Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Junio de 2020

Relanzarán el Banco del ALBA y evaluarán implementación del Petro para intercambio en la región
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Foto: https://venezuelanalysis.com



Apuntes sobre la disolución de lo comunal en la revolución bolivariana.

En la revolución bolivariana se han promovido diversas formas de organización popular. Cada una ha sido un intento de dotarnos como pueblo, de una forma organizativa que nos permitiera hacer uso efectivo de la visión de soberanía, que se expuso en la carta magna de mil novecientos noventa y nueve.

Un movimiento aluvional llevó a Chávez al gobierno, luego de ello se conformaron los Círculos Bolivarianos, se promovieron las cooperativas y otras formas de organización, hasta que llegamos a los Consejo Comunales. Es este momento había un ánimo importante, en esa búsqueda de la forma organizativa que se pareciera más a nosotros y lo que nos proponíamos, dando oportunidad de dar múltiples debates al respecto.

Es esos tiempos de efervescencia de los consejos comunales, participé en distintas asambleas y de todas ellas recuerdo una en particular. Una donde participó el camarada Santiago Arconada, y la recuerdo porque le escuché la mejor aproximación hasta ahora, de lo que significaba un Consejo Comunal. No era un enfoque legal, era más cercana a un enfoque político. No sé si lo dijo exactamente así, pero Santiago afirmó que: los Consejos Comunales son el espacio para conocer entre todos y todas la comunidad que tenemos y para deliberar la comunidad que queremos (“la que soñamos”), y en ellos están los espacios organizativos para viabilizar este sueño. Me pareció muy importante porque el consejo comunal no era de otros, ni al servicio de los otros, representaba el interés de la comunidad traducido en sueño, en un plan, si me permiten una palabra más precisa.

Es importante hacer referencia que desde mil novecientos cincuenta y ocho, hasta mil novecientos noventa y nueve, el sujeto político por excelencia fueron los partidos políticos, con una cualidad, los que tenían mayor respaldo, lograron un acuerdo, lo que hacía marginales a los partidos minoritarios; de manera que cualquier forma de organización, para sobrevivir terminaban cooptadas o fuertemente atacadas en caso contrario. En este sentido podemos en otro momento, hacer una revisión histórica de la trayectoria de los sindicatos y las asociaciones de vecinos.

Este sistema político se corrompió y dilapidó ingentes cantidades de dinero público, precarizando las condiciones de vida de la población, lo que terminó generando las condiciones necesarias para que configurara una opción política que lideró Hugo Chávez. En la inauguración de esta nueva etapa, fue crucial el establecimiento de una nueva carta magna, que plasma lo que el discurso político prevaleciente sostenía: es la hora de un nuevo sujeto social y este es el pueblo. Lo que la Carta magna no especificó fueron formas organizativas novedosas (mas sí reconoció las existentes) y esto fue lo que dio lugar a esa búsqueda con la que comencé este relato.

Hubo una explosión de lo comunal, en cada comunidad se desarrollaban asambleas, las personas se incorporaban en los comités y se conformaban los consejos comunales. Cada uno con sus voceros y sus bancos. Ahora mismo recuerdo que por esa época, me mude a una comunidad que no tenía esta forma de organización y junto con otras vecinas y vecinos emprendimos la tarea de conformarlo. Fue un proceso muy colaborativo y esperanzador, hasta que comenzamos a relacionarnos con la burocracia y uno de nosotros empezó a asumirse como el presidente del Consejo Comunal, en franca contradicción con el espíritu de participación.

No había mucha claridad de cómo hacerlo, lo importante era hacerlo. Desde el gobierno Chávez repetía una y otra vez que solo reconocía a estas nuevas formas de organización y hasta los más reticentes, terminaron en esta línea. Se hablaba de que cada comunidad debía organizarse frente a los problemas que tenían y gestionar las soluciones adecuadas y decididas por ellas, el gobierno iba a proveer los fondos necesarios, pero la base era la participación protagónica del pueblo. Se decía que todas las instancias gubernamentales tenían que subordinarse al nuevo poder comunal naciente.

Del dicho al hecho hay mucho trecho y desde el incipiente Partido Socialista Unido de Venezuela había tentativas para controlar este proceso de comunalización de la vida social del país, a través de la gestión de las instancias institucionales que se relacionaban con esta expresión del poder popular. Pero la explosión era tan grande que los superaba, controlaban una parte, pero no todo.

Como todo estaba en construcción luego surgió la idea de las Comunas, ese espacio social donde los Consejos Comunales se encontraban y gestionaban las soluciones para los problemas que les eran comunes y que a escala micro-comunitaria no era posible darle respuesta. La perspectiva de las comunas se hacía en el marco de lo que se llamó el Estado Comunal, una orientación que buscaba profundizar el ejercicio del poder desde las bases, donde las instituciones municipales y estatales (o provinciales) fueran subordinadas.

En esta perspectiva lo comunal debía tener un papel determinante en lo económico, debía surgir dentro de este escenario nuevos actores económicos con una lógica alterna a la del capital. En este sentido el liderazgo de Chávez hizo un llamamiento permanente y promovió una búsqueda mundial de referentes.

Mientras tanto, ¿Qué pasó con el partido?, ¿Desapareció? no. Se mantuvo, latente, como un instrumento para ganar elecciones. Con la muerte de Chávez hubo una recomposición del liderazgo en la revolución. Ya no estaba el líder que administraba las tensiones entre los grupos de interés a lo interno y Maduro debe recurrir a los acuerdos con estos grupos, para tener fortaleza hacia el exterior, que comienza a ser más agresivo pues el objetivo es debilitarlo como líder y generar una implosión. El partido pasa a cobrar relevancia como espacio que contribuye a administrar el poder.

