Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Junio de 2020

“La guerra secreta de Trump contra el socialismo bolivariano». Samuel Moncada
Samuel Moncada


Entrevista exclusiva con el representante permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas

Samuel Moncada, historiador, político y diplomático venezolano, es representante permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas. Durante el último programa web de las BRICS-PSUV, conectado desde Estados Unidos, respondió a las preguntas de la vicepresidenta de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Tania Díaz, y de Leo Robles, director del periódico El Ciudadano. El tema en discusión fue el cerco a Venezuela por parte del imperialismo y el papel de la derecha golpista que, en medio de una pandemia, está presionando por una invasión externa.

En esta entrevista Moncada desarrolla aún más su análisis, mientras que el gobierno bolivariano nuevamente logró romper un asedio “medieval” al acompañar la llegada de los barcos iraníes a Venezuela.



Historiador y Diplomático venezolano Samuel Moncada. / Foto MPPRE



¿Cómo se vive en EE:UU. este dramático momento?

Desde aquí, desde los Estados Unidos, está claro que la crisis del coronavirus es la peor de los últimos 100 años. Un nivel que no se ha visto desde la Gran Depresión: 40 millones de desempleados, miles de empresas que no volverán a abrir… Un efecto brutal que profundizará las contradicciones y tensiones sociales en todo el mundo, pero en los Estados Unidos en particular. Las gigantescas colas que ya se pueden ver indican las proporciones del empobrecimiento, que aumentará aún más al final de los dos meses de subsidio decididos por el gobierno. Aquí, quienes pierden sus trabajos pierden una serie de beneficios vitales, como el seguro médico. La indigencia multiplicará los problemas de salud, la depresión y la violencia. Un panorama muy diferente al imaginado por Trump unos meses antes de las elecciones de noviembre, que no serán una caminata como él creía. El país está en shock. Un país dividido, tanto por la diferencia entre los estados que lo componen, como por la ideología de los partidos políticos presentes. Lo que Trump representa es un partido extremista pero con una base social muy sustancial. Sobre todo, hay una división histórica que recuerda la existente entre el sur de la trata de esclavos y el norte abolicionista, que condujo a la Guerra Civil Estadounidense. Una parte de Estados Unidos perpetúa la discriminación contra la población negra, es racista y supremacista incluso contra el propio pueblo norteamericano: contra los latinos, las mujeres, los indígenas, contra los propios judíos, en nombre de una supuesta superioridad cristiana y fundamentalista. Esa es la mentalidad que se reformula en este momento con actitudes anti-científicas hacia el coronavirus, llamado virus chino, que ven en todas las manifestaciones públicas la expresión de un comunismo que hay que anular para imponer la libertad individual y defender el dinero, el estilo de vida hoy amenazado de los supremacistas. La pandemia refleja los profundos prejuicios y la discriminación que impregnan la sociedad estadounidense. ¿Quiénes son las víctimas del coronavirus? Los ancianos mayores de sesenta años, pero especialmente los pobres. Y cuando decimos pobres en las grandes ciudades, casi siempre significa latinos, negros, mujeres solteras, inmigrantes indocumentados que son casi 15 millones y que viven juntos en lo que se llama «hogares multigeneracionales». Casas con un máximo de dos habitaciones donde se acumulan 13 ó 14 personas, desde abuelos hasta nietos, donde no es posible tomar medidas preventivas, por lo que la infección se propaga rápidamente. La mascarilla y el distanciamiento social también se convierten en símbolos políticos entre aquellos que quieren salvar la vida y los fanáticos seguidores de Trump que quieren «liberar» a los Estados Unidos de su presencia. Aquí la vida tiene poco valor y en la prisa por reanudar rápidamente todas las actividades, vale incluso menos. Las tensiones son palpables y la previsible reacción represiva hace pensar en la llegada de más dolor.

¿Podría Trump atacar militarmente a Venezuela?

