Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Octubre de 2021

La ciudad global, el neoliberalismo y la sociedad capitalopandémica
Carlos Alberto Navarro Fuentes


betoballack@yahoo.com.mx

El concepto o idea de "capitalopandemia", una vertiente, arista, fuerza o vector más del capitalismo contemporáneo, incrustado en la lógica misma de las formas neocoloniales del capitalismo global, transnacional y neoliberal contemporáneo.

Este concepto resulta en una suerte de entelequia, que se reproduce a sí misma, asegurando su permanencia inoculándose a través de las instituciones y las organizaciones a través de las cuales su funcionalidad queda asegurada como los laboratorios y centros de investigación químico farmacéuticos que desarrollan, distribuyen y venden las vacunas a los Estados y particulares bajo los mismos principios de oferta y demanda que el orden económico capitalista imperante exige y requiere, quedando excluidos así -en este caso a los beneficios de la salud necesarios- para orientarse hacia el bienestar y el bien común, los marginados, pobres, los que se hayan en desplazamiento perpetuo, las minorías étnicas, entre otros grupos y comunidades, de siempre.

Por consiguiente, la manipulación, el control, la dominación y la tiranía del capital, en este caso de estas empresas transnacionales de índole y orden global, por sus alcances y poder, funcionan como parte las mismas elites globales y nacionales que gobiernan el mundo, como parte de un "estado ampliado glocalmente", retomando la idea althusseriana, y reestructurando su poder hegemónicamente, en términos gramscianos, con su respectiva organicidad sobre la población mundial, a través de -entre otros- las instituciones encargadas de la salud, los laboratorios y centros de investigación químico-farmacéuticos, centros e instituciones de salud, epidemiológicos, académicos, públicos y privados, etc.

A través de esta lógica, el ataque y el tratamiento del problema de la pandemia y sus avatares, quedan incrustados, avalados "legítimamente" y gestionados a través de los mercados internacionales y el orden económico global, como una forma más de asegurarse el poder político y económico global del planeta, en esta vertiente en particular, desde la salud.


La realidad de la pandemia global ha traído una crisis que se evidencia en todos los ámbitos de la vida humana, y en particular en la esfera latinoamericana, siendo India, Brasil y México los países con el mayor número de decesos en el mundo solo detrás de los Estados Unidos. Lo anterior, sumado al contexto que aqueja desde los años 80 al espacio latinoamericano caracterizado por la globalización, el neoliberalismo y el capitalismo transnacional, de los cuales se desprenden otros males o se agudizan otros ya existentes como por ejemplo el extractivismo en México y Bolivia en la disputa por el oro, la plata y el litio -también llamado “oro blanco”- el territorio y otros recursos naturales, en donde policías y grupos paramilitares entrenados por los ejércitos nacionales y financiados por los mismos poderes e intereses económicos transnacionales y locales en contubernio, complican la posibilidad de la aplicación de la ley y la responsabilidad de los agentes participantes, confluyendo en la desaparición y exterminio de poblaciones enteras y multitudes de seres humanos en desplazamiento constante y permanente, atrayendo así el despliegue de diversas, nuevas y antiguas formas de conflicto y violencia al interior y entre fronteras comunitarias, nacionales e internacionales.

Si a lo descrito en el párrafo anterior, le sumamos las complicaciones históricas que trajeron a la región los ajustes estructurales patrocinados por las instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) durante el último cuarto del siglo anterior, los cuales solo contribuyeron al incremento de la dependencia derivado de los costos de la deuda, el magma resultante acabó por afectar precisamente las áreas prioritarias para la conservación de una vida que pueda llamarse éticamente digna de ser vivida, derivando en dinámicas sociales que coadyuvan a generar mayor deshumanización y empobrecimiento en las esferas propias del desarrollo y el florecimiento humano, como son la educación, la salud, el empleo, la vivienda y la inversión en infraestructura, la alimentación de calidad, entre otras. El desempleo, visto a través de la ideología que representa el neoliberalismo, en nombre de la austeridad y la disciplina económica y fiscal, de igual manera fortalecen inercialmente este círculo vicioso que va normalizando la lógica del trabajo informal, la emigración, la trata y la prostitución, entre otros tráficos que invariablemente vienen acompañadas de diversas formas de violencia en aras de la supervivencia. Un espacio social en el cual esto cobra relevancia es el de la educación.

