Junio de 2020
La gratitud en la acción colectiva en Movimientos Sociales de LatinoaméricaArmenio Pérez Martínez, Aimara Rodríguez Fernández
Gratitude for collective action in Social Movements in LatinAmerica.
Resumen
Los movimientos sociales son parte de la realidad social latinoamericana. Su función formativa demanda de la existencia de contenido de sentido con potencial regulador. La gratitud tiene el potencial para convertirse en el núcleo integrador de los valores. Los movimientos sociales muestran las brechas entre el discurso y la acción, así como los distintos niveles teórico, metodológico y práctico a la hora de implementar la gratitud como valor central de su acción colectiva.
Abstract
Social movements are part of the Latin American social reality. Its formative function demands the existence of meaningful content with regulatory potential. Gratitude has the potential to become the integrating core of values. Social movements show the gaps between discourse and action, as well as the different theoretical, methodological and practical levels when implementing gratitude as the central value of their collective action
Palabras Claves: Movimientos sociales, acción colectiva, valores, gratitud.
Key Words: Social movements, collective action, values, gratitude.
Autores:
Armenio Pérez Martínez. Doctor en Ciencias Económicas. Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil., Ecuador. Teléfono: (593) 42596500. Ext. 319. Correo electrónico: aperezm@ulvr.edu.ec.
Aimara Rodríguez Fernández. Doctora en Ciencias Pedagógicas. Rectora de la Universidad Laica VICENTE ROCAFUERTE de Guayaquil., Ecuador. Teléfono: (593) 42596500. Ext. 101. Correo electrónico: airodriguezf@ulvr.edu.ec.
Introducción
América Latina es un continente plagado de contradicciones. Al analizar su desarrollo durante la comunidad primitiva se demuestra la desigualdad y el antagonismo presente en este periodo en las distintas regiones del continente. Estas circunstancias solo se van acrecentando con el paso del tiempo. Luego de la llegada de Cristóbal Colón en 1492, esta situación se agudiza y llega a nuestros días siendo un área geográfica marcada por las diferencias abismales en todos los ámbitos de la vida social (clases sociales extremadamente desiguales), económico (riqueza y pobreza extrema), político (partidos de derecha y partidos de izquierda totalmente antagónicos).
Con el avance del siglo XXI las tensiones en el continente americano se mantienen constantes. Por una parte, la situación política con sus vaivenes a la izquierda y la derecha no permite un desarrollo social sostenible; el crecimiento económico es inestable debido a problemas estructurales y limitaciones de recursos, con países como Estados Unidos de América a la cabeza de la economía mundial y otros como Haití, Venezuela, Honduras o Nicaragua con una precaria situación; el complejo contexto medio ambiental de la región con especies en peligro de extinción y desaparición de kilómetros de costas y playas en los próximos años; la poca efectividad de las políticas públicas que generan insatisfacción ciudadana.
Esta situación heterogénea genera a nivel social diversas manifestaciones que llaman la atención, tristemente, por su marcado carácter negativo. Evidencias de corrupción, fraude, violencia de género, migración, explotación laboral, tráfico humano, explotación sexual, secuestros, extorciones, etc.; matizan la cotidianidad de un continente donde la sociedad convive entre un discurso triunfalista, aspiraciones de crecimiento y desarrollo y comportamientos carentes de ética, moral y valores, falta de transparencia y libertad de expresión (Salazar, 2018; Schwab, 2018).
Dentro de este complejo entramado social latinoamericano se encuentran los movimientos sociales, como elemento aglutinador de los esfuerzos colectivos por conquistar aspiraciones anquilosadas y mantener el enfrentamiento al poder de la globalización neoliberal. Los movimientos sociales son una realidad latente en América Latina. El valor de su lucha se encuentra en su capacidad de resistencia y de convocatoria, más allá de los resultados que se hayan obtenido históricamente. Por lo tanto, su ideología y acción colectiva tienen que marcar un momento de inflexión, el clímax de una situación contradictoria concreta donde se resalte su participación en la solución a un conflicto.
Resulta imperativo dotar de sentido esa acción colectiva, reconocer el sustento de las prácticas que fomentan los movimientos sociales, más allá del alcance del mismo. Poner la gratitud en acción, es brindar sentido a la acción colectiva, construir el andamiaje que fundamente las acciones que llevan la participación hasta niveles nunca vistos y hacer que los grupos hegemónicos comprendan la legitimidad de la demanda social que el movimiento social representa. La gratitud brinda una dimensión ética a la acción colectiva y sirve para evaluar las prácticas de los movimientos sociales y el comportamiento de sus integrantes.
