Mayo de 2020
Deuda pública por coronavirus y el credo neoliberalOLLANTAYITZAMNA
Encadenado a la deuda. Internet
En estas condiciones de pánico psicosocial que sufren los pueblos latinoamericanos, sus gobernantes recurren nuevamente a millonarios préstamos internacionales para “afrontar la pandemia” a los mismos grupos financieros internacionales que impulsaron el sistema neoliberal y expusieron casi a toda Latinoamérica al riesgo de coronavirus.
Los grupos financieros como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), etc., durante las últimas décadas del pasado siglo fueron los puntales centrales para la imposición del desastroso sistema neoliberal en los países de América Latina, y otras regiones.
La estrategia fue distribuir los “petro dólares” como préstamos a los gobiernos latinoamericanos, sin importar si eran o no democráticos/legítimos, con la condición que éstos debían aplicar la siguiente receta:
Entregar las empresas y bienes públicos a las empresas privadas. Disminuir el tamaño y el poder de los estados nacionales. Anular la inversión pública. Liberar las fronteras comerciales para que ingresen los productos transnacionales. Anular los derechos laborales. Entre otros.
Los gobiernos latinoamericanos aplicaron esta receta. Quizás algunos creyendo que esta Doctrina del Consenso de Washington sería un remedio para sus países. Pero, las consecuencias fueron inmediatas y fatales: Estados sobre endeudados, sin capacidad de amortizar los intereses fluctuantes de la deuda externa. Sin empresas, ni servicios estratégicos bajo su control. Estados debilitados en muchos casos, y fallidos en otros.
COVID19 y el credo neoliberal
La pandemia del COVID19 encontró a estos estados prácticamente sin una aspirina para socorrer a su población infectada. Con un sistema de sanidad pública en debacle. Sin ningún centro de investigación capaz de ensamblar un ventilador mecánico. Médicos sin guantes, ni mascarillas, convertidos en muchos casos en “vectores” del COVID19.
Una ventaja de los países latinoamericanos es que COVID19 llegó, luego de mostrar su poderío destructivo en Europa y EEUU. En este sentido, los aciertos y/o desaciertos de estos países se constituyen en lecciones para afrontar la pandemia que ya se encuentra dentro de las fronteras.
Durante la larga hegemonía neoliberal, se militarizó a las fuerzas del orden público para resguardar a los agentes de la inversión neoliberal y repeler a las resistencias comunitarias. Y durante la actual pandemia se recurre al uso de esa fuerza militar para contener a la población hambrienta/ansiosa encarcelada en sus domicilios. ¿Por cuánto tiempo?
El consuelo de estos u otros gobiernos neoliberales es: “COVID19 apenas mata al 3% de los infectados”. Pero, las cantidad de infectados no depende de la cantidad de militares en las calles, sino, sobre todo de una política pública de salud preventiva, y masificación de pruebas. El encierro funciona hasta cierto tiempo, y depende de las condiciones socioeconómicas de las familias.
¿Qué harán países como Guatemala que apenas cuentan en total con 100 ventiladores para cuando el contagio comunitario se expanda? ¿Podrán los militares latinoamericanos contener a millones de hambrientos que en algún momento romperán las cuarentenas?
En estas condiciones de pánico psicosocial que sufren los pueblos latinoamericanos, sus gobernantes recurren nuevamente a millonarios préstamos internacionales para “afrontar la pandemia” a los mismos grupos financieros internacionales que impulsaron el sistema neoliberal y expusieron casi a toda Latinoamérica al riesgo de coronavirus.
¿Bajo qué condiciones sueltan los millones de dólares los grupos financieros en préstamos incluso a gobiernos con serios cuestionamientos de legitimidad como el de Honduras o Bolivia? ¿Esos préstamos son para salvar a personas o a las empresas afectadas por la cuarentena?
Si acaso hay tiempo “después de covid19”, ese tiempo ya no será para volver a la normalidad de la hegemonía del interés privado sobre el interés colectivo. Pero, tampoco deberá ser tiempo únicamente para resignificar estatismo economicistas. Urge, pues, reposicionar la Vida, en sus diferentes expresiones, como el centro de la coexistencia humana desde pensamientos y acciones diferentes.
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