Las añejas e históricas injusticias sociales, de género, de oportunidades y acceso a recursos naturales y materiales como el conocimiento entre las diferentes clases de las que se compone la sociedad, entre muchas otras, se vuelven más evidentes y se aseguran transgeneracionalmente, en gran parte con la colaboración de lo que acontece en el espacio educativo. Esto implica el funcionamiento de las instituciones tanto públicas como privadas que desarrollan sus actividades en el giro educativo y la producción de conocimiento, siendo las elites nacionales los principales actores en la toma de decisiones y las políticas que se ejecutan en el campo, mismas que obedecen prioritariamente a sus intereses de clase, porque cada clase como toda comunidad e individuo tiene intereses propios. Estos intereses clasistas de la elite, basados en el orden económico imperante están muy lejos de aproximarse a perseguir objetivos que pudiesen orientarse a mediano y a largo plazo a la edificación verdadera, efectiva, ética y necesaria formación educativa -básica, superior, posgraduada, científica y no necesariamente académica- tendiente al desarrollo de una sociedad más equitativa, incluyente, respetuosa de la diferencia cultural, la identidad y el medio ambiente, del género y de las diversas formas de vida -no solo humana-, es decir, de una vida social democrática, más allá del prostituido concepto que el régimen tecnocapitalista y capitalopandémico de la posverdad ha hecho circular a través de los medios de comunicación y las redes sociales.

La dispersión geográfica de las actividades económicas que caracteriza a la globalización, junto con la simultánea integración de actividades tan dispersas geográficamente como resulta evidente en la investigación, experimentación, producción, distribución y comercialización de las vacunas anti-Covid-19 por parte de la industria químico-farmacéutica y los laboratorios transnacionales, incluyendo derechos y patentes, es un factor clave que alimenta el crecimiento y la importancia de las funciones centrales corporativas de poder global y cercana a los intereses económico-políticos internacionales de los estados nacionales en medio de la crisis y el sufrimiento humanos. Cuanto más dispersas son las operaciones de una empresa entre diferentes países, más complejas y estratégicas resultan sus funciones centrales: esto es, las tareas de gestionar, coordinar, servir y financiar la red de operaciones de una industria o empresa. Estas funciones centrales se tornan tan complejas que cada vez con más frecuencia las direcciones corporativas de las grandes empresas globales compran un porcentaje de sus funciones centrales a empresas de servicios altamente especializadas: investigación químico-farmacéutica, de segmentación de mercados y potencial de negocio, de régimen contable y servicios fiscales, legales, relaciones públicas, programación, telecomunicaciones y otros servicios de este tipo. Así, mientras que hasta hace un cuarto de siglo, poco más, el sitio clave para la producción de estas funciones centrales aún era la sede corporativa de una empresa, hoy existe un segundo sitio clave: las empresas especializadas de servicios contratadas por las direcciones corporativas para hacerse responsables de algunas de estas funciones centrales o sus componentes, como podrían ser el estado mismo y las instituciones de salud, ejército, marina, entre otras. Este es el caso especialmente de las empresas implicadas en mercados globales y operaciones no rutinarias, contingentes o en períodos excepcionales como lo ha hecho evidente la pandemia actual.

No obstante, es una realidad inmanente a la globalización que, cada vez con mayor frecuencia las direcciones corporativas de las grandes empresas transnacionales tienden a adquirir insumos, más que a producirlos en su propia sede. Esto es, se pasa de la estructura multinacional que iba al extranjero a aprovechar mano de obra barata y disposición cercana de los recursos naturales como materias primas, energéticos, etc., a la estructura transnacional, que se adueña de diversas maneras, legales e ilegales, legítimas e ilegítimas de dichos bienes y servicios, incluyendo en muchas ocasiones el conocimiento ancestral de las comunidades y sus terrenos históricos de vida. Afirma Samir Amin en su obra El capitalismo en la era de la globalización (1999) que,
…La pobreza se concibe como el resultado de “errores” que podrían “corregirse”. Algunas críticas, empero, no ignoran las responsabilidades atribuibles a la lógica del sistema globalmente considerado […] El Banco Mundial continua ignorando el hecho de que los pobres no estaban en la agenda de las políticas anteriores a 1980, y, por consiguiente, no puede hablarse de un tema “nuevo”; la crisis de la deuda ya se ha resuelto, por lo que, a resultas de ello, el Sur se ha convertido en un exportador de capitales al Norte; el crecimiento orientado a las exportaciones que preconiza el Banco es frágil e insostenible…(p.29).

