Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Agosto de 2021

LAS LEYES DEL PENSAMIENTO
Walter Ritter Ortiz


Sección de Bioclimatología, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. Circuito interior s/n, Ciudad Universitaria, Deleg. Coyoacan, México, D. F. email: walter@atmosfera.unam.mx .

INTRODUCCIÓN

La razón es débil y el mundo complejo y es donde realmente debemos aceptar que no podemos comprender la complejidad del mundo, ni la plena verdad de nosotros mismos. Lo poco que podemos saber, lo difícil que es conocerse a uno mismo y lo mucho que debemos trabajar en el largo camino a la virtud, hace que George Eliot declare de que: “Todos nacimos en la estupidez moral, tomando al mundo como una ubre que alimenta nuestro supremo Yo”.

¿Qué es la mente? ¿De qué está hecha realmente la experiencia del Yo? ¿En qué difieren mente y cerebro? Los contenidos de la mente, emociones, pensamientos y recuerdos se describen con frecuencia, pero rara vez se define su esencia. Debemos ofrecer una definición de la mente que esclarezca el cómo, el qué, el cuándo, el dónde e incluso el porqué de quiénes somos, de lo que es la mente y, del potencial de nuestro Yo mental.

Daniel Siegel, nos dice que: Debemos realizar un profundo viaje personal y científico al interior de la conciencia, la experiencia subjetiva y el procesamiento de información, revelando las propiedades de auto organización de la mente, que surgen del cuerpo y de las relaciones que mantenemos con los demás y con el mundo que nos rodea. Definir la mente en esta nueva era, nos permitirá encontrar una manera más constructiva y colaborativa de convivir con los demás y, con todos los seres vivos en este planeta tan preciado y tan frágil.

Samuel Johnson, Michel de Montaigne y George Eliot, enfatizan el hecho de que todos los pensadores adoptan una visión limitada de nuestras facultades racionales individuales, desconfiando del pensamiento abstracto y el orgullo humano y así, enfatizan las limitaciones de nuestra naturaleza individual y donde las culturas cambian tanto de manera superficial como profunda.

En el hombre, es muy natural la inclinación a su Dios, como su principio y su fin, ya que en la naturaleza no hay cosa de balde ni inclinación que se frustre. Según Baltasar Gracián, “Este gran Señor dio el Ser a todo lo creado y aún por eso, es infinito en todo género de perfección, que nadie le pudo limitar ni el ser, ni el lugar, ni el tiempo”. Trazó las cosas de modo que ninguna se acabase que no comenzase luego otra, de modo que de las ruinas de la primera, se levanta la segunda y con esto verás que el mismo fin es principio y la destrucción de una criatura es generación de la otra. Y cuando parece que se acaba todo, entonces comienza de nuevo y así la naturaleza se renueva y el mundo se remoza, la tierra se establece y el divino gobierno es admirado y adorado, nos enseña Gracián. Y agrega además que: Ese es el prodigioso efecto de la infinita sabiduría del Creador, con la cual dispuso todas las cosas en peso, con número y medida, porque si bien se nota cualquier cosa criada tiene su centro en orden al lugar, su duración en el tiempo y, su fin especial en el obrar y en el ser.

Por eso, verás que están subordinadas unas a otras conforme al grado de su perfección. Pero unos y otros árboles y animales, se reducen a servir a otro tercer grado de vivientes, mucho más perfectos y superiores que sobre el crecer y el sentir añaden el raciocinar, el discurrir y entender. Y éste es el hombre, que finalmente se ordena y se dirige para Dios, conociéndole, amándole y sirviéndole, según la fe católica. De esta suerte, con tan maravillosa disposición y concierto, está todo ordenado, ayudándose las unas criaturas a las otras para su aumento y conservación, donde el agua necesita de la tierra que la sustente, la tierra del agua que la fecunde, el aire se alimenta del agua y del aire se ceba y alienta el fuego.

Todo está así ponderado y compasado para la unión de las partes y ellas, en orden a la conservación de todo el universo, nos explica Gracián. Dándole a cada uno su natural instinto para conocer el bien y el mal, buscando el uno y evitando el otro; donde son más de admirar que de referir las exquisitas habilidades de los unos para engañar y, de los otros para escapar del peligroso engaño. Pero, ¿Qué mucho, si dentro del mismo hombre, de las puertas adentro de su terrena casa, está más encendida esta discordia?

Otras limitaciones son también morales, ya que en nuestra alma hay defectos que nos llevan al egoísmo y al orgullo y, que nos tientan a poner nuestros bajos instintos sobre los altos amores. Otros son psicológicos, ya que estamos divididos por dentro y, muchos de los más apremiantes son inconscientes, apenas levemente reconocidos por nosotros mismos. Algunas otras son sociales, donde como creaturas incompletas para prosperar, debemos sujetarnos a un estado de dependencia, de otros, por lo que el lugar que ocupan las limitaciones, son infinitas.

La ciencia, se encarga de trazar límites que dividen la naturaleza en fragmentos comprensibles que se pueden clasificar, pero que a veces las clasificaciones pierden relevancia y, se adoptan modelos que se adaptan mejor a sus necesidades; sin embargo, es esencial distinguir unas cosas de otras y es difícil aislar algo ya que sus límites no son evidentes. Y aunque se dan por supuesto que las realidades biológicas existen, a menudo se omite la complejidad material de los seres vivos.

El lenguaje es importante, sin embargo engendra continuamente metáforas. Para Hobbes, las palabras que utilizamos deben ser depuradas de la ambigüedad, ya que la metáfora es especialmente peligrosa y, se presta a llevar a la persona racional a todo tipo de absurdos. Y la razón es una especie o forma de cálculo minucioso, mediante el cual uno entiende cómo una cosa se relaciona con la siguiente a través de una relación de causa y efecto.

Si la mente es algo material y falible, los pensamientos que generará serán necesariamente limitados y cambian con el tiempo, pero si es algo más y se tiene acceso a las verdades que hay en el universo, verdades inmutables que se alojan en la estructura de la realidad, se tendrán ideas muy diferentes sobre cómo encajar lo que es la experiencia.

Las preguntas filosóficas, pasan a ser científicas cuando pueden ser probadas experimentalmente y de la misma manera, debíamos saber cuál es el peso relativo de la genética o, el entorno de las emociones individuales, el comportamiento social, las conductas agresivas y empáticas o incluso los pensamientos que tenemos para saber qué cualidades podemos potenciar y, cuáles ofrecerán resistencia cuando intentemos corregirlas a fin de conseguir el bienestar individual y común. Y todo indica que además de nuestros cuerpos y emociones, la selección natural también nos ha equipado con unos procesos cognitivos, que antes asumíamos como exclusivamente ambientales, como reclama Peré Estupinyá.

El cerebro, no es una tabla rasa que el ambiente va modulando sin resistencia, ya que la evolución lo ha tejido con unos procesos mentales innatos, que condicionan algunos de nuestros comportamientos, donde la cultura y el entorno socioeconómico en el que te encuentres, modularan tus creencias y actos hasta generar las enormes diferencias que percibimos en distintas partes del mundo; lo que no excluye que puedan existir unos principios biológicos universales subyaciendo en nuestros juicios espontáneos de origen inconsciente, sobre lo correcto o lo incorrecto, como el concepto fundamental de Noam Chomski, en su idea de la predisposición innata al aprendizaje.

La inconciencia y la mentalidad de superviviente, nos encierran dentro de patrones de pensamientos personales, impidiendo tomar nuevas decisiones. Un simple pensamiento desatendido, se convierte, sin percatarnos de nada, en un establecedor de realidades. Atender a un pensamiento, consiste en situar el foco de atención sobre él y no sobre la acción y, esto tan obvio no suele percibirse. Veremos que la gran mayoría, si los atendemos, carecen de coherencia y según Sergi Torres, situar la atención en el pensamiento, ayuda a no reaccionar a ciegas ante él. Hacer esto, permite que las acciones resultantes de nuestros pensamientos sean fruto de devolvernos la atención hacia nosotros.

Ya que reaccionar ciegamente ante los pensamientos, fomenta una mentalidad de superviviente; atenderlos en cambio, fomenta una mentalidad presente, ya que estamos tomando la decisión de aquello que queremos ver y de cómo queremos que sea nuestro mundo a cada instante.

La biología del presente, nos dice Sergi Torres, nos invita a vivir más allá de lo establecido, a cuestionarnos todo lo que hemos dado por supuesto y a convertirnos en apasionados exploradores a través de un dialogo que nos abre a infinitas posibilidades, dejando atrás la mentalidad de supervivencia y, descubrir en nosotros mismos una nueva manera de vivir.

¿Y si nuestra manera de entender la vida afectara mucho más de lo que imaginamos a nuestra biología? ¿Y si nuestros pensamientos y emociones tuvieran un impacto mayor de lo que creemos en nuestro organismo? En ese caso, observar con atención y honestidad nuestra mente puede ser clave para llegar a una vida plena.

Nuestra ciencia no es más que un fragmento sobre el infinito de nuestra ignorancia, pero no podemos vivir sin conocimiento. Sin embargo, éste no es exhaustivo. El universo es posiblemente infinito, pero nuestros mapas del mundo son finitos, tentativos, evolutivos; donde puede haber nuevas y mejores descripciones de la vida latentes en nuestro futuro, metáforas nuevas y más fructíferas y, nada de lo que sabemos acerca de la vida requiere de la existencia de una fuerza vital sin cuerpo o espíritus inmateriales o una creación especial de especies; y a final de cuentas estamos solos ante la cara de Dios, solos en este tremendo ejercicio y esta tremenda responsabilidad, señala Chet Raymo.

Utilizar el sentido común para resolver problemas es de sentido común; lástima que nos confunda en tantas ocasiones. A un nivel superior, el cerebro no es caótico ya que está organizado y es robusto en su funcionamiento porque evolucionó para realizar tareas concretas, y por lo tanto, asumimos que el comportamiento humano es fruto de un sistema puramente mecánico y, con cierto grado de orden, por lo que se albergan esperanzas en poder llegar a predecirlo desde un planteamiento mecanicista. El cerebro humano, puede contener caos a nivel neuronal, pero a nivel funcional no puede comportarse de manera caótica; y según Estupinyá, debe responder de una manera concreta a determinados estímulos, sino no sería efectivo.

Pero también hay muchas situaciones en las que nuestra capacidad de decisión se ve atenuada. Y si fuéramos capaces de entender todos los aspectos biológicos y ambientales que influyen en nuestro comportamiento, encontraríamos menos grados de libertad de lo imaginado, libertad que quizá sólo sea una ilusión del cerebro. Y la cuestión de “Decidir a conciencia o conciencia tras decidir” de Estupinyá, donde resultados de experimentos indicaron que ciertas zonas del córtex prefrontal, relacionada con las acciones motoras, se activaban medio segundo antes de que los individuos fueran conscientes de su elección.

La abrumadora conclusión es que nuestros actos están muchísimo más predeterminados por mecanismos cerebrales involuntarios de lo que creemos.

La percepción de la voluntad, es una ilusión que crea el cerebro con posteridad a que otros procesos inconscientes hayan mandado la orden a tu cortex prefrontal. Según Mark Hallet, no hay evidencia de que el “libre albedrío” sea una fuerza en la generación de un movimiento, pero la sensación de libertad existe, pero no es la causa del movimiento, sino una percepción posterior.

Los movimientos se generan inconscientemente y, la ilusión de voluntad llega después. ¿Nos toca aceptar que nuestras acciones están mucho más programadas de lo que pensamos, por todo lo que va acumulándose en el subconsciente de programación genética, experiencias, influencias sociales, aprendizaje, traumas o estímulos subliminales? Describe Ramachandran el “libre albedrío” como la sensación de unidad entre todas nuestras imprecisiones y creencias, de continuidad en el tiempo o de un cuerpo propio que nos contiene.

¿Podemos decidir lo que queremos? Para Hilary Bok, existe un mayor grado de determinación en nuestro comportamiento, del que hasta ahora pensábamos; pero no excluye que mantengamos la capacidad de decisión y la responsabilidad de nuestras acciones más complejas.

¿Se puede afirmar que una mente y la conciencia que la acompaña, comienzan al nacer y terminan con la muerte? ¿Qué es pensar? Viejos interrogantes sin una respuesta fácil. La idea de los pitagóricos era de que los números rigen el universo y de que en el número está la verdad; y de que el razonamiento y Dios van unidos y de que las matemáticas residen en un espacio trascendente que no está contaminado por el cuerpo mortal y sensual. Pero ¿De qué están hechos los pensamientos? ¿Y de dónde vienen? Según Descartes, toda la materia tiene una extensión y, los pensamientos no. ¿La lógica y las matemáticas trascienden la mente humana?

Las preguntas filosóficas básicas son las de: ¿Qué es la Realidad y cómo sabemos qué es Real y qué no lo es? Para Hilary Putman: “Ninguna persona sensata debería creer que algo es Subjetivo, por el mero hecho de que no puede resolverse sin controversias.

Tal vez, la Realidad o lo que tú crees que es la Realidad, no es más que una simulación en la que tu participación no es consciente; a lo que Zhuangzi ha entendido que nuestra mente puede engañarse, para que piense que algo es Real y, a lo que a Platón le parecería muy bien, la idea de que lo que creemos Real es de hecho una ilusión y, que nuestra verdad no sería nada más que las sombras de las imágenes reales. Y diría además, que la Realidad es algo más complicado que lo que experimentamos con los sentidos.

