Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Abril de 2021

Perú, un periodo preelectoral marcado por la anti política
Jorge Lora Cam

Fuente de la imagen: El Buho.pe



El pueblo peruano continúa en la cadena histórica de control social, sumisión y complicidad, embrutecido por el neoliberalismo en el poder, no sabe qué hacer ante la exigencia penada de ejercer su voto. Sin embargo, la pandemia despierta a los jóvenes que más se indignan cuando la administración estatal persiste en actos corruptos, sin importarles el desastre en ese otro mundo.

I. En el bicentenario del despojo criollo, la sumisión y complicidad colonial
“Solo tenemos que romper las ataduras de la sumisión. Estamos domados para aceptar los dictados de la dominación y permitimos que los gobernantes abusen de nuestra docilidad. Hemos perdido la confianza en nosotros mismos. Tenemos que levantar cabeza. Si el gobierno no hace lo debido, tenemos que actuar.” Milciades Ruiz, Pesimismo Electoral.

“…desde que empezamos como país independiente, la sanción social no se cumple. No tenemos voluntad de rectificación. La complicidad siempre nos llama. José? de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, nuestro primer presidente, traiciono? al país, fue deportado y volvió? al Perú? en 1833. A su regreso, le dieron el título de Gran Mariscal y lo nombraron diputado. Somos el único país del mundo en el que un presidente y comandante en jefe del ejército huye en plena guerra y cuando esta empieza a perderse. Mariano Ignacio Prado Ochoa regreso? al Perú? en 1886 y juro? como presidente de la Sociedad de Fundadores de la Independencia y Vencedores del 2 de mayo. Su fortuna mal habida fundaría un im­perio duradero y su hijo, Manuel Prado Ugarteche, seria dos veces presidente del Perú?. Así? somos los peruanos. Vizcarra es un impresentable. Pero es el eslabón de una larga y ominosa cadena.” Cesar Hildebrandt, Hildebrandt en sus 13, 19 de febrero 2021.

En medio de la pandemia, entre el colapso del sistema sanitario, la incredibilidad y la incertidumbre sobre si llegaremos al sufragio, entre una telaraña de crisis múltiples sin respuesta gubernamental, ante la amenaza del recrudecimiento del despojo neoliberal; el pueblo peruano continúa en la cadena histórica de control social, sumisión y complicidad, embrutecido por el neoliberalismo en el poder. No sabe qué hacer ante la exigencia penada de ejercer su voto. En este escenario, la pandemia va imponiendo políticas neoliberales cada vez más autoritarias y violentas de privatizaciones y pérdida de derechos.

Del mismo modo que hace dos siglos, los criollos convertidos en oligarcas dedicados al comercio y las haciendas controlaban los nuevos estados, no pudieron construir identidades nacionales, un ethos, que además sirviera a su legitimación política y ni siquiera imaginaron una cultura particular que les diferenciara del resto y de la metrópoli; hoy, sus herederos y los blanco mestizos de la clase media continúan en la ambigüedad nacional, comprometidos con un proyecto que desechó la soberanía.

Igualmente, la capital del Virreinato del Perú, Lima –a diferencia de otras capitales latinoamericanas– continuará siendo el centro político de los sectores más conservadores y reaccionarios a cualquier cambio, es el núcleo de la reacción más furibunda y corrupta. Como antes, recibe las contribuciones de las demás regiones y los dueños de las grandes corporaciones no quieren tributar, pero si vivir del nuevo Estado colonial. Allí viven la tercera parte de los peruanos y otro tercio en las grandes ciudades, menos conservadoras, pero igualmente fragmentadas. Allí se decide el futuro político del país.

las dinámicas propias del capitalismo y sus sistemas políticos se enfrentan a sus propios límites y con los del planeta
Nuevamente, las dinámicas propias del capitalismo y sus sistemas políticos se enfrentan a sus propios límites y con los del planeta, cuando el extractivismo y el rentismo cobran mayor legitimidad, las corporaciones aprovechan para continuar con el despojo, se amplía la financiarización, la desigualdad y la deuda de las familias y el Estado; se prioriza la actividad empresarial monopólica en el sector salud; imponen el autoritarismo, el control social y el desprecio por las trabajadoras esenciales; crecen los feminicidios y se consolida la feminización de los cuidados sociales, se generaliza la segregación. La fragilidad económica global y la insostenibilidad de las cadenas de producción globales, en una producción ligada a la rentabilidad en vez de a las necesidades humanas, empuja a los habitantes del planeta a migrar y escoger entre vivir en ciudades de las metrópolis alejadas de los espacios de producción de alimentos o volver a los pueblos.

En la actual coyuntura, cuatro hechos políticos fraudulentos la marcan, que luego trataremos de explicar y desde allí, buscar perspectivas.

1. Mientras que en el mundo neoliberal e imperialista predomina la desigualdad en la aplicación de vacunas y el “45 por ciento fueron inyectadas en los países ricos del G-7, pese a que sólo albergan a 10 por ciento de la población mundial, según un recuento de Afp”. (1). En otros las vacunas VIP (Argentina, Perú), las falsas vacunas (Brasil) y/o los negociados acompañan a las políticas neoliberales.

En Perú, la situación es más vil, pues la vacunación en secre­to a una larga lista de personajes, desde funcionarios de la salud, políticos, diplomáticos, médicos, empresarios, consultores, “científicos”, rectores, lobistas y otros, es el hilo de la ma­deja de una trama montada para favorecer al laboratorio chino Sinopharm en la carrera por conseguir la venta de sus vacunas contra el coronavirus. El tráfico de 3,200 dosis adicionales de su vacuna experimental, Sinopharm consiguió? que el gobierno de Martin Vizcarra le concediera la prioridad absoluta en la compra de los fármacos, por encima de otros laboratorios internacionales, como Pfizer/BioNtech (2). El semanario continua:

“Los acuerdos con Pfizer, AstraZeneca, Johnson & Johnson y otras compañías importantes fueron aplazados mientras el expresidente Vizcarra, su esposa, su hermano y una serie de altos funcionarios de la Cancillería y el Ministerio de Salud (MINSA) se apro­vechaban de sus posiciones privile­giadas para aplicarse a escondidas la candidata a vacuna china. Este entramado, que hoy es ma­teria de una investigación por delitos de negociación incompatible y concusión en la Fiscalía de la Nación, se mantuvo y se extendió? durante el gobierno de Francisco Sagasti”. (3)

No les importó que más de 100,000 personas murie­ran a causa del coronavirus, según la base de datos del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef). El 2020 fue trágico, los contagios aumentaron, los hospitales (500 para 33 millones), camas UCI y especialistas colapsaron desde el inicio y el oxígeno se acabo? debido el rebrote del virus, teniendo que importarlo de Chile y aceptar denigrantes apoyos de interesadas mineras. A pesar de que el criminal neoliberalismo se puso otra vez en evidencia en la salud por su olor a muerte, los negociados se desataron en el sector, gobiernos de todos los niveles y privados, hasta implosionar. ¿Habrá llegado la crisis de la mentalidad sumisa neoliberal y de la mortalidad? Mientras exista en la praxis y la cultura cotidiana el neoliberalismo no tiene límites. El “Así son las cosas” en palabras del Dr. Málaga, nos define como país.

