Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Julio de 2020

La Salud y el Medio Ambiente
Miguel Valencia Mulkay


Presentación en la reunión del 20 de junio de 2020 de los Diálogos quincenales en línea sobre la pandemia Covid19

Muchas cosas han hecho los grandes empresarios y sus representantes, los políticos, para que la opinión pública no relacione la salud con el medio ambiente; para que no establezca ligas entre muchas enfermedades y el aire, el agua y los suelos contaminados; no vea ligas entre los alimentos industrializados que comemos y las muchas muertes por cáncer, diabetes, males cardiacos y otros padecimientos que tenemos en el país. El gran negocio es curar grandes padecimientos y enfermedades y fabricar productos a costa del medio ambiente y el equilibrio ecológico y la salud de la población, por lo que no les conviene una política para la reducción de las causas que producen estas desgracias.

Se ha fomentado el deporte, sobre todo el deporte competitivo y espectacular; el ejercicio, sobre todo el que requiere equipos, aparatos y tecnología; el consumo de suplementos alimenticios y vitaminas y desde luego, las visitas frecuentes a médicos, expertos y gurús que recomiendan dietas, terapias y otros productos que promueven las grandes empresas farmacéuticas. Se ha impuesto la idea de que la salud es solamente un asunto individual y de servicios médicos que no tiene mucho que ver con el agua, el aire y el suelo limpios o con la calidad de los alimentos que nos vende la industria transnacional. El enorme poder de las empresas globalizadas ha podido mantener separadas, por muchas décadas, las políticas de salud, de las políticas del medio ambiente, por medio de su virtual aniquilamiento, por medio de la imposición de criterios económicos, especialmente financieros.

En los últimos 50 años, la salud se ha convertido en uno de los mayores negocios del mundo por triple partida: por el creciente número de enfermos que produce la enorme contaminación del aire, el agua y los suelos; por el costo enorme para hacer frente a las nuevas enfermedades y padecimientos generados por las contaminaciones que produce la industria y los servicios; por el abandono de las actividades para la prevención de enfermedades y la limpieza del medio ambiente. Se sabe desde hace más de un siglo que la prevención de enfermedades puede reducir a la quinta parte el costo de curarlas, también, que la prevención de los desastres y las catástrofes puede reducir en la misma proporción el costo en vidas, sufrimiento y destrucción de viviendas y edificios, sin embargo, la prevención de cualquier tipo estorba a los negocios de los grandes inversionistas, razón por la cual hace más de medio siglo tomaron el control de la profesión médica y desde hace varias décadas han tomado el control de una buena parte de la política de Salud de una gran cantidad de países y de la política de Medio Ambiente y la de prevención de desastres. Los lobos al cuidado de las ovejas. Estamos en las garras de un sistema que crea a la vez la muerte y la enfermedad, para la gran mayoría, con el fin de dar salud y larga vida a muy pocos, con el gran apoyo de la investigación científica y tecnológica al servicio del poder y el dinero.

Hace muchas décadas los gobiernos, por presiones de los banqueros internacionales, abandonaron las políticas de prevención de enfermedades y las de la protección del medio ambiente y la preservación de la diversidad biológica. En cambio, se realizaron crecientes inversiones en la curación de enfermedades y padecimientos muy difíciles y la introducción de tecnologías muy costosas, para la protección del ambiente y la biodiversidad. La productividad, la competitividad y el crecimiento económico se instalaron como dogmas mayores, la economía se convirtió en una religión y la ciencia y la tecnología se transformó en un culto que puede resolver todos nuestros males. Desde los gobiernos se protegió la utilización intensiva de productos químicos en la industria agropecuaria; se dieron generosos subsidios para lograr el crecimiento exponencial del uso del auto, el avión y los tráileres; se defendieron los alimentos chatarra que producen las empresas globalizadas, incluyendo el enorme costo en empaques, embalajes y transportes y se ampararon los grandes despilfarros en el consumo de electricidad, gas, carbón y petróleo. Se entregó el control de la salud y del medio ambiente a técnicos y científicos al servicio de las empresas globalizadas.

La pandemia del coronavirus o Sars coV 2 ha dejado en claro que la salud, el medio ambiente y el equilibrio ecológico están muy íntimamente relacionados, por lo que no se puede defenderlos sin tomar en cuenta sus complejas relaciones. También, ha dejado en claro que la productividad, la competitividad y el crecimiento económico no deben ser utilizados como criterios principales, para hacer decisiones importantes sobre la salud, el medio ambiente y el equilibrio ecológico, especialmente para la prevención de la salud tanto de los seres humanos como de las demás especies sobre la Tierra. La economía debe ser relegada tan pronto como sea posible a un papel muy inferior al que ha tenido en las últimas décadas, al igual que su principal aliada, la ciencia y la tecnología de los países poderosos que persigue principalmente la búsqueda del poder y el dinero.

La salud, la ecología y el medio ambiente de la gran mayoría de los países del mundo está en ruinas debido a la sacralización que se les ha dado a las actividades económicas, científicas y tecnológicas en las últimas cuatro décadas. Los desastres, las catástrofes, como la que ahora vivimos por la pandemia del Sarscov2, se hacen cada vez más frecuentes por la devastación creada por la industria y los servicios. El colapso del clima hace muy previsible la multiplicación de las crisis sanitarias, económicas y políticas. Crece entonces el consenso mundial sobre la urgencia de colocar a la protección y defensa del clima, la ecología y el medio ambiente, por encima de cualquier otra consideración y de reducir radicalmente la importancia de las consideraciones económicas, por medio de profundos cambios políticos tanto en la autonomía o las libertades de la que ahora gozan las actividades económicas y tecnológicas como en la excesiva centralidad que ahora tienen los organismos monetarios, económicos y políticos mundiales, controlados por una pequeña minoría de inversionistas.

No puede haber buena salud sin aire limpio, sin agua limpia y sin suelos limpios. No bastan el ejercicio, el deporte, el consumo de suplementos y la atención médica, para tener buena salud, es indispensable tener una diversidad biológica en crecimiento, un medio ambiente limpio y un clima estabilizado. Nuestro país tiene demasiadas atmósferas contaminadas, en el campo, por los pesticidas y la industria, en la ciudad, por el uso excesivo del auto y el transporte en general. No podemos tolerar que siga este estado de cosas. Ya basta de contaminaciones y destrucción de los regalos de la Naturaleza.


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