Esta dinámica hace que la acción de Maduro sea más pragmática, se requieren respuestas más rápidas y sin mucha deliberación. Se impone la lógica de la sobrevivencia política y con ello se sacrifica lo que hay que sacrificar, ya después se recuperará. Primero existimos y luego recomponemos, es la máxima vigente.

El discurso y la práctica del liderazgo de la revolución se han desplazado más desde lo comunal hasta lo corporativo nacional o transnacional en lo económico. En el liderazgo de Maduro ese llamado a crear un alternativa al capital desde lo comunal desaparece y se apuesta en lo económico a las estructuras tradicionales, que termino denominándose la “burguesía bolivariana”.

Por otro lado, los recursos económicos son escasos y no se puede proveer a los consejos comunales de los fondos necesarios para sus proyectos. Los bancos comunales quedan siendo aparatos sin utilidad en la práctica. Solo uno de los comités adquiere relevancia, los de Alimentación, que son rebautizados varias veces hasta que terminan en lo que hoy conocemos como los Comités Locales de Abastecimientos y Producción Popular (Clap).

Los Clap son la punta de lanza de la política social asistencialista del gobierno bolivariano y buscan proveer a los habitantes del país de una caja con alimentos (fundamentalmente carbohidratos, granos, entre otros). Es una instancia que se moviliza organizadamente para contar con información actualizada de la población en su territorio y hacer la distribución de las cajas.

En el discurso actual de los líderes de la revolución bolivariana, es escasa la referencia a los Consejos Comunales, menos se habla del poder popular y del Estado comunal, como alternativas al estado de cosas. Con Maduro lo comunal se ha diluido, ahora apenas se nombra en el relato político.

Esos espacios que eran para soñar una comunidad, han sido desplazados por una estructura instrumental como los Comités Locales de Abastecimientos y Producción Popular, que son solo una parte de los abandonados consejos comunales y que terminan subordinados a la burocracia estatal y controlada por el partido.

Paralelamente el partido ha cobrado relevancia. Se convierte en el espacio donde se dirimen los conflictos de interés, pero no a nivel de la militancia, sino a nivel de su alta dirigencia regional, en correspondencia con la nacional. Es así como adquieren relevancia en las comunidades las Unidades de Batalla Bolívar -Chávez (Ubch), que son instancias creadas para las elecciones, pero que en la práctica son el instrumento para la movilización de la militancia del partido en situaciones claves. En la práctica las Ubch controlan la mayoría de los Comités Locales de Abastecimientos y Producción Popular.

En todo este contexto el ejercicio democrático está afectado por el control del partido de las estructuras burocráticas, de tal manera que la lógica que prevalece es: si se controla se permite, de lo contrario se sabotea. Los criterios para el control inicialmente estaban asociados a principios políticos, es decir afiliación o no al proyecto revolucionario, en la actualidad está asociado a grupos de interés dentro del partido, que utilizan el saldo como moneda para acceder a beneficios particulares, bien sea económicos o políticos.

De tal manera que el mecanismo predilecto de relacionarse el liderazgo con las bases es el clientelismo, lo que hace que se imponga el pragmatismo como parámetro para hacer el cálculo político.

¿Esta es una realidad generalizada?, lamentablemente sí. Al menos es mi percepción en función de mis relaciones con actores políticos y sociales de gran parte del país. Lo que no significa que sea total, pues se puede afirmar que hay espacios organizativos de resistencia, que buscan una lógica alterna al partido, proponiendo otros postulados, expuestos en la revolución bolivariana y tratando de traducirlos en experiencias concretas. De estas experiencias la más conocida es la Comuna El Maizal, ubicada en el centro-occidente del país es una expresión concreta. (Hipervinculos - Elección del alcalde).

Estas experiencias no son atacadas públicamente por el partido, pero en el terreno se busca afectar su autonomía y en consecuencia lograr su subordinación. Igual hay sectores que no forman parte de los sectores hegemónicos dentro del partido que apoyan discretamente estas acciones, dado que una posición abierta puede afectar su posicionamiento y servir para que sean expulsados.

Caracterizar el Partido Socialista Unido de Venezuela, es un tarea compleja, pero los rasgos que se pueden identificar, es que es un aparato eficiente en situaciones de elecciones, que ha logrado mantener a su militancia en los últimos años mediante mecanismos clientelares. Es un partido policlasista, cuya percepción de corrupción de su liderazgo es elevada, pero la denuncia no tiene destinatario, pues es una corporación de intereses que nadie busca afectar, al contrario, aprovechar. No hay mecanismos de democracia efectivos, más si es efectiva la subordinación de sus militantes a las orientaciones del liderazgo. El liderazgo se construye en función de una dinámica de cúpulas, donde el nepotismo y el compadrazgo son los vehículos predilectos. Es un partido, que, aunque tiene espacios para la formación, estos no están operativos, de tal manera que se valora la disciplina y la sumisión.

Ya no hay un animador de lo comunal, con la talla de Chávez. Ni lo habrá. De tal manera que queda una sola vía: como pueblo organizado profundizar en la praxis de lo comunal. Una dirección que será atacada desde adentro y desde afuera. Una dirección para contribuir a hacer posible los postulados de la revolución bolivariana.

Jesús A. Rondón

Sociólogo

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