Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Julio de 2021

PLANIFICANDO EL FUTURO
Walter Ritter Ortiz1, Alfredo Ramos Vazquez2



1 Sección de Bioclimatología, Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. Circuito interior s/n, Ciudad Universitaria, Deleg. Coyoacan, México, D. F. email: walter@atmosfera.unam.mx
2 Universidad Autónoma de Tlaxcala UAT

INTRODUCCIÓN

En todo ser vivo, finaliza una historia en la que se han dado una sucesión de acontecimientos y transformaciones progresivas, que lo han ido formando. Y los únicos que han quedado, son aquéllos en los que se reunían el orden y la conveniencia, observándose que en el interior de la exuberancia de seres posibles, es la naturaleza la que finalmente elige.

Nuestros ritmos vitales interiores, están íntimamente relacionados de muchas maneras con el movimiento del planeta terrestre y, a diferencia de los movimientos eternos del universo, nuestros movimientos y mecanismos internos acaban perdiendo velocidad y al final, dejan por completo de funcionar.

Frank A. Brown, argumenta que en todo momento, los organismos están bajo la influencia de variables ambientales que podrían proporcionar inducciones temporales, con propiedades similares en plantas y animales y a los cuales, están perfectamente adaptados para la máxima utilidad para los organismos y para su sincronización, de una respuesta continuada al sutil ambiente geofísico.
No se puede afirmar que exista una ley que impulse la complejidad. La historia de la evolución es el artefacto de una conciencia que adquiere conciencia de sí misma. La complejidad se desarrolla con la disposición de cosas simples. Y, no hay motivo por el que la selección natural deba privilegiar el incremento de la complejidad.

Para Gould, la evolución de la complejidad biológica en general y de la inteligencia humana en particular, se da como producto de la pura contingencia histórica. Donde el mecanismo de la selección natural, no puede proporcionar una explicación satisfactoria del incremento evolutivo de la complejidad.

Estamos en un universo nacido de un desastre y, cuya organización no pudo darse sino a partir de una formidable destrucción, que escapa a todas nuestras posibilidades de conocimiento; el cual se autocreó, se auto produjo y se auto organizó.

Un universo donde el caos hace su tarea y obedece un proceso, donde el orden y desorden no son sólo enemigos, sino cómplices, nos dice Edward Morín. La mires como la mires, la Tierra se caracteriza por la vida diversa y abundante y, la cuestión queda en el ¿Por qué? Toda la vida que vemos es simplemente la consecuencia de una larga historia de evolución biológica en la Tierra.

Así, la historia de la Tierra muestra una gran variedad de innovaciones biológicas, como la invención de la fotosíntesis, productora de biomasa y oxigeno; que asimismo dieron forma fundamental a la historia de la vida como a otros organismos, que utilizan el oxigeno y prosperaron, se multiplicaron y evolucionaron hacia nuevas formas.

Esto condujo a los organismos más complejos a poblar la Tierra, lo que han dado forma y definición a la biosfera. Si podemos explicar la masa en relación con la energía, mejoraremos nuestra descripción del mundo y, necesitaremos menos integrantes en nuestra receta del mundo. Y una tendencia hacia una complejidad creciente, proporcionaría evidencia de un propósito en el universo, nos dice Gould.
Aunque, si tal cosa existiera, no impediría que el azar tuviera también un papel importante.

La organización es la que da a los seres vivos la ley interna que rige la posibilidad misma de su existencia. Detrás de las formas visibles, nos dice François Jacob, se perfila una arquitectura secreta impuesta por la necesidad de vivir.

El ser vivo, no es una estructura aislada en el vacío sino que se inserta en la naturaleza con la que establece relaciones variadas y, donde lo organizado se identifica con lo viviente. De esta forma, los seres vivos en su variedad, descansan en su poder de adaptación. La misma organización de la totalidad, según Jacob, exige una finalidad en la medida en que no se puede disociar la estructura de su significado, ya que es la estructura en su conjunto, la que determina la posibilidad de su cohesión y, la que representa el orden en medio del caos.

