Abril de 2021
¿Es todavía la clase obrera un sujeto social revolucionario?Fernando Dorado
En días pasados con diversas personas vinculadas a las luchas políticas y sociales de América Latina se planteó el siguiente interrogante: “¿Ya no existen los sujetos sociales que luchen por un cambio? ¿O no es necesario tenerlos en cuenta? ¿La multitud es el sujeto?”.
Las respuestas no se hicieron esperar. Muchos amigos todavía identifican a la clase obrera como el “sujeto social del cambio revolucionario y anticapitalista”. Se insiste en que esa clase sigue vigente, y que aunque transformada, es el referente social del cambio anticapitalista.
Otras personas mencionan a los indígenas, campesinos y comunidades afros, y unas más, a las mujeres, los jóvenes, los migrantes, los ambientalistas, etc., como sujetos sociales que portan el espíritu del cambio o destacan su potencialidad actual.
Así mismo, aparece el concepto de multitud planteado por Negri y Hardt, con su pluralidad y diversa composición. Algunos relacionan esa idea con la necesidad de unificar a la gran mayoría de la humanidad para evitar la extinción de nuestra especie por efecto de la hecatombe ambiental anunciada. La multitud sería el sujeto social ecológico por excelencia.
Algunas definiciones
Es necesario volver sobre las definiciones. Los Sujetos Sociales son clases sociales o sectores de clase que adquieren consciencia colectiva de su existencia con base en la identificación de sus intereses. Ellos mismos se autoconstruyen en medio de las luchas sociales y políticas.
¿Clase obrera? Creo que hay que cambiar de término. La “clase obrera” se asimila a la clase de los trabajadores que vendían su “mano de obra” o “fuerza de trabajo” a los capitalistas. Hoy vendemos más el “cerebro” que las “manos”. El trabajo cognitivo está en el eje de la reproducción del capital y la “fuerza material” ahora la realizan las máquinas.
Parece que es mejor el término “clase trabajadora” o “proletariado” (aunque esta palabra se asimila a los trabajadores industriales), y es por eso que utilizamos el término “precariado”, que ha sido trabajado y estudiado con detalle y creatividad por el investigador Guy Standing.
Y al interior de los trabajadores es necesario identificar aquellos sectores que por sus actuales circunstancias pueden jugar un papel de “sujetos sociales revolucionarios”, no tanto “históricos” sino en una etapa histórica. Ejemplo, el proletariado industrial actual, es un sector de la clase trabajadora que por su lugar en la producción, su grado de especialización y los ingresos que obtiene, ya no es revolucionario, no desea ningún cambio, incluso es conservador. Al contrario, los “profesionales precariados” son los trabajadores que en la actualidad parecieran cumplir un papel más dinamizador en las luchas sociales y políticas.
Y es pertinente analizar otro aspecto que ahora ha aparecido con el desarrollo de las fuerzas productivas y los cambios en la sociedad actual (económicos, sociales, culturales, tecnológicos, etc.) que ha contribuido con la aparición de nuevos sectores sociales, muy diferentes a los de la época del capitalismo clásico, que pueden convertirse en otro tipo de sujetos sociales revolucionarios propiciadores de cambios en el modo de producción.
Los "prosumidores colaborativos".
Los PROSUMIDORES COLABORATIVOS son aquellos pequeños y medianos productores (y, a la vez, trabajadores) que producen diversas clases de bienes, consumen una parte de ellos y el resto lo venden al mercado. Pero para hacerlo y por necesidad, construyen redes de colaboración con otros prosumidores para poder enfrentar a los grandes monopolios.
Hoy existen prosumidores en el campo de la producción de música, periodismo, software, energía eléctrica, y poco a poco van expandiendo su área de trabajo. Además, en muchas otras áreas de la vida están apareciendo verdaderas redes de cooperación y colaboración como son las redes de turismo compartido o colaborativo y otras formas de intercambio equivalente, y también, nuevas formas de asociación cooperativa entre los pequeños y medianos productores agrarios de países dependientes.
Muchos de sus “productos” o bienes, son colocados en forma gratuita en las redes sociales usando diversas licencias de “Creative Commons” (Creación en Comunidad). Uno de sus principales “medios de producción” es la Red Web o Internet y su acción -si es realmente colaborativa- va socavando las bases del capitalismo aunque se alimenta y progresa dentro de ese modo de producción.