Nada se cree con mayor firmeza que lo que menos se conoce, nos dice Montaigne. Y para Aristóteles: “Decir de lo que es, que es, y de lo que no es, que no es, eso es verdadero”. Aristóteles no se contentaba con decir que lo que crees puede ser falso; él quería precisar lo que significaba saber algo, para aplicarlo al mundo real. Y es Markus Weeks, quien nos dice que: “Conocemos que hay desconocimientos conocidos, es decir, conocemos que hay algunas cosas que no conocemos, pero también hay desconocimientos desconocidos, esos que no conocemos que desconozcamos”.

Para Marcel Proust, “El verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar paisajes nuevos, sino en mirar con nuevos ojos”. Somos seres complejos y el cuerpo, la mente, el alma, las conductas, las creencias, la educación, las relaciones, el estilo de vida, todo está conectado y todo influye en nosotros. La conciencia “Es la energía que tenemos dentro, un poder fundamental que organiza y mantiene la mente, el cuerpo y el alma en contacto para que podamos funcionar y vivir nuestra existencia”. Es también lo que nos permite tomar decisiones a la hora de responder a emociones, situaciones, personas y acontecimientos y además, resulta crucial para nuestros recursos interiores de confianza, resiliencia, actitud positiva y serenidad.

Definimos la conciencia, según Dominique Antiglio, como un poder que nos estimula; una energía que organiza e integra todos los elementos psíquicos y físicos responsables de la existencia humana. Donde el estado de la conciencia, está directamente vinculado al modo en que experimentamos la vida y en el que percibimos e interaccionamos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Mediante el conocimiento, podemos acceder a esta energía y reforzarla, al revelar su pleno potencial para transformar nuestra manera de vivir.

La mente, es la esencia de nuestra naturaleza fundamental, la sensación más profunda de estar vivos aquí y en este momento y también, puede suponer un proceso más amplio que nos conecta con los demás y con el mundo. Es un aspecto crucial de nuestra vida y las maneras en que podemos sentir nuestras conexiones con los demás, como fenómenos subjetivos reales.

Donde la mente también supondría la experiencia de la “Conciencia”, nuestra manera de ser conscientes, de saber que son aspectos de la vida real subjetiva, por lo que la palabra mente incluye como mínimo la “Conciencia” y, la manera en que somos conscientes de nuestra experiencia sentida, de nuestra vida subjetiva, como nos dice Anil J. Segel, donde la mayoría de las veces se dan sin conciencia, son reales e influyen en nuestra conducta y forman parte del pensamiento y el razonamiento, como procesos que permiten que la información fluya y se transforme.

¿Y qué significa realmente Saber? Para saber, necesitamos explorar la naturaleza del quién, el cómo, el qué, el porqué, el dónde y el cuándo de la mente. Si la información determina cómo tomamos decisiones e iniciamos conductas, ¿Cómo tomamos decisiones e iniciamos conductas? ¿Cómo nos permite la mente, inconsciente o no, elegir de forma voluntaria lo que hacemos? ¿Qué significa realmente la mente como procesadora de información? Si reflexionamos sobre los pensamientos ¿De qué están hechos en realidad? ¿Qué es un pensamiento? Y si son procesos de información ¿Qué se está procesando?

Seguimos sin saber qué supone esta transformación de información. ¿Qué podemos saber de la mente por medio de la mente? Intentar responder estas preguntas, da lugar a una perspectiva que nos puede ofrecer nuevas maneras de vivir y crear una mente más fuerte, según Siegel.

¿Qué es la mente? ¿De qué está hecha realmente la experiencia del Yo? ¿En que difieren, mente y cerebro? Los contenidos de la mente, emociones, pensamientos y recuerdos, se describen con frecuencia, pero rara vez se define su esencia. Necesitamos una definición de la mente, nos dice Siegel, que esclarezca el cómo, el qué, el cuándo, el dónde e incluso el porqué de quiénes somos y, de lo que es la mente y del potencial de nuestro Yo mental. Necesitamos un profundo viaje personal y científico al interior de la conciencia, la experiencia subjetiva y el procesamiento de información, auto organización de la mente, que surgen del cuerpo y de las relaciones que mantenemos con los demás y con el mundo que nos rodea. Preguntas acuciantes sobre la identidad, la conexión y el cultivo del bienestar en nuestra vida.

Miramos hacia el futuro o al pasado, para comprender porqué nuestra vida es como es. Piensa en los cinco sentidos, donde sólo si te sintonizas con tu cuerpo, podrás controlar esos potros salvajes y guiar tu vida en la dirección que deseas. La batalla más importante que encontramos, no será contra tu cuerpo, sino contra tu mente. El cuerpo es un instrumento complejo que refleja quién eres y, entre más lo ignores, más alza la voz, según Súhas Lishiersagan. El simple hecho de hacerse la pregunta de ¿Cuál es mi propósito en la vida? Abre un portón de creatividad insospechada.

René Descartes, sugiere que si quieres ser un verdadero buscador de la verdad, es necesario que dudes al menos una vez en tu vida, en la medida de lo posible, de todas las cosas. Sin embargo, William James señala que todo este debate sobre lo que sabes y lo que no sabes de verdad, no conduce a nada y que no importa que no puedas probar que sabes algo; solamente importa lo útil que esa creencia pueda resultarte y si crees en algo y es útil, entonces para ti es una creencia verdadera.

Puedes seguir a los pensadores griegos y limitarte a preguntar qué quieren decir como conocimiento y verdad y, si podemos saber realmente lo que es verdad o, puedes seguir a W. James y pensar que la verdad puede cambiar cuando accedes a nuevos hechos. Markus Weeks nos pregunta: ¿Puede una acción ser moralmente justificable si las intenciones son buenas? O, ¿Es un error moral hacer algo malo si el resultado es un máximo bien? A lo que Immanuel Kant nos contestaría: “Está mal tratar a los demás como un medio, en lugar de tratarlos como un fin”. Y, Jeremy Bentham te diría que “En la teoría y en la práctica, para bien o para mal, la más rara de las cualidades humanas es la coherencia”; a lo que Kant nos diría: “La moral no es propiamente la doctrina de cómo hacernos felices, sino de cómo hacernos dignos de la felicidad”.

Phillip Foot, habría sugerido que existen otros factores que complican nuestros juicios sobre qué está bien y qué está mal y, que por instinto sentimos que hay algo dudoso al hacer algo malo, aún y cuando el resultado sea bueno y lo hagamos con la mejor de las intenciones. Y nos preguntaría que si sólo está mal hacer algo malo o, si también está mal no hacer nada para prevenir algo malo.

Quién es sabio, toma las decisiones basándose en la autoridad de la razón. La mayoría de la gente dice y escribe tonterías o absurdos parte del tiempo y, algunas otras hablan y escriben tonterías todo el tiempo. A. J. Ayer, propone que entremos en la autentica tarea de la filosofía, que es clarificar el significado de los conceptos. Nos dice que es tentador pensar que todo es cierto o es falso y no obstante, hay una tercera clase de importantes enunciados, los que no son ciertos ni falsos, sino que literalmente carecen de significado y, es el “Principio de Verificación” de Ayer, el que está pensado para identificar esta clase de enunciados.

Enunciados que equivalen a decir “Palabrerías”, que no pueden ser ciertos ni falsos, dado que es imposible encontrar un criterio que determine si son ciertos o falsos. Y, toda proposición que pase la prueba de verificación, tanto si es verdad por definición, como si es en principio verificable, tiene significado y, el que no supera la prueba, carece de significado y por lo tanto, no se ha de tomar en serio.

Cuando eres consciente completamente de tu cuerpo, con todas sus sensaciones, emociones y pensamientos, la sensación física de ser TÚ, cambia por completo y te das cuenta de que el cuerpo está dentro de la conciencia y no la conciencia dentro del cuerpo; nos percibirnos separados de todo lo que nos rodea y de ahí, nace el espacio, el tiempo y el conflicto. Y a decir verdad, las personas no nos desplazamos por el espacio, sino por el mapa mental que construye el hipocampo de nuestro cerebro, según afirma S. Torres.

Parece que si Dios sabe por adelantado lo que nosotros vamos a elegir, nuestra aparente elección es ilusoria, no se trata del autentico libre albedrío, sino de una fantasía. Sin libre albedrío no son posibles los actos racionales; pero si Dios tiene la facultad de conocer lo que haremos, no está nada claro en qué sentido somos genuinamente libres para elegir. Errónea pero comprensiblemente entendemos la “presciencia”, de acuerdo con la vivencia humana del tiempo, pero Dios se supone existe fuera del tiempo y vive en un eterno presente y, su presciencia es comparable a nuestro conocimiento del presente ya que presente, pasado y futuro no son cosas distintas para Él.

Nuestra percepción de lo que está ocurriendo ahora, no hace que ocurra lo que ocurre. Tampoco la presciencia de Dios suprime la posibilidad de que haya un genuino libre albedrío en lo que hacemos. Nos equivocamos al pensar que la relación de Dios con el tiempo, es similar a la nuestra y según Boecio, Dios es consciente de todo lo que ha ocurrido, ocurre o ocurrirá.

La filosofía señala la diferencia entre Predestinación y Presciencia y, quienes creen en la predestinación defienden que Dios ha decidido que determinados acontecimientos ocurran inevitablemente; en tanto que Presciencia, consiste en saber por adelantado lo que ocurrirá, de tal modo que el conocimiento divino es compatible con la genuina elección por parte de los humanos, puesto que saber lo que sucederá, no predestina que eso ocurra.

Según Umberto Eco, el problema no está en demostrar que algo es falso, sino en demostrar que el objeto auténtico es auténtico. Y aunque en los datos haya un patrón claro, ese patrón no significa que la coincidencia de una mayor cantidad de cigüeñas y una mayor cantidad de bebes, signifique que a los bebes los traen las cigüeñas.

Si toda acción humana no es más que el efecto de alguna causa anterior, sería engañosa nuestra sensación de tener el dominio de nuestras acciones, en tanto que el libre albedrío desde esta perspectiva, no es más que una ilusión; y sin libre albedrío, no habría lugar a la culpabilidad y responsabilidad moral y, si todas nuestras acciones están causadas y escapan a nuestro control, sería imprudente acusarnos por lo que hacemos. Y, Nigel Warsburton señala que si los individuos no pudieran evitar hacer lo que hacen, sería una extravagancia responsabilizarlos.

También se ha comprobado que la parte de la corteza cerebral donde se toman decisiones, en los drogadictos presenta mucha menos actividad y no sólo tiene más deseo, sino también menos autocontrol y por tanto, su responsabilidad es mucho menor, ya que una responsabilidad es mucho menor, ya que una vez enganchado, debe considerarse como un enfermo que ha perdido su capacidad de decisión y necesita ayuda.

El elemento central de nuestra humanidad, es la capacidad racional y, la excelencia humana se logra mediante la actividad racional. Los factores externos determinan si se lleva o no una buena vida y, si nos tomamos en serio la pregunta de que la vida buena consiste en una vida dominada por la contemplación filosófica, según Warburton, sería evidente que sólo pueden llevar la mejor de las vidas quiénes tienen la fortuna de disponer de tiempo para ocuparse de este tipo de pensamiento.

¿Debemos esforzarnos en llevar una conducta virtuosa o bien, aspirar a una existencia dedicada a la filosofía contemplativa? El verdadero filósofo es impermeable al azar. Y en fortunas, ¿conviene más a la humanidad cuando es adversa? La adversidad nos enseña la fragilidad de la felicidad que reportan la riqueza, fama y placer y, nos enseña cuáles de nuestros amigos son amigos de verdad y dónde, la verdadera felicidad no se encuentra en nada que esté regido por el azar, sino que debe proceder de nuestro propio interior, según Boecio.

El Estoicismo, pone el acento en la necesidad de ser ecuánimes frente a los males exteriores y, su felicidad nace de su interior y es inmune a los efectos de la suerte y el infortunio. Nace de la contemplación filosófica y no de la fama, la fortuna o el placer. La adversidad facilita que las personas recuperen el verdadero buen camino, mientras que el éxito puede inducir engañosamente a creer que han logrado la verdadera felicidad.

Maqiuavelo, creía que buena parte de nuestra vida está regida por el azar, sobre el que no tenemos ningún control y, el infortunio siempre puede desbaratar nuestros planes. Donde los acontecimientos azarosos causan mayores males cuando no se han tomado precauciones. Maquiavelo estaría totalmente al margen de la moralidad, orientando a quiénes están dispuestos a comportarse como psicópatas, pero sin embargo no aprobaba la ilimitada crueldad que se ejerce por motivos puramente económicos.

Descartes, creía que si se conseguía eliminar del pensamiento los errores y descubrir principios sólidos con los que se pueda acceder a creencias verdaderas, entonces le sería posible aportar cimientos sobre los que construir el edificio de la comprensión científica del mundo, así como del lugar que ocupamos en éste. Así, repudiando la filosofía escolástica, que cultiva la capacidad del discurso por encima de la búsqueda de la verdad.

Podemos llegar a considerar las categorías de abogado y científico, como dos visiones antagónicas a la hora de afrontar conflictos. El trabajo del abogado es buscar evidencias que hagan que en el juez, su percepción sea lo más favorable a su cliente, donde la verdad objetiva no es lo más importante, distorsionando al atender sólo las pruebas favorables y desbaratando las de su contendiente por veraces que sean. Y en realidad, es lo que todos hacemos ante cualquier circunstancia, defendiendo tu verdad subjetiva, donde pretender poseer siempre la razón es algo instintivo. Y lo extraño es tener alma científica y, percibirlo como una falta de respeto a la verdad y un sacrilegio hacia la comprensión íntima de la realidad que subyace en nuestra falaz percepción del mundo, en donde el mundo funcionaría mucho mejor si lográramos tener más mentalidad de científicos que de abogados y además, si huyéramos de ideas predeterminadas y tomáramos decisiones basadas en la evidencia. Claro que puede darse también la posibilidad de quiénes dicen hacer ciencia y viven de la ciencia sin hacer ciencia.

