Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Octubre de 2021

El Tiempo de Trotski: Tiempo de la Ejecución. 20 de agosto 1940
JORGE RETANA YARTO


Ramón Mercader detenido por la policía mexicana
Fuente: https://oncubanews.com/mundo/ramon-mercader-la-mision-del-silencio/




Cuatro precisiones:

a - Esta es fundamentalmente una breve reconstrucción histórica desde la perspectiva de cómo el tiempo en la acción política, incluso para ejecutar a un disidente como en el caso de Lev Davidovich “Trotski” tiene que ser perfectamente coincidente. La acción humana se encarga de ajustar las variables, pero no da lo mismo cualquier tiempo para cualquier acción política aunque ella sea de corte criminal. Tiempo adecuado + acción política certera es = a eficacia política o eficacia estratégica.

b - Carece de interés para nuestros fines el conflicto político-ideológico que lleva a León Trotsky hasta México en calidad de refugiado político por el gobierno del general Lázaro Cárdenas. Partimos de ese hecho diplomático inscrito dentro del Derecho Internacional.

c - En consecuencia, tampoco tiene interés la filiación ideológica de los actores fundamentales, analizamos sus acciones como tales dentro de una trama de inteligencia táctica y operativa que dio origen al suceso de alcance internacional.

d - Rescatamos un tipo de análisis objetivo que reconstruya históricamente el funcionamiento de la inteligencia de Estado en México, en un contexto de desarrollo limitado de la misma, comparativamente con la inteligencia de Estado soviética.

Introducción.

El asesinato de León Trostky el 20 de agosto de 1940 durante la administración del Presidente Lázaro Cárdenas del Río, plantea preguntas fundamentales de cara a la existencia del servicio de inteligencia del Estado mexicano: ¿tenía nuestro país, nuestro gobierno de entonces, la capacidad real para proteger, en términos de inteligencia y seguridad policiaca o militar a su asilado? Si la respuesta es “sí”, surge otra pregunta: ¿por qué sus enemigos lograron asesinarlo cuando todo el mundo sabía que lo perseguían con ese objetivo? Si la respuesta es “no”, la pregunta que surge es ¿por qué entonces le otorgaron derecho de asilo si en México su vida peligraba bajo esa circunstancia?, ¿qué se sobrestimó? O bien, ¿qué se subestimó? ¿Predominó el criterio de afirmación de una política interna y exterior por sobre las valoraciones en términos de seguridad efectiva del asilado?

Probablemente también gravitó demasiado la situación del peregrinaje de Trotsky por algunos países al considerarlo algo así como “un asilado incómodo” (por ejemplo, en EUA se le negó dos veces el asilo político, en 1934 y en 1937), y la posibilidad de su captura, extradición a la URSS y su muy probable ejecución allá. Todo ello, a pesar de las debilidades sabidas de la seguridad mexicana por parte de los promotores y operantes del asilo político. Pero además, Trotsky no dejaba de ser uno de los dos líderes más importantes de una revolución contemporánea de la mexicana. Era un gran personaje de talla internacional.

El año de 2020, se conmemoraron 80 años luctuosos de un evento que sacudió al mundo político de la época. Lev Davidovich Bronstein conocido internacionalmente como “León Trotski” llegó a México el 9 de enero de 1937 al puerto mexicano de Tampico, con poca diferencia en tiempo respecto de miles de refugiados políticos provenientes de España, pero ninguno de ellos tenía la talla internacional del político ruso-judío, a pesar de que todos, en sentido estricto, estaban involucrados en una trama de luchas álgidas por el poder. Todo indica que el Estado mexicano los acogió en un gran acto de humanitarismo diplomático, sin tener la probabilidad real de hacerse cargo de su custodia personal.

Junto al nombre de Lev Davidovich, están otros actores políticos de primera línea, protagonistas del evento criminal, como son: Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, conocido como “José” o “Joseph Stalin”, gobernante súper-poderoso de la entonces URSS; general Lázaro Cárdenas del Río Presidente de México, Laurentti Beria (Director General del organismo de inteligencia soviético llamado NKVD Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, precursor del luego célebre KGB), Pavel Sudoplatov (Jefe de Operaciones Especiales del servicio de inteligencia exterior de la URSS), Diego Rivera y Frida Kalho (ambos, promotores directos con el gobierno mexicano para otorgar el asilo al político ruso), David Alfaro Siqueiros (había peleado en la guerra civil española y era conocido por los servicios de inteligencia soviéticos), Nahum (Leónidas) Alexandrovich Eitingon (conocido en la guerra civil española como “general Kotov”, y supervisor de la fuerza secreta enviada a México para asesinar a León Trstsky), Caridad Mercader del Río (nada tenía que ver con el Presidente mexicano), Ramón Mercader (estos dos últimos, madre e hijo, de origen catalán-español, ambos, agentes especiales del NKVD), Iosif Romualdovich Grigulevich (de origen judío lituano, especialista en eliminar seguidores de Trotsky en España y a cargo de uno de los comandos para asesinarlo en México), Laura Araujo Aguilar (futura esposa mexicana de éste último), Antonio Pujol (discípulo del pintor-muralista mexicano David Alfaro Siqueiros), y Natalia Sedova (esposa de Trotsky). Destacadamente.

El gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río, Presidente de México(1934-40) estaba prácticamente estrenando organismo de la inteligencia mexicana de Estado cuando ocurrió el asesinato de Trotsky en México: transformó el Departamento Confidencial en la Oficina de Información Política en 1939, y las tareas que tenía dicho organismo eran hacer toda clase de investigaciones relativas a la situación política del país y prestar los servicios confidenciales que le solicitara el personal de alto nivel de la Secretaría de Gobernación.

Eran los años iniciales de la segunda guerra mundial y dicho servicio era extremadamente necesario, no obstante se lo concibió para atender los asuntos de orden político interior, no se prestaba mucha importancia a las actividades externas de los servicios de inteligencia más desarrollados. El caso de la infiltración de grupos nazis a México fue distinto. La actividad de la inteligencia mexicana fue más intensa.

En 1942 (en plena segunda guerra mundial) la Oficina de Información Política cambió al Departamento de Investigación Política y Social (DIPS) manteniendo la línea funcional de encargarse principalmente de atender asuntos de orden político interno, ya durante el gobierno del general Ávila Camacho (año en que México ingreso a la guerra mundial como contendiente), porque se mantenía, cierto nivel de efervescencia política luego de las reformas del cardenismo. Se trataba de una concepción sobre el modelo de servicios de información especializada y confidencial del Estado, con baja proyección externa, una línea de continuidad entre dos sexenios que lo expresaba claramente.

En suma: efervescencia política nacional en un contexto de guerra entre las potencias internacionales y con una concepción de la inteligencia de Estado volcada a los asuntos del poder interno, sin un ámbito exterior de acción que explorara y buscara neutralizar riesgos o amenazas provenientes de los objetivos y acción de otros servicios de inteligencia dentro del territorio nacional. Esto podría resumir el entorno político en el cual se inserta la llegada en calidad de refugiado político a México de León Trotsky.

El Factor Tiempo y la Eficacia Política.

Lev Davidovich “Trotski” el 25 de junio de 1937 se dirigía a James Burnham –en el contexto de sus permanentes polémicas sobre los principios de la lucha socialista y en contra de las deformaciones que desde su óptica había sufrido el Estado soviético con Joseph Stalin al frente- y le decía entre otras cosas, que:

“Dice usted que lo importante es la “intensidad” y el “ritmo” de nuestras actividades, no las fechas establecidas a priori. Coincido con lo de la intensidad y el ritmo, pero con ayuda del factor tiempo, y éste se mide con el calendario (…) Me parece absolutamente claro que la campaña próxima a empezar sólo alcanzará sus objetivos si el organismo de dirección la prepara, la dirige en forma centralizada y garantiza la disciplina y la cohesión (…) Debemos determinar la “intensidad” y el “ritmo” de nuestra campaña con base en consideraciones políticas generales, no de índole sicológica individual”.(IPS-KM, 1937)

Es evidente que para el gran político ruso de origen judío: i) no hay actividad política que carácter estratégico (la eliminación de Trotski lo fue) que no esté sujeta al factor tiempo, a una fecha o fechas en el calendario; b) la actividad política debe ceñirse irrestrictamente a una dirección que la prepara, la conduce en forma centralizada y que garantiza la disciplina y la cohesión de cada paso que se da en la dirección de conseguir el objetivo trazado, estas son las “consideraciones políticas generales” que determinan “la intensidad” y “el ritmo” de las acciones planeadas, las que veremos que son ejecutadas por el servicio de inteligencia soviético en aquellos años previos a la segunda guerra mundial.

La experiencia en la guerra contra el ejército desfalleciente del Zar de todas las Rusias Alexander Romanov, y en la guerra civil contra los “rusos blancos” y las intervenciones externas contra la revolución bolchevique, blindaron con una enorme experiencia a los servicios de inteligencia creados para defender a cualquier precio la revolución soviética, desde “la OGPU” hasta “la NKVD”. Captan perfectamente bien como la gran oportunidad de ejecutar al disidente ruso --coautor de la revolución soviética es durante su exilio en México por la debilidad del servicio de inteligencia y contrainteligencia de Estado, casi inexistente, y se acelera la intensidad y el ritmo tendientes a su ejecución, con los lineamientos tácticos estratégicos y la conducción centralizada del todo el proceso que tenía Joseph Stalin, y que transmitía a su servicio de inteligencia exterior.

