Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Junio de 2020

Ecosocialismo: nada sin la naturaleza
Pedro Pierre


¿Habremos perdido el miedo al socialismo? Tal vez sí, por ver la brutalidad mortal del neoliberalismo, especialmente en Ecuador con las medidas que toma el gobierno. Estados Unidos, capital del neoliberalismo, no logra controlar el coronavirus… a pesar de todos los dólares y las tecnologías que tiene. China ha controlado la pandemia y Cuba envía sus médicos a China, Italia, Brasil y unos 20 países más. El chip del socialismo malo y del capitalismo bueno tenemos que echarlo a la basura…

Nuevos proyectos alternativos de sociedad están viendo la luz del día. Ya es evidente la perversidad del sistema neoliberal. El papa Francisco, en su Carta apostólica sobre el Cuidado de la Casa común está tajante. Lo califica así: “un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso”, exclusivamente basado en “el principio de maximización del beneficio”, responsable a la vez de la injusticia social y de la destrucción de nuestra Casa Común, la Naturaleza. El presidente francés, formado en las Escuelas norteamericanas neoliberales, cuestiona el mismo neoliberalismo por inhumano. Nos creíamos invencibles, omnipotentes, con los inmensos progresos de la ciencia y la tecnología. Y estas se muestran totalmente incapaces de controlar un minúsculo virus mortífero que se transformó en pandemia planetaria en unas pocos meses.

En estos últimos años científicos, Organizaciones defensoras de Derechos Humanos y de la naturaleza, Movimientos Sociales ya nos avisaban que íbamos a la catástrofe. ¡La Naturaleza quiso volver a respirar aire puro! Nos han hecho creer que el consumismo era la solución a todos nuestros problemas, que estos son asuntos materiales que las empresas y el mercado van a resolver: Estábamos llegando al fin exitoso de la historia, o sea, íbamos a tocar el paraíso en la tierra. Más bien nos llegó el infierno.

Cada vez más se nos habla de ‘eco-socialismo’, o sea, de un socialismo ecológico, en el sentido que no se puede hablar de organización social sin incluir el respeto, la defensa y la protección de la naturaleza. Ella es nuestra matriz: de ‘agua, tierra, viento y fuego’ hemos sido hecho. Ya el libro bíblico del Génesis nos hablaba del primer ser humano hecho de barro: “De la tierra fuiste sacado…” Al descubrir el cosmos, las estrellas y las galaxias, se ve que somos una misma unidad de vida y de destino: ¡Somos polvo de estrella que ha llegado a ser consciente de sí! Somos una misma unidad donde todo y todos estamos relacionados e interconectados.

Entre humanos, la comunidad da sentido a nuestra existencia: nadie está solo; las relaciones son nuestro modo de existir. El neoliberalismo es todo lo contrario: el individuo se salva sólo, la competencia exacerbada es la manera de sobrevivir, la espiritualidad es un apéndice inútil. Todo esto se ha desmoronado estrepitosamente en estos meses. Hay que volver al humanismo, o sea, el socialismo y la ecología. Eso es el eco-socialismo: Un nueva manera de vivir armoniosamente entre humanos y con la naturaleza, donde las personas valen más que el dinero, donde la relación es más importante que lo promoción individual, donde la comunidad es la manera de organizarnos, donde la dignidad humana vale más que la fantasía televisiva…

Sólo nos quedan unos pocos decenios para evitar el colapso de la vida, pues la cuenta regresiva ha comenzado hace unos 3 años. Vamos rumbo al suicidio colectivo si seguimos la locura del neoliberalismo. Durante esta cuarentena que se prolonga, hemos comenzado a vivir de otra manera: valorar la familia, compartir entre vecinos y con los más débiles, comer de otra manera, cuidar nuestra salud con medicina natural, tomar el tiempo de reflexionar, redescubrir la dimensión espiritual de la vida, rechazar el consumismo, valorar la organización… Continuemos en esta dirección para un cambio individual, colectivo y estructural: el eco-socialismo nos ofrece un camino que podemos abrir mancomunadamente, si no queremos que la vida en nuestro planeta desaparezca definitivamente. Esta pandemia es un aviso.

Escuchemos a los que nos abren caminos de esperanza a emprender juntos decididamente. El papa Francisco no deja de animarnos a despertar y caminar con los Movimientos sociales portadores de un porvenir mejor. Recordemos la historia bíblica de Sodoma y Gomorra: fueron ciudades destruidas por haber eliminado la hospitalidad de su manera de vida. Cuando huía la familia de Lot para salvarse de esa ‘pandemia’, su mujer quiso dar marcha atrás y volver al pasado: se transformó en estatua de sal. Hoy no podemos volver al pasado que nos ha conducido a esta catástrofe. Tenemos que inventar caminos nuevos, reinventando el futuro cercano. Ya tenemos pautas para lograrlo.

https://www.alainet.org/es/articulo/206702

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