¿QUIÉNES SOMOS?

La naturaleza humana es una incógnita que la psicología y la ciencia en general, han investigado muy poco. Nunca están más perplejos los eminentes personajes de las sociedades científicas, que cuando son llevados, cara a cara, con ese misterio que parece difícil de resolver, de la naturaleza interior del hombre. El hombre está dotado de un doble conjunto, los sentidos naturales o físicos, que dejamos bajo la protección de la fisiología para que los estudie y por otro lado, los sentidos sub naturales, los cuales pertenecen enteramente al dominio de la psicología.

Por lo tanto, decimos que el hombre, además del cerebro físico, tiene también un cerebro espiritual, según Blavatsky, para quien el grado de receptividad del cerebro físico, depende totalmente de su propia estructura física y desarrollo; pero por otro lado, está completamente subordinado al segundo o dominio psicológico, que es el que puede impresionar con la percepción del exterior y, el que puede transferir la impresión de las escenas que percibe su cerebro, las palabras que escucha y lo que siente. Y mientras más fuerte sea la espiritualidad de las facultades del cerebro, lo más fácil es para el Ego el despertar de los hemisferios dormidos.

Vivimos en un momento clave para entender sobre cómo funcionamos, quiénes somos y cómo somos los seres humanos, lo que nos puede ayudar a mejorar nuestra calidad de vida en múltiples sentidos, ya que sólo podremos cambiar si sabemos cómo funcionamos.

Donde la lógica, tal y como la entendemos, es necesaria pero no suficiente, primando la importancia del análisis lógico y el razonamiento deductivo; pero serán aquéllos que puedan imaginar otras alternativas a los problemas grandes o pequeños, a los que nos enfrentamos en la sociedad y, serán los que causen un verdadero impacto. Y es en la escuela y en la sociedad las que nos impulsa a enfocarnos en la lógica y el análisis y, que se convierten en nuestros patrones de pensamiento dominantes. Y no importa lo que te haya pasado en la vida o que te haya tocado, pues la forma en que usas tus pensamientos puede modificar la estructura y anatomía de tu cerebro, nos dice Estanislao Bachrach.

La mayoría de nuestras respuestas se basa en información conocida, pero pensar de manera creativa requiere de habilidad de generar asociaciones y conexiones entre dos o más temas muy diferentes y que de esta manera, se pueden crear nuevas categorías y nuevos conceptos; pero, no nos enseñan a procesar la información así.

Un aparato que te dice lo que tienes mal, está basado en un entendimiento de lo que está bien. La mayoría de las células que componen nuestro cuerpo se mueren y son reemplazadas constantemente. Contenemos miles de millones de bacterias, que son las responsables entre otras cosas, del aspecto de nuestra cara y nuestro estado mental, donde nuestros cuerpos son redes dinámicas de información, moldeados por la experiencia y microbios, que cambian o también quienes somos a cada momento, donde podemos permitirnos sentir atracción, no por algún estándar de normalidad, sino por la novedad y la anomalía.

Toda emoción, nace en el cerebro pero vive en el cuerpo. Y, no hay emoción sin cerebro y tampoco hay emoción sin cuerpo. Pero es en la mujer el más sofisticado y más complejo y entran más variables en juego, lo que constituye un universo más extenso, con distintos cambios y manifestaciones. Y según López Rosetti, ellas no son iguales a nosotros, tienen un cuerpo y cerebro diferente, como las razones del porqué. Y son muchas otras dependiendo del ángulo de la disciplina que se adopte.

La genética y la biología, son un factor determinantes en las diferencias entre hombre y mujer, pero no es en absoluto el único factor que interviene, ya que una persona es la resultante de su carga genética y de la interacción infinita en la historia de la vida individual, donde las diferencias entre algunas funciones cerebrales entre mujeres y hombres, condicionan y algunas veces determinan conductas y perfiles psicológicos.

Nuestro pasado ancestral nos marca a fuego, ya que no somos seres racionales, sino más bien seres emocionales que razonan, donde la biología y la genética resultan insuficientes para comprender nuestras diferencias. Y, como somos seres culturales, se ha marcado a fuego nuestras diferencias, pero no somos ni mejores ni peores, somos diferentes y complementarios.

Para encontrar la respuesta, tendremos que ir a nuestros orígenes y ver las diferencias biológicas y sobre todo sus diferencias psicológicas, emocionales y de conducta, que se extiende a lo largo de millones de años de evolución, comenzando hace tres millones y medio de años. Y donde hace un millón de años aparece el hombre erectus, que fue el primero en usar el fuego, pero el gran cambio se dio hace dos millones de años, con el homo habilis, que desarrolló las primeras herramientas. Y hace unos doscientos mil años, aparece el neardental. Y unos cuarenta mil, el hombre de cromagnon, que fueron los que desarrollaron ceremonias religiosas y los primeros en creer en algo superior.

Durante nuestra evolución, las emociones y sentimientos también cambiaron, donde el miedo protegió a nuestros antepasados frente a las amenazas cotidianas, siendo la emoción más antigua y de gran importancia en nuestra vida y relaciones emocionales. Donde la Testosterona inundó el cerebro generando un cerebro masculino, donde se desarrollan más los centros y áreas relacionadas con la agresividad; en tanto que los Estrógenos en cambio, afectarán y darán a las mujeres diferentes maneras de manejar las emociones, donde la genética, la anatomía y las hormonas se combinan para hacer un cerebro femenino.

Donde, el hemisferio cerebral izquierdo es analítico y el derecho tiene funciones holísticas e integrales y percibe los sentimientos, pero ambos funcionan de manera integral para poder constituir la persona que somos y por lo cual, vemos nuestra realidad y actuamos en consecuencia.

La idea es que nos entendemos a nosotros mismos, no con base en una idea empírica de lo que está bien o lo que está mal en nosotros, sino por cómo reaccionan ante nosotros los demás. La idea de que las otras personas no son sólo parte de nuestro mundo, ni sólo algo importante en nuestro entendimiento de nosotros mismos, lo son todo.

La idea de fondo, es que casi ninguna parte del cuerpo se puede explicar de manera aislada y tienen sentido sólo en el contexto de personas enteras, así como las personas enteras sólo tienen sentido en el contexto de poblaciones enteras. Ya que de manera aislada, una función corporal específica podría parecer una debilidad, según James Hamblin.

La mayoría de los genes, no afecta sólo una función corporal, sino muchas a la vez; así el gene FOXC2, tiene que ver con el desarrollo de los pulmones, riñones, corazón y sistema linfático. Además de que los cuerpos humanos requieren luz solar para poder funcionar, ya que sin ella los músculos se debilitan y los huesos se tuercen; y así podemos decir que la piel sólo puede producir la vitamina D, al estar expuesto al Sol. El sistema inmunológico traza una función por todas partes e incluye la linfa, que corre por vasos que conectan los nodos en todo el cuerpo y, también el bazo, que filtra la sangre y crea anticuerpos que permiten una inmunidad de largo plazo.

Para Helena Galiana: El cuerpo humano, permite al alma aprender una infinidad de experiencias, que abarcan diferentes estados y niveles, donde todos los sentidos, al igual que todo lo que existe, pueden producir sensaciones que el hombre vive como positivos y vivificantes, sensaciones que producen felicidad. Por el contrario, también pueden producirse sensaciones que para la persona que las recibe o vive, son negativas y dolorosas.

Los cinco sentidos, pueden dar lugar a sensaciones que se reciben de forma negativa o positiva por parte del ser que las vive. Donde Helena Galiana, nos dice que las visiones o experiencias consideradas en un principio como negativas, por el dolor que nos producen, resultan como un toque de atención, un recuerdo de lo que realmente tenemos que tener en cuenta.

Se convierte en un despertar para nuestra alma adormecida, por el disfrute de las cosas que consideramos en nuestro estado aletargado. Y donde todos nuestros sentidos son como herramientas con las que cuenta nuestro ser para ayudarse en su experiencia en esta dimensión, este espacio y este tiempo.

En el apasionante viaje de aprender cómo funcionamos y cómo somos, lo primero que descubres es que tú no piensas, piensa tu cerebro. El cerebro bombea pensamientos, que con la misma naturalidad que el corazón bombea sangre o los pulmones aire. Aquello que pensamos, no proceden del estímulo externo, sino que aquello que pensamos proceden de las emociones y los sentimientos que son un reflejo de nuestra lucha interna y, reflejan cómo vivimos intensamente toda experiencia; del sufrimiento y del dolor siempre surge una madurez y una profundidad de la que emana la parte más sabia de nuestra alma.

Cuerpo, mente, emociones y espíritu, permiten al alma avanzar en su continua evolución. El intento de analizar el sentido de la vida, por parte de la razón lógica, es como intentar que un dedo analice las posibilidades del sentido de la existencia del hombre en su conjunto.

El hombre y la mujer cuyo funcionamiento es completo, son aquellos seres que saben analizar todo lo que les llega del exterior. El hombre despierto, avanza por la vida aprendiendo de sus propias decisiones y sus consecuencias, según H. Galiana. Donde el hombre y la mujer despiertos, saben de antemano que no existe una verdad y que todos tenemos nuestra verdad; no compiten y miran todo su entorno, todas las situaciones, lo que les hiere y lo que les da felicidad, intentando aprender y no adherirse a ninguna pauta fija, a ninguna filosofía, a ninguna moda.

Saben encontrar lo positivo de toda persona, son seres desinteresados, espontáneos, nunca manipulan a nadie, intentan que las personas con las que se relacionan se encuentren bien, no soportan el sufrimiento de los demás y pasan por la vida, intentando ser sinceros consigo mismos; nunca mienten y sus verdades son sinceras y directas y, deciden siempre por norma lo que piensan. No tienen un orgullo mal entendido y tienen su propia norma moral, basada en que “Nunca hagas lo que no te gustaría que te hiciesen a ti”. Conocen la existencia de la causalidad y no de la casualidad, de que todas las situaciones tienen poder y fuerza de aprendizaje.

El misterio se encuentra en todas las vivencias y saben moverse y hacer una lectura diferente de todo lo que sucede a su alrededor. Necesitan estar en contacto directo con la naturaleza, que es para ellos el alimento del alma, donde recuperan sus fuerzas internas y se purifican de toda negatividad psicológica y emocional. Su agilidad intelectual y mental se unifican, con su sed de conocer y experimentar, adaptándose continuamente a los nuevos conocimientos y capacidades, que surgen de su continua vivencia.

Su actitud crítica hacia sí mismos y su constante alma que observa el acontecer de todo, le permiten poseer una madurez interior que les dará a su vez una impensable capacidad ante el sufrimiento. Muchos, a causa del acontecer de su vida, se sumergen en una crisis interior que es como una rebeldía producida por el erróneo vivir diario. Crisis que les hace detenerse y meditar sobre su infelicidad, reconsiderando de nuevo el orden de sus valores y preferencias y, que son en su mayoría, las que realizan un replanteamiento. Y resurge de su interior un ímpetu, que les arrastra a girar su vida impulsándose hacia uno mismo y, la búsqueda continúa en su parte más profunda o alma.

Y es cosa de notar que, siendo el hombre persona de razón, lo primero que ejecuta es hacerlas a ellas esclavas del apetito bestial. De este principio se originan todas las demás monstruosidades, todo va al revés en consecuencia de aquel desorden capital; la virtud es perseguida, el vicio aplaudido; la verdad muda, la mentira trilingüe; los sabios no tienen libros y los ignorantes librerías enteras; los libros están sin doctor y el doctor sin libros; la discreción del pobre es necedad y la necedad del poderoso es celebrada; los que habrían de dar vida, matan; los mozos se marchitan y los viejos reverdecen; el derecho es tuerto. Y, ha llegado el hombre a tal punto del desatino, que no sabe cuál es su mano derecha, pues pone el bien a la izquierda; lo que más le importa lo echa a las espaldas; lleva la virtud entre pies y, en lugar de ir adelante, vuelve hacia atrás Así nos dice Baltasar Gracián.

Declararon todos los males al hombre por su enemigo común, no más por tener él razón. Dicen que llegó al campo la Discordia, que venía, no del infierno, sino de la casa de la hipócrita Ambición. En estando allí, hizo de las suyas, movió una reñida competencia sobre quién había de llevar la vanguardia, no queriendo ceder ningún vicio esta ventaja del valor y del valer. Pretendía la Gula, por primera pasión del hombre, que comienza a triunfar desde la cuna. La Codicia alegaba ser la raíz de todos los males. La Soberbia blasonaba su nobleza, haciéndose oriunda del cielo y ser un vicio más de hombres, cuando los demás son de bestias. La Ira lo tomaba fuertemente. De esta suerte peleaban entre sí, y todo paraba en confusión. Tomó la mano la Malicia e hizo una pesada pesadamente arenga.

La Realidad es muy diferente para cada ser humano que la vive, puesto que todos hacemos caso de unos aspectos e ignoramos otros. El mundo es siempre más rico que las ideas que tenemos sobre él. Los filtros que ponemos en nuestras percepciones, determinan en qué clase de mundo vivimos. El lenguaje es un filtro, las creencias son filtros, los recuerdos son filtros, los sentidos son filtros. Dos personas pueden estar hablando de lo mismo y sin embargo, dar la impresión de que se están refiriendo a dos cosas diametralmente opuestas. Consecuencia de la forma personal de organizar el mundo que percibimos, como de la expresión única que de éste se hace. Nos dice Rosetta Forner, donde cuerpo y cerebro forman una unidad indivisible, un ser humano y, que usamos el lenguaje para ordenar nuestros pensamientos y conductas, así como para comunicarnos con los demás y con nosotros mismos.