Durante su estancia en EUA, o en algún otro país de Europa, incluso en Noruega por donde pasa León Trotski, la oportunidad, el tiempo no es tan propicio o favorable para el objetivo señalado, de manera que había que esperar un tiempo mejor. Y este se presenta cuando se acepta en calidad de exiliado en México al perseguido político ruso, pero la “preparación y conducción” de las acciones “disciplinadas y cohesionadas” comienzan durante su estancia en EUA, en donde se le niega el refugio político.
Finalmente Stalin y Trotski habían sido discípulos de Lenin, tenían una formación política muy similar, aunque con menos brillantez de parte de Stalin, no usaban los mismos métodos, pero sabían actuar ambos con sigilosa disciplina táctica y eficacia estratégica dado el momento y la necesidad. Así actuó Stalin en este criminal cometido. Trotski llega a dar la impresión de que está casi indefenso, a merced de la conspiración para su ejecución.

Este modelo de ejecución de disidentes se replica cientos de veces en América Latina durante toda la época de la “guerra fría”, de las dictaduras militares, de la Doctrina de Seguridad Nacional cuyo eje fue la doctrina antisubversiva francesa y la contrainsurgencia estadounidense.

El Despliegue de la Persecución Política.

Después del primer atentado fallido en su contra, Trotsky comentó a su esposa:

“Natasha nos han dado un día más de vida”. (Testimonio nieto de Trotsky)

El general Cárdenas planteó el tema del Asilo Político del solicitante (impulsado por simpatizantes destacados de él en México) en los términos siguientes:

“México se siente ahora en el deber de reivindicar con su actitud una de las conquistas de mayor contenido humano que había logrado ya el Derecho de Gentes, la prerrogativa de asilo para los exiliados por causas políticas. El asilo naturalmente no supone en ningún caso afinidad de pensamiento, de propósitos o de tendencias entre el país que lo concede y el sujeto que se beneficia de él (…) no se descubren concretamente los riesgos que pueda correr la tranquilidad pública por la estancia en México del señor Trotsky, pues si éste acata nuestras leyes y no toma injerencia alguna en el juego de la vida social y política del pueblo mexicano —como corresponde a la condición de todo emigrado político— el hecho de que se entregue a sus labores intelectuales no puede alterar en lo mínimo la situación de un país como el nuestro”. (Gall, Olivia, 2021)

Ni una palabra sobre el tema de su seguridad, al tomar una decisión que causó revuelo nacional entre ciertos sectores sociales que veían al político ruso como “un peligro para México”. Desde entonces la frase existía.

Pero dentro de su grupo más cercano, por ejemplo, su hijo, León Sedov, se reprochaba la decisión de aceptar el asilo y se pensaba centralmente en su seguridad, manifestando una total desconfianza en tal sentido:

“Esa solución no me parece en lo más mínimo satisfactoria [...] no es en absoluto mejor que Barcelona (para entonces…. ya en plena guerra civil JRY), en donde cualquiera puede estar seguro de que lo dejarían entrar, pero [...] también [...] de que no permanecerá mucho tiempo con vida.” (Martínez, Laínez 2019))

Este criterio consideraba a México un país mucho más inseguro que una Barcelona con una guerra civil en despliegue. Tenía razón por la extrema debilidad de sus servicios de seguridad de Estado.

La seguridad de la que se dotó al asilado fue de corte convencional: tanto durante su estancia en un domicilio llamado “Casa Azul” propiedad de Diego Rivera y Frida Khalo, y luego en la calle de Viena en Coyoacán, se recurrió a un tipo de vigilancia para su seguridad de tipo policial elemental: un piquete de policías que acompañaban a un grupo de seguidores voluntarios que apoyaban dicha vigilancia en la entrada del domicilio. Esta infinita vulnerabilidad era demasiado para un servicio de inteligencia tan poderoso como el soviético, fortalecido y expandido en las agudas luchas internas.

Por otro lado, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) era —según varios testimonios—"casa abierta" para los colaboradores de Trotsky a quienes el general Francisco Múgica atendía y trataba de ayudar, sirviendo de alguna forma como enlace entre Coyoacán y Palacio Nacional. Se entendía que era una comunicación directa para lo que fuera necesario. A los voluntarios les tocaba escoger a la persona que serviría como cocinera en la casa de Trotsky y, por el temor de que alguien quisiera envenenarlo, seleccionaba siempre a un familiar o a alguien muy allegado, y en toda ocasión, supervisados por Natalia, su esposa de Trotsky.

