Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Octubre de 2021

El mundo de los negocios se opone a la reactivación
Bruno Susani


La economía argentina se achicó 10 por ciento con respecto a 2015.. Imagen: Leandro Teysseire



El éxito económico de la posguerra en Europa, Estados Unidos y Argentina está ligado a un cambio en la distribución del ingreso. Las actuales tentativas para bloquear la reactivación.

La recesión posterior al estallido de la burbuja subprime en 2008 y la pandemia actual han retrotraído el producto interno bruto per cápita en 15 puntos porcentuales respecto de 2009 en España e Italia y más de 5 puntos en Francia e Inglaterra. En Argentina, la caída del 7 por ciento del PIB per cápita durante el macrismo acentuó este proceso y la economía está a 10 puntos del máximo alcanzado en 2015, cuando la ortodoxia afirmaba que la economía “estaba parada”.

La amplitud de la disminución del PIB ha sido modestamente contenida en el mundo gracias a las políticas expansionistas del gasto público, incremento de los impuestos a los más ricos, emisión monetaria, baja de las tasas de interés, ayudas a las empresas y a la población y beneficios fiscales para sostener la demanda.

La situación actual remite a los estudios de economistas heterodoxos sobre la Gran Depresión de los años 30. En ese período se empezaron a aplicar de manera intuitiva medidas tanto técnicas como políticas que transformaron la economía. La gran mayoría de esas políticas sorprendieron a la opinión pública porque se apartaban del credo del libre mercado o eran de alivio para los sectores populares. Esas herramientas fueron aplicadas antes de que Keynes terminara de escribir la Teoría General, aunque actualmente forman parte de las llamadas políticas keynesianas.

Rentabilidad versus Disciplina

En el marco de la crisis de la década del 30, dos países sobresalieron por haber implementado políticas transformadoras en el marco de la preservación de los principios de la democracia: Francia con el Front Populaire en 1936 y los Estados Unidos con el New Deal a partir de 1933.

Estudios de economistas sobre aquella época hicieron hincapié en las medidas técnicas, pero descuidaron el análisis del impacto de los cambios y reformas sociales y estructurales. El mismo Keynes se mostró fastidiado, aunque sin hacerlo público, frente a los cambios introducidos por Franklin D. Roosevelt en materia fiscal, la prohibición hecha a los particulares de poseer oro, la nueva reglamentación bancaria, el incentivo a la creación de sindicatos, el control de precios y los grandes proyectos de trabajos públicos como el Tennessee Valley.

En el caso del Front Populaire, Keynes fue aún más crítico. La estatización de los ferrocarriles, la Banque de France, la distribución del agua potable y la producción y distribución de la energía eléctrica junto a la disminución de 48 a 40 horas de la semana laboral con un incremento del 15 por ciento del salario, las vacaciones pagas y las asignaciones familiares le hacían temer lo peor.

Keynes no estaba en contra de esas medidas, de hecho algunas de ellas habían sido aplicadas por el Primer Ministro británico Lloyd George, del cual él era asesor económico. Pero temía que hubiera una reacción, como la hubo, de los conservadores que habían provocado la crisis económica en contra las medidas implementadas y que la patronal trabara la reactivación.

El economista Michal Kalecki, miembro del Circus de Cambridge, escribió en 1943 en el Political Quaterly el artículo "Aspectos políticos del pleno empleo", en donde planteaba que "los capitalistas aprecian más la disciplina en las fábricas y la estabilidad política que los beneficios económicos, ya que su instinto de clase les indica que el pleno empleo es malsano y que el desempleo forma parte del ‘funcionamiento normal’ del capitalismo”.

Economicismo

El análisis económico de los llamados neokeynesianos en los años 60 obviaba que el éxito de las medidas económicas heterodoxas para superar el déficit de la demanda efectiva se debía en gran parte al cambio del contexto global en el cual fueron aplicadas. El casi fracaso de la política monetaria de los países avanzados o en todo caso su insuficiencia para superar la crisis de 2008 también se explica por este “economicismo”.