Para Cavendish, “La naturaleza es un cuerpo infinito que se mueve a sí mismo y en consecuencia, vive para sí mismo. Y tiene conocimiento de sí mismo y donde los seres humanos, las demás especies, las flores y las plantas forman una unidad dinámica fundamental y enormemente fluida”.

Cada animal es más o menos un ser humano, cada mineral es más o menos una planta, cada planta es más o menos un animal. No hay nada claramente definido en la naturaleza. Y los seres humanos son colecciones dispares de organismos que actúan en sincronía. Para los seres humanos, saber qué es un ser humano es una hazaña; sin embargo perseveramos ya que la pregunta es demasiado interesante para ignorarla. Y para muchas disciplinas, es esencial definir los límites de la mente y así para la terapia cognitiva-conductual.

El aprendizaje sólo se logra a base de reconocer los propios errores. Hay todavía muchos elementos misteriosos en la conducta y el funcionamiento humano que la mente racional no es capaz de captar. La norma principal de la conducta debe ser la moderación, según Alexander Lowen, creador de la Bioenergética, dejando atrás todas las ansiedades, remordimientos e inhibiciones. Saber que la vida en sí misma es un proceso de crecimiento, donde vida y desarrollo se producen en un medio natural, cultural y social. Y la felicidad es la conciencia de dicho crecimiento y que la mayor parte de la gente solicita el proceso terapéutico, porque se ha interrumpido su sensación de crecimiento.

Aprendemos a base de estudiar el pasado y, si se corta el pasado no existe el futuro y el pasado del individuo, es su cuerpo. Y a nivel social, tiene que producirse un cambio evolucionario en las actitudes del hombre hacia sí mismo, hacia su ambiente y hacia la colectividad humana. La estructura de la sociedad se refleja en la estructura del carácter de sus miembros, concepto que esclarecía los aspectos irracionales de la política.

La verdad, la realidad se define a sí misma y nosotros la interpretamos como queremos. Y aquello que llamamos tiempo es un acuerdo, una percepción. ¿Significa eso que el tiempo nace en la mente humana? La mayoría de los pensamientos que solemos generar, no son creativos y no nos aportan nada. Y cuando no vivimos en un estado mental creativo, vivimos en un estado mental reactivo y sufrimos. Los seres humanos, al no saber quiénes somos, creamos conceptos y buscamos acuerdos culturales, como la de determinar lo que es bueno y lo que es malo.

Uno parece un loco cuando piensa una idea que no encaja en las creencias establecidas por la época; pero no es una cuestión de la época, sino de la creencia que se tiene en cada época. Y es la creencia la que termina definiendo el contexto temporal y lo hace, porque nosotros se lo pedimos al creer en ella. Ser conscientes de lo que vivimos, es tan solo una experiencia desde un espacio mental propio y del que nos hemos apropiado, pero que no contiene conocimiento. Considera Sergi Torres, que al hacernos mayores, es en cierto modo construir la esfera propia de conocimiento individual y, es quedar atrapado en una imagen personal del mundo y aislarse del conocimiento universal.

La vida de un individuo es la vida de su cuerpo y, vivir plenamente la vida, es ser pleno en lo mental, espiritual y anímico. Si no se siente pleno, limita la vida de su cuerpo, obstaculizando la expresión de sí mismo y disminuyendo la vida de su cuerpo. Los procesos energéticos del cuerpo determinan lo que ocurre en la mente. La naturaleza primaria del ser humano, es estar abierto a la vida y al amor. Libertad, gracia y belleza, son atributos naturales de todo organismo y sin embargo, la mayor parte de la gente pasa por la vida con un presupuesto limitado de energía y sentimientos.

La cantidad de energía que tenga el individuo y la forma en que la use, tiene que determinar su personalidad. Hay energía en todos los procesos de la vida: en el movimiento, en el sentimiento y en el pensamiento. El organismo es un fuego independiente, auto regulador y perpetuador de sí mismo, que constituye el gran misterio de arder, sin encenderse ni agotarse, nos dice A. Lowen.

La Bioenergética, tiene como fundamento el de que el individuo es su cuerpo y, de que no existimos separados del cuerpo y que a través del cual se expresa y se relaciona con el mundo que lo rodea. Donde, si tú eres tu cuerpo y tu cuerpo eres tú, éste expresa quién eres, tú modo de ser en el mundo en que existes y cómo impresiona e impacta a las demás personas. Y, a más vida tenga tu cuerpo, más estás en el mundo. Donde el afecto y el amor suavizan los rasgos fisonómicos y llena de calor la piel y los ojos.

Nos dice Alexander Lowen, que una persona es la suma total de sus experiencias vitales, cada una de las cuales está regulada en su personalidad y estructurada en su cuerpo. Donde la conciencia no es una unidad separada o aislada de la personalidad, sino una función del organismo, un aspecto del cuerpo viviente y, se desarrolla en relación con el crecimiento del cuerpo físico, emocional y psicológicamente, que depende de la experiencia, adquiriendo profundidad con la adquisición de destrezas y se confirma con la actividad.

El adulto sano es a la vez infante y adolecente y su sentido de realidad y responsabilidad comprende la necesidad y el deseo de apego, de tener a alguien cerca, de amor y capacidad de ser creador, libertad de ser alegre y espíritu necesario para ser aventurero. Según Lowen, es un ser humano integrado, completo y totalmente consciente.

Hermann Hesse, en su poema Lamentación nos dice:

Nos es negado ser.
O tan sólo somos corriente; dóciles fluimos en todas las formas;
a través del día y de la noche, a la cúpula y al antro, nos empuja siempre la sed de ser.
Así vamos llenando formas tras forma sin descansar jamás:
Ninguna se torna patria nuestra, por suerte o por desgracia.
Siempre venimos de camino, eternos viadores;
No nos llaman ni el campo ni el arado: no cosechamos pan.

¿Qué quiere de nosotros el Señor? Lo ignoramos.
Él juega con nosotros y somos como arcilla entre sus manos, callada y maleable, que no ríe ni llora.
Y Dios la amasa, sí, pero nunca la quema.

¡Quedar petrificado algún día! ¡Perdurar!
He ahí nuestras ansias, eternamente inquietas;
más tras ellas no queda más que un temblor pequeño que nunca llega a hacerse reposo en el camino.

Gracián, nos dice que en la naturaleza humana, unos lo quieren todo y al cabo, son menos que nada; valiera más no hubieran sido. Y advertid que los que hablan de ser cabezas por su prudencia y saber, esos andan por el suelo, despreciados olvidados y abatidos. Al contrario, los que habían de ser pies por no saber las cosas ni entender las materias, gente incapaz, sin ciencia ni experiencia, esos mandan. Y así va el mundo, cual digan dueños, no hallareis cosa con cosa. Y a un mundo que no tiene pies ni cabeza, de merced se le da el descabezado. Advertid que los más de los mortales, en vez de ir adelante en la virtud, en la honra, en el saber, en la prudencia y en todo, vuelven atrás. Y así, muy pocos son los que llegan a ser personas. Para esos, es menester otro Hércules, que con la maña y la fuerza, averigüe sus pisadas y castigue sus enredos.

Qué un ciego guíe a otro gran necedad es, pero ya visto y caer ambos en una profundidad de males, pero que un ciego de todas maneras quiera guiar a los que ven, ese es disparate nunca oído. Este es un error muy común, una desesperación trascendental, necedad de cada día y mucho más, de nuestros tiempos. Los que menos saben, tratan de enseñar a los otros; unos hombres intentan leer cátedra de verdades. De suerte que hemos visto que un ciego de la torpe afición de una mujer tan fea cuan infame, llevó infinitas gentes tras sí, despeñándose todos en un profundo de eterna calamidad. Y esta no es la octava maravilla, el octavo monstruo sí, que el primer paso de la ignorancia es presumir saber. Y muchos sabrían si no pensasen que saben.

En todas partes hay vulgo y, por atildada que sea una comunidad, hay ignorantes en ella que quieren hablar de todo y se meten a juzgar de las cosas sin tener punto de juicio. Ciencia y filosofía, deben ir de la mano para ofrecer respuestas sobre quiénes somos y cómo nos enfrentamos al mundo. Y dirigiendo la mirada hacia el viejo dilema que ha preocupado a la humanidad, de cómo funciona la mente y cómo se relaciona con nuestro cuerpo, lejos de ser una cuestión resuelta, donde las ideas preconcebidas sobre ambas, han complicado el pensamiento contemporáneo.

A partir de disciplinas como la neurociencia, la psiquiatría, la genética, la inteligencia artificial y la psicología evolutiva, se nos invita a cuestionar lo que creemos saber de nosotros mismos, en la búsqueda de lo que nos hace humanos. Se pregunta David Brooks, cuáles son las prioridades que rigen nuestras vidas. A partir de ejemplos de grandes pensadores y lideres de todo el mundo, Brooks explora cómo forjamos el carácter a partir de la conciencia de nuestras propias limitaciones.

En la encrucijada en la que se encuentra la psicología, la política y la espiritualidad, se nos presenta una oportunidad única de replantear nuestras prioridades y construir una mejor vida interior, marcada por la humildad y la reflexión moral.

¿UNA VERDAD INCOMPLETA?

Se piensa que en algún momento del futuro, la ciencia podrá proporcionarnos respuestas para algunas de nuestras grandes preguntas sobre la vida: ¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué sentido tiene nuestra existencia? Algunos al observar la complejidad y la maravilla del universo y de nuestro planeta, increíblemente rico y diverso, les parece evidente por sí mismo, que hay una mente maravillosa detrás de nuestro hermoso y sorprendente mundo. Para otros, convencidos de que la ciencia puede explicarlo todo y de que en este mundo, no hay lugar para Dios. De que la creencia en Dios pertenece a tiempos en que las personas no entendían el universo y optaban por la vía fácil, diciendo que lo hizo Dios.

Para Richard Dawkins, este universo es lo único que existe y que lo que los científicos llaman “Energía de Masa” es el componente fundamental del universo y, que no existe nada más. Y Sean Carroll agrega: “Los humanos somos pellas de lodo organizado, que por medio de los actos impersonales de los patrones naturales, han desarrollado la capacidad de contemplar, valorar y relacionarse con la intimidante complejidad del mundo que nos rodea. El sentido que encontramos en la vida no es trascendente. Y es Baltasar Gracián, quién dice que entre todas las maravillas criadas para el hombre, el mismo hombre fue la mayor de todas.

De modo que si para el hombre fueron criadas tan preciosas las piedras, tan hermosas las flores y tan brillantes las estrellas, lo es mucho más el mismo hombre para quien fueron destinadas; él es la criatura más noble de cuantas vemos, monarca en este gran palacio del mundo, con posesión de la tierra y, con expectativa del cielo, criado de Dios, por Dios y para Dios. Hombre o prodigio, ¿Quién eres? Ayer nada, hoy poco más, y mañana menos. ¿Cómo menos? Sí, que a veces más valiera no haber sido. ¿De dónde vienes? De la Nada, ¿Y dónde vas? Al Todo, ¿Cómo vienes tan solo?

Muchos fenómenos naturales presentan formas irregulares, incluso caóticas, que la geometría es incapaz de analizar. La solución a este problema la hallamos en un concepto matemático revolucionario, el del fractal y en una nueva forma de ver el mundo, basada en la máxima de que “El Todo contiene la Parte y la Parte contiene el Todo”.

Cauta si no engañosa, procedió la naturaleza con el hombre al introducirle en este mundo, pues trazó que entrase sin género alguno de conocimiento, para deslumbrar todo reparo. A oscuras llega y aún a ciegas, quién comienza a vivir, sin advertir que vive y sin saber qué es vivir. Persuádeme de que si no fuera con este universal ardid, ninguno quisiera entrar en un tan engañoso mundo. Y, que pocos aceptarán la vida después, si tuvieran estas noticias antes. Bien supo la naturaleza lo que hizo y mal el hombre que lo aceptó. Quién no te conoce, ¡Oh, vivir!, todo ha de ser de penas. Pero ¿Cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de da la madre y los lloros del hijo que la recibe? pregunta Gracián.

Son muchas las causas de insatisfacción y el hecho de nacer, significa que tendremos que enfrentar a la muerte. Y muy probablemente dificultades con las enfermedades que se presenten en la vejez. La naturaleza temporal de las cosas, también puede ser otra causa de infelicidad. Podemos lograr que las cosas sean de la forma que queremos, pero luego todo cambia. No obstante, la razón subyacente de nuestra insatisfacción, la raíz, es que confundimos la manera en que existen las cosas. Vemos a los objetos y a las personas como algo independiente y ajeno a nosotros. Creemos que tienen características y cualidades que nos atraen o nos repelen. Pensamos que todo sucede afuera y que nosotros sólo reaccionamos a ello, como si todo viniera del exterior.

¿Por qué es un error ver las cosas de esa manera? Porque cuando nos fijamos muy bien, no podemos encontrar la esencia en ninguna persona u objeto y, eso nos incluye. No podemos encontrar ninguna cualidad que exista separada de nuestra mente. Ese, es el mal entendido más común. Esta sutil verdad se llama “Origen Dependiente” y, puede exigir demasiado estudio y meditación para entenderse. Sin embargo, cuando se empieza a comprender, se vuelve el concepto más poderoso y con mayor capacidad para cambiar nuestra vida.