La otra medida de protección y seguridad fue convertir su casa en una pequeña fortaleza defendida por rejas, cables electrificados, alarmas automáticas y una guardia permanente que ya mencionamos. Probablemente hubo algunas otras medidas, pero los planes para asesinarlo eran mucho más amplios, detallados y sofisticados y encargados a profesionales:

Se incorporaron a la operación una serie de agentes especiales experimentados, que muy recientemente habían tenido actividad muy intensa durante la guerra civil española y de probada filiación y lealtad con el servicio exterior de inteligencia soviética;
Fueron especialmente entrenados para esta operación la cual tenía que ser “limpia” para que pudieran salir de México rápidamente, y en caso de ser capturados, habían sido aleccionados sobre lo qué decir y cómo ocultar su misión, aún en las condiciones más difíciles imaginables;

Su llegada fue cuidadosamente preparada por distintos puntos geográficos y en diferentes momentos. Igualmente su residencia en México, inconexa en apariencia;

Si los piquetes de policías y simpatizantes no experimentados eran los recursos de vigilancia centrales, la estrategia tenía que ser diferenciada para vencer este obstáculo;

El plan de asesinato, no sólo tenía todos los recursos necesarios, sino también los más diversos y numerosos aliados, en el exterior y adversarios de Trotsky dentro de México, el más destacado, David Alfaro Siqueiros, también, Vicente Lombardo Toledano y una larga lista, en donde todos tenían un rol que jugar en los espacios políticos de su influencia para crear un clima adverso (no necesariamente aprobando su asesinato) en torno al asilado político del gobierno del general Cárdenas.

Además de los protagonistas directos ya mencionados antes, debemos incorporar a la lista a quienes llegaron sucesivamente a México como parte de una mega-operación multinacional por la nacionalidad de sus más diversos agentes: Roland Abbrite y Martignat, en 1937; George Mink y Georges Foumial, en 1938; Vittorio Vidali, alias “Carlos Contreras”, en 1939; Enrique Martínez, Vittorio Codovilla, Caridad Mercader-, Leonid Eitingon y Ramón Mercader del Río, alias “Jacques Mornard” o “Frank Jackson”, en 1940. Este último, tras los primeros intentos fallidos, sería el ejecutor directo y solitario, y se incorporó a ello hasta el último. Se domicilió en el viejo edificio alto de la “Canada” ubicado en la avenida Revolución a la altura de Tacubaya, en donde había muchos exiliados españoles rentando departamentos pequeños, y fácilmente se perdía entre ellos.

Se trató de una verdadera conspiración cuyo centro motor estaba en el Kremlin, en la ciudad de Moscú, capital de la ex URSS, dirigida por un numeroso equipo de profesionales de alta especialización, y del lado, de quienes se planteaban ayudar a León Trotsky, había improvisación, voluntarismo, escasos recursos de seguridad, prácticamente nula inteligencia. Así analizada la situación, el desenlace era absolutamente previsible.

Toda una estructura humana y operativa que se empezó a montar y desarrollar desde 1936 cuando se intuyó que ante la negativa de concederle asilo por parte de EUA, su casi única opción era México (Trotsky llega a principios de 1937). Es entonces cuando el servicio de inteligencia exterior de la URSS recibe la orden de ejecutar a dirigentes de filiación trotskista, destacados en algunos países, pero principalmente, al propio León Trotsky.

El Proceso del Asesinato.

Pavel Sudoplatov jefe de operaciones especiales de la Inteligencia Exterior soviética, recibió órdenes directas de Stalin de ejecutar a Trotsky en México, enviando una fuerza secreta y especializada para el efecto. La operación llevaría el nombre en clave de “UTKA” (marzo de 1939), integrada primordialmente por anti-trotskistas mexicanos y españoles que habían colaborado con el organismo de inteligencia soviético durante la guerra civil española en la cual apoyó a las fuerzas de la República, cuyas siglas eran NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) operación supervisada por Nahúm (“Leónidas”) Alexandrovich Eitingon, agente especial altamente experimentado de la NKVD.

Dicha fuerza especial estaba conformada por tres grupos, cada uno de los cuales tenía su propio plan para asesinarlo: en el primero estaban al mando Caridad y Ramón Mercader (los catalanes, madre e hijo); el segundo lo encabezaba David Alfaro Siqueiros y sus aliados; y el tercero, lo comandaba un agente soviético especialista llamado Iosif Romualdovich Grigulevich. Cada grupo actuaba en forma independiente con su propio plan y no se conocían entre sí. El costo de la operación con los tres comandos se estimó en medio millón de USD, que suministraría el NKVD.

Por lo que se conoció después, el grupo de “los Mercader” planeó penetrar el domicilio de Trotsky haciéndose de relaciones con personal que convivía con el ruso-judío asilado en México, para asesinarlo sin dejar evidencias al lograr estar cerca de él. El grupo del pintor mexicano planeó un atentado armado tipo comando mediante una lluvia de balas en su dormitorio, de manera que no pudiera escapar. El tercero, se desconoció porque no entraron en acción como fuerza directa, con la salvedad que mencionamos en líneas subsiguientes. Apoyaron más bien ambas opciones. Eran el grupo, digamos, “de última instancia”, no fue necesario y actuaron como apoyo.