Gracias a la fuerza interna que lucha contra el azar y la destrucción, es un producto organizado de la naturaleza, ya que todo es fin y, todo es medio. Según Goethe, cada ser encierra en sí la razón de su existencia, en la que cada una de sus partes actúa sobre las otras y, deben unirse entre sí para formar un todo y, así como seres organizados, deben organizarse ellos mismos.
Se podría decir que el organismo contiene en sí una fuerza de formación y regulación, que comunica a los materiales que lo constituyen. Es así como la fisiología, contribuye y da enseñanzas a la física. Las propiedades vitales, tienden por naturaleza a agotarse, porque el tiempo las gasta. Y se apropian del poder de la vida, pero sólo por un instante, por lo que la vida sólo las roza por unos instantes, para ser conservadas a través del mundo viviente.

La vida, se transmite de ser en ser por una sucesión ininterrumpida de reproducción y así, continuar existiendo. De la reunión de ciertas moléculas y bajo ciertas formas, nos dice Liebig, depende la organización misma de los seres vivos; donde su vitalidad no es atribuible a ningún órgano en particular, ya que es propiedad del ser en su conjunto. Y una característica del todo, es que es sede de un triple flujo: la de la materia, de la energía y la información.

Según Atkins, una gran parte del universo no requiere ninguna explicación, donde los detalles de los procesos implicados en la evolución son fascinantes, pero carecen de importancia; ya que las moléculas, que compiten y se replican, inevitablemente evolucionarán, si disponen de tiempo.

Una gran parte del universo no requiere ninguna explicación, ya que en su evolución se pasa rápidamente por campos muy vastos: saltando de los átomos a la voluntad libre de la conciencia y del conocimiento, de una ramificación de valor simple a un comportamiento complejo y porque todo se puede tratar racionalmente.

El hombre vive inmerso en las fuerzas naturales de todo el universo, no como un ser extraño que lo contempla desde fuera, sino que forma parte de esta naturaleza con la que se ve comprometido a diario. De ahí que la filosofía de la naturaleza, es el dialogo profundo entre el hombre y el mundo, desde las entrañas de una mutua interrelación activa, como nos dice J. M. Aubert. La vida no permite que se le reduzca a una explicación.

Como la del universo, la evolución de la vida ha sido caótica; vivimos en un universo que se organiza desintegrándose. Hasta ahora, los científicos desarrollan teorías que describen “cómo” es el universo y no sobre el “por qué” del universo. Y lo mismo sucede con los filósofos, que no han sido capaces de responder todavía a esto.

Ha dicho Frank A. Brown, que a través de la selección natural, los organismos han desarrollado un complejo heredado de sistemas bioquímicos oscilante internos, que corren parejos con todos los períodos geofísicos naturales del medio ambiente en que se encuentra el organismo.

Vivimos, nuestro vivir, confiando en que las coherencias en que vivimos, se conservarán. El vivir, no es un ocurrir caótico, sino que es un suceder, regular y conservador de las regularidades; donde hay a quiénes no le interesan las cuestiones de esencia o, el cómo son las cosas en sí, sino el querer descubrir cómo llegaron a ser lo que son.

Desde el punto de vista de la sucesión ecológica, la sociedad estable representa el máximo desarrollo permisible, lo que proporciona la estabilidad de largo plazo.

En los sistemas de estado estable, se deja de crecer, pero a la vez se mantiene un flujo de energía estable que retiene la capacidad de diversificación y la oportunidad de utilizar con más eficacia la energía que recibe, implicando más oportunidades para acomodar en el sistema, un mayor número de componentes, los cuales recibirán la cantidad de energía necesaria para mantener sus actividades a un nivel adecuado y de mayor eficiencia, utilizando toda su energía para mantener la calidad de vida de sus componentes.

Si se destruye una estructura, se repara de inmediato; es decir hay construcción y crecimiento lo que no se da cuando se alcanza el nivel de desarrollo máximo.

Como la sociedad en estado estable incorpora la riqueza natural en la ecuación de desarrollo y, como a su vez, el éxito de esta sociedad depende de la creatividad y el trabajo humano, muchos de los problemas sociales y poblacionales disminuirán en importancia a medida que se efectúen los ajustes culturales y sociales con las realidades y los límites naturales de los países.