2. Mientras continúa una lucha soterrada entre fracciones corruptas en el poder estatal peruano y empieza la resistencia popular a crecer junto al aumento del autoritarismo represivo neoliberal de Sagasti, las vacunas no llegaran hasta dentro de unos meses debido a las erradas –y vengativas– políticas del exmandatario Martín Vizcarra. Aunque, todos los poderosos dueños del Perú se defienden agresivamente de los procesos jurídicos anticorrupción; existe una agenda encubierta en la mayoría congresal que sirvió para establecer la alianza que destituyó a Vizcarra: apoderarse del Ministerio de Educación y terminar con la Sunedu, el control de la Junta Nacional de Justicia, del Tribunal Constitucional y del Ministerio Público, y acabar de este modo la lucha contra la corrupción, permitiendo la postulación de procesados a los poderes del Estado y obtener mayores beneficios tributarios y ventajas del Presupuesto 2021. El botín más importante siempre será el sistema judicial, llave para el “destrabe” de muchos intereses económicos, comenzando por las deudas de grandes empresas y los bonos de la deuda agraria. Esa captura permitiría cancelar los procesos Lava Jato, los magistrados bajo proceso y el Club de la construcción. Están logrando colocar a sus peones en el sistema y hasta ahora ni un solo juicio ha sido abierto. Mientras tanto el ejecutivo solo se preocupa por reestablecer el crecimiento de la inversión a costa del despojo y una cruenta represión de la resistencia.

3. La preparación del fraude electoral, marcado por el mercantilismo y los manejos del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y el gran ausentismo en las últimas elecciones internas, como consecuencia del diseño mafioso del escenario jurídico electoral, el desprestigio de los partidos políticos por la corrupción y el desencanto general de la ciudadanía por la política, pues ni los mismos militantes creen en sus propios partidos o porque se imponen candidaturas o los líderes políticos ya no tienen credibilidad. Los partidos solo son cascarones mercantiles, vientres de alquiler de quienes tienen el poder. Una expresión fue la baja participación en candidatos elegidos por un militante-un voto; las cifras de la ONPE revelan que los ocho candidatos presidenciales que han sido definidos hasta el momento, a través de la modalidad “un militante - un voto”, fueron elegidos solo por el 5,8% del total de sus afiliados, es decir 55.834 personas. La lista de baja participación en estas votaciones internas es encabezada por el Partido Nacionalista, que apenas convocó a 1.374 de los 152.680 electores habilitados a nivel nacional; es decir, solo el 0,9% asistió a las elecciones internas de esta organización. Bajo la otra forma, elección de delegados. Otras 15 organizaciones políticas optaron por realizar elecciones internas para designar a los delegados que, el próximo 6 de diciembre, definirán las fórmulas presidenciales. De los 374.590 afiliados a este grupo de organizaciones, sin embargo, solo el 3,54% fue a votar en las internas del domingo. De este conglomerado de agrupaciones, seis de ellas registraron la asistencia de menos del 3% de sus militantes habilitados para votar.

Un último estudio del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), provocó gran revuelo considerando el desprestigio de Ipsos y CPI, que consultó a una población de 1200 personas de modo telefónico, entre el 19 al 23 de febrero últimos, traza el alcance de diversas opiniones en el país con márgenes de error de 2,8 puntos (encima y debajo) en cada resultado de nivel nacional. No obstante, lo limitado de la muestra y el medio usado, es más creíble. La investigación muestra que los candidatos favoritos son Lescano, con un 11.3% de peruanos que lo apoyarían con sus votos; Mendoza, con un 8.9% de ese respaldo; George Forsyth, con un 8.1%; Keiko Fujimori, con un 8.1%; y Rafael López Aliaga, con un 7.6%.

Aunque el estudio indica que el 27% de la ciudadanía considera que Forsyth pasaría a una probable segunda vuelta presidencial, junto a Lescano postulante de Acción Popular o Keiko Fujimori (Fuerza Popular) es muy probable que Verónica Mendoza (Juntos por el Perú) sea la contendora de uno de los primeros. Esto puede ocurrir por que las denuncias que circularan en las redes sociales deslegitimarían tremendamente a aquellos. Los aspirantes a la Presidencia acumulan un total de 153 denuncias penales. Cesar Acuña (APP), George Forsyth (VN), Ciro Gálvez (Runa) Daniel Urresti, (PP), Rafael Santos (PPS), Daniel Salaverry (SP) y Ollanta Humala (PN) encabezan la lista con más investigaciones abiertas por la Fiscalía desde 2010, las cuales no se encuentran en la declaración jurada de sus hojas de vida presentadas ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para los comicios del 11 de abril. Por otro lado, el Comercio expone a 215 aspirantes al Congreso en las Elecciones Generales 2021 que afrontaron procesos por hurto, estafa y violencia familiar. (4)

Los resultados de eventuales elecciones como riesgos para el capital, quizá porque más allá de quien gane, saben que los gobiernos surgidos de las urnas nunca han conseguido mellar el poder del capital.

4. El neoliberalismo ha logrado tener hegemonía, el pensamiento colonial es dominante en el pensamiento peruano, sea sobre la política económica, el progreso, el desarrollo, el sector público, la propiedad privada, la minería, la educación, la ciencia y la tecnología, la democracia, las instituciones. Con la llegada de la pandemia entraron en cuestionamiento las ideas sobre la vida, la sanidad, la educación, la pobreza y desigualdad, el papel de lo público, la colaboración público- privada. Estas ideas configuran la opinión pública, le llaman sentido común y tienen un privilegiado espacio y lugar en los medios. Son las normas no escritas, que justifican la violencia estatal y rechazan la defensiva o rebelde; que aceptan el despojo y la privatización y que definen lo prohibido, las que establecen los límites de lo posible para que las acciones de colectivos y organizaciones sean sensatas, responsables y confiadas. En fin, que solo actúen dentro de los establecido por un supuesto antagónico adversario.

II. Historiando conceptos: el Estado recolonizado y la democracia
Aclaremos someramente algunos conceptos en su historia colonial, con esto podremos referirnos a la crisis de este sistema representativo y del poder político. El Estado que se formó con la llamada independencia fue uno recolonizado, no tuvo nada de la modernidad ni del pensamiento liberal. Fue un Estado tributario durante un siglo “republicano”. Posteriormente, durante el último, comenzó el cobro de impuestos a los monopolios extranjeros y desde la primera posguerra mundial hasta la actualidad paso de ser recolonizado por los intereses monopólicos norteamericanos a una sujeción multi imperialista, por un imperialismo colectivo occidental en disputa con intereses de grandes corporaciones chinas. El Estado creado después de 1821 redistribuyó internamente los ingresos que recibía la corona española y su aparato burocrático colonial impuesto; tuvo, además, que pagar impuestos de guerra, lo que arruinó la economía y la cultura urbana.

