Ser, es la presencia permanente que todo lo incluye y envuelve y es la Unidad, en la que no es posible establecer ninguna distinción, división o parte diferente de el universo. y todo es el Ser, todo es algo que es, sencillamente porque “el no ser”, no es.
Y según los filósofos griegos: Nada de lo que vemos y nada de lo que sentimos es irrelevante, todo importa, porque todo es Dios. Y es en la Escuela de Mileto, donde se da el inicio de una búsqueda del origen y el crecimiento del universo, considerado como una Totalidad. Donde la filosofía, nos ayuda a entender el mundo y a nosotros mismos y, nos permite construir un pensamiento más racional. Herramienta fundamental para la construcción y formación del pensamiento crítico y el conocimiento de la realidad. Lo que para René Descartes, vivir sin filosofar es, propiamente tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.
Uno de los objetivos de las ciencias físicas, ha sido aportar una descripción exacta del mundo material. Un logro de la física ha sido precisamente demostrar que ese objetivo es inalcanzable, de que no existe un conocimiento absoluto y toda información es imperfecta y, tenemos que manejarla con cuidado y con humildad, esa es la condición humana y eso es lo que dice la mecánica cuántica. Y que Bronowski se pregunta: ¿Cuán sutil y exacto es el detalle que podemos percibir con los mejores instrumentos del mundo, incluso con el instrumento perfecto, si pudiésemos concebirlo?
Nos hallamos cara a cara frente a la paradoja crucial del conocimiento y, cuando nos fijamos en las observaciones, nos sentimos desconcertados al comprobar que todavía son borrosas y sentimos que son tan inciertas como siempre. Y tal parece que estuviéramos persiguiendo un objeto que se aleja de nosotros hacia el infinito cada vez que lo vemos en el horizonte. A lo que poéticamente William Blake lo expresa cómo: “Para ver el mundo en un grano de arena y un cielo en una flor silvestre, sostén el infinito en la palma de tu mano y la eternidad en una hora.
La teoría de la relatividad especial de Einstein, obliga a replantearse este análisis como algo abstracto y elegante, donde debemos concebir la estructura del espacio-tiempo como un único todo, ya que ambos elementos dejan de ser entidades independientes; y sobre esta estructura geométrica aparecen los efectos cuánticos del vacío. Y la mecánica cuántica introduce leyes nuevas que condicionan no sólo la estructura del vacío, sino también la forma que podemos experimentar esta estructura, nos dice José Latorre.
Donde cada interacción de la naturaleza, conlleva una nueva modificación de las propiedades del vacío cuántico y, las interacciones gravitatorias modifican el vacío de una forma que todavía desconocemos, y tal parece que es imposible sustraerse al atractivo de la Nada, ya que la misma matemática presenta Nadas de diferente profundidad, por lo que definir a la Nada, resulta paradójico ya que si recurrimos a decir que algo existe en contraposición a la Nada, estamos cerrando un circulo sin contenido. Y según Latorre, son necesarios siglos de maduración de prueba y error, para abordar de forma sistemática y sin prejuicio alguno, al estudio del vacío cuántico.
¿Cómo puede surgir, Algo de la Nada? Pregunta José Latorre. La ciencia trata de explicar los fenómenos naturales en términos de verdades simples pero indemostrables, ya que no hay lugar para quedarse sin nada en lo que apoyarse. Y la gran pregunta de qué es la Nada, o de si ésta tiene sentido o, de qué había antes de nuestro universo, escapa a las explicaciones de la ciencia.
La pasión del científico se alimenta de la conexión que ve y establece entre su trabajo y el paisaje entero: Y la belleza singular del detalle que lo ocupa proviene del vínculo de ese pormenor con algo más grande, nos dice Gerardo Herrera, donde aquéllos que no son científicos, el conocimiento de los avances de la ciencia les proporciona mayor riqueza a sus vidas, dándole valor y sentido a lo que de otra manera pasaría inadvertido. Y les brinda además, la oportunidad de colocarse ante lo desconocido y percibir de esta manera, el sentimiento más profundo que puede experimentar el ser humano. Esa sensación de misterio ante lo que se nos aparece como inasible, profundo y cautivador. Ahí, en lo impenetrable, se manifiesta la belleza insondable, la eternidad indiferente y la culminación de la conciencia.
Einstein, creía en el Dios Panteísta de Baruch Spinoza, un Dios impersonal, sinónimo de naturaliza y universo. Y decía: Yo creo en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonía ordenada que existe y, no en el Dios que se involucra Él mismo con los destinos y acciones de los seres humanos. Es decir, según Verónica del Castillo, que creía en un Dios sutil pero no malicioso ni castigador, un Dios que gobierna la naturaleza pero no es personal, donde el verdadero crecimiento espiritual consiste en hacernos cargo de lo nuestro, responsables de nuestros actos, sentir y pensar para vivir en serenidad con el prójimo y, nunca perder la capacidad de asombro, ante lo que siempre hemos dado por hecho y las bendiciones más elementales que tenemos. Y es el mismo Einstein quien habló de la capacidad de asombro, comentando que: “Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los más pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente. La más bella y profunda emoción que nos es dado sentir, es la sensación de lo místico. Ella es la que genera toda verdadera ciencia. El hombre que desconoce esa emoción, que es incapaz de maravillarse y sentir el encanto y el asombro, está prácticamente muerto.
En apariencia, sólo el 4% del contenido del universo es visible y el 96% es algo misterioso que se conoce como materia y energía oscura. Esta energía dilata el espacio y parece una fuerza de antigravedad donde el universo es finito pero sin límites. Pero es Herrera Corral, quién apunta que en el modelo cosmológico aceptado en la actualidad, es imposible de predecir lo que sucedió antes de que transcurrieran los primeros segundos de existencia del universo, tiempo que es conocido como tiempo de Planck. Ya que más allá de ese instante, se debe elaborar una nueva física que incluya la mecánica cuántica y la relatividad general.
El vacío, es una parte importante de lo que forma el universo y no sólo la Nada sin propiedades. El vacío es el estado en el que los campos de energía que están en todo lo que nos rodea, toman su valor de energía más bajo y es un campo de cero. Y en los campos de materia, toman sus valores más bajos cuando no hay materia y donde para los físicos, el vacío está lleno de campos en constante actividad: Y fue Maswell, quién demostró que la electricidad, el magnetismo y la luz, son manifestaciones de una misma cosa y, a él le debemos la manera actual de entender la luz. Donde si las oscilaciones son muy rápidas, no se puede advertir la luz por los ojos, pero lo mismo ocurre si son muy lentas y sus fotones se presentan en la naturaleza con y sin masa, como dos aspectos de la misma naturaleza.
La Teoría de Cuerdas, propone que la materia, las fuerzas, el espacio y el tiempo, están compuestos de pequeñísimas cuerdas que vibran y de acuerdo con esto, el mundo que nos rodea, es una sinfonía de complejidad inimaginable y la que unifica todas las fuerzas en un solo concepto y, agrupa en una sola a las cuatro interacciones, que son: la fuerte, la débil, la electromagnética y la gravitacional. Y sin duda, nos dice Herrera Carrera, el aspecto más destacado del universo es que en él se haya desarrollado la “Conciencia”, donde la conciencia es la Actividad Mental, a la que sólo puede tener acceso el propio sujeto y el acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo, dentro del dominio del tiempo y del espacio.
Desde el punto de vista humano, somos únicos e irremplazables y cada humano es biológicamente único; su código genético, así lo indica. Sin embargo, según Isabel Heroso, no hay que confundir, la biología o vehículo, con el conductor. Nosotros no somos nuestro cuerpo, nosotros no somos lo que le da vida y carácter a ese cuerpo inanimado. Somos esa maravillosa energía, ese pensamiento que mueve todas las pequeñas cuerdas del vehículo. Y la energía no se destruye sólo se transforma. Además, ¿Quién podría destruir un pensamiento?
Se dice que el Ser, es el más universal y vacío de los conceptos y que resiste todo intento de definición. Según Martin Heidegger, todos lo usamos constantemente y comprendemos también lo que en cada caso queremos decir con él. El Ser es el más universal de los conceptos y, cierta comprensión del Ser, es en cada caso ya incluida en toda aprehensión de un Ente. La Ontología medieval, discutió copiosamente el problema, ante todo en las escuelas Tomistas y Escotistas, sin llegar a una fundamental claridad. Y cuando Hegel finalmente define el Ser como lo Inmediato Indeterminado y, da esta definición por base a todo el restante despliegue de las categorías de su lógica, se mantiene en la misma dirección visual que la antigua Ontología, sólo que deja de mano el problema planteado ya por Aristóteles, de la unidad del Ser, frente a la pluralidad de las categorías con su contenido material. Y al decir que el Ser es el más universal de los conceptos, esto no quiere decir, ser el más claro y no menesteroso de mayor discusión.
El Ser, es el más comprensible de los conceptos, pero esta comprensibilidad de término medio, no hace más que mostrar su incomprensibilidad, según Heidegger.
Según Paul Tillich: “Al hombre, su Ser no sólo le es dado, también le es exigido que llegue a ser, lo que se espera que sea y que cumpla su destino”. Y Liz Greene, añade: “Creo que todos tenemos un Sí MISMO, un ser más profundo que guía, encaja, regula y supervisa nuestra evolución y de que hay una parte de nosotros que sabe para qué estamos hechos”. Y San Agustín dijo: “Dentro de mi hay uno que es más YO, que yo mismo”. Y así también la filosofía oriental utiliza el término Dharma, para denotar “la misión intrínseca presente desde el nacimiento, que uno tiene que cumplir”. Y es Jung quién escribió: “El Libre Albedrio, es la capacidad de hacer alegremente lo que debo hacer”.
Todo es un milagro para el despierto y consciente y nada lo es para el inconsciente. Es un milagro estar vivo dentro de la baja probabilidad de que existiera vida en el planeta y que después de millones de años de evolución, nacieron nuestros padres; y que entre millones de espermatozoides haya ganado el nuestro al fecundar al óvulo de nuestra madre. Algo sutil para el inconsciente, pero extraordinario para el consciente como ente despierto, ya que a veces el milagro más evidente, no lo es para el inconsciente.
Comprender cómo funciona algo, no es lo mismo que comprender cómo llegó a ser. Y lo cierto es que entender el origen de algo, no es lo mismo que entender su funcionamiento. La vida es un fenómeno molecular, donde los mecanismos biológicos complejos aparecen en los niveles más altos, pero los detalles pertenecen al ámbito de las biomoléculas: y en su sentido biológico más cabal, la evolución significa un proceso por el cual la vida surgió de la materia inerte y luego se desarrolló totalmente por medios naturales.
Todo el propósito está en los detalles y, aunque hay principios generales que ayudan a comprender el cuadro general de la vida, los principios generales tienen sus limitaciones. Y es preciso experimentar la complejidad para apreciarla y cuando las ciencias descubrieron sus cimientos, hubo que desechar las viejas maneras de entender el mundo y revisarlas hasta la extenuación o restringirlas a solo una parte de la naturaleza. Y según Michael Behe, muchas grandes ideas poseen la elegancia de lo simple y así fue con la evolución de Darwin, quién razonó que como los suministros limitados de alimento no podían soportar a todos los organismos que nacen, aquéllos cuya variación fortuita, les proporciona ventajas en la lucha por la vida, tenderían a sobrevivir y reproducirse, venciendo en la competencia a los menos favorecidos; y si la variación se hereda, entonces en grandes períodos de tiempo, podrían producirse grandes cambios, con lo que al menos todos los rasgos más interesantes de la vida, deriva de la selección natural que opera en la variación aleatoria.
Sin embargo, la vida se vive en los detalles y, las encargadas de los detalles son las moléculas, donde los detalles de la vida están finamente calibrados y la maquinaria de la vida es en extremo compleja, por lo que es la complejidad el fundamento de la vida que ha frustrado el intento de explicarlo, presentando una barrera todavía inexpugnable para los alcances universales del darwinismo. Pero no hay motivos para dudar que el universo tiene miles de millones de años y la idea de ascendencia común, es decir que todos los organismos compartimos un ancestro común, resulta muy convincente.
La teoría celular de la vida, formulada por Schleiden y Schwann, quiénes distinguieron que los animales eran similares a las plantas en su estructura celular, llegando a la conclusión de que las células componen el cuerpo entero de animales y plantas y de que en cierto sentido, las células son unidades con vida propia y, que la cuestión concerniente a la energía fundamental de los cuerpos organizados se resuelve en las células individuales, donde la pregunta principal atañe al origen de este organismo pequeño y peculiar, la célula.
Estamos en la pleamar de las investigaciones biológicas, donde la última caja negra fue la célula el cimiento de la naturaleza, que con las enzimas, otras proteínas y los ácidos nucléicos ha iluminado los principios que operan en el nivel básico de la vida, con lo que sabemos que las acciones de las proteínas y otras moléculas, bastan para explicar la base de la vida.
Nuestro cuerpo físico se mantiene vivo y funcionando normalmente gracias a un ordenador que checa y modifica constantemente nuestras funciones, conocido como sistema nervioso vegetativo. Y, existe una conexión entre el área cerebral de la afectividad y este sistema, que es capaz de engañarlo y alterar su función. Y se descontrola todo, el apetito, la respiración, el funcionamiento del corazón, la secreción de hormonas e incluso, nuestras defensas.
Situaciones difíciles, con emociones intensas e incontrolables, van acompañadas, como es lógico, por una conmoción vegetativa que nos puede provocar vómitos, falta de aire, taquicardias, hipertensión o incluso, un infarto; pero si son pasajeras se pueden considerar dentro de la normalidad. Y cuanto mejor respiremos, más salud tendremos y más años viviremos, ya que el oxigeno que recibimos llega a nuestra sangre, para que puedan hacer su labor nuestras células, según nos explica Heraso.
Cuando llegamos al estomago, vemos que tenemos que relajarlo, ya que si estamos estresados, habrá acidez, porque nuestras secreciones aumentan con el estrés y, si el tránsito por el intestino es muy lento, se absorberán mucho más los alimentos y engordaremos; pero si el tránsito es demasiado rápido, estaremos excesivamente delgados. Si el tránsito es lento, estaremos estreñidos y si el tránsito es rápido, sufriremos colitis. Nuestro sistema endocrino con la hipófesis, tenemos la glándula que regula el organismo y cuando estamos estresados, ésta reacciona de manera desordenada y tenemos que relajarnos para que sus secreciones sean rítmicas y pueda regular al resto de nuestras glándulas para nuestra buena salud; de lo contrario tendremos alteraciones como taquicardias, sudoraciones y engordaremos o enflacaremos demasiado. Las glándulas suprarrenales, están reguladas también por la hipófisis, segregando adrenalina, que en demasía aumentarán los latidos del corazón, la tensión arterial, la glucosa y disminución de la digestión.
Todos nacemos con impulsos agresivos innatos y un componente innato de nuestra estructura biológica que es parte esencial de nuestro equipamiento instintivo de seres humanos y sirve igualmente un importante propósito evolutivo, existiendo una estrecha relación entre sexualidad y agresividad y así mismo, le debemos la voluntad de cultivar o desplegar lo que somos y lo que podemos llegar a ser, según Liz Greene.
Donde la agresividad sana, es también un impulso positivo a confirmar y dominar el mundo interior; fuerza interior que da el impulso necesario para cosas nuevas y sin éste, no seriamos capaces de aprender, preparar o de resolver un problema complicado. Donde todos necesitamos encontrar canalizaciones positivas y constructivas para nuestros instintos agresivos y, cuanto más enamorados estamos, tanto más dependen nuestra felicidad y nuestro bienestar de la persona que amamos.
Para muchos, en nuestro cerebro se concentra el misterio más profundo y estiman que al develarlo, tendremos la clave para entender todo lo demás; y su desarrollo tiene implicaciones profundas que mucha gente relaciona con la existencia y naturaleza misma del cosmos. Sin embargo, hay quiénes afirman que es algo separado del cerebro y la manifestación de un principio exterior. Por su naturaleza, es también un tema multidisciplinario, en cuyo análisis se cuenta con la participación especulativa de los filósofos.
Según Herrera Corral, la conciencia no puede entenderse y es inaccesible por el método científico y, es consecuencia de la actividad física en el cerebro, actitud que se puede reproducir, pero no se podría desarrollar un algoritmo para simularlo. Para David Chalmers: “No todas las entidades de la ciencia son explicadas en términos más simples”, así por ejemplo, el espacio-tiempo no son reducibles a nada más simple. Sin embargo, Herrera nos dice que el hecho de cultivar la reflexión especulativa, que no se sujeta a ningún tipo de comprobación, tiene un carácter arbitrario, en tanto que no se pueden poner a prueba. Y es Penrose, quién nos dice que “No funcionamos de acuerdo con un conjunto de reglas, sino que funcionamos entendiendo y usamos las reglas porque nos ayudan a entender, pero no es por ellas que sabemos que las cosas son verdaderas. Esta actividad se puede llegar a reproducir, pero no se podría desarrollar un algoritmo para simularlo.
Reflexionar sobre la conciencia puede procurarnos una satisfacción similar a la que sentimos cuando nos planteamos la naturaleza del tiempo o los orígenes de la materia, movidos por nuestra ávida curiosidad por descubrir algo sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea. Nuestra experiencia de la conciencia, según Annaka Harris, está intrínsecamente ligada a quiénes somos y que rara vez nos percatamos del misterio que encierra. Eludimos por completo el misterio, como si la existencia de la conciencia fuese una obviedad o el resultado inevitable de la complejidad de la vida, pero cuando nos paramos a examinar la cuestión con mayor detenimiento, vemos que se trata de uno de los aspectos más extraños de la realidad.
Un organismo es consciente, si se siente de algún modo ser ese organismo. Y estar en la Tierra, no nos separa del resto del universo, porque de hecho estamos y siempre hemos estado en el espacio exterior, esto hace tambalear nuestras suposiciones cotidianas sobre el mundo en que vivimos, donde algunos hechos son tan importantes y, a la vez, tan alejadas de toda lógica, como que la materia esté principalmente compuesta de vacío y que necesitamos recordarlo una y otra vez y así dar pie a una nueva forma de pensar y, la conciencia, es aquello a lo que nos referimos cuando hablamos sobre la experiencia en su forma más básica.
La ignorancia fomenta el miedo y el miedo, es una emoción paralizante y destructiva. Hay personas que por miedo prefieren la ignorancia, pero sufren más y además los resultados finales son desastrosos. Sin embargo, la sociedad premia la ignorancia y a las personas que no preguntan y se conforman con todo lo que se les dice.
La simple distinción entre si una experiencia está presente o no y, el gran misterio reside en porqué “esa Chispa” se enciende en algunos conjuntos de materia del universo, donde al principio no hay nada y de repente, como por arte de magia en el momento indicado, surge algo, hay una experiencia que se enciende en el mundo inanimado emergiendo de la oscuridad. A lo que Rebeca Goldstein señala: Por supuesto, la consecuencia es una cuestión de materia; ¿Qué otra cosa si no, dado que eso es lo que somos? Y con todo, el hecho de que algunos pedazos de materia tengan una vida interior, no se asemeja en nada al resto de propiedades de la materia ya observadas y mucho menos, a las ya comprendidas.
¿Las leyes que rigen la materia en movimiento, pueden producir esto, todo esto? ¿La materia se despierta de repente y empieza a percibir el mundo? Nos pregunta Harris.
Según Herrera, cuando la vida se estableció en nuestro planeta, fue la selección natural la que llevó a los seres vivos a desarrollar habilidades de sobrevivencia, entre las que muy probablemente se encuentra la conciencia. Y de esta manera, la conciencia sería el resultado de la complejidad desarrollada a lo largo de mucho tiempo, donde en el transcurso del proceso evolutivo, el cerebro se convirtió en una ventaja en la contienda por sobrevivir.
Donde la vida, es el paso previo a la conciencia y, la manera más simple de aproximarse a la conciencia nos lleva a mirar a la vida como causa. Y donde es el carbono, el elemento clave del origen de la vida.
