Enero de 2021
El neoliberalismo pone cara de santoBruno Susani
La fórmula demócrata triunfante: Joe Biden y Kamala Harris.
Imagen: AFP
La victoria de Biden no significa el fin de la orientación neoliberal sino una atenuación, en los Estados Unidos, de la velocidad del incremento del enriquecimiento de una minoría en detrimento de las mayorías populares.
El fuerte aumento de las bolsas mundiales de valores luego de la derrota de Donald Trump muestra que el sector financiero y los grupos concentrados no teme un cambio con Joe Biden. O sea, un cambio económico favorable a los que menos tienen. Ni que se prevea la solución de lo que Keynes llamaba, en el último capítulo de la Teoría General, los “dos vicios mayores del mundo en el que vivimos que son en primer lugar que el pleno empleo no está asegurado y en segundo lugar que la distribución de los patrimonios y del ingreso es arbitraria y carece de equidad”.
Luego que el neoliberalismo intentara, sin éxito, revelarnos las bondades del libre cambio, Trump nos mostró con una brutalidad propia al personaje, el costado oscuro del neoliberalismo global, con la disminución de los derechos de los trabajadores y el incremento de la pobreza, como Macri lo hizo en el país.
La victoria de Biden no significa el fin de la orientación neoliberal sino una atenuación, en los Estados Unidos, de la velocidad del incremento del enriquecimiento de una minoría en detrimento de las mayorías populares.
Programa
El programa Biden-Harris está lejos de ser una nueva versión de los cambios introducidos en la sociedad y la economía de los Estados Unidos por Obama, Kennedy o Lyndon Johnson. Este último intentó llevar adelante la Gran Sociedad con la creación y la ampliación del Medicare y el Medicaid y llevar la tasa del impuesto marginal del impuesto al ingreso al 70 por ciento.
En el programa de Biden se conforma con poco e indica que se aumentarán los impuestos de las tasas a los beneficios de las empresas. Pasaron del 35 por ciento en el período Obama a 21 por ciento con Trump y aumentarían a 28 por ciento. La tasa marginal, la más elevada, del impuesto al ingreso de los particulares volvería al nivel al que estaba durante la presidencia de Obama: 39,6 por ciento.
Tampoco parece probable que se avance en una extensión o restablecimiento de los cortes que realizó Trump a la ley “Sobre la protección de los pacientes y la salud abordables” llamado Obamacare. Esta situación de medias tintas resulta de un acuerdo realizado por Biden con la izquierda del partido demócrata que terminó en esta suerte de statu-quo licuando las proposiciones del senador Sanders y la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren, que habían abogado por un impuesto a las grandes fortunas.
Pero hay algunos cambios importantes como el incremento de la inversión pública y la reintegración de los Estados Unidos al Acuerdo de París sobre la limitación de las emisiones de gases con efecto invernadero. El acuerdo político hizo que los tenores demócratas Sanders y Obama pero sobre todo las sopranos Elizabeth Warren, Alexandria Ocasio-Cortez diputada de Nueva York, Ayanna Pressley del Massachusetts, Ilhan Omar del Estado de Minnesota, Rashida Tlaib, impulsada por Obama en Michigan, del partido demócrata no interfirieran en la campaña electoral.
Queda como punto mayor en el programa de Biden la generalización y el aumento del salario mínimo federal que es tremendamente bajo, de 7,5 dólares la hora, ya que no ha sido revaluado desde hace 11 años y que es muy inferior al de Alemania, 9,36 dólares y de Francia ,10,52 dólares.
Coronavirus
La pandemia de la codiv-19, sin embargo, ha cambiado la situación económica de los Estados Unidos. Biden ya tuvo que empezar a preocuparse no solo de los aspectos sanitarios sino también por las consecuencias económicas.
El programa de reactivación económica de 3 billones de dólares votado en marzo pasado y la continuidad de la política de tasas de interés bajas y de las “facilidades cuantitativas” aplicada por la Reserva Federal no alcanzan y la situación sanitaria y económica se han agravado.
Ocultada por las diatribas de Trump, el problema de la pobreza será un enorme desafío para Biden así como el desempleo que se ha tornado, como en Europa, en un cariz realmente alarmante. Conviene recordar que antes de la pandemia había alrededor de 48 millones de pobres, 16,7 por ciento de la población, y que las ayudas del Estado federal para enfrentar los efectos de la caída de la actividad económica habían permitido mantener alrededor de 18 millones por encima del umbral de pobreza, pero esas ayudas deberían cesar pronto lo cual supondría un incremento del 35 por ciento de la pobreza.
Se estima que el problema del hambre podría concernir a 53 millones de personas, vale decir un poco más del 15 por ciento de la población. El paquete de medidas votado en marzo (Cares Act ) incluía una asignación por desempleo de 600 dólares por semana hasta el 31 de julio y ahora se transformó en una asignación mensual decidida por un decreto de Trump de 400 dólares por mes, nivel muy inferior a las necesidades de los damnificados, por la pandemia y más bajo que la ayudas que se otorgan en Francia 690 dólares (Ingreso de solidaridad activa) o en Alemania 640 dólares.
Medios
Biden deberá afrontar la hostilidad de una parte de los medios neoliberales que han sostenido, erróneamente, que durante las presidencias del Partido Demócrata el crecimiento económico ha sido menor que durante presidencias de los Republicanos. Se apoyan en los resultados del segundo período de Reagan1984-1988.
Pero como ha señalado Paul Krugman, esa apreciación es errónea ya que durante la presidencia de Clinton el crecimiento fue más prolongado y más profundo debido a la introducción masiva de la economía digital y esto a pesar que procedió a un incremento de los impuestos, lo cual, según economistas ortodoxos, frena el crecimiento económico.
Es necesario recordar que las presidencias de los Bush, padre e hijo, fueron desastrosas además de terminar mal en lo económico con la crisis del 2008. La presidencia de Obama fue una ardua reconstrucción luego de la Gran Recesión en parte aprovechada por Trump.
Reactivación
Biden va a proponer al Congreso un programa de reactivación económica de 2 billones de dólares que se agregarán a los 3 billones votados en marzo, orientado para apoyar a las empresas para que se abstengan de despedir a sus empleados y el financiamiento del desempleo parcial para las pequeñas empresas.
Pero la elección de Biden no cambiará mayormente, al menos en corto plazo, los principales problemas, en particular la situación de las minorías sociales y raciales que se agravaron con las medidas extemporáneas tomadas por Trump.
Nada indica en el programa o los discursos del nuevo Presidente que vayan a revertirse las medidas tomadas en materia de comercio exterior, aunque probablemente se intente tener una posición más moderada y menos provocadora que la de Trump con China. Lo mismo con Europa, lo que explica la satisfacción mostrada por la canciller alemana y el presidente francés.
Los Estados Unidos han revisado su estrategia de apertura de la economía y van a seguir substituyendo las importaciones ya iniciada por Obama y continuada por Trump con el aumento de los aranceles sobre distintos productos . Esta protección de la producción industrial y de los avances tecnológicos va a ser proseguida por Biden con una política de relocalización de la industria para acelerar y crear empleos.
* Doctor en Ciencias Económicas de la Université de Paris, Autor de La economía oligárquica de Macri , Ediciones CICCUS, Buenos Aires 2019.
bruno.susani@wanadoo.fr
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