El Estado que se formó con la llamada independencia fue uno recolonizado, no tuvo nada de la modernidad ni del pensamiento liberal
Después del periodo virreynal-colonial, los conceptos que hoy conocemos eran difusos o ambiguos. El concepto de nación ya existía desde mediados del siglo XVIII, pero no en Perú. El nacionalismo era un confuso criollismo. El territorio no terminaba de delimitarse, no existía una población homogénea, la lengua oficial era el español, pero entre muchas lenguas no oficiales, no se podía hablar de una cultura propia, con un carácter específico, Eran muchas culturas. El poder político estaba fraccionado, no hubo una clase dirigente, que provenga de una historia común y consolide un poder independiente. Las condiciones económicas particulares, como rasgo que describa externamente a la nación eran desastrosas.

En la primera recolonización –la criolla– los poderosos de las ciudades se incorporaron a la explotación compulsiva de la agricultura. Se reinstituyó el rapaz sistema tributario, aumentó el trabajo forzado de la población, se estableció progresivamente la propiedad privada de la tierra (5) y la usurpación y despojo de los recursos naturales, la destrucción parcial de la comunidad. En la práctica el Estado resultó ser un aparato burocrático que fijó la territorialidad y el funcionamiento administrativo de la nación criollo-mestiza excluyendo a los pueblos indígenas andino-amazónicos ignorando sus derechos históricos y políticos, mientras los afrodescendientes continuaron siendo propiedad. La Iglesia, cambió de bando y pronto se constituyó en un organismo sustentador de las clases dominantes en formación, al tiempo que se convertía en el factor de mayor explotación al indígena, acaparando las tierras que habían pertenecido a los ayllus. El español fue la lengua oficial de dominio y el quechua, simplificado y deformado, siempre desplazado, se convirtió en el medio más importante de la imposición ideológica; los curas y terratenientes lo aprendían para comunicarse con sus siervos. Los excesos de este régimen se manifestaron sobre todo en las zonas rurales y en el trabajo agrícola de los latifundios. Sin embargo, aunque deformadas, las comunidades subsistieron. El Estado, fue la estructura idónea para consolidar la institucionalidad de la nación criolla como nación-dominante, mientras los pueblos indígenas quedaron como dominados. La cultura occidental católica conservadora predominaba en todos los ámbitos sociales. El territorio estatal es resguardado y defendido como suelo patrio por unas fuerzas armadas que cíclicamente ocuparon el ejecutivo, en cambio los territorios indígenas se sobrentienden que son simplemente regiones del páramo, la montaña o la selva amazónica. Hace un siglo se constituye la propiedad privada y allí reside el origen de un nuevo despojo territorial. (6)

Una vez que pasamos de las cuestiones fundamentales de cómo denominar la estructura política, social y económica bajo la que se encuadra el nuevo régimen, nos encontramos con conceptos de uso cotidiano que hay que manejar con un conocimiento al menos básico. Uno de estos conceptos es el de «Soberanía», que hace referencia al origen del poder y a quien manda en un país. Dice de dónde procede el poder y por lo tanto sus límites o extensión y partícipes de este; y ésta es cuestión fundamental para entender el ordenamiento del Estado y la Sociedad. Fue objeto de diferentes planteamientos el modo como llegó la soberanía divina a la nación criolla. Pudo haber sido por el derecho natural que llevaría a entender que originalmente estaba en ella, en el pueblo o en los individuos que la formaban; pero pudo haber sido también a través de la ruptura del pacto entre el Rey y la nación, que en España se produjo al iniciar el siglo XIX a través de las Juntas formadas para su defensa. El concepto de «Nación» es el de la comunidad que tiene en origen el poder y, por lo tanto, base del Estado que se constituyó según el nuevo patrón. El concepto de Patria del Antiguo Régimen se fue poco a poco asociando a este nuevo de Nación. Se empezó a creer que cada nación debía conformar su propio Estado. De ahí surgió el modelo de nación-estado típico de nuestra contemporaneidad, un «Estado de Derecho», es decir, un Estado fundamentado en el derecho, no en la fuerza. El derecho lo legitimaba y lo fortalecía; un derecho que se formaba en la legislación aprobada por los representantes de esa nación. Y tuvieron que hacerlo por medio de la «representación», otro concepto nuevo para una nueva época; la representación fue una progresiva adaptación a las nuevas sociedades liberales, en las que los individuos se dedicaban a sus actividades particulares y podían confiar en ser gobernados correctamente a través de sus representantes; se distanciaban así del republicanismo clásico, de las democracias antiguas, de la «libertad de los antiguos» que decía Constant, y que se caracterizaban por el autogobierno directo de todos aquellos que eran considerados ciudadanos que empleaban gran parte de sus esfuerzos, tiempo y virtudes en el gobierno del común (Constant habló de la libertad de los antiguos, la democracia clásica, y la libertad de los modernos, el liberalismo y el culto al individuo y sus derechos).

Así que, junto al concepto de «representación» tenemos que manejar el de Sistema electoral; es decir, el modo por el cual se elige a los representantes bajo el supuesto de que van a hacer por el pueblo la tarea del gobierno de lo común. En el sistema universal votan todos los ciudadanos; el problema es determinar quiénes son ciudadanos: hay que establecer en los casos más avanzados al menos la edad para votar. Se viene denominando sufragio universal en el XIX incluso a aquel en el que la mujer no votaba todavía, porque se consideraba dependiente y por lo tanto no autónoma. Cuando se habla de «forma de gobierno» se hace referencia a la forma externa que adopta el Estado, la república se impuso en toda Europa occidental excepto en Alemania. En España se introdujo efectivamente en la Constitución de 1837.

Esta forma de ejercer el poder colonial entrelaza caricaturas de las instituciones modernas del capitalismo global y neoliberal, pues permanece anclado a la inspiración de la conquista criolla de sus orígenes en el Perú del siglo XIX. Sin embargo, su naturaleza y estructura esta sostenida por la fuerza del dominio político, más que en el mercado, en los intereses que provienen de la apropiación, despojo y acumulación de capital y riquezas “baratas” gracias a los conglomerados empresariales, de los monopolios y oligopolios, de los privilegios y de la desigualdad. El Estado se convirtió en un chiquero fallido; de privilegios, desigualdad y discriminación étnica y laboral; con instituciones capturadas por organizaciones criminales, donde la política es un acto infame y las denuncias se hacen a media voz; un lugar sin proyecto y sin opciones institucionales como nación; en síntesis, un territorio donde va desaparecido el país y la escuálida ciudadanía.