En el primer caso –lo cual exhibe la vulnerabilidad de la vigilancia domiciliaria- un elemento fundamental para llevar a cabo este plan, fue la cooptación, en abril de 1940, de un joven norteamericano de nombre Robert Sheldon Harte, aparentemente simpatizante trotskista (otra fuente afirma que era guardaespaldas de Trotsky), que desempeñaba tareas de vigilante voluntario en la casa-habitación. Su tarea por una suma de dinero, fue abrir el portón de acceso a la residencia desde dentro cuando el grupo atacante de 20 hombres disfrazados de policías y militares, iniciara el asalto armado en plena noche.

La policía mexicana en una actitud reactiva, informó que se habían hecho 73 disparos en total (Isac Deutcher biógrafo de Trotsky afirma que fueron 200) y se había usado una bomba incendiaria que cayó en la habitación del nieto de Trotsky. La mitad de estos disparos impactaron las camas de las habitaciones, la otra mitad, impactó puertas y paredes. Trotsky y su esposa se escondieron debajo de una de esas camas. (BI, Sifuentes y Del Ángel, 2020)

Según archivos luego desclasificados en el Kremlin por la KGB, el cerebro real detrás de este atentado fue Alexandrovich Eitingon, quien coopta con soborno al joven voluntario estadounidense, obtiene un plano de la casa mediante una agente de origen español de la inteligencia soviética llamada “María de la Sierra” cuyo verdadero nombre era África de las Heras, quien había sido secretaria de Trotsky durante su paso como exiliado en Oslo, Noruega, e informaba sobre sus movimientos al NKVD, y lo siguió a México, pero el comando armado lo conducía el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros. En otras palabras, el primer círculo de confianza de León Trotsky había sido ya penetrado por la inteligencia soviética mediante un trabajo fino de sonsacamiento. Era cuestión de un poco de tiempo.

Un desertor de la NKVD en España de nombre Alexander Orlov al llegar a EUA dispuesto a colaborar con la Casa Blanca, le escribió a León Trotsky y le advirtió que había un plan en marcha para ejecutarlo, aconsejándole que no confiara en nadie que tuviera origen español. El fracaso del primer plan conduce a que “los Mercader” entren en acción inmediatamente, justamente, los barceloneses.

El trabajo de investigación criminal de la policía mexicana da frutos y capturan a David Alfaro Siqueiros (4 de octubre de 1940) cuando estaba en la sierra de Puebla disfrazado de campesino, e ingresó a Lecumberri en donde permaneció un año. Finalmente mediante un acuerdo con el Presidente Ávila Camacho, salió con rumbo a Chile hacia el exilio (1941-43).

El gesto político se debió a dos causas fundamentales: a que durante un pasaje de los combates en plena revolución mexicana (dentro de las filas del constitucionalismo), ambos, entonces hacía 25 años, habían dormido en una misma casucha que les sirvió como refugio de los adversarios, y cuando al entonces joven teniente (luego general y Presidente) se negaban a darle alojo, Siqueiros defendió su ingreso y permanencia en el refugio para que se protegiera contra la voluntad de los demás. El general Ávila Camacho no lo olvidó jamás.

El Presidente lo recordó (Siqueiros no) y añadió que tenía información de que querían asesinarlo en la cárcel y decidió enviarlo a Chile para resguardar su vida, hacia donde salió subrepticiamente una madrugada del mes de abril de 1941, para cuyo exilio y en cuya estancia de más de dos años, contó con la ayuda decisiva de Pablo Neruda (visitó a Siqueiros en la penitenciaria cuando fue cónsul de Chile en México) quien intercedió por Siqueiros ante el entonces Presidente chileno Pedro Aguirre Cerda y llegó y permaneció en la ciudad de Chillán en donde pintó un mural muy famoso hasta hoy en una escuela primaria llamada “Escuela México” construida con fondos del gobierno mexicano y que es todavía un gran atractivo turístico. (Peralta, 2015))

Podemos suponer con certeza que el Presidente Ávila Camacho tenía información de inteligencia de que se preparaba el asesinato de Trotsky en la cárcel de Lecumberri (debido a los informantes de dentro) y decidió protegerlo exiliándolo. De ser esto cierto, esta información y la acción presidencial le salvaron la vida; e indica también que mejoraban considerablemente los servicios de información privilegiada del Estado para el gobierno en turno.