Hoy nos enfrentamos a una crisis profunda que cambiará la forma en que las sociedades se relacionan económica y geopolíticamente y que no encontrará una solución a corto plazo, pero producirá descomposiciones y recomposiciones y mucha violencia internacional. Un gobierno tan peligroso como el de Trump, al que le quedan menos de seis meses y con un riesgo grave de perder las elecciones, puede inventar soluciones peligrosas para nosotros que estamos tan cerca geográficamente de él. El asesinato del general iraní Qasem Suleimani en enero de 2020 se produjo en el marco del juicio político que se estaba preparando para Trump. Estaban buscando la guerra con Irán. Al mando de los Estados Unidos hay un grupo de fanáticos más peligrosos que los fascistas del siglo pasado. Solo mire cómo tratan al pueblo estadounidense, especialmente al 50% de los pobres que no votan. Ahora, con su visión supremacista, amenazan a Irán porque envía gasolina a Venezuela, como si fuera un crimen. No puede excluirse que sean tentados por una guerra que, a nivel económico, no les costaría mucho. Invertirían solo en términos de armas, propaganda, mercenarios, porque otros países que, como Colombia, acompañan a los EE. UU. en sus aventuras pondrían la sangre. En sus fantasías racistas y supremacistas, nosotros no importamos. Tenemos que estar alertas.

La propaganda mediática presenta a Venezuela como aislada en instituciones internacionales. ¿Cuál es la situación real?

Estamos viviendo un momento de gran debilidad en términos de diplomacia internacional, quizás el peor en doscientos años. Vemos que 60 países, encabezados por Estados Unidos, se están moviendo a favor de un golpe de Estado y quieren imponer un régimen genocida. No estoy exagerando, eso es lo que se muestra, negro sobre blanco, en el contrato mercenario para recolonizar a Venezuela firmado por Juan Guaidó con apoyo del gobierno colombiano y organizado por los Estados Unidos. Se planeó una masacre que duraría un año y medio. Un genocidio similar al que se llevó a cabo contra los comunistas en Indonesia en 1965-66, momento del criminal Kissinger en los Estados Unidos. Una masacre tomada como referencia por los golpes fascistas de la década de 1970 en Chile, Argentina e incluso hoy. Nosotros mostramos una perspectiva diferente de la que difunden los Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo de Lima. Según ellos, 60 países conforman toda la «comunidad internacional», pero apenas representan un tercio del total. La ONU está compuesta por 190 países, de los cuales 133 reconocen al gobierno legítimo de Nicolás Maduro. Un muro de contención que le ha permitido a Venezuela lograr importantes victorias diplomáticas dentro de la propia ONU. El año pasado, en Ginebra, contra la candidatura de Venezuela al Consejo de Derechos Humanos, el grupo de 60 lanzó la de Costa Rica, sin embargo ganamos, a pesar de la propaganda tóxica desatada en los últimos tres años. Ejercimos la presidencia pro tempore del Movimiento de Países No Alineados. El MNOAL es un organismo compuesto por 120 países, entre los cuales se encuentran el G77 más China, que realiza importantes funciones económicas, políticas, ambientales y de seguridad. Tenemos una gran coalición protectora a nuestro alrededor, por eso ganamos las votaciones y logramos que se aprueben las resoluciones. Así se defiende Venezuela. Cuando el Vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, le pidió al Consejo de Seguridad de la ONU que reconociera al autoproclamado Juan Guaidó y considerara ilegítimo al gobierno de Maduro, se encontró en minoría y no pudo presentar la propuesta. Obviamente, los medios no hablan de eso, pero es nuestro gobierno legítimo el que ejerce todas las funciones legales necesarias en todos los organismos. El problema surge a nivel de tribunales con los que pueden armar trampas para robarnos dinero, como está sucediendo en Portugal o el Reino Unido.


«Estamos viviendo un momento de gran debilidad en términos de diplomacia internacional, quizás el peor en doscientos años» Samuel Moncada / Foto Correo del Orinoco



Estados Unidos está tratando de debilitar las grandes instituciones internacionales que no controlan completamente, inventando otras artificiales. ¿Cree usted que esta pandemia puede generar más conciencia o se acelerará la crisis en los organismos nacidos del equilibrio internacional del siglo pasado?

