Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Agosto de 2021

Los primeros pasos del hidrógeno verde en América Latina
Natalia Vera Ramírez


El hidrógeno verde producido con fuentes renovables ahorrará 830 millones de toneladas anuales de CO2 que se originan cuando dicho gas se produce con combustibles fósiles. Foto Reuters.



En un mundo que demanda una mayor descarbonización de fuentes energéticas, el hidrógeno producido con fuentes limpias se perfila como una alternativa para sustituir a los combustibles fósiles. En tanto, nuestra región cuenta con vastos recursos renovables para desarrollar esta industria, aunque barreras como la falta de legislación y sus altos costos de producción se anteponen a su despegue.

En Magallanes, la región más austral de Chile, los fuertes y constantes vientos impulsarán la construcción de Haru Oni, una planta productora de combustibles a base de hidrógeno en el país sudamericano. Se trata del primer proyecto de hidrógeno verde en Chile, que una vez puesto en marcha generará energía con turbinas eólicas para producir hidrógeno verde, que posteriormente se convertirá en combustible sintético a partir de 2022, con el proyecto aún en etapa piloto.

La planta piloto Haru Oni, cuya Declaración de Impacto Ambiental (DIA) fue aprobada por unanimidad por la Comisión Regional de Medioambiente de Magallanes en mayo pasado, es un proyecto del consorcio Highly Innovative Fuels (HIF), integrado por Siemens Energy, Porsche, Enel Green Power, la estatal ENAP y la compañía eléctrica chilena AME. Además, la iniciativa está cofinanciada por el Ministerio Federal de Economía y Energía de Alemania con aproximadamente € 8 millones.

Más allá de las bondades de este territorio para el desarrollo de este tipo de infraestructura energética, la urgencia de la descarbonización de la industria energética global ha impulsado a empresas del sector a buscar alternativas para desarrollar energías renovables, siendo el hidrógeno verde una de las más atractivas al ser un combustible cero emisiones.

“Este es nuestro primer proyecto visible de hidrógeno verde, que al final también producirá combustibles renovables en Chile, un país que tiene recursos y precios muy competitivos de energía eólica. Estamos construyendo el electrolizador para producir hidrógeno verde y al mismo tiempo instalaremos tecnología que captura CO2 del aire que, con el hidrógeno verde produce un combustible sintético y hace todo realmente sustentable. La mayor parte de la inversión corre a cargo de Porsche, el fabricante de autos que está interesado en este combustible sintético y subsidios del gobierno alemán”, comentó Christian Bruch, CEO de Siemens Energy en una rueda de prensa a medios internacionales a inicios de esta semana.

Para el ejecutivo de la compañía alemana, el proyecto Haru Oni demuestra algo muy interesante sobre el hidrógeno verde. “Conecta a regiones que pueden producir energía renovable competitiva, como por ejemplo Sudamérica, con otras que tienen alta demanda del producto final, como combustibles renovables y realmente hace una diferencia en el esquema de inversión. Por eso elegimos este proyecto, porque demuestra muy bien que el hidrógeno verde es un habilitador para hacer que la energía renovable sea transportable. Vemos más oportunidades como esta en América Latina porque, dependiendo de la región, esta zona ha sido bendecida con buenos recursos para producir hidrógeno renovable”, dice.

Para Daniel Cámac, presidente de la Asociación Peruana de Hidrógeno (H2 Perú), el mundo tiene que orientarse a soluciones energéticas sostenibles como el hidrógeno, que es el elemento químico más abundante del universo.

“Actualmente, el hidrógeno tiene muchas aplicaciones como insumo en la elaboración de petróleo, amoníaco, metanol y acero. También tiene un gran potencial como combustible en el sector transporte. Además, es considerado como el combustible del futuro y sabemos que es el principal driver para sustituir el uso de combustibles fósiles como un factor clave de esta transición ecológica. Sabemos que el 95% de la producción de hidrógeno es abastecida por combustibles fósiles, incluyendo un 6% de gas natural y solo un 4% de energía renovable. En este contexto la demanda mundial actual del hidrógeno es de más 70 millones de toneladas anuales y ya se constituye como un negocio importante como demanda en muchas de las industrias”, comentó Cámac en el panel “Hidrógeno Verde: ¿cuánto falta para cruzar la última frontera” del Foro de la Energía de América Economía.



El proyecto Haru Oni utilizará energía eólica limpia para producir inicialmente hidrógeno verde y lo transportará a mercado de alta demanda, como el europeo.



Demanda verde

A pesar de que, según Christian Bruch, la producción de la planta de Magallanes se destinaría para suplir la demanda de otros mercados, también tendrá capacidad de abastecer al mercado local. “Si producimos energía renovable y podemos usar esta electricidad localmente, el primer paso es usarla localmente, pero en términos de atender las necesidades eléctricas en la región”, dice.

