Globalización: Revista Mensual de Economía, Sociedad y Cultura


Abril de 2020

La Ley debe reconocer la sacralidad del agua y prohibir su mercantilización y su gestión extraterrit
Miguel Valencia Mulkay


El agua tiene varias dimensiones: la cultural, la ecológica y la sagrada. En cada territorio sus habitantes tenían practicas diferentes; se dice que las religiones del Medio Oriente nacen de los pactos Bereberes de los desiertos; históricamente, el agua como gran apoyo a la conservación del agua y los acuerdos de paz entre los pueblos y, compasión por el más débil. Se dice que las primeras leyes del mundo tenían como motivo el uso del agua. Hasta la llegada de la tercera o cuarta Revolución Industrial, brotan las "guerras del agua". Con el neoliberalismo se lleva a fondo la idea del agua como una mercancía más, sujeta al mercado. Se perdió la antigua sacralidad del agua y se crearon las condiciones para las guerras del agua.

Cada territorio tiene "su agua", es decir: la que permite la existencia de su diversidad biológica; la extracción excesiva de agua destruye el equilibrio ecológico del territorio. El excusado inglés y las grandes bombas y los grandes tubos son los principales enemigos de la conservación del agua. Las grandes presas y los trasvases de agua entre cuencas, constituyen grandes atentados contra la conservación del agua. La moderna tecnología del agua ignora totalmente la ecología del territorio. La revolución sanitaria resultó fracasada como la misma revolución industrial es un fracaso.

El uso industrial del agua que incluye la industria agropecuaria, representa la mayor amenaza para la conservación del agua: se utilizan cantidades descomunales para la fabricación de cualquier producto industrial, muy especialmente, los alimentos industrializados. Desde hace más de 30 años, los grandes empresarios decidieron quitarle al Estado la gestión del agua y colocarla como una mercancía igual que el petróleo o la madera o los minerales. Canadá, el país con mayores reservas de agua, rechaza la aplicación del TLC a los asuntos del agua y con Maude Barlow a la cabeza, crea el Council of Canadians para frenar las pretensiones de su gran vecino; Maude publica su famoso libro El Oro Azul que informa mundialmente la nueva situación del agua. En Cochabamba, Oscar Olivera encabeza la primera "guerra por el agua" que crea las condiciones, para eliminar la dictadura boliviana.

El agua embotellada es el epitome de las ideas neoliberales: la privatización extrema del agua. Vicente Fox fue colocado por la Coca Cola en la presidencia de la Republica, para introducir la privatización del agua en gran escala; coloca inmediatamente a Cristóbal Jamie Jacques, prohombre de Coca Cola y de LALA como director de la Comisón Nacional del Agua- las ovejas al cuidado del lobo- para repartir concesiones en gran escala y crear una Ley de Aguas tan privatizadora como fuera posible; además, invita a la gran mafia mundial de ladrones del agua, el Foro Mundial del Agua, integrado por las mayores transnacionales del agua: Suez, Nestlé, Veolia, Aguas de Barcelona, Bechtel, para celebrar su gran encuentro en México 2006. Se privatiza la distribución de agua en varias ciudades de México, como Saltillo, Puebla y otras. La Ciudad de México entrega parte de su servicio público de agua a empresas privadas. El Banco Mundial ofrece prestamos blandos , con el fin de que los municipios y las ciudades entreguen su servicios públicos de agua a empresas privadas.

México abandona desde la época de Salinas el cuidado del agua municipal, el agua entubada, para propiciar el consumo de agua embotellada y consigue en esos años el primer lugar en consumo de refrescos y de agua embotellada -seguido muy de cerca por Italia. Las botellas de plástico vacías invaden todos los rincones del país y se descubren las grandes islas de plástico en los océanos. El agua embotellada como cualquier alimento industrializado, se convierte pronto en alimento chatarra, sin el sabor que le daba su origen territorial.

La jurisprudencia mundial se niega a concederle sacralidad al agua, tal como lo hace con el ser humano. La jurisprudencia de Estados Unidos se decanta en cambio, por la privatización del agua.

La Ley debe reconocer la sacralidad del agua y prohibir su mercantilización y su gestión extraterritorial

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Miguel Valencia Mulkay
ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México

23 de marzo de 2020

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