Las corporaciones mandan, los instrumentos del poder están a su servicio: instituciones, fuerzas armadas y policiales, Ministerios de economía, Banco Central y obras públicas; sistema judicial y Congreso; ello determina una posición de dominio que está sobre el mercado. Ni siquiera hemos avanzado más allá del mundo antiguo, donde la democracia fue concebida como un régimen político fundado en la igualdad de todos aquellos que eran considerados ciudadanos y que por esta condición gozaban de equidad en el acceso a la deliberación sobre los asuntos públicos.

Ese traspaso de la ?soberanía, de las manos del pueblo a los sistemas judiciales, resulta indispensable para mantener ?el predominio de los poderosos.
Se entiende por democracia liberal –que los manuales soviéticos llamaron democracia burguesa– a un sistema político marcado no solo por elecciones por sufragio universal libres y justas, sino también por el estado de derecho, la separación de poderes, pluralidad de partidos y la protección de las libertades civiles básicas de expresión, reunión, religión y propiedad; defensa de los derechos. Este tipo de régimen recién se consolida a mediados del siglo XX en Europa, aunque ningún país cumpla con todas estas características, priman cada vez más los rasgos no democráticos o antiliberales. Es por ello por lo que el concepto mismo de democracia ha sido sometido a una profunda ?transformación. No se trata de garantizar el «poder del pueblo» sino de someterse al ??«estado de derecho», dos conceptos incompatibles entre sí. Si la constitución es neoliberal, son los magistrados quienes deciden, ?en lugar del pueblo, a los que tienen derecho a representarlo y quiénes no. Ese traspaso de la ?soberanía, de las manos del pueblo a los sistemas judiciales, resulta indispensable para mantener ?el predominio de los poderosos.

La única forma en que los trabajadores y los sectores populares puedan tener este poder político de decisión, que es la soberanía, es en oposición a aquellos que hoy tienen ese poder, el Estado, sus instituciones y en última instancia, quienes lo controlan, las corporaciones empresariales, que tampoco ceden ese poder sometiéndose a los veredictos de la mayoría. En la historia, cuando la clase dominante se vio amenazada por el ascenso de masas recurrió a la violencia monopolizada por el Estado. Ese es el campo de batalla. El pueblo hallará recursos, a la vez políticos y culturales, para promover unas iniciativas de emancipación. No obstante, lo propio del neoliberalismo es desarrollar una visión del Estado a la escala del mundo. Cuando los Estados nación se relativizan se construye un Estado-mundo, un diseño de instituciones a escala global, a nivel supranacional, internacional y transnacional, una estatalidad mundial de clase. Pero se constituye en cada Estado, en el que el mercado arregla todo y se presenta como la constitución suprema. Todos los países asumen la misma constitución y si, de hecho, están todos juntos al amparo de la misma constitución, ello sugiere que los Estados nacionales producen el Estado-mundo. Los Estados nacionales, en la medida en que comparten la misma constitución neoliberal, pueden, consecuentemente, actuar como sucursales de un poder global de clase, a la vez en el plano legislativo y en el ejecutivo.

Los Estados nacionales, en la medida en que comparten la misma constitución neoliberal, pueden, consecuentemente, actuar como sucursales de un poder global de clase, a la vez en el plano legislativo y en el ejecutivo.
Hay una posibilidad de lucha contra el neoliberalismo, pero, al parecer, será principalmente local, pues es el horizonte que la gente conoce y controla. A ese nivel hay una lucha posible. No vemos otra posibilidad de lucha contra el neoliberalismo más que el pueblo, la clase fundamental, encuentre medios para organizarse políticamente. En esa globalidad el orden estructural es el mismo, articula clase y Estado; y en el mundo la relación centro-periferia. (7)

En Perú, la denominada democracia liberal depende de las elecciones, donde quienes consiguen la mayoría forman el gobierno. La política electoral revela muchas fallas, mostrando cómo las elecciones pueden en realidad socavar la democracia en su verdadero sentido. Los políticos son elegidos sin tener mayoría o por un bajo porcentaje, combinado con el hecho de que los procesos electorales modernos son extremadamente costosos. Una parte considerable de los candidatos participa con antecedentes criminales o casos abiertos. Las elecciones políticas sacan los aspectos más competitivos. Dada la perspectiva de que los candidatos políticos vencedores consigan amasar fortuna, fama y/o poder sobre otros, las apuestas comerciales por ganar son muy altas, lo que solo aumenta una competitividad enfermiza. Las elecciones también fomentan o engendran los casos más patentes de financiamiento empresarial, fraude y manipulación, soborno, corrupción, intimidación, violencia y transfuguismo. El fraude electoral y la manipulación no son excepciones, sino la regla, en todo el mundo. En muchos países esta competitividad hostil también sigue líneas históricamente prevalentes de jerarquía, discriminación y división: el fraude adquiere una panoplia de formas; abarca desde violaciones procesales de la ley electoral, hasta el uso directo de la violencia contra los votantes. Incluso cuando la manipulación de las papeletas puede ser decisiva. El fraude, sin embargo, socava la estabilidad política porque, en contiendas reñidas, puede ser crucial. La competencia política determina el ritmo y la naturaleza del fraude electoral. Los esfuerzos para robar elecciones aumentan con la desigualdad, pero la competitividad, que las instituciones ayudan a moldear, determina las estrategias de manipulación de votos que adoptan los partidos e instituciones. Ya no existen debates programáticos, solo son guerras de intrigas y chismes.

Los partidos que ‘capturan’ el poder, inevitablemente centralizan poder. Una vez en el poder, es relativamente fácil ignorar al electorado, al menos hasta las próximas elecciones. Y como el electorado ha cedido su poder, solo puede esperar a las siguientes elecciones para efectuar un cambio; o contentarse con protestar de vez en cuando. Unos pocos países tienen el derecho a revocar representantes a mitad del ejercicio, lo que da algún control, aunque muy limitado, sobre su ejercicio del poder. Algunos países tienen sistemas como referéndums, pero son limitados y sufren de la misma política problemática del mayoritarismo.

Esta democracia se adapta eminentemente a regímenes y relaciones económicas explotadoras, les proporciona una apariencia conveniente de legitimidad. Y si el partido que gobierna cree que está bien financiar a estas corporaciones, abiertamente o de manera oculta, esto también parecería ser totalmente aceptable. No sorprende que los movimientos sociales que desafían las acciones de las corporaciones sean etiquetados automáticamente como antiestatales, antinacionales, sediciosos o, en algunos casos, ‘extremistas’ a los que se puede arrojar legítimamente a las cárceles o eliminados. Esto no solo sucede con los gobiernos de derecha, sino también con los de izquierda.