Los habitantes de cada país deben comenzar a planificar el futuro, con base al ajuste ecológico.

Esto implica una delimitación inicial de la riqueza natural y, de las potencialidades de cada zona de vida.

Cualquier función vital que pueda llevarse a cabo utilizando los sistemas naturales, debe efectuarse de esta manera en vez de emplear estrategias que exigen un alto costo de energía.

El tipo de asociación que va a caracterizar a la humanidad, de hoy en adelante, se debe basar en la comprensión de que todo está vinculado entre sí y es interdependiente.

Ahora, es mayor que nunca la necesidad de entender que hay un contacto íntimo entre la economía del desarrollo y el medio ambiente.
Existe una relación fundamental entre estas disciplinas, en vista de los intercambios que se producen en las complejas comunidades de productores y consumidores.

Desafortunadamente, las consecuencias económicas de aspectos como es la sustentabilidad, no son aún lo bastante claras para los creadores de políticas de la economía, en vista de que la sustentabilidad nos obliga a prestar atención al futuro, ya que quiénes toman las decisiones son propensos a considerar sólo los beneficios inmediatos y a pasar por alto los costos a largo plazo.
Si es posible que al continuar con el crecimiento económico podemos capacitarnos para afrontar los problemas del medio ambiente con más eficacia, la experiencia nos ha mostrado muy pocos éxitos en este sentido.

En sí mismo, el crecimiento económico no es ni la única causa ni el remedio de la degradación ambiental, ya que sus nexos son mucho más sutiles y complejos.

Los problemas del medio ambiente, no han sido bien entendidos ya que generalmente nos ocupamos más de los síntomas que de las causas medulares, donde las manifestaciones son indicadores tardíos de un desarrollo no sostenible.

Las consideraciones económicas, señalan tanto las causas medulares como el posible remedio de la degradación ambiental.
La buena economía y la buena ecología, deben ir de la mano en los países en desarrollo, factor esencial para la calidad de la vida, donde el ambiente es un determinante crítico de la cantidad, calidad y sustentabilidad de las actividades humanas y, de la vida en general.

Cualquier tipo de explotación de los recursos no renovables, lleva de un modo inevitable a su agotamiento parcial o total, así como a la degradación del paisaje y a la generación de desechos.

La cuestión no es cómo prevenir o eliminar por completo la degradación ambiental, sino cómo reducirla al mínimo o por lo menos, mantenerla en un nivel que sea congruente con los objetivos de la sociedad.

A fin de construir una sociedad sostenible, para las generaciones venideras, será preciso que rediseñemos por completo muchas de nuestras tecnologías e instituciones sociales, salvando el abismo actual entre el diseño humano y los sistemas ecológicamente sostenibles de la naturaleza.

Las leyes naturales son absolutas e inmutables y funcionan Independientemente de los valores y juicios humanos. Por eso debemos identificarlas y, obedecerlas si deseamos ajustarnos al orden natural.

Debemos tratar también de comprender los factores que gobiernan y regulan el desarrollo, estructura y funcionamiento de los sistemas naturales. La naturaleza se rige por estas leyes y, mediante la selección natural, los sistemas se adaptan a las condiciones del ambiente local.

Es decir, que la vida en nuestro planeta se caracteriza por su capacidad reproductiva, evolutiva y adaptativa y, se organiza por niveles de complejidad que aumentan con el tamaño del sistema.

Absorción, concentración y regulación de los flujos de materia y energía entre los componentes del sistema, dependen de su organización estructural y, son ejemplos de procesos que contribuyen al flujo óptimo de energía.

Un sistema con gran complejidad estructural, sólo puede existir si el ambiente físico es lo suficientemente benévolo para mantener su organización.

