Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Noviembre de 2021

Resurge Celac como actor contrahegemónico
Carlos Fazio/ Desde Abajo


Las dos visiones históricas antagónicas sobre la integración americana, aquella que abraza a la Doctrina Monroe de 1823, y su derivación, el panamericanismo de cuño estadunidense, y la que impulsa el bolivarismo, el unionismo y el multilateralismo con apego a los principios de las cartas fundacionales de las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA), volvieron a enfrentarse en México el 18 de septiembre durante la sexta Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

En el marco de una reconfiguración geopolítica marcada por la irrupción de China y Rusia como actores que desafían al hegemón del sistema capitalista mundial (Estados Unidos), y autoexcluidos por decisión propia los tres países más alineados con Washington: Brasil, Colombia y Chile, correspondió a los presidentes oligárquicos y neoliberales de Paraguay y Uruguay, Mario Abdo y Luis Lacalle, respectivamente, introducir en el seno de lo que debió ser una cumbre pragmática y desideologizada –un diálogo entre mandatarios con posiciones políticas diversas como habían acordado los cancilleres de los 33 países participantes?, la retórica de la guerra fría impulsada por la Casa Blanca, sintetizada por los aparatos de propaganda del imperio y sus repetidores locales en la falsa contradicción democracia vs dictadura.

Fieles a las posiciones de fuerza ?unila­terales, extraterritoriales y al margen del derecho internacional? de sucesivas ad­ministraciones de la Casa Blanca, Abdo descalificó la presencia en la cumbre del presidente constitucional y legítimo de Ve­nezuela, Nicolás Maduro, y el uruguayo Lacalle expresó su "preocupación" por lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezue­la.

Al margen de esa escaramuza descortés y grosera de cara al anfitrión: el presiden­te Andrés Manuel López Obrador, la De­claración de la Ciudad de México resalta el papel de la Celac como "mecanismo de concertación, unidad y diálogo político" que incluye a los 33 países de América Latina y el Caribe, sobre la base de “los lazos históricos, los principios y valores compartidos […] la confianza recíproca, el respeto a las diferencias, la necesidad de afrontar los retos comunes y avanzar en la unidad en la diversidad a partir del consenso regional”.

El punto 3 de la declaración reitera el compromiso con "la construcción de un orden internacional más justo, inclusivo, equitativo y armónico", basado en el respeto al derecho internacional y los principios de la Carta de la ONU, entre ellos "la igualdad soberana de los estados, la solución pacífica de controversias, la cooperación internacional para el desarrollo, el respeto a la integridad territorial y la no intervención en los asuntos internos de los estados". Reafirma el compromiso con "la defensa de la soberanía y del derecho de todo Estado a construir su propio sistema político, libre de amenazas, agresiones y medidas coercitivas unilaterales".

El punto 4 reafirma que el proceso histórico de consolidación, preservación y el ejercicio pleno de la democracia en la región "es irreversible", no admite interrupciones ni retrocesos y seguirá estando marcado por el respeto a los "valores esenciales" de la democracia. Reafirma el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; el respeto a las facultades constitucionales de los poderes del Estado y el diálogo constructivo entre los mismos; la celebración de elecciones libres, periódicas, transparentes, informadas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo, la participación ciudadana, la justicia social y la igualdad.

En otra implícita alusión a Estados Unidos, el punto 20 reitera el rechazo "a la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contrarias al derecho internacional", y reafirma el compromiso "con la plena vigencia del derecho internacional, la solución pacífica de controversias y el principio de no intervención en los asuntos internos de los estados".

Otro punto significativo, que alude a las directrices de la guerra no convencional del Pentágono, al terrorismo de Estado y las acciones encubiertas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) es el 41, que expresa "el profundo rechazo a todo acto de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, sin importar sus motivaciones, financiamiento, lugar y persona que lo haya cometido"; reafirma la necesidad "de negar cobijo, libertad de operación, circulación y reclutamiento y apoyo financiero, material o político a grupos terroristas o a todo aquel que apoye o facilite la financiación, planificación o preparación de actos terroristas o participe o trate de participar en estas actividades", y en una alusión a la Colombia de Iván Duque y/o a un eventual dislate de Jair Bolsonaro, renueva el compromiso de "adoptar las medidas prácticas que sean necesarias para que nuestros territorios no se utilicen para ubicar instalaciones terroristas o campamentos de adiestramiento ni para preparar u organizar actos terroristas contra otros Estados o sus ciudadanos o incitar a su comisión". Reitera el rechazo "a la aplicación de medidas coercitivas unilaterales (sanciones) contrarias al derecho internacional", incluyendo "las listas y certificaciones" (de EU) que afectan países de América Latina y el Caribe.

El punto 42 reafirma el uso pacífico de las tecnologías de la información y la comunicación, e insta a la "comunidad internacional" (verbigracia, EU) evitar y abstenerse de "actos unilaterales" al margen de la Carta de la ONU, como aquellos que "tienen como objetivo subvertir sociedades o crear situaciones con el potencial de fomentar conflictos entre estados".

En una declaración especial, la Celac instó al presidente Joe Biden a modificar "sustancialmente" la aplicación del bloqueo comercial, económico y financiero contra Cuba y al Congreso de EU a "eliminarlo", y rechazó la "ejecución de leyes y medidas extraterritoriales" (como la Ley Torricelli) que atentan contra la soberanía e intereses de terceros países.

La discusión sobre el futuro de la injerencista OEA quedó para otra ocasión y la Celac resurgió como actor contrahegemónico.

https://integracion-lac.info/es/node/46448

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