Los gobiernos de derecha e izquierda son en gran parte no solo responsables de las recurrentes crisis económicas sino de la catástrofe ecológica y climática a la que se enfrenta el planeta.
Los gobiernos de derecha e izquierda son en gran parte no solo responsables de las recurrentes crisis económicas sino de la catástrofe ecológica y climática a la que se enfrenta el planeta. Una economía mundial basada en la competitividad entre estados-nación, requiere una explotación implacable de la naturaleza y la fuerza de trabajo, y la continuación de relaciones patriarcales, racistas y de castas. Finalmente, los estados-nación y el ‘nacionalismo’ en el que se basan o engendran, son también intrínsecamente problemáticos porque rompen artificialmente vínculos ecológicos y culturales, y no permiten la gobernabilidad sostenible de paisajes que son dependientes de estos vínculos.

Los rasgos del Estado peruano tuvieron constantes: 0. La recolonización continua, aunque cíclica, tras el despojo de bienes baratos. 1. Una lumpen oligarquía hasta la lumpen burguesía siempre rentista y saqueadora, vividora de los bienes estatales, corrupta. 2. la violencia y centralidad de las FFAA y las rebeliones, autoritarismo institucional. 3. el extractivismo y explotación con formas precapitalistas. 4. el patriarcalismo, racismo. 5. el presidencialismo, el caudillismo, el fraude y el mesianismo en la política.

La autodeterminación nunca existió, hasta la llamada independencia fue impuesta, no existió un grupo dirigente y quienes mandaban enfrentaron, hasta mediados de siglo, incontables levantamientos, sublevaciones y rebeliones que reflejaron los ciclos recolonizadores y las cambiantes alianzas entre militares, comerciantes y escasos ideólogos. Se expresó en que entre 1826 y 1845 Perú tuvo cuatro constituciones y doce 12 presidentes. Las constituciones solo eran –como hasta hoy– instrumentos de legitimación de su poder. El “caciquismo” de aquellos años sirvió para evitar el desmembramiento de un estado que ya había experimentado una guerra de secesión en 1836, la guerra de la Confederación peruano-boliviana, provocada por las disputas entre librecambistas del norte y proteccionistas del sur.

La reconstrucción, en un país ahora dominado por una clase propietaria escudada en torno a la defensa de sus intereses y a la formación de un aparato recaudador. Un cuarto de siglo más tarde, los cimientos de la reconstrucción estatal parecían sólidos: un sistema de ingresos fiscales sobre la base de impuestos a bienes de consumo (alcohol, tabaco, opio, fósforos), recuperación de la minería y de la agricultura de exportación (en base al sistema de “enganchados” de la sierra) e incorporación de nuevos productos exportables: caucho y petróleo. No obstante, la recuperación económica, una revolución seguida de una breve pero cruenta guerra civil, interrumpió la sucesión constitucional en 1895. En el siglo XX, la violencia política se hizo constante, ya sea utilizada como medio para fines políticos estatales como también por grupos subalternos que aspiraban a conducir cambios radicales en las distintas esferas de la sociedad. El fin del empleo de la violencia política, tuvo que ver más con una concentración de ella por parte de los Estados.

La historia del Perú en su primera centuria como aparente nación independiente ilustra bien los problemas de constitución de un nuevo Estado en los países recolonizados
La historia del Perú en su primera centuria como aparente nación independiente ilustra bien los problemas de constitución de un nuevo Estado en los países recolonizados. Este tipo de naciones solía caracterizarse por tener una economía dividida en dos sectores: uno comercial, organizado alrededor de la exportación de bienes primarios, y otro de auto subsistencia, que de ordinario era el que contenía a la mayor parte de la población. El primero, por aprovechar la renta de la naturaleza y disfrutar, en la mayor parte de los casos, de un carácter oligopólico, era el que tenía un mayor rendimiento económico y daba origen a las fortunas locales. La rentabilidad era constantemente amenazada e inestable, ya por los ciclos de agotamiento del recurso natural, o por los vaivenes del mercado mundial. El sector de auto subsistencia tampoco gozaba de estabilidad por su vulnerabilidad frente a los accidentes de la naturaleza (sequías, plagas, etc.).

En este tipo de países también la población solía estar fragmentada étnica y socialmente. Dentro del área latinoamericana, el Perú, junto con México, Guatemala, Bolivia y Ecuador, representó el caso de naciones con mayoría indígena, lo que solía significar un tamaño proporcionalmente más grande del sector de subsistencia, un menor consumo de importaciones y un carácter más cerrado y exclusivo de la élite social. La población criolla y mestiza era normalmente la que conducía el sector primario exportador, mientras la indígena se inscribía en el de auto subsistencia. Durante las fases de auge exportador, parte de esta era, sin embargo, absorbida por aquella, ya como trabajadores o como proveedores de alimentos, servicios o de insumos requeridos por la industria exportadora. En un escenario de este tipo, la consolidación del Estado fue harto complicada. La población criolla controlaba la riqueza comercial derivada del intercambio con el resto del mundo, contaba con la cultura, fetiches raciales que los presentaba como superiores o dignos de emulación por el resto de las habitantes, se ubicó rápidamente como la élite de las nuevas naciones. Sin embargo, carecía de suficiente legitimidad por aparecer en los negocios de la exportación primario-exportadora como una socia menor de las empresas extranjeras, al tiempo que su presencia y compenetración con el resto de la nación podían calificarse de superficiales. Su control del Estado solía ser, por ello, desafiado por los otros grupos, menos pudientes, pero más “nacionales”, con quienes debía así entablar periódicas alianzas.

El Estado que dicho grupo criollo erigió fue entonces débil, por la poca legitimidad social de quienes lo dirigían y por su naturaleza inestable. El sistema fiscal solía conseguir sus mayores entradas gravando el comercio exterior, cuando no convirtiéndolo directamente en un monopolio del fisco, o estanco, y las complementaba con impuestos de capitación o sobre la propiedad. Los caudillos mestizos o, por lo general, militares resultaron piezas claves para pactar estas alianzas, e incluso podríamos decir que surgieron por esta misma necesidad.

La débil legitimidad del Estado pos independiente llevó a que después de la Independencia se abandonasen los gravámenes sobre el sector de subsistencia, incluso cuando estos hubiesen tenido un rol importante en el período colonial. Los impuestos de aduanas o los estancos, por su carácter de impuestos indirectos, desafiaban menos la tolerancia de la población local que las antiguas contribuciones fiscales, como el tributo indígena o el diezmo sobre la producción agraria o minera. En el caso de los estancos, los impuestos eran trasladados a los consumidores de los bienes estancados, que, si se trataba de productos de exportación, terminaban siendo pagados por la población de otras naciones. Esto era juzgado como una situación ideal, ya que permitía que el costo económico del Estado fuese trasladado al exterior, sin recaer en la población nacional y sin desgastar, por ende, al grupo gobernante. En el caso del monopolio del guano en el Perú, a quienes se cargaba el gasto público del país era a los compradores extranjeros del fertilizante, que eran los agricultores de naciones repartidas por todo el hemisferio norte.(8)