Las ciudades globales son diferentes de las viejas capitales de antiguos imperios, en que son una función de redes transfronterizas y no simplemente la ciudad más poderosa de un imperio. No hay, en mi conceptualización algo así como una sola ciudad global (como pudo haber sido la capital de un imperio): la categoría ciudad global solo tiene sentido como componente de una red global de ciudades estratégicas. El sector corporativo, que contiene el control global y comanda las funciones, está parcialmente inserto en esta red. Este tipo de conceptualización sobre la globalización contribuye a identificar una compleja arquitectura organizacional que atraviesa fronteras y está a la vez en parte desterritorializada y en parte concentrada espacialmente en ciudades. Aquellas empresas especializadas y sofisticadas como sería el caso de las químico-farmecéuticas y las de servicios a gran escala respectivamente, las cuales se encuentran insertas en los mercados más complejos y globalizados, están sujetas a economías de aglomeración, es decir, son producto de la necesidad de obtener los mayores márgenes de ganancia y tasas de rentabilidad, la complejidad de los servicios que necesitan producir, la incertidumbre de los mercados con los que están relacionados directamente o a través de las corporaciones para las que están produciendo esos servicios, y la creciente importancia de la rapidez en todas estas transacciones. La estrategia acaba por orientarse a una mezcla de empresas, talentos, expertizajes, de un amplio rango de campos especializados, haciendo que un cierto tipo de entorno urbano funcione como un centro de información. Estar en una ciudad deviene sinónimo de estar en un nudo extremadamente intenso y densificado de información.

Cuantas más corporaciones funcionan de este modo -en particular aquellas sujetas a mercados inciertos, cambiantes, contingentes y a la rapidez-, más libres son de optar por cualquier localización, porque la mayoría de las tareas efectivamente realizadas en sus sedes corporativas no está sujeta a que la producción tenga o no necesariamente que darse en un solo lugar en específico. Esto implica que el sector clave que especifica las ventajas distintivas de producción de las ciudades globales es el sector de servicios altamente especializados, entre ellos el de la producción de vacunas ante la emergencia sanitaria global. Podríamos decir que el número de sedes corporativas es lo que define a una ciudad global. Esto es, mientras más matrices (holdings) y no filiales hay en un territorio nacional, más probabilidades tiene de ser considerada una ciudad global. Estas empresas que requieren –dado que tienen alcances globales de comercialización por la capacidad de servicios especializados y estructuras flexibles- y necesitan proveer en miles de lugares en el mundo a través de una red global de afiliados, o alguna otra forma de asociación, suelen sentirse atraídas por el fortalecimiento de las transacciones y redes transfronterizas de ciudad a ciudad, máxime en la coyuntura global presente. En este límite, comienzan encontrando la formación de sistemas transnacionales urbanos interconectados con perentoriedad, mismos que son utilizados por los estados nacionales para intentar tener acceso a las vacunas.

Siguiendo la misma lógica de integración y funcionamiento, el crecimiento de los mercados globales para las finanzas y los servicios especializados, la necesidad de redes de servicios transnacionales (debido a los agudos incrementos en la inversión internacional), el rol reducido de los gobiernos en la regulación de la actividad económica internacional, y el correspondiente ascenso de otras áreas institucionales (en especial mercados globales y direcciones corporativas), todo esto señala la existencia de una red transnacional de ciudades, algo que en muchos casos implica que la competencia global se da entre capitales y/o puertos urbanizados, por ejemplo, en donde los beneficios producidos por la inversión en infraestructura, generación de empleos, distribución de ingresos, etc., se quede varada en estas, mientras que en los demás espacios nacionales, como provincias del interior, zonas rurales, queden si no excluidas en su totalidad de los beneficios resultantes de las transacciones globales, si al menos reciban mucho menos de lo que aportaron para satisfacer sus necesidades mínimas de desarrollo y bienestar, incluyendo la salud. Afirma Samir Amin que,
La desintegración de los estados periféricos, estados residuales del sistema mundial, extremadamente vulnerables, abiertos a las fuerzas del mercado mundial y carentes de medios para controlarlas, que soportan la mayor parte de la carga derivada de la crisis mundial […] El desorden permanente se manifiesta en forma de regresión y violencia, por lo que la teoría de gestión de los conflictos (militares) de baja intensidad ayuda a las potencias dominantes a servirles de instrumento de gestión de dichas contradicciones. Los métodos empleados constituyen manifestaciones agresivas: manipulaciones de la etnicidad (o del fundamentalismo religiosos) y de la democracia, merced a intervenciones selectivas en función de las circunstancias. El sistema parece basarse en que existe una ley para los ricos y otra para los pobres: en tal lugar se interviene en nombre del pueblo, en otro se permanece en silencio; aquí se imponen las elecciones libres, allá se defiende a una dictadura brutal… (1999: p.93).