La política de Trump ha destruido, disuelto o debilitado a todos los organismos multilaterales. Ha abandonado el Consejo de Derechos Humanos, la Unesco, el acuerdo climático, el tratado nuclear intermedio, está a punto de abandonar la OMS, ha paralizado a la OMC al impedir el nombramiento de jueces que resuelvan disputas comerciales entre países. Trump ha desconocido a la Corte Penal Internacional, llegando a cancelar las visas de los magistrados... Su intención es imponer su ley a nivel mundial, como le habría gustado hacer si hubieran capturado barcos iraníes en violación del derecho internacional. Y no hay nada que esperar de Europa que, dependiente de los Estados Unidos, no ha dicho ni una palabra para condenar el magnicidio en grado de frustración, el intento de golpe del 30 de abril, el reciente ataque mercenario por mar. Los gobiernos europeos participaron en el saqueo de Libia para tomar el oro que Gadafi había dejado en bancos europeos. Gran Bretaña abandonó la Unión Europea pero solo para convertirse en el estado N° 51 de los Estados Unidos… No son un modelo para nadie. Estamos enfrentando la mayor ofensiva colonialista contra Venezuela en 200 años. Hemos logrado victorias parciales, pero no podemos decir que ganamos lo que parece ser una guerra duradera. Y uso el término guerra de manera informada. Contra Venezuela, una guerra sucia y secreta está en marcha, como la desatada contra Nicaragua a través de los Contras en la década de 1980, es decir, el uso de drogas, mercenarios, asfixia económica, sabotaje de la infraestructura y sabotaje financiero. Nos niegan medicinas y bienes esenciales, usan la pandemia para exterminar al pueblo venezolano. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, en el artículo 87 define el crimen de exterminio, o de lesa humanidad, para quien prive deliberadamente a una población de los medios de subsistencia, como lo están haciendo con nosotros incluso durante esta pandemia. En Venezuela no pasa lo que en Estados Unidos, Brasil, Colombia, Ecuador, pero les gustaría que pasara; quieren crear un caos para provocar una guerra civil e intervenir militarmente. Están rodeando nuestro territorio marítimo. En este momento, frente a la costa venezolana, hay más de 25 barcos estadounidenses, franceses, británicos y holandeses, listos para actuar en caso de un conflicto interno que están haciendo todo lo posible para desatar también a través de una ofensiva diplomática y maniobras de títeres y mercenarios internamente.

Quienes no conocen el nivel de la guerra económica, las sanciones y el peso del dólar paralelo se preguntan por qué un país como Venezuela, que tiene las primeras reservas de petróleo del mundo, ya no tiene gasolina. Y por qué, a pesar de que los precios se liquidan en dólares reales, los comerciantes venden a precio de dólar paralelo, pulverizando el poder adquisitivo de los trabajadores. ¿Cómo lo explicarías?


«La guerra económica contra Venezuela se ha acelerado en los últimos tres años» Samuel Moncada / Foto VTV.



La guerra económica contra Venezuela se ha acelerado en los últimos tres años. Ya antes, Estados Unidos actuó para disuadir a los inversores y alentar la fuga de capitales, pero luego se comprometieron a amenazar y sancionar a cualquier empresa de otros países que se atreviera a tocar el dinero venezolano. Los bancos norteamericanos y europeos, portugueses, británicos o luxemburgueses, están robándole millones de dólares al pueblo venezolano en esta pandemia. En el caso de Portugal, es aún peor porque ese dinero había sido enviado a sus bancos como prueba de amistad por parte de Chávez, y después con Maduro, para ayudar a ese país con depósitos bancarios y compras de productos. Ciertamente no estábamos obligados a hacerlo. Sin embargo, hoy Portugal se une a las sanciones estadounidenses y roba el dinero del pueblo venezolano, como lo hizo Estados Unidos con nuestra refinería de Citgo, cuyo dinero terminó en los bolsillos del autoproclamado. Estados Unidos se ha dedicado a destruir nuestra producción de petróleo, prohibiendo también a las compañías vendernos repuestos o que nos envíen expertos. Una asfixia lenta que ha causado daños a nuestra economía. La escasez de dólares hace que la moneda venezolana se devalúe casi de inmediato, y la enorme inflación existente es el producto de la crisis económica causada por la asfixia económica y las sanciones. Y, ahora, el director del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Mauricio Claver-Carone, amenaza con «sanciones devastadoras» a las empresas españolas, indias, italianas y mexicanas que se atrevan a comprar nuestro petróleo o gasolina iraní, o a vendernos los medicamentos que necesitemos. El libro «Guerra secreta», de Juan Zarate, el hombre que ayudó a diseñar la política financiera de la Casa Blanca después del 11 de septiembre de 2001, explica perfectamente los mecanismos por los cuales el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos utiliza los bancos y las finanzas para atacar a países como Rusia o Irán. Luego refinaron los mecanismos aplicando la técnica de exterminio a Venezuela a través del terrorismo económico con apoyo de sus aliados. Por esta razón, incluso si estamos ganando, no podemos permitirnos bajar la guardia ante un enemigo tan peligroso y una guerra que aún durará mucho tiempo.

CUATRO F

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