Los agentes de la reforma fueron la oligarquía de los negocios y los nuevos hombres ilustrados por el enfoque positivista. En ocasiones, estos últimos provinieron del seno de la clase oligárquica, pero también lo hicieron del sustrato de una clase media que aspiraba al ascenso social. En la posguerra del salitre se conformó una nueva élite económica, cuyos intereses se afincaron en los sectores de exportación minera y agrícola. Aunque algunos de sus integrantes fueron descendientes de la antigua élite guanera que lograron reciclarse exitosamente en el nuevo orden, otros eran nuevos actores en ascenso social y económico, descendientes en muchos casos de inmigrantes europeos que, sin mayor fortuna económica, arribaron al país durante la era del guano. Sus integrantes convergieron con los funcionarios, en una coalición o diálogo que en el pasado no había tenido lugar, o había terminado en virtuales guerras civiles. Sin fuentes patrimoniales en que basar su economía, el Estado debió volverse hacia los hombres de negocios, propiciando que desarrollasen nuevos sectores de exportación, con la garantía de que no serían expropiados. Fue el propio Estado el que promovió, en los años finales del siglo XIX, el funcionamiento de gremios empresariales, como la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), la Sociedad Nacional de Industrias (SIN) y la Sociedad Nacional de Minería (SNM), así como las cámaras de comercio en las principales ciudades. Los exportadores fueron captados por los gobiernos como ministros de Hacienda o integrantes de comisiones asesoras y dictaminadoras sobre asuntos fiscales o de política cambiaria y monetaria. Más allá de que la presidencia estuviese a cargo de caudillos militares como Andrés A. Cáceres u Óscar Benavides, caudillos civiles como Nicolás de Piérola, u hombres de negocios como Manuel Candamo o Augusto B. Leguía, hubo una continuidad en el personal que gobernó el ámbito fiscal. Detrás de ellos estaban los asesores técnicos en materia tributaria. Entre sus integrantes destacaron las familias Larco, Fernandini, Chopitea, Olaechea, Bentín, Escardó, Osma, Correa, Gerbolini, Piaggio, Pardo, Aspíllaga, Alzamora y Ayulo. Miguel Ángel Centeno ha señalado que las derrotas militares en América Latina tuvieron la virtud de producir una “convergencia” entre la élite social y el Estado. Eventualmente llegó a darse alguna contradicción entre los hombres de negocios y los tributaristas, pero el hecho básico fue que la subsistencia de estos solía depender de aquellos, de modo que no podían mostrar un disentimiento grande, so pena de ser marginados de los empleos públicos y las comisiones. La aplicación de la reforma se manifestó en la práctica exención fiscal de la élite. El Perú se convirtió hacia 1900 en una nación en la que los impuestos no se pagaban de acuerdo con el nivel de consumo de los bienes gravados por el fisco. Estos eran los bienes importados para el consumo final y ciertos bienes, nacionales e importados, de amplio consumo popular, entre los que se contaban incluso algunos artículos alimenticios insustituibles. Esta exención fiscal se prolongó hasta que el auge de los precios internacionales de las materias primas peruanas, con la Primera Guerra Mundial, provocando turbulencias políticas y sociales en las principales ciudades, e incluso escisiones dentro de la élite. Para entonces, ésta ya había traspasado parte de sus intereses (sobre todo en el ámbito de la minería) a empresas extranjeras, comenzando a tributar de forma directa, prácticamente por primera vez en la historia republicana. Desde ese momento podríamos hablar de un Estado moderno, de la ciudadanía, los partidos y el estado de derecho respecto al Estado.

Los partidos nunca contribuyeron a que los ciudadanos controlen el poder público, o ser vehículos de la democracia, que en su interacción permite llegar a acuerdos, y de ese modo evitar la violencia. Los partidos durante un periodo tuvieron una doctrina, un sumario de sus principios, valores y fines; una estructura u organización. Son los perdurables, aunque solo sea de nombre y sus círculos dirigentes tienden a perpetuarse. Hoy, como antes, los partidos están organizados bajo un propietario, otros quedaron agrupados alrededor de un caudillo, pero sin doctrina, y la mayoría son partidos organizados únicamente para responder a una coyuntura, especialmente electoral. Los partidos enfrentan amenazas de la anti política masiva, el rechazo a la política, una actitud generalizada. Otra amenaza es el caudillismo. Luego tenemos los etnicismos y particularismos, que toman diferentes formas, a cuál más negativa. Otra tara son las religiones, que pretenden hacer retroceder a la sociedad convenciéndola de que la garantía del orden social está fuera de éste, en las manos de los dioses. Por consiguiente, se podría afirmar que la vigencia de los partidos implica en gran medida neutralizar estos impulsos pre políticos. Existen millones de ciudadanos sin representación, y por tanto demandas sin canalizar ni atender. Responder a ellas implica crear entidades que sean capaces de buscar objetivos más allá de las coyunturas inmediatas, abandonar la vieja práctica de agruparse en torno a un líder para aprovechar la coyuntura, improvisar estructura y discurso, y tendrán que actuar al revés: adoptar una doctrina, concebir un programa, desarrollar una organización con democracia interna para ejecutar ese programa, y no al revés.

Los “movimientos sociales” o las organizaciones laborales no pueden reemplazar a los partidos, pero, sin embargo, son más coyunturales, tiene una identidad, un adversario y un campo de conflicto, solo hay que agregarles principios, un programa y una estructura interna para ser aceptados en la institucionalidad política oficial. Al revés, las corporaciones tienen estructuras rígidas e intereses muy específicos, pero no pueden hablar en nombre de la sociedad en conjunto y ni siquiera lo intentan. Por tanto, unos y otras están igualmente impedidos de representar al conjunto, y por su propia naturaleza, son poco aptos para el pacto, un elemento esencial de la democracia. Por estos motivos se debe alentar la renovación de los partidos existentes y la formación de nuevos. La propuesta programática y la democracia interna son dos condiciones sine qua non.

Por su parte el Estado es producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase. El Estado surge donde, cuando y en la medida en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y a la inversa, la existencia del Estado prueba que las contradicciones de clase son irreconciliables. Aclarando que el Estado no concilia las clases, sino que es un órgano de dominación de una determinada clase, es instrumental y va a necesitar de destacamentos de hombres armados, cárceles y distintos tipos de coerción, pues es un instrumento para la explotación de las clases oprimidas. Ningún cambio de persona, de institución o partidos puede conmoverlo.