Con un óptimo flujo de energía, aumenta al máximo el trabajo que rinde un sistema y por consiguiente, mejora su condición competitiva. Y así el sistema mejor acoplado al ambiente con esta ventaja competitiva, será el sistema con la mayor probabilidad de sobrevivir. Interesa poder conocer las adaptaciones estructurales al ambiente físico y biológico, al cual se expone el sistema y, saber cómo y porqué su propia organización contribuye a su funcionamiento y por lo tanto, a los flujos de energía a través del ecosistema.
La biosfera, es capaz de abastecerse por sí sola de todas las substancias y alimentos necesarios para mantener la vida y, ninguna especie puede sobrevivir aislada del resto de este gigantesco sistema.

Un regulador de ecosistemas, es una especie que utiliza una porción de los recursos del sistema y a cambio, ejecuta acciones especializadas que son necesarias y de provecho para la sobrevivencia de ese sistema. Los animales son reguladores de ecosistemas, ya que hacen posible el flujo de energía a través de éste.

Muchas veces, las acciones humanas alteran la estructura y función de los sistemas naturales; sin embargo, debemos comprender que entre una especie y el sistema que la contiene, hay una relación dinámica, en la cual ambas partes tienen la capacidad de evolucionar y adaptarse.

Las magnitudes de los problemas del ambiente, trascienden fronteras amenazando la salud, prosperidad y empleos, por lo que será crítico redireccionar el uso de nuestros recursos naturales, para alcanzar una estabilidad económica y política.
Los seres vivos poseen organización y, su funcionamiento depende completamente de éste, así como de sus interrelaciones mutuas, interacciones e interdependencias.

Caracterizándose por poseer toda clase de mecanismos de control y regulación, incluyendo múltiples mecanismos de retroalimentación, que mantienen el estado estacionario del sistema.

El organicismo, nos dice de la importancia de considerar el sistema como un todo y en que dicho todo, no debe considerarse como algo misteriosamente cerrado al análisis, sino que debe estudiarse y analizarse eligiendo el nivel de escala adecuado para nuestros propósitos.

El objetivo de la ciencia es hacer avanzar nuestra comprensión de la naturaleza y descubrir la verdad universal definitiva, encarnada en dichas leyes y, en poner a prueba su veracidad mediante predicciones y experimentos.

Podemos dar por supuesto que este mundo no es caótico, sino que está estructurado de alguna manera y, que los métodos de la investigación científica pueden revelar todos o casi todos los aspectos de esta estructura.

Todo nuevo dato y toda nueva explicación, deben ponerse a prueba una y otra vez, preferiblemente por diferentes investigadores y utilizando diferentes métodos.

Sin embargo, la máxima categórica que afirma que un solo dato en contra, basta para invalidar que una teoría puede ser cierta para teorías basadas en leyes universales de las ciencias físicas; pero muchas veces no se la puede aplicar a teorías de la biología ecológica.

Cada vez se acepta más que el planteamiento de una teoría, no es una simple cuestión de reglas lógicas y, que la racionalidad se debe interpretar en términos más amplios que los que ofrece la lógica deductiva o inductiva.

La racionalidad y validez de una teoría, dependen sobre todo no de su confirmación o refutación, si no de su eficacia para resolver problemas.

1.- MULTIDIMENSIONALIDAD EN LA SUSTENTABILIDAD: LA DIMENSIÓN DEL RENDIMIENTO MÁXIMO SOSTENIBLE

El concepto de Rendimiento Máximo Sostenible, progresivamente se viene incorporando a los campos de la economía, sociología y política, hasta adquirir una dimensión múltiple e integral, donde las nociones ecológicas de capacidad de carga, capacidad de recuperación, capital natural y equidad, se entrelazan para definir un estilo de desarrollo o forma de vida sostenible con consideraciones éticas.

El concepto de sostenibilidad, aplicado a los ecosistemas, tiene un carácter dinámico y un sentido de estabilidad, en la medida en que es preciso cubrir las necesidades cambiantes de una población que sigue creciendo hasta su nivel de estabilización y, donde la satisfacción de tales necesidades, debe hacerse mejorando la calidad del medio ambiente y de los recursos naturales, condicionada por una compleja interacción de factores biológicos, físicos y socioeconómicos, que constituyen la base de todos los sistemas productivos.
La esencia, del desarrollo sostenible gira alrededor del mantenimiento de un determinado equilibrio dinámico, ajustado a la capacidad de existencia y regeneración del capital natural y, donde se observa que las comunidades no se adaptan a las condiciones medias de sus hábitat, sino a las condiciones mínimas que les permiten seguir viviendo, por lo que el desarrollo de éstas, está determinado sobre todo por la disponibilidad mínima de cualquiera de sus elementos.