Lo anterior implica que la suerte económica de las naciones periféricas, tanto de sus urbes y más aún de sus espacios rurales, se torna cada vez más desconectada de las economías y mercados internacionales, por un lado; y, al interior de los centros de acceso y distribución nacionales o internos, a los cuales la población, más pobre y excluida se encuentra, no obstante, de ser la que tiene mayores necesidades históricas y no solo contingentes insatisfechos, entre muchos otros atrasos de diversos tipos asociados al subdesarrollo, la globalización y el neoliberalismo. La constatación de la existencia y el funcionamiento de sistemas urbanos transnacionales en el mundo de hoy, adquieren una realidad integrada a estas redes transnacionales de economías finanziarizadas, que operan muchas veces como parte de su naturaleza y funcionamiento cotidiano en los márgenes de la delincuencia institucional y la criminalidad organizada, y cuyos beneficios económicos de su actividad son repatriados a sus países de origen y si queda algún remanente, trasladado a los centros urbanos locales y los costos a las provincias más empobrecidas y áreas conurbadas miserables que se expanden al lado de la opulencia de la ciudad global. No hay tal cosa como una ciudad global única o aislada, y en este sentido hay también una importante diferencia con relación a las antiguas capitales de imperios.

¿Cuáles son los vínculos entre política y educación? ¿Cómo se relacionan medios y fines en la praxis educativa? Toda apuesta por el relativismo o la condición posmoderna como recetas para resistir contra del pensamiento único y paradigmático, doctrinario y dogmático, parecen estar destinadas al fracaso de acuerdo a como lo ha demostrado la experiencia histórica de los últimos cien años, particularmente porque estas tienden a acompañar plácidamente con entrañable hermandad propuestas ya muchas veces probadas y sin éxito, heredadas de la Ilustración y el más camaleónico y perverso liberalismo económico de los Friedman, los Hayek, entre otros, y para ejemplo bastaría ver cómo funciona la universidad pública y privada, y los centros de investigación científica y humanística en México, Chile y Colombia, basada en el acumulación de puntitos y likes que se arremolinan en torno a la supervivencia laboral y la posibilidad de disponer de recursos discrecionales presupuestarios, más que a la producción y divulgación de conocimiento crítico, innovador y diferenciado en términos de innovación social, desarrollo y democracia, aunque burocráticamente siempre -o casi siempre- se alcancen las metas -numéricas- planteadas y ajustadas cuantas veces sean necesarias -como si fuesen estimaciones de crecimiento económico otorgadas culposamente por calificadores de riesgo e inversión como Standard & Poors a las economías nacionales en desarrollo o emergentes- para cumplir y sobrevivir. La maquila del conocimiento y del saber.

La resistencia frente a este panorama en el ámbito educativo, tendrá que partir de estudiar, comprender y actuar frente al gran poder que tienen sobre el territorio, la vida y la cultura, el neoliberalismo y la globalización capitalista, desde una perspectiva necesariamente de izquierda, ecosocialista y ético-política capaz de contribuir a desarrollar una sociedad más justa, equitativa y democrática, no a pesar de sus diferencias culturales y cosmovisionales, sino a propósito y a partir de estas; esto es, de una sociedad compuesta por comunidades diferenciadas, libres y autónomas, las cuales viven, conviven y aprenden las unas de las otras en permanente tensión, disputa, disenso, conflicto, y no obstante, deseosas de vivir en paz y con justicia. La situación descrita en el párrafo anterior, en el contexto actual de la capitalopandemia y la complejidad global en la cual la industria químico-farmacéutica adquiere un poder inusitado, dictando una suerte de “toque de queda” mundial al cual quedan sometidos gobiernos, así como la vida económica nacional, las libertades, los movimientos y desplazamientos humanos en el espacio social, el régimen laboral, la convivencia familiar y el modo en el cual los miembros de esta se relacionan con el equipamiento tecnológico doméstico y la flora y la fauna que allí habitan, entre muchas otras cosas como el acceso al conocimiento y el espacio educativo cibernético, con todas las dinámicas y responsabilidades que de aquí se desprenden.