El movimiento constituyente actual necesita a corto plazo instalar asambleas constituyentes comunales, para iniciar el proceso de reflexión constitucional desde un punto de vista soberano
El movimiento constituyente actual necesita a corto plazo instalar asambleas constituyentes comunales, para iniciar el proceso de reflexión constitucional desde un punto de vista soberano. El sentido primero de la soberanía es de orden vital: somos soberanos cuando no estamos sometidos ni tenemos necesidad de someter. Es un impulso de libertad, un proceso emancipador en las antípodas de un origen fetichizado o una realidad petrificada. Quien se ha acostumbrado al dominio, no puede ser soberano; por ello el ejercicio de la soberanía es indisociable de la educación como autoconsciencia en un sentido formativo. El sujeto soberano no es un sujeto inalterable, la identidad se configura como un devenir plural en relación dialéctica con la otredad. Desafiar a un Estado dominante, es un reclamo de equidad y un rechazo de toda opresión.

la verticalidad de un aparato con el líder en la cúspide reproduce en la izquierda comportamientos gregarios y sumisos.
Nunca hubo autodeterminación. En el contexto del austro marxismo, O. Bauer insiste en que la nación es lo que de histórico hay en nosotros, es decir, remarca el lado dinámico, contingente, nunca terminado de un devenir variable. Una defensa del principio de autodeterminación esté ligado al problema nacional e incluye la separación, de la opresión imperial. No es verdad que la vindicación de los derechos nacionales y la exigencia de auto determinarse sea algo ajeno a la izquierda. La acción movida por reclamos de justicia debe regirse por criterios políticos. Sin embargo, la verticalidad de un aparato con el líder en la cúspide reproduce en la izquierda comportamientos gregarios y sumisos. Es fundamental que exista una viva actividad política, que se favorezca el debate y el examen crítico frente a las actitudes de fe y devoción que nos hacen vulnerables al engaño. Si algo caracteriza esta época es la atomización: el problema de la organización es, pues, un tema candente. El problema no es que haya representantes, sino que estos se autonomicen y tomen un protagonismo incontrolado, cosa que los media favorecen. La interacción frente al aislamiento y la articulación operativa es necesaria y si no hay una praxis cambiante las estructuras se cosifican; si no hay canales que concentren y multipliquen la energía, ésta se disipa. Pero, si se combaten estas derivas vanguardistas más o menos religiosas y siempre mediatizadoras, el trabajo político en común puede ser no sólo una palanca de cambio, sino también un aprendizaje que favorezca la maduración del pensamiento y que contrarreste la impregnación ambiental de prejuicios y estereotipos ideológicos.

Ya se ha dicho que la nueva etapa de acumulación capitalista supone la liquidación de los Estados-nación dependientes y su transformación en Estados-corporativos supranacionales, por lo que su control político-militar; de hecho, está asociado cada vez más a la acción indiscriminada de organizaciones criminales para limpiar de comunidades los territorios apetecidos por las grandes corporaciones mineras, de agro negocios, de biodiversidad y de agua, no sólo demuestra la pérdida del control de la violencia por parte del Estado, sino que tales organizaciones operan, en toda América Latina, con el contubernio de las Fuerzas Armadas “Nacionales”, los Gobiernos y su liderazgo político tradicional.

la nueva etapa de acumulación capitalista supone la liquidación de los Estados-nación dependientes y su transformación en Estados-corporativos supranacionales
Así, desde el nacimiento de las Repúblicas criollas, las relaciones sociales y de poder en todos nuestros países han respondido a quién controla la renta que genera la entrega de los espacios territoriales. No importa quién se adueñe o explote nuestros territorios, incluyendo al Estado. La lucha actual tiene un horizonte propio resumido en otras consignas como: Tierra, Territorio y Dignidad. Son estos pueblos y naciones (indígenas, campesinas, negras), y comunidades pobres periféricas urbanas a las que consideramos como parte del origen de un Nosotros que tiene planteada la necesidad de emerger en medio de una lucha a muerte por sobrevivir y que, ciertamente, nos obliga a pensarnos como un Nosotros. No nos corresponde a Nosotros salvar al Estado y sus instituciones, pues, nunca participamos en su creación; por el contrario, siempre hemos sido sus víctimas, como esclavos para su acumulación de dinero y hoy, como ocupantes de territorios explotables para beneficio de corporaciones del gran capital y para el beneficio de la renta de los gobiernos que los ostentan.

Así la reflexión sobre cinco estrategias/configuraciones/mutaciones en pleno desarrollo: la desnacionalización del Estado-nación, las nuevas configuraciones del aparato militar-policial, la creciente alianza política-religiosa-heteropatriarcal, la economía (extractivista) de conocimiento, y las deshumanidad(es) y UNIversidade(es). Su entretejer apunta a la recolonización de la humanidad y, también, el despojo total. Veamos algunas de las nuevas estrategias/configuraciones/mutaciones que considero centrales para el análisis del colonialismo hoy y su proyecto de violencia-despojo-guerra-muerte. Primero está la desnacionalización del Estado-nación, como parte de las tendencias globales del capitalismo, la reclasificación de la población y el recrudecimiento del colonialismo. Hoy ese Estado está en agonía decretada por las grandes corporaciones y la nueva etapa de acumulación de capital. Así podemos hablar del Estado corporativo o la asociación y corporación estatal, cuyas instituciones funcionan en beneficio no de la “sociedad”, sino del gran capital y la renta de los gobiernos. El estado nacional es cada vez más una ficción. Luego tenemos las nuevas configuraciones del aparato militar-policial, la llamada “seguridad pública” o “seguridad ciudadana”, diseñadas a proteger los intereses que se juntan y fundamentan en el Estado corporativo, disolviendo por todas las distinciones entre lo legal y no legal, y facilitando la institucionalidad e institucionalización del despojo y de la práctica del orden/des-orden de violencia-guerra-muerte. También tenemos la creciente alianza política-religiosa-heteropatriarcal. La meta: intervenir (como fuerza compartida) en el derecho secular pero también en los gobiernos, específicamente en la configuración del Estado como asociación-alianza de interés “moral” global anti-feminista. Al mismo tiempo que se consolida esta alianza evangélicos patriarcales y políticos en la región, crecen los feminicidios y transicidios; no es fortuito que América Latina tiene el nivel de violencia de género más alto en el mundo.

Por último, tenemos la nueva economía de conocimiento. El conocimiento siempre ha sido eje central del poder colonial extractivista. La nueva centralidad del conocimiento dentro de la matriz productiva y como “organizador económico-cultural” de la sociedad. Actividades extractivas comparten y combinan con educación basada en las necesidades e intereses del Estado corporativo en “ciencias de vida”: tecnologías relacionadas a las industrias farmacéuticas y de bio-drogas, biodiversidad y recursos genéticos; también incluyen enfoques en nano-ciencias, energía y petroquímicos, hidrocarburos. universidades de alta calidad, centros de investigación e instituciones que conjuntamente promueven una cultura y economía del conocimiento. La sociedad de conocimiento es un modelo económico innovador que marcará el comienzo de una “nueva era en la historia de la humanidad. Conocimiento es hoy uno de los campos principales de la batalla del patrón colonial del poder. Todos, tenemos claro el papel de la educación superior en avanzar el presente orden/des-orden. Hoy las Universidades, desde México a Argentina, son cómplices en la institucionalización de un modelo global que, bajo los pretextos y lemas de excelencia e innovación, mercantiliza el conocimiento y la educación de forma fundamental para este proyecto global. La corporativizarían, transnacionalización y deshumanización de la universidad pública; la universidad cómplice además en el sistema actual de violencia-despojo-guerra-muerte, recibiendo financiamiento de compañías extractivistas, participando en proyectos de investigación en bio-prospección genética. Cada vez queda más evidente la conexión e implicación de varias universidades públicas con las industrias extractivistas y el uso de las remesas del extractivismo y de su violencia-despojo guerra-muerte para financiar la educación pública superior.

