Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Julio de 2021

CONTRAOFENSIVA al preJUICIO Montoneros y el derecho a resistir
Carlos A Villalba



“Las piaras, las tropillas, las manadas,

se apartan del resto de las especies y pacen al sol,

en calma, comunicados con leves ronquidos,

un menear de testuz, un erizarse del lomo.

Pero ante una señal, las testas se yerguen simultáneamente,

como un resorte”

“Ningún Réquien para el Ruso”, Héctor Amílcar ARCHETTI

(Detenido desaparecido desde el 20 de septiembre de 1980)




“Nada más, buenas tardes”. Son las 15.06 de la tarde soleada del jueves 10 de junio cuando el juez Esteban C. Rodríguez Eggers (57 años, 21 de egresado de la Universidad de Buenos y a 35 años después de haber estrenado su primer traje judicial, como auxiliar principal en un Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal) quitó la vista de las hojas que terminaba de leer y, con esas módicas cuatro palabras, coronó uno de los capítulos más importantes del revisionismo de la Historia presente: la “Contraofensiva Montonera”.




Un minuto antes, el presidente del Tribunal Oral Federal 4 (TOF4) de San Martín terminaba de beber el último trago de la bebida cola que lo acompañó en la mayoría de las 78 audiencias que se realizaron desde el 9 de abril de 2019, con más de 200 testigos aportando evidencia sobre el accionar genocida del aparato de inteligencia de la dictadura cívico militar contra aquella política de la organización del Peronismo Revolucionario.

Había entusiasmo en el ambiente del edificio de la localidad de San Andrés, donde estaban presentes 21 personas, entre familiares y querellantes, abogadas, abogados y personal judicial, otro grupo en una sala contigua y un tercero sobre la vereda de la calle Pombo. Cinco condenas a prisión perpetua sobre cinco acusados asistiendo a la sesión (el sexto zafó por diez días, gracias a una chicana de su abogado, otros tres murieron impunes) y la revocación de las domiciliarias de quienes disfrutaban de las mismas, justificaban la sensación, a pesar de la sombra del terrorismo de Estado de aquellos años.



El castigo, después del juicio, no es lo único que se anunció esa jornada; aunque recién dentro de dos meses se conocerán los razonamientos de la sentencia, semana a semana, sobrevivientes, testigos, familiares, muy especialmente hijas e hijos, fueron reconstruyendo el mapa de un país arruinado, la Argentina de José Alfredo Martínez de Hoz, sus políticas de destrucción del aparato productivo y sus Fuerzas Armadas para aniquilar a quienes se opusieran.

Durante esos 26 meses los testimonios también ayudaron a desempolvar la contracara de los asesinatos y las torturas y sacaron a la luz las protestas, las quejas, los conflictos gremiales, las huelgas, la primera huelga general contra la dictadura convocada por la “Comisión de los 25 Gremios Peronistas” encabezada por el cervecero Saúl Ubaldini.

En la sala de audiencias no solo se habló de torturas, se mostró cómo el cinturón industrial del Gran Buenos Aires y los principales centros del interior se paralizaron, alteraron la “normalidad” en fábricas que había sufrido la desaparición (literal) de gran parte de sus comisiones internas de trabajadores, como sucedió con Celulosa Argentina, Chrysler, Mercedes Benz, Águila Saint, Peugeot, Citroën, La Cantábrica- Plantas y talleres de Avellaneda y Lanús, La Matanza, Morón y Moreno, de Campana, Zárate, de Ensenada y Berisso, Córdoba, Rosario o Santa Fe. Aquel día se sacaron de encima la parálisis que provocan las botas y el desempleo en alza; pararon, es decir, se pusieron en marcha contra la política de destrucción económica soportada por las balas y la tortura. Una vez más, el peronismo encaró una Resistencia que acortó los tiempos de un régimen que pretendía perdurar. De manera presencial uno de los líderes Montoneros de aquella época, Roberto Perdía, aportó datos recopilados por la organización sobre el volumen de la protesta obrera que sorprendieron al tribunal.

La “Contraofensiva” se dio en ese contexto; la decisión política de Montoneros fue la de contribuir con sus acciones a esa dinámica, a través de la discusión de sus propuestas con la mayor cantidad de “sectores nacionales y populares” y con diferentes actores internacionales, como el Vaticano o la Socialdemocracia de Europa, Latinoamérica y el Caribe; de la acción contra los cerebros económicos de la dictadura, responsables del endeudamiento externo, la inflación, el empobrecimiento y la desocupación, y de la difusión dentro del país de las acciones de resistencia del conjunto de los sectores opuestos a la dictadura y de las violaciones a los derechos humanos del gobierno inconstitucional.



