Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Mayo de 2021

Por fin una buena, Argentina se fue del Cartel de Lima
Sergio Ortiz


Ahora que se retiró Fernández, el que quedó en offside es su amigo Andrés Manuel López Obrador, de México, quien debería imitarlo.

Foto: https://www.nodal.am



La cancillería argentina dio una buena noticia al país y a la región latinoamericana, que se conoció justo el 24 de marzo, día nacional de la Memoria, Verdad y Justicia: se retiró del Grupo de Lima, léase Cartel de Lima.

Es una decisión muy positiva porque dicho Cartel fue una creación en agosto de 2017 de Luis Almagro, secretario general de la OEA, en cumplimiento de las órdenes dictadas por su jefe, el entonces presidente norteamericano Donald Trump. Lleva el apellido Lima porque fue en la capital peruana que los representantes de una docena de países decidieron conformarlo con un objetivo principal y otros secundarios, pero importantes.

El primero, servir de ariete para agredir a la Venezuela bolivariana y derribar por medios no precisamente electorales al presidente legítimo, Nicolás Maduro. Así validó la postura de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, de reconocer como “presidente encargado” a Juan Guaidó, diputado de la Asamblea Legislativa venezolana y de la oposición acérrima. Su mandato como legislador vencía el 6 de enero de 2021, como el resto de la Cámara, desde que las elecciones de diciembre de 2015 dieron mayoría de la cámara a la oposición, pero nunca fue elegido para presidir el Palacio de Miraflores.

El Cartel de Lima reconoció a Guaidó como presidente de Venezuela y le dio un lugar de hecho entre los miembros. Ahora, con la deserción de Buenos Aires, el antro quedó integrado por Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Guyana y Santa Lucía.

Desde 2017 en adelante el grupo se articuló con la estrategia de Washington para derrocar a Maduro mediante un plan que sumó un bloqueo económico, financiero y comercial; la penalización de dirigentes bolivarianos y empresas, la incautación de CITGO en EE UU, subsidiaria de PDVSA; el despojo de las reservas de oro en bancos británicos, que fueron puestas a nombre del grupo de Guaidó, etc. En ese libreto se incluyeron atentados terroristas desde bases colombianas e incursiones militares, siempre desbaratadas por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y las Milicias. Y último pero no menos importante, para que todo ese plan injerencista pudiera tener alguna chance, requería de una sistemática campaña mediática presentando al gobierno bolivariano como “una narco dictadura sostenida por 20.000 mercenarios cubanos”.

Así de burda era y es la campaña de las agencias de noticias que sintonizan la onda del Departamento de Estado y sus usinas en cada uno de nuestros países; en Argentina, el grupo Clarín, La Nación, Desinfobae y demás cañerías que abrevan en la cloaca de Washington.

La injerencia en Venezuela era la meta principal. Eso se complementaba con otras funciones, como demonizar al gobierno de Evo Morales y ser parte activa, como apéndice de la OEA, del golpe militar-cívico de noviembre de 2019. También añadieron leña al fuego para abrasar a Lula da Silva y favorecer el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil. Toda la derecha tuvo en el Cartel de Lima a su lugar en el mundo. Fue el habitáculo de Iván Duque, Mauricio Macri, Sebastián Piñera, Mario Abdo Benítez, Lenin Moreno y otras lacras regionales.

Muchos engaños y fracasos

El sentido imperial y neocolonialista de la campaña de Trump y el Grupo de Lima era evidente, pero siempre trataron de ocultarlo o maquillarlo, incluso alegando fines humanitarios. Así fue que Guaidó, el Cartel de la OEA y las subsidiarias de la CIA organizaron un festival de música en Cúcuta, en febrero de 2019, de “Ayuda y Libertad a Venezuela”, para aportar alimentos y medicamentos. El círculo vicioso cerraba: por un lado EE UU y sus aliados bloqueaban y causaban desabastecimiento, hambre y enfermedades en la Patria de Simón Bolívar, y por el otro aparecían como solidarios.

El plan era derrotar cuanto antes a Maduro; las mentes más calenturientas aprobaban una invasión militar pergeñada por Elliott Abrams, el neonazi asesor de Trump. Otros creían que habría renuncia y exilio del presidente venezolano. Algunos se inclinaban por un atentado con explosivos, secuestrarlo o sacarlo con violencia. Otros pensaban que, de última, podían vencerlo en las presidenciales de mayo de 2018 o en las legislativas del 6 de diciembre de 2020.

Todo eso fracasó. Maduro y el Gran Polo Patriótico ganaron bien los comicios democráticos, si bien hubo una relativamente baja proporción de asistencia: 46 por ciento del padrón en las presidenciales y 32 en las legislativas.

Yanquilandia le mantuvo a Guaidó el título y los aportes de “presidente encargado”, con Trump y ahora con Biden, pero la Unión Europea no lo reconoció como “presidente interino”. Es que fracasó en todas y cada una de sus maniobras, además de concitar muchas denuncias de corrupción con los fondos aportados. El 6 de enero pasado asumió la nueva Asamblea Legislativa y aquel títere se quedó sin banca, autoprorrogando su mandato…

Chau Virreinato de Lima

Desde su creación en 2017 el Cartel de Lima no consiguió cambiar de bases a Venezuela. Y esta es la razón de fondo para la salida de Argentina, bien que demorada, de ese sitio tan contaminante y contaminado. Que militara allí el gobierno de Macri, se entiende perfectamente, pero no que Alberto Fernández siguiera 15 meses hasta dar el portazo.

El comunicado firmado por Felipe Solá aclara que se salió por la inoperancia del Cartel: “las acciones que ha venido impulsando el Grupo en el plano internacional, buscando aislar al Gobierno de Venezuela y a sus representantes, no han conducido a nada”. En rigor, no condujeron a nada bueno. Sí condujeron a muchas cosas malas, agravando la difícil situación humanitaria del pueblo venezolano.

Más vale tarde que nunca. La salida es positiva en comparación con discursos y votaciones del representante argentino ante el Consejo de Derechos Humanos, Federico Villegas, que en Ginebra supo votar contra Venezuela y junto al Cartel de Lima dando por válidas las acusaciones de la Alta Representante, Michelle Bachelet, sobre supuestas violaciones a los derechos humanos que habría cometido Maduro.

¿Cuál es el límite de aquella salida? Que al mismo tiempo de irse del Cartel, el canciller Solá le informó al Departamento de Estado yanqui que Argentina no había cambiado su política hacia Venezuela, de tres puntos: 1) Reclamo a Maduro por presuntas violaciones a los DD HH del Informe Bachelet. 2) Rechazo el bloqueo e intervenciones internacionales. 3) Pedido que Maduro pacte con la oposición y negocie nuevas elecciones democráticas, como si las de 2018 y 2020 no lo hubieran sido. Los 25 comicios celebrados allí, desde 1999, fueron limpios (23 ganados por el chavismo y 2 por la oposición).

Ahora que se retiró Fernández, el que quedó en offside es su amigo Andrés Manuel López Obrador, de México, quien debería imitarlo. Entre ambos, más Luis Arce de Bolivia y Maduro, tendrían que ponerse manos a la obra para refundar la UNASUR, fundada por Chávez, Kirchner, Cristina, Lula, Evo y Correa entre otros, y destruida por Almagro y su ministerio de Colonias para reemplazarla por el Cartel o virreinato de Lima.

Sergio Ortiz
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