Ken Wilber, sostiene que la evolución humana avanza desde un estado pre personal, durante los primeros meses de vida, hasta el desarrollo de una identidad personal y que una vez establecido el sentimiento de nuestra propia identidad personal, la siguiente etapa es darnos cuenta de que en verdad estamos conectados e interrelacionados con todo lo que existe en el universo y, aceptar la dimensión trans personal de nuestra naturaleza; es decir que vamos de lo pre personal a lo personal y a lo trans personal. Jung, a través del Inconsciente Colectivo o psique de masas, no dio una definición clara sobre él, e incluye elementos de naturaleza distinta y aún opuesta, como estructuras primitivas ancestrales, Arquetipos de carácter superior y actividades progresivas de naturaleza super consciente.
Somos parte de algo mucho más vasto que nosotros mismos y estamos en el camino de lo Trans personal, donde el Yo no desaparece, sino que se ha expandido a conectarnos con algo mayor que nosotros mismos. Para Henry Susu: Todas las creaturas son la misma vida, la misma esencia, el mismo poder, el mismo Uno… y no menos que eso, el Sí mismo superior o trans personal que es a la vez nuestra esencia más íntima, aquella parte de nosotros Universal, donde el Yo es el centro de la Conciencia, y el Sí mismo es la Totalidad que abarca tanto el Consciente como el Inconsciente.
Merleau-Ponty, tuvo la intuición de incluir en la subjetividad del sentir, la objetividad capaz de comprender; donde si el hombre no tuviera cuerpo y conciencia ligada a través de la percepción, ningún avance técnico ni humano hubiera sido posible a lo largo de la historia. Estudió el cuerpo como fenómeno prioritario en el que la Objetividad y Subjetividad, se cruzaban proyectando su acción en el mundo. Donde la doble condición objetiva y subjetiva propia del cuerpo, reflejaba la apertura de la percepción a la diversidad del mundo. Y como consecuencia, la conciencia vive en una intencionalidad operante, empeñada en enlazar los fenómenos y enriquecerlos. También consideraba que ambas se necesitaban mutuamente para dar lugar a la comprensión del mundo, donde la síntesis entre conciencia y cuerpo, se trata de una Dialéctica Circular entre ambos, que hace imposible concebir la conciencia, si no es de una manera integrada. Y el mundo percibido se daba en un espacio y un tiempo que eran ante todo “Coexistencia”: un ahora en donde la dialéctica entre la percepción corporal y la idea formaban un “Tejido de Relaciones” propio de la convivencia.
El objetivo era que los hombres aprendieran a pensar en un nuevo mundo y, lanzarlo a una historia viva que partiera de la necesidad comunicativa entre las personas; la única dinámica capaz de dar sentido al presente creando instituciones dinámicas que son expresión del modo en que la naturaleza y tradición conviven. Filosofar a la manera en que lo hace el artista, trabajar la materia viva hasta que de ella surjan nuevas expresiones, que innoven el mundo que la humanidad ha heredado.
Pasamos la vida con un organismo que para la mayoría de nosotros es un desconocido, pero afortunadamente cada vez somos más conscientes de nuestro lugar en la naturaleza, de nuestro origen y de cómo hemos llegado hasta donde estamos. La concepción molecular de la vida, de la evolución y del funcionamiento del cuerpo humano, nos proporciona hoy en día una imagen tremendamente precisa y detallada de las piezas que forman un ser humano y, de las leyes que rigen su funcionamiento. Somos más del 50% del peso corporal de un individuo adulto que está compuesto de agua, donde el corazón pesa entre 250 a 350 gramos y late 100,000 veces al día, bombeando cerca de 6 litros de sangre por todo el cuerpo y que tiene entre 70 y 190 latidos por minuto. Y la sangre es de distintos colores pero no azul y, de que cuando respiras pierdes mucha agua. El sistema digestivo se encarga de convertir la comida en los nutrientes que tu cuerpo necesita para sobrevivir y deshacerse de los residuos de dicho proceso.
Las glándulas que componen el Sistema Endocrino, se ocupan de regular el metabolismo, el crecimiento y el desarrollo, las funciones de los tejidos, la sexualidad, la reproducción, el sueño y hasta el humor, según Ann Zimmermann. En el sistema nervioso, las neuronas se encargan de transmitir señales entre las distintas partes del organismo y, es el cableado eléctrico que nos mantiene encendidos, donde la corteza cerebral es la sede del pensamiento complejo, que ha crecido muy grande en los humanos. Los espermatozoides son las células más pequeñas del cuerpo y los óvulos, los más grandes.
El Sistema Linfático, compuesto de tejidos y órganos ayuda al cuerpo a liberarse de toxinas, material de desecho y otros productos indeseados, donde la circulación de la Linfa por el organismo, depende de la actividad de numerosos músculos. El Sistema Inmunitario, lo componen un conjunto de estructuras y procesos del organismo que se encargan de defendernos de las enfermedades y de cuerpos extraños dañinos.
El ADN, es único y contiene todas las instrucciones que el organismo necesita para crecer, vivir y reproducirse. Donde la estatura, color de los ojos, constitución física, está determinado por los Cromosomas, moléculas que portan nuestra información genética. Las células tienen un ciclo vital definido y cuando mueren, son reemplazadas por otras más nuevas.
La Amigdala, hace que recuerdes situaciones amenazantes o reacciones ante los peligros y, éstas son las partes del cerebro que se activan en el sistema de lucha o de huida. Y puede por muchas razones, algunas maliciosas y otras totalmente benignas, pero todos mentimos alguna vez y, si eres como la mayoría de los humanos, lo más probable es que alguna vez te hayas visto en la situación de contar un chisme sobre otra persona, y nos guste o no, el chisme es parte de la vida cotidiana. Fallecemos porque nuestras células mueren y aunque se reemplazan una y otra vez, no pueden hacerlo para siempre y en donde los Telómeros, la información que guardaban, se pierde y no se pueden seguir dividiéndose.
Cuando parecía que la genética podía responder todas las cuestiones, nos dimos cuenta de que no era suficiente. Ahora sabemos que el ser humano no sólo se define por la composición del conjunto de Genes de sus células, el Genoma, sino que su Epigenoma, influido por el Ambiente, es vital en su existencia. La Epigenética añade Complejidad y a la vez, permite entender mucho mejor cómo funciona el organismo y cómo nos enseña que es posible modular la actividad de nuestros genes heredados, cambiar la vida de nuestras células y mejorar el futuro de nuestros descendientes. El descubrir el lenguaje que utilizan las células basadas en información codificada y, entender su ensamblaje entre información, estructura y funcionamiento.
Y aunque los Genes tienen la clave para convertirnos en lo que seremos, sin embargo nuestras experiencias van a condicionar drásticamente ese destino, mucho más de lo que creíamos hace poco. Esta interacción entre ambiente y genética, no sólo tiene efectos a nivel celular, sino que tiene efectos de carácter trans generacional y que promete además, ser algo realmente asombroso, cuando seamos capaces de comprenderlos en toda su complejidad.
Desentrañar los procesos Epigenéticos, que modifican el destino de las células, nos están ayudando a conocer mejor cómo se desarrolla un ser humano, por qué aparecen ciertas patologías y, poder perfeccionar sus tratamientos. Según Raul Delgado, gracias a la Epigenética, se ha inaugurado una era que nos ofrece nuevas herramientas para comprender, predecir e incluso revertir condiciones que no podíamos imaginar y, nos abre la puerta a la medicina de precisión y personalizada.
Nuestra propia existencia, presentada hace un tiempo como el mayor de todos los misterios, ha dejado de ser tal misterio, porque lo resolvieron Darwin y Wallace. La complejidad de los organismos vivos va aparejada con la elegante eficiencia de su aparente diseño. Debemos aceptar de que la visión darwiniana del mundo es cierta y de que es la única teoría conocida, que en principio podría resolver el misterio de nuestra existencia.
El ser humano se ha distinguido del resto de las especies, por haber creado una colección espectacular de prácticas e ideas que colectivamente se conocen como culturas. ¿Cómo se inició este proceso? Se piensa que fue gracias al lenguaje verbal, una capacidad importante de la mente humana y de otros rasgos distintivos como su carácter social y su intelecto, superior al de otras especies, incluyendo la selección natural que actúa al nivel de los genes. Donde los “Sentimientos” pusieron en marcha la cultura humana.
La actividad cultural, comenzó profundamente unida a los sentimientos y esta unión ha permanecido intacta. La interacción tanto favorable como desfavorable, entre el sentimiento y la razón, debe ser tomada en cuenta si pretendemos comprender los conflictos y las contradicciones de la condición humana.
Para Antonio Damasio, es evidente que tales comportamientos pudieron haber surgido en un organismo tan simple como una célula o una bacteria, en los primeros tiempos de la biosfera. Esta explicación se basa en los propios mecanismos de la vida y en las condiciones de su regulación, que son un conjunto de fenómenos que generalmente se designa mediante la palabra de ¡Homeostasis!, ya que los sentimientos son la expresión mental de la homeostasis. Mientras que actúa al amparo de los sentimientos, es el hilo funcional que conecta a los seres vivos primitivos con la extraordinaria alianza de los cuerpos y los sistemas nerviosos, responsables de la aparición de la mente consciente. Asimismo, estas mentes son a su vez responsables de los rasgos distintivos de la humanidad.
Por sí solas, las ciencias no pueden iluminar la totalidad de la experiencia humana, sino que necesitan la luz que procede de las artes y la humanidad, donde el comportamiento humano es el resultado exclusivo de fenómenos culturales autónomos, como también otro en el que el comportamiento humano es únicamente la consecuencia de la selección natural tal como lo expresan las leyes.
Haber descubierto que las raíces de las culturas humanas se encuentra en la biología no humana, no disminuye en absoluto el carácter excepcional de la humanidad que procede de la inigualable importancia que le otorgamos al sufrimiento y a la prosperidad, en el contexto de recuerdos del pasado y construcciones de la memoria de un futuro que anticipamos constantemente.
El organismo vivo está construido de manera que mantenga la coherencia de sus estructuras y funciones, durante tanto tiempo como sea posible, frente a sus posibles amenazas, donde cada cosa y hasta donde su propio poder alcanza, se esfuerza por perseverar en su Ser ese esfuerzo que no es más que la verdadera esencia de las cosas. Watson estaba convencido no sólo de que el Conocimiento era parte del aprendizaje de los humanos respecto al mundo, sino que además era el elemento principal que conectó con una tendencia académica que preconiza la Superioridad del Ambiente sobre la herencia.
Nuestro dominio va a todas luces unido a nuestra inteligencia, a nuestra fantástica capacidad de fabricar herramientas, a nuestra compleja vida social y cultural y sobre todo, a nuestro lenguaje y a nuestra conciencia simbólica. Pero no se sabe en absoluto cómo evolucionamos a partir de unos antepasados que no eran capaces de hablar, de crear símbolos o de elaborar conceptos abstractos. Todavía no tenemos un relato científico plenamente coherente y satisfactorio.
Nuestra existencia en el mundo es algo que damos por sentado, sin embargo, el simple hecho de que la conciencia existe, plantea profundas interrogantes. ¿Qué es la conciencia? ¿Cómo se origina? ¿Y por qué existe? ¿Por qué en el universo, determinados conjuntos de materia habrían de estar dotados de conciencia? ¿De dónde procede nuestra capacidad para reflexionar sobre esta cuestión? ¿Y por qué deberíamos hacerlo?
Nuestra experiencia de la conciencia está tan intrínsecamente ligada a quiénes somos, que rara vez nos percatamos del misterio que encierra. Y puesto que la conciencia es la experiencia misma, no es de extrañar que se nos pase por alto la profunda cuestión que tenemos ante nosotros a cada instante. Un organismo es consciente, si se siente de algún modo ser ese organismo. Y la conciencia es aquello a lo que nos referimos cuando hablamos sobre la experiencia en su forma más básica.
¿Cómo puede surgir, Algo de la Nada? Pregunta José Latorre. La ciencia trata de explicar los fenómenos naturales en términos de verdades simples pero indemostrables, ya que no hay lugar para quedarse sin nada en lo que apoyarse. Y la gran pregunta de qué es la Nada, o de si ésta tiene sentido o, de qué había antes de nuestro universo, escapa a las explicaciones de la ciencia.
La pasión del científico se alimenta de la conexión que ve y establece entre su trabajo y el paisaje entero: Y la belleza singular del detalle que lo ocupa proviene del vínculo de ese pormenor con algo más grande, nos dice Gerardo Herrera, donde aquéllos que no son científicos, el conocimiento de los avances de la ciencia les proporciona mayor riqueza a sus vidas, dándole valor y sentido a lo que de otra manera pasaría inadvertido. Y les brinda además, la oportunidad de colocarse ante lo desconocido y percibir de esta manera, el sentimiento más profundo que puede experimentar el ser humano. Esa sensación de misterio ante lo que se nos aparece como inasible, profundo y cautivador. Ahí, en lo impenetrable, se manifiesta la belleza insondable, la eternidad indiferente y la culminación de la conciencia.
Einstein, creía en el Dios Panteísta de Baruch Spinoza, un Dios impersonal, sinónimo de naturaliza y universo. Y decía: Yo creo en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonía ordenada que existe y, no en el Dios que se involucra Él mismo con los destinos y acciones de los seres humanos. Es decir, según Verónica del Castillo, que creía en un Dios sutil pero no malicioso ni castigador, un Dios que gobierna la naturaleza pero no es personal, donde el verdadero crecimiento espiritual consiste en hacernos cargo de lo nuestro, responsables de nuestros actos, sentir y pensar para vivir en serenidad con el prójimo y, nunca perder la capacidad de asombro, ante lo que siempre hemos dado por hecho y las bendiciones más elementales que tenemos. Y es el mismo Einstein quien habló de la capacidad de asombro, comentando que: “Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los más pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente. La más bella y profunda emoción que nos es dado sentir, es la sensación de lo místico. Ella es la que genera toda verdadera ciencia. El hombre que desconoce esa emoción, que es incapaz de maravillarse y sentir el encanto y el asombro, está prácticamente muerto.
En apariencia, sólo el 4% del contenido del universo es visible y el 96% es algo misterioso que se conoce como materia y energía oscura. Esta energía dilata el espacio y parece una fuerza de antigravedad donde el universo es finito pero sin límites. Pero es Herrera Corral, quién apunta que en el modelo cosmológico aceptado en la actualidad, es imposible de predecir lo que sucedió antes de que transcurrieran los primeros segundos de existencia del universo, tiempo que es conocido como tiempo de Planck. Ya que más allá de ese instante, se debe elaborar una nueva física que incluya la mecánica cuántica y la relatividad general.
El vacío, es una parte importante de lo que forma el universo y no sólo la Nada sin propiedades. El vacío es el estado en el que los campos de energía que están en todo lo que nos rodea, toman su valor de energía más bajo y es un campo de cero. Y en los campos de materia, toman sus valores más bajos cuando no hay materia y donde para los físicos, el vacío está lleno de campos en constante actividad: Y fue Maswell, quién demostró que la electricidad, el magnetismo y la luz, son manifestaciones de una misma cosa y, a él le debemos la manera actual de entender la luz. Donde si las oscilaciones son muy rápidas, no se puede advertir la luz por los ojos, pero lo mismo ocurre si son muy lentas y sus fotones se presentan en la naturaleza con y sin masa, como dos aspectos de la misma naturaleza.
La Teoría de Cuerdas, propone que la materia, las fuerzas, el espacio y el tiempo, están compuestos de pequeñísimas cuerdas que vibran y de acuerdo con esto, el mundo que nos rodea, es una sinfonía de complejidad inimaginable y la que unifica todas las fuerzas en un solo concepto y, agrupa en una sola a las cuatro interacciones, que son: la fuerte, la débil, la electromagnética y la gravitacional. Y sin duda, nos dice Herrera Carrera, el aspecto más destacado del universo es que en él se haya desarrollado la “Conciencia”, donde la conciencia es la Actividad Mental, a la que sólo puede tener acceso el propio sujeto y el acto psíquico por el que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo, dentro del dominio del tiempo y del espacio.
Desde el punto de vista humano, somos únicos e irremplazables y cada humano es biológicamente único; su código genético, así lo indica. Sin embargo, según Isabel Heroso, no hay que confundir, la biología o vehículo, con el conductor. Nosotros no somos nuestro cuerpo, nosotros no somos lo que le da vida y carácter a ese cuerpo inanimado. Somos esa maravillosa energía, ese pensamiento que mueve todas las pequeñas cuerdas del vehículo. Y la energía no se destruye sólo se transforma. Además, ¿Quién podría destruir un pensamiento?
Se dice que el Ser, es el más universal y vacío de los conceptos y que resiste todo intento de definición. Según Martin Heidegger, todos lo usamos constantemente y comprendemos también lo que en cada caso queremos decir con él. El Ser es el más universal de los conceptos y, cierta comprensión del Ser, es en cada caso ya incluida en toda aprehensión de un Ente. La Ontología medieval, discutió copiosamente el problema, ante todo en las escuelas Tomistas y Escotistas, sin llegar a una fundamental claridad. Y cuando Hegel finalmente define el Ser como lo Inmediato Indeterminado y, da esta definición por base a todo el restante despliegue de las categorías de su lógica, se mantiene en la misma dirección visual que la antigua Ontología, sólo que deja de mano el problema planteado ya por Aristóteles, de la unidad del Ser, frente a la pluralidad de las categorías con su contenido material. Y al decir que el Ser es el más universal de los conceptos, esto no quiere decir, ser el más claro y no menesteroso de mayor discusión.
El Ser, es el más comprensible de los conceptos, pero esta comprensibilidad de término medio, no hace más que mostrar su incomprensibilidad, según Heidegger.
Según Paul Tillich: “Al hombre, su Ser no sólo le es dado, también le es exigido que llegue a ser, lo que se espera que sea y que cumpla su destino”. Y Liz Greene, añade: “Creo que todos tenemos un Sí MISMO, un ser más profundo que guía, encaja, regula y supervisa nuestra evolución y de que hay una parte de nosotros que sabe para qué estamos hechos”. Y San Agustín dijo: “Dentro de mi hay uno que es más YO, que yo mismo”. Y así también la filosofía oriental utiliza el término Dharma, para denotar “la misión intrínseca presente desde el nacimiento, que uno tiene que cumplir”. Y es Jung quién escribió: “El Libre Albedrio, es la capacidad de hacer alegremente lo que debo hacer”.
Todo es un milagro para el despierto y consciente y nada lo es para el inconsciente. Es un milagro estar vivo dentro de la baja probabilidad de que existiera vida en el planeta y que después de millones de años de evolución, nacieron nuestros padres; y que entre millones de espermatozoides haya ganado el nuestro al fecundar al óvulo de nuestra madre. Algo sutil para el inconsciente, pero extraordinario para el consciente como ente despierto, ya que a veces el milagro más evidente, no lo es para el inconsciente.
Comprender cómo funciona algo, no es lo mismo que comprender cómo llegó a ser. Y lo cierto es que entender el origen de algo, no es lo mismo que entender su funcionamiento. La vida es un fenómeno molecular, donde los mecanismos biológicos complejos aparecen en los niveles más altos, pero los detalles pertenecen al ámbito de las biomoléculas: y en su sentido biológico más cabal, la evolución significa un proceso por el cual la vida surgió de la materia inerte y luego se desarrolló totalmente por medios naturales.
Todo el propósito está en los detalles y, aunque hay principios generales que ayudan a comprender el cuadro general de la vida, los principios generales tienen sus limitaciones. Y es preciso experimentar la complejidad para apreciarla y cuando las ciencias descubrieron sus cimientos, hubo que desechar las viejas maneras de entender el mundo y revisarlas hasta la extenuación o restringirlas a solo una parte de la naturaleza. Y según Michael Behe, muchas grandes ideas poseen la elegancia de lo simple y así fue con la evolución de Darwin, quién razonó que como los suministros limitados de alimento no podían soportar a todos los organismos que nacen, aquéllos cuya variación fortuita, les proporciona ventajas en la lucha por la vida, tenderían a sobrevivir y reproducirse, venciendo en la competencia a los menos favorecidos; y si la variación se hereda, entonces en grandes períodos de tiempo, podrían producirse grandes cambios, con lo que al menos todos los rasgos más interesantes de la vida, deriva de la selección natural que opera en la variación aleatoria.