Un sistema social-económico-productivo, no puede medir su sostenibilidad real sobre bases de criterios económicos, como es el Producto Nacional Bruto, ya que éstos no incluyen los procesos metabólicos y la eficiencia energética de los organismos vivos y de los ecosistemas.

Los indicadores económicos convencionales, tampoco incluyen aspectos sociales para señalar cómo se puede garantizar el bienestar social; pero la información sobre los procesos que afectan al bienestar de la sociedad y a la integridad de los ecosistemas, son una variable básica de la ecuación del desarrollo sostenible.

Sostenibilidad ambiental, para soportar la sostenibilidad económica y social e incluso política e institucional de la comunidad.
Los sistemas ecológicos, económicos, sociales y éticos, aunque están fuertemente entrelazados, responden a lógicas distintas, jerarquías diferentes y están sometidos a velocidades y cambios de evolución particular.

Contar con las condiciones mínimas de sostenibilidad y, compensar las posibles pérdidas de ésta para mantener la estabilidad dinámica, depende de numerosos factores que no siempre son identificables y controlables en la evolución de los sistemas complejos.

Para que el equilibrio final sea sostenible, los procesos de mantenimiento, reposición y renovación deben ser iguales o mayores que los procesos de depreciación, degradación y pérdida.

2.- ESTADOS ESTACIONARIOS Y ESTADOS DE EQUILIBRIO POBLACIONAL

Estados estacionarios en el tamaño medio de las poblaciones en la naturaleza, no necesariamente representan valores de equilibrio.
Los estados estacionarios en ecología, son dependientes del suplemento energético, dados a una tasa constante e introducidos al sistema por el exterior y, donde si este suplemento de energía desaparece, el sistema pierde dicho estado estacionario y se alcanza el equilibrio físico, que significa la muerte.

Por lo tanto, los estados estacionarios son distintos del equilibrio y se dan, tanto en sistemas vivos como no vivos.
Como el proceso de mantener una población viva requiere un continuo flujo de energía potencial y, el tamaño de la población depende de la tasa a que dicho potencial de energía entra al sistema a través de los alimentos –ya sea a través de plantas o animales, que servirán posteriormente de alimento a otros consumidores– generando así una cadena trófica o cascada bioenergética, donde las plantas son consideradas como las únicas con capacidad transformadora y productora, siendo las demás poblaciones dependientes de dicha producción, de forma directa o indirecta.

La cuestión de porqué un sistema de organización humano tan duradero y concluya tan súbitamente, guarda paralelos con el trabajo científico de los sistemas complejos, donde a medida que crece la población, aparecen distintas formas de moneda y de comercio.

Los matemáticos, se dieron cuenta muy sorprendidos, de que este comportamiento no se trataba de una excepción a la regla, sino una parte integral del funcionamiento de los sistemas complejos.

Ver como los sistemas pasaban de un estado a otro, supuso la toma de conciencia de lo frágiles e incontrolables que eran los sistemas complejos, nos señala John Higgs.

La necesidad de realizar previsiones precisas y a largo plazo, no ha desaparecido, lo cual ha hecho esforzarse mucho a los creadores de modelos climáticos. Y desde Lorenz, descubridor de los sistemas caóticos del clima, los modelos climáticos se han vuelto mucho más detallados, donde hay que hacerlos funcionar muchas veces para saber qué probabilidades hay y, de que se cumplan sus resultados.

Con la complejidad observada, ya se veía que había algo por debajo de las turbulencias más impredecibles; se descubría la emergencia del orden y así mismo, el hecho de que nuestros ecosistemas sean tan complejos y qué es lo que los mantiene estables.

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