Existe una complementariedad entre las medidas técnico-económicas y la estructura económico-social. Esto se puede ilustrar con la acción del efecto multiplicador. A mayor tasa de ahorro global, un incremento del gasto público resultará en una menor suba del Producto en los años siguientes, debido a que el ahorro disminuye la acción del efecto multiplicador. Por ejemplo, si el gasto público produce un incremento de las ventas pero los beneficios obtenidos son atesorados en lugar de ser invertidos, el efecto positivo se limita.

Si en un punto del circuito se produce una interferencia por la cual el ingreso no es gastado sino atesorado, entonces las equivalencias entre el gasto y el ingreso dejan de verificarse. Por lo tanto, el incremento del gasto público debería ir aparejado a un cambio en la distribución del ingreso entre los trabajadores y los capitalistas, ya que los trabajadores gastan todo lo que ganan y esto amplifica el efecto multiplicador.

Lo mismo ocurre con la fuga de capitales, ya que si una parte de los beneficios obtenidos por los capitalistas es fugada, ésta se cuenta como una disminución del producto global y limita el impacto de la reactivación lograda por el aumento del gasto público.

Efecto distribución
Como lo muestran los trabajos de Simon Kuznets y Thomas Piketty, el éxito económico del capitalismo de la posguerra en Europa occidental y en los Estados Unidos, pero también en Argentina, está correlacionado a un cambio en la distribución del ingreso.

El esquema consiste en que los capitalistas reciben una parte menor del ingreso y los trabajadores una parte más importante y hay una masiva inversión pública junto a la nacionalización de los servicios públicos. La regulación tarifaria genera un impacto positivo en el gasto de las familias, ya que la porción de los gastos obligatorios disminuye y se incrementa la demanda de bienes industriales.

El funcionamiento de la economía como un circuito se verifica en el caso del salario de los trabajadores, que sale como gasto para mantener a sus familias. Pero no sucede lo mismo en el caso de los capitalistas, que pueden atesorar o fugar una parte de su beneficios o incluso la totalidad.

Si las medidas de incremento del gasto público, disminución de las tasas de interés e incremento salarial se practicaran en un contexto en el cual no hay un cambio en la distribución global del ingreso, serían neutralizadas por la acción predadora de los capitalistas.

Durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón se pudo concretar un desarrollo industrial porque se rompieron las trabas creadas por el liberalismo que entorpecían la plena expansión de las fuerzas del trabajo. Junto al incremento de los salarios y del gasto público operaron cambios estructurales de gran envergadura. Se estatizaron ferrocarriles, teléfonos, subterráneo, gas y electricidad, se creó la marina mercante y Aerolíneas Argentinas. Estas reformas se agregaron a las “juntas reguladoras” creadas por los conservadores en el gobierno de Agustín Justo y la nacionalización del comercio exterior de granos y de carnes durante la Segunda Guerra Mundial.

Si la industria de desarrolló durante ese período fue porque a la par de los planes quinquenales y los demás cambios estructurales, se incrementó de la participación de los salarios en el Producto global.

Las trabas
Tanto en Europa como en Argentina, las nacionalizaciones impidieron que quienes pudieran trabar el sistema económico hagan fracasar la reactivación, alterando la acción de las medidas económicas, que era justamente lo que temían Keynes y Kalecki.

La preocupación de Keynes por la oposición del sector financiero y del “mundo de los negocios” a la medidas de reactivación de los gobiernos explica lo que pasa en Argentina con la especulación financiera y la remarcación de los precios que provoca un incremento de la inflación que en parte frustra la reactivación.

Es lícito temer que las empresas concesionarias de servicios públicos traten de condicionar al Gobierno para obtener incrementos de tarifas y que esto limite la expansión económica. Del mismo modo, las maniobras de desabastecimiento de algunos productores agrícolas que provocan incrementos en los precios, la acción especulativa del sector financiero sobre el dólar a fin de provocar la devaluación muestran que hay claras tentativas para bloquear la reactivación económica.

* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS, Buenos Aires, 2019.

bruno.susani@wanadoo.fr
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