En ese sentido, Israel Hurtado, presidente de la Asociación Mexicana de Hidrógeno (H2 México), dice que dado el potencial renovable que México tiene de centrales solares y eólicas, el hidrógeno verde se puede utilizar como una solución para la famosa intermitencia de las centrales renovables.

“Por ejemplo, que en una central solar se produzca hidrógeno verde y que este hidrógeno se utilice para generar durante la noche energía en una central solar, entonces se podrá generar energía 24/7 todo el año”, dice. “Tenemos una posición geográfica que podemos aprovechar, por ejemplo, con Estados Unidos que es un país intensivo en tecnología. Habría que pensar en producir hidrógeno verde para exportarlo a Estados Unidos o a otras partes del mundo como lo va a hacer Chile. Estamos en las etapas tempranas iniciales del desarrollo de esta industria”.

La proximidad de México a Estados Unidos no es el único atractivo para producir hidrógeno verde. “Los tratados de libre comercio con Estados Unidos y Canadá han impulsado la industria nacional como la automotriz, cementera, acerera, minera, entre otras. Ciertamente estas industrias necesitan descarbonizarse y utilizar menos gas natural. No obstante, hay que ser realistas, esto no va a ser tan rápido, ya que en algunas partes del mundo se está haciendo un blending de gas natural e hidrógeno verde y creo que la planta industrial de México va a dar ese giro”, dice Hurtado.

En la zona sur de América Latina, la minería en Chile y Perú también podría sumarse a la ola verde energética. “La minería está en un proceso de descarbonización, en el cual el alcance requerido para la sustitución del diésel utilizado, especialmente en el transporte del mineral es grande y es ahí donde el hidrógeno va a jugar un papel muy relevante. Esto va hacer que la minería, especialmente la del cobre donde casi el 50% proviene del uso del diésel, avance rápidamente hacia una tendencia de producir un cobre verde”, dice Daniel Cámac.

Al respecto, según Christian Bruch, a pesar de que la minería es un campo muy interesante para el uso del hidrógeno verde, esto no se dará en el corto plazo, ya que se trata de un recurso bastante nuevo y que por ahora carece de un modelo de negocio comercial.

“La visión de las empresas mineras en Sudamérica y Australia está cambiando. Esta industria siempre ha sido desafiada por los elementos de sustentabilidad y escucho a muchas compañías decir que esta vez quieren estar realmente a la vanguardia del movimiento. Esto me da esperanza de que encontremos habilidades para aplicar hidrógeno verde en estos campos, porque esta es una aplicación buena para el transporte y para las actividades mineras en general. Esto luego puede recibir un sello que certifique que se trata de recursos que se han explorado con base en la producción sostenible. Sin embargo, requerirá que las empresas tomen decisiones políticas. Esto sería lo correcto porque veremos muy rápido que la actividad minería, la producción de acero y de productos químicos básicos se enfrentará a una industria financiera que pondrá a condiciones preferenciales para los préstamos, según la capacidad para argumentar sobre la sostenibilidad de las empresas. Todas las mineras de América Latina podrían ser pioneras en esto y por eso el hidrógeno verde es un tema absolutamente relevante para la región” dice Bruch a AméricaEconomía.



Christian Bruch, CEO de Siemens Energy; Daniel Cámac, presidente de la Asociación Peruana de Hidrógeno (H2 Perú) e Israel Hurtado, presidente de la Asociación Mexicana de Hidrógeno (H2 México).



Barreras poco amigables

Así como sucede en otras industrias, la irrupción de energías sostenibles se enfrenta a una regulación no existente que dé claridad a los actores involucrados sobre cómo ejecutar la innovación.

En el caso específico del hidrógeno verde, Chile es el único país en América Latina que cuenta con una estrategia nacional y que tiene como uno de sus objetivos principales producir el hidrógeno más barato del planeta para 2030. Y no es casualidad que Siemens Energy decidiera emprender su primer proyecto de este tipo en el país andino.

“Chile fue un gran apoyo para este proyecto que es un hito para nuestro propio desarrollo. Veo que el país está muy dispuesto a buscar un enfoque para proyectos específicos y establecer el reglamento para la construcción de grandes cantidades de energías renovables está acelerando las cosas en poco tiempo. Pero en general, diría que en ningún país tenemos las regulaciones disponibles que son necesarias para la transición energética y es el desafío más grande que tenemos, dependiendo de la parte del mundo en la que estemos, para construir nuevas fuentes de energía. Otro tema es la aceptación general de que las cosas cambien y las sociedades también porque estamos cambiando los sistemas”, dice Christian Bruch, quien la próxima semana se reunirá con el ministro de Energía y Minería de Chile, Juan Carlos Jobet, en el marco del evento virtual Latin America Energy, organizado por Siemens.

En tanto, las nóveles asociaciones de hidrógeno de México y Perú están elaborando el diagnóstico que les servirá como hoja de ruta para en un futuro cercano elaborar una estrategia nacional.