Tal como lo han confirmado los físicos cuánticos y lo que Buda enseñó, es que la forma en que las cosas existen, la manera en que son, depende en parte de nuestra propia mente. Si toda esta insatisfacción viniera de algún lugar, sería imposible hacer algo al respecto. Pero como se origina en la mente, aún tenemos esperanzas.

Es el tratamiento, lo que podemos hacer respecto a nuestros problemas mentales. Ponerle un alto a la insatisfacción, según David Michie, es el propósito de las enseñanzas de Buda. Y nos enseña a estar más conscientes de nuestro comportamiento mental para reemplazar los patrones negativos del pensamiento con patrones positivos. Sé tu propio terapeuta. Todos tienen el mismo problema básico, pero expresado de distintas maneras.

Nuestra principal dificultad es que todos somos especialistas en el Yo. Exactamente, me refiero a pensar en el Yo, sólo en mí, en mí mismo. Nunca dejamos de pensar en nosotros mismos, ni siquiera pensamos que esto nos hace infelices y nos estresa. Y si nos enfocamos demasiado en nosotros, nos enfermamos, porque mantenemos una plática interna constante, que dura mañana, tarde y noche. Es un monologo. Paradójicamente, entre más podamos pensar en hacer felices a otros, más felices seremos.

De todos los engaños, es la obsesión con uno mismo tal vez la que más astucia tiene para disfrazarse, porque a veces incluso parece que se esfuma por completo. Sin embargo, siempre vuelve a revelarse y más adelante, en una dimensión monstruosa y con una forma transmutada. Empiece por pensar en las ventajas de practicar la paciencia y las desventajas de no practicarla. Cuando uno está enojado, es el primero en sufrir. Ninguna persona iracunda puede tener una mente feliz y sosegada. También necesitamos pensar en el impacto en otros. Cuando decimos cosas hirientes que en realidad no sentimos, podemos ocasionar heridas profundas que no sanan.

Piense en todos los distanciamientos rupturas totales de las relaciones y, todo por un solo ataque de ira. La ira no viene de afuera, sino de nuestra mente. El enojo viene y se va, nos dice Michie, no es algo permanente ni es parte de usted. Es posible que usted la viva más que otros y, cada vez que sucumbe ante ellaDonde, si la razón en ausencia de emociones resultara importante, no podríamos escoger, razonar o aprender; pero si están ahí es porque desempeñan una función adaptativa, lo que pone fin a la creencia de que sólo entorpecen el pensamiento lógico y las decisiones racionales.

Las emociones y la razón, nos hacen humanos y desempeñan un rol esencial en el correcto funcionamiento de nuestras facultades; así es como memorizamos más y mejor con aquellas informaciones vinculadas a las emociones.

En una vida cotidiana ajetreada, sobre todo en el trabajo o en la familia, suele haber muy poco tiempo para reconocer las angustias que sentimos. Platón, nos dice que: Nunca intentarás curar el cuerpo sin curar el alma; ésta es la razón por la que los médicos de la Hélade desconocían la cura de de muchas enfermedades, pues ignoran al Todo, que también debe ser estudiado. Esto es el gran error en nuestros días en el tratamiento del cuerpo humano; los médicos separan el alma del cuerpo.

La palabra Sofrología, significa templanza, tranquilidad de acción y pensamiento como medio para alcanzar la armonía entre cuerpo, mente y alma y significa literalmente “Ciencia de la conciencia en armonía”.

La mentalidad superviviente, te lleva a depender de lo conocido y, eso que la mente vive, es algo que tú asumes vivir y que parece real, porque tu mente está generando tu realidad, tu mundo mental, tus deseos, ideas e ilusiones con toda experiencia. Y cada una de nuestras neuronas sirve en este propósito y crea su propia historia y pasan a construir información inventada para llenar los vacíos.

La ciencia es conservadora e ignora lo que no se ajusta a sus ideas y, tiene que serlo, nos dice Chet Raymo, si quieres proporcionar un esquema estable para entender el mundo. Y todo científico admite que nuestro presente entendimiento del universo, es tentativo e incompleto y de que aún las ideas más valoradas han sido derribadas cuando la presión del cambio se torna invisible e ignoran temporalmente las excepciones que no se pueden tratar. Y al igual que cualquier actividad humana, la ciencia está sujeta a los prejuicios y defectos de personalidad de los individuos, donde los científicos pueden ser arrogantes y de mente cerrada.

Con la idea de Michael Faraday, de que: “Nada es demasiado maravilloso para ser verdad” y, se debe estar abierto a la posibilidad de que una idea aparentemente extraña, contiene un germen de verdad. Sin embargo, no se debe presumir la existencia de más cosas de lo que es necesario para explicar un fenómeno, según consejos del Okhanisismo, como el hecho de que el escepticismo por sí solo, puede cerrar la puerta y puede ser estéril y arrogante.

Si algo se puede explicar de forma sencilla, entonces es mejor evitar explicaciones más exóticas. El hombre cree, de preferencia, en aquello que le gustaría que fuese verdad. Parte de la postura del escéptico, consiste en que el conocimiento del mundo es incompleto, lo que siempre permitirá una explicación fuera de lugar del creyente. La alternativa a creer, nos dice Rayno, es la que Pascal describe como la “Infinita inmensidad de espacios de la cual no sé nada y que no sabe nada de mí”.

Einstein, al considerar el espacio-tiempo, pudo ver cómo pasado y futuro ocurren simultáneamente y, donde la matemática tiene la capacidad de llevarnos más allá del sentido común y hacia un lugar infinito de posibilidades. Y donde el ayer y el mañana, comparten el mismo instante a todos los niveles del cosmos y, una antipartícula, puede afectar a su pasado, desde el futuro. Y el espacio y el tiempo son sólo una ilusión y es el presente en que vivimos. Y, que es coherente, pero que no es real y que el verdadero presente está naciendo con la expansión del universo e incluye todo tu pasado y todo tu futuro, incluyendo todo lo que estás pensando y sintiendo.

La ciencia, se basa en nuestra habilidad para imaginar lo que no podemos ver; y al igual que los panoramas imaginativos, es un mundo de artificio, de una clase muy especial de artificio. Dando por sentado de que existe un mundo real, “allá afuera” y, que se puede representar, si bien en forma imperfecta, luchando por lograr que la separación entre el mundo imaginado y el mundo real sea tan transparente como sea posible. Y sea lo que sea, lo que está allá afuera, la construcción científica intenta eliminar el elemento humano de la ecuación de idea y realidad. Ya que sin mapas inventados del mundo, la vida sería una floreciente y efervescente confusión y, tanto el escéptico como el creyente, usan mapas mentales del mundo.

La necesidad de encontrar respuestas, está en lo profundo de nosotros, anclada en la raíz de nuestra existencia. De todas las especies vivas de la Tierra, somos la única especie que desea aprender y, queremos conocimiento confiable, público y universal, basado en experiencias no ambiguas y reproducibles. Nos dice Chet Raymo, y que sea o pueda ser común a todos nosotros y en una palabra, que sea científica.

La vista, el gusto, el olfato, el tacto, el oído, es la inter fase entre el mundo “tal como es” y el mundo “tal como lo conocemos”. La percepción y la cognición son procesos tremendamente complejos, infinitamente debatidos por psicólogos, neurólogos y filósofos. Donde lo importante es darse cuenta de que nuestras ideas en torno al mundo, no son lo mismo que el mundo en sí mismo. El científico busca conexiones firmes y no ambiguas, entre construcciones y percepciones que se puedan someter a pruebas experimentales, cuantitativas y reproducibles.

La metáfora de la maquina, ha estado profundamente arraigada en el pensamiento científico y conserva su influencia en nuestra imaginación; pero no es el mecanismo de relojería mejor que la maquinaria de la vida y que según algunos: “No estamos al final del entendimiento, ni siquiera estamos al principio del fin, más bien estamos al final del principio”.

¿Cuál es el propósito de la vida? Pregunta que parece simple, pero que se ha comprobado que ésta se encuentra entre las más difíciles de contestar para el ser humano. Algunos sugieren que el objetivo de la vida es ser feliz. Sin embargo, ¿Cómo se define la felicidad? ¿La vida no es más que simplemente llenar nuestros días con actividades que valen la pena, evitando el dolor y las dificultades?

Si no hay más en la vida que simplemente disfrutar de nosotros mismos y, esperar tener un poco de suerte, podemos preguntarnos si vale la pena todas las molestias que tenemos que vivir, donde todo lo que hemos aprendido, vivido, disfrutado, pensado, soñado, logrado e imaginado es igual a Nada. Todo, es una persecución sin sentido tras el viento. ¿Pero si la vida tiene un principio superior que simplemente las cosas que hacemos con ella? ¿Y si estamos aquí para lograr algo más grande, algo de lo que esta breve experiencia terrenal es sólo una pequeña parte? ¿Qué podría ser? pregunta Alian Danelek.

Tal vez el gran esquema de las cosas de una vida, es suficiente para realizar el propósito de la vida, pero que sin embargo, somos creaturas de cambio y esa necesidad y deseo por cambiar siempre, está tirando de nosotros por ser algo más de lo que somos y, convertirnos en algo más grande y mejor. Este sentir de que estamos incompletos, inexplicable descontento que nos conduce a tener que hacer más o ser más.

Descartes, creyó necesario deshacerse de todas sus creencias anteriores, ya que se daba cuenta de que buena parte de ellas eran falsas. Y después, examinar una por una y después, sustituirlas por otras. La duda metódica supone tratar todas las creencias adquiridas como si fueran falsas y, la más ligera duda sobre su veracidad, es suficiente para rechazar cualquier cosa. La mera sospecha de que pudiera ser falsa, bastaba para inutilizarla como base del edificio del saber, ya que esta construcción debe hacerse sobre conocimientos indiscutibles. Y, todo puede ponerse en duda, ya que no hay nada seguro. Y Descartes decide no confiar en el testimonio de los sentidos. ¿Y si hubiera un genio poderoso y maligno que manipulase lo que uno percibe y entiende? pregunta Nigel Warburton.

Pregunta Laplace: ¿Es el Determinismo realmente compatible con el libre albedrío humano? El determinismo, no deja lugar a la Casualidad, pero no hay ninguna incompatibilidad lógica entre la casualidad y el determinismo, ya que el estado de un sistema en un momento inicial, en lugar de ser fijo, puede ser aleatorio y, tener una distribución probabilística. Por lo que el sistema será también aleatorio y en cualquier momento, su aleatoriedad puede ser reemplazada y descrita por una nueva distribución probabilística, que puede ser deducida de forma determinista. Pero, desafortunadamente en la práctica, nunca se conoce su estado con perfecta precisión, por lo que tenemos que permitir un poco de aleatoriedad, ya que en la práctica, el determinismo no excluye la casualidad y, podemos observar que idealizaciones de la realidad física, pueden ser conceptualmente distintas, incluso si sus predicciones sean idénticas para una serie de fenómenos. Y aunque René Thom e Ilya Prigogine tengan filosofías contradictorias, cuando se abordan las particularidades de un fenómeno específico, pueden no presentan ningún posible desacuerdo.

Para Schrodinger, la mecánica cuántica estaría más de acuerdo con el libre albedrío. Y en un estudio científico de la evolución del universo, según René Thom, se producirá necesariamente una formulación determinista que no necesita ser la del determinismo de Laplace. Y ya que el libre albedrío no origina ningún problema, podemos aceptar explicaciones completamente deterministas en todas las decisiones. Y lo que realmente nos causa dificultades, es la aparente contradicción entre el determinismo y nuestro libre albedrío, caracterizado por el hecho de que ante tantas posibilidades, se da la responsabilidad de elegir una.

Pero nuestra libertad de elegir, es realmente muchas veces una ilusión. En otros casos, se puede hacer una elección real, responsable, pero este tipo de elección no tiene las características de hacerse aleatoriamente, con lo que tenemos que la “Casualidad”, no nos ayuda a entender el libre albedrío. Pero es Schrodinger, quien no ve contradicción entre el libre albedrío y el determinismo, ya sea de la mecánica clásica o de la cuántica, o sea en el macro y el micro mundo.

La predestinación de San Agustín, Santo Tomas de Aquino y Calvino, quedaron enterrados en el olvido y, los viejos problemas que no se resolvieron y que poco fueron perdiendo sentido y olvidados, finalmente desaparecieron.

Podríamos abandonar el determinismo o el libre albedrío, pero podemos cuestionar la capacidad del pronosticador por ser el sistema más complicado de lo pensado y, la predicción del futuro va a requerir de un enorme poder de cálculo, razón por la que no nos será posible controlar el futuro. Situación similar a la del Teorema de la Incomplitud de Godel, o la consideración de que una paradoja puede conducir a probar que la verdad o falsedad de algunas afirmaciones no puede decidirse, porque la tarea de tomar una decisión, es interminablemente larga y, lo que posibilita que nuestro libre albedrio sea una noción significativa, es la complejidad del universo o más precisamente, nuestra propia complejidad.

Y en principio, es posible deducir las posiciones y velocidades en distintos momentos, a partir de la ecuación de Newton, pero la existencia y la unicidad de las soluciones no están garantizadas para todas las condiciones iniciales y, no pueden obtenerse las soluciones en forma analítica explicita, volviéndose su estudio muy complicado, como señala Ruelle.