La gratitud puede convertirse en el núcleo central del contenido subjetivo movilizador de la acción colectiva de los movimientos sociales en América Latina, coadyuvando a generar una identidad que atraiga más actores sociales y legitime sus prácticas.
Sin embargo, se aprecia a nivel académico la carencia de un enfoque teórico, metodológico y práctico que sistematicen las manifestaciones relacionadas con la gratitud como criterio de identidad y acción colectiva de los movimientos sociales contemporáneos en América Latina. Resulta necesario que se brinde una mayor atención a estos aspectos entre el contexto de las ciencias sociales en el continente, permitiendo que estos actores sociales cuenten con una sólida base de acción y transformación de su realidad, basado en la gratitud y otros valores que se puedan nuclear en torno al mismo.
Por lo tanto, el objetivo general del presente artículo es fundamentar la gratitud como núcleo central del contenido subjetivo movilizador de los movimientos sociales en América Latina, en los planos teórico, metodológico y práctico, con énfasis en su identidad y la acción colectiva.
Desarrollo
Los movimientos sociales en América Latina: identidad y acción colectiva.
La historia de América Latina en los últimos 100 años no se podría escribir sin que se mencione reiteradamente a los movimientos sociales. Por ejemplo, un hecho histórico que marcó el desarrollo de la Educación Superior a nivel internacional surgió precisamente de la fuerza y pujanza de los movimientos sociales, como fue la Reforma de Córdova de 1918. En este y muchos otros casos, su lucha ha estado vinculada al ascenso al poder y deslegitimar el status quo; sin embargo, en el último cuarto de siglo se han encargado de visibilizar otras aspiraciones y anhelos de la humanidad como son la protección del medio ambiente, los derechos de grupos minoritarios a la tierra, la educación, los recursos naturales o el enfoque de género (Amín, 1989).
La categoría Movimiento Social, surge a mediados del siglo XIX, haciendo referencia al movimiento obrero alemán. En Francia hacia 1930, se comienza a utilizar el término para hacer alusión a las organizaciones humanas que buscan la modificación más o menos radical del orden social (Santamarina, 2008).
De acuerdo con la posición de Melucci (1999; 2001), Touraine (1998), Castells (1999) y Torres (2017), los movimientos sociales son una forma de acción colectiva cuestionadoras de la formas de dominación socio-culturales, que apelan a la solidaridad, reconociendo a todos los integrantes como iguales. Su discurso tiene que concretarse en acciones que conviertan sus aspiraciones en prácticas y sirvan para legitimar la justeza de su enfrentamiento a una situación social concreta.
El éxito de sus acciones se encuentra directamente asociado a su capacidad de movilizar y comprometer a un mayor número de individuos “Los movimientos sociales frecuentemente emplean ideas y símbolos que funcionan como marcos de significación inspiradores y legitimadores de las actividades del movimiento” (Chihu, 2002: p.377). Por lo tanto, se considera que los movimientos sociales son instituciones humanas de carácter colectivo, altamente participativas, con canales no institucionalizados de manifestación, demandas e intereses propios y se constituyen como sujetos colectivos.
Los movimientos sociales tienen que recurrir, inexorablemente, a la búsqueda de sentidos y significados que enmarquen su acción colectiva para generar nuevos seguidores y un elevado nivel de compromiso. La capacidad de sus acciones colectivas para legitimar y autentificar su identidad pasa a través de constructos de amplio significado social (Melucci, 1999; Chihu, 2002). Emerge la necesidad de generar una ideología de los movimientos sociales que se sustente en las prácticas de gratitud, como núcleo integrador de lo mejor y más acabado del espíritu cooperativo, colaborativo y solidario. Los movimientos sociales tienen que demostrar en su desempeño las diferencias con los poderes hegemónicos a los que se enfrentan y el sustento de estas acciones es una ideología que supera la contradicción que le dio origen.
Los movimientos sociales tienen una vocación y una función formativa, más allá de cuáles sean sus fines políticos. Apelan en la mayoría de los casos a una transformación social, que necesariamente pasa por ajustarse a otros valores y patrones de comportamiento distintos a los que impone el modelo hegemónico de la sociedad en cuestión. En el espíritu de estas organizaciones se encuentran un conjunto de valores que integran su cultura organizacional (Schein, 1986; Pérez, 2009; 2013). La expresión concreta de la dinámica que se establecen entre los valores, como forma superior de regulación del comportamiento en los movimientos sociales es la acción colectiva.