Sin embargo, la vida se vive en los detalles y, las encargadas de los detalles son las moléculas, donde los detalles de la vida están finamente calibrados y la maquinaria de la vida es en extremo compleja, por lo que es la complejidad el fundamento de la vida que ha frustrado el intento de explicarlo, presentando una barrera todavía inexpugnable para los alcances universales del darwinismo. Pero no hay motivos para dudar que el universo tiene miles de millones de años y la idea de ascendencia común, es decir que todos los organismos compartimos un ancestro común, resulta muy convincente.
La teoría celular de la vida, formulada por Schleiden y Schwann, quiénes distinguieron que los animales eran similares a las plantas en su estructura celular, llegando a la conclusión de que las células componen el cuerpo entero de animales y plantas y de que en cierto sentido, las células son unidades con vida propia y, que la cuestión concerniente a la energía fundamental de los cuerpos organizados se resuelve en las células individuales, donde la pregunta principal atañe al origen de este organismo pequeño y peculiar, la célula.
Estamos en la pleamar de las investigaciones biológicas, donde la última caja negra fue la célula el cimiento de la naturaleza, que con las enzimas, otras proteínas y los ácidos nucléicos ha iluminado los principios que operan en el nivel básico de la vida, con lo que sabemos que las acciones de las proteínas y otras moléculas, bastan para explicar la base de la vida.
Nuestro cuerpo físico se mantiene vivo y funcionando normalmente gracias a un ordenador que checa y modifica constantemente nuestras funciones, conocido como sistema nervioso vegetativo. Y, existe una conexión entre el área cerebral de la afectividad y este sistema, que es capaz de engañarlo y alterar su función. Y se descontrola todo, el apetito, la respiración, el funcionamiento del corazón, la secreción de hormonas e incluso, nuestras defensas.
Situaciones difíciles, con emociones intensas e incontrolables, van acompañadas, como es lógico, por una conmoción vegetativa que nos puede provocar vómitos, falta de aire, taquicardias, hipertensión o incluso, un infarto; pero si son pasajeras se pueden considerar dentro de la normalidad. Y cuanto mejor respiremos, más salud tendremos y más años viviremos, ya que el oxigeno que recibimos llega a nuestra sangre, para que puedan hacer su labor nuestras células, según nos explica Heraso.
Cuando llegamos al estomago, vemos que tenemos que relajarlo, ya que si estamos estresados, habrá acidez, porque nuestras secreciones aumentan con el estrés y, si el tránsito por el intestino es muy lento, se absorberán mucho más los alimentos y engordaremos; pero si el tránsito es demasiado rápido, estaremos excesivamente delgados. Si el tránsito es lento, estaremos estreñidos y si el tránsito es rápido, sufriremos colitis. Nuestro sistema endocrino con la hipófesis, tenemos la glándula que regula el organismo y cuando estamos estresados, ésta reacciona de manera desordenada y tenemos que relajarnos para que sus secreciones sean rítmicas y pueda regular al resto de nuestras glándulas para nuestra buena salud; de lo contrario tendremos alteraciones como taquicardias, sudoraciones y engordaremos o enflacaremos demasiado. Las glándulas suprarrenales, están reguladas también por la hipófisis, segregando adrenalina, que en demasía aumentarán los latidos del corazón, la tensión arterial, la glucosa y disminución de la digestión.
Todos nacemos con impulsos agresivos innatos y un componente innato de nuestra estructura biológica que es parte esencial de nuestro equipamiento instintivo de seres humanos y sirve igualmente un importante propósito evolutivo, existiendo una estrecha relación entre sexualidad y agresividad y así mismo, le debemos la voluntad de cultivar o desplegar lo que somos y lo que podemos llegar a ser, según Liz Greene.
Donde la agresividad sana, es también un impulso positivo a confirmar y dominar el mundo interior; fuerza interior que da el impulso necesario para cosas nuevas y sin éste, no seriamos capaces de aprender, preparar o de resolver un problema complicado. Donde todos necesitamos encontrar canalizaciones positivas y constructivas para nuestros instintos agresivos y, cuanto más enamorados estamos, tanto más dependen nuestra felicidad y nuestro bienestar de la persona que amamos.
Para muchos, en nuestro cerebro se concentra el misterio más profundo y estiman que al develarlo, tendremos la clave para entender todo lo demás; y su desarrollo tiene implicaciones profundas que mucha gente relaciona con la existencia y naturaleza misma del cosmos. Sin embargo, hay quiénes afirman que es algo separado del cerebro y la manifestación de un principio exterior. Por su naturaleza, es también un tema multidisciplinario, en cuyo análisis se cuenta con la participación especulativa de los filósofos.
Según Herrera Corral, la conciencia no puede entenderse y es inaccesible por el método científico y, es consecuencia de la actividad física en el cerebro, actitud que se puede reproducir, pero no se podría desarrollar un algoritmo para simularlo. Para David Chalmers: “No todas las entidades de la ciencia son explicadas en términos más simples”, así por ejemplo, el espacio-tiempo no son reducibles a nada más simple. Sin embargo, Herrera nos dice que el hecho de cultivar la reflexión especulativa, que no se sujeta a ningún tipo de comprobación, tiene un carácter arbitrario, en tanto que no se pueden poner a prueba. Y es Penrose, quién nos dice que “No funcionamos de acuerdo con un conjunto de reglas, sino que funcionamos entendiendo y usamos las reglas porque nos ayudan a entender, pero no es por ellas que sabemos que las cosas son verdaderas. Esta actividad se puede llegar a reproducir, pero no se podría desarrollar un algoritmo para simularlo.
Reflexionar sobre la conciencia puede procurarnos una satisfacción similar a la que sentimos cuando nos planteamos la naturaleza del tiempo o los orígenes de la materia, movidos por nuestra ávida curiosidad por descubrir algo sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea. Nuestra experiencia de la conciencia, según Annaka Harris, está intrínsecamente ligada a quiénes somos y que rara vez nos percatamos del misterio que encierra. Eludimos por completo el misterio, como si la existencia de la conciencia fuese una obviedad o el resultado inevitable de la complejidad de la vida, pero cuando nos paramos a examinar la cuestión con mayor detenimiento, vemos que se trata de uno de los aspectos más extraños de la realidad.
Un organismo es consciente, si se siente de algún modo ser ese organismo. Y estar en la Tierra, no nos separa del resto del universo, porque de hecho estamos y siempre hemos estado en el espacio exterior, esto hace tambalear nuestras suposiciones cotidianas sobre el mundo en que vivimos, donde algunos hechos son tan importantes y, a la vez, tan alejadas de toda lógica, como que la materia esté principalmente compuesta de vacío y que necesitamos recordarlo una y otra vez y así dar pie a una nueva forma de pensar y, la conciencia, es aquello a lo que nos referimos cuando hablamos sobre la experiencia en su forma más básica.
La ignorancia fomenta el miedo y el miedo, es una emoción paralizante y destructiva. Hay personas que por miedo prefieren la ignorancia, pero sufren más y además los resultados finales son desastrosos. Sin embargo, la sociedad premia la ignorancia y a las personas que no preguntan y se conforman con todo lo que se les dice.
La simple distinción entre si una experiencia está presente o no y, el gran misterio reside en porqué “esa Chispa” se enciende en algunos conjuntos de materia del universo, donde al principio no hay nada y de repente, como por arte de magia en el momento indicado, surge algo, hay una experiencia que se enciende en el mundo inanimado emergiendo de la oscuridad. A lo que Rebeca Goldstein señala: Por supuesto, la consecuencia es una cuestión de materia; ¿Qué otra cosa si no, dado que eso es lo que somos? Y con todo, el hecho de que algunos pedazos de materia tengan una vida interior, no se asemeja en nada al resto de propiedades de la materia ya observadas y mucho menos, a las ya comprendidas.
¿Las leyes que rigen la materia en movimiento, pueden producir esto, todo esto? ¿La materia se despierta de repente y empieza a percibir el mundo? Nos pregunta Harris.
Según Herrera, cuando la vida se estableció en nuestro planeta, fue la selección natural la que llevó a los seres vivos a desarrollar habilidades de sobrevivencia, entre las que muy probablemente se encuentra la conciencia. Y de esta manera, la conciencia sería el resultado de la complejidad desarrollada a lo largo de mucho tiempo, donde en el transcurso del proceso evolutivo, el cerebro se convirtió en una ventaja en la contienda por sobrevivir.
Donde la vida, es el paso previo a la conciencia y, la manera más simple de aproximarse a la conciencia nos lleva a mirar a la vida como causa. Y donde es el carbono, el elemento clave del origen de la vida.
Ken Wilber, sostiene que la evolución humana avanza desde un estado pre personal, durante los primeros meses de vida, hasta el desarrollo de una identidad personal y que una vez establecido el sentimiento de nuestra propia identidad personal, la siguiente etapa es darnos cuenta de que en verdad estamos conectados e interrelacionados con todo lo que existe en el universo y, aceptar la dimensión trans personal de nuestra naturaleza; es decir que vamos de lo pre personal a lo personal y a lo trans personal. Jung, a través del Inconsciente Colectivo o psique de masas, no dio una definición clara sobre él, e incluye elementos de naturaleza distinta y aún opuesta, como estructuras primitivas ancestrales, Arquetipos de carácter superior y actividades progresivas de naturaleza super consciente.
Somos parte de algo mucho más vasto que nosotros mismos y estamos en el camino de lo Trans personal, donde el Yo no desaparece, sino que se ha expandido a conectarnos con algo mayor que nosotros mismos. Para Henry Susu: Todas las creaturas son la misma vida, la misma esencia, el mismo poder, el mismo Uno… y no menos que eso, el Sí mismo superior o trans personal que es a la vez nuestra esencia más íntima, aquella parte de nosotros Universal, donde el Yo es el centro de la Conciencia, y el Sí mismo es la Totalidad que abarca tanto el Consciente como el Inconsciente.
Merleau-Ponty, tuvo la intuición de incluir en la subjetividad del sentir, la objetividad capaz de comprender; donde si el hombre no tuviera cuerpo y conciencia ligada a través de la percepción, ningún avance técnico ni humano hubiera sido posible a lo largo de la historia. Estudió el cuerpo como fenómeno prioritario en el que la Objetividad y Subjetividad, se cruzaban proyectando su acción en el mundo. Donde la doble condición objetiva y subjetiva propia del cuerpo, reflejaba la apertura de la percepción a la diversidad del mundo. Y como consecuencia, la conciencia vive en una intencionalidad operante, empeñada en enlazar los fenómenos y enriquecerlos. También consideraba que ambas se necesitaban mutuamente para dar lugar a la comprensión del mundo, donde la síntesis entre conciencia y cuerpo, se trata de una Dialéctica Circular entre ambos, que hace imposible concebir la conciencia, si no es de una manera integrada. Y el mundo percibido se daba en un espacio y un tiempo que eran ante todo “Coexistencia”: un ahora en donde la dialéctica entre la percepción corporal y la idea formaban un “Tejido de Relaciones” propio de la convivencia.
El objetivo era que los hombres aprendieran a pensar en un nuevo mundo y, lanzarlo a una historia viva que partiera de la necesidad comunicativa entre las personas; la única dinámica capaz de dar sentido al presente creando instituciones dinámicas que son expresión del modo en que la naturaleza y tradición conviven. Filosofar a la manera en que lo hace el artista, trabajar la materia viva hasta que de ella surjan nuevas expresiones, que innoven el mundo que la humanidad ha heredado.
Pasamos la vida con un organismo que para la mayoría de nosotros es un desconocido, pero afortunadamente cada vez somos más conscientes de nuestro lugar en la naturaleza, de nuestro origen y de cómo hemos llegado hasta donde estamos. La concepción molecular de la vida, de la evolución y del funcionamiento del cuerpo humano, nos proporciona hoy en día una imagen tremendamente precisa y detallada de las piezas que forman un ser humano y, de las leyes que rigen su funcionamiento. Somos más del 50% del peso corporal de un individuo adulto que está compuesto de agua, donde el corazón pesa entre 250 a 350 gramos y late 100,000 veces al día, bombeando cerca de 6 litros de sangre por todo el cuerpo y que tiene entre 70 y 190 latidos por minuto. Y la sangre es de distintos colores pero no azul y, de que cuando respiras pierdes mucha agua. El sistema digestivo se encarga de convertir la comida en los nutrientes que tu cuerpo necesita para sobrevivir y deshacerse de los residuos de dicho proceso.
Las glándulas que componen el Sistema Endocrino, se ocupan de regular el metabolismo, el crecimiento y el desarrollo, las funciones de los tejidos, la sexualidad, la reproducción, el sueño y hasta el humor, según Ann Zimmermann. En el sistema nervioso, las neuronas se encargan de transmitir señales entre las distintas partes del organismo y, es el cableado eléctrico que nos mantiene encendidos, donde la corteza cerebral es la sede del pensamiento complejo, que ha crecido muy grande en los humanos. Los espermatozoides son las células más pequeñas del cuerpo y los óvulos, los más grandes.
El Sistema Linfático, compuesto de tejidos y órganos ayuda al cuerpo a liberarse de toxinas, material de desecho y otros productos indeseados, donde la circulación de la Linfa por el organismo, depende de la actividad de numerosos músculos. El Sistema Inmunitario, lo componen un conjunto de estructuras y procesos del organismo que se encargan de defendernos de las enfermedades y de cuerpos extraños dañinos.
El ADN, es único y contiene todas las instrucciones que el organismo necesita para crecer, vivir y reproducirse. Donde la estatura, color de los ojos, constitución física, está determinado por los Cromosomas, moléculas que portan nuestra información genética. Las células tienen un ciclo vital definido y cuando mueren, son reemplazadas por otras más nuevas.
La Amigdala, hace que recuerdes situaciones amenazantes o reacciones ante los peligros y, éstas son las partes del cerebro que se activan en el sistema de lucha o de huida. Y puede por muchas razones, algunas maliciosas y otras totalmente benignas, pero todos mentimos alguna vez y, si eres como la mayoría de los humanos, lo más probable es que alguna vez te hayas visto en la situación de contar un chisme sobre otra persona, y nos guste o no, el chisme es parte de la vida cotidiana. Fallecemos porque nuestras células mueren y aunque se reemplazan una y otra vez, no pueden hacerlo para siempre y en donde los Telómeros, la información que guardaban, se pierde y no se pueden seguir dividiéndose.
Cuando parecía que la genética podía responder todas las cuestiones, nos dimos cuenta de que no era suficiente. Ahora sabemos que el ser humano no sólo se define por la composición del conjunto de Genes de sus células, el Genoma, sino que su Epigenoma, influido por el Ambiente, es vital en su existencia. La Epigenética añade Complejidad y a la vez, permite entender mucho mejor cómo funciona el organismo y cómo nos enseña que es posible modular la actividad de nuestros genes heredados, cambiar la vida de nuestras células y mejorar el futuro de nuestros descendientes. El descubrir el lenguaje que utilizan las células basadas en información codificada y, entender su ensamblaje entre información, estructura y funcionamiento.
Y aunque los Genes tienen la clave para convertirnos en lo que seremos, sin embargo nuestras experiencias van a condicionar drásticamente ese destino, mucho más de lo que creíamos hace poco. Esta interacción entre ambiente y genética, no sólo tiene efectos a nivel celular, sino que tiene efectos de carácter trans generacional y que promete además, ser algo realmente asombroso, cuando seamos capaces de comprenderlos en toda su complejidad.
Desentrañar los procesos Epigenéticos, que modifican el destino de las células, nos están ayudando a conocer mejor cómo se desarrolla un ser humano, por qué aparecen ciertas patologías y, poder perfeccionar sus tratamientos. Según Raul Delgado, gracias a la Epigenética, se ha inaugurado una era que nos ofrece nuevas herramientas para comprender, predecir e incluso revertir condiciones que no podíamos imaginar y, nos abre la puerta a la medicina de precisión y personalizada.
Nuestra propia existencia, presentada hace un tiempo como el mayor de todos los misterios, ha dejado de ser tal misterio, porque lo resolvieron Darwin y Wallace. La complejidad de los organismos vivos va aparejada con la elegante eficiencia de su aparente diseño. Debemos aceptar de que la visión darwiniana del mundo es cierta y de que es la única teoría conocida, que en principio podría resolver el misterio de nuestra existencia.
El ser humano se ha distinguido del resto de las especies, por haber creado una colección espectacular de prácticas e ideas que colectivamente se conocen como culturas. ¿Cómo se inició este proceso? Se piensa que fue gracias al lenguaje verbal, una capacidad importante de la mente humana y de otros rasgos distintivos como su carácter social y su intelecto, superior al de otras especies, incluyendo la selección natural que actúa al nivel de los genes. Donde los “Sentimientos” pusieron en marcha la cultura humana.
La actividad cultural, comenzó profundamente unida a los sentimientos y esta unión ha permanecido intacta. La interacción tanto favorable como desfavorable, entre el sentimiento y la razón, debe ser tomada en cuenta si pretendemos comprender los conflictos y las contradicciones de la condición humana.
Para Antonio Damasio, es evidente que tales comportamientos pudieron haber surgido en un organismo tan simple como una célula o una bacteria, en los primeros tiempos de la biosfera. Esta explicación se basa en los propios mecanismos de la vida y en las condiciones de su regulación, que son un conjunto de fenómenos que generalmente se designa mediante la palabra de ¡Homeostasis!, ya que los sentimientos son la expresión mental de la homeostasis. Mientras que actúa al amparo de los sentimientos, es el hilo funcional que conecta a los seres vivos primitivos con la extraordinaria alianza de los cuerpos y los sistemas nerviosos, responsables de la aparición de la mente consciente. Asimismo, estas mentes son a su vez responsables de los rasgos distintivos de la humanidad.
Por sí solas, las ciencias no pueden iluminar la totalidad de la experiencia humana, sino que necesitan la luz que procede de las artes y la humanidad, donde el comportamiento humano es el resultado exclusivo de fenómenos culturales autónomos, como también otro en el que el comportamiento humano es únicamente la consecuencia de la selección natural tal como lo expresan las leyes.
Haber descubierto que las raíces de las culturas humanas se encuentra en la biología no humana, no disminuye en absoluto el carácter excepcional de la humanidad que procede de la inigualable importancia que le otorgamos al sufrimiento y a la prosperidad, en el contexto de recuerdos del pasado y construcciones de la memoria de un futuro que anticipamos constantemente.
El organismo vivo está construido de manera que mantenga la coherencia de sus estructuras y funciones, durante tanto tiempo como sea posible, frente a sus posibles amenazas, donde cada cosa y hasta donde su propio poder alcanza, se esfuerza por perseverar en su Ser ese esfuerzo que no es más que la verdadera esencia de las cosas. Watson estaba convencido no sólo de que el Conocimiento era parte del aprendizaje de los humanos respecto al mundo, sino que además era el elemento principal que conectó con una tendencia académica que preconiza la Superioridad del Ambiente sobre la herencia.
Nuestro dominio va a todas luces unido a nuestra inteligencia, a nuestra fantástica capacidad de fabricar herramientas, a nuestra compleja vida social y cultural y sobre todo, a nuestro lenguaje y a nuestra conciencia simbólica. Pero no se sabe en absoluto cómo evolucionamos a partir de unos antepasados que no eran capaces de hablar, de crear símbolos o de elaborar conceptos abstractos. Todavía no tenemos un relato científico plenamente coherente y satisfactorio.
Nuestra existencia en el mundo es algo que damos por sentado, sin embargo, el simple hecho de que la conciencia existe, plantea profundas interrogantes. ¿Qué es la conciencia? ¿Cómo se origina? ¿Y por qué existe? ¿Por qué en el universo, determinados conjuntos de materia habrían de estar dotados de conciencia? ¿De dónde procede nuestra capacidad para reflexionar sobre esta cuestión? ¿Y por qué deberíamos hacerlo?
Nuestra experiencia de la conciencia está tan intrínsecamente ligada a quiénes somos, que rara vez nos percatamos del misterio que encierra. Y puesto que la conciencia es la experiencia misma, no es de extrañar que se nos pase por alto la profunda cuestión que tenemos ante nosotros a cada instante. Un organismo es consciente, si se siente de algún modo ser ese organismo. Y la conciencia es aquello a lo que nos referimos cuando hablamos sobre la experiencia en su forma más básica.