Como pocas veces en un juicio, los denunciantes tuvieron la capacidad para construir el contexto en el que se produjeron los hechos. El de la Contraofensiva Montonera y, también, el del plan de exterminio del régimen. En sus alegatos, la auxiliar fiscal Gabriela Sosti y el abogado defensor de la mayoría de los querellantes, Pablo Llonto , terminaron de armar esa radiografía de los hechos, las circunstancias y las razones. En definitiva, destruyeron un relato prejuicioso y abrieron la puerta a la Historia.

El propio nombre de la causa: “Contraofensiva Montonera”, discutido en principio por más de un causante, le puso norte al proceso al elegir una decisión política consciente, ejecutada por hombres y mujeres con compromiso y claridad, en el marco de un movimiento de resistencia más amplio, encarado por distintos sectores del pueblo argentino.

La dinámica de los hechos, dentro y fuera de la sede judicial, permitió desarrollar muchos temas inconclusos y circunstancias tergiversadas.



Sobre Montoneros y su Contraofensiva:



Reconocer el derecho de los pueblos a la resistir contra la opresión

Inscribir las acciones montoneras de ese período en un contexto general
Refutar la descalificación de las y los militantes que participaron de las acciones como “perejiles mandados a la muerte” por la Conducción Nacional de Montoneros.

(El ya fallecido juez Claudio Bonadío detuvo en agosto de 2003 a Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja y pidió la captura de Mario Firmenich, por considerarlos "partícipes necesarios" del secuestro de varios de los militantes durante esas acciones
Mostrar la dimensión humana, además de su compromiso, de las víctimas.



Sobre el terrorismo de Estado impuesto por la dictadura cívico militar:

Demostrar que el aparato de Inteligencia del Ejército fue el responsable del exterminio, encargado de pensar y diseñar las acciones; el “nervio motor” de las acciones terroristas del Estado, “la perfecta máquina de matar”, a juicio de la fiscala Sosti

Juzgar a los acusados por integrar un aparato que planificó y ordenó los crímenes del terrorismo de Estado y no por el solo hecho de delitos cometidos en los centros clandestinos de detención y desaparición o en los operativos represivos

Generar antecedentes para futuras condenas contra los responsables de inteligencia militar en el resto del país

A criterio de Llonto, estos aspectos convierten al juicio en “el más importante” después del que se hizo contra las juntas de la última dictadura
Instalar al familiar directo de un represor en el estrado, para denunciar acciones aberrantes hasta ese momento desconocidas y convertirse en elemento probatorio



El día anterior al veredicto, el propio Mario Firmenich, uno de los fundadores y jefe histórico de Montoneros, durante una charla virtual (conmemorativa del aniversario del levantamiento nacional y popular del general Juan José Valle y de los fusilamientos aramburistas de José León Suárez) afirmó que “es la primera vez que se reivindica el derecho a resistencia a la opresión, que es la base de todo” el accionar de su organización y consideró “emocionante” el desarrollo del juicio.

Del dibujo a La Retaguardia



El tratamiento de la causa también generó cambios importantes en los mecanismos de “publicidad” a los que está obligado todo juicio oral. Una vez que la Fiscalía investigó los delitos cometidos debió probarlos “en público”.

El contexto de “aislamiento social, preventivo y obligatorio” que impuso la pandemia, obligó a suspender su desarrollo hasta el jueves 11 de junio, en que se reanudó el debate. La ex Directora Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa, Stella Segado, explicó el funcionamiento y la organización de los servicios de inteligencia del Ejército, herramienta principal del Estado en la represión ilegal de la “Contraofensiva”, con un saldo estimado de ?94 militantes muertos o desaparecidos entre 1978 y 1980.
Aquel día se encontraron dos técnicas comunicacionales: el dibujo y la retransmisión audiovisual en directo de lo que sucedía en la sala. Fue la primera audiencia en la historia judicial argentina transmitida, íntegramente, sin edición y, además, por un medio “alternativo”, la Radio “La Retaguardia”, cuyo vivo tuvo 1.000 personas y, en las primeras horas, su canal de youtube sumó otras 1.700 visualizaciones. Fue una forma de devolverle al juicio el “poder reparatorio” para familiares y víctimas que caracteriza a las causas contra crímenes de lesa humanidad .