“Tenemos que trabajar la regulación del hidrógeno en México, también para los temas de almacenamiento y transporte. Ya hay una regulación trabajada, sin embargo, no se la Comisión Reguladora de Energía aún no la ha aprobado. La Estrategia Nacional de Hidrógeno es importante para ejecutar proyectos. Hay algunos impulsados por empresas que están en diferentes grados de avance. Por ejemplo, hay un proyecto para producir green ammonia y otro para producir hidrógeno verde derivado de una central solar. Existen otros más en diferentes etapas de avances, pero ya hay proyectos identificados”, dice Israel Hurtado.

Para Daniel Cámac, de H2 Perú, urge tener una normatividad para implementar pilotos y prototipos en el mismo país, porque cada realidad es distinta, y posteriormente pasar a una industrialización. “En definitiva, estamos en una etapa inicial. Hace unos meses lanzamos la asociación con la participación de dos autoridades de Perú, el ministro del Ambiente y el de Energía y Minas, quienes saben de los compromisos locales en términos de cambio climático y de las decisiones que hay que adoptar para pasar rápidamente a cumplir con estos objetivos. El hidrógeno puede juntar a todos los stakeholders de manera natural y avanzar muy rápido en todos estos desarrollos que como país necesitamos implementar”, dice.

Además, así como otras fuentes alternativas de energía, el costo de producción de hidrógeno verde aún no es el más competitivo para que sea atractivo a las diferentes industrias. No obstante, el tiempo apremia para acelerar esta transición energética.

Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), se prevé un aumento de la demanda energética global de entre 25% y 30% hasta 2040, lo que significará un aumento en las emisiones CO2. Con la obtención de hidrógeno verde a través de fuentes renovables se ahorrará 830 millones de toneladas anuales de CO2 que se originan cuando dicho gas se produce mediante combustibles fósiles.

Por su lado, Siemens Energy anunció que para 2025 planea producir hidrógeno renovable a un costo de US$ 1,50/kg. “El elemento fundamental es la energía renovable super barata. Estamos seguros de que podemos reducir el costo de inversión y el gasto de capital de un electrolizador. Hay un informe interesante del Global Hydrogen Council que muestra los diferentes niveles de precios que se necesita para diferentes industrias. Por ejemplo, en la del acero las aplicaciones de hidrógeno se están volviendo comercialmente viables a unos US$ 4/kg. Para la elaboración de productos químicos eso es a partir de los US$ 2 por kilo. Probablemente en el mercado de la movilidad, el uso del hidrógeno será viable de US$ 1,5. Hoy vemos niveles de precios como de entre US$ 25 y US$ 40, pero una vez que pasemos los US$ 4 por kilo, veremos la primera industria moviéndose hacia aplicaciones comerciales”, dice Christian Bruch.

De acuerdo con el informe de S&P Global Ratings Cómo el hidrógeno puede impulsar la transición energética, el costo de producir hidrógeno a partir de energías renovables deberá caer más del 50% y llegar a US$ 2 a US$ 2,5/kg para 2030 para que sea una alternativa viable a los combustibles convencionales. Esto también podría lograrse con costos de producción solar o eólica de US$ 20 a US$ 30/MWh, y si el costo de los electrolizadores cae en un 30% a 50%,

En ese sentido, Israel Hurtado, de H2 México destaca la importancia de construir un ecosistema fuerte para avanzar con el diseño de electrolizadores (aparato que produce hidrógeno al separar las moléculas este componente y oxígeno del agua usando electricidad y que conlleva un gran costo) y reducir así los costos.

“Conforme se vaya utilizando más, se va a desarrollar más tecnología y los costos irán a la baja, tal y como sucedió con la energía solar. Hace seis años instalar una watt de energía solar en México costaba alrededor de US$ 3,5 millones. Es decir, instalar una central solar de 30 megas costaba alrededor de US$ 100 millones. Ahora el costo está alrededor de US$ 800.000. Los costos de los paneles solares también han caído un 80%. Esperaría que lo mismo suceda con el hidrógeno verde para que sea competitivo”, dice.

Para Christian Bruch, esta transición energética implica grandes cambios y esfuerzos. “Es un cambio fundamental de las métricas y del mecanismo sobre cómo funciona la energía. Hay que analizar qué estamos dispuestos a pagar o invertir y qué compensa. Honestamente, esto no funciona en ningún lugar del mundo en este momento. Se puede iniciar a través de paquetes de estímulo donde otras partes del mundo tienen más potencia. Europa gasta mucho dinero en esto, pero al final estas medidas no pagan la transformación energética, sino que son un simple disparador para iniciar nuevos modelos comerciales con justificación para poner dinero privado en estas inversiones. Esta será una de las tareas más importantes de los líderes mundiales, pero requiere también de la participación de industrias o empresas como la nuestra. En la próxima reunión de la COP en Glasgow esta será la discusión a nivel global para fomentar realmente una transición energética”, dice.


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