Caridad Mercader (nacida en Santiago de Cuba al seno de una familia aristocrática) había reclutado a su propio hijo Jaime Ramón Mercader del Río Hernández para la inteligencia soviética, para el NKVD (ellos salieron desde Francia en barco hacia Nueva York, y de allí, vinieron e ingresaron a México) y pronto recibieron la consigna de entrar en acción por parte de Eigentón, en un tipo de operación sin armas de fuego, con instrumentos punzo-cortantes u objetos pesados. Un espía soviético de nombre Oleg Gordievski (llamado por algunos, “el mejor espía del mundo”) que después narró el crimen (con el tiempo fue agente doble del KGB en favor del MI6 inglés), se refirió a Ramón Mercader como “muy inteligente, hablaba varios idiomas, un atleta entrenado y un hábil disimulador con notable autodominio”, fanático de su ideología, “era un agente audaz y bien dirigido”. Ideal, entonces, para ejecutar la misión encomendada. (El Mundo, 2019)

Se ha dicho de él que “evitó la tercera guerra mundial”, que ha sido “el agente encubierto más exitoso de nuestros tiempos”; y que fue de aquellos espías profesionales que “nunca llaman la atención porque su actividad se ejerce en las sombras”. (The World News, 2019)

Sedujo a Silvia Angelov (a quien Ramón conoció en Nueva York y la siguió a México, él viajaba con un falso pasaporte con el nombre de “Frank Jackson”) quien simpatizaba con la causa trotskista, pronto se hizo del círculo cercano en la residencia de Trotsky), y en unos meses empezó a trabajar como secretaria del asilado ruso a principios de 1940. Las circunstancias se acomodaban para Ramón Mercader. Desde Nueva York Ramón se manejó en los círculos de simpatizantes trotskistas como un excéntrico y rico empresario, un personaje sin afiliación política, pero simpatizante con la “causa trotskista”, tendiendo así puentes de identidad común que facilitaran la penetración posterior. Sin duda, un muy hábil agente encubierto.

Ya en México nunca mostró el más mínimo interés por acercarse o conocer a Trotsky, aunque se lo propusieron, se quedaba afuera de la casa y despedía a Silvia desde allí. Pero en marzo de 1940 logró entrar por primera vez a la residencia y la guardia apostada allí, lo fue conociendo cada vez con mayor familiaridad, así como los restantes miembros del primer círculo del exiliado ruso. Ganó mayor confianza cuando llevó un obsequio al nieto de León Trotsky y luego hizo lo mismo para Natasha (su esposa de Trotsky) en varias ocasiones, pero salía de la casa rápidamente para no despertar la mínima sospecha. Difundió entre todos ellos que realizaría viajes de negocios a Nueva York (hizo dos para darle credibilidad a su versión), pero en realidad se reunía con el oficial a cargo del NKVD allá, para detallar la operación criminal que estaba a punto de consumarse.

El 20 de agosto por fin pidió ser recibido por León Trotsky para que le revisara un escrito que pensaba publicar, quedar a solas con él y consumar el asesinato. Fue recibido en la biblioteca, llevando cocido en el forro de la gabardina un piolet de alpinista y en otra parte, un puñal. No podía fallar esta vez. Cuando Trotsky leía atentamente, descargó el golpe de piolet pero al sentirlo detrás Trotsky se alcanzó a mover y por ello el golpe lo dejó con vida, con un alarido se lanzó sobre su agresor y mordió su mano, luego se desplomó en un charco de sangre. La guardia entró y golpeó a Mercader sin límites, Trotsky alcanzó a decirles que no fueran a matarlo porque debía decir quién lo había mandado. Aunque era obvio.

Mercader como sicario actuó con eficacia, hirió de muerte a su objetivo (quien algunas horas después falleció) pero no pudo hacerlo sigilosamente, y no pudo tampoco salir rápidamente de la casa para huir, siendo esperado muy cerca por su madre Caridad Mercader y por Eitingon, y fue capturado. Esto representó una falla fundamental en la operación, que contenía dos pasos tácticos: liquidar al asilado ruso-judío, pero huir de la escena del crimen. Logró lo primero, lo segundo no. Trotsky murió la tarde del 21 de agosto de 1940 en el Puesto de Socorro de la Cruz Verde del centro de la ciudad de México

Eitingón y Caridad Mercader huyeron a Cuba en donde se escondieron por 6 meses y después viajaron a Nueva York; luego fueron a San Francisco para preparar su regreso a la URSS por la vía de China, con pasaportes falsos, y quedar a salvo. Regresaron viajando por el tren transiberiano hasta llegar a Moscú en mayo de 1941(Laínez, b). A Caridad Mercader la recibió el jefe del servicio de inteligencia, Beria y también Stalin, y la condecoraron con la máxima presea soviética: la Orden Lenin. Toda una operación de escape hasta llegar al refugio seguro. Esto es también de profesionales.

Pero un cabo muy problemático quedaba suelto, y era la prisión de Ramón Mercader en México.

El Escenario Post Crimen: la segunda operación de la inteligencia soviética.

