Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Octubre de 2020

Economía social del conocimiento o mercantilización de los saberes
Juan José Romero Salazar


Imagen: Nodal.am



La Economía Social del Conocimiento, cuestiona el enfoque privatista que se le viene dando a la propiedad intelectual con los modelos de negocios y nuevos productos digitales. Desde esta perspectiva la Economía Social del Conocimiento, se convierte en un área de estudio que se plantea producir herramientas para viabilizar la inclusión a la sociedad del conocimiento, y promover la emancipación de la humanidad con la libertad de acceso a la información, que no se debe restringir o suprimir por los intereses económicos de las minorías que controlan las grandes corporaciones de la mediática. En el campo de la investigación se trata de convertir el conocimiento en un bien infinito, público y abierto, cuya difusión sirva para la construcción de una ciudadanización solidaria. Por eso desde el marco epistémico de la Economía Social del Conocimiento (1), se trata de alcanzar la apropiación social de la información para la producción de un conocimiento pertinente y útil. Esto resulta coherente con un acercamiento a la Decolonialidad del Saber – Poder en el manejo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), como una opción epistemológica necesaria para desmontar el ámbito ideológico de la dominación cognitiva, tal como lo plantean Herrera, Sierra y Del Valle, (2) para ir en la búsqueda de una nueva Comunicología Latinoamericana, que se plantea desde una epistemología construida desde el Sur para avanzar en la Deconstrucción de la racionalidad instrumental, y cuestionar el paradigma de la comunicación impuesta desde las posturas etnocéntricas. Pues se trata de adelantar un proceso de desestructuración de los marcos cognitivos del capitalismo, para repensar el trabajo inmaterial y con ello avanzar hacia un cambio de su matriz productiva. Tal como lo planteó Derrida (3), desde el Deconstructivismo, se plantea la desestructuración del pensamiento occidental, cuestionando su legitimidad, para proponer una nueva epistemología crítica que permita enfrentar el pensamiento único. De allí que la deconstrucción aspira a un distanciamiento de la lógica discursiva de la modernidad occidental, que tiende a mediatizar el pensamiento que en todo momento debe ser libre.

Hay que recordar que "el conocimiento es la reflexión de la información" tal como lo plantea Savater (4). Por eso, en términos estrictamente económicos, debemos disponer en igualdad de condiciones de la información que debe ser de libre acceso, para convertir el conocimiento en un Valor de Uso, útil para elevar el pensamiento y conformar la inteligencia de la totalidad social, es decir de acceso público para construir el buen vivir (5), en los términos de la sabiduría ancestral como lo postula el principio del “Sumak Kawsay”, que conlleva a la superación profunda de la mercantilización de los saberes. Desde esta perspectiva resulta inaceptable que se trate de convertir al conocimiento en un valor de cambio como cualquier mercancía.

Debemos enfatizar que la Economía Social del Conocimiento no se plantea ir en contra de las nuevas formas de producción intelectual con el uso de las TICs. Más bien su punto de partida pretende denunciar los crecientes mecanismos de explotación, que comporta la apropiación privada del conocimiento, para mercantilizar los saberes a través de la manipulación del talento del trabajador, que es despojado del valor agregado que aporta a través de las TICs.

Tampoco se trata de generar posturas ortodoxas que pueden conducir a una tecnofobia, que implica una predisposición irracional, que evade profundizar la investigación sobre el uso humanizado de la tecnología, para crear condiciones de protección del trabajador y concebir el conocimiento como instrumento de redención social y apropiación social de los saberes, sin ninguna limitación comercial, ni financiera.

También hay que enfatizar, que este carácter social del conocimiento debe observar siempre el respeto a la propiedad intelectual y el derecho de autor, sin que ello conduzca a una monopolización del saber, para tratar de convertir ficticiamente al conocimiento en un bien escaso con el objetivo de sacar ventaja comercial, por encima de su utilidad pública. Como ha argumentado Dantas (6), es cierto que la idea de patente o copyright nació en el siglo XVIII, reconociendo el derecho de explotación comercial de una idea original a un inventor o autor individual: máquina, bienes de consumo, obra de arte. Pero desde hace más de un siglo, este principio liberal, propio de los primeros tiempos de la revolución burguesa, ha sido sustituido por quienes se apropian de los derechos sobre la invención o la obra de arte, retribuyendo a sus autores, quienes aceptan trabajar por un salario, que solo es una parte de los ingresos. El resto de los ingresos excedentes se los apropia quien logra ganar mucho dinero debido a su “derecho de monopolio”.