De esta manera, las inequidades e injusticias históricas existentes en la esfera educativa prepandémicas, en este contexto Covid-19, se extrapolan y acentúan. El acceso a las oportunidades y beneficios que pueden ser alcanzadas a través de las diversas plataformas educativas o aplicaciones que han sido adecuadas para este fin, acentúan la brecha entre los más ricos y los más pobres, pues esta se encuentra directamente relacionada con la oportunidad y el acceso a la tecnología computacional y el conocimiento sobre su uso y provecho que se requiere, así como a la holgura económica e infraestructura indispensable que suele cifrarse como una verdad de facto, cuando la realidad y la experiencia demuestran que independientemente de las estadísticas exitosas mostradas regularmente por las autoridades en la materia, los hogares conurbados a las grandes ciudades, así como aquellos ubicados en espacios rurales, serranos y marginados, donde las cosas funcionan radicalmente de forma muy distinta a lo que se esperaría en un régimen democrático, incluyente, responsable y respetuoso de sus gobernados.

Las concepciones del tiempo y del espacio han sufrido mutaciones tanto reales como simbólicas (antes, después; afuera, adentro; etc.), producto sobre todo de la desconexión y ruptura del lazo social al que han orillado el ‘virus de moda’ capitalopandémico y las políticas adyacentes que prometen tender a proteger a la población del inminente contagio que puede llevar a la muerte. La salida temporal durante la pandemia, sincrónica, asincrónica e intermitente ante esta situación -que no el remedio- en el espacio educativo, ha multiplicado con el avance y predominio de las tecnologías de la información (TIC´s) y las redes sociales (Facebook, Twitter), además de Zoom y otras aplicaciones y plataformas educativas , las deformaciones y perversiones histórico-sociales asociadas con la injusticia, la marginación y la pobreza, puesto que entre otras muchas cosas, han venido a complicar y modificar la interpretación de la experiencia propia y la intersubjetividad, con la naturaleza y con uno mismo, poniendo de manifiesto que no son la enfermedad ni la pandemia, los problemas más graves e importantes que enfrenta la humanidad en este siglo XXI, sino el capitalismo, incluyendo claro, la versión clínico-hospitalaria con la que este ha elegido hacerse presente en esta ocasión.

Las libertades no serán mejores ni mayores en la era postpandémica. La seguridad además de ser un trasunto demagógico actualizado por el miedo, la intolerancia y la ignorancia, programas con los cuales la derecha, la tecnocracia y el populismo siempre han “sabido gobernar”, será desplazada al ámbito de la responsabilidad individual, y con ello la culpa y el deber también le serán trasladadas a este junto con los costos económicos que estos deparen, confirmando así la eficaz y óptima consecución de las metas fijadas por el programa neoliberal en el mundo entero, y en particular en Latinoamérica. Atomización, abandono, exclusión, reclusión, gregarismo, fobias, esquizofrenia, neuropatías y sociopatías agudas, incapacidad para relacionarse y otro tipo de problemas asociados con la cognición y el lenguaje con relación a la intersubjetividad. El uso y las aplicaciones tecnológicas por donde transita la vida cotidiana y la educación, como tecné y como praxis, fuerza motriz y necesaria para el desarrollo, requiere y debe exigir por parte de la ciudadanía marcos institucionales éticos y políticos organizados, dirigidos y auditados, puesto que afecta los modos en los que la sociedad y las comunidades se encuentran agrupados dentro de la estructura social y la prospectiva que pueden tener en un futuro próximo. Sin el estado y las instituciones públicas educativas dirigidas por ciudadanos críticos, revolucionarios y progresistas, lograr que la tecnología sirva a la educación y el desarrollo humano y social luce imposible, pues esta continuaría estando en las garras de las fuerzas del mercado. Dejar la educación en manos del estado populista-clientelar o neoliberal-tecnocrático, tampoco garantiza la efectividad de esta en aras de construir una sociedad más ética, justa y democrática, puesto que la posverdad está al alcance de ambas “versiones” estatales y ninguna asegura que la innovación y el uso de la tecnológica sirva como potencia efectiva de las metas esperadas, asegurando así el rezago socioeconómico y la pobreza históricas: desempleo masivo, excluidos transnacionales, desplazados ecológicos, esclavos neoliberales, autómatas neurocognitivos y zombies capitalopandémicos, entre otras formas de existencia superflua afines a la época.