¿Dónde reside y qué origina la aparición de la conciencia? ¿Podrá tratarse de una ilusión o, es una propiedad universal de toda la materia? El mero hecho de indagar en este tema, hace surgir cuestiones ineludibles: como de qué manera definimos la conciencia y, en la era de la inteligencia artificial, quién o qué está provisto de ella. ¿Se siente de algún modo, ser tú, en este momento? Esta simple distinción entre una experiencia si está presente o no. Y el gran misterio reside en porqué “Esa chispa se enciende en algunos conjuntos de materia del universo”, nos dice Annaka Harris.
Michel de Montaigne, propuso que es mejor una mente bien ordenada que una muy llena, es decir, aquélla donde el saber se acumula y se apila, pero no dispone de principios de selección u organización que puedan darle sentido. Por el contrario, una mente bien ordenada, es tanto una aptitud general para plantear y abordar los problemas, como los principios organizadores que puedan relacionar los saberes y darles sentido.
Manifiesta Edgar Morin, que si bien los desarrollos disciplinarios de las ciencias han aportado ventajas sobre la división del trabajo, también trajeron consigo los inconvenientes de la sobre especialización y de la compartimentación del saber; es decir, produjeron conocimiento y elucidación, pero también ignorancia y ceguera. La gran disyuntiva entre la cultura de las humanidades y la cultura científica, generada por ambas partes, pues el mundo técnico y científico ve como mero lujo estético a la cultura de las humanidades y a su vez, las humanidades sólo ven en la ciencia un agregado de saberes abstractos. Esto tiene como consecuencia privilegiar una inteligencia que únicamente sabe esperar, que fractura lo complejo del mundo en fragmentos desarticulados, fracciona los problemas y, unidimensiona lo multidimensional.
Según Morin, la sobre especialización, tiene consecuencias no exclusivas del ámbito educativo, pues en un futuro, serán consecuencias que repercutirán social y cívicamente. Al volvernos Especialistas en nuestros temas, nos convertiríamos en seres incapaces de entendernos y aprehendernos como un todo, olvidando que la aptitud para contextualizar, integrar y organizar el conocimiento, es una cualidad fundamental de la mente humana. Aún más lejos, la sobre especialización conduce al debilitamiento de una percepción global, que a su vez induce al debilitamiento de responsabilidad: cada individuo tendrá la tendencia a hacerse responsable exclusivamente de su labor especializada, disminuyendo el nexo con su localidad y demás, conciudadanos. Emerge entonces otro desafío en el que parece debilitarse la solidaridad entre los individuos.
Es urgente una reforma de la enseñanza, que permita repensar las relaciones para hacer uso pleno de la inteligencia de las dos culturas interrelacionadas. Una enseñanza que promueva Mentes Ordenadas, sería una en la que no exista la disyunción entre ambas culturas y que no buscaría disolver las fronteras entre disciplinas, sino más bien transformar lo que éstas generan. Pensar y enseñar desde una mente bien ordenada, podría volvernos más aptos para responder a los desafíos de la globalidad y complejidad en la vida diaria, social y política. El problema de la enseñanza ya no debería centrarse únicamente en cómo transmitir un saber, sino en reflexionar sobre los efectos, cada vez más graves, de seguir fragmentando los saberes y, pensar un camino para articular unos con otros.
¿Cómo reconciliarnos con el Ser físico, biológico, cultural, cósmico y espiritual que somos? ¿De qué forma dejar de ser ajenos al mundo que pertenecemos? ¿Cómo impedir que nuestros pensamientos nos sigan separando de los mundos que nos habitan? Nos pregunta Morin. Es preciso asumir la doble naturaleza del ser humano, como ser biológico y cultural, sin inclinarnos por una u otra y, preparar las mentes para responder a los desafíos que la complejidad creciente de los problemas plantea al conocimiento humano. La reforma de la enseñanza, debe conducir a la reforma del pensamiento y viceversa, para aprender que la vida verdadera estriba más en el florecimiento de uno mismo y, la calidad poética de la existencia.
Donde el sustrato de todo lo que hemos conseguido, de todo lo que es humano, es la conciencia y, que está Dentro como una de las grandes invenciones, donde el lenguaje y la sociedad son producto de la evolución cultural. Y buena parte de nuestro creciente conjunto de conocimientos, es por supuesto provisional, pero también vibrante y significativo. Y da gusto estar vivo en esta época, cuando sabemos tanto, pero aún tenemos la ilusión de saber mucho más. Y por muy excepcional que sea la vida, en un universo infinito, siempre hay una probabilidad de que aparezca la vida en un planeta y nosotros ya vivimos en uno de ellos.
El hombre adquiere conciencia de la elevada calidad de su materia, al estar constituido por sutilísimas asociaciones atómicas y, donde un hecho se impone de que los átomos más abundantes son los más rudimentarios como el hidrogeno, que es el que domina el cosmos y todos los elementos pesados, solamente forman una pequeña fracción de su materia, donde la materia del hidrogeno no es más que una colección caótica de protones y electrones errantes. Es el hidrogeno el elemento número uno y el primer peldaño de la materia organizada y, el punto de partida fueron las partículas y el de llegada será el hombre. Donde se dice que improbabilidad no es imposibilidad y en la práctica, una probabilidad extremadamente pequeña, equivale a una imposibilidad.
Somos las cosas más complejas del universo conocido, pero por supuesto, nuestro universo es un pequeño fragmento del universo real. Las cosas complejas merecen siempre una explicación muy especial y, queremos saber cómo empezamos a existir y porqué somos tan complejos. Es probable que la explicación sea la misma en términos generales para todas las cosas complejas, donde la biología es el estudio de los seres complejos que dan la impresión de haber sido diseñadas con un propósito o un fin, en tanto que la física, es el estudio de las cosas simples que no nos invocan un diseño deliberado.
Los organismos vivos son demasiado improbables y están demasiado elegantemente diseñados como para haber empezado a existir por azar. ¿Cómo, pues, comenzamos a existir?, se pregunta Richard Dawkins. Y la respuesta de Darwin nos dice que mediante transformaciones graduales, paso a paso, a partir de orígenes elementales, bastante simples, como para empezar a existir de modo espontaneo. Y donde la secuencia completa de pasos acumulados, constituye cualquier cosa menos un proceso aleatorio, si se considera la complejidad del proceso final con relación al punto de partida; y donde el proceso acumulativo, está dirigido por una supervivencia no aleatoria.
El poder de la selección acumulativa, como un proceso que fundamentalmente no sigue las leyes del azar y, de que a partir de un gran desorden se origina un proceso de orden, sin que lo planifique ninguna mente. El darwinismo transforma la imagen que el ser humano se había forjado de sí mismo y del puesto que ocupaba en la naturaleza y, aunque los órganos tan complejos y precisos, parezcan sugerir la existencia de un diseño inteligente capaz de dar forma a la vida en la Tierra. Demostrando esta falacia, Dawkins argumenta que la selección natural de las especies, no obedece a ningún plan preestablecido y carece de finalidad y objetivos; y tan solo actúa con la asombrosa precisión y se puede conseguir dicha complejidad mediante la evolución. La ciencia no trata de excepciones, sino de reglas y, las reglas que rigen la aparición de la vida en nuestro planeta, deben ser universales.
La programación Neurologística (PNL) es un conjunto de modelos, habilidades y técnicas para actuar, pensar y sentir de forma efectiva en el mundo, recogiendo la idea fundamental de que todo comportamiento proviene de nuestros procesos neurológicos de visión, oídos, olfato, tacto, gusto y sentimientos y, versa sobre la experiencia subjetiva del ser humano, de cómo organiza a lo que ve, oye y siente, y cómo revisa y filtra el mundo exterior con sus sentidos. Y sus consideraciones básicas sintetizan muchas y variadas áreas que incluyen a saber, la Semántica general, gramática transformacional, teoría de Sistemas, Cibernética y positivismo lógico.
UN MUNDO NO DE COSAS, SINO DE EVENTOS
El Cosmos matemático y físico astronómico, no es el único en que cobra cuerpo la idea de un orden completo. Idea que no se circunscribe a las leyes que rigen a los fenómenos naturales del mundo de la materia, sino que la encontramos dondequiera que en lo múltiple y lo diverso, se manifiesta una ley a la que se ajusta la unidad estructural de las cosas. Y la acción de esta ley constituye la expresión más general de lo que llamamos “Objetividad”.
Hay un orden y una ley donde quiera que diferentes sujetos se agrupan en un Mundo Común y, lo comparten en el pensamiento en la que el sentido del universo, lo que captamos como tal, se nos presenta siempre, que en vez de encerrarnos en el mundo de nuestras representaciones, nos orientamos hacia un algo universal, valedero para todos.
Para ver el mundo cambiante, debemos comparar a través del tiempo y el espacio y aprender a ver desde otras perspectivas distintas de la nuestra. Ningún hombre es una isla y hoy todos estamos conectados y el propio cambio, está cambiando.
Los científicos no tienen una comprensión auténtica de la naturaleza de la conciencia humana, ni de los requerimientos físicos que puedan permitir que la actividad consciente continúe en el futuro cercano del universo, donde la fascinación por el destino del universo va ligada íntimamente a su preocupación por el destino de los seres humanos.
Cuando nos enfrentamos con el problema de nuestra comprensión incompleta de la naturaleza, lo único que podemos hacer es utilizar nuestras mejores teorías actuales y extrapolarlas, para sacar conclusiones lógicas que de ellas se deriven. Igualmente, habrá sin duda otros procesos físicos de los que no sabemos nada y que podrían alterar drásticamente las ideas presentes.
En el caso de la ciencia, según Pedro Guillen, las estrategias para que sus preguntas y la forma de resolverlas se acerquen a nosotros, han sido siempre deficientes y no existe una cultura científica básica, lo que de ningún modo supone que sus conceptos sean inaccesibles o exclusivos de un grupo de notables, a pesar de lo que ese grupo de notables se empeñe en creer. Un sistema conceptual que estimula la búsqueda de todo aquello que se aplique bajo cualquier circunstancia, tiene algunos problemas. Y según Ortega y Gasset: No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa. Y la estupidez, según Nietzsche, nunca engrandece a nadie. Sin embargo, la naturaleza subyacente es una e infinita, pero no indeterminada, sino determinada, según Anaxímenes. Y la filosofía es el mecanismo que da sentido a la condición humana, según Jorge de los Santos.
Una idea física podía ilustrarse y hacerse comprensible, porque no violaba los principios del sentido común; sin embargo el sentido común, según Einstein, no es más que varias nociones y emociones preconcebidas, almacenadas en nuestra memoria, la mayoría de ellas antes de los dieciocho años.
Newton demostró que las matemáticas eran un camino hacia el descubrimiento y de que cualquier fenómeno de la naturaleza podía explicarse y predecirse mediante formulas matemáticas. Sabemos también que la matemática puede poner de manifiesto, la unidad subyacente de fenómenos que de otro modo no parecen estar relacionados. El pitagorismo y su idea del número como constitutivo último de la realidad, subyace en muchas concepciones científicas y filosóficas de todos los tiempos.
Además, filósofos griegos vieron en la geometría un conjunto de verdades puras a las que sólo se podía llegar por medio de la lógica y, eran la prueba de que el conocimiento del mundo físico podía deducirse a través de la razón pura; y quisieron probarlo todo de manera explícita, en vez de afirmarlo todo simplemente como una verdad.
De que todos los cuerpos, perseveran en su estado de reposo o de movimiento uniforme en línea recta, salvo que fuerzas externas lo impidan; pero todos los cuerpos pesados o ligeros, caen con igual velocidad donde sea el lugar del hecho. La luz es energía y la energía es masa. Pero en la superficie de la Tierra, los cuerpos caen con una misma velocidad, uniformemente acelerada de 9.8 metros por segundo cada segundo. Y la masa multiplicada por la velocidad, la conocemos como momento y, la masa multiplicada por el momento la conocemos como ímpetu o impulso.
Donde hay masa hay movimiento y donde hay movimiento hay velocidad y donde hay velocidad hay aceleración y donde hay aceleración hay energía y trabajo, según Fernando Vallejo. Y Galileo, colocaba una tabla inclinada y echaba a rodar por la ranura una bola para medir el tiempo que se tardaba en bajar. Y encontraba que siempre y con cualquier inclinación, que los espacios recorridos estaban en proporción de los tiempos elevados al cuadrado y además, el hecho de que todos los cuerpos pesados o ligeros, caigan igual con movimiento uniformemente acelerado y, mientras que la gravedad disminuye con la distancia al cuadrado, la pregunta es: ¿Por qué cae igual lo pesado y lo ligero?
El hecho de que los espacios recorridos de caída de un cuerpo variaban según el tiempo elevado al cuadrado, se convirtió en una Ley de la Naturaleza, donde la gravedad no distingue entre lo ligero y lo pesado y a todos nos trata igual. Y todo cuerpo persevera en su estado original, ya sea que esté quieto o moviéndose uniformemente en dirección recta.
Esta herencia de generalización y de predictabilidad en un mundo tan variable, está condenado al anacronismo, ya que según Prigogine, si bien somos capaces de predecir el paso de un cometa con un siglo de anticipación, nos topamos con la pared de la inestabilidad cuando tratamos de anticipar el problema del sistema climático, que es el resultado de una suma de incertidumbres, ya que es un Sistema Dinámico Inestable, diferente al modelo clásico que se continua enseñando en las escuelas, donde las leyes del universo son sencillas, simétricas y deterministas.
Sin embargo, sabemos que a nivel de los electrones, la física clásica ya no es válida y que entramos en el mundo de las incertidumbres. Y la estructura de la materia ya no viene definida por leyes deterministas, sino por modelos de probabilidad y, de que nuestro mundo físico, no es un reloj sino un caos imprevisible.
El concepto de Universo de Estado Estacionario, acaba con la necesidad de explicar cómo empezó a existir el universo a partir de la nada. Y también combina la variedad interesante del cambio evolutivo con la inmortalidad cósmica, que de hecho va más allá y proporciona una juventud cósmica eterna, porque aunque las galaxias van muriendo lentamente, el universo como tal nunca está en reposo y, conforme se expande, se crea materia continuamente que mantiene constante la densidad del conjunto, que por siempre se están formando nuevas galaxias a partir de la materia recién creada.
Para Freeman Dyson, la mecánica clásica se vuelve dominante a medida que el universo se expande y se enfría. Y Fred Hoyle, propuso un nuevo tipo de campo, un campo creador para suministrar energía. El Campo Creador, proporcionaba una solución técnica al problema de la creación, pero deja muchas preguntas sin contestar, así también como algunos problemas filosóficos curiosos, según Paul Davies. Agregando que si el universo tiene una finalidad y la alcanza, entonces el universo debe acabar, porque su existencia continuada sería gratuita y sin sentido. Y si el universo dura eternamente, resulta difícil imaginar que el universo tenga alguna finalidad última. Bertrand Russell, sintió por su parte que por las consecuencias de la Segunda Ley de la Termodinámica y de una definición aparentemente inevitable, dejaba en cierto modo sin sentido la vida humana o, la convertía en una farsa, pues lo que cuenta no es la duración real del tiempo, sino la idea de que antes o después, el universo será inhabitable, idea que hace que algunos sientan que nuestra existencia no tenga sentido.
La idea de que en el universo funciona una “Ley de la Complejidad Creciente” junto con la Segunda Ley de la Termodinámica, no hay incompatibilidad donde en la práctica, un incremento de la Complejidad Organizativa de un Sistema Físico incrementa la Entropía y así, en la evolución biológica, emerge un organismo nuevo y más complejo, después de se hayan dado muchos procesos físicos y biológicos destructivos. Pero no se trata de un intercambio directo, porque la información no es el negativo de la entropía y que para Paul Davies, en el contexto del fin del universo, la existencia de una ley de la Complejidad Creciente, tiene un profundo significado. Y se han hecho intentos de formular una “Segunda Ley de la Complejidad”.
¿Hasta qué punto un modelo perfecto de una cosa es equiparable a la cosa real? Que la ciencia no pueda explicar cómo funciona algo, no significa que ese algo funcione en forma antinatural, que igualmente debemos ser cautos al atribuir propósitos a las cosas, deberíamos ser igualmente precavidos y no asumir que entendemos por completo las leyes de la física. Los filósofos morales, han reconocido desde hace mucho tiempo, que no podemos observar las cosas como son, para determinar cómo deberían ser. Razonamiento que se conoce como el “Problema del Ser y del Deber”.
La comprensión del funcionamiento de la naturaleza, no puede enseñar cómo deberíamos vivir y a lo sumo, podría indicarnos aquéllo que nos ayudaría a lograr nuestras metas; pero no puede mostrarnos cuáles serían las metas moralmente aceptables, del mismo modo, el hecho de que algo carezca de una explicación natural, no lo convierte automáticamente en inmoral, ya que no contamos con evidencia científica para establecer el propósito real de las cosas en el universo.
De la materia, sabemos que en esencia es vacío, ya que el 99% de cuanto existe en el átomo es inmaterial y el resto, es materia. Y en el corazón de este gran vacío, se encuentra un núcleo pequeñísimo donde giran unos electrones todavía más pequeños. Y por cohesión, las partículas están unidas en los átomos, los átomos en las moléculas y las moléculas en los órganos y los órganos en los cuerpos.
Según Monod, la llegada de la ciencia moderna, ha separado el reino de la verdad objetiva del de los valores, produciendo la angustia que caracteriza nuestra cultura. El hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo, de donde ha emergido por azar y, que su destino y su deber no están escritos en ninguna parte. Y bajo el signo de la recuperación de la importancia del tiempo y de los procesos irreversibles, ya es hora de que asumamos los riesgos de la aventura humana; y ya es hora de nuevas alianzas, entre la historia de los hombres, de su sociedad, de sus saberes y la aventura exploradora de la naturaleza, proceso abierto de producción y de invención, en un mundo abierto, productivo e inventivo.
Con lo que se dice que Newton lo calculaba todo, pero no explicaba nada, escogiendo la senda que permitía hacer predicciones con éxito. Y se dice que su decisión de definir un espacio y un tiempo absolutos, era imperfecta, pero arraigó simplemente porque planteó las respuestas apropiadas. A lo que declaró Leibniz, que el espacio y el tiempo son ordenes de cosas y no cosas y, de que sólo podían definirse respecto a su relación con los objetos de materia, pues no puede hablarse de espacio y tiempo hasta el momento en que la materia fuese creada. Y a lo que Karl Popper nos dice, que no hay explicación que no precise mayor explicación.
En el Popol Vuh, el libro de los antiguos indios maya quichés, se habla de que en un principio, todo estaba en suspenso, en calma, en silencio, todo inmóvil, callado y vacía la extensión del cielo. No había todavía un hombre… no había nada que estuviera en pie… no había nada dotado de existencia… sólo el creador y el formador, estaban en el agua rodeados de claridad… Y llegó aquí entonces la palabra y hablaron y consultaron entre sí y meditando, se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento y entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre… no habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la creación humana, el hombre formado se dijeron.
La historia de Adan y Eva, nos habla a todos nosotros de quiénes somos, de dónde venimos, porqué amamos y porqué sufrimos. Los humanos fuimos hechos de forma singular a imagen y semejanza del Dios que nos creó y nos concedió el dominio sobre todas las demás especies, pero también nos dió una prohibición que vino sin explicaciones ni justificación alguna y, el hecho de que violaran el mandato expreso de Dios, provocó todo lo que vino después en la vida de nuestra especie. Pero, ¿Cómo una cosa inventada se convirtió en algo tan irresistiblemente real?
Narrada al comienzo del Génesis, la historia de Adan y Eva ha configurado de manera decisiva durante siglos las concepciones de los orígenes y del destino del hombre. Se trata de un cuento, nos dice Stephen Greenblatt, capaz de cautivar la imaginación de un niño, pero cualquier adulto habría visto fácilmente que tiene todos los rasgos de una historia imaginaria de lo más extravagante. Un jardín mágico, unos individuos que saben hablar y comportarse sin pasar por la infancia y, una misteriosa advertencia que ninguna criatura recién creada como ellos, habría sido capaz de entender: una serpiente que habla; un árbol que da conocimiento del bien y del mal; otro árbol que da vida la vida eterna; unos guardianes sobrenaturales con espadas flamantes.