La idea fuerza de la Economía Social del Conocimiento es demostrar que las nuevas tecnologías de la información condicionan los procesos de socialización de la ciudadanía, y están siendo utilizadas para crear una virtualización que altera los procesos de convivencia comunitaria y aleja los vínculos naturales, sustituyendo el territorio por el ciberespacio. Ya es un lugar común aceptar que la era de la digitalización promueve una mundialización a través del intercambio de información con medios que permiten una comunicación caracterizada por la instantaneidad, la inmediatez y la deslocalización. Pero en general se promueve una despersonalización del contacto humano, porque, aun cuando es interactivo, generalmente el intercambio se desnaturaliza por el anonimato de los actores que interactúan a través de las redes electrónicas.

También es un lugar común aceptar que este ambiente digital está controlado por las corporaciones (Google, Facebook, Microsoft), que manejan el lobby internacional, para presionar a las élites del poder mundial. Ante este escenario de control privado de la informática y de la microelectrónica, se requiere concientizar a los ciudadanos, para develar los intereses que se mueven a nivel planetario para mantener un orden comunicacional e informático hegemónico. Se trata de denunciar que el entorno globalizante impuesto por la internacionalización del capital está controlado por las grandes corporaciones, que no solo cercenan el derecho a la información libre, sino que atentan contra la soberanía científica de nuestros países del Sur.

En América Latina, los Gobiernos autónomos, deben mostrar una firmeza institucional y una audacia política para que se puedan utilizar las tecnologías electrónicas, la telemática (telefonía + computación), los software de Internet y las plataformas de Facebook, WhatsApp, Twitter, constructivamente, para enfrentar la desinformación que se trasmite en redes electrónicas. Más aun, se trata de organizar a nuestro pueblo Latinoamericano como sujeto histórico, para impulsar la Economía Social del Conocimiento, y explorar alternativas para la convivencia solidaria, a través de la apropiación social del conocimiento en el ambiente digital, desde donde se puede promover la auto organización y la gobernabilidad en el espacio público. Un ejemplo es lo que se puede hacer a través de video conferencias y conversatorios, a través de la oportunidad abierta que brinda empresas de comunicación digital, como Zoom, hasta ahora sin restricciones para mantener una conectividad sana. Estas tecnologías de la información, inevitablemente tienen una función mediadora en el desarrollo local, no solo en el plano físico, sino que en el plano simbólico contribuyen a la conformación del imaginario colectivo para la activación de las políticas públicas. Por ello la importancia de promover el acceso libre a la información y la articulación con el gobierno en línea, para lograr una sinergia social a través de grupos de la comunidad organizada para la cogestión ciudadana.

En general, en América Latina cada día está más privatizado el manejo del espacio digital, para favorecer la restauración de las nuevas formas que adquiere el Capitalismo Cognitivo. La red de telecomunicaciones sigue manipulada por las corporaciones que imponen matrices socio-políticas para favorecer la injerencia en contra de la autodeterminación de nuestros pueblos, lo cual pasa por tensionar el derecho de nuestros países a la información libre. El caso venezolano es emblemático, donde recientemente la empresa multinacional estadounidense Directv suspendió la señal a aproximadamente más de dos millones de suscriptores, que se quedaron sin acceso a los canales televisivos (7).

Dentro del escenario que ha impuesto la corriente neoliberal con el "mercantilismo" que rige el consumo digital, con el uso de las redes informáticas, es necesario mantener una conectividad y accesibilidad libre en los pueblos de nuestra América Latina digna. Esto solo será posible si las corrientes anticolonialistas logran establecer la soberanía tecnológica, al servicio del intercambio de saberes que valore nuestra herencia cultural, para enfrentar el etnocentrismo y fortalecer la reflexión epistemológica a partir de la cosmovisión de nuestros pueblos insumisos del Sur.

- Juan José Romero Salazar, Doctor en Ciencias Económicas, Magíster en Gestión Universitaria. (Universidad de La Habana). Sociólogo (Universidad Central de Venezuela). Email: romerosalazar@gmail.com


https://www.alainet.org/es/articulo/209051

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