El trabajo con los valores en las organizaciones sociales no es un elemento novedoso, ya que desde mediados del siglo XX su importancia ha sido resaltada por diversos autores (Zytowsky, 1970; Hill, 1971; Rokeach, 1973). El desarrollo teórico y metodológico en el estudio de los valores en las organizaciones permitió que surgiera la Dirección Por Valores en el año 1997 (Dolan y García, 2000). Los valores forman parte de las investigaciones de diversas ciencias que estudian el comportamiento y la actividad humana, como son la psicología, la sociología, la política, la pedagogía, la economía, la administración, la filosofía, entre otras.
El interés en el análisis de los valores humanos para el estudio del comportamiento se encuentra estrechamente relacionado con su elevado potencial regulador de la conducta. El carácter integrador de otros contenidos psicológicos como las actitudes, la motivación y las necesidades permiten considerar el beneficio por su aprovechamiento para el funcionamiento institucional. Se encuentra asociado a categorías como la ética y la moral. (Pérez, 2013)
Los movimientos sociales catalizan una situación social de descontento y conflicto. En la actualidad se establecen como fuente de unidad ante distintas situaciones de vulnerabilidad social o ecológica; son una válvula de escape social ante distintas situaciones discriminatorias y que intentan fragmentar el espíritu solidario. Su carácter crítico, emancipador y transformador hacen que la gratitud se convierta en un valor con alto potencial legitimador y movilizador de las prácticas que se generan en su entorno; aunque en sus inicios no haya surgido con fines solidarios, al pasar el tiempo necesita de acciones e integrantes que legitimen y revitalicen su existencia.
Definición y aplicación de la gratitud en los movimientos sociales de América Latina
Toda organización declara valores o elementos éticos que caractericen su desempeño. El funcionamiento de éstas se materializa a través del comportamiento de sus integrantes. Sin embargo, existe una brecha entre lo que declara y la acción de estas organizaciones. En algunos casos, se lleva a enunciar los modos de actuación, sin embargo se adolece de mecanismos para la interiorización de estos modos de actuación y la posterior regulación de los mismos. Se puede apreciar en la Tabla 1, que existe una contradicción entre lo que se manifiesta a nivel organizacional y el nivel individual, así como entre los niveles teórico, metodológico y práctico.
Tabla 1: Niveles de funcionamiento de la gratitud en los movimientos sociales.
Fuente: Elaboración propia (2020).
Desde un nivel teórico la gratitud pudiera ser el núcleo central de las prácticas asociadas a otros valores esenciales en los movimientos sociales como es la reciprocidad, la empatía, la hospitalidad, la moralidad, la ética, la solidaridad, la colaboración, la cooperación, entre otras (De Sousa, 1994). La gratitud como núcleo central del contenido subjetivo movilizador de los movimientos sociales (Figura 1), encarna las aspiraciones humanas del ser social, la fuerza de la unidad y los principios de reconocimiento y reciprocidad, fomenta relaciones horizontales, genera prácticas con sentido de transformación y acompañamiento.
La gratitud, como categoría sociopsicológica, tiene suficiente potencial regulador para convertirse en marco de referencia de la acción colectiva de los movimientos sociales en América Latina. El significado de esta idea es que ninguna lucha social le será ajena a estas organizaciones y que los intereses y aspiraciones pueden alcanzarse a través de objetivos comunes como son los derechos humanos de los grupos minoritarios, el enfoque de género, el acceso a los medios de producción y a la tierra.
Figura 1: La gratitud como núcleo central del contenido subjetivo movilizador de la acción colectiva.
Fuente: Elaboración propia (2020).
La posibilidad de describir la identidad y la acción colectiva según los elementos declarativos y su puesta en funcionamiento, se convierte en un aporte que es importante argumentar si se desea construir verdaderos aportes en este campo de investigación. Se entiende por tipología a la técnica de construcción de tipos mediante un sistema de clasificación, simplificación y reducción de datos, que reagrupan los elementos de un fenómeno en clases o tipos según sus rasgos característicos (Ander-Egg, 1995). Resulta necesario construir una tipología de los movimientos sociales según las prácticas de gratitud que realizan y el nivel de compromiso de la organización.