Para Sergi Torres, a la ciencia le importa un carajo tener razón, a quien le importa es al ser humano y nos sirve para ver una solución desde una perspectiva diferente. Y no es necesariamente mejor que cualquier otra perspectiva, que el uso equivocado de la ciencia nos ciega e impide romper límites e ir más allá de nuestras propias reglas. Y cualquier científico empezará a ser consciente de cuantos acontecimientos ocurren en nuestro mundo y, que no vemos porqué los estamos midiendo desde nuestros propios criterios.

Como seres humanos, hemos inventado nuestras propias leyes y las aplicamos al universo, estableciendo nuestra realidad. Y sólo desde el presente, puedes hacerte responsable de todo lo que imaginas con tu mente y, no es real. Sin embargo, si no soy consciente de que es una mera percepción y que en verdad la realidad se define a sí misma y que nosotros la interpretamos como queremos, en nuestro caso medimos la realidad temporal de forma lineal. ¿Significa eso que el tiempo nace en la mente humana?

El principal objetivo de un cerebro sano, es ofrecer un buen presente, una experiencia coherente y apetecible, donde la veracidad le importa un bledo, según Sergi Torres. Y nos damos cuenta de que para ser Yo, necesito ubicarme en un espacio tridimensional, en un tiempo lineal y, sostener esa ubicación todo el tiempo posible. Y de que en realidad, el espacio y el tiempo son sólo una versión, una posibilidad de entre muchas otras, siendo consciente de que todo está coexistiendo en el mismo lugar. Y, de que es posible percibir esto, dependiendo de dónde situamos nuestra conciencia. Y cuanto más en el centro de la conciencia estás, más información tienes y más sabes que no eres lo que estás percibiendo y, que eres una versión del Todo. Y según Torres, todos los acontecimientos suceden en un mismo instante, pero aquél en el que se posa nuestra conciencia, pasa a ser el presente vivido.

Dentro de la ciencia, la evolución simplemente significa adaptabilidad en un esfuerzo para encajar en un nuevo ambiente, proceso neutro que no trata de llevar la especie a un plano superior de la existencia o forma de vida más avanzada, sino simplemente encontrar una forma de vida para sobrevivir. En el mundo espiritual, según Danelek, la evolución es más que simplemente sobrevivir y en vez de eso, permite un proceso de “Maduración Espiritual”, lo que implica que ciertas personas estén más adelantadas en este proceso que otras, manifestadas en un mayor nivel de conciencia de las cosas. Lo que no significa que sean mejores que otras, donde cada ruta es adecuada, en cuanto a que todas ellas conducen hacia la realización de conciencias más desarrolladas. Y donde cada camino tiene sus propias consecuencias y recompensas y, estar más adelante, es estar más conscientes y puede ser la de experimentar un mayor grado de paz y alegría en la vida, aunque no necesariamente tener menos dificultades. Mientras que estar en una etapa más temprana, es con frecuencia vivir en la oscuridad y el miedo.

Todo es una cuestión de perspectiva y la pregunta es la de: ¿Qué es lo que la naturaleza quiere o está tratando de lograr? Además: ¿Cuál es el propósito de crecer? ¿Es la propia naturaleza del espíritu humano experimentar todo lo que hay que experimentar? Y ya que incluso el adolecente, eventualmente comprende que debe seguir adelante con el fin de tener la experiencia de la vida plena. Estamos tratando de experimentar la vida y no imaginar lo que es. Y eso requiere las experiencias que la carne puede proporcionar. Experimentar cualquier cosa, comparándolas con las adversidades que sufrimos y, es sólo cuando nos sometemos a un mundo de obstáculos, problemas y trabajos, que la paz, el descanso y la alegría adquieren su verdadera importancia. Es solamente cuando se somete al odio crudo, la ira y la rabia, que el amor, la compasión y el perdón demuestran su verdadero valor.

¿Somos poco más que un gran accidente cósmico y que, en consecuencia, nuestras vidas no tienen ningún propósito final? ¿Una existencia sin significado y un universo que a pesar de toda su belleza y esplendor, no tiene más permanencia que la de una flor que florece brevemente en la primavera sólo para marchitarse y morir después de unos pocos días de vida?

Instintivamente, entendemos que somos algo más que la suma de nuestras partes. Esto reduce el mundo físico a poco más que una “Incubadora Cósmica”, que sólo sirve para hacer nacer nuevas almas, cada una de las cuales pasa aquí un pequeño tiempo antes de irse volando hasta ultima y final morada. Idea que logra dotar a esta única vida, de una suprema importancia y que también obliga a preguntarse, ¿Por qué el mundo físico es necesario? ¿Por qué todo sufrimiento innecesario y las adversidades de una existencia física?

En tal contexto, la existencia física parece no sólo inútil, sino potencialmente peligrosa. Según Allan Danelek, existe otra posición a considerar, abrazada por miles de millones de personas y a través de miles de años, que sostiene que esta existencia física no es ni insignificante ni transitoria, sino que continúa su curso perpetuamente. Que da cuenta de la existencia perpetua a través de un proceso de continuos renacimientos en el mundo físico, haciendo de nuestro tiempo en este planeta, no una breve experiencia única, sino un proceso repetitivo que se realiza a través de cientos de vidas. Es una creencia atemporal anterior a la cristiandad y al Islam, por muchos siglos.

Para Danelek, en la vida se trata de aprender y crecer en conciencia, tanto intelectual como espiritualmente. Y la razón por la que nos movemos a ese fin, es porque nos sentimos atraídos hacia lo superior y somos parte de algo divino, sea naturaleza o Dios. Y como resultado de ser parte de Él y porque el amor es el único camino hacia la felicidad eterna, buscamos reunirnos con la fuente de todo ese amor. Y porqué sólo podemos experimentar amor al ponernos en situaciones en las que no se experimenta el amor, experiencia en la que en última instancia nos impulsa hacia la fuente de todo amor que muchos llamamos Dios. Donde se necesita experimentar el odio para entender el amor, la tristeza para entender la alegría y el egoísmo para entender el desinterés y, se tiene que experimentarlas a fin de poder existir en cualquier contexto significativo.

Hoy vivimos en una época empírica y racional, que define la realidad en términos muy diferentes a los utilizados por nuestros antepasados, donde todavía podemos venerar las palabras de los profetas e incluso tratar de aplicar sus enseñanzas a nuestra vida cotidiana. Pero, que cuando se trata de lo que nos pasa cuando morimos, nos deja a menudo con más preguntas que respuestas.

Lo que se necesita es la oportunidad de sopesar la evidencia verificable, desde una perspectiva objetiva y desapasionada. Y para esto, debemos recurrir a la ciencia para encontrar algunas respuestas. Y no es que la ciencia tenga todas las respuestas, que está claro que no puede proclamar la verdad donde la evidencia no se ajusta a las rígidas normas científicas y que sin embargo, todavía tiene muchas cosas por decir y que se puede demostrar cuando un suceso se encuentra fuera del ámbito de la mera coincidencia o, es el producto de la probabilidad estadística.

La reencarnación, según Danelek, ofrece respuestas a muchas de las preguntas importantes que todos tenemos acerca de la vida, de Dios y la eternidad en general; evidencia compartida por los antiguos druidas, egipcios y griegos. Somos lo que somos y, lo que hacemos es experimentar la vida en el contexto tanto del mundo físico como del mundo espiritual, nos dice Danelek.

El humanismo de David Henry Thoreau, revela una sistemática intransigencia respecto de todo intento de establecer un orden humano, que de alguna manera altere el orden divino, que se manifiesta en la naturaleza, donde él percibía el aliento de pureza, que los hombres disipan con su materialismo sacrílego y, que los lleva a establecer un sistema social básicamente perverso, en el que se gesta la semilla de la inmoralidad, el abuso, la injusticia, la violencia.

Males que parten de un tipo de sociedad en el que los individuos enajenan su conciencia, poniéndola en manos de un gobierno que convierte a los ciudadanos en instrumentos al servicio de causas deplorables, como la esclavitud y la guerra. Y nos invita a vivir con simplicidad y aceptar la cotidianidad como algo bueno y natural, encontrando refugio donde puedan cultivarse los ideales del espíritu en contra del mundo materialista.

Thoreau, exalta la “Ley de la Conciencia” por encima de la ley civil, e invita a practicar la protesta no violenta. Por lo que ha sido tomado como un guía ideológico para los ecologistas, señalando la necesidad de conservar intactos los territorios donde crece la vida en forma natural. Aceptando que el mejor gobierno es el que gobierna menos, pero también de que el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto y, de que cuando los hombres estén preparados, ese será el tipo de gobierno que tendrán. Para él, la mayoría de los gobiernos son a menudo, un inconveniente.

El ejército regular, es tan solo un brazo de ese gobierno que es igualmente susceptible de ser objeto de abuso y pervertirse, generando toda clase de daños en la gente. De este modo, los gobiernos ponen en evidencia con cuanta facilidad se puede convertir a los hombres en instrumentos en beneficio propio. Es por eso que el mejor gobierno es el que menos interfiere en la vida de los gobernados. Y nos pregunta ¿Acaso no puede existir un gobierno donde la mayoría no decida virtualmente lo que esté bien o mal, sino que sea la conciencia, la que decida? Por lo que deberíamos ser hombres primero y ciudadanos después, donde lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino más bien por la justicia.

Para muchos, la sociedad no tiene conciencia, pero una sociedad formada por hombres conscientes es una sociedad con conciencia. Y una consecuencia natural y muy frecuente del respeto indebido a la ley, es que uno puede ver una fila de soldados, todos marchando hacia el frente de guerra en contra de su voluntad y en contra de su sentido común y, en contra de su conciencia.

Donde, en la mayoría de los casos no cuentan con el libre ejercicio de la libertad, ni de la crítica y, carecen de sentido moral y se igualan a las piedras y a la tierra. Y sin pretenderlo conscientemente, son capaces de servir tanto al diablo como a Dios.

Ciertamente, no es del deber de un hombre dedicarse a la erradicación del mal, por monstruoso que éste sea. Pero sí puede y es su deber al menos, lavarse las manos de él y por lo menos en la práctica, que no le dé su apoyo. Así, con el pretexto de orden y gobierno civil, se nos hace rendir homenaje a la mezquindad y, apoyamos la propia vileza. Lo que tenemos que hacer es asegurarnos de no hacer precisamente el mismo daño que condenamos.

Siguiendo a David Brooks, podemos decir que:

En el fondo, los seres humanos estamos dotados de imaginación moral, donde todos queremos llevar una vida no sólo de placer, sino también de propósito, rectitud y virtud.
La vida es en esencia, un drama moral no hedonista. Y la base de ese entendimiento es que somos criaturas imperfectas, con una tendencia innata al egoísmo y la presunción. Además, sobreestimamos nuestra fuerza y racionalizamos nuestros fracasos y, sabemos menos de lo que creemos o cedemos a nuestros deseos inmediatos, aún a sabiendas de que no deberíamos hacerlo.
Aunque somos imperfectos, estamos dotados de modo esplendido, donde estamos divididos por dentro, terrible y maravillosamente hechos. Pecamos pero tenemos la capacidad de reconocer el pecado. Somos débiles y fuertes, limitados y libres, ciegos y visionarios.

La matemática, considerada como la reina de las ciencias, es además una de las invenciones más misteriosas, no solamente porque puede explicar el Cosmos en su conjunto, sino porque siendo una disciplina independiente de la experiencia, se ajusta maravillosamente a la Realidad Física.

Si como la matemática es un producto del pensamiento humano, ¿Cómo es que se ajusta tan fielmente al mundo natural e incluso puede predecirlo? Muchos filósofos se han maravillado de esto, pero siglos de investigaciones científicas y especulaciones filosóficas, apenas o poco, han servido para desentrañar su enigma.

Se plantea la cuestión de la invención o el descubrimiento de las matemáticas y, para entender la diferencia que plantea Mario Livio, la pregunta de si ¿Dios ha sido inventado o descubierto?

Si se trata de comprender la realidad cambiante y compleja en la que vivimos, no se necesita un doctorado en matemáticas; se trata de números y datos que se manejan en la estadística, indispensables en el relato con el que construye hoy en día la actualidad política, económica y social, donde basta un poco de paciencia y sentido común y sobre todo curiosidad, para comprender dicha realidad. Donde podemos acceder a datos y analizarlos para sopesar y evaluar afirmaciones de lo que nos rodea, con la confianza y el sano escepticismo de que ahuyentan la desinformación. Y esto ante un futuro cada vez más incierto, resulta un reto urgente.

La mente es el origen de nuestra capacidad de elegir y de cambiar, por lo que la mente puede influir en nuestra fisiología básica y modificar al cerebro en un sentido positivo. Y si queremos cambiar el curso del estado global del planeta, deberemos transformar la mente humana y facultarnos para que nuestra vida individual y colectiva, sea más sana. Y así, contribuir al bienestar del mundo. No hay nadie en este planeta que sepa cómo pasar de una activación neural a la experiencia subjetiva de conocer, nos dice J. Siegel. Pero algún día entenderemos cómo se convierte la materia en mente, pero ahora mismo no lo sabemos.

LAS LEYES DEL PENSAMIENTO

Desde los albores de la humanidad, los hombres se han sentido profundamente intrigados por preguntas como las de: ¿Qué leyes rigen el universo? ¿Cómo las conoceremos? ¿Cómo puede servirnos este conocimiento para comprender el mundo y con ello, orientar sus acciones en nuestro provecho? Segun Roger Penrose.

Desde el comienzo de los tiempos, el hombre quiso comprender el universo y, movido por esa pulsión de saber, construyó mitos, leyendas y teorías, a veces absurdas y otras no tanto, para intentar explicar un mundo que le resultaba extraño e insondable. Donde también la ciencia intentó en su fase incipiente, explicaciones que luego demostraron ser erróneas.