Para Greenblatt, se trata de una fábula que más fabulosa no puede ser, un relato que se recrea en los placeres de la fantasía y sin embargo, millones de personas han aceptado el relato como una verdad lisa y llana, pese a la enorme cantidad de pruebas acumuladas; una cantidad incontable de hombres y mujeres continúan viendo en este cuento, un relato históricamente fiel de los orígenes del universo y, siguen considerándose descendientes de los primeros humanos que vivieron en el Jardin del Eden.
Ese sentido de Realidad, según Greenblatt, replanteó de manera intensificada dolorosas cuestiones que siempre habían rodeado a la antigua historia de los orígenes: ¿Qué clase de Dios habría prohibido a sus creaturas conocer la diferencia entre el bien y el mal? ¿Cómo habría sido posible que esas creaturas obedecieran sin disponer de dicho conocimiento? ¿Y qué podía significar la amenaza de la muerte para aquéllos que no habían experimentado nunca la muerte y no podían saber lo que era?
Diversos mitos sobre el origen último de todo, narran episodios sucesivos que suenan a progreso, nos dice Gabriel Zaid. Y así, el Génesis relata la Creación como una serie donde primero se da la Nada, luego la Luz, después los cielos, la Tierra, las especies vegetales y animales, el hombre y la mujer y desde el séptimo día, tanto los cambios como el tiempo son circulares y no lineales, donde el progreso ulterior es inconcebible.
Como cualquier mito de la creación, es un relato de transformaciones, de cambios súbitos y asombrosos estallidos de innovación, que transformaron nuestro planeta. Y superponiendo la apacible belleza de nuestro planeta, no refleja la verdadera historia de este lugar, lleno de lucha, ingenio y pasado turbulento del planeta y que sólo nosotros podamos elevarnos para ver la hermosa unidad del conjunto. Por todas partes nos rodea el diseño, producto de procesos ciegos pero ingeniosos. Comprender cómo paso todo esto, es el objetivo compartido de los científicos y también de todos aquéllos a quienes preocupa saber cómo hemos llegado hasta aquí, nos dice Nick Lane.
El movimiento perpetuo existe en astronomía y también lo encontramos en las moléculas; pero fue en los gases donde los movimientos moleculares condujeron a los descubrimientos más sorprendentes, donde aunque parezca paradójico, la materia es tanto más variada cuanto menos densa es. Donde en la baja atmósfera, reina la disciplina de una interdependencia continua de las moléculas, y mientras que en la baja atmósfera se describe mediante temperaturas y presiones, en la alta atmósfera hacen falta múltiples contadores para calcular las energías e incluso para identificar sencillamente a los diversos componentes. Y los elementos constituyentes en la alta atmósfera adquiere su individualidad y las leyes de los gases ya no pueden aplicarse y está expuesta a múltiples acciones cósmicas.
Una retroalimentación, aparece como un proceso fundamental de la evolución y cómo el universo tenía que organizarse. Esto posee una importancia fundamental, que en la lógica de las estructuras, la retroalimentación aparece como el proceso fundamental de la evolución, pues busca su origen en su propio sistema, donde la retroalimentación positiva, crea unas condiciones que acentúan el efecto realizando transformaciones que amplificaron su acción.
Bajo los auspicios de semejante determinación, el nacimiento de estrellas y de planetas, la vida y el hombre, se inscribieron en una misma estirpe, según Albert Duero.
Para Leibniz: Hay un progreso perpetuo y libre del universo entero y que siempre está avanzando hacia más, sin alcanzar la perfección de Dios. Y para Teilhard de Chardin, desde que aparece la cultura, todo converge hacia más: el Cosmos, la evolución de las especies, la vida humana y la noosfera, que recubre el planeta. Y es razonable suponer que el tiempo, el cambio y lo mejor existen y, que ha habido y seguirá habiendo innovaciones favorables a la vida humana. Que el paso de la nada a la energía, la materia, la vida, la inteligencia y el lenguaje, son grandes saltos de una realidad que mejora y que el progreso milenario ha tenido rumbo. Y aunque es difícil definir un rumbo deseable, más aún es lograrlo, según Zaid.
La historia del universo tiene su origen en un instante en el que toda la masa, toda la energía y el mismo espacio se hallaban singularmente condensados en un punto. Momento ocurrido hace unos 380,000 años, después de que el reloj de nuestro universo surgiera espontáneamente, como resultado de una fluctuación cuántica del vacío.
Vivimos en un universo en expansión que no tiene su origen en un punto del espacio y, es como la de un globo que está siendo inflado, donde casi toda la materia está constituida por hidrogeno y helio. Donde para Georges Lemaitre: El progreso científico es el descubrimiento de una simplicidad cada vez más comprensiva. Los éxitos anteriores nos dan confianza en el futuro de la ciencia y nos hacemos cada vez más conscientes del hecho de que el universo es cognoscible.
El Modelo Cosmológico Estándar, permite reconstruir la historia temprana del universo y, hay que profundizar en nuestra comprensión de la materia y la radiación, de sus leyes y sus simetrías, con el fin de responder a la pregunta, ¿Por qué hay algo en lugar de nada?
La ley de Hubble, sobre la expansión del universo, la detección del fondo de radiación de micro ondas y las abundancias relativas de núcleos ligeros de la núcleo síntesis primordial, son los pilares básicos del modelo cosmológico estándar, que sostienen nuestra concepción actual del universo.
Los sabios antiguos creyeron en la estabilidad del cosmos y fue Laplace, el primero en postular que los planetas no son eternos, sino desprendimientos del Sol, por lo que la naturaleza tiene su historia. Aunque muchos de sus cambios son cíclicos, otros son irreversibles y, donde la Tierra no es eterna y la vida tampoco. Y donde la teoría de Darwin, según el cardenal Newman: La teoría de Darwin, cierta o no, no es necesariamente atea, y puede sugerir simplemente una idea más amplia de la providencia divina. La evolución de las especies puede ser vista como Progreso, que va desde la primera molécula orgánica hasta la especie humana y, que puede extenderse al origen del universo, desde El Átomo Primitivo, lo que suponía lo contrario a un cosmos estable.
Newton estableció las leyes matemáticas que regían el mundo natural, leyes que debían servir para explicar y debían ser la herramienta matemática para comprender el universo. Donde para Heinrich W. Olsen, el cielo negro nocturno era incompatible con un universo infinito y uniforme, ya que el cielo nocturno tendría que ser infinitamente brillante, dado que el número de estrellas situadas a una distancia dada, crecería con el cuadrado de dicha distancia, compensando el hecho de que la cantidad de luz que nos llega de ellas, se reduce con el cuadrado y cuanto más remota esté una estrella, más tiempo hace que emitió la luz que ahora recibimos y, debemos concluir que dichas estrellas han estado emitiendo siempre y aunque el universo fuera estático hoy, no lo habría sido siempre, y habría tenido un principio, según Rodríguez Quintero.
Newton, afirmaba que las fuerzas de la naturaleza no son necesarias para mantener las cosas en movimiento, como creía Aristóteles, sino que más bien las fuerzas cambian el movimiento de manera predecible, lo que llevó a suponer que un objeto en movimiento no se detiene de forma natural sino que continuará desplazándose, a no ser que una fuerza externa modifique su velocidad o trayectoria. Además, se dio cuenta de que la fuerza que atrae una manzana, también mantiene a la Luna en órbita alrededor de la Tierra y de que la naturaleza sigue un desarrollo matemático fijo y que los movimientos estaban descritos por las mismas leyes físicas en todas partes.
De que la gravedad, es la fuerza dominante que determina la evolución del universo y mantiene estable su estructura. Sin embargo, es la fuerza más débil del cosmos. Para Newton, el espacio era un recipiente vacío en el que los cuerpos se movían o se mantenían en reposo y de que el tiempo absoluto no está sujeto a la casualidad, ya que no se ve afectado por los sucesos de su alrededor, con lo que se dice que Newton lo calculaba todo, pero no explicaba nada, escogiendo la senda que permitía hacer predicciones con éxito.
El origen y evolución del universo que conocemos y del que somos una parte insignificante, ha sido el objeto de una descripción más o menos detallada y con el manejo certero que nos proporcionan el método científico y las matemáticas, que nos permiten modelar dicha realidad y, que según Quintero, nos hacen accesibles y comprensibles su naturaleza y leyes, ofreciendo un relato coherente e incluso refutable de los fenómenos que siguieron al singular posible principio.
Y así, nos dice Murray Gell-Mann: “Para mí, el estudio de todas estas leyes es inseparable del amor por la naturaleza en todas sus manifestaciones”. Sin embargo, nos dice Quintero, la respuesta honesta es que al día de hoy, no tenemos certezas.
En el amanecer de los primeros grupos humanos, el ritmo de la naturaleza se impone a los hombres y, la primera medida del tiempo está ligada a la necesidad de prever la aparición de la lluvia y del Sol, para organizar la continuidad de los medios de supervivencia de la comunidad. Pero la naturaleza, sólo es una de las manifestaciones de lo invisible que envuelve al hombre.
La naturaleza, es entonces la fuente de todo y, según Jacques Altali, los acontecimientos siguen un orden lógico, puesto que no existen puntos de referencia autónomos a las que debieran conformarse con precisión las actividades. Y lo invisible, es quién acuerda y activa la lluvia y el sol, día y noche, abundancia y miseria en un dialogo incesante.
Los milesios, comprendieron que mediante la observación, la razón y sobre todo el pensamiento crítico, podemos conocer las respuestas a lo que no conocemos; podemos corregir una y otra vez nuestro punto de vista sobre el mundo y descubrir aspectos de la realidad que a simple vista pasan inadvertidos y, aprender cosas nuevas.
El descubrimiento decisivo, es el de un estilo de nuevo pensamiento, donde el alumno ya no está obligado a compartir las ideas del maestro. Esta vía es la que condujo al inmenso desarrollo del pensamiento filosófico, que desde ese momento, empieza a crecer el conocimiento vertiginosamente.
Los milesios comprendieron que el mundo podía comprenderse con la razón y estaban convencidos de que la variedad de los fenómenos naturales, podía reducirse a algo simple y trataron de comprender que era ese algo. Una sustancia elemental, de la que todo podía hacerse. Sustancia que podía condensarse, expandirse y transformarse en todos los elementos que componen el mundo.
Según Mario Tulio Cicerón: El mundo natural tenía que haber surgido de alguna razón natural. La estructura del mundo en todas sus partes es tal, que no podría haber sido mejor ni en cuanto a utilidad ni en cuanto a belleza. Y si los productos de la naturaleza son mejores que los del arte y si el arte no produce nada sin la ayuda de la razón, tampoco se puede pensar que la naturaleza carezca de razón.
¿Cómo puede, pues, ser lógico o consciente suponer que el mundo, incluyendo las obras de arte, los artífices que las hicieron y cualquier otra cosa, pueda carecer de plan y razón?
La gran idea de Democrito, es de que el universo consiste en un espacio vacío ilimitado, en el que flotan innumerables átomos y lo único que existe en realidad, son los átomos y el vacío. Los átomos son granos elementales de la realidad y todo está constituido por ellos, como señala también Carlo Rovelli.
Pero la historia humana está llena de errores monumentales en un gran abanico de disciplinas y la certidumbre, suele ser una ilusión. Mario Livio, nos dice que a lo largo de la historia, ni los más renombrados militares, ni los filósofos más celebres, ni los más originales pensadores, estuvieron a salvo de errores calamitosos.
Como investigador, nos dice Mario Livio, mi objetivo era simple; corregir la impresión de que los grandes avances de la ciencia, son historias de éxito rotundo y lo cierto, es que nada puede estar más lejos de la verdad. Y es Karl Popper, quien nos dice que: “Las ideas audaces, las expectativas injustificadas y el pensamiento especulativo, son los únicos medios de que disponemos para interpretar la naturaleza”. Y quiénes no están dispuestos a exponer sus ideas al riesgo de la refutación, no participan en el juego científico.
Al hacer una revisión crítica de los errores cometidos por algunos de las primeras líneas de la lista de las grandes mentes, son extraordinariamente relevantes para las cuestiones que se plantean hoy los científicos. Y de hecho, según Livio, para la gente en general. Donde los análisis de estos errores, también pueden utilizarse para guiar las acciones en ámbitos tan dispares como la práctica científica y el comportamiento ético y, que es lo que con el tiempo condujo al nacimiento de la ciencia.
Y lo principal en cualquier caso, es que a lo largo del camino, descubriremos que los errores no sólo son inevitables sino que constituyen una parte esencial del progreso de la ciencia, ya que el desarrollo de la ciencia no es un camino directo hacia la verdad, confiando en poder demostrar que el camino al descubrimiento y la innovación, pueden construirse incluso a lo largo del improbable sendero de los errores.
Los seres vivos, vivimos en un presente que emerge continuamente de la nada y, la naturaleza exhibe ritmo y armonía, la cual se genera a partir de un número reducido de formas, átomos y moléculas que aparecen frecuentemente en la naturaleza y generan equilibrios a través del tiempo, siendo éste parte fundamental del orden del mundo; afectando tanto la materia inerte como a los seres vivos, los cuales poseen extraños relojes biológicos.
La flecha del tiempo, forma parte del orden del mundo, ya que nació con él y, donde parece que el avance del tiempo es un elemento esencial de la organización del mundo, como si la coherencia de este último, implicara un movimiento más o menos rápido, pero irreversible, del instante pasado al presente y al futuro y, donde todas las estructuras que nos rodean y forman nuestra realidad, son el resultado de procesos históricos concretos.
El universo, parece poseer desde las épocas más remotas, todas las propiedades necesarias para permitir que la “materia” acceda a estados de complejidad cada vez más avanzada; donde los físicos y los astrónomos, están muy lejos de darnos respuestas claras sobre el origen y la razón de esta “organización primordial”, completamente esencial, puesto que al fin y al cabo, ésta acaba formando parte de nosotros mismos.
Lo que distingue a lo vivo de lo no vivo, no es aquello de que están hechos los organismos, sino el modo en que están compuestos y organizados y, que funcionan como un todo.
Como la del universo, la evolución de la vida ha sido caótica: vivimos en un universo que se organiza desintegrándose. Hasta ahora, los científicos desarrollan teorías que describen “cómo” es el universo y no, sobre el “porqué” del universo. Y lo mismo sucede con los filósofos, que no han sido capaces de responder todavía esto. Pero si pudiéramos descubrir una teoría completa, entonces filósofos, científicos y público en general, podríamos participar en la discusión de la pregunta de porqué existimos.
Y si halláramos la respuesta a esto, sería el triunfo último de la razón humana y comprenderíamos la mente de Dios, según Hawking. El tiempo, representa para el biólogo más que un simple parámetro de la física, ya que es indisociable a la génesis del mundo viviente y de su evolución, nos señala Jacob. En todo ser vivo, finaliza una historia en la que se han dado una sucesión de acontecimientos y transformaciones progresivas, que lo han ido formando. Y los únicos que han quedado, son aquéllos en los que se reunían el orden y la conveniencia, observándose que en el interior de la exuberancia de seres posibles, es la naturaleza la que finalmente elige.
Nuestros ritmos vitales interiores, están íntimamente relacionados de muchas maneras, con el movimiento del planeta terrestre. Y a diferencia de los movimientos eternos del universo, nuestros movimientos y mecanismos internos, acaban perdiendo velocidad y al final, dejan por completo de funcionar. Frank A. Brown, argumenta que en todo momento, los organismos están bajo la influencia de variables ambientales que podrían proporcionar inducciones temporales, con propiedades similares en plantas y animales, a los cuales están perfectamente adaptados para la máxima utilidad de los organismos y, para su sincronización, de una respuesta continuada al sutil ambiente geofísico.
Los organismos están ligados a múltiples fuerzas, como las fases de la luna o las manchas solares, así como por otras fuerzas geofísicas invisibles que circundan la Tierra, como la presión barométrica, el campo magnético, ionización de la atmósfera, rayos cósmicos, campos electromagnéticos de la radio frecuencia. Todos ellos, extremadamente débiles y en donde ciertos organismos pueden percibir ligeros cambios que se producen en ellos; por ejemplo, los caracoles pueden sentir campos magnéticos tan débiles como los de la Tierra.
Evidentemente, muchos rasgos de este mundo son cíclicos, donde dichos movimientos afectan profundamente la forma en que pensamos y sentimos, así como la estructura de nuestra vida, donde podemos tener cambios diarios en nuestro metabolismo, aún y cuando no estemos expuestos a modificaciones ambientales.
El nacimiento de la vida en un mundo físico, resultó incomprensible, mientras se pensaba que la materia viviente era de naturaleza distinta y con otras propiedades y, que se negaba a obedecer el segundo principio de la termodinámica, que condena a las cosas a la dispersión y desorganización.
Como consecuencia del descubrimiento del código genético del ADN de las células vivas, se ve que la vida está constituida por los mismos constituyentes que el resto de la naturaleza terrestre y, sólo se diferencian por su complejidad de organización.
Las formas de vida muy evolucionada y de mayor complejidad, sólo pueden surgir después de un muy largo tiempo. Lo que viene a confirmar la importancia del tiempo en la aparición del orden. La misma evolución ha mostrado que plantas y animales, son acumulaciones históricas de los rasgos adaptativos que se fueron dando con el tiempo, en busca del equilibrio térmico, para la evolución y del diseño óptimo en la adaptación.
La termodinámica, se sabe que fue la que introdujo la flecha del tiempo en la física, con los procesos históricos irreversibles. Donde en el contexto del universo, las temperaturas de todas las cosas acabarían igualándose y no podría realizarse ningún trabajo en todo el cosmos. Y es lo que se conoce como “Muerte Térmica del Universo”. Donde el aumento de Entropía, proporciona así, una flecha natural del tiempo, que apunta hacia delante. Y es por eso que se califica a la entropía como una flecha del tiempo, donde la Segunda Ley de la Termodinámica, puede expresarse mediante la proposición de que los procesos ocurren en la dirección creciente del desorden, donde el desorden del universo tiende a un máximo y así, resulta posible distinguir entre tiempos anteriores y posteriores y nos permite imaginar, el fin del tiempo.
Y para Boltzmann, en algunas zonas del universo, la entropía aumentaría y en otras disminuiría y, en donde disminuya, el tiempo fluiría en sentido contrario y la entropía media del universo permanecería constante, por lo que creía innecesaria una muerte térmica. Y así, estamos aquí en una zona del cosmos con Entropía Baja, porque en otra parte con mayor entropía, no podríamos existir como seres inteligentes y no podríamos darnos cuenta de nuestra condición.
La expansión del universo proporciona otra flecha del tiempo conocida como Flecha Cosmológica. Y según Hawkings, sentimos que pasa el tiempo en una sola dirección, porque es la misma dirección en la que la información se almacena y nuestra memoria va acumulando datos en un solo sentido. Esto define la flecha Psicológica del tiempo.
En la imagen Cuántica, ya no se puede hablar de la Posición y de la Velocidad, como medidas básicas naturales. Y por eso no se puede construir una imagen completa de la realidad en ningún momento determinado y por tanto, no se puede hablar de la interacción entre dos partículas, como si éstas estuvieran totalmente separadas.
Carl Jung, sostenía que en muchos casos, la casualidad no era suficiente para explicar ciertos sucesos improbables, donde el principio filosófico que sirve de base a nuestra concepción de las leyes naturales, es la causalidad. Pero la relación que existe entre causa y efecto es válida sólo en términos estadísticos y cierta sólo en términos relativos, lo que significa que en ciertas circunstancias, la relación entre sucesos puede ser distinta de la causal y por tanto, requiere otro principio de explicación. Y de que en muchos casos, la causalidad no es suficiente para explicar ciertos sucesos improbables y de que la causalidad, era una simple creación occidental.
No se puede afirmar tampoco, de que exista una ley que impulse la complejidad. La historia de la evolución es el de un artefacto o de una conciencia que adquiere conciencia de sí misma. La complejidad se desarrolla con la disposición de cosas simples. Y, no hay motivo por el que la selección natural deba privilegiar el incremento de la complejidad.