Esta tipología de los movimientos sociales (Figura 2) según las prácticas de la gratitud reconoce la existencia de cuatro grandes grupos en los que pueden ser incluidos estos actores sociales, a partir del análisis del discurso y las prácticas cotidianas de los mismos. Un primer grupo se denomina Movimiento Social “Fosilizado” y se caracterizan por preferir mantenerse aislados de otros movimientos, no comparte sus fines, no convocan a la participación, no colaboran y prefiere no recibir colaboración. Prefiere los diálogos bilaterales. Tanto en el discurso como en la acción no promueven la cooperación e integración.
Figura 2: Tipologías de los movimientos sociales según las prácticas de gratitud.
Fuente: Elaboración propia (2020).
Un segundo grupo se puede conocer como Movimiento Social “Tradicional”. Estos actores declaran su interés en colaborar, enuncia sus bases de compromiso hacia otros movimientos sociales, establece convenios; sin embargo sus actos no fomentan la participación y el intercambio, es ajeno a las problemáticas que enfrentan los demás movimientos sociales. Por lo tanto, en el discurso promueven la cooperación, pero no así en la práctica.
Un tercer grupo de organizaciones se denominan Movimiento Social “Compañerista”. Las características sustantivas de estos es que acompañan a los demás movimientos sociales en sus luchas, sin embargo prefiere no declarar su carácter colaborativo por temor a que pierda la esencia de su movimiento. Muestra su apoyo a otras causas, pero prefiere que la suya no se asocie a otras. Sus acciones se manifiestan más en el plano práctico que en el discurso y las proyecciones.
Por último, se encuentran el grupo de organizaciones denominado Movimiento social “Flexible”. Este se caracteriza por ser capaz de aportar y recibir influencia de otros movimientos sociales; comparte experiencias; participa en los análisis, asiste y apoya a las convocatorias de otros movimientos; genera nuevas formas de participación. Es colaborativo y cooperativo. Utiliza y fomenta vías para la educación y formación de sus integrantes
El individuo insertado en un movimiento social se convierte en un sujeto de ideología, acción y transformación. Son sujetos cuestionadores desde el prisma subjetivo con que analizan a su antagónico y a la sociedad en su conjunto. Al insertarse en las acciones colectivas enmarcadas en la gratitud generará nuevas visiones de la solidaridad, la hermandad, la amistad; incluso una nueva valoración del lugar que ocupa dentro de su sistema de relaciones sociales. Se fomenta una nueva visión de la ética de la reciprocidad y aparecen nuevos sentidos para sus acciones sociales.
En la práctica debe lograrse proyecciones conscientes e intencionadas para trabajar la gratitud como una perspectiva dentro de los movimientos sociales; hacerlo ver como una cadena, donde los que ya reciben agradecen y cada quien se comporta como un trasmisor de la gratitud. Es necesario superar la propia dinámica de la globalización de los mercados y la competencia para generar un enfoque de la gratitud y solidaridad.
Conclusiones
La dinámica social en América Latina se encuentra estrechamente relacionada con el desarrollo de los movimientos sociales. Estos últimos, encarnan buena parte de las aspiraciones de los colectivos a los que representan y mantienen su lucha para obtener conquistas sociales y defender derechos vulnerados. Su carácter formativo demanda de la búsqueda de sentido a la acción colectiva que los mismos realizan.
Los movimientos sociales demandan mecanismos de integración entre ellos y la búsqueda de alternativas de cohesión interna. Además, requieren de fomentar prácticas sustentadas en valores, no solo de su lucha tradicional, sino de intercambiar con otros movimientos sociales. En este sentido, la gratitud encierra un alto potencial en la regulación del comportamiento colectivo y posibilita sensibilizar a los movimientos sociales con otras causas y coadyuvar al fomento de la solidaridad, la cooperación, la colaboración, etc.
Dentro de estas prácticas, resulta imperioso que se logre una articulación teórica, metodológica y práctica, que alinee todo lo que ocurre en la organización social y garantice que existan políticas, estrategias y mecanismos que legitimen y autentifiquen las prácticas relacionadas con la gratitud en los movimientos sociales.
El diseño de una tipología que refleja la influencia de la gratitud en el discurso y la práctica de los movimientos sociales, permite ubicar en cuatro grupos a estas instituciones, según las brechas que existan entre los elementos declarativos y los elementos evidenciados en lo referente a este valor. Es determinante reconocer la importancia de poner en práctica la acción colectiva vinculada a este elemento dinamizador de buenas actuaciones.
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