La explicación científica de algo, no es necesariamente la única explicación racional posible y puede haber múltiples explicaciones que sean igualmente ciertas al mismo tiempo. Para Paul Davies, el hablar del origen del universo o de la vida, no hay necesidad de invocar nada sobrenatural. Nos dice que nunca le ha gustado la idea de la intervención divina y que para él, resulta mucho más inspirador creer que un conjunto de leyes matemáticas puede ser lo bastante inteligente como para hacer que existan todas esas cosas.

Buscar explicaciones y ponerlas a prueba, es una forma de pensar que todos usamos durante buena parte del tiempo. La idea es de que el pensamiento científico es racional, pero el pensamiento racional no está nada más confinado a las ciencias, ya que puede haber múltiples explicaciones que sean igualmente ciertas al mismo tiempo; el cientifismo, la creencia en que la ciencia puede, al menos en principio explicarlo todo, es falso.

Algunos estudios sobre pensadores muy creativos, nos muestran que todos tienen una característica en común: cierta habilidad para tomar la ambigüedad, la disonancia, la inconsistencia y las cosas que están fuera de lugar. Estos pensadores van a mirar el problema de distintas maneras y van a tratar de examinar distintas variables, invocando muchas veces por lo inesperado. Pero, entre más cultos y especializados, puede conducir a tener una imaginación más limitada, por lo que a menudo las personas que saben más ven menos y las personas que saben menos ven más y, con Leonardo da Vinci, su mente integraba información en vez de segregarla.

Saber algo muchas veces nos anula la mente, no nos deja mirar un poquito más allá ni entender que existen distintas posibilidades o varias respuestas a una pregunta; pero la experiencia nos hace resolver los problemas que vamos encontrando cotidianamente, de la misma manera que en el pasado pero además, una mirada de otra disciplina y con otra perspectiva, nos permite encontrar otra posibilidad a la problemática a la que nos enfrentamos.

La afirmación de Stephen Hawking, de que Dios no es necesario para explicar el universo o para explicar porqué existe el universo y de porqué hay algo en lugar de nada. Para Lennox, no sólo no es científica, sino que ni siquiera es racional y dado de que da por hecho de que existen las leyes de la física, de hecho éstas no sólo son incapaces de crear nada sino que no pueden hacer que suceda nada. Y, si nos permiten analizar el movimiento y describir trayectorias futuras de un objeto, sin embargo son incapaces de crear objetos a partir de la nada y las leyes se pueden sólo aplicar a los objetos que ya existen.

Según C. S. Lewis, las leyes de la naturaleza no producen sucesos y sólo afirman el patrón al que todo suceso debe adaptarse, porque toda ley en última instancia, nos dice que si tienes A, tendrás B, pero primero debes conseguir A, ya que las leyes no lo harán por ti. Un mundo en el que las leyes matemáticas por si solas dotan de existencia al universo y crean la vida, es pura ficción. Las teorías y las leyes no pueden hacer que exista materia, energía o lo que sea y la idea de que de alguna manera tienen esa capacidad de crearse de la nada, no tiene sentido.

Nos dicen Verónica y Florencia de Andrés, que el subconsciente puede sintetizar enormes cantidades de información. Así, tenemos dos maneras bien determinadas de pensar: una que es muy veloz y hace su trabajo casi sin esfuerzo y resulta más difícil de modificar o controlar. La otra, es más lenta, secuencial y funciona con más esfuerzo. Y aquello que pensamos de nosotros mismos, y lo que nos repetimos con frecuencia, se siembra en nuestra mente y florece en nuestras acciones. Y tanto si piensas que no puedes, como si piensas que sí puedes, estás en lo cierto.

La psicología cognitiva, afirma que las personas pueden cambiar su vida cuando empiezan a observar y cambiar sus pensamientos, donde si bien no podemos elegir los hechos que nos suceden, siempre podemos elegir nuestra respuesta frente a esos hechos, ya que no son los hechos en sí mismos los que generan los estados emocionales, sino que es nuestra manera de interpretarlos. Y lo interesante es que más allá de diferencias, hay creencias irracionales que son comunes y donde tenemos alrededor de 50,000 pensamientos cada día, por lo que estamos permanentemente en diálogo con nosotros mismos.

De todos los juicios que hacemos a lo largo de la vida, ninguno es tan relevante como el que hacemos sobre nosotros mismos, porque este juicio, es el motor de nuestra existencia, donde nuestro cerebro piensa en imágenes, imagen que se forma en la mente y determina nuestras acciones y de cómo hacemos las cosas.

Nos dice Daniel J. Siegel, que el mero hecho de abordar las preguntas del “porqué estamos aquí”, y de cuál es el “propósito de la vida”, es una osadía, donde la parte que duda tanto, mi mente dubitativa, me impulsa a seguir con nuestra exploración del “cómo”, el “cuándo” y el “dónde” de la mente, pero me insta a que me salte el “porqué”.

La base de la psicoterapia, basada en el mindsight, es que todos tendemos de manera natural a la integración, a una auto organización óptima, donde como sistemas complejos que somos, la autoorganización es una propiedad emergente de quiénes somos y, es una faceta fundamental de nuestra mente.

Para el filosofo y psiquiatra William James, la mayor revolución de nuestra generación es el descubrimiento de que cambiando actitudes de la mente, podemos cambiar resultados externos, ya que tenemos una mente poderosa y con formas de funcionar bien diferenciadas, una consciente y otra subconsciente.

La mente consciente es buena capturando y clasificando información, de acuerdo con ciertas reglas; pero comparada con la mente subconsciente, tiene baja capacidad, por eso sólo podemos pensar conscientemente en un número limitado de factores al mismo tiempo. En comparación, la mente subconsciente puede sintetizar enormes cantidades de información. Entender el mundo como una serie de percepciones tomadas de sistemas sensoriales, mediante los cuales reaccionamos y las rutas neuronale, que tienden a ayudarnos a mantener las cosas en perspectiva y fomenta la empatía.

En proporción a su cuerpo, los mamíferos y las aves desarrollaron cerebros más grandes y, ni los reptiles ni los peces cuidan a sus críos y algunos hasta se los comen. En cambio los mamíferos y las aves, criamos a los pequeños y en muchos casos hacen parejas para siempre y al seleccionar una buena pareja, compartimos la comida y cuidados, lo que requiere un proceso neuronal más importante. Y así, en términos científicos podemos decir que una ardilla o un loro, están más vivos que una lagartija o un salmón, ya que planean, comunican, cooperan y negocian mejor.

El salto siguiente en la evolución del cerebro, fue la aparición de los primates, cuya característica es la de ser de gran sociabilidad y en cuanto sociales más su descendencia, cuanto más complicadas sus relaciones sociales, más complejos son sus cerebros. Y donde al conocer y entender cómo funcionamos, tenemos mayores herramientas para vivir mejor y, también con estudios sobre diferencias y similitudes entre los seres humanos, representan posibles aplicaciones en el desafío de las sociedades a interactuar y cooperar, tender lazos empáticos y solidarios a partir de lo que nos asemeja y nos distingue unos de otros.

Nadie sabe porqué el cambio evolutivo fue tan rápido y abrupto, pero la mayoría echa la culpa a la presión natural que el clima ejerció en la supervivencia de las especies y, al hecho de que no tratamos de vencer al clima sino de adaptarnos a su variación. Y aquellos que no pudieran resolver el problema ambiental o aprender con rapidez de los errores o aquellos que no cooperaran, no vivirían mucho tiempo y, no dejarían sus genes en las descendencias. Aquellos genes que fomentaban las habilidades para relacionarse y cooperar, fueron haciéndose más fuertes y hoy vemos esos resultados en el altruismo, la generosidad y la justicia.

Y eso ocurrió gracias a los cambios en nuestro cerebro. Por un lado, por una base de datos donde guardamos conocimiento y por otra, a la habilidad de improvisar con esa información. La habilidad de poder improvisar y ser creativo usando nuestro conocimiento, fue lo que nos permitió sobrevivir ante condiciones de vida tan cambiantes. Donde el hemisferio izquierdo del cerebro trata con una cosa a la vez y procesa la información de manera lineal. En cambio el hemisferio derecho, puede integrar muchos aspectos al mismo tiempo y nos brinda una perspectiva holística y, logra establecer similitudes, nos dice Bachrach. Y es experto en sintetizar, visualizar, reconocer patrones y relacionar las cosas y también, el mayor responsable de nuestras sensaciones.

Una teoría sobre la diferencia funcional de los hemisferios cerebrales, establece que el hemisferio derecho se encarga del procesamiento de los aspectos centrales de una situación, mientras que el izquierdo tiende a estar involucrado en el registro de los detalles más finos. Y así, para López Rosetti, estar enamorado implica vivir la aventura de saberse en riesgo, en este sentido, la mujer amada será siempre única y fatal puesto que para bien o para mal, cambiará nuestro destino. Cerebro y mente interactúan de un modo tan estrecho, que se comprenden mejor como un sistema único codependiente pero, la mayor parte de la mente permanece fuera de nuestra conciencia y no tenemos ni idea de lo que está sucediendo. Y, tu mente o tus pensamientos, pueden modificar la estructura y la anatomía de tu cerebro.

Así, ellas no son iguales a nosotros, su cerebro es diferente, con distinta anatomía, distintas redes neuronales, distinto modo de procesar la información y en consecuencia de actuar, pero ni los condicionamientos biológicos ni los genéticos son suficientes para explicar nuestras diferencias.

La teoría del conocimiento, es una doctrina filosófica donde entendemos por filosofía como “Amor a la Sabiduría o deseo de Saber”, donde grandes filósofos como Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel y muchos otros, dedicaron su vida a reflexionar sobre este tema, que determina la relación entre el ser humano y el mundo que lo rodea. Y es J. Hess, el que con la “Teoría del Conocimiento” nos lleva de la mano por la senda que ha tomado el hombre para aprender las cosas que están en su entorno y, llegar a un conocimiento sensible de ellas y de sí mismo. Para todos aquellos que se preocupan por este acto filosófico que, no por ser cotidiano, es menos importante para nuestro desarrollo espiritual.

La teoría del conocimiento trata de estudiar el significado objetivo del pensamiento humano, la referencia de éste a sus objetos, donde según J. Hess, la referencia de todo pensamiento a los objetos, es el objeto formal de la teoría del conocimiento. Y por eso la caracterizamos también como teoría del pensamiento verdadero y, mientras la teoría general del conocimiento investiga la referencia de nuestro pensamiento a los objetos en general, la teoría especial del conocimiento, vuelve su vista hacia aquellos contenidos del pensamiento que referencian y encuentran su expresión más elemental que investiga los conceptos básicos más generales, por cuyo medio tratamos de definir los objetos.

Estos conceptos supremos se llaman Categorías y, la teoría especial del conocimiento, es por ende, esencialmente una teoría de Categorías.

La teoría especial del conocimiento, se halla en la relación más estrecha con la Metafísica General u Ontología, pues ésta como teoría del Ser, investiga también los conceptos más generales que se refieren al Ser. Nuestro cerebro nos enseña que aquello que pensamos, no procede del estímulo externo, porque si aquello que pensamos fuera externo a todos, nos afectaría por igual y no es así. Donde tomar conciencia de cómo funcionamos y cómo somos, nos hace libres porque nos devuelve la posibilidad de elegir y así, lo que antes era culpa, muta en responsabilidad. Y la culpa y el sufrimiento, como los conocemos, empiezan a mutar también.

El sufrimiento, el dolor y el miedo son estímulos que están tratando de enseñarnos que el uso que estamos haciendo de nuestra conciencia no es coherente. Todas las situaciones de nuestro día a día, aparte de estar diseñadas por nuestra mente, pueden llegar a tener una calidad intensa llamada incomodidad. Y es la única forma que tiene de reclamar nuestra atención. Donde, la energía creadora del pensamiento, es la misma energía que da vida a tus emociones, a tus acciones y a cada resultado que obtienes en tu vida. Y así, para S. Torres, un pensamiento, desde un punto de vista cerebral, es una energía electroquímica que callejea por tus redes neuronales.

¿De dónde proceden las cosa que pensamos y, cuál es su génesis? Cualquier pensamiento, nos dice Sergi Torres, se rige por unas premisas básicas, donde genéticamente somos en un 99.9% idénticos, donde tu cerebro propone un pensamiento en cada situación de vida. Dejando de ver un pensamiento como un hecho y, reconociendo que se trata de una propuesta neuronal, una predicción cerebral que puedes decidir usar o no.

Las emociones, son sensaciones categorizadas y conceptualizadas y para los científicos, son hormonas, neuropéptidos y alteraciones corporales. Y una vez que la emoción se ha constituido, nos empuja a actuar y esa acción trae consigo unos resultados y una situación de vida concreta. El pensamiento es el responsable de la experiencia de todo lo que uno siente. ¿Y qué o quién es el responsable de ese pensamiento?

Leer las historias de santos, sabios y visionarios, provoca una sensación extraña, una mezcla de inspiración y duda. Y ahora que la era de la fe está más que terminada, las personas de la modernidad tienen una exigencia razonable: Si Dios existe, deberíamos poder verificarlo. Las escrituras no son suficientes. La autoridad de los santos no es garantía, nos dice Deepak Chopra, en un mundo que se basa en los hechos. Darle carta libre a lo divino con el argumento de que Dios está por encima de las dudas mezquinas, no le ofrece tranquilidad a quien tiene esas dudas.