El asesino de León Trotsky no sólo era culto y disciplinado, un profesional a toda prueba, y tan fue así, que en múltiples interrogatorios durante los dos primeros años a su captura, nunca pudieron saber su verdadero nombre. Usaba un pasaporte falso que usó en Nueva York y con él llegó a México como “Frank Jackson”, junto con su novia Silvia, y para engañar y distraer a la policía mexicana sacó a la luz su otro nombre falso: “Jacques Mornard” como una aparente “confesión”. Efectivamente su lealtad y convicción doctrinaria era absoluta e inquebrantable.

Incluso le hicieron una propuesta tentadora: pronta libertad condicional a cambio de que aceptara su pertenencia al servicio de inteligencia exterior soviético. Se rehusó reiteradamente y lo negó. Su verdadera identidad sólo se conoció en la década de los años 50 (agosto de 1953, más o menos 13 años después) por una doble circunstancia ajena a su voluntad:

Sentencia condenatoria a Ramón Mercader, el 27 de junio de 1944.



La deserción de un familiar de Ramón Mercader desde los servicios soviéticos (NKVD) que también trabajaba para ellos, y su huida hacia occidente, quien rebeló su nombre real y lo identificó como el asesino de León Trotsky dado que conoció el plan dentro del organismo de inteligencia soviético. Es importante esto porque ni siquiera los otros servicios occidentales (británicos, franceses, estadounidenses) lograron develar su verdadera identidad.

La policía mexicana se puso en contacto con la policía española y oficiales españoles confirmaron que las huellas dactilares que había en los expedientes criminales mexicanos del asesino, pertenecían a Ramón Mercader, hijo de Caridad Mercader, ciudadano español-barcelonés. Más de una década después.

Salió de la cárcel en 1960 y viajó a la URSS (con la ayuda de la inteligencia checoslovaca), en donde, al igual que su madre, obtuvo la máxima condecoración que ofrecía el gobierno soviético que era de “Héroe Nacional” presea de Honor Lenin. Ya pensionado por el gobierno adoptó otro nombre, Ramón Ivanóvich López; en los años 70 viajó a Cuba en donde finalmente murió en 1978 y jamás se arrepintió de lo hecho, al contrario. Su viuda trasladó sus restos incinerados a la URSS, pero en su lápida se puso el nombre real de Ramón Mercader del Río.

Ahora bien: es en este contexto en el que surge la “Operación Gnomo” seudónimo con el cual la entonces KGB conocía a Ramón Mercader, a quien querían lo más pronto posible en Moscú, por ello la operación se realizó con la intervención del servicio de inteligencia de Checoslovaquia en México, a quien se le entregó la siguiente nota desde los servicios de la inteligencia soviética:

“Como Ud. sabe, en los próximos días se excarcelará a Mornard. La importante y extraordinaria tarea será la de asegurar que tenga una partida segura desde México hacia la República Checoslovaca, sobre todo porque los trotskistas mexicanos tienen la intención de quitarle la vida”. Basándose en lo antedicho, los compañeros soviéticos se dirigieron a nosotros con el siguiente pedido:
“1-Visitar al ministro del Interior mexicano, Gustavo Díaz Ordaz, e informarle, de forma confidencial, que Mornard es ciudadano checoslovaco y que tiene permitida la llegada a la República Checoslovaca y su posterior residencia. Hacer referencia de la información sobre su pronta excarcelación a los parientes de Mornard y decirle a Ordaz que, con el objetivo de asegurarle la máxima seguridad a Mornard, la Embajada de Checoslovaquia solicita que se lo traslade desde México en un barco soviético, que se espera que llegue a México el 20/03/1960…

2- Si Ordaz no llegara a estar de acuerdo con que Mornard parta en un barco soviético, decirle que la Embajada de Checoslovaquia hará todo lo que sea necesario para conseguir una visa de tránsito cubana para Mornard, para que pueda salir de México y volar a Cuba escoltado personalmente por un funcionario diplomático de la embajada, en un avión de aerolínea mexicana o cubana”.
“El funcionario de la Embajada de la Unión Soviética en México asignado al caso le informará sobre la fecha de la visita, así como sobre el contenido de la reunión y todos los detalles relacionados con el caso. Se contactará con usted, diciéndole que le envía saludos del camarada Mašek. Usted no haga nada por su cuenta sin consultarlo con él.” (Yofer, J. Bautista, 2020)

En todo este proceso de resguardo de la vida de Ramón Mercader y de su regreso a la URSS, el gobierno cubano, ya como aliado de la URSS, jugó su rol mediante un auxilio importante al proceso., pero además, porque la madre Caridad Mercader, era nacida y con raíces familiares en Cuba.