Para Gould, la evolución de la complejidad biológica, en general y de la inteligencia humana en particular, se da como producto de la pura contingencia histórica. Donde el mecanismo de la selección natural, no puede proporcionar una explicación satisfactoria del incremento evolutivo de la complejidad.
Estamos en un universo nacido de un desastre y, cuya organización, no pudo darse sino a partir de una formidable destrucción, que escapa a todas nuestras posibilidades de conocimiento; el cual, se autocreó, se autoprodujo y se autoorganizó.
Un universo, donde el caos hace su tarea y obedece a un proceso, donde el orden y desorden no son sólo enemigos, sino cómplices, nos dice Edward Morín. La mires como la mires, la Tierra se caracteriza por la vida diversa y abundante y, la cuestión queda en el ¿Por qué? Toda la vida que vemos es simplemente la consecuencia de una larga historia de evolución biológica en la Tierra. Así, la historia de la Tierra, muestra una gran variedad de innovaciones biológicas, como la invención de la fotosíntesis, productora de biomasa y oxigeno; que asimismo dieron forma fundamental a la historia de la vida, como a otros organismos; que utilizan el oxigeno y prosperaron, se multiplicaron y evolucionaron hacia nuevas formas.
Esto, condujo a los organismos más complejos a poblar la Tierra, lo que han dado forma y definición a la biosfera. Si podemos explicar la masa en relación con la energía, mejoraremos nuestra descripción del mundo y, necesitaremos menos integrantes en nuestra receta del mundo. Y una tendencia hacia una complejidad creciente, proporcionaría la evidencia de un propósito en el universo, nos dice Gould. Aunque, si tal cosa existiera, no impediría que el azar tuviera también un papel importante. Es la organización, la que da a los seres vivos la ley interna que rige la posibilidad misma de su existencia. Detrás de las formas visibles, nos dice François Jacob, se perfila una arquitectura secreta impuesta por la necesidad de vivir.
El ser vivo, no es una estructura aislada en el vacío, sino que se inserta en la naturaleza con la que establece relaciones variadas y donde lo organizado se identifica con lo viviente. De esta forma, los seres vivos en su variedad, descansan en su poder de adaptación.
La misma organización de la totalidad, según Jacob, exige una finalidad en la medida en que no se puede disociar la estructura de su significado, ya que es la estructura en su conjunto, la que determina la posibilidad de su cohesión. Y, el que representa el orden en medio del caos. Gracias a la fuerza interna que lucha contra el azar y la destrucción, es posible un producto organizado de la naturaleza, ya que todo es fin y todo es medio.
Según Goethe, cada ser encierra en sí, la razón de su existencia, en la que cada una de sus partes actúa sobre las otras y deben unirse entre sí para formar un todo. Y así, como seres organizados, deben organizarse ellos mismos. Se podría decir que el organismo contiene en sí una fuerza de formación y regulación, que comunica a los materiales que lo constituyen. Es así como la fisiología contribuye y da enseñanzas a la física.
Las propiedades vitales, tienden por naturaleza a agotarse, porque el tiempo las gasta. Y se apropian del poder de la vida, pero sólo por un instante, por lo que la vida sólo las roza por unos instantes para ser conservado a través del mundo viviente. La vida se transmite de ser en ser, por una sucesión ininterrumpida de reproducción y así continuar existiendo.
De la reunión de ciertas moléculas y bajo ciertas formas, nos dice Liebig, depende la organización misma de los seres vivos; donde su vitalidad no es atribuible a ningún órgano en particular, ya que es propiedad del ser en su conjunto.
Y, una característica del Todo, es que es sede de un triple flujo: la de la materia, de la energía y la información. Según Atkins, una gran parte del universo no requiere ninguna explicación, donde los detalles de los procesos implicados en la evolución son fascinantes, pero carecen de importancia; ya que las moléculas, que compiten y se replican, inevitablemente evolucionarán, si disponen de tiempo.
Una gran parte del universo, no requiere ninguna explicación, ya que en su evolución, se pasa rápidamente por campos muy vastos: saltando de los átomos a la voluntad libre de la conciencia y del conocimiento, de una ramificación de valor simple, a un comportamiento complejo; y porque todo se puede tratar racionalmente. El hombre vive inmerso en las fuerzas naturales de todo el universo, no como un ser extraño que lo contempla desde fuera, sino que forma parte de esta naturaleza, con la que se ve comprometido a diario.
De ahí que la filosofía de la naturaleza, es el dialogo profundo entre el hombre y el mundo, desde las entrañas de una mutua interrelación activa, como nos dice J. M. Aubert. La vida no permite que se le reduzca a una explicación. Tú como observador, das vida a tu versión de realidad y, sea cual sea el significado que deseas que refleje el universo, lo reflejará.
Jung, percibía afinidades entre la dualidad partícula-onda de la mecánica cuántica, con la dualidad entre la mente inconsciente y consciente y, de que las distancias temporales y espaciales no sirven de barreras a la comunicación instantánea dentro del subconsciente. Y así, mucho de lo que ocurre en la mente, parece burlar la ciencia tradicional y, es muy posible que la Sincronía y no la Causalidad sea el principio activo que rige la inteligencia humana.
Se ha probado que los sistemas vivientes son sorprendentemente sensibles aún a los cambios geofísicos muy débiles. La sensibilidad es adecuada para la respuesta a los campos energéticos naturales de la Tierra. Los flujos en las fuerzas del espacio exterior, son relojes magistrales que sincronizan con los relojes vivientes. Ha dicho Frank A. Brown, que a través de la selección natural, los organismos han desarrollado un complejo heredado de sistemas bioquímicos oscilantes internos, que corren parejos con todos los períodos geofísicos naturales del medio ambiente, en el que se encuentra el organismo.
Vivimos, nuestro vivir, confiando en que las coherencias en que vivimos, se conservarán. El vivir, no es un ocurrir caótico, sino que es un suceder, regular y conservador de las regularidades; donde hay a quiénes no les interesa las cuestiones de esencia o el cómo son las cosas en sí, sino el querer descubrir cómo llegaron a ser lo que son.
Y donde, en la transición del comportamiento ordenado al comportamiento caótico, tenemos que la misma serie de números aparece en la transición, que no tiene nada que ver con la física de partículas, según Martin Rees. No vivimos en el seno de un universo fijo y eterno y aunque no sabemos de dónde viene, ni a donde va, no sabemos porqué nació; pero sabemos que le pertenecemos, pero también nos pertenece, nos dice Morín.
Según Heráclito, la más bella armonía nace de lo que está en lucha. Y nos dice Isaac Newton: “La naturaleza es simple y no es pródiga en causas superfluas de las cosas”. Si prescindimos de la pregunta por un “proyecto o plan” del mundo, podremos explicarlo todo; ya que el universo no necesita de ninguna intervención extraña y, de que es posible pensar racionalmente acerca de temas, que en opinión de muchos, escapan a toda posible explicación.
El punto de partida de cualquier investigación científica,, debe ser la hipótesis de que la vida emergió de forma natural, mediante una secuencia de fenómenos físicos normales. La vida debe de haberse formado como resultado de algún tipo de auto ensamblaje molecular, nos dice Paul Davies. Es decir, se crean a sí mismo, sin ayuda de ningún estado inicial desordenado u homogéneo.
El clima influye y es influenciado por los seres vivos. El ambiente, es una red compleja de ciclos, todos los cuales son críticos para el inicio, evolución y sobrevivencia de la vida. Donde el elemento más importante para la vida sobre la Tierra, el carbono, se mueve en ciclos ligados a todo lo demás. Los nutrientes se mueven en ciclos Biogeoquímicos.
Una forma en cómo el clima influye, es regulando los flujos de materia a través de estos ciclos; en parte, a través de la circulación atmosférica, en que a su vez los nutrientes determinan la composición de la atmósfera, como también determinan el clima. Asimismo, el agua es uno de los más importantes nutrientes de la vida sobre la Tierra, donde el vapor de agua forma nubes y los rayos solares reflejan la luz al espacio, alterando el clima.
La historia de la evolución, está muy vinculada a la del clima. La Tierra no es la adición de un planeta físico, más la biósfera y más la humanidad. Es una totalidad compleja físico/biológica/antropológica,, donde la vida es una emergencia en el tiempo de la misma Tierra y el hombre, una emergencia de la historia de la vida terrestre.
Ninguna fuerza vital dirige a sus componentes hacia la forma final; sólo están implicadas fuerzas físicas normales, que suponen que lo mismo se aplica a la formación de la vida, incluso si la forma de la vida más sencilla es enormemente compleja.
En el pueblo Tibetano, desde hace siglos, se ha transmitido que: “Cuando ya no puedas recoger las cosechas a su debido tiempo, los ríos produzcan inundaciones, y la tierra y el hielo de las montañas comiencen a desaparecer, se iniciará una época de grandes cambios. En aquellos días en que el planeta se inclina sobre su eje: “La lluvia será contenida, el cielo permanecerá inmóvil, los frutos serán tardíos y no florecerán en su estación y, las temporadas de los frutos en los árboles no vendrán. La Luna cambiará sus leyes y no se verá en su período habitual.
¿Puede la naturaleza ser un problema histórico para la humanidad? La respuesta ha sido negativa, pues la tradición predominante no ve en ella más que el escenario donde se representa el drama de la acción humana y a lo humano, como su verdadero y casi único culpable y objeto de estudio. Y es David Arnold, quien responde de otra manera y lo analiza para hacernos saber y ver cómo, desde las antiguas visiones hasta el mundo actual globalizado, la naturaleza y lo que hoy llamamos medio ambiente, inciden e influyen en la escritura de la historia redactada con una nueva visión de todo género, por quiénes saben de la íntima relación entre la naturaleza y la cultura, de acuerdo con tiempos y lugares, que van de la Grecia antigua a la India contemporánea.
Los factores ambientales y biológicos, ejercen un profundo efecto, incluso determinante, en sociedades humanas de todo el mundo. La historia ambiental o ecológica, plantea complejos problemas de escala; y si bien es posible concentrarse en las relaciones microscópicas entre la gente y la naturaleza de una localidad y un breve tiempo, a menudo hay quiénes se sienten tentados a especular a escalas mucho mayores, haciendo muy difícil determinar la causa y el efecto y, evitar hacer generalizaciones a partir de pruebas limitadas, como nos dice David Arnold.
Sin embargo, las catástrofes de la historia ambiental suelen ser de mayor magnitud, buscando los orígenes y los agentes del cambio a escala continental y aún global, donde los terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas han sido identificadas como acontecimientos que ejercen efectos profundos en la sociedad humana, ya que perturban el clima y ponen en peligro las siembras a lo largo y ancho de vastas regiones o, dan el tiro de gracia a civilizaciones enfermas; y por ser imprevisibles, como por su magnitud, sus repercusiones trascienden la región afectada.
Por su parte, John Post afirma que las sociedades de la era pre industrial, fueron particularmente vulnerables a las fluctuaciones climáticas repentinas de erupciones volcánicas, cuya subsecuente fase de tiempo en el volcán Tambora, fue de tiempo húmedo y frío que produjo tres años de malas cosechas, hambre y conmociones sociales. Post, argumenta que es demostrable que ciertas crisis resultan de condiciones adversas. El nexo dinámico no es difícil de elaborar: tiempo adverso, malas cosechas, apuros económicos, desnutrición o hambruna, reducción de la natalidad, aumento de la vagancia y enfermedades epidémicas.
Y aunque se sigue descubriendo si el clima y en particular los súbitos cambios, es uno de los factores que posiblemente influyen en la historia del hombre, en una vasta escala, tanto desde la perspectiva humana como geográfica, es más común que los estudiosos recurran más a las epidemias que a las erupciones volcánicas, para representar a la naturaleza y su impacto sobre la historia. Y persiste el interrogante de si incluso los más grandes “Desastres Naturales” no están determinados a fin de cuentas, más bien por la cultura, que por el ambiente.
En la historia, como en la ecología, hay una tensión constante entre la estabilidad y el cambio. Y los ecologistas tienden a favorecer la idea de la naturaleza como sistema que se autorregula y es estable, describiendo el cosmos como un “Todo ordenado y armonioso”; una armonía que combina a todos los seres vivos, un gran Todo animado por la respiración de la vida. Y, muchos ecologistas piensan que hay lugar tanto para el cambio evolutivo lento como para las transformaciones rápidas, incluso revolucionarias y, desde el punto de vista de gran escala, la evolución del ambiente se caracteriza por tiempos de reposo marcados por tiempos de abrupto cambio y repentino; pero nunca ha sido tan inhóspito como para amenazar la completa extinción de la vida sobre la Tierra. Sin embargo, durante los períodos de cambio acelerado, las especies sufrieron catástrofes cuya escala fue tal, que una guerra nuclear total se antoja tan trivial como una briza respecto de un huracán, asegura Arnold.
Gregg Braden, nos dice que en concreto, podemos analizar los años en busca de ciclos que ya han tenido lugar y ver así, qué condiciones traerán consigo, cuando se repitan. Y así, si sabemos dónde mirar el pasado, podemos predecir qué patrones nos esperan en el futuro. Según Braden, los vestigios históricos sugieren que existe una fuerte relación entre los cambios climáticos y los ciclos de guerra, los problemas económicos y la decadencia de las civilizaciones.
¿Cómo sabemos cuándo ha cambiado el clima? Concurren aquí problemas de escala, medida y comprensión, que parecen muy abstractos. Y el mismo concepto de clima es una abstracción, una interpretación humana de datos suministrados a lo largo del tiempo, que no se pueden observar en sí mismos y no cabe experimento alguno, ya que la escala es la del propio planeta. Y según Nicholas Mirzoeff, el dióxido de carbono pasó de 278 partes por millón, a una cifra de 400 partes por millón, que en sus inicios quedaba totalmente compensado por la fotosíntesis de las plantas, mientras que los océanos liberaban y absorbían cantidades equilibradas del gas, pero las cantidades eran insignificantes y su elevación por la quema de combustibles, es una proporción todavía minúscula e invisible, pero de efectos devastadores, según Mirzoeff.
Más sin embargo, sabemos que si pudiéramos detener todas las emisiones en el mundo, el clima seguiría cambiando durante siglos. Y sin embargo, aún somos incapaces de ver dicho cambio, tanto en sentido literal como metafórico.
Si lo que vemos y vivimos hoy es el resultado de las modificaciones humanas del mundo, durante el largo período de la humanidad que dio comienzo con la Revolución Industrial, que no es sino una pequeña mota en el tiempo geológico. Sin embargo, a menos que tengamos un ojo muy entrenado, los cambios por venir no son fáciles de percibir.
La categoría de los eventos terrestres, está conformada por aquellos sistemas naturales que tienden a verse más afectados por sus transiciones. Sabemos que todos los días se produce una emisión constante de radiación y partículas de gran energía desde el Sol y, que gracias a la magnetosfera Terrestre que actúa como escudo magnético, no sufrimos sus peligrosos efectos. Además, la temperatura terrestre se mantiene dentro de un rango constante durante largos períodos de tiempo, gracias a los campos magnéticos, pero es aquí donde entran en juego los cambios asociados a los ciclos mundiales, donde la relación existente entre la fuerza de los campos magnéticos terrestres y los abruptos cambios climáticos que parecen acompañarlos.
Según Braden, los efectos magnéticos sobre los principales indicadores climáticos son claros, sabiendo que durante cientos de miles de años, se ha preservado un registro climático terrestre, mediante una capa de burbujas de aire contenidas en el hielo de la Antártida. Y mientras no se derrita el hielo, tendremos una librería virtual de la historia de nuestro planeta, plasmada en los miles de capas, acumuladas durante milenios, en las que podemos observar señales de las temperaturas globales, la luz solar, niveles del mar y grosor del hielo.
Y así, la recolección de muestras del fondo de la capa de hielo, nos ofrece un registro ininterrumpido del clima de la Tierra durante los últimos 420,000 años, que es el período de tiempo más largo que los científicos hayan podido evaluar. Dicha información nos ofrece una importante clave para entender los diversos roles que desempeñan los campos magnéticos terrestres en nuestro clima y la vida. Y así, cuando el campo magnético disminuye con un escudo más débil, se permite que pase más energía solar a la superficie terrestre. Este incremento de energía, da lugar a un período de calentamiento global y, a medida que la tierra, los océanos y la atmósfera se calientan, se desencadenan ciertos sucesos que provocan los cambios climáticos observados. Las temperaturas más altas comienzan a derretir el hielo polar, lo que hace que el agua llegue a los océanos y altere el delicado equilibrio responsable de los patrones climáticos. Dicha agua, al mezclarse con las corrientes marinas, cambia su salinidad y la temperatura, factores importantes sobre los patrones del clima de todo el planeta. Y aunque la civilización ha contribuido a los niveles de carbono en la atmósfera, esa contribución parece simplemente haber acelerado los efectos de un ciclo natural magnético, que ya estaba en camino.
Los vestigios geológicos, señalan que las inversiones magnéticas de los polos han ocurrido 171 veces, de las cuales 14 han ocurrido en los últimos 4.5 millones de años y, de que en el 2006, se dio un evento esperado por los astrónomos, donde las tormentas magnéticas y las erupciones solares, se detuvieron de manera repentina y el sol entró en un período de calma, señalando el fin de un ciclo y que es la señal de que comienza otro y, que viene acompañado de nuevas tormentas. Y lo que distingue al próximo ciclo, es que la intensidad de las manchas solares será uno de los más intensos que se hayan registrado, donde las manchas solares será entre un 30 y un 50% más fuerte que el anterior, según Mausomi Dikpati del Centro Nacional de Ciencias y Tecnología Espacial (NCAR).
Descubrimientos recientes sobre el funcionamiento de los campos magnéticos terrestres, sugieren que más que uno solo, realmente existen múltiples campos que se acoplan, para crear el escudo magnético que nos protege de la gran energía proveniente del sol. Y parte de estos campos, parecen originarse en el interior de la propia Tierra, mientras que otra, se forma en la atmósfera que rodea el planeta.
Cualquier factor que produzca una perturbación lo suficientemente fuerte en la Tierra o en la atmósfera, podría alterar el equilibrio que mantiene los campos magnéticos. Y un impulso o impacto lo suficientemente fuerte, podría hacer que el sistema se desplomara; pero nos dice Braden, que es importante tomar en cuenta que la transición es un proceso más que un evento y, ya está en camino. Según cálculos de John Major, alrededor de 1980, la Tierra entró en la zona que marca el final del ciclo. Y esto no sólo significa que ya está teniendo efectos ahora, sino que también se están produciendo sus efectos, que sentimos como oscilaciones extremas en los índices de pluviosidad y en las temperaturas, así como en huracanes, incendios forestales y sequías, en ciertos lugares del mundo.
Y aunque la fuerza de los campos magnéticos ha disminuido, parece que al hacerlo, se encuentra lo suficientemente baja como para producir cambios en el clima y en la vida y, están donde necesitan estar, en el punto exacto del tiempo, para concluir una era mundial y comenzar la siguiente según Braden. Y los cambios que están sucediendo en la actualidad, sólo son los esperados durante el fin de una era mundial. Y se dice que cuando hayamos asimilado el mundo tal como podría ser, será imposible seguir viviendo con satisfacción en el mundo tal como es.
Y es Jesús Hernandez Gantes, quién nos dice que hay cambios sin duda debido a la frenética actividad humana, pero la actividad solar y su gran influencia sobre la vida de la Tierra y sobre todo el sistema solar, son los principales actores del cambio climático; pero el genial pretexto del cambio climático lo han aprovechado, potencializado y sobre utilizado los países desarrollados, para influir a favor de sus intereses sobre el resto de los países. ¿Qué somos capaces de hacer, como individuos, como sociedad, en nombre de aquello que llamamos progreso? nos pregunta Joseph Zárate.
Nacimos de la sequía, nos dice Hubert Reeves, ya que todo lo que nos caracteriza, como el estar de pie, alimentación omnívora, desarrollo del cerebro, invención de herramientas, resultaría de una adaptación a un medio más seco. Hay colinas que separan el Este del Oeste; a un costado suele llover, al otro, la región es seca y, las culturas son muy distintas. Mecanismo clásico de selección natural, donde un pequeño grupo pasa a ser la mayoría, ya que al vivir más tiempo, tienen descendencia más numerosa y poseen los mismos rasgos, dice Dominique Simonnet.