Analizar descriptiva, crítica y comparativamente esta dinámica funcional de la globalización y la lógica del neoliberalismo, es de vital importancia, pues consideramos que, si no comprendemos esto, será difícil enfrentar los diversos conflictos que en su darse provocan en el espacio y el tiempo específicos y concretos donde la población mexicana y latinoamericana realiza o intenta realizar su existencia. La industria químico-farmacéutica a nivel global, viene trabajando precisamente como suelen hacerlo las mafias internacionales asociadas a las elites e intereses locales encumbrados en los estados y el empresariado del resto de las naciones del orbe, en desmedro de la mayoría de la población gobernada por estos corruptos disfrazados de políticos, empresarios, científicos, expertos e intelectuales. Entender pues las condiciones y las reglas del juego, nos puede enseñar sobre cómo podemos jugar defendiéndonos y sacándole provecho solidaria y equitativamente a esta nueva realidad. Así, como darnos cuenta de que esta lógica de la globalización y la transnacionalidad ‘empresarial’, finalmente no podría funcionar ni mínimamente sin el acompañamiento del estado: su reducción no es su debilidad.

El número creciente de profesionales de alto nivel y de empresas de servicios de altos beneficios, tiene el efecto de acrecentar el grado de inequidad espacial y socioeconómica evidente en estas ciudades hacia el interior de lo que podemos denominar la composición social y la estructura de clases. El rol estratégico de esos servicios especializados como insumos acrecienta la cantidad y el valor de los profesionales de nivel directivo. Más aun, dado que el talento pueda tener enorme significación para la calidad de esos productos estratégicos y que, dada la importancia de la rapidez, el talento es un valor agregado, la estructura de las remuneraciones tiende a experimentar rápidos incrementos. Las actividades y trabajadores que carecen de tales atributos sean de servicios manufactureros o industriales, tienden a quedar cautivos en el ciclo opuesto, es decir, de empobrecimiento tendencialmente en aumento dentro del mercado laboral, fuera de éste o desempeñándose en economías y tráficos ilícitos diversos. Afirma Moisés Naim en su obra Ilícito. Como traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo (2006) que,
A su burda y sórdida manera, el comercio ilícito nos muestra algunos aspectos de hacia dónde se dirige la globalización. Los traficantes llevan ventaja sobre los gobiernos. Cada vez les resulta más fácil iniciar, organizar y disimular su trabajo, y se han adaptado para sacar el máximo provecho de esas nuevas posibilidades. Son flexibles, receptivos y rápidos: ningún itinerario resulta demasiado complicado; ningún plazo de entrega demasiado urgente. Cada uno de los distintos tráficos, sea de drogas, de armas, de seres humanos, de falsificaciones, de dinero o de cualquiera de las mercancías ilícitas …presenta sus propias historia y dinámica (p.57).

Hay una creciente informalización de todo un rango de actividades económicas que encuentran su efectiva demanda en estas ciudades, pero no tienen tasas de beneficios que les permitan competir con las empresas (generalmente con alto poder de mercado) de altos beneficios. Informalizar una parte o el total de sus actividades de producción y distribución, incluyendo los servicios, es una manera de sobrevivir en estas condiciones. Para entender el rol de una ciudad en la red de ciudades globales es necesario establecer la posición de esta ciudad en la variedad de circuitos nacionales, regionales y globales sobre los cuales se ubica. La economía global va materializándose de las maneras anteriores constituyendo una nueva geografía económica de centralidad, que cruza a través de las fronteras nacionales y de la vieja división Norte - Sur. Esto indica la emergencia de una geografía política paralela, un espacio transnacional para la formación de nuevas demandas por el capital global. La más poderosa de estas nuevas geografías de centralidad en los niveles interurbanos liga los principales centros internacionales de negocios y finanzas. La intensidad de las transacciones entre estos, en particular a través de los mercados financieros, transacciones en servicios, e inversión, ha crecido sostenidamente, y también lo han hecho los órdenes de magnitud implicados. Al mismo tiempo, ha habido una clara inequidad en la concentración de recursos estratégicos y actividades de cada una de estas ciudades con respecto a otras en el mismo país, ocasionando una invisibilidad casi total para los pobladores de dicho país, haciendo invisible la existencia de quienes allí viven y de lo que allí sucede, salvo para los grandes intereses transnacionales ávidos de recursos naturales mayoritariamente gratuitos y dispuestos para su uso por los intereses de los nacionales que administran desde los distintos niveles de gobierno.