El tema fue tratado al más alto nivel con los cubanos, el agente especial checoslovaco capitán “Kvita Peterka” fue a la Habana a tratar el asunto (y otros) y lo hizo con Raúl Castro, Ministro de Defensa cubano, asuntos otros como, localizar un edificio seguro para la embajada checoslovaca en la Habana, en donde podía estar seguro Ramón Mercader en su tránsito a Checoslovaquia y luego a la URSS. (Yofer, b)

La siguiente directiva emitida (26 de abril, 1960) por la inteligencia soviética y transmitida por el servicio checoslovaco, señalaba lo siguiente:

“Les solicitamos que envíen inmediatamente instrucciones para Fuchs (delegado en México, capitán “Dominik”) y Kvita (capitán “Peterka”), quienes se encuentran en Cuba, para que tramiten con las autoridades cubanas el otorgamiento de la visa de tránsito para Mornard (Mercader), quien, una vez recibida la visa, viajará desde México a Cuba en avión y desde Cuba a Rusia en un buque soviético. “También se deberá acordar con Raúl Castro el tema de la seguridad de Mornard en Cuba. De requerirlo, el representante de TASS en Cuba, Alejkesejev (Alexeiev), ex jefe de la base KGB en Buenos Aires y embajador soviético durante la crisis de los misiles (octubre de 1962) podría ayudar a coordinar el encuentro con Raúl Castro”. (García, Muñoz-Vaquero, ABC, 2014)

Finalmente el 11 de junio de 1960 Ramón Mercader se embarcó desde el puerto de Mariel Cuba, en un buque de vapor hacia territorio soviético dentro de un barco carguero que transportaba azúcar cubana. Llegó finalmente a Moscú.

En realidad, ambas operaciones de la inteligencia soviética tomaron con “la guardia baja” a los gobiernos mexicanos: la primera una operación violatoria de la soberanía nacional que no fue detectada (o no podía ser detectada) en tiempo y forma para ser neutralizada, y violatoria también del Derecho Internacional Público en cuanto al respeto al Derecho de Asilo por razones de persecución política (en nuestros días aún vemos cuánto incomoda el ejercicio de dicho derecho a cierto tipo de gobiernos), y la segunda, una “operación de engaño” al gobierno mexicano en turno porque construyeron una historia falsa que presentaron oficialmente como verdadera para proteger a Ramón Mercader y regresarlo salvo a la URSS, de igual manera, sin que el gobierno mexicano tuviera la capacidad de descifrar el engaño, aunque quizá de cualquier modo, no se hubiera opuesto a que se lo llevaran ¿para qué?. En México había cumplido una sentencia en prisión.

Debemos destacar que el gobierno soviético tuvo una ventaja estratégica que en este caso y en otros puso a funcionar, mediante el uso amplio de una organización que rebasó fronteras nacionales, llamada “Tercera Internacional” que agrupaba a los partidos políticos de distintas naciones del mundo, pero especialmente, de América Latina, afines ideológica y políticamente al partido que gobernaba en la URSS, y construyó también con ello un verdadero ejército de simpatizantes comprometidos con “la causa” quienes hacían toda clase de servicios para apoyar las directrices que aquél establecía como necesarias, entre otras razones, para “combatir a los enemigos jurados” o “desertores” o “traidores” a dicha “causa”, como fue considerado por tantos, León Trotsky.

Eran un ejército de facto de espionaje y acción al servicio del gobierno soviético, con lo cual creían cumplir un deber político de alta prioridad y lealtad, aparte del ejército profesional de hombres de la inteligencia soviética exterior del gobierno soviético. Entonces, sus tentáculos por todo el mundo eran poderosísimos, y realmente competían con aquellos expuestos también en forma multinacional por los servicios de inteligencia “occidentales” con quienes contendían en una “guerra de inteligencia” sin cuartel.

Por ello, en la operación para asesinar a Trotsky, y luego para proteger la vida de su asesino y regresarlo a la URSS, intervinieron personajes de muy distintas nacionalidades que convergieron en la consigna de que el político asesinado era un enemigo que debía ser eliminado (los argumentos y razones esgrimidas fueron muchas y diversas, y no es de interés exponerlas). (Trotski en México, 1940)

Considero que los expuestos pueden ser los elementos fundamentales de este episodio histórico visto desde el ángulo de los servicios y operaciones de inteligencia, en estricto sentido.

Después de la segunda guerra mundial, en plena “guerra fría” surge el KGB como servicio de seguridad del Estado (1954), se potencia el servicio y en EUA surge la CIA (1947) luego de desaparecer la Oficina de Servicios Estratégicos (OSE), y en México surge también la Dirección Federal de Seguridad (DFS) creada igualmente en 1947, y ello junto al contexto internacional aludido generará otras historias que involucrarán a los tres servicios, en un entorno histórico distinto, pero igualmente problemático que el de los inicios y el desarrollo de la segunda guerra mundial.

La nueva guerra sin cuartel se producirá entre los servicios de inteligencia de los grandes poderes que emergen triunfantes de la segunda guerra mundial: EUA y la URSS con sus múltiples incursiones en nuestro país. En México, este nuevo escenario da para una nueva investigación.

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