La Naturaleza, es vista como el lienzo en el que se muestra el trabajo de Dios. La gran ventaja del camino de la Devoción es su alegría. Pero, como demuestra Rumi, para el devoto perfecto, este amorío con lo divino es tan tumultuoso y tan culpable de corazones rotos como cualquier amorío humano. Depende de ti saber si Dios ha tocado tu corazón.

Al principio, se trató de dar sentido a las fuerzas que controlan el mundo, aferrándonos al tipo de conocimiento que nos era accesible a partir de nuestras propias vidas. Se imaginaba que cualquier cosa o quienquiera que fuera que controlara su entorno, lo haría de la misma forma en que nos esforzábamos para controlar las cosas. Y originalmente, se había creído que su destino estaba bajo la influencia de seres que actuaban de acuerdo con sus propios y variados impulsos humanos.

Tales fuerzas impulsoras podían ser el orgullo, el amor, la ambición, el miedo, la venganza, la pasión, el castigo, la lealtad o el arte. Por consiguiente, el curso de los fenómenos naturales, como el Sol, la lluvia, las tormentas, el hambre, la enfermedad o la pestilencia, se entendían como el capricho de los dioses motivados por los impulsos humanos.

Muchas cosas dependen de la forma en la que cada persona interpreta el guion de su vida. Donde existen enfermedades genéticas y enfermedades epigenéticas, es decir, que dependen de la forma en la que cada persona interpreta el guion de su vida, lo que significa que los problemas no están en tu vida sino en la forma que tú tienes de interpretarla. Nos dicen Torres y del Rosario, que no sólo el entorno modifica la expresión de los genes, que influye y mucho, la forma en que vivimos esas satisfacciones de vida; es decir de cómo vivo esa situación, la indisposición para vivir y el miedo a una posibilidad, que promueven la enfermedad y no la situación externa en sí misma.

Y de hecho, un organismo se comporta de forma diferente dependiendo de la disposición ante la experiencia de la vida y, es como si existieran dos biologías: una, de supervivencia, cuando rechazamos una situación y la otra de la biología del presente, que es cuando estamos dispuestos a vivir dicha situación. Y si decidimos rechazar dicha situación por considerarla una amenaza, eso nos lleva a la biología de la supervivencia, donde la amígdala es la protagonista, asociándose con el miedo y la confianza.

Se encuentra conectada con los sentidos sensoriales, donde puede crear sensaciones e influir en las cosas que pensamos en su constante comunicación con el sistema Límbico, así como ocasionar cambios físicos en nuestro cuerpo. Depende de las cosas que percibimos y pensamos del pasado y de las futuras proyecciones e impulsa tanto sensaciones corporales como cambios en el funcionamiento de diferentes órganos. El Hipotálamo, es capaz de convertir señales eléctricas de las neuronas en un lenguaje químico, que las células del cuerpo son capaces de entender, iniciando una cascada de procesos que llegan a los riñones con hormonas del estrés como son el cortisol, la adrenalina y novadrenalina.

Paralelamente, el sistema nervioso o simpático entra en escena y en pocos segundos experimentamos que el corazón se agita a mil por hora, la respiración simula una locomotora, la tensión arterial se va a las nubes, las extremidades empiezan a temblar y la energía disponible se envía a los músculos para hacer frente al felino que vive en nuestra imaginación, dejando a los procesos de largo plazo sin energía, como son la digestión, la reproducción, crecimiento, el sistema de defensas y regeneración celular. Y se calcula que el 70% de las visitas al doctor están relacionados con el estrés crónico y la desconexión de nuestro medico interno.

Esto significa que nuestro organismo cuenta con un médico interno que tiene muchos millones de años de experiencia, donde hemos descubierto que no todas las células tienen el mismo material genético y de que no existen dos neuronas genéticamente idénticas.

El camino del Entendimiento, nos dice Deepak Chopra, es el camino abierto a la mente. Conlleva una reflexión sobre las grandes preguntas de la vida: ¿Quién soy? ¿Para qué fui creado? ¿Qué significa mi existencia? Y si sólo llegan a ti respuestas abstractas, sólo has hecho investigación mental árida. Podemos ver que la sociedad no aprueba a los preguntones ni a quienes cuestionan el conocimiento recibido.

Las religiones suelen apoyarse en la noción de que Dios quiere que hagamos ciertas cosas, como obedecer sus leyes, para ganarnos su favor, lo que en su mayoría es política eclesiástica, una forma de mantener a los feligreses alineados. Al Ser infinito, a Dios no le falta nada, por lo tanto, tampoco espera nada de nosotros. Nuestro amor propio limitado no es nada junto al amor ilimitado. El secreto del camino del servicio, según Chopra, es deshacerse del Ego, que sólo sirve para el Yo, mío y a mí. Para llegar a Dios, tu servicio debe ser a la vida misma, esto es, servir a todos los seres. Vemos una existencia humilde que no necesita recompensas, sino que obtiene inspiración del dar.

El camino de la Meditación, según Chopra, es el camino de la conciencia. El entendimiento empieza con un destello de percepción. El servicio comienza con un acto de humildad, pero cuando emprendes el camino de la meditación sólo hay el Ser. Para poder ser necesitamos sólo de una cosa: Conciencia. En el camino de la meditación, abrirás tu mente a una conciencia elevada como tu esencia misma. Donde estos cuatro caminos son formas universales de alcanzar una realidad más elevada.

Los mensajes divinos suceden dentro del campo de la conciencia y si Dios estuviera fuera de la conciencia humana, no existiría, al menos para nosotros. El alcance de la realidad es infinito y eterno, esto siempre ha sido parte del misterio de Dios, pero lo infinito y eterno se encerró en el tiempo y el espacio con el Big Bang y lo mismo sucedió con la mente. Muchos científicos visionarios han empezado a reconocer que la conciencia es un campo de investigación válido y, algunos llegan a considerar que nuestros cerebros, nuestros genes y nuestros pensamientos están diseñados para buscar a Dios.

Somos seres conscientes que quieren saber de dónde viene su conciencia, ya que sólo la conciencia puede entender a la conciencia, de ahí que haya una larga tradición de santos y sabios exploradores de la naturaleza de la realidad. Somos en esencia divinos, nos dice Chopra, porque Dios es sólo otro nombre para el origen y la fuente de la conciencia.

¿Por qué Dios no dice lo que tiene en mente y permite que el mensaje se extienda a todas las personas? Supongamos que Dios es infinito, pero como nuestras mentes no están equipadas para percibir el infinito, sino que sólo percibimos lo que estamos preparados para ver y conocer y, la infinidad se revela a sí misma por pedazos hechos a la medida de cada sociedad, época y hábitos mentales y, etiquetamos como Dios los meros vistazos que percibimos de una realidad superior.

Afirmar que Dios evoluciona, implica que comenzó en un estado de inmadurez y creció hasta convertirse en la totalidad, cuando toda fe sostiene que Dios es infinito desde el principio y, lo que en realidad ha evolucionado es la comprensión humana de su existencia. Dios representa nuestra necesidad de conocernos a nosotros mismos, así que a medida que la conciencia evoluciona, también evoluciona Dios, en un viaje que no terminará jamás.

La gente responde a sus propias percepciones de la realidad y cada persona posee su propio mapa del mundo y, no existe mapa del mundo que sea más real o más verdadero que otros, según Rosetta Forner. Agregando que los mapas más sabios y compasivos, son aquellos que permiten el mayor y mejor número de alternativas, como contraposición a los más precisos o reales. Pero ningún mapa mental del mundo puede agotar la riqueza de la realidad, como no sea un mapa que sea idéntico al mundo mismo, en una escala uno a uno, que cubriría por completo el panorama que describe.

Nos desconcierta la idea de que podríamos ser simplemente máquinas y nos aferramos a la noción de que existe algo mágico, irreductible y trascendente en torno a la vida, algo que por siempre escapará a los modelos computarizados y donde conforme nos alejamos del plano de las sensaciones inmediatas, donde todo conocimiento para Chet Raymo, es metafórico. Donde la metáfora mecánica reemplazó a la metáfora animista, donde se atribuía almas vivientes a plantas y objetos inanimados y a los fenómenos naturales.

Una mentalidad abierta fragmenta en pocas partes la conciencia, mientras que una mentalidad corta de miras, la divide más y cuanto más miedo tengamos más se divide la conciencia universal. Y así, cuando percibes fragmentada la conciencia unitaria, dispones de más cosas a las que temer y con las que estar en oposición y, de más posibilidades de seguir así manteniendo la sensación de que yo soy yo en oposición al resto o a los demás.

Y si lo único que existe, es la conciencia universal atemporal e infinita, da igual lo que tú temas porque en realidad vas a temer la universalidad, la atemporalidad y el infinito y lo importante es que el miedo al final, proviene del miedo a esa eternidad y a ese infinito, según Sergí Torres.

El sentido de todo lo que estamos viendo, se basa en el atrevimiento a experimentarlo, a vivirlo y estar siendo alguien, cuando te das cuenta de que no existe ese alguien que estás siendo. Y según Torres, es apasionante y ahí nuestras personalidades se disuelven en la conciencia. Donde todos los sucesos ocurren en un mismo instante, pero aquel en el que se posa nuestra conciencia, pasa a ser el presente en el que vivimos, ya que en realidad estamos existiendo simultáneamente en todos los espacio de tiempo existentes. Y la capacidad de proyectar nuestros pensamientos a través de la cual nosotros construimos nuestro mundo, da como resultado un mundo imaginario que no es cierto, porque está basado en los pensamientos personales que en realidad no son más que imágenes en nuestra mente.

Un genio da a luz ideas que no tienen nada que ver con su contexto y es por eso que para S. Torres, esa idea cuando nace, al no ser suya y por ser universal, no la pueden retener, no nace para quedarse en tu cerebro, sino que lo cruza como una briza transformadora. Esos pensamientos esenciales, cuando los descubres, no son sólo para ti. ¡Son de Todos! Pensamiento que tú tienes en nombre de la humanidad y para la humanidad y, la creatividad es nuestro estado mental natural, porque nosotros también somos una idea creativa pensada por el universo. Somos producto de una conciencia que nos piensa y, al pensarse a sí misma en forma de Yo, transforma al universo entero.

Para Heisenberg, la palabra “Alma” se refiere al orden central, al núcleo interior de un ser cuyas manifestaciones externas pueden ser enormemente diversas y, sobrepasar nuestra comprensión. Donde el mundo de la ciencia y el de la religión, siempre han mantenido un dialogo controvertido y el punto de controversia siempre es la diferente visión de la existencia del ser humano y la naturaleza en conjunto y, su improbable demostración científica.

Donde la mecánica cuántica manifiesta que no es posible observar la realidad sin cambiarla y, todo ello prueba que somos parte de la naturaleza y que a su vez podemos interferir en la misma. Y según Wolfgang Pauli, “Desde un centro interior, la psique parece moverse hacia fuera, en el sentido de una extroversión, hacia el mundo físico”, por lo tanto se podría afirmar que la física cuántica sería el estudio de la estructura de la conciencia o el alma. Donde la mecánica cuántica ve las partículas subatómicas como una tendencia a existir y, la implicación filosófica es que todas las cosas en nuestro universo, incluyéndonos a nosotros, parecen existir independientemente, son en realidad partes de un modelo orgánico que lo abarca todo.

La primera forma de vida, la que surgió hace tres mil seiscientos millones de años, ha dado lugar a todos los seres vivos de la Tierra. Esa forma de vida ha ido evolucionando y aprendiendo de una gran cantidad de situaciones adversas de todo tipo, hasta el día de hoy, donde cada ápice de experiencia evolutiva está dentro de nosotros.

Somos 0% culpables de las leyes de la biología o, de la física, pero somos 100% responsables de cómo decidimos vivir. Somos 100% responsables de cómo afrontamos una situación de vida. Somos 100% responsables de vivir una posible enfermedad desde la culpa o la responsabilidad. Donde la herramienta que nos permite dar el salto de la culpa a la responsabilidad, es el presente, nos dice Sergi Torres.

La biología que conocemos, está sujeta a un patrón mental gobernado por el espacio y el tiempo, vistos de forma lineal, patrón que imprime una serie de leyes y de límites dentro de los cuales nace la biología de la supervivencia. Y de esta manera, surge la base con el que construimos nuestra realidad, donde el pensamiento Yo soy yo y sólo Yo, es lo más limitante de todo y, bajo esta perspectiva falsa de la vida y de uno mismo, ninguno puede conocer la verdad, sin antes conocerse profundamente. Y sólo cuando nos damos cuenta de que no somos lo que creemos ser, se abre la posibilidad de conectarnos a las esferas del conocimiento.

Cuando siento esa sensación de ser yo y sólo yo, me pregunto quién o qué… la está sintiendo. Y la respuesta nunca es un concepto sino el descubrimiento de una conciencia más amplia.

El hombre representa una intersección, una encrucijada de las tres capas del ser: la corporal, la psíquica y la espiritual. Es imposible separar estas tres capas existenciales con la suficiente nitidez. Sin embargo, sería incorrecto decir que el hombre es un compendio de cuerpo, psique y espíritu; al contrario, el ser humano es unidad y totalidad. Hoy sabemos que el cuerpo y la mente no sólo no están separados, sino que no podemos entender ni tratar a uno sin el otro, ya que nuestras ideas, creencias y expectativas influyen sobre nuestra salud y fisiología.

Y, si es muy difícil para las personas actuar más allá de quiénes creen que son, la realidad es entonces cuando la vida se vuelve realmente divertida e interesante. Eleanor Roosvelt nos dice que la vida fue propuesta para ser vivida. La curiosidad debe mantenerse viva. Uno no debe nunca, por ninguna razón, volverle la espalda a la vida.

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