A través del tiempo biológico, la diversidad se acrecienta; y a medida que cada clase de organismo se adapta a la vida de su econicho, su tolerancia se vuelve parte de su carácter y, tan distinto como la forma de su cuerpo y color. Un ecosistema preserva la estabilidad, tiene frenos y equilibrios que garantizan que el sistema en su conjunto amortigüe el efecto de cualquier cambio en particular.
La reproducción no aleatoria, tiene consecuencias que pueden llegar lejos, si hay tiempo para que se acumulen. Sin embargo, la mayoría de la gente que ataca el darwinismo, se lanza con vehemencia casi impropia, hacia la idea errónea de que no hay más que mero azar en esta teoría y, dado que la complejidad de los seres vivos encarna la antítesis total del azar, esto para Dawkins: ¡A quién considere el darwinismo sinónimo de azar, le resultará fácil refutarlo!
El darwinismo, es una teoría de procesos acumulativos tan lentos, que precisan entre miles y millones de años para llevarse a cabo y también, todos nuestros juicios intuitivos, de lo que puede ser probable o, resultan erróneas en muchos órdenes de magnitud o nuestro bien sintonizado aparato de escepticismo y teoría de la probabilidad subjetiva falla, por un gran margen o porque está sintonizado por la propia evolución. Y se requiere un gran esfuerzo de imaginación, para escapar de esta prisión de tiempo.
Estamos acostumbrados a la idea de que la elegancia compleja indica un diseño premeditado, razón poderosa de la creencia mantenida por la gente que cree de algún tipo de deidad sobrenatural; pero hay otro camino, que constituye una manera mucho más plausible de que surja un Diseño Complejo, partiendo de otro más simple.
Con la introducción de los sistemas fuera del equilibrio, por Prigogine, en lugar de una única y simple forma de estabilidad como en los sistemas cerrados, donde la energía total siempre se conserva, tenemos múltiples y variadas formas de complejidad, manifestada en atractores estáticos, periódicos y caóticos.
Y es el cambio, una realidad inherente a la existencia humana. Vivimos transformándonos; nacemos, crecemos, morimos, nos mudamos de sitio y de calidad de vida, por lo tanto, cambiamos de percepciones e ideas respecto de la realidad.
Para Heráclito: “Todo cambio es contradictorio, por lo tanto, la contradicción es la esencia de la realidad”. El cambio está en la raíz del conocimiento científico, el cual progresa y nos hace progresar.
Según Jung, todos nacemos originales y morimos copias. El “Juego de la Vida” de John Conway, se trata de una simulación computarizada de la vida celular, gobernado por reglas simples, que dan lugar a un comportamiento notablemente complejo, imitando al de las personas, haciéndose claro que cualquier cosa que podamos imaginar puede ocurrir. Y, es muy parecido al simbolismo que analizó Jung, para desarrollar su teoría de la “Sincronicidad” o las “Casualidades Significativas”, comparables a los arquetipos que explican las distintas fases de la personalidad, por las que pasa el ser humano a lo largo de su vida.
Para Jung, la realidad es la suma de todas las conciencias, de todas las personas que han vivido sobre la Tierra desde el principio de los tiempos, algo así como una inteligencia virtual que permanece latente y no se pierde y, calificado por Jung como “Inconsciente Colectivo”. Para Jung, la transformación de la realidad personal, debe realizarse por medio de la transmutación de la conciencia, transformando los complejos y los impedimentos, en el oro de las potencialidades y, los poderes de modificar el destino personal y colectivo, para que sólo quiénes lo merecían pudiesen descifrarlo. Dejando un impresionante legado de sabiduría inédita, que todavía no ha sido descubierta ni valorada en su inmensa riqueza, para transformar la vida del ser humano.
Para él, la individuación, era comparable a un proceso alquímico personal, que una persona emprende consigo mismo enfrentándose a la sombra o demonio individual interior que habita en cada uno de nosotros, intentando arrebatarnos el alma, a lo que Jung denominaba Psique.
La Casualidad, no tiene nada de simple y los pensamientos son un factor de posibilidad, una energía que puede materializarse o no, como la cualidad cuántica llamada Onda de Probabilidad, capaz de hacerse realidad en un espacio y momento dado. Pero para que se materialice, hace falta un empuje consciente, mezcla de conciencia y voluntad, aunque la realidad sea mucho más amplia de lo que pueda mensurar nuestros rudimentarios cinco sentidos, nos dice Joaquin de Saint-Aymour.
Para Saint-Aymour, el destino cotidiano de cada persona radica en su interior y, es dentro de nosotros mismos donde deberíamos mirar para comprender lo que nos depara el futuro. Y así: Quién mira hacia afuera, sueña y quién mira hacia dentro despierta. Pero para el mundo académico, las investigaciones de Jung, eran demasiado místicas y sobrenaturales para tomarlas en serio; sin embargo, éstas son coincidentes con la actual cibernética y física cuántica.
Para Jung: “La ciencia es el arte de crear ilusiones convenientes, que el necio acepta o disputa, pero de cuyo ingenio goza el estudioso, sin cegarse ante el hecho de que tales ilusiones son otros tantos velos, para ocultar las profundas tinieblas de lo insondable.
Según Robert Greene, desafortunadamente vivimos en un mundo que parece cada vez más allá de nuestro control y nuestro sustento y, está al capricho de fuerzas globalizadas, donde cuanto menos intentemos, menos riesgo tendremos de fracasar y, nuestra aparente impotencia resulta más aceptable. ¿Por qué molestarse en trabajar años enteros para alcanzar maestría cuando podemos tener mucho poder con muy poco esfuerzo?
Y escuchars a los demás antes que a tu propia voz, y podrías frustrarte y deprimirte sin comprender jamás que la fuente de ello es tu indiferencia a tu potencial creativo. La actitud pasiva no es relajada ni romántica, sino patética y destructiva.
Una mente pasiva sólo genera un paisaje mental árido y, conforme avanzas, ideas y perspectivas viejas desaparecen y te inicias en niveles superiores de ver el mundo, reflejo de la singularidad de una persona, ya que si nos sentimos motivados, podemos vencer casi todo.
Ya que posees una fuerza interior que te guía a tu tarea en la vida, lo que estás destinado a cumplir en el tiempo de tú existencia, donde todo lo que te ocurre es una enseñanza, donde todo se halla en estado continuo de cambio, movimiento y evolución.
Angel Vargas, nos dice que hay muchas equivocaciones acerca de la ciencia, porque estamos vinculados a una idea de ella muy vieja, positivista, en la que sí había fundamentalismo al considerar inobjetable lo que ella determinara. La gente cree que el arte persigue la belleza, mientras la ciencia, la verdad, no es cierto; en el arte también se persigue la verdad, una verdad estética y en la ciencia, se persigue la belleza. Y ya decía Paul Dirac, que la belleza de una ecuación es más importante que su exactitud, en el sentido de que si una ecuación es bella, tarde o temprano, se demostrará exacta.
La vida tan ajetreada que tenemos, nos dice Verónica del Castillo, nos impide muchas veces valorar las pequeñas cosas que nos hacen felices. Y somos expertos en quejarnos, culpar y juzgar a los demás, pero, ¿Por qué no mirar con bondad al de al lado? ¿Por qué no tener un poco de fe en el ser humano y en el encanto de la naturaleza? ¿Por qué no aceptar que eres un milagro, que somos un milagro y que a diario vivimos el milagro de ser y sentir?
En ti está el poder de no atarte a las cosas, las cosas no hacen la felicidad. Elige amar en lugar de odiar, reír en lugar de llorar, crear en lugar de destruir, perseverar en lugar de renunciar, alabar en lugar de criticar, curar en lugar de aplazar, crecer en lugar de consumirte, bendecir en lugar de blasfemar, vivir en lugar de morir. Y aprender a sentir la presencia de Dios, en cada acto de tú vida.
Nos dice Daniel Kelineman: No soy demasiado optimista sobre la capacidad de la gente para cambiar su modo de pensar, pero bastante optimista sobre su capacidad para detectar los errores de los otros. Donde por errores científicos se refiere a errores conceptuales, que pueden llegar a poner en peligro grandes esquemas y teorías completas o, que al menos en principio, pueden retrasar el progreso de la ciencia.
Para Victor Hugo: Los grandes errores, como las grandes cuerdas, suelen estar hechas por un gran número de hebras; y tomar por separado todos los pequeños motivos determinantes, los romperéis uno tras otro y poder exclamar, ¡Esto no vale nada!. Pero si los trenzas y tuerces juntos, el resultado es una enormidad, pero es Tomas de Aquino, quién culpa a Eva a que los humanos nos esté vetado para siempre el conocimiento de la verdad absoluta.
¿Existe en realidad esa fuerza interior, que hace que todos los seres vivos crezcan y se transformen?
LA UNIDAD DEL MUNDO OBSERVABLE
El hecho de que el universo sea comprensible es lo que más maravillaba a Einstein y, lo que le parecía más merecedor de veneración, donde venerar es el acto de buscar el orden último que lo explica todo. Einstein logró crear síntesis de algunos conceptos básicos y en apariencia, dispares. Y lo expreso de esta manera: A la mente que se esfuerza por la unificación, no puede satisfacerle que existan dos campos que por su naturaleza, sean independientes. Y para Planck, el electrón al igual que el Cuanto, ayuda a explicar el carácter discreto de la naturaleza. Y en filosofía, el grupo del “Circulo de Viena”, se convirtió en lo que ”se convirtió en lo que puede considerarse el movimiento filosófico, más importante del siglo XX, donde uno de sus proyectos principales, era explorar “La Unidad de la Ciencia”.
Al tipo de filosofía que se desarrolló en Viena, se le conoce como Empirismo Coherente o Positivismo Lógico. Y lo que pretendían era también descalificar la Metafísica, donde todo enunciado que no fuese verificable y que no pudiera confrontarse empíricamente u obtenerse por medio de la lógica o la matemática carecía de sentido. Y desde este punto de vista, todo lo que la filosofía podía hacer, era analizar y evitar los conceptos y teorías de las ciencias, refinarlos y hacerlos más precisos y útiles. Lo que era una exploración de la unidad de la ciencia y, con el fin de relacionar y armonizar los logros de los investigadores de las distintas ramas de la ciencia.
Para Otto Neurath, defender una “Actitud Científica Universal”, era un prerrequisito importante para un futuro estable y progresista. Argumentaba que una síntesis científica era una gran meta racional, con la esperanza de que la ciencia ayude a mejorar la vida personal y social y, deseaba una mayor cooperación entre físicos y biólogos y entre biólogos y científicos sociales y entre lógicos y matemáticos. Es un viejo anhelo de la humanidad, la de alcanzar una visión y pensamiento que lo abarque todo.
Siempre hay un contexto más amplio y siempre hay algo más allá del sistema en el que te concentras y, no existen fronteras claras. La vida no termina en los límites y siempre hay algo más allá, siempre, siempre, siempre, nos dice Yoav Blum. Es decir, que siempre tienes que prestar atención a mucho más de lo que os parece que existe y saber que la unidad existe. Donde la gente es muy compleja y, los adjetivos son los primeros que distorsionan la comprensión; y las palabras son siempre pequeñas trampas definitorias, pero los adjetivos son especialmente peligrosos y es necesario que siempre se debe verificar que las expresiones tengan el efecto buscado y, llevar a cabo las correcciones que sean necesarias, a medida que se avanza, sabiendo que las personas reaccionan ante las cosas de distinta manera y tienen también distintas debilidades.
Desde nuestro entorno astronómico, la vida constituye un fenómeno tan singular como sorprendente y, su desconocimiento no nos impide profundizar en las muchas vertientes de su naturaleza, que exige el recurso de diferentes ciencias, desde la biología a la física, pasando por la química o las ciencias computacionales. Y que según John Brockman, se trata de una búsqueda que obliga a desplegar algo de lo mejor que posee la especie humana, la “imaginación”, que es sometida constantemente al control del razonamiento lógico y de la comprobación. Y es Cassirer, quién agrega que el rigor celeste le reveló al ser humano, que la realidad se encuentra sujeta a leyes determinadas e inmutables y, le permitió encontrar un orden más profundo, el de su propio mundo, supeditado a las reglas del universo físico y de la moral, creando mitos y religiones; pero pronto nuevas y más profundas dudas exigieron métodos distintos para resolverlas, surgiendo así el pensamiento filosófico.
Cassirer, propone que los símbolos y el pensamiento simbólico constituyen la esencia de los seres humanos y, de un esfuerzo progresivo por conocer y comprender nuestro entorno. Y lo que el hombre puede llegar a comprender de verdad, no es la esencia de las cosas, ya que su espíritu estará en condiciones de agotar por completo, sino solamente la estructura y el carácter peculiar, ya que sólo la naturaleza divina que la ha creado, puede llegar a comprenderla por completo.
Los objetos existen y los fenómenos ocurren. Los objetos se extienden en el espacio, los fenómenos se extienden en el tiempo. Para Landsberg, las cosas ocurren en el tiempo y ocurren con cierta incertidumbre. Y según Jorge Wagenesberg: El mundo es un mundo de preguntas, y la tarea es la de buscar las respuestas. También podemos decir que el mundo es un mundo de respuestas y nos toca descubrir de qué preguntas; donde en la primera actitud, la mente se pone a sí misma en el centro del universo y se pregunta el “porqué” o el “para qué” de las cosas. Su preocupación aquí es la causalidad y la finalidad de todo lo que acontece. En la otra actitud, la mente intenta excluirse a sí misma del universo y se preocupa más sobre el CÓMO de las cosas, es decir, se preocupa por la inteligibilidad de todo lo que ocurre. Este camino conduce al conocimiento científico y a la investigación, según Wagenesberg.
La inducción o la causalidad, permite que nuestra mente reconstruya la realidad a partir de la experiencia, donde la matemática no recae sobre los objetos de la realidad física que trata de copiar, sino simplemente sobre los objetos ideales creados libremente por el pensamiento. Nuestro conocimiento, puede versar sobre lo “real”, pero jamás alcanzará a captar por entero su objetivo, sino solamente a describirlo de un modo empírico y a retazos. Puede remontarse también, a una visión completa, a una idea adecuada, en que se dibujen la naturaleza y la esencia del objeto de que se trata; pero si lo hace, no acertará a salirse nunca de la órbita de sus propios conceptos y, el objeto en este caso, sólo poseerá para él la estructura, que el conocimiento le atribuye, por virtud de su arbitraria definición.
Según Cassirer, la única salida que ofrece este dilema, consiste en rebasar tanto el campo de la ciencia matemática, como el del conocimiento empírico de la naturaleza. La conciencia según Kant, es el punto más elevado con el que hay que vincular todo uso del entendimiento. Y toda unificación de representaciones, exige la unidad de la conciencia en su síntesis, reconociendo que el YO no puede ser vivido de manera experimental y, solamente es cognoscible como una abstracción, sin cualidad y por completo inaccesible y, concluye con su frase de “Yo soy yo”.
Con la investigación, los intentos míticos de explicación cede su lugar a la idea de una unidad total del Ser, a la que corresponde una unidad también total, de sus fundamentos. Donde para Heráclito, la respuesta buscada sólo puede dárnosla el pensamiento único, capaz de liberar al hombre de las limitaciones de su individualidad. Todo el conocimiento de la realidad, hubo de someterse al concepto fundamental de la lógica en el más amplio sentido de la palabra, entre lo individual y lo universal, entre lo finito y lo infinito y, entre el hombre y lo divino, difiere sustancialmente en uno y otro caso. Pero la razón y la filosofía, no pueden construir con sus solas fuerzas ninguna imagen del universo, ya que las luces de que es capaz, no le vienen de ella misma, sino de un resplandor distinto y más alto.
Ni la naturaleza ni la sociedad, constituyen un caos incomprensible, ya que todos los aspectos de la realidad se relacionan mediante vínculos necesarios y recíprocos. Es necesario tomar en cuenta siempre, lo que es posible y lo que no es posible. Es necesario pues, nos dice Georges Politzer, considerar siempre una situación, un hecho, una tarea desde el punto de vista de las condiciones que lo originan y que lo explican. En una situación determinada, se toma una decisión determinada y que, al cambiar la situación, se toma una decisión diferente de la que se había tomado antes.
La hipótesis más natural, sería suponer que lo primero en emerger del caos, fueron los astros y, pudo haber sido su emancipación de la superstición y tener una visión más libre y más amplia en cuanto a la totalidad del Ser. Pasando de la pasión subjetiva y, ceder el paso a la visión de un orden objetivo universal. Este acaecer, hallábase infinitamente por encima de su propia esfera y sustraído a todo el poder de sus deseos y de su voluntad, según Cassirer. Y existe una realidad encuadrada dentro de límites fijos y sujetos a leyes determinadas e inmutables.
Donde la historia de las ciencias, es la historia de las buenas preguntas, pero no se puede hablar de ellas sin contar con una mente pensante. Y es la hipótesis del mundo real, de que la realidad existe, donde la matemática me hacía pensar en la física, la física en la biología, la biología en la filosofía y la filosofía en el arte y, conseguí no sin cierto esfuerzo, reunir todas mis inquietudes en una sola pregunta: ¿Es el azar un producto de mi ignorancia o un derecho intrínseco de la naturaleza? Y en torno a estas preocupaciones, se destilan algunas frases de Wagenesberg, como las que siguen:
-Lo más cierto de este mundo es que el mundo es incierto.
-Pensar es pensar la incertidumbre.
-Lo real se nutre de lo probable.
-Hay muchas más maneras de no ser que de ser.
-La probabilidad es el grado de verosimilitud de un suceso antes de su ocurrencia.
-La información es el cambio de estado mental que provee un suceso después de su ocurrencia.
-No existe la probabilidad de un suceso que ya ha ocurrido ni la información de un suceso que aún no ha ocurrido.
-La ocurrencia de un suceso casi cierto, proporciona una información casi nula y la de un suceso casi imposible una información casi infinita.
-YO SOY la intersección de todas mis vivencias.
-El gozo por la naturaleza virgen nos viene de cuando vivíamos sumergidos en su incertidumbre.
-Predecir el pasado es la habilidad más frecuente de los que siempre tienen razón, pero para nutrir el futuro con el pasado, hay que invertir toneladas de inteligencia y todo lo que empieza acaba o se transforma.
El Universo, es uno solo por cuanto que es y sólo puede ser uno, el conocimiento del universo y una también matemática universal, nos dice Ernst Cassirer. Sin embargo, el hombre se siente gobernado y limitado por algo que no está en sus manos dirigir. Y, que gobierna y rige no sólo sus actos, sino también sus sentimientos y sus ideas, su fe y su imaginación, donde todas las religiones asignan a la divinidad la doble misión de fundadora del orden astronómico y de creadora del orden moral, arrancando ambos mundos a la acción de las potencias del caos, donde para Platón, el asombro es la emoción genuinamente filosófica y, debemos ver en ella la raíz de todo filosofar. Y si es así, cabría preguntarse cuáles fueron los objetos que causaron primero el asombro del hombre, enderezándolo hacia la senda de la reflexión filosófica.
El cosmos de la matemática universal, el cosmos del orden y la medida, envuelve y agota ahora todo el conocimiento. Este mundo, según Cassirer, lleva en sí su propia autonomía y no necesita apoyarse en nada y, no puede reconocer otro punto de apoyo que el que en sí mismo encuentra. Y a partir de ahora, es cuando la razón abarca, con sus ideas claras y distintas, la totalidad del Ser. Y, cuando puede manejar y dominar esta totalidad, valiéndose de sus propias fuerzas. Este pensamiento fundamental del racionalismo filosófico clásico, además de contribuir a fecundar y ampliar la ciencia, le infunde un contender totalmente nuevo y le traza una nueva meta.
Sabemos ahora que el universo no se formó en seis días, sino en alrededor de dieciocho mil millones de años y, lo que es más probable es que toda la energía del universo estaba concentrada en el espacio que ahora ocupa un electrón y de que de pronto explotó. Un evento que aún continúa, ya que el universo sigue expandiéndose y, es a la ciencia a la que le debemos todos los nuevos conocimientos, que nos permiten entender cada vez más cómo es que funciona este maravilloso universo.