III. El Bicentenario: la lucha entre piratas y corsarios por el Estado como fuente de dominació y acumulación
"¿Por qué? Siempre nos olvidamos de los poderes, de los que mandan y no se presentan a las elecciones. La Trama siempre está ahí; acostumbra a pensar a largo plazo y con una visión estratégica. ¿Cuál es su problema? El de siempre: el Estado y su control. La crisis es tan profunda, tan radical que los grandes negocios de la burguesía patrimonialista van a tener que ser rescatados por segunda vez en diez años. No pueden vivir sin el apoyo constante de las instituciones públicas; necesitan de una clase gobernante fiel y claramente alineada con sus intereses. En un mundo dominado por los grandes fondos de inversión, con un sistema financiero en quiebra, con unas estructuras productivas en reconversión acelerada necesitan del apoyo del gasto público, ponerlo a su disposición y servicio".

Manolo Monereo, Crisis en el régimen: los aspectos morbosos empiezan a ser dominantes, El viejo Topo, 12 diciembre, 2020, https://www.elviejotopo.com/topoexpress/crisis-en-el-regimen/

Esto, que Monereo lo dice para España de hoy, corresponde a América Latina y gran parte del mundo neoliberal. El capital financiero transnacional privado y el imperialismo colectivo han bosquejado un nuevo tipo de Estado. Sin considerar la naturaleza previa, delinearon un Estado tras nacionalizado, en las que las renovadas oligarquías, convertidas en lumpen burguesías y su “clase” gobernante, los lumpen políticos de cada país son las fuerzas que acatan las decisiones de aquel orden superior; ellas, impulsaron el neoliberalismo, que no significó para el SUR más que una nueva recolonización, un nuevo despojo de viejos territorios y otros nuevos, todavía no saqueados. Los de arriba con sus grandes corporaciones se organizaron para ello, los políticos se sumaron a esta cruzada, se apoderaron de los instrumentos de poder y dominación, modificaron los estados y sus constituciones, reorientaron el monopolio de la fuerza hacia la protección de los privado; hicieron los cambios institucionales necesarios, acabaron con los derechos ganados por las luchas históricas de los trabajadores instaurando un nuevo estado de derecho sin derechos, que correspondiese a la primacía de la inversión privilegiada y a la subsidiaridad estatal; privatizaron la economía, la política y la misma sociedad, sometieron al país a su Constitución. Ajustaron la relación entre división de poderes para que no se puedan cambiar las relaciones establecidas; mercantilizaron la vida política y corrompieron el ya frágil sistema representativo, los partidos se transformaron en empresas y los candidatos en sicarios; de este modo, finiquitaron la soberanía, convirtieron a los ciudadanos en clientes, modificaron mentalidades y culturas y -como señalan Roux y Gilly- apoyaron el consumismo y financiarización masivos, que movilizan el mercado global del dinero, constituyendo las fuerzas que hoy se proponen el total despojo territorial y el desplazamiento forzado de sus poblaciones o de sus modos productivos ancestrales. Precisan:

Esta nueva marea de despojo universal, sostenida en la violencia estatal y en las innovaciones científico-tecnológicas incubadas en la segunda posguerra (informática, microelectrónica, cibernética, ingeniería genética, biotecnología, nanotecnología), está rompiendo hoy sin embargo límites naturales antes inimaginables, restableciendo no sólo el dominio del capital sobre la tierra sino cubriendo todos los bienes naturales e incluso, como en México, bloques enteros del territorio nacional. Este proceso incorpora además en los circuitos de valorización de valor creación intelectual, saberes locales, códigos genéticos, espacio radioeléctrico, energía eólica, sangre y órganos del cuerpo humano, la entera biosfera y aun recursos que son condición natural de reproducción de la vida como las semillas y el agua.(9)

Estamos ante la cuarta revolución industrial y el mundo continua en la división que se inició cinco siglos atrás. En un breve texto Luis Eustáquio Soares, trasmite una gran verdad. Sin las categorías de imperialismo y colonialismo no podemos entender ni la historia, ni el mundo actual, del último siglo. Viviríamos en penumbras al no comprender la totalidad que implica pensar en la totalización-destotalización y retotalización (10) de ambas realidades y las categorías que han cambiado y las que no; sin embargo, las continuidades aún son las constantes. No se trata solo de resabios coloniales, como algunos creen, sino de rasgos fundamentales, cuya solución radica en la autodeterminación y no únicamente de descolonizar algunos aspectos. Con las disculpas del caso por tan extensa cita, pasamos a exponerla:

1. ¿Qué es el imperialismo? En diálogo con Rosa Luxemburgo, del libro Capital Accumulation, 1913, el imperialismo es el vector burocrático-belicoso que sobreexplota y viola a los pueblos, principalmente en África, Asia, América Latina, transformando así la acumulación primitiva de capital en un vector transversal del modo de producción capitalista, considerando: a) la expansión del mercado capitalista a regiones periféricas; b) sin dejar de apropiarse de las materias primas importantes para el control monopolista militar del mercado ampliado; c) siempre apuntando a la reproducción ampliada del capital, imposible de llevar a cabo solo por las relaciones capitalistas de producción.
2. Para Karl Kautsky, en un ensayo de 1914 titulado Ultraimperialismo, el imperialismo es la captura y al mismo tiempo la manipulación que los capitalistas monopolistas de los centros del sistema capitalista mundial hacen de la renta diferencial de la tierra, al asociarse con las oligarquías terratenientes, con el propósito de violar y sobreexplotar a los pueblos excluidos. sagrado derecho a la tierra. También argumentó que la tendencia del imperialismo sería transformarse en ultraimperialismo, definiéndolo como un consorcio de países imperialistas que dejarían de guerrear entre sí después de que se lograra compartir el mundo.
3. En el imperialismo: la etapa final del capitalismo, Obra de 1916, Lenin la definió, imperialismo, como: a) fuerzas extraeconómicas; b) asociado al capital monopolista; c) capital financiero e industrial mixto; d) que, armados hasta los dientes, impongan y al mismo tiempo disputen el saqueo de pueblos en todo el mundo; d) forzar una estricta jerarquía de desarrollo desigual y combinado; e) entre diferentes regiones del planeta; f) separarlos en centro y periferia; g) razón por la cual la etapa final del capitalismo, que es el imperialismo, es también el

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