Las ilustraciones a lápiz de esos procesos habían surgido una década atrás, cuando el Tribunal Oral y Federal Número 5 de Comodoro Py prohibió los registros fotográficos y de video en los juicios contra los genocidas. Bajo la consigna “No se los puede filmar, no se los puede fotografiar, pero se los puede dibujar”, la agrupación H.I.J.O.S. y el Departamento de Artes Visuales Prilidiano Pueyrredón del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA, hoy UNA) convocaron a participar a sus alumnos de “Clases con modelos vivos gratuitos en Comodoro Py”, para que dibujasen a los militares acusados.

El trabajo gestado por Eugenia Bekeris y Paula Doberti se mantuvo y llegó hasta San Martín donde las emisiones de La Retaguardia les permitieron seguir las audiencias de manera remota y dibujar “con la complejidad de atravesar la pantalla. Nos adaptamos a este nuevo modo de ver, de esperar y de escuchar”.



Fernando Tebele es el fundador de La Retaguardia, a la que define como un medio de comunicación comunitario, alternativo y popular. Junto a la periodista Martina Noailles llevan el peso de dar a conocer los hechos que se producen en la sala, tras haber solicitado un primer permiso de transmisión tras enterarse que las jornadas de testimonios retomarían su ritmo por vía remota. La sorpresa fue que no solo los admitieron sino que el Tribunal delegó en ellos “la publicidad del juicio” en exclusividad.

De las 30 personas que trabajan en la emisora, 10 se dedican a los juicios (Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo; Brigadas de Banfield, Quilmes y Avellaneda, Esma IV, Contraofensiva II, Megacausa Campo de Mayo y Puente 12 II). Consideran sus tareas como una militancia, las realizan sin retribución económica y lo recaudado a partir de una campaña de aporte de fondos organizada por los familiares de las víctimas lo dedicarán al “reequipamiento que mejore el trabajo”.

Sentenciados



DAMBROSI, Roberto Bernardo. Jefe de la Compañía de Actividades Psicológicas del Batallón de Inteligencia 601 desde el 6 de marzo de 1979 hasta el 17 de noviembre de 1980.



ASCHERI, Eduardo Eleuterio. Jefe de la División Planes del Departamento de Inteligencia (G2) del Comando de Institutos Militares desde el 16 de octubre de 1978 hasta el 29 de noviembre de 1979.



BANO, Jorge Eligio. Jefe de la División Operaciones del Departamento de Inteligencia (G2) del Comando de Institutos Militares desde el 14 de febrero de 1979 hasta el 16 de octubre de 1980.



FIRPO, Luis Ángel. Jefe de la Central Contrainteligencia y Jefe de la División Seguridad del Batallón de Inteligencia 601 desde el 3 de diciembre de 1974 hasta el 31 de agosto de 1980.



CINTO COURTAUX, Marcelo. Jefe de la Sección Primera de Ejecución del Destacamento 201 de Inteligencia del Comando de Institutos Militares de Campo de Mayo desde el 7 de marzo de 1979 hasta el 17 de noviembre de 1980.



Apa, Jorge Norberto, Jefe de la División Inteligencia “Subversiva Terrorista”, de la Jefatura II de Inteligencia, entre el 15 de enero de 1979 y el 14 de noviembre de 1980, logró esquivar la captura de pantalla gracias a una chicana legal de último minuto, que obligó al tribunal suspender la lectura de su sentencia hasta que se constate su capacidad de entendimiento de la misma. De todos modos, los lápices de los “Dibujos Urgentes” ya lo tenían bocetado. Tiene una condena anterior a prisión perpetua por el crimen de Ana María Martínez, ocurrido en 1982.

Final sentenciado

Festejar una victoria, tan política como judicial, en medio del dolor por quienes ya no están es difícil; es un llorar en medio de la risa, una carcajada saturada de lágrimas. Sin embargo, el juicio por la Contraofensiva Montonera, logró condenar a una estructura estatal de inteligencia más que a un grupo de asesinos, dar vuelta un prejuicio y poner en su justo lugar a una de las tantas herramientas del pueblo argentino para empujar el final de la última dictadura cívico militar.

Esas lágrimas y aquellos festejos son de quienes saben que lo realizado tiene la característica, tal vez única, de ser producto del convencimiento, el esfuerzo y el orgullo de un grupo de sobrevivientes, familiares, compañeras y compañeros, amigas y amigas, por aquello que hizo ese otro grupo, el de detenidos desaparecidos que no prometieron entregar su vida, sino que la dieron, ejerciendo la obligación de usar el derecho a la resistencia.





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