El método científico, incluye analizar, dividir, clasificar, direccionar, etiquetar, ordenar y describir, pero, ¿Si no se pueden describir significa que no las entendemos? Nos dice Dilvar, que esas experiencias pertenecen a la subjetividad y no tienen que ser entendidas, sólo sentirlas y vivirlas.
En oposición a la Metafísica, la dialéctica no toma la naturaleza como un conglomerado casual de objetos y fenómenos desunidos y aislados unos de otros y sin ningún nexo de dependencia entre sí, sino como un todo articulado y único, en el cual los objetos y los fenómenos están orgánicamente ligados unos a otros. Donde en el método dialéctico, nos dice Politzer, ningún fenómeno de la naturaleza puede ser comprendido si se le considera aisladamente, sin vínculo alguno con los fenómenos que lo rodean, pues todo fenómeno, tomado de cualquier campo de la naturaleza, puede traducirse en un absurdo si se le examina sin conexión con las condiciones que le rodean. Y, desligado de ellas y a la inversa, todo fenómeno puede ser perfectamente comprendido y explicado si se le examina su conexión inseparable con los fenómenos circundantes y condicionados por ellos.
El enunciado de la primera ley de la dialéctica, es prueba demostrativa de su carácter general que se manifiesta universalmente, en la naturaleza y en la sociedad. La psicología, ciencia que estudia la actividad del pensamiento, es irrealizable si se ignora la fisiología, que es la ciencia de las funciones del ser vivo; y ésta, se encuentra estrechamente ligada a la biología, que es la ciencia de la vida en general. Pero la vida en sí misma, es inexplicable si se desconocen los procesos químicos y, la química a su vez, cuando examina las moléculas, descubre su estructura atómica, pero el estudio del átomo resulta de la física. Y si queremos encontrar el origen de estos elementos que estudia la física, ¿No será necesario apelar a las ciencias de la Tierra, que nos demuestran su formación y de allí, al propio estudio del sistema solar con la astronomía, del cual la Tierra es sólo una pequeña parte. Pregunta Politzer.
Es claro que hay diferencias específicas entre las ciencias, pero todas las ciencias constituyen una unidad fundamental, que refleja las unidades del universo y la realidad es una totalidad.
La ciencia, es el intento humano de lograr una mejor comprensión del mundo, mediante la observación, la comparación, el experimento, el análisis, la síntesis y la conceptualización. Por lo que es un cuerpo de hechos, conocimientos y conceptos que permiten explicaciones a esos hechos. Para Leibniz, una ciencia era un cuerpo doctrinal, que podía ser conocido sistemáticamente y con alto grado de certeza y, así concebida la ciencia, que comprendía las ciencias naturales, la historia natural, la medicina, geología, química, matemática, metafísica, historia y lingüística. Para Ernst Mayr, la ciencia comenzó al preguntar el: ¿Cómo y el Por qué? acerca del mundo. Pero se considera que el verdadero comienzo de la ciencia se dio con Galileo, Descartes y Newton.
Sin embargo, existe la decisión de algunos físicos y filósofos fisicalistas, de restringir la palabra ciencia, a la física de base matemática. Una importante creencia filosófica de los fisicalistas, era que un fenómeno tenía que ser reducido a sus más pequeños componentes para llegar a una explicación completa. Y esto significa que la explicación sólo se podrá lograr en el más bajo nivel de organización. Conclusión perturbadora, nos dice Ernst Mayr, ya que una reducción tal no sólo no es necesaria, sino que es en realidad imposible. El apoyo a la reducción, fue en parte el resultado de una confusión con el análisis, ya que el análisis es y siempre será, una metodología importante en el estudio de los sistemas complejos. La reducción, por otra parte, se basa en suposiciones no válidas y debería ser eliminada del vocabulario de la ciencia. Por lo que no cabe sorprenderse, de que trazar una línea definida entre las ciencias naturales y las humanidades, sea tan difícil y en verdad casi imposible.
La interpretación fisicalista, dominó durante mucho tiempo el pensamiento de los filósofos de la ciencia, donde la física con un fundamento matemático, se convirtió en el modelo de la ciencia. Y el mismo Kant, certificó esta opinión al decir que sólo hay ciencia genuina en cualquier ciencia, en la medida en que contenga matemáticas y, esta valoración ha dominado hasta nuestros días. Esta vigorosa expansión de la ciencia, fue capaz de hallar una explicación natural para un fenómeno tras otro, que antes habían requerido invocar la presencia de Dios.
La revolución científica del siglo XVI, coincidió con el surgimiento de varias otras ciencias que incluían la cosmología, geología, psicología, antropología, lingüística, filología e historia, todas las cuales se volvieron cada vez más científicas en los siglos siguientes. La naturaleza de la vida, la propiedad del ser viviente, siempre ha resultado enigmática para los filósofos; y fueron los naturalistas los que creían que en un organismo viviente, hay en actividad ciertas fuerzas que no existen en la materia inanimada y, de que las manifestaciones de la vida en los organismos son controlados por una fuerza invisible, por lo que a quiénes creían en esa fuerza, se les conoce como vitalistas y, constituyó una reacción natural al Mecanicismo de Descartes.
El final del vitalismo, se dio cuando se tuvo conciencia de que con los métodos de la genética y la biología molecular, estaban en condiciones de resolver todos los problemas en los que se había invocado tradicionalmente al vitalismo, por lo que su propuesta se había tornado simplemente en innecesaria.
Las leyes deterministas de Newton, no dejan espacio para la variación o los hechos fortuitos y fue Laplace, quién consideraba que un conocimiento completo del mundo actual y de todos sus procesos, permitiría predecir el futuro sin limitación en el tiempo. Pero pronto se descubrió la existencia de suficiente aleatoriedad y contingencia para rebatirlo. Refutación de la posibilidad de predicción absoluta, despejó según Mayr, el camino para el estudio de la variación y de los fenómenos aleatorios tan importantes en biología.
La mayoría de los fisicalistas, eran reduccionistas y sostenían que el problema de la explicación de un sistema se resolvía tan pronto como el sistema había sido reducido a sus componentes más pequeños y, de que tan pronto se determinara la función de cada uno, sería tarea fácil explicar todo lo observado en los más altos niveles de organización. Y son los filósofos con formación en física y matemáticas, incluyendo los del positivismo lógico, los que basan sus teorías en las leyes naturales y por consiguiente, son teorías deterministas. Y la razón principal de su menor importancia en la formación de la teoría biológica, es la significativa función que cumple el azar y la aleatoriedad, en los sistemas biológicos. Y aunque en biología hay también regularidades, se cuestiona de que se traten de las mismas leyes de las ciencias físicas.
Debido a la naturaleza, probabilística de la mayor parte de las generalizaciones en biología, resulta imposible poner a prueba sus teorías, ya que una determinada ley puede resultar nada más que una excepción. Es por esto que la mayor parte de las teorías biológicas no se basan en leyes sino en conceptos, como son los conceptos de selección, especiación, filogenia, competición, la población, adaptación, biodiversidad, desarrollo, ecosistemas y funciones. Y por el mismo hecho de que los sistemas biológicos son sistemas abiertos, los principios de Entropía no son aplicables.
Estos sistemas son ricos en propiedades emergentes, porque constantemente aparecen nuevos grupos de propiedades en cada nivel de integración. Y el análisis aporta casi siempre una mejor comprensión de estos sistemas y su reducción es imposible, a causa de su complejidad y se muestran dotados con capacidades como la reproducción, metabolismo, replicación, regulación, adaptación, crecimiento y organización jerárquica, algo inexistente en lo inanimado.
El resultado de un proceso evolutivo, es habitualmente producto de una interacción entre numerosos factores y, la interacción de las partes, confiere a la naturaleza como un todo, sus características, más pronunciadas. En un sistema biológico, hay tantas interacciones entre las partes que un conocimiento completo de las propiedades de las partes más pequeñas, brinda necesariamente una explicación sólo parcial. Y es precisamente esta interacción de las partes, lo que confiere a la naturaleza como un todo o, al ecosistema o al grupo social o, a los órganos de un mismo organismo, sus características más pronunciadas, como así también el modo cómo las unidades más pequeñas se organizan en unidades mayores. Y, resulta de crucial importancia para las propiedades particulares de las unidades mayores. Este aspecto de la organización y las propiedades emergentes que de él resultan, son lo que los reduccionistas habían descuidado.
De la cronología de los anillos de los árboles y otras tecnologías de datación científica, nos muestran que no sólo la botánica, sino también la física, la biología molecular y la genética, nos pueden ayudar a reconstruir la historia, de modo que la historia antigua, es hoy una rama interdisciplinaria de la ciencia, donde todas las conexiones y solapamientos, todos los patrones y jerarquías que se han ido revelando, fundamentales o no, se entrelazan conceptualmente. Y los descubrimientos científicos se encuentran repetidamente y en toda suerte de maneras, apoyándose entre sí, para contar una historia coherente y bien trabada y que según Watson, es como si la historia tuviera su propia forma, se fuesen uniendo hasta formar una narración sólida, donde la convergencia de las ciencias nos ayuda a explicar la mayor y única historia que hay.
Para Karl Popper, no hay explicación que no precise una mayor explicación, por lo que es obvio que ya no importa dónde acaba una disciplina y dónde comienza otra. Y la realidad, en su concepción moderna, según Von Bertalanffy, se nos manifiesta como un fabuloso orden jerárquico de entidades organizadas, que mediante una superposición a muchos niveles, nos lleva de los sistemas físicos y químicos a los biológicos y sociológicos. Y a medida que avanza el conocimiento científico, se nos manifiestan relaciones entre fenómenos hasta entonces inconexos.
Y cuanto más profunda es nuestra indagación, más simples y unificadas se forman las leyes; por lo que en toda época, hay una nueva manera de ver y afirmar la coherencia del mundo. Dicha convergencia es considerada, “La idea más profunda del Universo”.
Actualmente, resulta claro que el paradigma evolutivo de Darwin, se halla integrado por cinco teorías que son independientes entre sí. Y en realidad, su teoría es, en realidad, un complejo de cinco teorías diferentes. Y la validez de cada una de las cuatro teorías darwinianas, es en gran parte independiente de la validez de las otras, ya que se puede tener una teoría de la especiación, incluso si se rechaza la selección natural o, el gradualismo. Donde las especies constituyen la unidad principal en biogeografía, en taxonomía y en todas las ramas comparativas de la biología. Y, uno de los descubrimientos fue que la especie humana no es algo completamente diferente del resto del mundo viviente, sino que es parte de él.
Se considera que Bohr, unificó la física y la química, explicando el encaje de los elementos en la tabla periódica, a la disposición de los electrones en orbitas concéntricas, relacionadas entre elementos con propiedades parecidas. Leonardo da Vinci, observó que los años húmedos y los secos, quedan registrados en los anillos de los árboles, con lo que se trata de la ciencia de la dendrocronología, la que encuentra los vínculos entre astronomía, climatología, botánica y arqueología.
Todos los leñadores saben que los anillos de los árboles son anuales y el interés de Andrew Douglas, se centraba en conocer el efecto de las Manchas Solares, sobre el clima de la Tierra, donde cada once años, la actividad de las manchas solares era máxima y la Tierra es azotada por lluvias y tempestades, con la consecuencia de que las plantas y árboles gozan de una humedad por encima de la media. Y al examinar los anillos del tronco de los árboles y relacionarlos con los registros meteorológicos, pudo reconstruir las fluctuaciones climáticas de una región durante los últimos siglos y, así encontró que cada once años, coincidiendo con la actividad de las manchas solares, había habido períodos secos y húmedos, demostrando que la astronomía, el clima y los anillos de los árboles estaban relacionados. Y entre otras cosas, la secuencia reveló la gran sequía de 1276 y que explicaba la migración de los pueblos indígenas, un enigma que había mantenido perplejos a los arqueólogos. Y así, nos dice Watson, la botánica resolvió uno de los principales problemas de la arqueología.
Se dice también, que tras la segunda guerra mundial, uno de los principales problemas de la psicología, eran los niños sin hogar en Europa y, el grave problema de la vida familiar que conlleva, lo que permitió a Bolwby, unificar la pediatría, el psicoanálisis y la etología, que haría más sólida la idea del inconsciente, que pasaría de ser un concepto filosófico/ psicológico a ser una entidad biológica bien fundada. Y confirmó que los primeros meses en la vida de un niño, son cruciales e introdujo la expresión “privación materna”, para describir la fuente de una patología general de desarrollo infantil, donde los bebes que habían carecido de cuidado materno adecuado, eran “apáticos, callados, infelices e indiferentes y, no lograban desarrollar la capacidad de mantener relaciones con otros o, de sentirse culpables de sus fracasos y que ansiaban afecto, encontrando también que los grupos de delincuentes estaban formados por personas que, con mayor probabilidad provenían de hogares rotos, donde la privación materna era frecuente.
Fue así que la Etología fue acogida como una disciplina, que podía relacionarse con la pediatría y el psicoanálisis, enriqueciéndose y que con el tiempo, ayudaría a refinar la idea conocida como, “Teoría del Apego”, con lo que vincular una ciencia con otra, podría amplificar el conocimiento, gracias al apoyo mutuo entre las disciplinas y, conducir a nuevos métodos de tratamiento. Así, el lazo establecido entre la pediatría y la etología, situaba el vínculo entre madre e hijo y, la motivación inconsciente que resulta de éste, en un firme y familiar fundamento biológico. Y, lo que no es menos importante, en un contexto evolutivo. Y de este modo, aumente la aptitud evolutiva de la descendencia y a consecuencia de todo esto, el niño adquiere de sí mismo un Modelo Interior, como ser valioso o indigno e incompetente.
Los intelectuales de la era victoriana, tomaban un enfoque unitario con respecto a la vida intelectual y veían la cultura como un todo, con sentimientos encontrados y respecto a la especialización, porque amenazaba aquella unidad, ya que la gente tenía que saber algo de todo y todo de algo.
Podemos decir que las distintas disciplinas, a pesar de tener áreas de interés y orígenes aparentemente muy distintos, se han ido acercando de manera gradual, durante los últimos años, convergiendo y fundiéndose hasta identificar una extraordinaria narración maestra, una historia maravillosamente bien trabada y coherente, la historia mayor del misterio del Universo, según Watson.
Lo que eran ramas separadas, han quedado unidas por el descubrimiento de principios generales. Donde a mediados del siglo, había surgido una ciencia de la física especial, que tenía en la cuantificación y en la búsqueda de leyes matemáticas, sus objetivos universales.
Para Peter Watson, la pediatría se ha enriquecido con las ideas de la etología, mientras que la psicología se asocia con la física, la química e incluso la economía. La genética se ha armonizado con la lingüística, la botánica con la arqueología, la climatología con el mito, y así tantas otras ciencias. Esta historia de la convergencia de las ciencias, de su síntesis, cohesión y coherencia, nos ofrece una línea del tiempo de la historia sobre la cual se pueden situar todos los grandes descubrimientos realizados hasta nuestros días.
Sostengo además, que el orden que emerge de esta convergencia y el modo en que una ciencia sirve de apoyo a otra, confiere al conocimiento científico una autoridad sin rival y conforma el entendimiento que, por consiguiente, debemos esperar que extienda su alcance en el futuro hacia campos que tradicionalmente no se han asociado con la ciencia. Y es un desarrollo que debemos acoger. La probada naturaleza interconectada de la ciencia, nos sirve de guía para la futura investigación.
Tanto la idea de la conservación de la energía, como la teoría de la evolución, fueron el producto fruto del acercamiento de varias ciencias, como son las ciencias del calor, la óptica, la electricidad, el magnetismo, la química, la astronomía, la geología, paleontología, antropología, geografía y biología y en el caso de la evolución, se considera el primer acercamiento entre disciplinas.
La evolución de tales conexiones lógicas y la integración de la ciencia, es una nueva meta de la ciencia donde el mosaico de la ciencia nos muestra cada vez más interconexiones. Y los análisis científicos de las ciencias, habían conducido a la observación de que un aumento de las interconexiones lógicas entre enunciados de la misma ciencia y entre enunciados de ciencias distintas, es un hecho histórico, nos dice Watson.
Whewell, fue el primero en usar la palabra “Consiliencia” con el significado de “Saltar Juntos” los conocimientos “mediante la conexión de hechos y teorías basadas en hechos de distintas disciplinas”, con el fin de crear un Marco Común para la explicación.
Para Mary Somerville, las experiencias más extensas que había vivido, habían sido con la naturaleza y, sobre todo las matemáticas, ya que era allí donde a su entender, se manifestaba Dios; en la pureza de las matemáticas y en la forma en que unas pocas ecuaciones “Unían” la evidente diversidad del mundo observable. Esa unificación era prueba de una convergencia de inspiración divina, que algún día llegará a feliz término.
Faraday y Von Leibig, describieron el mundo de los fenómenos, como manifestaciones de una única fuerza, que podía aparecer en forma eléctrica, térmica, dinámica y muchas otras, pero que en todas sus transformaciones, ni se la podría crear ni destruir. Schelling, sostenía que los fenómenos magnéticos, eléctricos, químicos e incluso orgánicos, acabarían siendo entretejidos en una gran asociación.
Niels Bohr, sugería que la meta del conocimiento humano, debería ser la unidad. Y la historia de la ciencia, nos enseña una y otra vez, hasta qué punto la ampliación de nuestro conocimiento puede llevarnos a reconocer relaciones entre grupos de fenómenos, hasta entonces inconexos, cuya síntesis armoniosa exige una renovada revisión de los presupuestos para una aplicación no ambigua, incluso de nuestros conceptos más elementales.
Nos pregunta John Dewey, ¿Qué tipo de unidad es factible o deseable? Y creía que el mero esfuerzo de unir la experiencia humana, era en sí mismo moralmente deseable, que la convergencia hacia un centro común se logrará más fácilmente y de manera más vital, por medio del intercambio reciproco, que acompaña al genuino esfuerzo de cooperación. Y según Bertrand Russell, por fin se comenzaba a valorar en un ámbito más amplio, que la lógica matemática desempeñaba un papel importante en la adquisición de conocimiento en las distintas ciencias y que la unidad de método, era una de las lecciones más valiosas que ofrecía la ciencia a la sociedad en general, dando así un paso hacia una mayor reciprocidad en el conjunto de la sociedad.
Para Rudolf Carnap, cuando nos preguntábamos si hay unidad en la ciencia, lo planteamos como una pregunta lógica, referida a las relaciones lógicas entre los términos y las leyes de las distintas ramas de la ciencia; en su opinión, no había necesidad de examinar detalladamente las ciencias sociales, porque es fácil ver que cada término de este campo, es reducible a términos de los otros campos.
Los esfuerzos dirigidos a la derivación de más y más leyes biológicas, a partir de leyes físicas, será, como ya ha sido, una tendencia muy fructífera en la investigación biológica. Y concluía que si bien en aquel momento no había unidad de leyes, la construcción de un sistema de leyes homogéneo, para toda la ciencia; era una meta para el futuro que no puede demostrarse que no sea alcanzable.
Reconocía que existía una división de opiniones en torno a las ciencias; que de un lado, son fundamentalmente distintas en cuanto a su tema de estudio, pero que por otro lado, todos los estados son de un único tipo y, pueden conocerse con el mismo método. De que no existe ninguna brecha entre la filosofía y las ciencias, ya que en último término, la filosofía no puede constituirse en un sistema de enunciados distintos. Y, se aclararía la cuestión de si las leyes naturales que explican todos los fenómenos inorgánicos, pueden constituir también una explicación suficiente en el dominio de lo orgánico. Pero el Círculo de Viena, según Watson, sostiene que la investigación biológica en su forma actual no es adecuada para dar respuesta a esta pregunta.
Solapamiento, interdependencia de las ciencias, patrones y jerarquías de los descubrimientos en distintos campos y, el orden subyacente que de forma gradual van develándose, es sin duda uno de los aspectos más apasionantes de la ciencia moderna. Y tal vez, la que más se halla dado.
Y para Robert Laughlin: “Todos secretamente ansiamos una teoría definitiva, un conjunto maestro de reglas del que fluya definitivamente, un conjunto maestro de reglas del que fluya todo el conocimiento”.
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