Reflexión en ciernes
Por ahora los “prosumidores” (Jeremy Rifkin) no son totalmente conscientes de su acción transformadora. Pero hay avances en ese sentido. Lo interesante del tema es que el prosumidor en sí mismo significa el reencuentro (aún parcial) entre la propiedad de los medios de producción y el trabajador; entre el trabajo mental-intelectual y el trabajo manual; entre quien dirige el proceso productivo y quien opera el trabajo, que antes era una relación separada y subordinada, y ahora se integra en manos del prosumidor.
Así mismo, al fundirse (también parcialmente) el valor de uso y el valor de cambio, dicho fenómeno tendrá connotaciones o consecuencias en el ámbito de la producción, el mercado, el consumo y la subjetividad humana, dado que la esencia material e ideológica de la “mercancía” empieza a cambiar. El “producto” del prosumidor no es ahora sólo “valor de cambio”, en parte sigue siéndolo pero cuando se comparte en forma gratuita deja de serlo.
Además, como lo plantea Rifkin, por efecto del desarrollo tecnológico y de la competencia inter-capitalista, la tendencia creciente de los costos de producción se aproxima a cero (0), fenómeno que se va a agudizar ante la presencia de una “competencia colaborativa” y, por tanto, la ganancia capitalista estará siendo subvertida en lo más íntimo de su realización.
Frente a estos fenómenos, que deben ser estudiados a fondo, se van dando las condiciones para que la humanidad se libere del “fetiche” de la mercancía, y en ese proceso creciente, irán surgiendo nuevas subjetividades basadas en la reciprocidad, la colaboración y la nueva valoración de los bienes comunes (Elinor Ostrom) y entrarán a jugar nuevos fenómenos sociales en la construcción de un modo de producción postcapitalista.
Para lograrlo, la lucha por el control del Estado sigue siendo necesaria pero con una dinámica diferente. No se trata de realizar los cambios “desde arriba” (por decreto) sino de influir e intervenir desde el Estado en la actividad económica-productiva mediante regulaciones flexibles y estímulos no-paternalistas, dirigidos a estimular la acción colaborativa y asociada de los prosumidores sin pretensiones de imponer una total y absoluta “planificación estatal centralizada” (Paul Mason). Se trata de crear condiciones para ir derrotando y debilitando los grandes monopolios y avanzar por nuevos caminos, que ni siquiera podemos imaginar.
Las subjetividades humanas actuales
Sobre las nuevas subjetividades que están apareciendo frente a la globalización neoliberal, los nuevos nacionalismos “populistas” y “neo-proto-fascistas”, y sobre todo, las ideas holísticas, comunitaristas e integradoras que aparecen frente a un cambio de tipo civilizatorio que incluye el desmonte del Patriarcado y de la “economía crematística”, podemos decir que todavía no son muy conscientes de las nuevas realidades que se están operando en el campo de la economía y que por ello sus principales referencias están en el pasado ancestral.
Es interesante recordar que hace algo más de 500 años, la burguesía europea nació en los Países Bajos dentro del modo de producción feudal, y sólo después de más o menos 300 años (revoluciones liberales de la década de los años 80s del siglo XVIII), empezó a ser consciente de su papel transformador frente al poder de monarcas y reyes que en lo político-estatal representaban las relaciones sociales del feudalismo.
Y, aunque los sectores más radicales de esa burguesía se la jugaron con las revoluciones políticas burguesas (liberales), muy rápidamente esa clase de los capitalistas se asustó y reculó frente a la fuerza e intereses que empezaron a mostrar los trabajadores de la época. No obstante, desde siglos atrás ya se habían desarrollado las subjetividades correspondientes en lo cultural, como por ejemplo, la reforma luterana en el cristianismo o las nuevas expresiones artísticas (renacimiento) y los avances en las ciencias y en el pensamiento filosófico.
Actualmente están en construcción nuevas subjetividades colaborativas y comunitarias. Es un proceso de largo aliento que se acumula retomando experiencias fallidas, recreando cosmovisiones y prácticas ancestrales, y reformulando muchas de las metas y utopías que sirvieron de referente y estímulo en el pasado de las luchas de los sectores oprimidos.
Tal parece que las necesidades actuales de la humanidad, frente a los peligros que se han acumulado en el seno del modo de producción capitalista como es el deterioro creciente y grave de la vida en el planeta, están contribuyendo a que esas nuevas subjetividades se materialicen en la acción consciente de nuevos sujetos sociales que empujen hacia adelante el carro de la historia.
Nota: El debate de fondo entre los marxistas tiene que ver con el papel histórico que se le otorgó al proletariado en cuanto a que sería el sujeto social que sepultaría al capitalismo y con el papel que cumplen las revoluciones políticas en las transformación de un modo de producción a otro.
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