A manera de conclusión

La pronunciada y clara orientación a los mercados mundiales, evidente en los sectores económicos que prosperan en estas ciudades, como los que atañen al negocio de las vacunas o la de entregas por paquetería como Amazon en este periodo de crisis que lleva más de un año de duración, genera cada vez más preguntas acerca de la articulación con las economías nacionales, sus regiones, y la estructura económica y social más amplia en el interior de estas ciudades. En la actualidad no hay una simple y directa relación entre centralidad y entidades geográficas como el área central de negocios, sino una red compleja de interconexiones en múltiples direcciones, velocidades y magnitudes. En el pasado, y hasta muy recientemente, el centro era sinónimo de esos conceptos. Pero hoy el correlato espacial del centro puede asumir varias formas geográficas. El anteriormente llamado centro frente a la periferia ha sido profundamente alterado por las telecomunicaciones y el crecimiento de la economía global, ambos inextricablemente relacionados: estos han contribuido a la nueva geografía de centralidad (y marginalidad). Mientras que la centralidad puede asumir múltiples correlatos espaciales, el área central de negocios continúa siendo un sitio estratégico para las industrias líderes. Pero es un área profundamente reconfigurada por el cambio tecnológico y económico. Este es en parte un espacio desterritorializado de centralidad operando en redes digitales, pero es también territorial en cuanto está inserto en formas convencionales de infraestructuras de comunicación, en especial trenes rápidos y autopistas conectando a aeropuertos; se viene dando la formación de un "centro" transterritorial constituido en parte en el espacio digital, a través de transacciones económicas intensas en la red de ciudades globales. Estas redes de los principales centros internacionales de negocios constituyen nuevas geografías de centralidad.

Es en este sentido que aquellos que carecen de poder, aquellos que son desaventajados, marginales, discriminados y minoritarios, pueden ganar presencia en las ciudades globales, pueden hacerse visibles frente al poder y ante las otras minorías (esto último es muy importante: genera una conciencia de comunidades ampliadas comprometidas en una tarea política similar). Esto podría implicar, la necesidad de pensar radicalmente en la posibilidad de un nuevo tipo de política, centrada en nuevos tipos de actores políticos. No es solo una cuestión de tener o no tener poder. Hay nuevas bases híbridas desde las cuales actuar. Pensemos por ejemplo en la noción de multitud de Hardt y Negri , como una versión muy general de estos temas: la multitud no es la ciudadanía... Es la amalgama que puede incluir lo que aquí estoy llamando sujetos políticos informales, esto es, pensar en la sociedad (y/o el Pueblo), entendidos como los históricamente excluidos y marginalizados de los beneficios –nimios, mayúsculos, medianamente redistribuidos, etc.- desde los cuales nuevos actores, desarrollos y operaciones y formas de organización sociopolítica puedan creativa e imaginativamente conformarse para hacer frente colectivamente a esta situación opresora que representa en general el proceso globalizatorio, principalmente contra estos sectores vulnerables. En el Sur global, la mayoría de las grandes urbes son también ciudades globales, si consideramos que en ellas se pueden encontrar localizados territorialmente los principales recursos económicos, políticos y del conocimiento de un país, entre los cuales se encuentran los relativos a la salud, el bienestar, el desarrollo y la vida digna, los cuales se transforman, transforman y son transformados en las puertas para que las empresas y mercados globales, incluso aquellas empresas nacionales que se han hecho globales, se hagan de la riqueza del país y la recirculen globalmente.

Bibliografía
Amin, Samir, Los fantasmas del capitalismo. Una crítica de las modas intelectuales contemporáneas, Colombia, El Áncora Editores, 1999.
Naím, Moisés, Ilícito. Cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo, México, Debate, 2006.


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